domingo, 29 de julio de 2012

Cap. 3. La Amenaza



Su hermano estaba sobre su cuerpo, besando toda la piel a su paso. Jaejoong no decía nada, permanecía quieto como una estatua. Últimamente había aprendido a soportar todo el dolor, el odio y la tristeza, y había aprendido a controlarse. Sólo se quedaba callado y quieto, sin sentir absolutamente nada hasta que su hermanastro terminaba con lo suyo.
Estaba ya completamente desnudo, tendido sobre la cama. Los toques y besos de su hermano no le provocaban absolutamente nada. Ni cosquillas, ni dolor, ni mucho menos placer. Era casi una estatua, un muñeco el cual se dejaba hacer. Pues había algo que mantenía ocupada su mente… 
Aquel beso que compartió con Changmin. Aquel maravilloso beso aún quedaba grabado en sus labios, y los de Yunho jamás lograrían borrar la deliciosa sensación de los labios resecos del hijo del Sr. Shim moviéndose suavemente contra los suyos. Había sido lo más hermoso que haya podido experimentar.
 —  Ah, hermano…  —  suspiró Yunho alejando su boca del pecho enrojecido de Jaejoong. Este lo miró por una milésima de segundo.  —… Estoy cansado de que sea siempre lo mismo. ¿Tú no? – como si pudiera responderle a eso. – Quiero que hagamos algo nuevo…
Yunho se sentó en la cama, frente al cuerpo de su hermano el cual estaba recostado sin decir nada. Estiró su mano hasta jalar el cabello negro de Jae y hacer que se levantara. Una pequeña mueca de dolor se dibujó en su rostro, pero la disimuló a la perfección. Yunho tomó a Jaejoong por el mentón y le indicó que bajara la cabeza. Jaejoong miró el miembro erecto de su hermanastro y negó con la cabeza.
 — No quiero hacer eso…  —  se negó, mirándolo a los ojos buscando algo de compasión en el hombre frente a él.
 —  Lástima que tu opinión no sirva mucho. – sonrió y empujó la cabeza de Jaejoong hasta dejarla frente a su miembro. – Hazlo…
 — N…No quiero…  —  se resistió. Yunho volvió a jalar del cabello de Jae, dejándolo frente a su rostro nuevamente.
 —  ¿Prefieres eso o que te parta en dos? – dijo fríamente y Jaejoong tragó saliva.
No tuvo otra opción. Prefería hacer eso a ser penetrado una vez más. Se agachó y tomó el miembro erecto de su hermanastro con una mano. Apretó con fuerza sus ojos, derramando algunas lágrimas, y comenzó a lamerlo. De su boca salió un sollozo y lo metió entero, comenzando a mover su cabeza de adelante hacia atrás, sin dejar de derramar lágrimas. 
Luego de un rato comenzó a escuchar los gemidos de Yunho. Una de sus manos se posó sobre su cabeza, acercándolo más a su miembro. Jaejoong abrió un poco sus ojos, viendo borroso a causa de las lágrimas que se derramaban. Miró hacia arriba y pudo ver la mueca de total placer en el rostro de Yunho. Este hizo que la velocidad aumentara con su propia mano. Jaejoong sentía que estaba por ahogarse, sentía nauseas horribles. No le cabía entero en la boca y Yunho insistía en que si, empujándolo más hacia él.
Los sonidos que hacía Yunho fueron subiendo de tono cada vez más, hasta que dio un último gemido (el más fuerte) y se corrió en la boca de Jae. Este sintió como si algo explotara en su boca. Sacó el miembro de su boca, haciendo que parte del semen cayera en su rostro.    
 —  Muy bien, hermano. – sonrió Yunho, haciendo que Jaejoong lo mirara a los ojos. Siempre ponía total énfasis en la palabra hermano.  —…Estoy tan orgulloso de ti. Eres un buen chico. – su sonrisa creció aún más al ver las lágrimas en sus ojos y las manchas blancas que cubrían su rostro. – Te ves tan hermoso así. – le acarició el cabello.
