Autor: MiyuChan
Pareja: JaeMin
Extensión: One-shot
Recordaba aquel día
con gran perfección. El ir viajando en el autobús un día tan caluroso y
cansador como ese no era nada agradable. Y es que luego de un largo día de
caminar, estudiar y soportar a los profesores de la escuela lo único que quería
era llegar a su hogar y descansar como Dios manda.
Se dirigía de vuelta a
su casa, y como lo hacía en cada parada de autobús, este se detuvo. No se
preocupó por ello y siguió mirando por la ventana, pensativo. No había tenido
exactamente el mejor día de su vida así que solo quería dormir.
Notó de pronto que la
persona que iba delante de él se levantó con rapidez, casi de un salto, y se
dirigió a ayudar a la persona que subía. Notó recién que era una ancianita
pequeña y muy arrugada que caminaba con una muleta y cargaba una enorme bolsa.
El chiquillo (Ese
chiquillo... Al que veía todos los días desde hace un año) ayudó a la ancianita
y la llevó hacia su asiento.
— Siéntese aquí,
abuelita. — le sonrió con ternura y voz suave — Con cuidado.
— Muchas gracias, de
verdad muchas gracias jovencito — le agradeció la abuelita que apenas se mantenía
en pie y se sentó con la ayuda del chiquillo de cabello castaño.
— No se preocupe, en
serio. — le volvió a sonreír y el autobús siguió su
marcha.
Aquello era cosa de
todos los días. Siempre que llegaba alguien con algún tipo de problema o discapacidad
aquel chiquillo de piel tostada, lindos ojos y labios bonitos los ayudaba. Así
que como siempre, el moreno que le observaba no pudo evitar sonreír
enternecido.
No podía tampoco
evitar mirarlo y pensar que era el chico más lindo y tierno que haya visto. Y
no le importaba que fuese un chico, para nada. De todos modos, él era bisexual.
Un viernes por la
tarde, camino a su casa, volvió a encontrarse con él y como por arte de magia
el chico se sentó a su lado. El moreno se le quedó mirando fijamente casi
hipnotizado, notando cosas que nunca antes había notado. Cosas como que era
mucho más lindo de lo que había visto, a lo más tendría unos 17 años. Su
cabello castaño caía en finos mechones sobre su frente. Su piel era suavemente
tostada, como canela, y se veía muy suave. Sus labios eran finos y muy bonitos,
aunque un tanto secos y su nariz era tan perfecta como la de un modelo. Sus
ojos eran algo tapados por su cabello, eran muy lindos e inocentes, pero se
veían melancólicos....
Tan tristes...
Siguió mirándolo
durante largo rato. Sentía que podría mirarlo durante días y días y no
aburrirse. El castaño se dio cuenta de que lo estaban mirando y giró su vista
encontrándose frente a frente con el rostro del pelinegro. Este abrió sus ojos
impresionado y el menor le sonrió, sonrojándose completamente. Alejó su vista
enseguida.
Por su parte, el
castaño sentía como su corazón latía con fuerza. ¿Alguna vez había visto a una
chica tan linda? No lo recordaba. Sus mejillas se habían encendido con fuerza y
no pudo evitarlo. Giró nuevamente su vista, con disimulo, y volvió a mirarlo...
notando algo que lo dejó helado. No era una chica, ¡Era un chico!
Su mente quedó en
blanco. Había quedado impresionado, por el hecho de ver a un chico tan
recondenadamente hermoso. La impresión no le duró mucho tiempo, ya que de
pronto sintió un ruido fuerte y como el autobús frenaba en seco. En seguida un
dolor de cabeza tremendo lo envolvió.
— Oye, oye ¿Estás bien? — sintió una voz a lo
lejos. Era el chico que iba a su lado.
— ¿Q… qué pasó? — respondió apenas, ya que
sentía unas enormes ganas de llorar.
— El autobús
chocó. ¿Te sientes bien?
— Me duele la
cabeza... — Sollozó. Llevó su mano a su frente y sintió la hinchazón y un
dolor punzante.
— No,
oye, no llores, tranquilo. Te golpeaste la cabeza con el asiento del frente. — cierto, su cuello
también le dolía. — ¿Vives muy lejos de aquí?
— Hmm... — miró por la ventana,
estaba bastante cerca. — No,
falta poco...
— Entonces
te llevaré a tu casa, no puedes irte solo en ese estado. — le sonrió y se levantó,
ayudándolo.
— P…pero... ¿Por
qué? — preguntó dudoso. Solo lo conocía de vista,
¿Por qué querría ayudarlo?
— Porque siempre te veo
ayudando a la gente, así que alguien debe ayudarte a ti ahora, ¿No?
"Que lindo..." pensó el menor al oír eso. Recibió la
ayuda que le ofrecía y se bajaron del autobús. Caminaron lentamente, en
silencio. El mayor ayudaba al castaño a mantener el equilibrio, ya que se
sentía muy mareado.
— Me llamo Jaejoong. — dijo de pronto el
pelinegro. El menor lo miró.
—
Shim Changmin.
— Un gusto. — le
sonrió nuevamente y siguieron caminando.
— Aquí vivo, gracias por
acompañarme hyung... — le dijo el menor, tocando el timbre de la
casa.
— Ok, entonces me
despido.
— respondió — Adiós, Changmin — ah
— Adiós hyung.
Jaejoong se despidió
con la mano, dio media vuelta y comenzó a caminar hacia su casa. El castaño lo
miró alejarse y entró a la suya.
En realidad, gracias a
ese día y ese suceso su relación comenzó a intensificarse. Comenzaron a
sentarse juntos y conversar durante los viajes a la escuela. Lástima que fuesen
a escuelas distintas.
— Buenos días. — saludó sonriente el castaño.
— Buenos días, ¿Cómo te
sientes? ¿Te duele aún? — preguntó el mayor, indicando la herida en la frente de Changmin,
la cual era cubierta por una pequeña y blanca bandita.
— No mucho, ya me siento
mejor. Gracias.
— Eso es bueno, realmente
te golpeaste fuerte. Para la próxima ten más cuidado, ¿Si? — le dijo el moreno, con
preocupación. Changmin solo asintió sonrojado.
Terminaron hablando
todos los días. Se notaba a leguas que entre ellos se forjaría una gran
amistad... y así pasó. Al tiempo ya eran grandes amigos, lo cual era bastante
impresionante para Jaejoong. Él no acostumbraba a hacerse de amigos tan
fácilmente, debía conocerlas bien. Y la gente también debía conocerlo a él
mismo, ya que siempre le habían dicho que la primera impresión que daba a la
gente no era muy buena que digamos.
— ¿Podemos entrar aquí un momento? — preguntó Changmin,
cuando pasaron por fuera de una librería. Jaejoong asintió.
Habían decidido que
todos los lunes, miércoles y viernes saldrían juntos después de clases a
cualquier lugar que se les ocurriera.
Entraron a dicha
librería y los ojos de Changmin brillaron al ver la gran cantidad de libros que
había en ella. Jaejoong lo miró curioso.
— ¿Te gusta leer? — le preguntó y Changmin asintió.
— Mucho. Es una de las
cosas que más hago.
— Entiendo.
— Creo que... El arte de la escritura es
maravilloso. Con las palabras adecuadas y en el orden correcto pueden crear
bellas historias, maravillosos lugares y hermosos personajes. — Sus ojos brillaron y
Jaejoong se le quedó mirando, sonriente. Changmin al darse cuenta de que este
no decía nada se sonrojó. — Lo
siento, debes creer que soy un nerd o algo así...
— Para nada. Creo que es algo adorable.
Caminaron en silencio
por los muebles llenos de libros. Changmin tomó uno y comenzó a hojearlo. Así
hizo con varios y comenzó a leer uno. En seguida cerró sus ojos con fuerza y se
quejó suavemente, llevando su mano a su cabeza.
— ¿Te sientes bien? — preguntó Jaejoong al
notar la reacción del menor.
— S…si.
Es solo que a veces me duele la cabeza cuando leo, nada más. Olvidé mis lentes
en casa.
— Hmm, entiendo. No
deberías olvidar esas cosas, son importantes. — lo regañó el mayor y
Changmin rió.
— Hablaste igual que mi madre.
Ambos rieron y
salieron de la librería. Siguieron caminando largo rato, hablando de distintas
cosas de la vida. En fin, lo que se les ocurriera.
Cada día que pasaban
juntos se convertía en parte de los mejores recuerdos que tenía Changmin. Hacía
tiempo que no se divertía con alguien. Hacía tiempo que no salía ni hablaba
tanto con alguien. ¿Debería decirle sobre...?
— Ya es tarde, Min. Te
iré a dejar a casa, ¿Te parece?
— Ok. Gracias hyung.
Ambos caminaron juntos
en dirección a la casa de Changmin, el tiempo avanzaba con lentitud, y con él
crecía el peso que Changmin llevaba encima. El peso de estarle mintiendo a su
hyung. De estarle escondiendo algo. Los amigos se cuentan todo, ¿No? Eso lo que
debería hacer. Jaejoong ya le había contado sobre que era adoptado. Pero
Changmin aún no se animaba.
