Desde el aire, la vista de la última adquisición de Yunho y Yoochun era increíble. Jaejoong no tuvo ningún problema para imaginar esa isla como un oasis para los huéspedes. A diferencia de muchas otras islas llenas de rocas, ésa estaba cubierta de verde hierba y árboles. Había un gran olivar y lo que parecía un naranjal.
Sobrevolaron la aldea de pescadores, con sus tradicionales casas
blancas con tejados rojos. Los barcos se mecían en el agua. Todos eran barcos
pequeños.
Un círculo pintado de blanco a doscientos metros de la aldea
sobre un acantilado, tenía que ser su destino. Le sorprendió que hubiera un
helipuerto, había esperado una pequeña pista de aterrizaje y así lo comentó con
Yunho cuando se dirigieron caminando a la villa.
El joven que se había presentado a sí mismo como el nieto del
ama de llaves insistió en llevar su equipaje.
– El patriarca prefería
viajar en barco, pero sus hijos insistieron en un medio más rápido – respondió Yunho a su comentario – Y por qué helicóptero y no avión, no te lo sé decir. Supongo que se
resistiría a hacer la excavación necesaria para construir una pista.
– Nosotros haremos esa
excavación, ¿no? Quiero decir que los huéspedes podrán venir en avión.
El joven la miró con una expresión extraña.
Yunho no pareció notarlo, pero negó con la cabeza.
– El objetivo de este
centro será la relajación total. Empezará con un crucero de lujo desde el
continente.
– Apuesto a que tú te
quedas con el helicóptero – pero Jae hubiera
preferido el crucero.
– Yo no soy un posible
cliente.
– Quizá deberías serlo.
– Quizá tú también.
Podemos asistir juntos a la semana de inauguración – dijo abriendo la puerta principal.
Una anciana les dio la bienvenida antes de dar unas
instrucciones rápidas a su nieto.
– Los jóvenes olvidan el
decoro – dijo en perfecto inglés. Sacudió la cabeza – Quizá debería ser pescador.
– Habrá mucho trabajo
para quienes quieran, primero en la construcción y después cuando esté en
funcionamiento.
– ¿Dará primero la
oportunidad a los de aquí? – preguntó
esperanzada la anciana.
– Sí – dijo rotundo – No
queremos que los residentes se sientan desconectados de las instalaciones. Su
participación es esencial.
El ama de llaves sonrió y los guió por el interior de la villa
hasta un enorme salón de impresionantes vistas.
– ¿Quieren un refresco? – preguntó.
– Su antiguo patrón
hablaba maravillas de la limonada hecha con frutas de la isla.
– Mandaré a una chica con una bandeja – dijo encantada.
– Gracias. ¿Se ha
informado al señor Tilieu de nuestra llegada? – preguntó Yunho.
– Sí, aunque no sé cómo
alguien no puede advertir el sonido de un helicóptero.
Jaejoong se contuvo de sonreír, lo mismo que Yunho.
– ¿Usted prefiere viajar
en barco? – preguntó Jaejoong.
– Yo prefiero no viajar,
que la gente monte en esas cosas ruidosas es un misterio para mí – agitó las manos como para apartar el pensamiento.
– Algunas veces es
necesario – dijo Yunho.
– Si usted lo dice, Jung
Yunho – se marchó.
– Bonito, ¿verdad? – se dirigió a Jaejoong.
– Absolutamente precioso.
Podría pasar horas mirando por estas ventanas.
Se acercó a Jae, pero no la tocó.
– Es hipnotizador. El
atardecer será espectacular.
– ¿Podremos verlo?
– Si ése es tu deseo.
– Has sido muy indulgente
conmigo este viaje – aunque desde que le había hablado de su
pasado mantenía una distancia que no podía ocultar.
El descubrimiento de esa mañana no había alterado eso, pero sí
había provocado otros cambios en su conducta.
– Te mereces un poco de
mimo.