Se levantó al recibir el silencio de Jae como respuesta, así que se vistió y se fue, dejándolo solo. Se limpió la cara con un pañuelo que encontró y se echó boca abajo sobre la cama, desnudo y sin ánimos de nada. Ni de vestirse, ni de seguir llorando, ni mucho menos de dormir.
Esa noche soñó como no lo hacía hace mucho. Soñó con su madre, y había sido tan triste despertar. Se sentía tranquilo en su sueño, libre de toda tristeza y angustia…
…Lástima que la realidad era otra.
La tarde siguiente no paró de llover, por lo que no pudo salir y por ende no pudo salir al jardín para conversar normalmente con Junsu. Su tía se lo prohibía. Le molestaba aquello, ¿Por qué tenían que prohibir su amistad? ¿Entonces para qué su tía había recogido a Junsu de la calle si no le permitiría tener amistades? No le encontraba el sentido a todo esto.
 — ¿Por qué prohíben la amistad entre alguien de clase alta y alguien de clase baja? – preguntó mientras jugaba con la comida en su plato, durante la cena. El silencio reinó en la mesa.
 —  Ese tipo de preguntas ni siquiera merecen ser respondidas. – dijo la tía, molesta.
 — ¿Por qué no? ¿Por qué lo prohíben? – volvió a preguntar. Notó como Junsu, quien regaba las plantas que habían en los alrededores, sonreía.
 — Deja de hacer preguntas sin sentido si no quieres irte a tu habitación sin comer.
 —  No me ha respondido. ¿Por qué no? —  insistió. Su tía lo miró con odio.
 —  Porque ellos son pobres y sólo merecen lástima. – le respondió.
 — Pero…
 —  ¡Ya guarda silencio! – le gritó y Jaejoong frunció el ceño. Mordió su labio y le dio una mirada a Junsu, quien le sonrió enternecido y siguió con lo que hacía.
Luego de aquella discusión durante la cena Jaejoong se fue directo a su habitación, ya que estaba algo cansado y quería dormir. Sólo le rogaba a su madre que esta noche Yunho tuviera compasión de él.
Se puso el camisón blanco, el cual le llegaba un poco más abajo de las rodillas, iba a acostarse en su cama, cuando la puerta se abrió, revelando a Yunho. Jaejoong lo miró serio y suspiró pesadamente, sabiendo lo que de seguro vendría.
Yunho comenzó a besar su cuello con parsimonia, algo extraño ya que siempre se lo hacía violentamente. Solía dejar heridas en su cuerpo al morderlo o rasguñarlo más fuerte de lo necesario. Las manos de su hermano bajaron hasta tomar los bordes del camisón. Comenzó a deslizarlo hacia arriba, dejando al descubierto el blanco cuerpo de su hermano, el cual tenía varias marcas moradas en los hombros, las clavículas y las caderas. Jaejoong estaba impresionado, Yunho no era así de suave con él. Su hermanastro comenzó a tocar su pecho con suavidad, sus dedos fríos se paseaban por toda su piel tibia. Su boca dejó un camino de besos y saliva desde su cuello hasta sus clavículas, para luego bajar a su pecho, lamiendo y besando sus pezones. Jae gimió suavemente al sentir los labios húmedos del otro recorriendo su cuerpo, y en seguida tapó su boca, impresionado.
Yunho lo empujó sobre la cama y lo recostó en ella. Se ubicó sobre su delgado cuerpo pálido, entre sus piernas. Sus besos no cesaron, bajó su rostro hasta su estómago, lamiendo y besando toda la piel a su paso. Sus manos comenzaron a masajear sus muslos, Jaejoong volvió a gemir. Su respiración comenzaba a hacerse irregular, y su calor corporal aumentaba. En seguida Yunho besó sus caderas con total delicadeza, sin dejar de masajear sus muslos. Tomó con una mano el miembro casi despierto de su hermano y le dio una suave lamida a toda su extensión.