— ¿Te pasa algo,
Changmin? — preguntó Jaejoong cuando notó que el menor
había estado callado durante largo rato.
— ¿Ah? N…no, nada.
Solo estoy algo pensativo.
— Si me di cuenta. Si tienes algún problema
puedes decírmelo a mí, ¿Ok?
— Claro. — sonrió.
¿Por qué demonios
tenía que ser TAN lindo con él? En cambio el menor solo consideraba que para lo
único que servía era para ayudar a las ancianitas en los autobuses. Era un mal
amigo y un mentiroso. Solo pensaba en él.
Debería decirle.
Debería no decirle. Debería decirle. Debería no decirle. Debería decirle.
Debería no decirle.
Debería decirle...
"Claro Changmin. Deberías, ¿Por qué mierda no lo haces
entonces?"
Su conciencia al
parecer disfrutaba mucho repitiéndole una y otra vez aquello que tanto quería
olvidar.
— Changmin...
¿Podía llamar a
aquello de otra forma que no fuese "tortura"?
Lo dudaba.
— Changmin, oye.
En caso de decirle...
¿Cómo lo haría? Cada vez que alguien se enteraba de "eso"... Lo molestaban o se le
alejaban. ¿Y si Jaejoong se alejaba también?
— ¡Changmin!
— ¿Ah?
— Changmin, ya llegamos a
tu casa. — le dijo Jaejoong. Se había quedado tan perdido
en sus pensamientos que todo este rato había estado ignorando a sus llamados.
— Oh, cierto... Perdón.
— Changmin. De verdad has
estado bastante pensativo y me preocupas. ¿Te pasa algo?
El menor se quedó
callado un rato, pero negó con la cabeza, dibujando una tierna sonrisa en su
rostro.
— Hmm, hmm. — negó. — Estoy bien, no te preocupes. Solo tengo un
poco de sueño. Gracias por traerme, hyung.
Jaejoong lo miró
preocupado. Iba a decir algo cuando una mujer salió encontrándose con ambos. Era
una mujer no muy mayor, pero era bastante atractiva.
— Oh, Minnie, no sabía
que habías llegado. — dijo la mujer.
— ¡Mamá, llegaste
temprano! — Changmin le dio un beso en la mejilla a la
mujer y esta asintió. En seguida miró a Jaejoong, curiosa. — Ah, lo siento. Él es Jaejoong, mamá. El chico
del que te... hablé el otro día. — se sonrojó y Jaejoong sintió como algo en su
interior se derretía y unas ganas de chillar al ver su rostro tan adorable.
— Mucho gusto, soy Kim
Jaejoong. — se presentó el chico y la mujer sonrió.
— Mi hijo me ha hablado
bastante sobre ti, me alegra mucho que sean amigos. Cuídalo mucho, ¿Si?
"Con mi vida" pensó el mayor, y asintió con una
sonrisa, respondiendo con un suave "Claro".
— Minnie, estaba a punto de ir de compras. ¿Me acompañas?
— Bueno. Gracias de nuevo
por traerme hyung. — agradeció el menor.
— No te
preocupes. Fue un gusto. — le dijo a la madre de Changmin y la mujer
sonrió.
— El gusto es mío, lindo.
Ven a casa cuando quieras, te recibiremos felices. — sonrió la mujer.
Jaejoong se despidió
nuevamente y se fue, sonriendo para sus adentros. Poco a poco él y Changmin
comenzaron a hacerse muy buenos amigos, y sin darse cuenta pasó el tiempo con
gran rapidez. Se cumplían un año y medio de su amistad, por lo que decidieron
que debían salir a celebrar a algún lado, como amigos.
Era un día sábado.
Habían quedado de juntarse en la librería por la que siempre pasaban, ya que
quedaba bastante cerca de ambas casas. A Jaejoong se le hizo algo tarde por lo
que llegó corriendo, pensando que había hecho esperar mucho al menor. Al ver a
Changmin esperándolo a la entrada de la librería una sonrisa se dibujó en su
rostro, y lentamente se acercó hasta quedar a su lado.
Changmin lo miró a la
cara pero pareció confundido. Entrecerró un poco sus ojos como si no pudiera
ver bien quién era y sus cejas se fruncieron suavemente. Jaejoong lo miró algo
asustado.
— Changmin, ya llegué. — dijo el mayor y Changmin abrió sus ojos como
saliendo de un trance y le sonrió.
— Oh, perdón. ¿Llegaste
hace mucho? No te había visto. — le dijo con gran ternura y naturalidad.
— Ehh, no... Llegué
recién. — mintió — No
te preocupes. ¿Nos vamos? — le dijo el mayor y Changmin asintió,
comenzando a caminar juntos.
El resto del día pasó
normal. Salieron a ver una película, comieron juntos, pasearon toda la tarde y
rieron mucho. Comieron helado y se sacaron fotos los dos juntos. Finalmente
Jaejoong acompañó al menor a su casa, y cuando llegaron se miraron en silencio.
— Changminnie... recuerda que si hay algo que necesites, lo que
sea, no debes dudar en pedírmelo, ¿Si? — mencionó Jaejoong totalmente preocupado, al
recordar lo que había pasado cuando llegó al encuentro del menor.
— Si, gracias hyung... — le sonrió el castaño. — Buenas noches.
— Buenas noches... — susurró en respuesta y,
sin pensarlo dos veces, acercó su rostro al del menor, pero se detuvo. Pensó un
momento y le besó la mejilla derecha delicadamente.
Changmin lo miró
sorprendido y se sonrojó, pero antes de que pudiera decir cualquier cosa
Jaejoong se giró y se fue. El menor suspiró y sonrió, acariciando su mejilla,
riendo en seguida al sentirse como una de las chicas de las novelas que veían
sus hermanas por las tardes. Finalmente entró a su casa.
— Es un muy buen chico — susurró la mujer que lo recibía.
— ¿Tú crees? — respondió sonriendo
melancólico.
— Claro que si, y se nota
que te quiere mucho. — respondió — Te gusta, ¿No?
— Pero es un chico...
— ¿Y qué si lo es? — le sonrió — Hijo, No te preocupes. Si tú eres feliz no me
preocupa el camino que elijas. ¿Entiendes? Solo quiero lo mejor para ti. Tu
felicidad es mi felicidad.
— Pero tengo miedo...
— No tengas tantos "pero", bebé. Y no tengas
miedo de enamorarte. Que "eso" no
sea un impedimento para que seas feliz.
— Lo siento... — susurró y comenzó a
llorar en silencio. La mujer de ojos color miel lo abrazó con fuerza y acarició
su espalda temblorosa, sintiendo como las lágrimas amenazaban también con salir
de sus ojos.
>>> ♥ <<<
A sus cortos 17 años,
nunca se había enamorado. Había tenido amigos... O eso creía que eran hasta que
se enteraban de su situación. Varios se alejaron de él al instante, a otros les
bastó con lidiar un poco con algunas dificultades (Como requerir de ayuda para
leer ciertas cosas) para que se cansaran de él. Así era la gente.
En fin, terminó
quedándose solo. Pero apareció él, apareció Jaejoong para demostrarle que los
buenos amigos aún existían. Y al mismo tiempo se sentía tan mal. Un total
desgraciado por mentirle así a hyung. Y es que realmente tenía miedo... Miedo
de que se alejara de él como todos. De quedarse solo. Y lo quería tanto, lo
amaba tanto.
"¿Debería decirle?" Aquella pregunta
seguía danzando en su mente desde hace mucho. Y es que Jaejoong era distinto al
resto, eso ya lo tenía completamente claro. Pero quizás Jaejoong se molestaría
con él por no haberle dicho antes.
Era miércoles, y desde
el lunes que el menor no se aparecía. Jaejoong estaba preocupado. ¿Le habría
pasado algo malo? ¿Estaría enfermo? En seguida recordó las palabras que la
madre de Changmin le había dicho.
"Ven a casa cuando quieras, te recibiremos
felices."
Sí, eso haría. Luego
de la escuela iría a ver a Changmin a su casa, para darle una sorpresa. Estuvo
ansioso todo el día, al terminar las clases corrió fuera del colegio y se fue
directo a una pastelería. Compró dos trozos de pastel de fresas y galletas de
chocolate. Tomó el autobús y viajó hasta llegar a su casa.
"Bien, aquí estoy" Pensó Jaejoong. Se
bajó y tocó el timbre. Una linda niña muy parecida a Changmin abrió la puerta y
recibió a Jaejoong.
— Hola, soy Jaejoong, un amigo de Changmin. Como no ha ido a la
escuela decidí venir a verlo. — sonrió y la chiquilla le devolvió la sonrisa.
— Mucho gusto. Adelante,
puedes pasar. — le dijo haciéndolo pasar y cerrando la puerta
a sus espaldas. — Mi
hermano no ha querido ir a clases, está muy triste porque el gato de la familia
murió hace poco. — dijo bastante triste. — Era el regalón de Changmin.
— Oh, lo siento mucho.
— No te preocupes. Él está
en su habitación ahora — apuntó hacia las escaleras — Es la última habitación, hacia la izquierda.
