SONY MUSIC INC OFICINA
DE L. en M. ANDREÉ CARTER
Cuando Andreé entró a
su oficina, un silencio casi sepulcral lo recibió junto con aquellas miradas de
— no puedo creer lo que esta niña me
acaba de decir — . El gemelo respiró
profundo, preparándose mentalmente para lo que viniera. Y es que enfrentar a su
jefe era una cosa… Dohko Latsis podía llegar a ser sumamente comprensivo cuando
se lo proponía, pero aquel día no había sido uno de esos momentos… ahora, la
mirada fría de su hermano, le indicó que no era el día ideal para haber pensado
en hacer una propuesta como la que tendría sobre la mesa para aquellos chicos.
— ¿Todo bien?
—
preguntó su asistente, esperando que le
diera una respuesta afirmativa, mas Andreé solamente se dignó a fruncir el
entrecejo. La chica sonrió con algo de preocupación, por el semblante de su
jefe, no eran buenas noticias. — toma. —
dijo entregándole seis carpetas
(folders) color negro. — ya
les dije a grandes rasgos, pero lo demás depende de ti. — le
aseguró.
— Y tengo 48 horas para lograr que firmen, o
esto será otro proyecto al olvido. — dijo en un murmullo, su asistente asintió,
pues ese había sido todo el plazo que su jefe se había dignado a otorgarle.
Daiki salió de la
oficina, dejando que JaeSoong sea quien se encargue de lo que seguía, pues sabían
que retomar el proyecto TVXQ era muy arriesgado, preparar un concepto y
lanzarlo a nivel mundial les llevaría como plazo mínimo unos seis meses, aún si
los muchachos se dignaban a firmar, pero si no era así y declinaban la oferta,
Andreé tendría que enterrarlo por lo menos un año más, corriendo el riesgo de
que muchas fans cambiaran de parecer y el — empuje
— que tenía en aquellos momentos
menguaría.
— Sólo estamos esperando a que nos empieces a
explicar, JaeSoong. — la voz de Yunho se dejó escuchar y es que
parecía que nunca se iba a dejar de sentir el líder de aquel grupo, por mucho
que dejaran de hablar o por mucho tiempo que estuvieran separados, el moreno
siempre tendía a proteger a los demás y sobre todo a su Jaejoong.
— De acuerdo…
—
suspiró el pelinegro con una sonrisa
algo forzada. Se acercó a la mesa de centro y dejó una carpeta negra sobre
ella. — antes que nada, este es un
regalo mío. Como hermano de Jaejoong y amigo de ustedes, me tomé la libertad de
hacer esto… es el trámite del registro de patentes y derechos de autor sobre
Dong Bang Shin Gi para Norteamérica, Latinoamérica y Europa. — explicó el gemelo dándoles una sonrisa a la
vez que abría la carpeta. — ha
quedado registrado al nombre de los cinco a partes iguales, por lo que cada vez
que se utilice ese nombre o sus derivados así como sus traducciones al inglés,
japonés, italiano, francés, portugués y español, ustedes recibirán regalías que
se dividirá entre los cinco al 20% cada quien…
— ¿Qué dijiste?
— preguntó Changmin sin
salir de su sorpresa.
— Escuchen, sé que SM ENT tiene todos los
derechos de marca y patentes sobre Dong Bang Shin Gi en Corea, pero no lo ha
hecho en América y eso es un grave error, debido a que el grupo es conocido
hasta en los rincones menos imaginados de este lado del planeta, así que si SM
ENT intenta algo en estos países, se llevará una muy grata sorpresa. — dijo
el joven con una sonrisa. — Yoochun,
tú eres quien entiende mejor el inglés ¿Por qué no les lees lo que dice el
documento? — sugirió.
Yoochun tomó las hojas
y comenzó a leer en voz alta. Cuando terminó el asombro de los cinco jóvenes
seguía presente en sus miradas.
— Ahora, una vez confirmado este primer punto… — JaeSoong tomó un
semblante serio y les miró sin parpadear.
— Como representante legal de Sony Music
Entertaintment, Sony BMG y Sony Music Latinoamérica, Andreé Carter está
autorizado a ofrecerles el siguiente trato…
>>> ♥ <<<
Changmin, Junsu, Yoochun, Yunho y Jaejoong siguieron a JaeSoong al
interior de aquel edificio de departamentos ubicado en aquella zona residencial
exclusiva de Nueva York.
— Se suponía que no íbamos a
permanecer más de una noche en mi departamento.
— dijo
abriendo la puerta para luego dejar pasar a los muchachos al interior. — por lo que más tarde tendré que ir por algunas
cosas al supermercado. — aclaró, pues precisamente lo último que había
pensado que sucediera, se dio.