– No me quejaré porque
pienses así.
– Bien. Y hablando de
malcriar, ¿quieres asistir a la inauguración conmigo?
– No tengo ninguna duda
de que tú estarás, pero sinceramente dudo que vayas a disfrutar del descanso y
la relajación que las instalaciones van a ofrecer.
– Me aseguraré de que aún
seas mimado – aseguró Yunho.
– ¿Y tú?
– Yo ¿qué?
– ¿No crees que podrías
hacer que te mimen un poco?
– Me entregaré a los
servicios del spa.
– Para probar su calidad,
seguro.
– ¿Y qué pasa si es así?
– Eres un adicto al
trabajo – afirmó.
– Como tú.
– Me encanta mi trabajo – pero no era una adicto, cuando el negocio estuviera en marcha
reduciría la jornada – Pero nunca he
querido que el trabajo lo fuera todo para mí.
– ¿Entonces por qué
consideras que ser madre supondría el final de tus sueños?
– No me refería a mi
negocio.
– Entonces, ¿a qué te
referías?
– No es algo de lo que me apetezca hablar ahora – no tenía sentido abordar su viejo sueño de casarse con un
hombre que lo amaro y el más reciente de que ese hombre fuera él.
Yunho abrió la boca para decir algo, pero antes de que pudiera
se oyó una voz masculina.
– Por fin habéis llegado.
Se dieron la vuelta y vieron a un atractivo hombre negro.
– Ah, Jean-René – Yunho se acercó a él con la mano tendida – me alegro de verte.- Se volvió hacia Jaejoong – Pethi mu, éste es nuestro arquitecto, Jean-René Tilieu. Jean–René, él
es Kim Jaejoong, nuestro diseñador.
Jean–René sonrió e hizo una reverencia sobre la mano de Jaejoong
más que estrecharla.
– Un placer excepcional,
mademoiselle.
– Merci, estaba deseando
trabajar contigo. Encuentro tu trabajo inspirador e impresionante.
– Ah, sabe que el camino
al corazón de un hombre es la adulación, ¿no?
Yunho la agarró de la cintura y dijo:
– Jaejoong no adula,
siempre dice la verdad.
Jean-René les dedicó una mirada especulativa y después la miró a
los ojos y dijo serio:
– Entonces me siento
doblemente honrado, mademoiselle.
– Jaejoong, por favor.
– Un nombre interesante,
n’est-ce pas?
– Lo debo a uno de los
mentores de mi padre en el ejército – informó Jae.
– Nunca me lo habías
contado – dijo Yunho mirándola.
– Es un poco embarazoso
tener el nombre de un sargento que mascaba tabaco y disparaba pistolas con el
mismo entusiasmo.
– Jaejoong es un nombre
femenino, ¿no? ¿Ese sargento era una mujer? – preguntó
Jean-René.
– No – se echó a reír – Jaejoong
era su apodo y nunca le pregunté por qué se lo pusieron.
– Seguramente fuera lo
mejor – dijo Yunho con humor.
– Eso fue lo que yo pensé
– dijo Jae.
– Dos grandes cabezas – dijo el arquitecto con su brillante sonrisa – Este proyecto está en buenas manos.
– Sin duda. He estudiado
tu trabajo a fondo y he trabajado lo bastante con Yunho para saber que nuestras
perspectivas van a encajar perfectamente – su única
preocupación era cómo sería trabajar con el contratista griego, dado que era un
perfecto desconocido para él.
– Très bien. ¿Quieres que
empecemos a discutir los aspectos iniciales en la cena o esperamos a mañana? – preguntó a Yunho.
Yunho la miró a ella y preguntó:
– ¿Qué te parece?
– ¿Está el comedor en este lado de la casa?
– No, pero podemos cenar
aquí – respondió Yunho.
– Mais oui, la vista del
atardecer es magnifique. El de ayer fue glorioso.
