Durante toda su vida siendo hospedado (hospedado,
porque adoptado nunca) en esa mansión había vivido muchas cosas. Emociones
variadas, accidentes, bromas, incluso muertes (la trágica muerte del esposo, de
la mujer. Pobre hombre)
Y con sólo 17 años, Kim Junsu (ni siquiera
estaba seguro de que ese fuese su apellido de verdad) había vivido mucho más
que un joven de su edad. Con el sólo hecho de haber vivido en la calle la mayor
parte de su niñez podía decir que su vida no había sido la de un ganador, mucho
menos la de alguien con suerte, pero él estaba feliz de ser quien era. Y había
sido en esa época en que había vivido tantas cosas.
— Soy un hombre, Junsu.
¿Pero por qué hasta ahora nada le había
causado tanta impresión como esto? Durante su niñez había vivido entre
ladrones, estafadores, prostitutas y perros callejeros. Había visto de todo, DE
TODO, y el simple hecho de que su mejor “amiga” fuese en realidad un hombre
lo descolocaba totalmente, más que cualquier otra cosa.
“Más que ese ladrón gay o esa prostituta sin una pierna” recordó.
— ¿Es…Es en serio?
— ¿Tú qué crees?
¿Que qué
creía? Que esto era algo muy loco. Que esto no estaba pasando.
— Es difícil de creerlo…
— Pues es lo que querías saber. ¿Estás feliz?
Adelante, ódiame y tenme asco, deberías hacerlo luego de haberte mentido.
— ¿Por qué debería hacer eso? Admito que estoy
algo molesto porque no me lo dijiste antes, pero sigo siendo tu amigo.
— ¿En serio?...
— Claro que si. De hecho, me alegra que me lo
hayas dicho… Ahora será más fácil y cómodo estar contigo. – rió.
— ¿Por qué?
— ¿No es obvio? Cansa ser educado y respetuoso
todo el día.
— Oye, yo te dije que no era necesario el
respeto.
— Lo sé, pero sigue siendo más cómodo.
Se quedaron callados un largo rato. Junsu le sonrió
y se abrazaron con fuerza, sintiendo al fin que los secretos y mentiras
desaparecían completamente, y eso se sentía bastante bien luego de todo lo que
había pasado.
— Junsu…
¿Por qué te enamoraste de Yunho? – le preguntó
Jaejoong de pronto, despeinando su propio cabello con una mano. La sensación de
estar sin esa asquerosa peluca era refrescante.
— ¿Eh? – se sonrojó, abriendo sus ojos
de manera graciosa.
— Por qué te enamoraste de él – repitió – algo debiste haber
visto en él, quiero saberlo.
— Bueno… — se quedó callado un rato, jugando algo nervioso con sus dedos. – Verás. Yunho no siempre fue tan malo…
— ¿Cómo que no? — interrumpió.
— Déjame terminar. – lo regañó – A Yunho lo conozco
desde hace mucho. Tenía 14 años cuando lo conocí. Tú no sabías aún que tenías
un hermano, supongo. – Jaejoong negó con la cabeza – Él era un chico realmente tierno, me ayudaba siempre y me acompañaba
siempre que podía. Su padre venía mucho porque estaba planeando esto de…
esconderte.
— ¿Tú lo sabías?
— Si, pero no que eras hombre. Como sea, él
era… muy tierno conmigo. Pronto me di cuenta de que el cariño que le tenía iba
más allá de una simple amistad, y me asusté mucho. Luego dejó de venir, y me
sentí muy mal creyendo que se había enterado de lo que sentía y me tenía asco.
Tiempo después regresó contigo. Cuando lo vi me alegré demasiado, pero él me
ignoró y fue muy frío cuando le hablé.
— Oh… entiendo. – bajó la mirada. – Junsu… él
no es bueno. Es una mala persona, te lo digo por experiencia. Olvídalo…
— Ya no puedo.
— Él sólo te hará daño.
— Lo sé, y agradezco tu preocupación, pero ya
es tarde. Necesité de estos consejos mucho antes, pero no tenía a nadie en ese
entonces… Tú sabes, soy sólo un jardinero recogido de la calle.
— Y yo te quiero. – le sonrió. – Bueno… Lo intenté
– suspiró resignado.
— Gracias de todos modos… — volvió a abrazarlo con fuerza.
Escucharon un llamado desde la casa. Al
parecer llamaban a Jae. Rompieron el abrazo y sonrieron.
