Cuando por fin se acercó lo suficiente como para mirarlo mis
ojos se abrieron de par en par. Era realmente… No lo sé, al verlo quedé sin palabras.
Totalmente mudo y sin darme cuenta mi corazón comenzó a latir muy rápido y mis
mejillas se sonrojaron al instante.
Si, suena gay, pero era el hombre más hermoso que haya visto
alguna vez.
— Lo
sentimos mucho señor – dijeron los soldados
sumamente nerviosos y él los miró serio.
— Pueden retirarse
Los hombres se fueron y él me sonrió, levantando su mano
invitándome a tomarla.
— Ven,
te estaba esperando
— ¿Y tú
eres…?
— Tranquilo, todo a su tiempo – Su fina mano cubierta por un guate de cuero envolvió la mía y
sentí que me moriría. ¡Si hasta parecía una chiquilla enamorada con el galán de
sus sueños!
— ¿Dónde me llevas? – pregunté ilusamente, tragando saliva muy nervioso.
— Solo
ven, debes estar cansado. Tengo una habitación preparada para ti y un baño de
agua caliente te espera – Ahí fue cuando caí en
el asunto, él debía ser el Rey que tanto querían esconderme Yoochun y Junsu. El
Rey de corazones creo que era.
No dije nada más y caminé guiado por su fina figura, su mano no
soltaba la mía y a pesar del guante que separaba nuestro tacto podía fácilmente
sentir la calidez de su piel.
— Woah…
— susurré
impresionado al quedar frente a una puerta rota, la cual giraba lentamente, de
manera extraña. Alcé mi vista y contemple el castillo de ladrillos con una
curiosa forma en espiral. Luego el Rey me dijo que el lugar en el que estaba
anteriormente era ni más ni menos que el jardín real.
Entramos, el Rey encendió una luz y caminamos por los pasillos
antiguos llenos de cuadros, cada uno más hermoso que el anterior. En el suelo
habían aves, muy extrañas pero de hermosos colores. Hasta parecía que me
sonreían. Cortinas de seda colgaban de las paredes. Espejos, muchos espejos
cada uno distinto al otro. Las alfombras rojas en un pasillo, azules en otro,
habitaciones por aquí y por allá. Era el lugar más hermoso que jamás haya
visto. Realmente bello.
Miré hacia una de las paredes de seda, una tarántula se deslizaba lentamente, como si flotara. El rey se volteó para mirarme y rió.
Miré hacia una de las paredes de seda, una tarántula se deslizaba lentamente, como si flotara. El rey se volteó para mirarme y rió.
— Siéntate… — Me indicó, apuntando
delicadamente a una antigua silla mecedora. Yo obedecí y me senté. Se giró
dándome la espalda. – Cierra tus ojos…
— ¿A dónde vas?
— Espera en la mecedora. No abras tus ojos hasta
que cuente siete.
— ¿Por
qué?
— No
los abras por ningún motivo…Si abres tus ojos… no podrás regresar
Mi corazón comenzó a doler. No sé porque pero una tristeza
enorme me envolvió.
— Ok… — asentí y bajé mi cabeza, con los ojos
cerrados.
— Uno… — susurró y el dolor en mi pecho se hizo más
fuerte – Dos… — sentí sus pasos acercarse a mí, lentamente. – Tres… — Se me hizo un nudo en la garganta y un sabor
amargo llenó mi boca. – Cuatro… — Su suave voz se volvió dolorosa, desgarrando
mi alma. – Cinco… — El eco del pasillo resonaba en mis oídos. Era
insoportable. Ese silencioso eco me torturaba. – Seis… — Las lágrimas comenzaron a bañar mis mejillas.
Levanté mis manos y tapé mis oídos. Y aunque mis ojos se mantenían cerrados,
pude ver como lentamente abría sus labios… Y sin siquiera emitir un sonido,
pronunció silenciosamente — … Siete…
Sentí sus brazos rodearme y la tristeza que se había acumulado
en mi corazón desapareció. Una paz inexplicable me envolvió, sentí una cálida
luz rodearme y todo se apagó.