— Ok, gracias. Con
permiso. — sonrió Jaejoong algo nervioso y subió las
escaleras. Caminó por el pasillo y hasta llegar a la última habitación.
"Peligro: Changmin en su hábitat natural. No acercarse
demasiado" leyó en un cartel
pegado en la puerta y rió. No era la letra de Changmin, así que de seguro
alguna de sus dos hermanas lo había pegado ahí...
Golpeó la puerta y
desde adentro Changmin gritó "¡Te dije que no sé donde dejaste tus
aros!". Jaejoong se aguantó la risa que quiso salir de su boca y
volvió a golpear. Escuchó como unos pasos apurados se acercaban a la puerta y
la abrían de golpe.
— ¿Por qué siempre pierdes tus cosas por Dios? Juro que un día
yo... — se quedó callado al ver a Jaejoong frente a
él. Este sonrió.
— Hola. — saludo con la mano y
Changmin sintió como toda la sangre se le iba al rostro. En seguida sus
mejillas tomaron un color rojo intenso, al igual que sus orejas. Sus ojos
abiertos como platos.
— H…hyung, yo... Este...
Creí que era mi hermana y... ¿Qué haces aquí?
— Vine a verte, como no
has ido a clases me estaba preocupando.
— De verdad lo siento...
Olvidé llamarte.
— Tranquilo, solo quería
si estabas bien, ¿Ok? — De pronto recordó las bolsas de papel que traía en su mano y se
las mostró. — Cierto. Traje esto, espero te
guste. Y siento lo de tu gatito. — sonrió y Changmin negó con la cabeza.
— Lo estoy superando... — rió y en seguida abrió
curioso la bolsa de papel encontrándose con dos lindos trozos de pastel. En
seguida miró la otra y encontró las galletas.
— Oh, muchas gracias hyung. — intentó esconder la emoción de que además de
que Jaejoong lo hubiese venido a ver le hubiese traído cosas dulces y ricas. — Bueno, pasa y espérame aquí ¿Si? Iré a buscar
algo donde poner esto.
— Claro.
Changmin salió de la
habitación, cerrando la puerta y dejando a Jaejoong solo. Este se sentó en la
cama y comenzó a observar la habitación. Había una repisa con muchos libros. "Cierto,
le encanta leer" pensó el mayor, sonriendo. Siguió mirando y no
pudo evitar sonrojarse con fuerza y no pudo evitar tampoco que su corazón diera
un salto muy fuerte al notar que junto a su cama había varias fotos pegadas de
distintas cosas, y al medio había una de ellos dos. Era de una de sus tantas
salidas durante la semana. Salía él sonriendo y su mejilla pegada a la de
Changmin, quien mostraba su lengua de manera infantil y muy tierna.
Inconscientemente
movió su mano hasta tocar el rostro de Changmin en la foto, acariciando su
mejilla. Sonrió ampliamente, sin dejar de observar la imagen del menor. Sus
ojos recorrieron todo su rostro, memorizando cada detalle, hasta el más mínimo
(como la asimetría de sus ojos al reír, le encantaba eso). No se había
percatado completamente hasta ese momento lo mucho que le atraía Changmin.
Sintió su corazón latir más rápido y de pronto un llamado lo sacó de su
ensueño.
— Jaejoong hyung, ya volví. — dijo Changmin entrando a
la habitación, notando la mano de Jae que acariciaba su rostro en su foto. En
seguida se sonrojó y sonrió.
— M…me gusta mucho esa
foto, ¿Sabes?
— A mi también. — contestó Jaejoong y se
quedaron callados un rato.
— Traje los dulces y un
poco de té. — dijo Changmin, sentándose a su lado y dejando
la bandeja sobre la cama.
— Entonces... ¿Comemos?
— Bueno. — dicho esto ambos
comenzaron a comer. De vez en cuando se daban leves miradas llenas de cariño (Y
quizás mucho más) y se sonrojaban cada vez que sus manos se tocaban al tomar
una galleta.
Sin que se dieran
cuenta pasaron las horas. Ambos se entretuvieron mucho riendo, conversando
cosas estúpidas, escuchando música, entre otras cosas. Ya iban en la décima
partida de cartas Uno, cuando Changmin volvió a ganar.
— Gané de nuevo hyung, admite que eres un perdedor. — rió y Jaejoong infló
sus mejillas, haciendo un puchero que el cual al menor le pareció más que
adorable.
— ¡No es cierto! Es solo
que este juego es muy tonto y ya no quiero jugar más. — comenzó a guardar las
cartas y Changmin no pudo evitar reír fuerte.
— ¡Eso es solo porque no
puedes ganarme! — comenzó a reír y Jaejoong se sonrojó.
— ¡Mentira! — le golpeó fuerte el
brazo y se le lanzó encima, comenzando a hacerle cosquillas. Changmin comenzó a
reírse escandalosamente, intentando quitarse a Jaejoong de encima.
— ¡Ajajajajaja! ¡Basta,
por favor! ¡Jae h — hyung! Ajajajajaja.
— ¡Eso es por reírte de
mí!
— ¡Por favor! ¡No puedo
respirar! Ajajajajajaja. — rió Changmin con más fuerza. De sus ojos, los
cuales mantenía fuertemente apretados, salían pequeñas lágrimas por tanto
reírse. Las manos de Jaejoong no tuvieron compasión y siguieron moviéndose,
ahora más rápido, haciendo que Changmin se moviera casi como si tuviera
convulsiones.
— ¡Venganza! — rió Jaejoong también,
contagiándose por la risa de Changmin. Cuando el menor comenzó a dar señales de
estar casi ahogándose Jaejoong decidió que ya había sido mucho castigo. Sus
manos se detuvieron dejando solo a un Changmin agitado y completamente
sonrojado.
— E…eres un...
desgraciado. — dijo Changmin, casi sin aire. Le dio otro
golpe en el brazo y rió ahora más suavemente. — Ahh Dios... — suspiró con fuerza y miró a Jaejoong, algo
curioso y divertido. — ¿Hyung?
— ¿Qué pasa?
— ¿Estás intentando
violarme o algo por el estilo?
Jaejoong lo miró con
sus ojos totalmente abiertos. La expresión en el rostro de Changmin revelaba lo
divertido que estaba al ver la cara de su hyung tan confundido y avergonzado.
— ¿A qué te refier...? — luego de
observar en la posición en la que estaban entendió a lo que se refería
Changmin. Estaba sentado sobre su regazo, con sus piernas una a cada lado de su
cintura. El menor estaba recostado en la cama, su rostro completamente
sonrojado y su respiración agitada. Jaejoong no pudo evitar sonrojarse con más
fuerza, para luego levantarse y quedarse de pie. — L…Lo siento, de verdad yo no quería...
— Ajajaja era broma,
idiota. No te preocupes. — sonrió Changmin y le dio un fuerte golpe en el brazo. Antes de
que Jaejoong pudiese quejarse sintieron que alguien llamaba a la puerta. En
seguida entró una mujer de cabello castaño y una sonrisa dibujada en su rostro.
— Minnie, bebé. Ya estoy
en casa.
— Oh, mamá. No te escuché
llegar, perdón. — se levantó y Jaejoong saludó a la mujer parada
en la puerta.
— ¡Oh! Jaejoong, lindo.
Que bueno que viniste. — le revolvió el cabello y se dio media vuelta — Estaré abajo por si me necesitan. — dijo la mujer y salió de la habitación,
dejándolos solos otra vez. De pronto los ojos del menor se abrieron de par en
par.
— Espera. Si mi mamá ya
llegó entonces... — fue hasta su escritorio y tomó su celular.
Miró la hora y luego miró a Jaejoong. — Jae
hyung, son las 11:30, ¡Es muy tarde!
— ¡¿Las 11:30?! — abrió también sus ojos y
corrió hasta su bolso. — Es
muy tarde, debo irme. Maldición, no me di cuenta de la hora. — guardó sus cosas y tomó su chaqueta, se la
puso y tomó el bolso. Changmin lo detuvo antes de que saliera corriendo.
— Tranquilízate, por
Dios. Es bastante tarde, ¿Por qué no te quedas esta noche y te vas mañana
temprano?
— N…No quiero molestarte,
Changmin. Me iré ahora, no te preocupes.
— Claro que no te irás.
Es bastante peligroso a estas horas de la noche. Prefiero que te vayas mañana y
quedarme tranquilo. Iré a decirle a mi mamá. — no dijo nada más y
salió de la habitación, dejando a Jaejoong solo y con la boca abierta.
"Pequeño... Es tan lindo" Pensó Jaejoong y se
sentó en su cama, tomó su celular y llamó a su casa, para avisar que esa noche
no llegaría. De todos modos, ya se había quedado en casa de otros amigos.
Al rato llegó Changmin
sonriendo a la habitación. Se sentó en la cama y miró a Jaejoong.
— Bien, mi madre está de acuerdo. No puede ir a dejarte ella
porque su auto está en reparación. Mañana te vas, ¿Si?
— Claro. Gracias Min. — Changmin lo miró serio
y le dio un extremadamente fuerte golpe en el brazo. — ¡Ouch! ¿Y eso por qué? — se quejó, sobando su adolorido brazo.
— Porque te quiero mucho.