— Será mejor
que vayas, no quiero que te regañen de nuevo. – dijo Junsu limpiando la peluca que estaba sobre el césped.
— Si, volveré en un rato – tomó la peluca y se
la puso. Le regaló una última sonrisa y corrió hacia la mansión.
— Vaya… Con que Jaejoong. – murmuró cuando ya estaba demasiado lejos como para que lo
escuchara.
Seguía sin creerlo completamente, de la noche a la
mañana muchas cosas habían cambiado. Muchas cosas se habían revelado, y quizás
todo sería mejor. Ojala así fuera. Lamentablemente la felicidad no duraría
mucho, para nadie.
Al notar que el sol se estaba escondiendo y daba
paso a la noche Junsu recogió sus herramientas (sus tijeras, la regadera y esas
cosas) y decidió entrar a la mansión. Iría a su pequeña habitación, no tenía
nada más que hacer y de todos modos no tenía mucha hambre que digamos.
“¿Dónde estará Jaejoong?” se preguntó al
recordar que le había prometido volver en un rato. Pero ya iba a anochecer y no
había aparecido en ningún momento. Decidió ir a buscarlo, quizás su tía lo
había regañado y enviado a su habitación, o quién sabe. Claramente no lo
dejarían ir a buscarlo a su habitación, donde de seguro estaría, así que debía
disimular.
Dejó sus cosas de jardinería en su habitación,
menos la regadera y luego de llenarla de agua fue regando las plantas que
adornaban los pasillos, como cada vez que debía hacerlo. Llegó al fin a la
habitación de Jae y cuando iba a tocar la puerta algo le dijo que no debía
hacerlo. Acercó su cabeza a la puerta e intentó escuchar algo. Estaba muy
silencioso, pero era un silencio extraño.
Tragó aire y abrió la puerta de a poco. Miró hacia
adentro y por poco se desmaya. Sin querer soltó la regadera de metal, logrando
un sonido fuerte que llamó la atención de los dos individuos.
— Yo... yo...
Eran Jaejoong y Yunho. Por Dios, Jaejoong estaba
desnudo, Yunho tras él. Jaejoong estaba en una posición algo rara, la parte
superior de su cuerpo echada sobre la cama, mientras que la parte inferior
estaba más levantada, siendo sujetada por Yunho quien embestía contra él como
si no hubiese un mañana.
Estaban... Estaban... ¡Pero Jaejoong sabía lo que
Junsu sentía por Yunho! Y aún así...
Junsu sintió ganas de llorar, de gritar, pero
notó de pronto que Jaejoong no gemía. No emitía ni un sólo sonido, ni una mueca
de placer en lo poco que se veía de su rostro, ni una mueca de dolor. Nada, al
contrario de Yunho. Jaejoong parecía no estar ahí. Sólo se notaba un poco de
asco en la expresión neutra de Jaejoong. No estaba disfrutando eso...
— J…Jun...su... — susurró apenas Jaejoong al ver al chico parado
en la puerta, la cual seguía entre abierta. Yunho se detuvo y lo miró. — Junsu, vete... Vete. — le advirtió.
Junsu quiso irse, de verdad quiso, pero sus piernas
pronto de dejaron de responderle. Yunho salió del interior de Jaejoong con
rapidez. El menor recibió una mirada profunda, llena de odio. Sintió un miedo
enorme, y eso le impidió aún más huir de ahí.
Yunho se levantó con intensión de ir hacia Junsu,
pero Jae lo detuvo sujetándolo de un brazo. Yunho volvió la mirada a su
hermano.
— No — le rogó, aumentando la fuerza de
su agarre. Yunho lo miró molesto — No le
hagas nada...
— Cállate — lo golpeó con fuerza haciendo que se cayera de
la cama y azotara su cabeza contra el suelo. Yunho caminó a paso rápido hacia
Junsu. Este estaba inmóvil. — ¿Qué haces aquí? — lo tomó del cuello de la camisa.
— Yo... Yo sólo... — tragó saliva. ¿Qué podía decirle para que no
le hiciera nada? Bajó la mirada y notó que... Yunho aún estaba erecto. Este
notó la mirada avergonzada de Junsu y sonrió.
— ¿Buscas algo? — bajó la mano y la posó sobre la entrepierna
del menor. Este sintió como su corazón daba un gran salto. Negó con la cabeza
varias veces. — Yo creo que si... — lo tomó por los hombros y lo empujó contra la
pared con fuerza. Junsu se quejó por lo bajo.