>>> ♥ <<<
Abrí mis ojos lentamente. El sol entraba por los grandes ventanales de las paredes. Me estiré y suspiré. Todo estaba muy cambiado, el sol brillaba, los pájaros cantaban afuera. ¿Qué hora sería? ¿Dónde estaría el Rey? Recordé luego que ni siquiera sabía su nombre.
Me levanté y me fijé en un detalle. Estaba en pijama y sentía mi
cabello muy limpio. Mi ropa estaba doblada a los pies de la cama.
Salí de esta, la ordené y salí de la habitación en busca del
Rey. Todo estaba distinto. Ya no había pájaros sonrientes, ni cuadros hermosos,
ni espejos, ni paredes de seda. Todo era normal. Completamente normal.
— Así
está mucho mejor… — susurré para mí mismo,
porque realmente, a pesar de lo hermoso que se veía ayer el castillo, me
entristecía bastante.
Seguí caminando, revisando habitaciones, explorando todo el
lugar. Giré la manilla de una de las tantas puertas pero esta no se abrió. –
Extraño… — seguí intentando abrir la puerta. No estaba
cerrada, estaba atorada. Cuando golpeé la puerta con mi cuerpo está se abrió y
sentí una mano posarse en mi hombro. Lo que me hizo gritar del susto.
— Tranquilo, tonto – Esa voz… Era…
— ¡Yunho! –
Exclamé sorprendido — ¿Qué
haces aquí?
— Puedo
estar en cualquier lado, ¿Sabes?
— Entiendo… Ehm, ¿Has visto al Rey?
— ¿Ya lo conociste?
— Si,
pero solo un poco. Ni siquiera se su nombre
— Nadie
lo sabe
— ¿Nadie? ¿Por qué?
— No lo
sé. Bueno… Supongo que a alguien se lo habrá dicho alguna vez, no conozco a
nadie. Solo sé que su nombre solo se lo dice a la gente que es muy especial
para él
— Entiendo… De todos modos ¿Lo has visto?
— Si,
ven conmigo
Me tomó de la mano y me llevó a una habitación. En las puertas
estaban dos soldados.
— Solicito permiso para ver al Rey – dijo él
— Adelante
Ambos entramos, de verdad cuando la gente habla de un Rey me
imagino a un hombre sentado en su trono, con un cetro y su larga capa y una
corona, ordenando cosas a la gente. Pero eso no fue lo que vimos cuando
entramos.
Nos acercamos a él y vimos que en sus manos tenía lo que
parecían unas partituras, mientras él tarareaba una melodía. Al escuchar su voz
al cantar sentí una estampida de mariposas (ok, las mariposas no son estampidas
pero así lo sentí) en el estomago, revoloteando y diciéndome “¡Míralo! ¡Es
hermoso! ¡Enamórate de una vez, baboso!” pero no, Shim Changmin no se enamorará
de un hombre.
Reí como una chiquilla enamorada cuando ve a su chico ideal
jugando fútbol, pero no porque él jugara, sino porque cuando nos vio saltó del
susto, soltó sus hojas, se sonrojo y se enderezó (Si, estaba sentado de una
manera muy rara, como si su trono fuera una cama)
— Perdón, no los escuché – se disculpó recogiendo las hojas, yo lo ayudé con unas cuantas
— Yo
debería disculparme por interrumpirlo, Señor – Yunho hizo una reverencia
— Te he
dicho miles de veces que no me trates ni de Señor ni de Usted, me siento viejo – rió y nuevamente esas mariposas revolotearon en mi estomago.
— Perdón, era para demostrar cortesía ante las
visitas – Yunho me miró y rió – Como sea, el pequeño te buscaba
— Oh,
¿Y para qué sería? – Me miró nuevamente con ese
aire casi maternal y me sonrojé
— S…
solo quería saber dónde estabas… Cantas muy lindo – susurré idiotamente. Bien hecho Changmin ¿No podías decir algo
que no sonara a chiquilla enamorada?