— sonrió y lo besó en los labios.
Pasó la noche con
normalidad. Al otro día Jaejoong se fue temprano, sin dejar de agradecerles a
Changmin y a su madre la hospitalidad. Lentamente fue corriendo más el tiempo,
y pasado ya casi un mes Jaejoong ya tenía asumido lo mucho que le gustaba
Changmin. Le encantaba el chico, era definitivo.
>>> ♥ <<<
Le dolía la cabeza,
pero lo ignoraba. Tomó un nuevo libro del estante de la biblioteca, notando que
era el siguiente cuento de unos que le tanto le gustaban (Eran unos cuentos de
un escritor anónimo, pero le encantaban). Le gustaba pasar horas enteras ahí,
leyendo distintos tipos de libros... Desde ciencia ficción hasta novelas
románticas, podía quedarse horas después de las clases. Pero al abrir el libro
su corazón se encogió. Las letras, casi no las veía ya.
Su vista estaba
empeorando cada vez más, lo que le indicaba que le quedaba menos tiempo. Se
sintió muy mal en ese instante así que salió del lugar y así sin más comenzó a
llorar en silencio.
Su celular sonó.
Cuando lo sacó y miró la pantalla vio aquella foto que se sacaron el día de su "cita"
de amistad (Aquella misma que tenía pegada en su pared), Y el nombre de la
persona que llamaba.
— Jae hyung... — suspiró y secó sus
ojos, intentó calmar su voz y contestó — Hola hyung. — intentó sonar normal. Jaejoong se quedó en
silencio un rato.
—...Minnie, ¿Estuviste
llorando? — preguntó y Changmin maldijo el hecho de no
saber disimular su estado.
— No, yo no...
— Minnie, no me mientas — le dijo y Changmin se
mordió el labio.
"No me mientas... ¿Entiendes
Changmin? No le sigas mintiendo, díselo de una vez"
— Hyung, yo... ¿Podemos juntarnos en la librería de siempre?
— Sabes que siempre
puedo, siempre estoy para ti. Estaré ahí en 10 minutos — Changmin sonrió.
— Ok, nos vemos entonces.
— Adiós Min.
Pasaron los 10 minutos
y ahí estaban ambos. Jaejoong se sintió raro al notar la extraña expresión en
el rostro de Changmin. Este solo le dio una mirada indicándole que lo siguiera,
y así lo hizo. Caminaron en silencio hasta que Jaejoong se decidió a hablar.
— Minnie, ¿Pasó algo malo?
— Solo quiero decirte
algo...
Al fin llegaron a una
plaza y se sentaron en el césped. Jaejoong miró al cielo notando que era un
hermoso día. El cielo azul era adornado con varias nubes, se veían tan
esponjosas. No pudo evitar pensar en que Changmin era como una nube. Suave,
apretable y muy lindo.
— ¿Qué es lo que quieres decirme? — preguntó al fin
Jaejoong, curioso.
— Solo te ruego, por el
amor de Dios y todo lo que haya allá arriba... Que no me odies. Es lo único que
te pido... — susurró apenas Changmin, y en ese momento
Jaejoong se dio cuenta de que aquello que quería decirle era realmente
importante.
— Minnie... — no pudo continuar porque
Changmin comenzó a llorar de la nada. La preocupación creció considerablemente
en Jaejoong, quien tomó la mano del menor y la apretó con fuerza.
— Perdón por mentirte,
perdón por esconderlo, de verdad... Créeme.
— T…Te creo, pero Minnie
¿Qué es lo que pasa? Por favor dime. — llevó su otra mano al rostro del menor y
limpió sus lágrimas con su dedo pulgar. Este sollozó con suavidad y secó el
resto de sus lágrimas con su muñeca.
"Ya no hay vuelta atrás Changmin. Ya decidiste decirle,
ahora hazlo"
— No digas nada hasta que termine, ¿Si? — Jaejoong asintió. — Verás... Desde pequeño me diagnosticaron un
leve problema a la vista. Eso no era problema, no es nada raro. Pero ese leve
problema rápidamente fue... empeorando. Creí que simplemente usando lentes y
todo eso lograría seguir con mi vida normalmente. Pero mi madre al notar que
rápidamente mi vista empeoraba decidió llevarme a que me revisaran... — se
quedó callado un rato y Jaejoong le pidió que continuara. — Dentro de un tiempo yo... no seré capaz de
ver. Jamás.
— O sea que...
— Quedaré ciego. Mi vista
va empeorando con los años. Tengo solo 16 años y mi vista es pésima, y dentro
de quien sabe cuanto tiempo ya no seré capaz de ver más. Lamentablemente... No
hay nada que se pueda hacer al respecto.
— Minnie... ¿Es cierto
eso? ¿Todo? — Changmin asintió y Jaejoong bajó la vista. — ¿Por qué no me lo dijiste antes?
— Tenía miedo... — sonrió bastante
triste. — Jamás he tenido amigos, ¿Sabes
por qué? Porque cada vez que se enteraban de mi condición se burlaban de mi o
simplemente se alejaban. Varias veces requería de ayuda para leer cosas ya que
veía borroso, o tomaba cosas y al no ver bien la distancia entre una mesa y
otra terminaba rompiéndolas, o al tener de vez en cuando fuertes dolores de
cabeza al forzarme mucho a leer terminaba desmayándome. Todas esas cosas solo
hicieron que la gente se cansara de ayudarme y se alejara.
Changmin miró a
Jaejoong y sintió ganas de llorar al ver su expresión. Se veía molesto, muy
molesto. Lo sabía, estaba enojado con él y no querría hablarle más.
— No puedo creerlo...
— De verdad lo siento,
Hyung. Yo...
— La gente es muy egoísta,
¿No? — lo miró a los ojos con un profundo
sentimiento. Changmin se sorprendió bastante ante esa reacción.
— ¿N…No estás molesto
conmigo?
— Por Dios, ¿Por qué iba
a estarlo?
— Creí que te enojarías
conmigo porque no te dije... y entonces te alejarías como todos y... — Se quedó callado y
apretó sus labios, intentando no llorar. Se sentía tonto, pero a la vez feliz
porque Jaejoong no lo odiaba. Este lo abrazó con fuerza y suspiró.
— Minnie, jamás te
odiaré. Me sería imposible. Yo... — hizo una pausa y decidió que era el momento. — Yo te amo demasiado como para molestarme
contigo. De verdad te amo, Changmin.
El silencio los
envolvió. Changmin se alejó de Jaejoong y lo miró a los ojos, una expresión
indescifrable en su rostro.
— ¿Es eso...cierto? — preguntó incrédulo. Jaejoong asintió.
— Nunca había sentido
algo así por una persona. — puso su mano en su pecho y sonrió. — Mi corazón jamás había latido así por alguien,
jamás había deseado tanto estar con alguien, jamás había pensado tanto en alguien.
Y ese alguien eres tú, pequeño. Me haces sentir cosas que jamás había sentido y
que desconocía hasta el día en que te conocí. Me gustas demasiado.
Changmin no dijo nada.
Aquella expresión indescifrable en su rostro se intensificó, bajó su mirada. Jaejoong
notó que nuevamente comenzaba a llorar, esta vez con mucho dolor.
— ¿Por qué? ¿Cómo puedo gustarte yo? — preguntó sin dejar de
llorar. Simplemente no podía creerlo, ni quería hacerlo.
— Solo me gustas y ya. Sé
que no es normal porque ambos somos chicos y... Entendería a la perfección si tú no quisieras hablarme más. Créeme que
lo entendería. Pero de verdad me gustas. No me importa que seas un chico, al
igual que yo. Eres una persona maravillosa, Changmin. Eres la persona más...
— ¡No lo soy! — lo interrumpió. — No soy una persona maravillosa. Soy un
mentiroso y un cobarde. No fui capaz de decirte la verdad desde un principio ni
confié en que eras distinto a los demás. ¿Cómo puedes entonces decir que soy
alguien maravilloso? De verdad no puedo... No puedo creerlo. Yo...
— ¡Changmin, basta! — Jaejoong volvió a
abrazarlo con fuerza. Changmin solo respondió con un fuerte llanto, su cuerpo
convulsionando suavemente a causa de los sollozos.
— ¡¿Por qué eres tan
bueno conmigo?! ¡Yo no quería enamorarme! De verdad no quería. — sollozó con fuerza,
aferrándose a la espalda de Jaejoong. — Me
da tanto miedo, Jaejoong. Pero no puedo evitarlo. Te amo demasiado. De
verdad te amo, más de lo mentalmente sano para mí.
— Minnie. Quiero estar
contigo. De verdad quiero estar contigo.
— S…Solo te traeré
sufrimiento, hyung. No quiero que sufras por mi culpa, además... Eres dos años
mayor que yo, aún soy un niño inmaduro comparado contigo... Te mereces algo
mejor.
— Lo mejor para mi eres
tú. — Lo alejó de su cuerpo y sin decir nada más lo
besó con fuerza, pero aún así sin lastimarlo. Changmin cerró sus ojos y
correspondió el beso en seguida, ladeando un poco su rostro y poniendo su mano
en la nuca del mayor, acercándolo más a sí mismo.