– Entonces arreglado – se alejó de los dos
hombres en dirección a la escalera –
Estoy deseando instalarme y seguro que vosotros también. ¿Cuál es mi habitación?
– He hecho que el ama de
llaves nos ponga en la suite principal – esa vez no le
había pedido su opinión y su expresión lo desafió a que dijera lo contrario.
– Entonces nos vemos
arriba – no iba a discutir, disfrutaba durmiendo con
él.
Fue a la búsqueda de la habitación segura de que no sería
difícil de encontrar. Cuando encontró una doncella deshaciendo su equipaje, se
llevó la misma sorpresa que al ver la cama con dosel.
Estaba cubierta con una colcha de algodón blanca decorada con
intrincados motivos más oscuros. Las ventanas francesas daban a un balcón que
rodeaba toda la casa. El armario, el vestidor y las mesas estaban hechos de
maderas oscuras. Resultaba fácil pensar que había sido la habitación de un
hombre, pero le gustó. Mucho.
Disfrutando de la vista, se quitó la chaqueta y la dejó en el
respaldo de un sillón de brazos que miraba a una gran chimenea preparada para
encenderse. Interesante, si el tiempo era lo bastante frío, hablaría con el
arquitecto de poner chimeneas en las principales zonas de las instalaciones.
– Perdón, ¿habla inglés?
– preguntó a la doncella que estaba metiendo las maletas bajo la
enorme cama.
– Sí.
– Estupendo, porque yo no
sé griego.
– ¿Es americana, sí? – preguntó la joven con una sonrisa.
– Sí. En el colegio estudié
español – era el único idioma que sabía encontraría en
cualquier instituto fuera donde fuera destinado su padre – ¿Hace frío suficiente para encender el fuego?
– Algunas tardes, sí. No
hace mucho frío, pero el fuego es bonito.
– Ya – sonrió – . Gracias.
– De nada.
– ¿Cuándo dio
instrucciones el señor Jung de que compartiríamos la habitación? – se sintió ridícula, pero necesitaba saberlo.
– No lo sé – dijo un poco extrañada la doncella – pero el lunes el ama de llaves me dijo que tuviera preparada la
habitación para el señor Jung y su invitado.
Así que había planeado compartir la habitación hacía tiempo.
Eso no era muy sorprendente. No hacían mucho esfuerzo por
ocultar su relación, pero normalmente él no era tan descarado en lo relacionado
con el trabajo. Antes de sus revelaciones de Atenas, habría tomado eso como una
buena señal para el futuro de su relación. En ese momento sólo añadía
confusión.
Antes de esa mañana no la consideraba adecuada como madre y
esposo. También había dejado claro que no anticipaba entrar en una relación
permanente con él. Todo eso quedaba descartado si estaba embarazado, sin
embargo. Algo sobre lo que no tenía ninguna duda. Si era así, él insistiría en
casarse. Su afirmación de que no era como su padre, dejaba claro que tendría un
papel importante en la crianza de su hijo. Pero Jae no estaba segura de qué
quería.
Yunho encontró a Jaejoong sentada en un sofá en la terraza del
dormitorio.
– ¿Cansado?
– ¿Qué? – Lo miró con los ojos del mismo color que el mar – No, sólo pensaba, trataba de aclarar cosas
y cada vez estoy más confuso.
– ¿Quieres un hombro
sobre el que llorar?
– Esta vez no.
Frunció el ceño, no era la respuesta que esperaba.
– ¿Te gusta la casa?
– Sabes que sí. Pero
casa... Creo que mansión es más adecuado. ¿Cuántos dormitorios tiene?
– Doce, cuatro de ellos
grandes suites como ésta.
– ¿Cómo puedes decir
entonces que ésta es la principal? -retó.
– ¿Tú cómo lo has sabido?
– La doncella estaba
deshaciendo el equipaje.
– Y por algo más, ¿no?
– ¿Por qué otra cosa?
– Por la cama.