 —  Hmm…  —  se tapó la boca, sonrojado. ¿Desde cuando Yunho era tan suave con él? ¿Y desde cuando se sentía… tan bien que lo tocara de esa manera? Era… tan confuso.
El más alto dejó de lamer su erección para meterla entera en su boca. Un gemido bastante largo salió de la boca de Jae, quien (sin darse cuenta) abrió más sus piernas, para sentirlo más aún. Yunho siguió con lo que hacía, moviendo su cabeza de adelante a atrás, dando cortitas succiones y a veces más largas. 
 —   ¡Y…Yunho!  —  gimió con fuerza al sentir una succión bastante fuerte, la cual casi le hizo llegar al orgasmo. Levantó un poco la parte superior de su cuerpo, apoyándose en el codo derecho. Su otra mano cubría su boca. Sus ojos se mantenían entre cerrados y su rostro estaba más rojo que nunca. Se sonrojó más aún al ver a su hermano haciendo lo que hacía. Cuando sintió que estaba por terminar se cubrió la boca con la otra mano, cayendo y quedando recostado nuevamente. Una última succión bastó para hacerle llegar al orgasmo. – ¡A — Ahhhh! – cerró sus ojos y levantó sus caderas, corriéndose en la boca de Yunho.
Su pecho subía y bajaba rápidamente al ritmo de su respiración agitada. Su rostro estaba totalmente sonrojado. Limpió el hilo de saliva que corría por la comisura de sus labios, totalmente agitado. Su frente estaba húmeda, al igual que el resto de su cuerpo. Yunho se levantó y quedó frente a él, parte del semen de Jae aún estaba en sus labios. Aquello le hizo avergonzarse totalmente.
Yunho tragó todo lo que tenía en la boca y sin previo aviso besó a su hermano. Lo besó suave y tiernamente. Los ojos de Jae se mantuvieron abiertos durante todo el beso, su corazón latía cada vez más rápido. Yunho lo miró de manera extraña, casi con ternura, y le acarició la cabeza. Corrió el cabello de su frente y le dio un delicado beso en ella, se levantó y sin mirar atrás salió de la habitación, en silencio.
Jaejoong se quedó recostado en la misma posición, mirando al techo. Su respiración ya estaba más calmada y el calor insoportable que sentía ya estaba disminuyendo, haciéndole sentir el frío de la noche. Cerró sus piernas y se sentó en la cama, tomando el camisón que estaba tirado en el suelo. Se lo puso casi sin ganas y se metió bajo las sábanas, y apenas su cabeza tocó la almohada se quedó totalmente dormido.
Cada día que pasaba no podía dejar de pensar en Changmin, ya que a causa de un repentino viaje del Sr. Shim fuera del pueblo, no pudieron verse durante varias semanas. Aquello fue una total tortura, y más tortura fue reencontrarse y tener que comportarse normalmente a causa de la presencia del padre de Changmin, de su tía y de su hermano.
 —  Deseaba verte. – dijo Changmin cuando estuvieron al fin los dos solos.
 —  Y…yo también. – suavizó su voz. El hablar femeninamente ya le era más fácil a medida avanzaba el tiempo.
 —  Señorita…  —  se le acercó. Jaejoong se sonrojó.
 —  Llámame por mi nombre.
 —  Jejuko…  —  sonrió, arrinconándolo contra el respaldo del sofá. Jaejoong se mordió el labio.
 —  ¿Si? – respondió haciéndose el inocente. El sonrojo en sus mejillas creció y la velocidad de sus latidos aumentaron aún más.
 —  Tú…  —  rozó sus labios con los propios. Lo miró durante unos instantes, dudando de algo. De un instante a otro terminó por unir sus labios en un beso, sin terminar lo que diría. Jaejoong rodeó su cuello con sus brazos.
Ese beso fue totalmente distinto al anterior. Ese había sido suave, tierno… en cambio este era más rudo y hambriento. Sus bocas se movían una contra la otra, intentando sentir más profundamente al otro. Jaejoong quiso tomar el siguiente paso, así que mordió los labios finos de Changmin, haciendo que este abriera su boca. En seguida internó su lengua en la boca del otro, sintiendo su lengua suave y húmeda contra la propia.