¿A quién engañaba? Quería
estar con Jaejoong. Necesitaba estar con Jaejoong. Pero no quería hacerle
sufrir, y ambos sabían que eso pasaría si permanecían juntos. Lo mejor para
Jaejoong sería alejarse lo más posible, conocer a una chica (U otro chico si
quería) y ser feliz con esa persona. No deberían verse más, por el bien mental
de ambos.
— Quiero que seas mi novio, Minnie...
— P...Pero, Jae...
— Minnie... — lo miró a los ojos,
suplicante, y Changmin se sintió en las nubes por un instante.
— ¿Cómo diablos quieres
que me niegue a algo así? — siguió llorando. — Claro que quiero serlo. — volvió a besarlo en silencio.
— No debes preocuparte
por nada desde ahora. — lo abrazó fuerte. — porque desde hoy... lucharemos juntos. — le dio un besito en la nariz y Changmin secó
sus ojos.
"Me rindo..." pensó Changmin y sonrió algo adolorido
en lo más profundo de su corazón, correspondiendo al nuevo beso que su hyung le
entregaba.
>>> ♥ <<<
La familia de Changmin
no tardó demasiado en enterarse de su relación con Jaejoong. Claro, su madre
supo siempre que se gustaban, pero aún así no se atrevía a decirle. Más miedo
le daba decirle a su padre, ya que trabajaba muy duro y siempre se esforzaba
para mantener a la familia, por lo que no estaba mucho en casa, ¿Cómo diablos
le diría que era gay y estaba saliendo con otro chico? Y sus hermanas, ¿Lo
entenderían? Quizás lo creerían raro y no le hablarían más.
Era sábado y Changmin
había invitado a Jaejoong a almorzar a su casa. El almuerzo pasó normal, sin
tomar en cuenta una pequeña broma de parte de su padre.
— De verdad está todo delicioso, señora. — dijo Jaejoong mientras
todos comían. La mujer sonrió y asintió.
— Muchas gracias, lindo.
Me alegra que hayas venido.
— Claro que nos alegra. — dijo el padre, un poco
más serio. — Pero, Changmin. ¿No deberías
traer a tus novias a almorzar en vez de a tu amigo? No me digas que él es tu
novio. — rió y la madre igual, pero Changmin (Quien
justo estaba tragando un pedazo de carne) se atoró y comenzó a ahogarse.
— ¡Dios mío, Minnie!
¿Estás bien? — preguntó su madre y Jaejoong se movió hacia él
para ayudarlo, le dio un vaso de agua la cual Changmin bebió al instante.
— Changmin, ¿Estás bien? — preguntó Jaejoong y
Changmin asintió, muy avergonzado.
— Lo siento, de verdad lo
siento. — se disculpó, un notorio sonrojo adornando su
rostro.
— Ten más cuidado, debes
masticar bien antes de tragar. — lo regañó Jaejoong y Changmin se sonrojó aún más.
— S…si. Lo s…siento
mucho.
Ese fue el primer
inconveniente del día, pero el resto pasó normal... Bueno, casi. Habían
terminado de almorzar así que subieron a la habitación de Changmin y cerraron
la puerta. Changmin se lanzó sobre la cama y Jaejoong se sentó con más suavidad
(Hubiese hecho lo mismo, pero claro, no era su cama).
— Minnie, deberías ser un poco más... disimulado, ¿No crees?
— Lo siento, la
broma de mi padre me tomó por sorpresa. — se volvió a sonrojar y
Jaejoong hizo un sonido raro, algo así como "Awwww" y Changmin lo
miró confundido.
— ¡Eres TAN adorable! — lo abrazó con fuerza y
frotó una mejilla contra la del menor.
— Hyung, basta. — se quejó Changmin, aún
más rojo. Jaejoong lo miró a los ojos y lo besó profundamente. Changmin no
tardó ni un segundo en corresponder al beso, aún cuando este lo tomó por
sorpresa.
Poco a poco fueron
intensificando el contacto, moviendo sus bocas con suavidad, la textura de los
labios del otro los enloquecía, era como una droga. Changmin quiso tomar el
mando de todo y lamió los labios del mayor, haciéndole abrir la boca y en
seguida internándose con su lengua en aquella sabrosa cavidad. Sus lenguas se
enredaban y jugaban entre ellas sin pudores. Un gemido algo ahogado salió de la
boca de Changmin al sentir como una de las manos de Jaejoong acercaba su rostro
al suyo, poniéndola en su nuca. El mayor, al oír el sonido que emitió Changmin
se sintió en el cielo, y apretó más su boca contra la de él. En seguida
sintieron una voz.
— ¿Changmin?...
Se separaron ambos con
gran rapidez, encontrándose con la hermana de Changmin (La mayor de sus dos
hermanas), la cual los miraba asombrada. Sus rostros se pintaron de un fuerte
rojo carmín, y se alejaron lo más que los bordes de la cama les permitieron.
— Vaya. — rió la hermana y Changmin se levantó.
— ¿Por qué estás aquí?
¿Cuánto viste? — preguntó nervioso, ¿Cuándo demonios había
entrado? Jaejoong solo se quedó callado y bajó la vista, más rojo que un
tomate.
— TODO. — rió a carcajadas. — No sabía que besabas así, eres bueno.
— No le digas a mamá. — se apresuró a decir el
hermano mayor.
— No lo haré, pero si van
a estar besándose así, sin siquiera ponerle seguro a la puerta, de seguro los
descubrirán en poco tiempo.
— La gente decente toca
antes de entrar. — dijo Changmin y su hermana rió.
— Como sea... — se dio media vuelta. — Sigan con lo que hacían, pero por favor... — los miró y sonrió. — Si van a fornicar agradecería que lo hicieran
en silencio. No me gustaría oír los gemidos de placer de mi hermano...
nuevamente. — rió.
— ¡¡Bestia!! — Changmin le tiró una
almohada, pero su hermana salió antes y cerró la puerta.
Ese pequeño demonio,
se las vería con él cuando Jaejoong se fuera. En fin, ella fue la primera en
enterarse. Y no se enteró de una manera muy... bonita que digamos.
Pasó más o menos media
hora. Los nervios de ambos ya se habían calmado lo suficiente, así que
decidieron que irían a la sala a ver una película o algo así. Una vez sentados
ambos en el sillón comenzaron a cambiar los canales para ver si encontraban una
película buena, o lo que fuese que les sirviera de entretención. En ese momento
su hermana menor apareció y se paró frente a ellos, una sonrisa bastante
maniática en su rostro.
— ¿Pasa algo? — preguntó Changmin, enderezándose con rapidez,
ya que su cabeza estaba apoyada en el hombro de Jaejoong. Su hermana asintió.
— ¿Es cierto? — preguntó muy emocionada.
— ¿Qué cosa?
— ¿Que tú y Jaejoong
hyung son novios? — Los ojos de Changmin se abrieron de par en
par, y los ojos de su hermana brillaron endemoniadamente.
— ¿Q…quién te dij...? — ambos se sonrojaron y su
hermana chilló.
— ¡Es cierto! ¡De verdad
tú y Jaejoong hyung son n...! — Changmin saltó y le tapó la boca a su hermana.
— Shhh. ¡No lo digas tan
fuerte! — le destapó la boca y suspiró, resignado.
— ¡No puede ser! — chilló, emocionada. — ¿Hace cuanto están saliendo? ¿Es verdad que se
estaban besando y tocando en tu habitación? ¿Ya no eres virgen? — preguntó rápidamente y Changmin se sonrojó más
que nunca.
— Vete a molestar a otro
lado.
— Eres pesado... — se quejó su hermana y se
fue, dejándolos a ambos nuevamente solos. Changmin exhaló con fuerza y cerró
sus ojos.
— Se le veía emocionada. — dijo Jaejoong, aún con
un leve sonrojo en sus mejillas.
— Le encanta el Yaoi...
— Woh, entiendo. — rió y abrazó a Changmin.
— Te quiero...
— ¡No hagas eso aquí!
Pueden venir mis padres o... — Jaejoong lo calló con un corto beso y sonrió. — Tranquilo. — Changmin se sonrojó y bajó su cabeza
totalmente cohibido. El tono de voz que había usado para decirle eso había sido
tan... ¿Sensual?
— Deberíamos decirle a
mis padres. — dijo de pronto Changmin. Jaejoong lo miró algo
sorprendido.
— ¿Estás seguro?
— Si. No quiero seguir
escondiéndolo y... solo quiero que sepan.
— Si quieres. — sonrió Jaejoong y se
levantaron, el mayor le tomó de la mano y caminaron hacia la cocina, en donde
estaban sus padres.
Se acercaron a paso
lento. Su madre estaba cocinando algo (De seguro galletas o algo parecido para
ambos), mientras que su padre leía el periódico. Tomaron aire y entraron
juntos, sin soltarse la mano. Su madre los miró y al notar sus dedos
entrelazados sonrió satisfecha y siguió haciendo lo que hacía. Su padre los
miró fijamente y un poco más frío.
— Papá, mamá. — comenzó Changmin. — Jaejoong y yo debemos... decirles algo. Muy importante.
— su padre los miró fijamente, una expresión
indescifrable en su rostro.