Ahora en su departamento, JaeSoong tenía a los cinco Dioses
del Este en extremo shockeados por lo que acababa de
ofrecerles y aparte… tenía un hermano mayor a punto de asesinarle con la
mirada, por tenerlo tan cerca del hombre al que ama y que al mismo tiempo no
quería ver, pero que también se moría por hacerlo…
— Jaejoong Hyung eres tan
complicado. — Se dijo internamente el gemelo
al ver a su hermano con ese semblante frío y arrogante. Ahora sabía que lo que
decía Yunho era verdad y su hermano podía parecer casi (y haciendo énfasis en
el casi) misántropo, debido a las miradas tan serias y el semblante de piedra
que mantenía en aquel momento. — De no ser porque te conozco, me tragaría
el cuento. — Le reclamó a su hermano para sus adentros.
— Tengo cuatro habitaciones,
Yunho y Changmin duermen en las dos que tengo disponibles, pero al parecer
vamos a tener que reacomodarnos y alguien va a tener que compartir habitación
conmigo. — mencionó JaeSoong al mismo
tiempo que Jaejoong jalaba su maleta, adelantándose a ellos.
— Eso no hay problema, soy tu
hermano, yo dormiré en la misma habitación que tú. — aclaró el mayor.
— ¡Aleluya, habló! — se dijo
irónicamente JaeSoong al escuchar que su hermano abriera la boca después del
par de horas que se aventó en un completo y profundo silencio, pero Yunho miró
a JaeSoong con algo de molestia. Al parecer había pensado que compartir la
habitación con Jaejoong podría ser el primer paso para acercarse nuevamente al
castaño, sin embargo, el mayor ya había dejado claro que no compartiría
habitación con nadie que no fuera su gemelo, al menos había sido de una manera
implícita debido al tono de su voz.
— Entonces… ¿Yunho y yo
compartiremos habitación?
— preguntó Changmin con
tranquilidad.
— Bueno, al menos que quieras compartir
con Yoochun o Junsu… — dijo JaeSoong. — pero me temo que ellos querrán compartir una
habitación a solas. — aclaró el gemelo dándole el pretexto necesario
a Yunho para comenzar a hablar.
El YooSu había sido totalmente obvio para ellos en las últimas horas,
pero el moreno estaba preocupado. Más que por el hecho de que ellos sean
pareja, era por lo que pudiera resultar de aquello.
— Yoochun, Junsu… — habló Yunho con semblante serio. — ¿Desde cuándo son pareja ustedes dos?
Y la pregunta tan directa de parte de su amigo les tomó desprevenidos a
los implicados.
— ¿Qué… Qué te hace pensar que…? — intentó preguntar Junsu, a quien las palabras
se le atoraron en la garganta.
— Es demasiado obvio por la
manera en la que se tratan, en la que se hablan, en la que se toman de las
manos, que el YooSu ya no es solamente un juego de mercadotecnia llamado FanService. — añadió Yunho sin cambiar su semblante serio.
Los dos gemelos miraban la escena con interés, JaeSoong sabiendo que en
aquel momento que Yunho Appa estaba
haciendo acto de aparición para la protección de dos de sus hijos, Jaejoong temiendo lo peor.
Ellos siempre habían tenido un concepto tradicionalista de Yunho, quién (desde
que lo conocían) había dejado claro que su educación había sido la misma que
cualquier chico en la sociedad coreana, que se casaría con una chica hermosa,
buena ama de casa y tendría veinte hijos o más si se pudiera.
— Estoy esperando una respuesta. — reclamó el moreno con voz seria.
Changmin miraba la cara de asustados que llevaban ambos chicos y era
que, desde que había vuelto a ver a Yunho una semana atrás, éste la había
dejado claro que ya nada de lo que anteriormente le había sido inculcado tenía
valor para él, excepto una cosa. Yunho no se rendiría sin luchar por su
felicidad, hasta alcanzarla junto a la persona que él más ama en el mundo.
Jaejoong Hyung era un hombre muy afortunado por tener a alguien como Yunho para
amarlo. Junsu y Yoochun también habían tenido esa suerte, pues su pareja no
solamente era su amor, si no su mejor amigo y se conocían bien y compartían
gustos y ciertas maneras de pensar lo que hacía que la relación funcionase de
verdad.
— Desde hace año y medio… — Yoochun se armó de valor y había dado la
respuesta, esperando la reacción de enojo y frustración de su Hyung, tomando
una actitud defensiva al colocar a Junsu tras él, dispuesto a recibir los
insultos y los golpes en caso de llegar a ello, porque no dudaba que Yunho y su
educación tradicionalista tachara su relación de inaceptable, de aberración,
que seguramente eso les traería problemas con la posible reunificación del
grupo, si Yunho no estaba dispuesto a aceptarlos. Y aunque les doliera en el
alma a ambos, tanto él como Junsu dejarían el grupo y se dedicarían a luchar por
ellos mismos y su amor contra quien sea, aunque fuera uno de sus, alguna vez,
mejores amigos.