– Sí, no podría estar en
otra habitación que no fuera la principal.
– Exacto – se puso delante de Jae y tendió una mano que él agarró – Me alegro de que no vayamos a tirarla –
algunas veces tenían que derribar para luego construir, esa vez no.
– ¿Va a ser parte de las
instalaciones? – preguntó no muy contento con la perspectiva.
Tiró de él, después ocupó su espacio y lo sentó en su regazo.
– Al principio pensaba
que podría serlo, pero cada vez que he venido me he sentido más unido al sitio.
A Yoochun también le gusta. Creo que podemos quedárnoslo para uso personal,
pero él tendrá que buscarse su propia suite principal, yo me quedo con ésta.
– ¿De verdad?
– ¿Por qué tan sorprendido?
Estamos de acuerdo en que la cama es perfecta.
– No me refiero a eso – se movió hasta ponerse cómodo encima de él y eso tuvo un efecto
previsible en el flujo sanguíneo debajo de su cintura – No os veo a ninguno de los dos lo bastante relajados como para venir
aquí.
– Se va a casar. Después
tendrá críos. Es un buen sitio para traerlos. A Junsu le gusta viajar, pero
prefiere las residencias privadas a los hoteles.
– Eso tiene sentido.
– Sí – tiró de él y la abrazó – ¿Y
tú puedes imaginarte pasando aquí unas vacaciones?
Suspiró mientras apoyaba la cabeza en su hombro.
– Muy fácilmente. Si
tuviera una propiedad como ésta, no la dejaría para casa de vacaciones – el anhelo soterrado en su voz lo sorprendió – No sé cómo lo harían los anteriores
dueños.
– ¿Cómo llevarías tu
negocio desde aquí?
– Creía que los sueños no
tenían que ser prácticos.
– Cuéntamelo – lo rodeó con los brazos y disfrutó del momento de relajada
proximidad.
Le encantaba estar con Jae, lo que era el tipo de pensamiento
peligroso que debía evitar antes de empezar otra vez a contar secretos. Se
trataba de saber qué pasaba en su complicada cabeza, no de revelar más de la
suya. Y tendría que recordarlo.
– Vivir aquí sería un
lujo, pero para responder a tu prosaica pregunta, con Internet de alta
velocidad, un buen servicio telefónico y una fax a color, podría llevar mi
negocio desde cualquier sitio.
– Requeriría viajar mucho
– sobre todo si seguía trabajando al ritmo que se había impuesto.
– Ya viajo mucho.
Sin embargo comprendía su deseo de vivir allí.
– Algunas veces se me
olvida lo mucho que me gusta el sol, pero con unos pocos días en Grecia me he
malacostumbrado a los cielos azules.
– No podemos exigir eso
en Seattle – dijo Jae con un suspiro.
– Es cierto. El primer
año que Yoochun y yo vivimos allí pensábamos que nunca dejaría de llover.
– Seattle tiene cuatro
estaciones.
– Y en las cuatro llueve.
– Cierto – dijo en un gruñido – Pero
es mejor que Nueva York con sus ventiscas, créeme.
– Aquí, sin embargo, el
tiempo es perfecto – no se había marchado de Grecia huyendo del
sol.
– Si te gusta un clima
cálido.
– Como a mí.
– A mí también – suspiró – . Quizá debería
haberme mudado al Sur de California cuando dejé Nueva York.
– No, no nos habríamos
conocido.
– Puede que estuvieras
mejor.
¿Qué? Él no pensaba así. Se movió para poder mirarlo a los ojos
y los vio turbulentos.
– ¿Estás intentando decir
que nuestra amistad ha ido en detrimento mío en algún sentido?
– Bueno, no es que yo sea
la persona que imaginas como la futura madre de tus hijos – en su voz resonó un dolor que él no esperaba.
– No he dicho en ningún
momento cómo sería él o ella.