Comenzó a besar su cuello y a morderlo,
importándole muy poco el estar haciéndole daño. ¿Qué le importaba a él? El
dolor ajeno le producía placer. Quitó los pantalones de Junsu con más fuerza de
la necesaria.
— ¡Yunho! ¡Déjalo! — gritó Jae, aún mareado por el golpe que su
hermano le había dado.
Junsu no decía nada, no se defendía, ni mucho menos
se movía. Yunho le abrió las piernas e hizo que rodeara su cintura con ellas, y
al igual que con Jaejoong, lo penetró de una estocada, sin prepararlo siquiera.
Yunho tapó la boca de Junsu antes de que el desgarrador grito saliera, a cambio
sólo se escuchó un sonido ahogado y rasgado. Sin esperar comenzó a embestirlo
con dificultad contra la pared.
— ¡Déjalo, déjalo! — se enderezó sujetando su cabeza. Todo le daba
vueltas, así que sólo logró volver a caer al suelo. ¿Por qué tenía que ser
débil ahora? ¿Por qué ahora?
Como era de esperarse hizo caso omiso de los
gritos de Jaejoong y siguió embistiendo contra el cuerpo de Junsu. Cuando logró
levantarse y no perder el equilibrio Yunho dio una última estocada y terminó en
el interior de Junsu, soltando un suave gruñido. Junsu también gimió por lo
bajo. Yunho salió de su interior y sin cuidado lo dejó caer bruscamente, se
subió los pantalones y luego de darle una sonrisa a Jaejoong se fue de la
habitación.
Jaejoong se enderezó y miró a Junsu,
totalmente molesto. Sentía una rabia enorme. Su ceño fruncido, sus puños
cerrados con fuerza y su rostro tenso eran señal de ello.
— ¿Por qué lo hiciste? ¡¿Por qué lo hiciste?! — le gritó. Junsu no le contestó, su mirada
estaba perdida en algún punto de la habitación. Cerró sus piernas lentamente y
se quedó donde estaba.
— ¿Cómo dejaste que te lo hiciera? ¡Eres un
tonto! — Junsu al fin lo miró.
— ¿Con qué cara me dices eso, Jaejoong,
sabiendo la situación en la que los encontré? No soy estúpido, y sé por
la cara que tenías que no era la primera vez que lo hacían.
— Eso... Eso no tiene nada que ver. Junsu,
eres tú…
— Claro que tiene que ver. Me críticas a mí,
sabiendo lo que hacías. ¿Cómo puedes ser tan descarado? Y bueno… me apena
también haber creído que ya no había mentiras entre nosotros…
— ¿Cómo querías que te dijera algo como esto?
Por favor, explícamelo. ¿Cómo mierda
te iba a decir que mi hermano hace lo que quiere conmigo? ¿Qué me usa de
juguete sexual? Claro, primero me convierten en un travesti y luego abusan de
mi como se les de la gana. ¿Crees que es fácil de decir?
— Acabas de hacerlo.
— Junsu, por favor, yo no quiero que hagan lo
mismo contigo…
Junsu rió suavemente, con algo de ironía. Sus
labios formaron una sonrisa dolorosa que no pegaba nada con la ternura de sus
ojos, la cual casi desaparecía. Jaejoong sintió que el pecho se le oprimía.
— Ya es
tarde.
— ¿A qué te…?
— No es la primera vez. – bajó la cabeza.
Jaejoong abrió sus ojos de par en par sin creerlo.
¿Que no era la primera vez? O sea que… mierda.
Se levantó y caminó hacia su armario, a paso firme.
Junsu no dejó de mirarlo ni un segundo. Jaejoong sacó algo de ropa, pero no era
un vestido como siempre… no era lo que usaba cada día. Lo miró vistiéndose. Un
pantalón negro, una camisa… Era ropa de hombre.
— Jeju… ¿Jaejoong? ¿Qué haces?
— Lo mataré, de verdad lo haré.
— Tu ropa…
— Estoy cansado. Esto ya fue demasiado lejos.
– se puso unos zapatos negros y fue hacia la puerta. Junsu lo sujetó del
pantalón, sin levantarse.
— No lo mates… — le rogó con la mirada, recién asimilando lo
que Jae había dicho. Este lo miró desde arriba y suspiró.
— No lo haré… — Junsu pareció sentirse más tranquilo —…Casi –
salió de la habitación sin esperar una respuesta.