Dos de los presentes ya sabían cuál sería la reacción de Yunho ante
aquella afirmación, Jaejoong estaba también esperando la respuesta de Yunho,
dispuesto a enfrentarle para defender a los menores de su ira.
— Entonces las cosas son mucho
más serias de lo que yo me imaginaba… — y soltó un pequeño bufido a la
vez que una sonrisa se mostró en su rostro.
— sólo voy a advertirles una cosa… — se acercó a Yoochun quien retrocedió un paso,
a la expectativa de lo que Yunho pudiera hacer. — los dos son mis amigos, a ambos los aprecio y
los amo como si fueran mis propios hermanos, más no podría. Si tú, Yoochun
haces algo para herir a Junsu, o viceversa, tú, Junsu, haces cualquier cosa
para herir a Yoochun… jamás voy a perdonarlos y les haré pagar ese sufrimiento
muy caro. ¿Entendieron? Si van a estar dispuestos a estar juntos a pesar de
todas las consecuencias que eso pudiera acarrearles, voy… — luego miró a Changmin quien le asintió con un
movimiento de cabeza. — VAMOS a apoyarles en todo momento, pero no
duden que si alguno de ustedes sólo está jugando con el otro y le hace daño… no
voy a pensármelo dos veces antes de acabar con él… ¿Está claro el punto?
Era una situación algo… ¿Extraña? Yunho estaba amenazando a ambos chicos
como Padre - suegro
que era de los dos. JaeSoong se cubrió la cara con una mano, moviendo la cabeza
de lado a lado, aguantándose las ganas de romper a reír, mientras Jaejoong, Junsu
y Yoochun, a duras penas terminaban de procesar lo que el moreno les acababa de
decir.
— Traduciendo… — interrumpió Changmin para aclarar la
situación, al ver el rostro perplejo de los otros tres chicos. — Appa les está dando su bendición.
Jaejoong soltó su maleta, de la impresión, la cual cayó sobre el
piso haciendo un ruido seco que sacó de su estado de shock tanto a Junsu como a
Yoochun, quienes miraban estupefactos al moreno, el cual les sonreía
cálidamente.
— ¿Appa? — preguntó Junsu cual niño aliviado por haber
evitado el regaño de su padre.
— Sólo espero no tener que
recurrir jamás a cumplir mi amenaza. Si ya llevan año y medio juntos, espero
que duren toda su vida. — añadió el moreno.
Junsu no pudo evitar saltar a abrazar a Yunho, quien le devolvió la
caricia afectuosa con una sonrisa. A ambos chicos les importaba demasiado que
les aceptara así, con todo su cariño de amigo, de hermano. Yoochun también se
unió a ese abrazo, porque al fin sentía que, de una u otra manera, aquello era
un nuevo comienzo, casi como si fueran una familia de verdad.
— Changmin ah… — le habló Junsu al menos, quien,
apoyado en la puerta del departamento, no había perdido detalle de todo lo
acontecido. — ¿Tú no nos dirás nada?
— Yunho ha dicho todo… — Min sonreía.
— sin embargo, sí… tengo una duda. — dijo
con el semblante algo serio. — ¿Qué sale de mezclar un delfín con un ratón?
¿Una rata con branquias o un delfín peludo?
— ¡Jirafa del demonio! — le gritó Junsu tirándose sobre él para caerle a golpes que eran más en
juego que porque en realidad estuviera molesto, mientras JaeSoong, Yoochun y Yunho
reían a carcajadas ante la ocurrencia de Changmin.
Jaejoong miraba la escena seriamente, no era que aquella situación no le
alegrara, pues Yunho había aceptado así sin más la relación de sus amigos, sino
que…
— JaeSoong ah… ¿Cuál es tu habitación? — Le preguntó a su gemelo con la voz un tanto
apagada.
— ¿Ah? — el gemelo giró el rostro para mirarlo, iba a
hacerle una broma sobre Appa
y Umma, pero tuvo que desistir cuando
aquel sentimiento de desolación lo embargó de una manera que casi lo ahogaba. — sí, claro. Te llevo para allá.
Miró a los chicos que, entretenidos por la pelea de Changmin y Junsu no
les prestaban atención, y aprovechó para sacar a su gemelo de la habitación sin
ser vistos.
— Pero, dígannos… — empezó Yunho con una sonrisa mezcla de alegría
y curiosidad. — ¿Cómo fue que empezaron a
salir? Es decir, siempre fueron buenos amigos, muy pegados, pero ¿Cómo fue que
se dieron cuenta que… sentían algo por el otro?