— ¿Qué pasa cariño? — le respondió su madre,
tranquilamente. Se notaba a kilómetros que ya sabía lo que les dirían.
— Verán. Sé que es quizás
bastante raro y... entendería a la perfección si me odiaran o si no quisieran
hablarme más. Sé que todo esto no es para nada normal, pero simplemente no
puedo gobernar por sobre mi corazón. — dijo Changmin, apretando más fuerte la mano de
Jaejoong. — Quería decirles, por eso,
que... Jae y yo... — se mordió el labio y miró a su hyung, este le
sonrió con la mirada, solo para que él se diera cuenta del gesto. Changmin
volvió a mirar a sus padres y tomó aire. — J…Jaejoong y yo somos n…novios.
El silencio reinó en
toda la cocina, y quizás hasta en toda la casa. Changmin se mordió el labio,
temiendo que sus padres se enojaran con él. Observó como su padre suspiraba
algo resignado y metía su mano al bolsillo.
— Creo que ganaste. — dijo el Sr. Shim y le entregó un billete de un valor que no pudo
ver a su madre, esta sonrió triunfante.
— Te lo dije, cariño. — respondió la mujer y
rió, guardando el dinero. Jaejoong y Changmin miraron completamente
confundidos, sin saber que significaba todo eso.
— Ehh... ¿No van a
gritarme y odiarme? — preguntó Changmin y su madre rió.
— ¿Por qué deberíamos
hacer eso?
— Pues... Bueno, yo... — se quedó en silencio.
Jaejoong no decía nada, de seguro estaba tan o más confundido que él mismo.
— Tu madre y yo hicimos
una apuesta. — respondió el padre, doblando el periódico y dejándolo sobre la
mesa. — Ella apostó a que ustedes dos
ya estaban saliendo. Yo creí que solo se gustaban y ya. Así que ella ganó la
apuesta.
— ¿¿A…Apostaron por
nosotros?? — preguntaron ambos al mismo tiempo y la madre
rió.
— Si, lo hicimos. — respondió la mujer.
— Entonces... ¿No están
molestos conmigo?
— Ya te lo había dicho,
pequeño. No importa que camino elijas, mientras seas feliz yo soy feliz. — Changmin suspiró más
tranquilo, luego miró a su padre.
— Admito que no me
fascina la idea de tener un hijo gay, pero al igual que tu madre quiero lo
mejor para ti. Te apoyaré en lo que sea que te haga feliz. — miró a Jaejoong,
bastante serio. Este tragó saliva, nervioso. — Y tú, pobre de que hagas llorar a mi hijo
alguna vez o lo trates mal porque no vivirás para contarlo. — su mirada seria hizo que un fuerte escalofrío
recorriera la espalda d Jae, quien asintió varias veces seguidas, rápidamente.
— N…No lo haré, jamás.
Téngalo por seguro.
— Me alegra. No los
molestaré ni los odiaré, pero hijo. — Changmin lo miró. — ¿Estás seguro de esto?
— Si, papá. Totalmente
seguro. — sonrió y su papá suspiró.
— Está bien, pero no
vengas a quejarte de que te duele allá atrás cuando tengan sexo. — rió y ambos se
sonrojaron completamente.
— ¡Papá! ¡No digas esas
cosas! — su padre comenzó a reír más fuerte y Jaejoong
intentó tranquilizar a Changmin quien estaba completamente sonrojado.
Al fin sus padres
sabían sobre su relación, ya no estarían preocupados y Changmin dejaría de
sentir tanto miedo. Sabía que sus padres y sus hermanas no lo odiaban. Sabía
que no le tenían asco y que seguirían hablándole.
Jaejoong había
invitado a Changmin a tomar un café y comer pastelitos. Estaban casi
terminando, cuando a Jaejoong se le ocurrió una pregunta.
— Min, siempre me pregunté... — dijo calmadamente. — ¿Por qué ayudas tanto a la gente discapacitada
en los autobuses o a dondequiera que vayas? Digo... no es que sea malo, todo lo
contrario, pero... Tienes algún motivo en especial, ¿No? — Changmin sonrió y comenzó a jugar con la
cuchara de su café.
— Bueno, si hay un
motivo. — sin dejar de jugar con la cuchara miró a su
hyung, para volver luego la vista a la taza nuevamente. — Es normal que las personas no ayuden a otras
cuando van a alguna parte. La mayoría siempre piensa en si mismo, que lo más
importante es uno mismo, pero... es solo porque no han sentido lo que ellos
sienten. — su sonrisa se borró poco a poco. — Es muy poco probable que un hombre empresario
que disfruta de una excelente salud ayude a cruzar la calle a un vago al que le
falta una pierna, ¿No? — Jaejoong asintió. — Es porque él tiene todo en su lugar, no le
falta nada, por eso no sabe que se siente vivir sin algo que él no considera
importante. En cambio yo... Dentro de unos años quizás, unos meses, o incluso
unos días perderé la vista. Ya he experimentado los síntomas de ir viendo cada
vez peor, entonces sé lo que debe sentirse quedar completamente ciego y ser
diferente a los demás. Es por eso que mientras pueda seguir viendo quiero
ayudar a aquellos que sufren el desprecio de la sociedad. Mientras esté sano me
gustaría poder ayudar a todos aquellos que no lo están. — sonrió y al mirar a Jaejoong su sonrisa se
borró. — Hyung... ¿Por qué lloras?
Jaejoong rió
avergonzado, tapando su rostro con sus manos y secando las lágrimas que corrían
por sus mejillas, las cuales estaban rojas, al igual que sus ojos. Suspiró
pesadamente y volvió a mirar a Changmin.
— Lo siento, yo... De verdad lo siento. — se disculpó avergonzado, secando más sus húmedos ojos
con su muñeca. — Es solo que... me siento mal. — sonrió. — Jamás había pensado así, y tienes tanta
razón...
— No tienes porque
sentirte mal, hyung. No pienso que la gente actúe así por ser malas personas,
no. Es solo que a la mayoría solo no le nace hacerlo.
— La gente sufre al ser
distinta a los demás. Los discriminan y tratan mal, por algo de lo que ellos no
tienen la culpa... uno de estos días ya no podrás más y serás parte de esa
gente discriminada. Yo no quiero eso, Min. De verdad no quiero... — se mordió el labio para
no llorar otra vez. Changmin bajó la cabeza.
— No hay nada que se
pueda hacer al respecto, Jae.
— ¡Lo sé! ¡Es por eso que
duele tanto! Yo no quiero que pases por eso, no quiero que sufras...
Se quedaron en
silencio. La vista de Changmin se mantenía baja, mientras que la de Jae estaba
perdida en algún punto entre la taza de café y el sobre de azúcar sobre la
mesa. El menor estiró su mano para tocar el rostro del mayor, pero se detuvo
antes de llegar y se quedó callado. Su otra mano se posó en su cabeza.
— ¿Te sientes bien? — preguntó Jaejoong, preocupado.
— Veo algo borroso...
— ¿Quieres que mejor
vayamos a casa?
— Está bien.
Jaejoong pagó la
cuenta y comenzaron a caminar. Iban por una plaza, la vista del menor se
mantenía baja. De pronto tropezó con algo y de no ser por Jaejoong, quien lo
sujeto a tiempo, hubiese caído de bruces al suelo. Se había tropezado con una
piedra que había a mitad de camino.
— Ten cuidado, pequeño. — dijo sin soltar su cintura, de donde lo había
sujetado. Changmin se sonrojó.
— No la vi, lo siento.
— Pero ibas mirando al
suelo, ¿Cómo no ibas a verla?
— Solo no la vi. — rió
nervioso, pero a Jaejoong aquella risa le pareció más como algo para camuflar
lo mal que se sintió.
Era cierto, la vista
del menor empeoraba cada vez más, eso no era nada bueno. Changmin siguió
caminando por adelante de Jaejoong. Este caminaba más lento, bastante
preocupado. Llegaron a un semáforo y Jaejoong se detuvo para que pasaran los
autos, pero se dio cuenta de que Changmin no se detenía.
— ¡Changmin, cuidado! — gritó y estiró su brazo para sujetar a
Changmin, pero este no paró y... — ¡¡CHANGMIN!! — gritó
a todo pulmón y corrió hacia él.
De un momento a otro
Changmin estaba tirado en el piso, junto a un auto y Jaejoong estaba a su lado,
sujetándolo con suavidad.
— Changmin, Changmin reacciona. — le rogaba. Algo de
sangre corría por la frente del menor, ensuciando un poco su rostro. Changmin
lo miró con los ojos entrecerrados.
— L…lo siento, no lo
vi... — sonrió avergonzado, al igual que cuando
tropezó con la piedra. — Me
duele mucho... — se quejó suavemente.
— ¿Qué cosa? ¿Qué te
duele? — preguntó preocupado.
— El brazo... — Jaejoong miró dicho miembro
y notó que su brazo derecho estaba quebrado, de una manera la cual le llegó a
doler a él mismo.
— Tranquilo Minnie. — le acarició la cabeza y
le dio un beso en la mejilla.