Tampoco lo había pensado nunca seriamente. Había pensado en Jae
en ese papel antes de empezar a acostarse con él. Admiraba su carácter y había
pensado que sería una excelente madre y esposo salvo por esa vena romántica que
no le había curado su matrimonio roto.
– Pero no me
considerarías a mí.
– Tienes razón – ésa había sido su decisión final.
Jaejoong giró la cabeza por completo, pero antes ya había visto
él la tristeza en sus ojos.
Oh, no, lágrimas no. Suavemente le giró la cabeza para que lo
mirara.
– No porque no piense que
serías adecuado, sino porque sé que jamás considerarías... ¿cómo llamarías a
mis nebulosos planes de matrimonio? Un matrimonio concertado.
– ¿Por qué tendría que ser
así entre nosotros?
– ¿Cómo podría ser si no?
– Por amor.
– ¿Amor? – ¿no habían hablado ya de eso? – . Si alguna vez he tenido propensión al amor, se terminó. El amor no
siempre dura. Tampoco duran mucho los lazos de sangre.
– Así que sólo nos queda el
negocio...
– La amistad verdadera
puede durar – admitió.
– Como tu amistad con Yoochun.
– Sí.
– Es la única persona en
toda tu vida que nunca te ha decepcionado, ¿verdad?
– A un nivel personal, sí
– le pasó un dedo por los labios – . Bueno, en realidad, no. Tú jamás me has decepcionado tampoco.
– Hasta esta mañana – le tembló el labio inferior.
– No me has decepcionado.
– ¿Cómo lo llamarías
entonces?
– Es la verdad. Ya hemos
asignado las culpas, ¿recuerdas?
– No creo haberlo
entendido entonces – sonrió.
– Lo hemos acordado esta
mañana.
– No ha sido un acuerdo,
ha sido lo que has dicho tú.
– Tengo razón.
– Tienes lo que podríamos
llamar una tendencia irritante a pensar que la tienes – le acarició el cuello.
– ¿Qué puedo decir?
Normalmente la tengo.
– Así que admites un
cierto nivel de infalibilidad... – se apartó para
mirarlo a los ojos.
– Naturalmente.
– Eres tan arrogante – sacudió la cabeza sonriendo –
¿Por qué encuentro eso cautivador?
– Dímelo tú.
– Me acojo a la Quinta
Enmienda.
– Estamos en Grecia – señaló él – no
en los Estados Unidos, aquí no rige.
– Apuesto a que la
constitución griega tiene algo parecido que impide testificar en contra de uno
mismo.
– Nos estamos saliendo
del tema.
– Cierto – reordenó sus pensamientos –
¿Por qué si confías en la amistad no crees que un matrimonio basado en ella
podría funcionar?
– No he dicho que un
matrimonio entre nosotros no funcionaría, pero fallaría a la hora de hacerte
feliz – y eso era lo que le había hecho abandonar la
idea.
– ¿Por qué? ¿Planeas
acostarte con otros?
– No, podría darte
fidelidad – en eso no tenía ninguna duda – . Sin embargo, no podría darte algo
igualmente importante para ti – hacía tiempo, en una conversación de
sobremesa de una cena, Jae le había dicho que seguía esperando el final de
cuento de hadas con amor y príncipe azul.
Él era una rata callejera, no un príncipe, y el amor ni estaba
ni estaría en sus previsiones.
– Hablas de amor otra
vez, ¿no? – preguntó Jae.
– Sí. ¿Puedes decir
sinceramente que considerarías una propuesta de matrimonio sin él?
Jae se mordió el labio y apartó la mirada. Negó con la cabeza.
– Lo que yo pensaba.
– Así que... ¿dónde nos
lleva esto?
– No lo sé – si estaba embarazado trataría de convencerlo de que se casase
con él al margen de los sentimientos.