— ¿En verdad quieren saber? — preguntó Junsu con una sonrisa, pero su mirada
se cruzó con la de Yoochun.
Flash Back
La estancia de aquel triste departamento estaba solitaria. Sólo el
sonido de la respiración de un jovencito se escuchaba.
El pelinegro se hallaba sentado en el mullido sofá, frente a la
televisión que acababa de apagar. Miraba hacia la nada y a la vez su mente
estaba sumida en los comentarios que recién escuchara.
No había espacio de espectáculos que no hablara de la demanda, que no
criticara o apoyara lo que hacían. Unos sacando conclusiones, otros tomando
mentiras por verdades, otros más buscando razones, investigando, metiéndose en
lo que no les importaba.
El chico cerró los ojos y sintió que estos le ardían por las lágrimas
que amenazaban con salir a borbotones de ellos. Los extrañaba, ¡Por supuesto
que lo hacía! Appa era indispensable para él, su hermanito era su compañero, su
incansable otra mitad para las bromas y los videojuegos. La casa se sentía
vacía sin ellos.
Y él no era el único que los extrañaba. Yoochun solía sentarse con el
líder a discutir muchas cosas. Esas pláticas que iban de la nada al todo, junto
con los consejos mutuos, así como las bromas y los momentos junto a su hermano
menor, esas peleas en broma, eran cosas que extrañaba el ratón.
¡Y Umma! Su Umma ya no sonreía como antes, ya casi no cocinaba, pues
había perdido la motivación para ello. Por las noches, el delfín lo había
escuchado sollozar un par de veces, recordando, extrañando, algunas veces
maldiciendo, pero siempre llamándolo a él.
Y era que nunca les había dicho de viva voz el sentimiento que guardaba
hacia Appa, pero se hizo aún más tangible en aquellos meses de separación,
cuando, frente a las cámaras y personas ajenas, Jae — Umma tenía que fingir estar bien, sonreír y
pedir apoyo, pero en la intimidad de su habitación… se desmoronaba como si
fuese un castillo de arena que no resistía los embates del mar de esa soledad
que le embargaba.
Junsu suspiró con tristeza, porque sabía que el amor de Jaejoong dolía
tan profundo, se hacía una herida tan grande en esos momentos, que era difícil
curarla con nada. Lo único que podía sanar ese dolor era la presencia de la
persona que más amaba y esa presencia, ahora, era prácticamente imposible.
Se abrazó las rodillas, pegando sus piernas a su pecho, como cada vez
que se sentía sobrepasado por alguna situación. Y era que, a pesar de todo,
aunque Jaejoong nunca les hubiese dicho que estaba enamorado de Yunho, hasta el
mismo delfín (quien era mucho más despistado para ese tipo de cosas que
cualquier otra persona) había acabado por darse cuenta de ese amor que
segregaban ambos por cada poro de su piel.
Y el pequeño Junsu entendía la desolación que en ese momento embargaba a
su Hyung, porque él tampoco hubiera podido seguir sin esa persona que tanto
ama, porque no hubiera tenido el valor de hacer lo que hizo si él no hubiera
estado a su lado para darle su apoyo, sus palabras de aliento. Y es que, aunque
Junsu se sabía perdidamente enamorado de él, se conformaba con su amistad, con
tenerle al lado, con ser esa persona que compartía sus buenos y malos momentos,
con el que se peleaba y reconciliaba a los cinco minutos, con quien jugaba y se
reía de sus pésimos chistes (que el delfín reconocía, muy graciosos no eran),
pero aunque no pudiera compartir con él algo más que un abrazo fraterno o una
sonrisa mal disimulada por su nerviosismo, no podía evitar estar agradecido con
la vida por estar a su lado, por tenerlo con él, por compartir con él aquella
amistad y aquellos momentos.
— ¿Qué hubiera sido de mí sin ti,
Yoochun? — se preguntó en un murmullo y sus
ojos, llenos de lágrimas, empezaron a desbordar aquel sentimiento que desde
hacía un tiempo para el presente se había adueñado de su corazón y su existir,
de toda su razón.
No supo cómo, no supo por qué o cuándo aquella amistad había cambiado
así. De repente se hallaba esperando compartir con él aquellos abrazos de broma
que hacían en fanservice, o sus manos empezaban a sudar frío estando cerca de
él o su voz, aquella hermosa voz lo ponía tan nervioso al grado de tartamudear
como un adolescente enamorado por primera vez. Y es que, a pesar de que Yoochun
no era la primera persona en haber llamado su atención, era la primera que le
causaba esos escalofríos cuando su piel entraba en contacto con la suya, que lo
hacía desear más de aquellas caricias tontas, de aquellas sonrisas que le
dedicaba.