— Pues
aquí me tienes – respondió él, sonriente – Y gracias por el cumplido…
— Entonces me retiro – Yunho hizo una reverencia nuevamente, antes de marcharse se
acercó a mí y susurró en mi oído “Pon en práctica todo lo que hiciste ayer”,
yo me sonrojé y él se fue.
— ¿Y bien?
– Se estiró
— Bueno, yo… — Tomó mi muñeca rápidamente, me giró de una
manera rara y me jaló hacia él, quedando yo sentado entre sus piernas. Su pecho
que subía y bajaba calmadamente al compás de su respiración se movía suavemente
contra mi espalda, y luego pasó sus brazos por mi cuello, rodeándome con ellos.
Yo no hice nada más que sonrojarme, avergonzarme, y sonreír como idiota. No me
iba a salir de ahí, claro que no. Se sentía rico. Su aroma inundó todos mis
sentidos. Cerré mis ojos y me relajé, recostándome suavemente contra él.
— ¿Dormiste bien? – preguntó, y un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sentí su
respiración chocar contra mi cuello.
— S…
si, gracias… — Un tierno beso de su
parte rozó mi cuello y suspiré.
— Me
alegro… —
— ¿Oye?
— ¿Dime? –
Hundió su cara en el espacio entre mi hombro y mi cuello y reí — ¿De qué te ríes? – Preguntó de manera
infantil
— Tu
respiración da cosquillas – reí — ¿Puedo saber tu nombre? – pregunté
inocentemente
El Rey se quedó callado largo rato y luego sonrió, a pesar de
que no lo podía ver lo sentí.
— Jaejoong… — respondió, yo sonreí y mi sentí realmente especial, luego de
haber recordado las palabras de Yunho “Solo sé que su nombre solo se lo dice a la
gente que es muy especial para él”
— Jae —
hyung… — susurré de manera
infantil y me acurruqué entre sus brazos — ¿Te
puedo llamar así?
— Si
puedes…
— Hmm… — Luego de un rato caí en lo que estaba pasando.
Yo mismo dije que no me gustan los hombres y que nunca me gustará uno. ¿Por qué
demonios sigo entonces en esta posición? Una relación entre dos hombres no es
normal y…Ah, al diablo con la moral y todo eso. – ¿Por qué me mandaste a buscar? – pregunté curioso, el rió
— Una
vez te vi… — susurró,
jugando con un mechón de mi cabello – Te
vi y nunca más te pude sacar de mi cabeza
— ¿Por
qué? – Pregunté girándome un poco para mirarlo
a la cara
— ¿Acaso nunca te has mirado en un espejo?
¡Mírate! ¡Eres el chico más lindo y adorable que he visto! – mis mejillas se encendieron rápidamente.
— Lo
dudo – sonreí tímido
— Pues
así fue… Es como el cuento de La Cenicienta. Bueno, aunque no nos conocimos en
una fiesta. – rió
— Así
es… — Me quedé mirándolo fijamente, observando su
rostro. Apreciándolo como si de una obra de arte se tratase. Mis manos por
inercia se movieron hasta rozar su mejilla con mis dedos. Y era realmente
suave. El abrió sus ojos sorprendido y cuando me di cuenta me encontraba
besando sus labios de una manera suave y delicada. Mis brazos se habían movido
quien sabe cuando hasta rodear su cuello y las suyas se posaron en mi espalda.
Me moví hasta quedar sentado sobre Jaejoong, mis piernas a cada lado de sus
caderas. Y luego de un largo beso me separé para poder respirar. Lo miré
emocionado, confundido, avergonzado. Pero más que nada feliz. Aquel vacío que
siempre sentí, ese agujero que no llenaba con nada… sentía que al fin estaba
lleno, al fin estaba completa esa parte que faltaba en mí.
No dije nada y uní nuevamente mis labios con los suyos. Esta vez
de una manera más hambrienta. Eran deliciosos. Nos levantamos como pudimos y
caminamos hasta la puerta. Al llegar nos alejamos y Jaejoong me tomó en brazos,
puso sus manos en mi trasero para sujetarme y caminó conmigo a cuestas hasta
una habitación. Entramos y cerró la puerta tras nosotros. Volvimos a besarnos.