Sabía que su despiadado interior se mostraría y ni siquiera lo
sentiría. Si estaba embarazado ninguno de los sueños de los dos tenían
preferencia. Se haría lo mejor para el niño. No sabía cómo se era padre, pero Yoochun
y él se habían autoeducado en los negocios y habían tenido éxito. Con el mismo
trabajo y dedicación, aprendería a ser padre. A diferencia de cuando era
adolescente, no tendría que recurrir a libros usados y experiencias de primera
mano. Podría permitirse consultar a los mejores educadores, leer los mejores
libros y hacer todo lo necesario para ser el mejor padre posible.
– No quiero hacerme una
prueba de embarazo de farmacia – dijo Jaejoong
tras un silencio.
– Esperamos a estar de
vuelta en Seattle y conciertas una cita con tu médico. Sólo tenemos previsto
estar aquí tres días.
– Se harán eternos.
No pudo mostrarse en desacuerdo.
El contratista llegó a la mañana siguiente y los cuatro se
mantuvieron muy ocupados con los planos preliminares. Jean – René flirteó
abiertamente con Jaejoong haciendo que sonriera cuando la expresión de
preocupación se colaba en sus ojos.
Yunho no se preocupó por el otro hombre, sabía que adoraba a su
esposa y jamás la traicionaría. Además, había dejado claro que Jaejoong y él estaban
juntos.
La última noche, subieron las escaleras con una animada
discusión sobre si colocar o no el edificio principal cerca de la villa o cerca
de la playa al norte de la isla. Jaejoong estaba a favor de la playa, pero al
contratista le gustaba la idea de aprovechar las conexiones de agua y
electricidad que ya existían.
Jean – René había hecho de abogado del diablo arguyendo a favor
y en contra de los dos sitios.
Yunho había tomado la decisión final y se había quedado con la
playa. Los huéspedes apreciarían el acceso fácil al mar y la vista, sin ser
majestuosa, seguiría siendo magnífica. Además, eso les dejaría a Yoochun, a él
y a sus futuras familias un espacio más privado.
– Sabes, me recuerda un
poco a Hyunjoong – dijo Jaejoong.
– ¿El contratista?
– Jean – René. Flirtea
todo el rato, pero sin carga sexual.
– Y así era Hyunjoong.
– Sí. Me acusaba de ser
inmadura y celosa, pero después de ver a éste en acción, tengo claro que su
forma de flirtear era distinta.
– Sí, es francés y
flirtearía con una abuela de noventa años del mismo modo que con una modelo.
– Se trata de arrancar
una sonrisa sin que te sientas una presa sexual.
– ¿Hyunjoong no
comprendía la diferencia?
– ¿Cómo iba a hacerlo?
Casi cualquier mujer era una presa sexual para él – dijo con disgusto.
– Yo no flirteo – apenas, sólo lo hacía con intención y desde que estaba con Jaejoong
no había querido seducir a ningún otro joven
– No, no lo haces – se echó a reír y
lo abrazó en las escaleras.
Le gustó el abrazo espontáneo. Aunque nunca se alejaba de sus
demostraciones de afecto, se había mostrado más recatado a la hora de
ofrecerlas desde que habían llegado a la villa. Sabía que era porque le culpaba
por poder estar embarazado aunque había dicho que no. O quizá estaba
respondiendo a su alejamiento para no hablar de temas personales.
Simplemente Yunho no veía la necesidad de hablar del futuro
cuando aún no sabían si estaba o no embarazado. También se resistía a hablar de
su pasado.
Lo siguió hasta la habitación y cerró la puerta tras ellos.
– ¿Estás lista para
volver mañana a Seattle?
– No lo sé – dijo desde la ventaba tras un largo silencio.
– Es duro dejar esto – él empezó a quitarse la ropa.
– Pero quiero saber.
Una parte de él, una parte grande, tenía que reconocer si era
sincero, quería que estuviera embarazado. Después podría ser egoísta y
convencerlo para que se casase con él.
Lo agarró de los hombros y le acarició la nuca.
– Tengo algo más interesante en que concentrarme que en una
oscura vista.