Y no tardó mucho en saber que aquellas ganas de ahorcar a cuanta chica
se le acercaba a Yoochun para tontear con él, eran celos y se asustó de sí
mismo al descubrirse deseando que un automóvil le pasara encima a la tipa que
le dio un beso en la mejilla o que deseaba fervientemente que muriera lenta y
dolorosamente por haberlo tocado como él no podía hacerlo. Y pobre de aquella
actriz de Datin’ On Earth, porque
había encontrado la muerte de las maneras más diversas y terroríficas que su
mente delirante de celos pudo imaginar.
Y su corazón se estremecía y dolía un poco más cuando Yoochun se iba a
esos lugares donde Junsu prefería no estar, donde encontraba con quien pasar un
buen rato y se perdía entre la gente y el alcohol... y el delfín deseaba saber
qué era lo que le ocurría, qué le obligaba a beber hasta perder la conciencia.
Le gustaría saber, para poder consolarlo, para poder borrar con sus palabras y
sus besos todo ese sufrimiento que Yoochun escondía en su interior, porque lo
ama y sólo quería que él estuviera bien y sea feliz.
Porque eso descubrió el delfín que era ese sentimiento que le embargaba
por su amigo... AMOR, un amor tan grande que no le importaba verlo con otra
persona, si con ello la mirada de Yoochun se iluminaba, se llenaba de alegría,
esa que le hacía falta cada vez que pensaba en su familia dividida, en los
conflictos que sus padres tuvieron, en lo solo que creyó estar en aquellos
tiempos... en lo duro que esta demanda parecía ser y que solamente estaba
comenzando.
Y es que al principio, el delfín pretendió negarlo, pretendió huir de sí
mismo y de ese sentimiento, porque no debería ser, porque no era natural,
porque no podía ser posible que él hubiera cometido el error, el terrible error
de haberse enamorado de su mejor amigo, un amigo que era tan hombre como él.
Que era una persona que jamás podría corresponder a esos sentimientos. Junsu
intentó alejarse, borrar aquello que su corazón gritaba, pero no pudo y al
final... ahí estaba, fingiendo ser el mejor amigo, cuando no pudo dejar de
sentir aquello, conformándose con aquel papel secundario en el corazón de Yoochun,
porque sabía que nunca iba a poder aspirar a ser algo más.
— Al menos estás a mi lado... — murmuró recordando a Jaejoong, quien
seguramente se había quedado dormido ya después de tanto llorar.
Pero él... no, para él, Morpheo había decidido que se convirtiera
aquella en una noche más en vela, pensando en él, pensando en lo que sentía.
— ¿Qué haces levantado a esta
hora? — la voz de Yoochun le tomó por
sorpresa, el pequeño dio un saltito en su lugar por la sorpresa. — Son las tres de la mañana ¿No puedes dormir? — dijo en un murmullo acercándose hasta el mismo
sofá donde se hallaba sentado el delfín y dejándose caer junto a él.
— No... — respondió el más joven, limpiándose
rápidamente las lágrimas traicioneras, intentando que Yoochun no se diera
cuenta de ellas y la oscuridad le serviría de aliada para eso.
— Siempre en la oscuridad, Junsu, por él nunca podrás salir de ahí. — Se dijo, mordiéndose el labio inferior.
— Estaba viendo televisión, pero
me aburrió. — justificó el encontrarse justo
ahí. Sólo esperaba que su voz no delatara que había estado llorando.
— Yo también los extraño. — la voz de Micky se escuchaba desanimada,
triste.
— nadie sabe en realidad porqué
hacemos esto o porqué ellos decidieron quedarse en ese lugar. Sólo… sólo quiero
confiar en ellos y su amistad. — murmuró para luego dejar caer su cabeza sobre
el hombro de Junsu, quien al no esperar aquello dio un respingo, pero después
se relajó, sintiendo la suave respiración del otro chico tan cerca de él.
— ¿Por qué las cosas tenían que ser así? ¿Por qué todo se había vuelto
tan estúpidamente complicado? — se preguntó Yoochun sintiendo el
calor del otro niño bajo su mejilla, cerrando los ojos e imaginando que todo
era como antes, que en la habitación dormían Jae y Yunho, que Changmin
aparecería en cualquier momento por su bocadillo de media noche para poder
seguir durmiendo, porque según él, también gastaba energías mientras dormía.
Yoochun sonrió ante el recuerdo de sus hermanos lejos de ellos. — Casi seis meses… — se
recordó. Seis meses en los que la SM no los había dejado ponerse en contacto.