Sus besos ahora cambiaron de rumbo hacia mi cuello, me recostó suavemente sobre
la cama. Sus manos me tocaban como si tocara una delicada pieza de cristal, la
cual se podía romper en cualquier momento. Si, las otras veces lo disfruté (Con
Yoochun, Yunho y Junsu), pero esto era distinto. Era especial.
— Jaejoong… — suspiré cuando sus delicados dedos quitaron mi
camisa y comenzaron a viajar por mi pecho bajando a mi estomago y luego por mi
vientre.
— ¿Si? – preguntó besando mi mandíbula, sus mejillas estaban casi tan
sonrojadas como las mías (O eso me imagino)
— Nada…
— sonreí y mis manos quitaron el delgado abrigo
que traía, para luego quitar también su camisa. Sus labios húmedos y calientes
viajaron por todo mi pecho sacándome varios suspiros y jadeos. Mordí mi labio
en un vano intento por no gemir, pero fallé bíblicamente cuando su rosada
lengua se paseó por sobre la sensible piel de mis pezones.
El calor comenzaba a incrementar en nuestros cuerpos. Y más aún
allá abajo, donde comenzaba a ponerse animoso. Moví mis manos pero no hacia él,
sino que hacia mí mismo para quitar mis pantalones. Jaejoong sonrió y me ayudó.
— ¿Quieres seguir? No te voy a obligar…
— Adelante…
Lamí sus labios para luego bajar a su cuello, sus clavículas, su
pecho; volviéndome loco por la degustación de los distintos sabores de su piel
en cada sitio.
Mi entrepierna ya había despertado casi por completo, y pude percatarme de Jaejoong estaba en el mismo estado. Así que le hice el favor y quité sus pantalones, quedando ambos solo en ropa interior.
Mi entrepierna ya había despertado casi por completo, y pude percatarme de Jaejoong estaba en el mismo estado. Así que le hice el favor y quité sus pantalones, quedando ambos solo en ropa interior.
— Hmm… — gemí al sentir su dureza. Comenzó luego a
mover sus caderas contra las mías, dándome más placer. Abrí mis piernas para
sentir más su hombría. Hasta que decidió quitar las únicas prendas que impedían
el que nos tocáramos y sintiéramos al cien por ciento.
Quedamos ambos totalmente desnudos y Jaejoong tomó nuestros
miembros con una mano, masajeándolos a la par, frotándolos entre sí. Uno que
otro gemido escapó de mi garganta, y sus labios se posaron suavemente sobre los
míos, moviéndolos suave y torpemente como si fuera la primera vez que besaba a
alguien. De pronto me sentí húmedo, pequeñas gotas de pre — semen corrían desde
la punta de nuestros miembros totalmente erectos, empapando su mano. El sonido
de su agitada respiración hacía eco en mi mente, quedando grabada en ella. Al
aroma a almizcle en sus hombros, su espalda, todo su cuerpo… inundaba mis
sentidos. Me embriagaba… Me hacia desear más y más.
De pronto dejó nuestras erecciones y yo abrí más mis piernas,
tome una de sus manos, la acerqué a mi rostro y lamí sus dedos sensualmente (O
eso intenté) hasta dejarlos totalmente humectados. El me sonrió, llevó dos
dedos a mi entrada y los introdujo lentamente en mí. Un suspiro salió de mi
boca pero no me quejé. Quizás por el hecho de que ya me estaba acostumbrando, o
por la extrema suavidad que usaba. Sus dedos salían y entraban de mí con cada
vez más velocidad. Luego introdujo un tercer dedo, y comenzó a moverlos en
forma de círculos. Rápidamente pero sin quitar esa delicadeza con la que había
hecho todo hasta ahora.
Lo miré fijamente, hablándole con la mirada, pidiéndole que
entrara en mí. …l me entendió y retiró sus dedos. Sentí la punta de su miembro
rozar mi entrada y gemí. Tomé aire y me penetró.