Junsu se levantó y se terminó de vestir, ignorando
totalmente el dolor que quedaba cada vez que Yunho lo poseía con esa violencia. Y ese dolor insoportable no era sólo
físico… También dolía su corazón, sabiendo que lo hacía sólo por placer y no
porque no quisiera de verdad. Finalmente salió de la habitación y corrió tras
Jae.
“Por favor, que no lo mate” rogaba ilusamente en su cabeza mientras corría. ¿Por qué era tan idiota
y lo defendía? Sabía el daño que le estaba haciendo. ¿Y cómo podía Jaejoong
caminar tan rápido?
Jaejoong caminaba más rápido de lo que sus delgadas
piernas le permitían, y con cada paso que daba la figura de su madre aparecía
en su mente.
Si ella estuviera aquí lo ayudaría, lo abrazaría y
le diría que hacer, necesitaba de su apoyo como nunca antes lo había
necesitado, pero ahora que le hacía tanta falta ella no estaba. Pensó también
que su madre no hubiese optado por la violencia, pero…
“Pero ella no está aquí…” se repitió mentalmente.
Entró a la sala principal. Ahí estaban Yunho, su
tía, el padre de Changmin y un chico al que no pudo reconocer. De todos modos
eso no era lo más importante, claro que no. Se dirigió de inmediato hacia Yunho
(que estaba parado junto al sofá más grande) y antes de que este pudiera
reaccionar o decir algo lo golpeó en el rostro con fuerza.
— ¡J…Jejuko! – gritó la mujer totalmente
aterrada.
— ¡Jaejoong, me llamo Jaejoong! – le gritó y volvió a golpear a Yunho.
Yunho le dio un golpe también a Jaejoong para
defenderse, pero este se lanzó sobre él, cayendo ambos al suelo y comenzó a
golpearlo una y otra vez. Yunho trataba de alejarlo pero Jaejoong estaba
totalmente cegado. Ya no pensaba, no controlaba lo que hacía. Sólo estaba
soltando toda la rabia y todo el odio que había acumulado todo este
tiempo.
— ¡Suéltalo, por Dios! – le dijo la mujer y sintió como lo sujetaban de los brazos para
alejarlo, pero él siguió golpeando el rostro de Yunho con fuerza.
Alguien más lo sujetó y lo levantó, alejándolo
de su hermano. Jaejoong siguió forcejeando para que lo soltaran, pero no
funcionaba. La mujer ayudó a Yunho a levantarse. Este se puso en pie, se soltó
del agarre de la mujer y golpeó a Jae en el estómago, dejándolo sin aire.
Intentó golpearlo de nuevo, pero el agarre del alguien que lo sujetaba se hizo
más fuerte. Al mirar por sobre su hombro notó que era el Sr. Shim quien lo
sujetaba.
Yunho se limpió con el brazo algo de sangre de su
rostro. Cuando el padre de Changmin se distrajo Jaejoong se volvió a lanzar
sobre Yunho y lo rasguñó la mejilla izquierda, dejando tres largas marcas desde
su ojo hasta el cuello. Fue a golpearlo de nuevo pero Yunho movió su cabeza
hacia un lado, logrando que su puño impactara contra el suelo.
El Sr. Shim volvió a sujetarlo, esta vez con más
fuerza. No se imaginaba que Jaejoong con ese cuerpo tan delgado y débil tuviese
tanta fuerza. Recién en ese instante, al sentir el punzante dolor en su mano,
entró en razón. Sus nudillos estaban sangrando, y no podía mover los dedos. De
seguro se los había quebrado al impactar con el suelo.
La mujer mayor se paró en frente y le dio una
fuerte cachetada, la cual logró partirle el labio inferior. Luego le sujetó el
rostro por el mentón e hizo que lo mirase.
— Te doy alimento, te doy ropa, te doy refugio
y protección. ¿Y así me pagas? Me tienes cansada, ya no sé qué hacer contigo.
Eres una vergüenza, digna de la zorra de tu madre.
— ¡Deja de tratar así a mi madre! – le gritó al instante, el rostro impresionado de la mujer fue su única
respuesta. — ¡Si de verdad yo fuera mujer,
si de verdad fuera Jejuko te hubiese hecho lo mismo que le hice a ese
desgraciado! – apuntó a Yunho con su mano no lastimada. La mujer volvió a
darle una cachetada.
— No me interesa, no eres mujer así que no lo
harás. – le dijo fríamente. Mierda, si de verdad si su tía
no fuera mujer ya la habría golpeado. –
Ahora vete, no te lo pido, te lo ordeno. Vete de mi vista antes de que me
arrepienta.