 Dentro de un instante sintieron que el aire comenzaba a hacerse necesario, así que se separaron para respirar. Jaejoong miró a los ojos a Changmin, totalmente agitado y sonrojado.
 —  Es… peligroso estar aquí…  —  dijo Jae, volviendo a besarlo.
 —  Si…  —  respondió algo agitado, correspondiendo el beso.
 —  Ven, vayámonos de aquí. – se levantó y le tomó la mano, guiándolo por los pasillos hasta llegar a su habitación. Cerraron la puerta a sus espaldas y Changmin arrinconó a Jae contra esta.
Siguieron besándose y tocándose con desesperación. Jaejoong comenzó a sentir de pronto el calor acumulándose en su entrepierna, y recién en ese momento cayó en lo que estaba pasando.
Ambos eran hombres, y Changmin no lo sabía.
Jaejoong empujó a Changmin de la nada con todas sus fuerzas, haciendo que este retrocediera más o menos un metro. Recibió una mirada totalmente impresionada y confundida, a la cual respondió con una mirada asustada.
 —  L…Lo siento…  —  abrió la puerta y corrió sin parar, hasta llegar a uno de los baños de la mansión y encerrarse en él.
Su corazón latía más rápido que nunca, al punto de estar seguro de que en cualquier momento tendría un paro cardiaco.
Se quitó el maldito vestido con desesperación, al igual que la ropa interior, quedando desnudo. Seguía agitado y avergonzado. Bajó la vista y vio su miembro totalmente erecto. Mordió su labio y lo tomó con una mano, comenzando a moverla de adelante hacia atrás, cada vez más rápido. No le quedaba otra.
Terminó vergonzosamente rápido, ensuciando su mano con su propia esencia. Apretó los dientes aguantando la rabia que sintió en ese momento. Deslizó su espalda por la puerta lentamente, hasta caer sentado sobre el frío suelo del baño. ¿Por qué la realidad tenía que ser así? ¿Por qué no podía ser todo más fácil, como lo era cuando su madre vivía?
No sabía qué hacer… Estaba tan confundido.
Salió atemorizado del baño, largo rato después, no queriendo encontrarse por ningún motivo con Changmin. Aún era temprano y no podía ir a su habitación, porque quizás Changmin seguiría ahí, así que sólo siguió corriendo hasta llegar al jardín. En él chocó con alguien, haciéndole caer al suelo.
 —   ¡Srta. Jejuko! De verdad lo siento. – dijo esa persona y Jae, al notar que era Junsu, se sintió muy aliviado.
 —  Junsu, que bueno que eras tú. – suspiró. – Y te he dicho que sólo me llames por mi nombre. – sonrió más relajado.
 —  Lo siento. – se encogió de hombros y lo ayudó a levantarse. – Jejuko, hay algo que quiero decirte…
Jaejoong ladeó su rostro, se le veía algo nervioso. ¿Qué sería? Nunca había visto a Junsu así, de esa manera. Tan asustado.
 —   N…no quiero que me odies, por favor…  —  le rogó con la mirada. Se veía como un niño pequeño y desprotegido.
 —  ¿Qué pasó? – preguntó.
 —  Ay, soy un enfermo…  —  se tapó el rostro con ambas manos. – Yo… ¿Me odiarás si te digo que… me gusta Yunho? – bajó la mirada, sonrojado. Los ojos de Jae se abrieron de par en par.
 —  ¿Q…Qué? – dijo apenas.
 —  ¡De verdad lo siento! – sus ojos se humedecieron. – No me odies, por favor… Sólo no pude controlarme y…
 Jaejoong se quedó serio unos instantes, para luego sonreír resignado. No podía enojarse con él, mucho menos odiarlo. Era su único y mejor amigo, y no quería quedarse sólo. Lo quería mucho también, y aquello no era una razón para odiarlo.