Seis meses de silencio y sonrisas forzadas cuando habían tenido que presentarse
juntos en algún programa. Seis meses en los que sus últimos encuentros no
habían sido más que miradas cruzadas y caras serias. Incluso las grabaciones de
sus últimos videos habían sido… decepcionantes porque su amistad parecía que había
encontrado un tope, porque Changmin y Yunho no pudieron encontrar el valor para
unirse a ellos, para permanecer a su lado.
Sabía lo mucho que su SoulMate estaba sufriendo en aquellos momentos.
Ese amor que sentía y que lo ahogaba, que le hacía tanto daño por no haber
sabido expresarlo a tiempo. Por tener a la persona que amaba tan lejos de él,
no sólo de manera física, si no también lejos de su corazón. ¿Qué hubiera
sucedido si Jaejoong hubiera decidido decirle a Yunho lo que sentía por él?
¿Las cosas hubieran sido diferentes? ¿Yunho y Changmin estarían con ellos? ¿O
hubiera sido alguien más el que se hubiese quedado en la SM? Si hubiera sido…
— ¿Qué hubiera sido de mí sin ti?
— se preguntó
Yoochun sintiendo su corazón latir tan rápido de repente, ante la angustia que
le invadió de sólo imaginar el vacío que su vida tendría de no estar Junsu a su
lado.
Y era que desde hacía mucho tiempo, esos sentimientos que le embargaban
cada día por ese hermoso chico que tenía a su lado, que le llenaba el corazón
de cosas tan hermosas, que nunca antes había sentido con ninguna otra persona,
hombre o mujer, habían cambiado a tal grado que esas mismas sensaciones, esos
mismos sentimientos sólo le sumían en un miedo tan terrible que no podía más
que tratar de ahogarlos bajo aquella mascarada llamada amistad.
Y es que a pesar de saber que estaba enamorado de Junsu, que ese amor
era la poderosa fuerza que le hacía levantarse cada mañana, respirar cada día y
sentirse vivo, por otro lado, se sentía el ser más despreciable y bajo de la
tierra. Porque se había enamorado de su mejor amigo, su mejor amigo hombre, que
le entregaba su confianza, sus tristezas, sus alegrías, sus dudas, quien le
pedía apoyo.
¿Cómo se había dado cuenta? Cuando hubo un tiempo en el que Junsu se
alejó de él, lo dejó de buscar, dejó de compartirle sus logros y sus malos
ratos, dejó de llamarlo. Entonces el corazón de Yoochun se marchitó, como una
flor que no era regada, que no le llegaba la luz, porque la risa de Junsu era
el agua que necesitaba, su mirada la luz para iluminar su vida, porque sin él
se sentía en una oscuridad aún más profunda que la que reinaba en aquel salón.
Estaban en un silencio casi absoluto, casi sepulcral, pues sólo se
escuchaban sus respiraciones acompasadas, llevando un ritmo tan sincronizado,
como si fueran una sola. Y Yoochun sonrió para sí ¿Qué sería que Junsu
respondiera en verdad a sus sentimientos? ¿Si él…? pero no… eso no era posible.
Él no…
Recordó todas aquellas veces en que los medios de comunicación habían
liado a Junsu con una chica, no había podido evitar sentir incomodidad, cuantas
veces lo había escuchado negarlo con una sonrisa, diciendo que aún no
encontraba a ese alguien ideal, porque lo sabía, sabía que aunque dijeran que
alguna era su novia o sólo salía con ella por algún motivo (generalmente de
trabajo), Yoochun estaba consciente que el día en que Kim — Xiah
— Junsu dijera formalmente que
tenía novia, ese día lo perdería, porque esa mujer sería la elegida no sólo
para ser su novia, sino para compartir con él toda su vida, de la manera en la
que Yoochun, como su mejor amigo, no podría.
Y un nudo se formó en su garganta al pensar en aquel futuro tan seguro
aunque lejano por el momento. Ese mismo nudo que se le formaba cada vez que
había tenido que aguantarse las ganas de protestar, de gritar, de quitar a esas
bailarinas que tanto se le pegaban en sus performances. ¡Dios! Xiahtic casi había sido la muerte para más de una en
cada presentación. Si las miradas mataran, cada bailarina que se le había
acercado en sus actuaciones, ya estaría 20 metros bajo tierra. Durante el
performance de My page, casi le había
dado un paro cardiaco cuando le vio empapado de la cabeza a los pies. La ropa
se le pegaba a su sinuosa anatomía y la propia anatomía del ratón no dudó en
responder ante tal estímulo visual. Sin embargo, esas tipas que lo toqueteaban…
tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no tomarlo entre sus brazos y
alejarlo de ellas, encerrarlo en algún sitio donde pudiera tenerlo sólo para
él.