Jaejoong se soltó del agarre del Sr. Shim y le dio
una última mirada a su hermano. Este lo miró con un sentimiento raro, pero no
era odio. Parecía ser lo contrario, luego rió suavemente y se giró para recibir
las atenciones de su tía.
Al pasar por el lado de Junsu, quien estaba en el
pasillo, recibió una mirada de lástima. Junsu miró a la gente que estaba en la
sala, y de paso miró al chico extraño que seguía sentado en un sofá. Se le veía
algo… No, totalmente descolocado. El chico miró a Junsu, dándose cuenta
de que lo observaban, y Junsu le hizo un gesto pidiéndole disculpas. En seguida
corrió tras Jaejoong.
Una vez que logró alcanzarlo caminar a una
velocidad normal, en total silencio, hasta que Junsu decidió romper la molesta
ausencia de habla.
— Deberíamos
curar las heridas.
— Estoy bien. – respondió.
— Te quebraste la mano y tu labio inferior
está abierto y sangrando. — Jaejoong iba a negarse, pero
¿Qué le iba a decir? Él tenía razón, y vaya que dolía su mano.
Una vez en la habitación Junsu le pidió a una
de las criadas que curaran la herida de su labio. Mientras tanto él curó las de
sus nudillos y le vendó la mano para que no doliera demasiado.
— No sabes
lo bien que me siento – rió cuando se habían quedado solos.
— ¿Si?
— Claro, ¡Me siento de maravilla! Tan liviano… — suspiró sonriendo con ganas, como no lo hacía
hace mucho.
— Me alegro…
Esa noche logró dormir muy bien. Hacía mucho
que no dormía tanto, y así de bien. Con lo que había hecho había logrado
descargarse totalmente. Pero ahora había dos opciones. La primera: Yunho
dejaría de abusar de él y lo dejaría al fin en paz; y la segunda: Lo que le
haría de ahora en adelante sería mucho peor.
Optaba más por la primera opción.
Pasó cerca de una semana y ya podía mover mejor su
mano. Aún dolía un poquito, pero era totalmente insignificante. Estaba escribiéndole
una carta a su madre (había perdido la costumbre de hacerlo) cuando su tía lo
llamó a la sala. Al llegar se encontró con ella y con ese chico que había visto
ese día.
— ¿Dónde
está tu vestido? – le dijo en voz baja al verlo vestido
con ropa de hombre. Jaejoong curvó los labios.
— No lo usaré.
— Van a matarte, ¿No pensaste en eso? No es
algo que me importe mucho, pero tu padre se molestará,
— Si, claro. Lo que usted diga. Sólo no
volveré a usarlo. – habló con tono de “aquí
termina el tema”. Su tía lo miró con odio y prosiguió.
— Bueno, a lo que iba. Luego de pensarlo
bastante decidí que era una buena excusa para deshacerme de ti durante unas
horas. Desde hoy mismo comenzarás a tener clases de piano.
— ¿De piano? Pero…
— No te pedí tu opinión. Como ya sabes, en
esta vieja casa ya no hay piano, me deshice de él, así que tu maestro te
llevará.
— Mucho gusto – se levantó cuando la mujer terminó de hablar y le dio la mano. – Park
Yoochun, tu maestro de piano.
— Un gusto. – devolvió el saludo.
— Bueno, ya váyanse. Las clases serán tres
veces a la semana.
Jaejoong siguió al chico hasta llegar a un
carruaje. Este lo llevó a otra mansión un poco más grande que la de su tía. En
el trayecto habló un poco con el chico que sería su maestro, era muy simpático.
— Creí que
iba a enseñarle a una chica. – dijo de pronto,
mirándolo de pies a cabeza. – Al menos
eso me dijeron.
— Es una larga historia.
Cuando llegaron caminaron hacia la puerta y un
mayordomo los hizo pasar. Caminaron hasta llegar a la sala y al pasar por ahí
los ojos de Jaejoong se abrieron de par en par, el verlo ahí sentado ahí,
leyendo un libro.
— ¿C…Changmin?...
— Tú… —
susurró, dejando el
libro a un lado.
— ¿Se conocen? – preguntó Yoochun, confundido.
Jaejoong y Changmin se miraron fijamente, dejando a
Yoochun más confundido que nunca.
Al fin Jae reaccionó y sacando un poco de coraje por haberlo tratado asi tantos años. Yoochun, Jae y Min?, que pasará ahora?.
ResponderEliminarGracias!!!