Luego de un rato de
estar ahí llegó la ambulancia. Subieron a Changmin a la camilla y luego al
vehículo. Jaejoong insistió en que él también debía ir, hasta que lo dejaron
también subir. Al llegar al hospital Jaejoong tuvo que esperar en la sala de
espera. Una mujer llegó corriendo hacia él, era la mamá de Changmin a la que había
llamado apenas llegaron al hospital.
— ¿Cómo está mi hijo? — preguntó totalmente preocupada. Jaejoong le
sonrió, sin quitarse la expresión de preocupación del rostro.
— No es nada grave. La
enfermera me dijo que solo se había golpeado la cabeza y tiene algunos
raspones. Lo peor creo que fue su brazo, pero ahora le están haciendo
curaciones.
— Ya veo. — suspiró aliviada,
sentándose a su lado.
— De verdad lo siento,
señora... todo esto fue mi culpa. — dijo en voz baja, sus ojos tapados por su cabello. — No alcancé a sujetarlo, si hubiese estado más
atento no habría pasado nada.
— Jaejoong, lindo, no es
tu culpa. No digas tonterías. No eres su madre, no tienes que estar
completamente pendiente de lo que hace. — lo consoló la mujer,
acariciando su espalda.
— Pero soy su nov... — se calló y se sonrojó.
La mujer rió.
— Lo sé, pero aún así no
es tu culpa. No debes preocuparte, nada salió tan mal, ¿No? — Jaejoong asintió. — Solo no te preocupes.
— Antes de todo esto... — dijo de pronto Jaejoong.
— Minnie se quejó de dolor de cabeza muy grande,
y que veía borroso. — bajó la mirada. — Luego tropezó con una piedra, riendo y
diciendo que sólo no la había visto. Eso es normal, creo. Pero luego, con lo
del auto... Minnie me dijo que no lo había visto venir. — dijo más preocupado que nunca. — No sabe cómo me preocupa Changmin, y luego de
todo esto... Si todo sigue así, perderá la vista muy pronto... ¿No?
La mujer lo miró
asombrada y bajó la vista, sonriendo con dolor. Jaejoong la miró esperando que
dijera algo.
— ¿En serio pasó eso? — la sonrisa no se borraba del rostro de la
mujer. Se notaba que quería llorar, pero lo estaba escondiendo. — Sabía que esto pronto llegaría...
De pronto salió una
enfermera al encuentro de Jaejoong y la madre de Changmin. Ambos se levantaron
al instante.
— ¿Cómo está mi hijo? — preguntó la mujer, más tranquila por la
sonrisa que la enfermera le dio.
— Él está excelente. Se
quebró el brazo derecho, pero no es nada que no se pueda solucionar. Tiene
también leves rasguños, nada grave. Con mucho descanso se mejorará pronto.
Pueden pasar a verlo ahora.
Ambos le dieron las
gracias y entraron a la habitación en la que estaba Changmin. Este sonreía
sonrojado, mientras el doctor que lo atendió le acariciaba la cabeza.
— Debes tener más cuidado a la próxima, ¿Si? Mira que le diste
un gran susto a tu madre y a tu amigo.
— Tendré más cuidado. — sonreía sonrojado el
menor, y Jaejoong sintió unas urgentes ganas de gritar "¡ADORABLEEEEE!".
Pero claramente no lo hizo.
— Muchas gracias Doctor,
por atender a mi hijo. — agradeció la mujer, haciendo una venia. El
doctor la respondió.
— Para eso estoy. — sonrió. — Ahora los dejaré solos, para que hablen. Esta
noche deberá quedarse aquí para que descanse, mañana será dado de alta.
El doctor salió de la
habitación, dejando a los tres solos. Jaejoong suspiró aliviado y la madre
sonrió con agradecimiento.
— Mamá, Jaejoong. — dijo Changmin. — De verdad lo siento... No volveré a
preocuparlos así. — se disculpó y la madre negó con la cabeza.
— No fue tu culpa,
pequeño. ¿Quieres que te traiga un refresco?
— Bueno. — sonrió. — Gracias mamá. — se estiró para darle un besito en la cara y la
mujer, luego de recibirlo sonriente, salió de la habitación, dejándolos solos.
— Me
alegra que estés bien. — dijo al fin Jaejoong. Changmin asintió.
— Perdón por preocuparte.
— No pidas perdón,
tontito. Claro que me preocuparé hasta por lo más mínimo, porque te amo. — lo besó en la frente y
se sentó a su lado. — Mira como quedó tu linda
carita con esos feos raspones.
— No me digas eso, haces
que me sienta cohibido. — se sonrojó y Jaejoong rió.
— Pues así eres adorable.
— lo abrazó con suavidad para no hacerle daño.
— ¡Hyung, basta! — dijo más sonrojado.
Jaejoong solo rió y Changmin le siguió.
Al otro día el menor
fue dado de alta. La madre de Changmin llevó a Jaejoong para invitarlos a comer
algo en modo de "mini celebración".
Habían terminado ya de
comer. Habían reído mucho y la mamá de Changmin los había molestado mucho a
ambos, logrando que muchas veces jaejoong se sonrojara completamente, al igual
que el menor.
Cuando iban saliendo
del restaurante, Jaejoong notó algo raro en la expresión de Changmin.
— ¿Te encuentras bien, Minnie? — le preguntó, y Changmin
apenas reaccionó.
— Si, estoy bien.
— Te ves muy enfermo,
querido. — dijo su madre.
— Solo me duele un poco
la cabeza, nada más. — rió, pero Jaejoong no le creyó. Se notaba a kilómetros que le
dolía como mil demonios. Iba a decirle cuando Changmin cayó, siendo atrapado a
tiempo por Jaejoong. — N…no...
no duele un poco. — se quejó. —
¡Duele mucho! ¡Duele mucho! — gritó, sujetándose la cabeza. Se apresuraron
en subirse al auto e ir al hospital.
Esperaron largo rato.
Jaejoong estaba pálido, al igual que la madre de Changmin. Esta caminaba de un
lado a otro, sin detenerse. Por fin salió el doctor a su encuentro. Era el
doctor que siempre atendía a Changmin, desde que sabían de lo de su vista.
— Doctor... — dijo la mujer. El doctor bajó la cabeza.
— En proceso se aceleró
más de lo esperado. Habrá que adelantar la operación. — dijo serio.
— ¿Estará bien? ¿Changmin
estará bien? — preguntó Jaejoong, muy agitado.
— Hay un noventa y siete
por ciento de probabilidades de que... pierda la vista para siempre. Solo el
tres por ciento restantes asegura que seguirá viendo.
Jaejoong se quedó
callado y se mordió el labio. Bajó la mirada y la mujer le acarició la espalda.
— Puedes pasar a verlo ahora, antes de la operación. Sus dolores
de cabeza cesaron un poco, así que no hay problema.
— Claro... — respondieron ambos y
entraron a la sala de operaciones.
Al entrar el corazón
de Jaejoong se detuvo. Changmin estaba recostado en una camilla. Pero no fue lo
mismo que verlo sonriente como después del accidente del día anterior. No, esta
vez fue distinto. La imagen le destrozó para parte de su alma.
— Minnie... — le tomó la mano y Changmin lo miró a los ojos,
quizás por última vez.
El sonido de las voces
de las enfermeras y doctores resonaba por los pasillos del hospital. También
sus pasos apresurados. Tanto ruido ensordecedor, pero no era capaz de oír nada.
Sus manos apretaban la del menor, este lo miraba con un extraño sentimiento.
¿Culpa? ¿Tristeza?
¿Miedo? No lo sabía. Solo sabía que en este momento el dolor que sentía eran
tan, pero tan grande que ni siquiera podía llorar.
Y no solo el dolor,
también el miedo. Un miedo que le carcomía el alma, que lo torturaba y lo
golpeaba, lo apuñalaba y se reía a sus espaldas.
Porque ahora, ver al
menor tendido en una camilla mirándolo fijamente, sin soltar su mano; oír como
su madre lloraba desconsolada tras él (Tan buena mujer. Le agradecía tanto);
Ver cómo le ponían aquella mascarilla, aquel procedimiento que solo veía en las
películas. Y es que jamás creyó estar en ese lugar, viendo como la persona que
más amaba en el mundo estaba a punto de cambiar su vida para siempre (Para bien
o para mal. no había punto intermedio)
— Hyung...
La voz del menor sonó
débil, casi quebrándose. Su mano apretó más la del mayor y este sintió como si
su corazón fuese el que era apretado.
— Tranquilo Hyung... No importa lo que pase, ni como termine
esto ¿Si? porque...
— Porque lucharemos
juntos.
— completó la frase el pelinegro, sonriendo
amargamente, pero aquella sonrisa se torció en menos de un segundo, dejando a
su paso solo dolorosas y cristalinas lágrimas que mojaban sus mejillas.
— No llores... Por favor.
Jaejoong no respondió,
solo se limitó a tapar lo que pudo de su rostro con la mano que tenía libre. Le
dolía tanto, le dolía tanto por lo que tenía que pasar el castaño. Lo que
tendría que soportar, aunque no quisiera decirle la verdad de como se sentía...
"Jamás lo hizo. Siempre antepuso una sonrisa al dolor de su
corazón... Solo por mi"
— Lo siento. Lo siento tanto.