Pero… siempre hay un pero… no podía, nunca podría. Junsu no era de ese
tipo de personas, no podría jamás confesarle sus sentimientos, porque no le
correspondería y lo único que haría sería arruinar su amistad.
Por otro lado, Yoochun ni siquiera estaba seguro de querer algún tipo de
relación con alguien. Era cierto, muy cierto que deseaba a Junsu a su lado,
¿Cuántas veces no había imaginado sostenerlo entre sus brazos, besarlo, amarlo
hasta el cansancio? Infinidad, sin embargo, él no era un hombre que creía en
los finales felices, no era un persona que creyera en la eternidad para un
sentimiento tan volátil como lo era el amor. Porque su experiencia en el campo
nunca fue grata, ni siquiera tuvo un buen ejemplo en eso, su familia quedó
completamente separada por un padre traidor y su madre se vio sumida en una
profunda depresión por años, debido a que ella había entregado todo a aquel hombre
que se fue sin mirar atrás.
¿Y si él era así? ¿Si él era igual a su padre? ¿Haría sufrir a la
persona que más amara como lo había hecho él? Y no quería encontrar esa
respuesta, no quería ni siquiera investigarla, porque entonces se haría
realidad y él no quería, no quería herir a Junsu, no quería herir a la persona
que más amaba.
— Yoochun… — la voz de Junsu se escuchó a través de la
oscuridad. — gracias…
— el murmullo llegó
claramente a sus oídos.
¿Le agradecía? ¿Por qué? ¿Qué había hecho para merecer aquella gratitud?
— Por estar aquí, por… — permanecer
a mi lado, quiso completar, pero
las palabras no pudieron salir. Y su corazón latía un poco más apresurado que
antes, porque necesitaba decirlo, necesitaba que supiera que por lo menos… no
podía imaginarse atravesando por aquella situación, sin tenerlo a su lado. Era
lo que Junsu más apreciaba.
Y al escuchar aquello, su piel se erizó, sus manos empezaron a sudar.
— Yo… no podría estar mejor en
ningún otro lugar. — confesó, sin pensar, pues su corazón
nervioso había dejado salir aquella verdad sin preguntarle a la razón. Pero no
podía negar que así fuera. Ese era el lugar a donde pertenecía, al lado de Junsu
y no lo iba a negar nunca más, aunque sólo fuese como su amigo, como su
confidente. Ese lugar no lo iba a dejar jamás.
Y aquella frase dicha casi en su oído, aquella respuesta inesperada le
hizo sentir el hombre más feliz del universo, porque quiso pensar, su corazón
quiso imaginar que lo decía porque lo amaba, porque en realidad quería permanecer
a su lado para siempre, igual que él lo haría.
— Chunnie… — se giró para mirarlo, apoyado en su hombro.
El mayor respondió, levantando la mirada, topándose con el rostro de
Xiah a escasos centímetros del suyo.
— ¿Cómo se sentirá? — se preguntó Micky, mirando
aquellos tiernos y delgados labios, que a pesar de la oscuridad podía ver
perfectamente, pues se había grabado cada detalle de ellos, de tanto tiempo que
se le quedaba mirando, imaginando, como en aquel mismo momento, cómo sería el
besarlos, si sabría tan dulce como tantas veces había soñado.
— ¿Serán tan suaves como parecen?
— Se pregunto
Junsu al tenerlo tan cerca, al sentir su respiración cerca de él, cada vez más
cerca… cada vez…
El roce que sintió confirmaba lo que había supuesto… suaves, dulces. No
había podido resistir la tentación de probarlos, de sentirlos por una vez, por
una única vez. Y Yoochun decidió que — pedir
perdón era mejor que pedir permiso — porque nada ni nadie le robaría el hecho de
haberlo besado por una vez, por una única vez… y tomó con suavidad su labio
inferior, succionándolo suavemente y sintió de repente los labios de Junsu
responder a esa caricia y su corazón se aceleró y supo que no podía
conformarse, que aquel beso no era suficiente, pues más parecía un náufrago
sediento que, viéndose a la deriva, únicamente había podido beber agua salada,
agua que solamente le causaba cada vez más sed… que era adictivo, el sabor de Junsu
era totalmente adictivo.
Las manos de Yoochun pronto rodearon su cintura, acercándolo más a él, Junsu
pronto pudo sentir su calor bajo las palmas de sus manos que había subido hasta
encontrarse con su pecho. El beso se hizo cada vez más profundo, más
apasionado. La lengua del ratón pidió permiso para entrar en aquella dulce
cavidad y el delfín aceptó gustoso, pronto estaban degustando el sabor del
otro, impregnándose en sus papilas, como un sabor que nunca olvidarían.