– ¿Sí? – se volvió a mirarlo con expresión suave y anhelante.
– ¿Acaso lo dudas?
Negó con la cabeza y esperó, esperó a que lo besara, lo tocara,
le mostrara que, al menos en eso, tenían algo perfecto. Y eso fue exactamente
lo que él hizo.
>>>♥<<<
Volaron de vuelta a Seattle en el avión privado de Yunho. Cuando
aterrizaron, supo que ya le había concertado una cita con el médico para la
mañana siguiente. No se sorprendió por su excesiva eficiencia. Estaba un poco
sorprendido porque hubiera conseguido una cita tan deprisa, él nunca tenía tanta
suerte.
Pasó la noche con Jaejoong en el apartamento de este. No
hicieron el amor, pero lo abrazó en la oscuridad protegiendo sus sueños y
haciendo que se sintiera seguro.
– Llamaremos mañana con
los resultados – dijo la enfermera.
Jaejoong se puso de pie y se dirigió a la camilla.
– Gracias. Le he dejado
al doctor mi número de móvil.
– Claro. No creo que
hayamos podido nunca conseguir hablar con su casa o su negocio.
– Viajo mucho.
– Debe de ser bonito – dijo la enfermera.
– Puede serlo – cuando se había mudado a Seattle le había encantado viajar,
pero desde que era amigo de Yunho, lo echaba de menos cuando estaba fuera. – . También puede ser agotador.
– Bueno, si el análisis
sale positivo, puede contar con estar más cansado todavía – dijo con una sonrisa que no se podría haber descrito como tal.
¿Qué se suponía que debía responder a eso? ¿Gracias? Se
concentraría en su embarazo si se confirmaba. Recogió su bolso.
– Bueno... adiós.
– Hasta pronto.
Raramente iba al médico... pero si estaba embarazado, eso
tendría que cambiar, ¿no?
Continuara
\\(^_^)//...
Niñ@s un
comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Por favor que este embarazado xDD Tonto Yunho.. porque no puedes olvidar el pasado y amar a Jaejoong:(
ResponderEliminarCreo que Jae ya se esta haciendo ilusiones con el embarazo posiblemente eso lo complique todo pero si no es asi la decepcion sera mucha jae volveria al plan inicial de terminar todo con Yunho?
ResponderEliminarEl temor de Yunho de una relación de amor, es porque a el lo abandonaron y nunca ha sentido que lo aman.
ResponderEliminarGracias!!!
Que emocion solo falta saber si Jae esta embarazado y que pasara???? Yunho tiene que dejar el pasado
ResponderEliminarYunho eres un insensiblee waaa de una vez dale tu amor a Jaeee !! ayyy por favor que de positivo el bebo ..
ResponderEliminarYunho eres un insensiblee waaa de una vez dale tu amor a Jaeee !! ayyy por favor que de positivo el bebo ..
ResponderEliminaryo creo que si esta esperando bebe y serán felices con el pero Yunho ya quiere a Jae se lo demuestra con todo lo que hace pero el no se da cuenta de ello y creo que Jae tampoco
ResponderEliminarGracias
Esta embarazo solo falta que se lo confirme XD cambiaran mucho capaz Yunho ya admita que su corazón no es frío que le puede dar lo que Jaejoong desea serían felices
ResponderEliminarCuando Yunho se pone de cabeza dura me dan ganas de bo sé que hacerle por que dice y hace cosas que estrujan el corazón de Jae y el mio de paso portan lindo y amoroso y al mismo tiempo lo hiere y lo hace sufrir por la.mabera tan insencible que tiene a ceces de desirle la cosa.. Ayyys no quiero Jae pase un embarazo sinriendo que es su unica carta para lograr el amor de Yunho. Él ya lo ama.pero se hace el inconquitable. Un soltero cautivador es lo que Yunho necesita para sentír que pueden robarle el amor se Jae.
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