Jaejoong se dejó caer en el sofá de la sala de su departamento en Tokio.
Las lágrimas salían sin poder contenerlas, solamente podía recordar las
imágenes de Yunho protegiendo, cuidando a aquel tipo. Su corazón se encogía por
el dolor.
— Sí, soy un cobarde. — se dijo cubriéndose los ojos, tallándoselos
con las manos, quitando con enoja las lágrimas.
Siempre había estado enamorado de su líder, se había dado cuenta con el
tiempo, por la convivencia, porque no aguantaba estar sin él, sin sentir sus
brazos rodeándolo protectoramente, porque siempre quería escuchar su voz
diciendo su nombre y aquel mote tan especial que le había dejado ponerle.
Sin embargo, nunca había podido juntar el valor necesario para
decírselo, por miedo a perderlo, a perder su amistad, porque de lo que Jaejoong
estaba seguro era que Yunho no sentía lo mismo que él. Era solamente ese cariño
de amigos, de hermanos que le hacía cuidarlo, como lo hacía con el resto de los
miembros del grupo.
Se levantó del sofá y se dirigió hacia la ventana para mirar la
oscuridad de la noche que se cernía sobre la ciudad. El clima había cambiado
como si combinara con su estado de ánimo, pues el cielo estaba de un color
rojizo, amenaza clara de que estaba por llover.
— Siempre te he amado… — murmuró al vacío, como si pudiera ser escuchado.
De nuevo esa sensación extraña le llegó, de soledad… no sabía cómo
explicarlo, pero sentía que otra persona lejos de él se sentía triste,
nostálgica. Suspiró pesadamente. Jamás se imaginó que pudiera sentirlo tan
claramente esta vez. Era algo que les había escondido a los demás miembros,
capaz que lo tachasen de loco, pero muchas veces le había sucedido y le
asustaba porque no sabía la razón de todos esos sentimientos. Rabia,
frustración, enojo contenido, muchas veces le pasaba cuando estaba a solas y se
sentía extraño, sin embargo, muchas veces le tocaba descargarse con quien menos
se lo esperaba… por eso muchas veces decían los chicos que tenía un carácter un
tanto radical. Aquella vez, era excepcionalmente fuerte.
Se sentía solo y no solamente era aquel sentimiento de desilusión que le
embargaba, sino algo más. El sonido de uno de sus celulares sonando lo sacó de
su ensoñación nuevamente, pero el chico se negaba a contestar. Quería estar
solo, quería dormir, dejar de sentirse hostigado por todos aquellos sentimientos,
propios y extraños que lo confundían más y más.
La llamada seguía y él no hizo ademán para tomar el teléfono. Ya había
hablado con sus abogados del asunto y sólo quedaba averiguar lo que
procedía, pero no esperaba una respuesta tan rápida. Al final se dio por
vencido y tomó el celular para contestar la insistente llamada.
— Jaejoong… — la voz de su madre llegó a sus oídos, el joven
no tenía ganas de hablar con nadie, pero a ella no podía negarle nada.
— Se Young Omma…
— le dijo con ternura al tiempo que se sentaba en el
sofá de nuevo.
— ¿Es Hyung? — escuchó la voz de uno de sus medios hermanos.
— Quiero hablar con él… — se oyó a otro de sus hermanos peleando por el
teléfono.
— No, Oppa hablará conmigo
primero… — su hermanita también se metió.
Su madre rió ante la pelea de sus hijos, para luego dirigirse a él con
voz emocionada.
— Jaejoong, escúchame… — y su voz cambió a un tono serio. Se quedó
callada un momento, como si sopesara la situación. — tengo algo que hablar contigo, algo que
confesarte… — el joven se
quedó esperando a que continuara. — pero no puede ser por teléfono. Es un asunto
muy delicado.
— ¿Sobre qué? ¿Qué quieres
decirme? — preguntó con curiosidad.
— No puedo decirte por teléfono…
es muy íntimo, muy familiar e importante… y vas a tener que prestarme mucha
atención. — le dejó con la duda. — ¿Cuándo regresas a Seúl?
— No lo sé… tal vez pronto… no
sé. — respondió dudoso ante lo que su madre le había
dicho en aquel momento.
— Te estaré esperando, porque
esta plática es muy importante para mí, para ti… porque puede incluso cambiar
lo que pienses acerca de mí… de tu vida.
— la llamada
le dejó con más sentimiento de frustración que antes.
La mujer colgó mirando a sus tres hijos junto a ella. Estaban en la
puerta del departamento de Yunho, esperando que les abriera la puerta.
— ¿Para venir a ver a Yunho Hyung nos hiciste vestirnos así? — preguntó su hijo mayor, señalando la ropa tan formal que llevaban.
Ella solamente sonrío para luego responderle.
— Escuchen, niños… de lo que
escuchen aquí, de lo que vean… prométanme que no dirán a nadie ni una sola
palabra… por favor. — les rogó.
Los niños hicieron un gesto de fastidio, pero asintieron. Entonces la
puerta se abrió y después de intercambiar saludos con el anfitrión, Oh Se Young
fijó sus ojos en el chico pelinegro, vestido con una camisa blanca de manga
larga y unos pantalones color negro, que estaba frente a ella.
— ¡Hyung!
— ¡Oppa!
Gritaron los tres niños al mismo tiempo, lo que desconcertó totalmente a
Andreé quien se vio de repente rodeado de tres pares de brazos que lo
apretujaban y le preguntaban una serie de cosas que apenas y podía entender
Los chicos sintieron extraño a su hermano, por lo que lo dejaron tranquilo,
fue cuando Se Young Sshi se acercó a él
para acariciar su rostro.
— JaeSun… Mi pequeño JaeSun. — dijo la mujer con lágrimas en los ojos. — por fin, después de tanto tiempo podré tener
juntos otra vez a mis pequeños, JaeJun y JaeSun.
El joven miró con angustia hacia Yunho y Changmin. Debido a su poco
coreano, a penas y había podido entender cómo le había llamado aquella mujer.
— Lo siento, Se Young Sshi… pero
Andreé entiende poco coreano, sólo habla inglés. — le explicó Yunho. — Si gusta… Changmin ah y yo, les serviremos de
traductores.
Y Changmin le miró con cara de pocos amigos, pues no le quedaba otro
remedio más que aceptar o no tendría más pretexto para quedarse en el
departamento de Yunho.
— ¿Andrée? ¿Ese es el nombre que
ellos te dieron? — preguntó ella con dulzura.
Después de que Yunho le tradujera, Andreé asintió con un movimiento de cabeza. — es muy bonito, mi JaeSun… — añadió con una sonrisa, al recordar que al
mismo Jaejoong le habían modificado su nombre al ser adoptado por los Kim.
— Mi padre lo escogió… ¿JaeSun
era mi nombre? ¿Tú lo elegiste? — preguntó el joven con
curiosidad.
— Desde mucho antes de que
ustedes nacieran… — respondió la mujer con ternura. — Han JaeJun y Han JaeSun, esos eran sus verdaderos
nombres… — explicó ella con nostalgia.
si que sera una sorpresa para Jae ver que tiene un hermano igual que el se pondrá celoso por que el esta con Yunho
ResponderEliminarGracias
Que gran dílema se le presentará a Jae, el amor entre hermanos, pero con los celos por su Yunho.
ResponderEliminarGracias!!!