— Dame una sonrisa
¿Si?... No quiero que Jaejoong llorando sea lo último que vea...
Más dolor a su
corazón. Más lágrimas que derramaba ¿Como podía el menor decir esas cosas con
tal facilidad? Si en este mismo instante las palabra se quedaban atoradas en la
garganta del pelinegro, como queriendo salir pero no pudiendo.
Lo daría todo por
estar él en su lugar y no el menor. Lo daría todo por hacer algo y poder ser él
quien sufra todo lo que él sufrió. Daría todo por estar en su lugar.
"Todo..."
Sus lágrimas seguían
corriendo por sus mejillas. Su mano seguía envolviendo con fuerza la del
castaño. Su mente seguía dando vueltas y vueltas y su corazón seguía
doliendo con fuerza descomunal.
— Señora, joven. — Habló una enfermera — necesitamos que se retiren de
la sala de operaciones, por favor.
— Está bien... — respondió la madre de
Changmin, tranquilizándose un poco.
Jaejoong respiró
profundo y se agachó un poco, para depositar un suave beso en la frente del
castaño. Lo miró con ternura y le sonrió cálidamente, haciendo que el menor le
devolviera el gesto.
— Todo saldrá bien pequeño. No tengas miedo. — le dijo su madre,
sonriéndole también.
— Te quiero mamá. — dijo el menor,
sonriéndole. Luego miró a Jaejoong. — Los
quiero... a los dos. — sonrió y Jaejoong aguantó las ganas de llorar.
>>> ♥ <<<
Había perdido el
tiempo de cuanto rato llevaban ahí adentro. Era muy tarde. Tenía sueño, mucho,
pero no era capaz de dormir.
— Si quieres dormir, hazlo. Yo te despertaré cuando terminen. — le decía la mujer que lo
acompañaba.
— Gracias, pero no puedo
dormir... No estoy tranquilo.
— Todo saldrá bien,
lindo. — le besó la frente y acarició su cabeza — No sabes cuánto te agradezco el haber
aparecido en la vida de mi hijo. Hacía mucho que... no lo veía tan feliz.
Jaejoong no respondió,
solo se limitó a sonreír con algo de dolor y lentamente apoyó su cabeza en el
hombro de la mujer. Esta le acarició la cabeza, tocando sus sedosos cabellos
negros.
Era muy tarde, se
estaba quedando dormido porque ya no aguantaba más el sueño que lo envolvía. No
sabía cuántas horas ya habían pasado, solo sabía que con cada minuto que
transcurría sus nervios crecían.
No se dio ni cuenta
cuando abrió sus ojos con rapidez. Era de día y estaba recostado en una cama
blanca, cubierto por una manta. ¿Dónde estaba? ¿Se había quedado dormido?
— Oh, lindo. Ya despertaste. — le dijo la mujer que se
le acercaba, la madre de Changmin.
— ¿Me quedé dormido? — se frotó los ojos, levantándose.
— Si, estabas muy
cansado.
— ¿Dónde está Minnie?
— Aquí está... — respondió con un
sentimiento extraño. Jaejoong miró hacia el lugar que le indicaba y ahí estaba
él. Tan pequeño y frágil, recostado entre las sábanas blancas de la cama. Su
respiración suave y acompasada y sus ojos... cubiertos por una larga venda. — Está descansando aún. Necesita dormir un poco
y descansar antes de poder quitar las vendas.
— ¿Cómo salió todo?...
— No lo sabemos aún.
Habrá que esperar hasta quitarle las vendas...
Sintió una fuerte
presión en su pecho y unas ganas inmensas de llorar, pero no quería hacerlo.
Tenía que ser fuerte, por él. Pero estaba tan preocupado. Solo tenía un tres
por ciento para ver... el resto era un noventa y siete por ciento.
— Iré a buscar algo de comer. ¿Quieres algo?
— Oh por favor, realmente
se lo agradecería.
— Ok, vuelvo en seguida. — sonrió la castaña y
salió de la habitación.
Jaejoong se acercó a
Changmin y lo miró fijamente, sonriendo con amargura. Se sentó a su lado y tomó
su mano, acariciándola con su dedo pulgar.
— Ay, Minnie... — susurró — Lo daría todo por estar en tu lugar,
pequeño... Todo.
Pasaron horas. La
madre de Changmin le trajo un café y un sándwich, los cuales sin darse cuenta
devoró en segundos. En ningún momento se alejó de su lado (Solo cuando tuvo que
ir al baño). Estuvo toda la tarde hablándole, contándole cosas, acompañándole,
cantándole... Diciéndole a ratos cuando lo amaba. Hasta que dio señales de
haber despertado.
El menor movió su boca
con suavidad e hizo un ruido extraño. Movió su cabeza a ambos lados y llevó su
mano a su rostro, sintiendo las vendas que cubrían sus ojos.
— ¿Jaejoong? — fue lo primero que preguntó y el moreno dio un
salto.
— Aquí estoy, Minnie. — le tomó la mano,
apretándola con fuerza. El menor solo sonrió, al cerciorarse de que lo que
buscaba estaba a su lado.
El doctor llegó un
rato después, el momento que tanto temía Jaejoong había llegado. Tendrían que
sacarle las vendas.
El procedimiento fue
lento y suave. Lentamente el doctor fue quitando la blanca venda que cubría los
ojos castaños del menor. Aquellos ojos que tanto le gustaban.
Finalmente el doctor
terminó y Jaejoong no supo que decir. Aquel brillo en los ojos del menor, aquel
brillo que tanto le gustaba ya no estaba. A cambio ahora solo podía ver unos
ojos vacíos, tristes... muertos. Changmin suspiró con pesadez, como resignado.
— Changmin... — susurró el mayor y así sin más comenzó a
llorar en silencio, tapando su boca con una mano. El castaño solo suspiró con
pesadez y buscó la mano de Jaejoong, tomándola y rodeándola con la suya.
— No llores, Jaejoong.
— Minnie... Minnie lo
siento tanto. — sollozó el pelinegro, sin poder dejar de
derramar aquellas gotas cristalinas que brotaban de sus ojos sin señal de
querer detenerse.
— No entiendo porque
lloras. No pasó nada tan grave, ¿No?
— ¡Changmin! Estás... tu
estás...
— No puedo ver. — dijo cortante y más
lágrimas brotaron de los oscuros ojos de Jaejoong. — ¿Y qué? Es solo un inconveniente. Puedo vivir
así... Si estás conmigo.
El moreno no dijo nada
más, solo se le acercó y lo abrazó con fuerza, derramando finas lágrimas de
dolor.
Al día siguiente
Changmin fue dado de alta. La salida del hospital no fue como la anterior. Todo
lo contrario. El día estaba nublado y parecía que llovería. Changmin iba en una
silla de ruedas. Aún necesitaba acostumbrarse. Esta sería su nueva vida, y
Jaejoong estaría a su lado por siempre.
>>> ♥ <<<
Era un frío día de
otoño. Las hojas danzaban por el viento; amarillas, café, anaranjadas, muchos
colores se mezclaban por todo el parque. A pesar del frío y del gris del cielo
era un lindo día.
Los dos chicos estaban
recostados bajo un árbol, protegiéndose del frío con un abrazo. Las bufandas y
guantes de lana colorida adornando sus cuerpos, resaltando en aquel día gris.
— ¿Minnie? — susurró Jaejoong, recostado en el césped.
Changmin estaba a su lado.
— ¿Dime? — respondió, sin soltar
su mano. Las hojas de otoño estaban regadas por el suelo, entre ellos. El día
era un poco frío pero su abrazo les daba calor.
— Hmm. — sonrió. — Es solo que... Estaba recordando cosas. — miró al cielo. Luego acarició el rostro de
Changmin con ternura.
— ¿Qué recordabas? — sonrió también,
recibiendo las caricias del otro.
— Ese día de noviembre. — bajó la cabeza. Changmin
acercó su rostro al del otro y junto sus mejillas heladas.
— Deja de recordar ese
día, tonto. — le besó la mejilla. — Solo te haces daño. — le besó la comisura de los labios. — Yo estoy feliz, deberías estarlo también.
— Lo sé. — movió su rostro para
besar los labios del menor.
— No me
gusta que pienses en ese día. — dijo Changmin. — Pensemos en el presente, el ahora. — sonrió. — Pensemos en nosotros.
— Pienso en ti. — sonrió. — Pienso en cuanto te amo.
Changmin se
sonrojó y rió enternecido. Jaejoong pasó sus brazos por su cintura y lo acercó
a él. Este recibió todos los cortitos besitos que el mayor repartía en su
mejilla.
— Está haciendo frío, ¿Nos vamos?
— Está bien.
Jaejoong se
levantó y le dio la mano a Changmin para ayudarlo. Caminaron lentamente,
Changmin con ayuda de Jaejoong. Aún no se acostumbrada, pero con su hyung a su
lado todo era más fácil.
— Contigo es más fácil... — sonrió el menor.
— ¿Qué cosa? — preguntó curioso.
Changmin sonrió y negó con la cabeza.
— Nada, hyung. No importa
**FIN**
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