Un gemido casi grito salió de mi boca. Estiré mis brazos y
abracé a Jae, acercándolo a mí para sentirlo más cerca. Yo mismo empecé a mover
dificultosamente mis caderas para más contacto, el continuó con lo que yo
empecé y comenzó a embestirme. En un principio lentamente, pero luego su
velocidad incremento.
Lo besé repetidas veces, él gimió en mi oído… Pero para mí…Jaejoong
no estaba gimiendo. Estaba cantando suaves y angelicales notas musicales en mi
oído. Deleitándolos. Volviéndome adicto a él y a su voz.
Sus embestidas se hicieron cada vez más fuertes. Comenzó también
a masajear mi miembro, haciendo que en poco tiempo terminara lo que había
empezado. Haciendo que me corriera en su mano. …l continuó hasta que no pudo
más, gimió sensualmente en mi oído y cayó rendido. De nuevo sentí esa extraña
sensación de algo viscoso y caliente derramarse en mi interior.
— Changmin… — suspiró –
Changminie… bebe… — susurró sonriendo, las mariposas volvieron a
revolotear en mi estomago al escucharlo hablar de esa manera tan
endemoniadamente adorable.
— ¿Si?
– mi respiración comenzaba a normalizarse.
— ¿Quieres… – hizo
una pausa y sonrió — …
quedarte conmigo?
— ¿Contigo? –
Pregunté impresionado y me sonrojé –
Pero…
— Quiero que te quedes aquí… Puedes vivir aquí…
conmigo – me besó delicadamente y salió de mi
interior, para recostarse a mi lado.
— Contigo… — susurré e imágenes de cómo sería mi vida
viviendo en este castillo aparecieron en mi mente. Y por alguna razón todas las
imágenes nos involucraban a Jaejoong y a mí en relaciones amorosas y
acarameladas. Me sonrojé ante el pensamiento y sonreí. – No quiero serte una carga…
— No lo
serías…
— ¿Puedo pensarlo un poco? – Pregunté confundido
— El
tiempo que quieras – me sonrió y se acurrucó a mi
lado. Suspiró y cerró sus ojos.
Miré el reloj de cristal que colgaba de la pared. Han pasado 3
horas. Jaejoong se quedó dormido a mi lado, y como me gustaría hacer lo mismo…
pero no puedo, solo he podido pensar en lo que me pidió él.
“Una vida junto a él…”
Podría tomarlo en cuenta y quedarme con él. La comida es rica
aquí, es todo muy lindo, pero…
“¿Y si me enamoro de él?”
Sí, me asustaba eso… Pero era tan obvio. Las mariposas que
siento en el estomago cuando lo miro, cuando lo veo y escucho reír, lo escucho
cantar, cuando me habla. Todo me hace sentir en las nubes. En el paraíso.
“Me da miedo enamorarme… “
Me da miedo porque, en primer lugar, es hombre… y segundo… No
quiero terminar como mis padres. Siempre peleando, siempre discutiendo, siempre
llorando, siempre sufriendo… Y no quiero ser como mi padre, ni que él lo sea…
Siempre golpeó a mi madre, al igual que a mí. Mi madre se fue se
la casa y mi padre se volvió a casar. Odio a esa mujer. Era el mismísimo
demonio.
Sin darme cuenta una lágrima corrió por mi mejilla, dándoles
paso a las demás. Un sollozo escapó de mi boca, la cual tapé al instante.
Jaejoong abrió sus ojos, y al verme casi saltó de preocupación.
— Minnie… ¿Qué pasa? – esa actitud maternal hizo que mis lágrimas y sollozos
incrementaran. Lo miré y sin responder me abalancé a sus brazos.
— Si
quiero… si quiero quedarme… quiero quedarme aquí… — lloré – No
quiero volver a esa casa, Jaejoong…
…l me abrazó fuertemente y un tierno “Gracias... todo estará bien
desde ahora… no te abandonaré” salió de sus labios, para besarme
suavemente “…Te lo prometo”.
Me quedé horas en sus brazos. Horas sintiendo su aroma, su piel
desnuda contra la mía. Su calidez. Y cuando el sueño me envolvió me di cuenta…
“Amo a Jaejoong…”
Sonreí ante el pensamiento y me dormí en sus brazos.