Y entonces en su corazón se aclaró todo, Junsu no había rechazado su
beso, no lo había apartado cuando lo acercó a su cuerpo, el cual parecía que
estaba hecho a molde con el suyo, pues encajaban a la perfección en aquel
estrecho abrazo, en el cual, Junsu había acabado a horcajadas sobre él… y
parecía que todos sus miedos, todas sus dudas habían desaparecido por arte de
magia al sentir aquellos labios, aquellas caricias.
Cuando el aire se hizo escaso para los dos, Junsu se separó lentamente
de él y aún con los ojos cerrados, un suspiro escapó de entre los labios del
pelinegro.
— Te amo… — la confesión que Junsu jamás creyó hacer
estaba ocurriendo en aquel preciso instante. Abrió los ojos encontrándose con
la mirada seria de Yoochun, quien lo observaba detenidamente, como si quisiera
grabarse cada detalle de su rostro a fuego en su mente.
— Yo… Junsu… Yo no creo en los Para
siempre. — dijo el ratón con un murmullo
algo dolido.
¿Qué significaba eso? ¿Qué lo rechazaba? ¿Qué nunca le amaría como él lo
hacía? La mirada de Junsu entristeció. Al parecer su arranque de valor no había
salido tan bien como había esperado, porque aquel beso le había dado esperanza,
le había hecho pensar que…
— No creo en los para
siempre Junsu… porque no me gusta
prometer cosas que no voy a poder cumplir…
— dijo el ratón, interrumpiendo los debrayes mentales del delfín,
colocando una mano en su mejilla para que nuevamente le viera a los ojos, pues
el pequeño había optado por esconder su desilusión bajando el rostro. — No voy a prometerte que te amaré eternamente,
porque tal vez por la mañana amanezca yo muerto… Voy a prometerte que el día de
hoy voy a amarte, a cuidarte, a valorarte como mereces y cuando el día acabe, y
el mañana se convierta en hoy, entonces te haré una nueva promesa de amor… y el
día que yo ya no pueda hacerte esa promesa diaria, ese día será porque ya no
estaré en este mundo para que me escuches decirla. — le
dijo con ternura.
— ¿Qué acaso eso no es lo mismo que la eternidad? — se preguntó el delfín escuchando la
contradicción en labios de… Yoochun.
— Yoochun tonto… — le dijo con un mohín en los labios. — entonces… yo voy a hacerte una promesa a ti… — el mayor le miró, esperando lo que el delfín
tuviera que decir. — Si hoy voy a ser tu novio y
mañana no está seguro… Yo te afirmo que voy a hacer todo de mi parte para que
tú renueves todos los días tu juramento… te lo prometo. — respondió el delfín con una sonrisa segura.
Fin Flash back.
— Confórmate con saber… que he
podido cumplir con mis promesas. — dijo el ratón rodeando al delfín
por cintura y pegándolo a su cuerpo en un cálido abrazo.
— A pesar de todo, quinientas veintisiete promesas y contando… — se dijo el ahora rubio delfín con una sonrisa mientras se dejaba mecer
entre los brazos de su novio.
El sonido de una puerta al cerrarse llamó su atención. JaeSoong salía de
su habitación. No se habían dado cuenta a qué hora los gemelos se habían
retirado.
— Jaejoong estaba muy cansado. Ha
preferido irse a dormir ya. — les dijo el pelinegro cuando les
vio aun en la sala. — pensé que ya se estarían
acomodando en las habitaciones.
— ¡Cierto! — Changmin se golpeó la frente con la palma de
la mano. — todavía tengo que sacar mis
cosas para que se acomode el YooSu en la habitación.
— Yo no tengo que mover nada. Aún
hay espacio en el clóset, así que puedes usarlo, Min. — respondió Yunho ante la preocupación del
menor.
— Bien, entonces yo sacaré mis
cosas… vengan, les mostraré la habitación.
— señaló el
menor hacia el pasillo.
— Soongie… dijiste que no había
nada en la despensa ¿Te parece si aprovechamos que todos están ocupados y vamos
al supermercado? — preguntó Yunho al mayor quien
asintió con un movimiento de cabeza. — entonces, no tardamos.
— De acuerdo. — dijo Yoochun mirándolos salir del departamento para luego girarse a
mirar a Junsu con ternura. — vamos a la habitación.
El delfín le respondió con un movimiento de cabeza, siguiendo a Changmin
por el pasillo.
Aquel día, Yoochun estaba cumpliendo su promesa con creces, pero Junsu
sabía que aún faltaban muchos días y muchas promesas por hacer y por cumplir.
Esta vez con el apoyo de sus amigos, su familia.
Que bonito. Capitulo, la promesa de amor del YooSu. No me gusta que sufra el YunJae y todo por falta de comunicación.
ResponderEliminarGracias!!!