  —  Junsu…  —  susurró, acariciándole el rostro. – Junsu, yo no te odio, ¿Si? Eres mi amigo. No podría odiarte. – lo tranquilizó y Junsu sonrió. – Es sólo que… ¿Por qué él? – Junsu iba a responder, pero alguien tiró a Jae del brazo con fuerza, haciendo que se levantara. Al girarse se encontró ni más ni menos que con Yunho.
 —  Ven conmigo. Ahora. – dijo él, se le veía más molesto que nunca. Jaejoong no dijo nada, aquel tono de voz que usó lo intimidaba de sobremanera. Yunho lo tiró del brazo, llevándolo con él. 
Miró a Junsu por última vez, sin poder absolutamente nada. Le pidió perdón con la mirada y siguió a Yunho, quien caminaba a paso firme y acelerado. ¿Por qué estaría así de molesto? Ambos caminaban por los pasillos, Jae siguiendo a Yunho. Sus fuertes pisadas resonaban sobre los suelos de madera vieja y rechinante. Su agarre se hizo más fuerte, sacándole a Jaejoong un quejido de dolor. 
 —  Y..Yunho, me lastimas. – se quejó intentando que Yunho soltara su brazo, el cual le dolía mucho. Yunho tiró a Jae del brazo hacia sí mismo y luego lo empujó, doblándole el brazo de tal manera que casi se lo quebró. Jaejoong gritó.
 —  No me interesa lo que sientas. No me interesa nada, eres un desgraciado y un hijo de puta.
 —  ¿Pero qué hice? – se quejó, sin entender absolutamente nada.
 —  ¿Que qué hiciste? – rió con sarcasmo. – Te divierte besarte y revolcarte con el hijo del Sr. Shim a escondidas, ¿No? – Jaejoong se sonrojó completamente. – Pues déjame aclararte algo. – lo tomó del cuello, levantándolo unos centímetros del suelo. Jaejoong se quejó.  —  Tú me perteneces, ¿Oíste? Eres mío, de nadie más. Nadie puede tocarte, nadie puede mirarte, nadie puede poseerte. Sólo yo. – dijo con rabia, apretando sus manos. Jaejoong intentó soltarse, pero las manos de Yunho apretaban con demasiada fuerza su blanco cuello, impidiéndole respirar, y aquello le dificultaba cualquier cosa. Rasguñó sus manos con fuerza, pero no servía.
 —  Y…Yun… Yunho… N…No puedo… No puedo Resp…p…  —  intentó hablar, mas le fue imposible. De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas de desesperación. Su hermano lo iba a matar, de seguro lo mataría.
 —  Si vuelves a hacer algo así… Te juro, te juro que no vivirás para contarlo. – le dijo con rabia. Jamás había visto tanto odio en su mirada.
 —  ¡Yunho, por Dios! ¡Suéltalo! – gritó alguien, corriendo hacia ellos. Era su tía. Yunho frunció el ceño y soltó a Jaejoong, quien cayó al suelo pesadamente. Comenzó a toser desesperado, pudiendo al fin llenar sus pulmones con algo de oxígeno. Varios sollozos salieron de su boca, llorando asustado. – Tú padre se molestará si matas a esta rata. – le dijo seria. Yunho no dijo nada. – Ya levántate, no es para tanto. – le dijo a Jaejoong, quien sujetaba su cuello el cual ahora estaba rojo.  Este se levantó y sin decir nada corrió a su habitación. Como pudo movió la pesada cama, dejándola frente a la puerta para que no pudieran abrirla. Se arrinconó en una esquina de la habitación y comenzó a llorar desesperado.
Jamás había sentido tanto miedo en su vida…

2 comentarios :

  1. Pobre Jae, ya sintió con Yunho el sexo al hacerselo con ternura, con Min siente deseo, quizás amor, por cierto quién le dijo a Yunho lo que paso entre ellos, espero que Min no lo ande pregonando. Y Yunho porque estalla en celos si odia a Jae.

    Me da coraje que la mamá de Yunho era la amante y de la que hablen pestes sea de la de Jae, estan mal.

    Gracias, esta muy interesante.

    Gracias!!!

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