>>> ♥ <<<
Una risita me sacó de mi sueño, pero no quise abrir mis ojos. Algo rozó mi rostro y otra risa resonó en mis oídos.
— Shh…
guarda silencio, va a despertar – susurró
alguien riendo.
— Perdón, pero… jajaja… — rió bajito, intentado acallar su risa.
Abrí mis ojos para ver qué demonios pasaba y me sorprendí. Eran
Yoochun y Yunho y… ¡¿un marcador?!
— ¡¡Waah!! –
grité levantándome rápidamente, luego recordé que me había dormido desnudo pero
para mi sorpresa tenía puesto un suave pijama con aroma a Jaejoong. — ¿¿Qué demonios hacen??
Ambos me miraron serios, una sonrisa se dibujó en sus rostros y
comenzaron a reír a carcajadas. Corrí a un espejo que había junto a la puerta y
me encontré con mi rostro todo rayado.
— ¡¡Mi
cara!! – grité, sus risas no cesaban.
— Oh,
te ves tan sexy – rió Yunho y la risa
escandalosa de Yoochun se hizo más fuerte.
— Ajajajaja Ahhh mi estomago… — se quejó Yoochun
— Son
de verdad unos desgraciados
Entré al baño de la habitación y lavé mi cara. Cuando salí los
miré a ambos algo dudoso.
— ¿Qué hacen aquí?
— ¿Qué hacen aquí?
— Vinimos y ya… — Sonrieron ambos.
Recordé que algo faltaba, miré a la cama y no había nadie ahí.
— ¿Y
Ja… el Rey? – Pregunté
— No sé,
cuando llegamos estabas solo. – Respondió
Yunho
— ¡No
me digas que dormiste con él! – Preguntó
Yoochun
— ¡¿Eh?! – los
colores se me subieron al rostro en ese instante.
— ¿Con
el Rey también? ¡Eres un pervertido! – Dijo Yunho
— Si,
eres un pervertido. Tienes sexo con todos. Incluso me obligaste a mí y a Junsu
a hacértelo – se cruzó de brazos Yoochun
— También me obligó a mí – respondió Yunho, también cruzándose de brazos.
— ¡¿Qué
los obligué?! ¡Son unos descarados! ¡Ustedes me violaron! – grité totalmente escandalizado.
— Yunho, ¿tu serías capaz de semejante
barbaridad? – Preguntó Yoochun haciéndose
el inocente
— Claro
que no, ¿Y tu Yoochun?
— ¡Jamás! Soy una persona demasiado pura e
inocente como para hacer algo así. – Me miró con
cara de perrito abandonado y suspiré.
— Son
unos… Aish…
Me puse unas pantuflas que encontré y salí de la habitación en
busca de Jae — hyung. Recuerdos de la actividad con Jaejoong aparecieron en mi
mente y mis mejillas se sonrojaron, para dar paso a una sonrisa idiota.
— Hola,
Minnie
Me giré encontrándome con Junsu y sonreí.
— Hola,
Junsu. ¿Qué haces aquí?
— Venía
con los chicos pero los perdí de vista y ya no sé donde están. ¿Los has visto?
— Ajá – asentí con la cabeza y apunté a la puerta de la habitación – Están ahí. Estaban molestándome mientras dormía. – Junsu rió.
— Entiendo, gracias. ¿Buscas al Rey?
— Sip,
¿Lo has visto?
— La
verdad es que no. Los soldados tampoco saben dónde está así que creí que tú
también estarías buscándolo.
— ¿…l
no está? – pregunté preocupado.
— No,
pero hay rumores de que escapó del castillo y de que no volverá
— ¡¿Qué?!
😨😨😨 Qué??? JAE SE FUE Y AVANDONO A ChanGMin??? Nop, nop no lo creo, el juró ...y algo raro pasaaaa😢. Jajaj Zaaaz ahora resulta que el 2Yoo es inocente de la punta del cabello a la punta del dedo gordo no??? Jajaj pobre mí.
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