Autor: MiyuChan
Pareja: YooMin
Extensión: Onse-Shot
"Como un
novato... Como un tonto sin experiencia"
Definitivamente este no
estaba siendo un buen día para Changmin. Pobre de él. Primero se había quedado
dormido, por lo que tuvo que correr lo más rápido que pudo para poder llegar a
la escuela. Aquella a la que iba era una de las mejores pagadas, ya que el
padre de Changmin siempre dijo que quería un hijo aplicado y no un burro que no
hiciera nada.
Ok. Primero eso.
Quizás no suena tan terrible porque ¿Quién no ha llegado tarde alguna vez al
colegio? Pero había un problema. GRAN problema.
Había que considerar
que... Al quedarse dormido y salir corriendo... Había olvidado el libro de
matemáticas, por lo que en este instante estaba aguantando los regaños del
maestro Song. Mal nacido, como lo odiaba.
No pudo llamar a su
casa para que se lo llevaran por dos simples razones. La primera: No había
nadie en casa. Ambos padres trabajaban. Y la segunda: Matemáticas le tocaba a
primera hora los días jueves.
Dejando de lado el
drama del libro de matemáticas pasaba a la sorpresa de que cuando llegó al
salón de clases había alguien sentado en su puesto. Su preciado puesto junto a
la ventana, en la esquina del salón.
— Estás en mi puesto. — le dijo con voz suave al
susodicho que estaba en él. No recordaba haberlo visto antes... ¿Cómo era
posible no recordar la cara de un compañero de clases?
— Lo siento, ahora es mi puesto. Puedes sentarte
al lado.
— ¡Pero ese es MI puesto! — dijo irritado. Ya
bastantes cosas le habían sucedido en el día como para soportar a un
desconocido que no le quería devolver su puesto.
— ¡Señor Shim Changmin! ¡Quédese callado y
siéntese de una vez! ¿Cree que por el hecho de estar adelantado en su grado le
permite gritar e interrumpir en mi clase? — gritó el profesor, muy
alterado. Changmin solo suspiró con pesadez y se sentó al puesto que daba hacia
el pasillo.
Gran día Changmin, y
recién comenzaba,
Pasaron las horas de
matemáticas y al fin tocaron el timbre para el descanso. Guardó sus cosas en su
bolso.
— ¿Te saldrás ahora de mi puesto? — le preguntó nuevamente
al sujeto que miraba hacia la ventana.
— No. — lo miró con una expresión más bien inocente y
luego sonrió de manera extraña (¿Casi coqueta?), haciendo que su estómago se
revolviera.
— Eres un...
— Debes respetar al chico nuevo, eso dijo el
maestro. Además ¿Qué hace un niñito de kinder garden en este grado? ¿Seguro que
no te equivocaste de escuela? El jardín infantil está a unas calles de aquí — rió y Changmin sintió
como la sangre le hervía. Si había algo que lo enfurecía era que lo llamasen
bebé o algo por el estilo.
— Para tu información estoy adelantado en mi
clase. Soy demasiado inteligente para los demás alumnos de mi edad.
— Ohh tenemos una superdotada.
— ¡No me traes como a una niña!
No dijeron nada más,
Changmin lo miró con odio profundo y Yoochun, todo lo contrario al menor, lo
miró totalmente divertido.
Esa fue la última vez
que se hablaron durante largo tiempo. Changmin comenzó a alimentar un odio
profundo hacia Yoochun, quien todo lo contrario, solo se dedicaba a molestarlo
más para que se enojara más o solo para fastidiarlo.
— De verdad no lo soporto. — se quejó Changmin
comiendo algo de su almuerzo. El chico frente a él tragó lo que tenía en su
boca y giró sus ojos.
— ¿Vas a seguir con eso Minnie?
— ¡Pero es que es un fastidioso, Junsu! — tomó un largo sorbo de
su jugo.
— No se, no estoy en tu grado y lo agradezco en
cierto modo. — rió Junsu.
No sabía porque ese
chico le irritaba tanto. Algo había en él que le hacía odiarlo con solo
mirarlo. En todo caso... El chico era muy pesado con él.
— Shim, ¿Podría por favor continuar con la
lectura del libro? — dijo de pronto la profesora de historia. Otra
profesora muy odiosa. Changmin tragó saliva.
Estaba hundido en sus
pensamientos así que no tomó en cuenta para nada la maldita lectura que de
todos modos le importaba un pepino.
— Ah... S…si. — respondió torpemente,
sin saber donde rayos debía comenzar a leer, solo se levantó y miró nervioso
las páginas del libro. Claramente lo regañarían.
— Tercer párrafo... — susurró alguien. Al
mirar hacia su lado se dio cuenta de que había sido el chico nuevo (Yoochun
parece que se llamaba) quien le había dicho aquello. Y su corazón saltó sin
saber porque. Solo se dignó a aclarar su garganta y comenzar a leer.
Al terminar aquella
tonta lectura tomó asiento nuevamente y miró a Yoochun. Este miraba hacia la
ventana. Al sonar el timbre todos comenzaron a salir del salón. Changmin volvió
a mirar a Yoochun.
— Gracias. — dijo sin mirar cara a
cara al mayor.
— ¿Eh?
— Gracias por... Lo de la lectura.
— Oh, eso. No importa. — sonrió, pudo verlo de
reojo y volvió a alejar su mirada. Yoochun se levantó y al pasar por detrás de
Changmin le revolvió el cabello y se fue.
Changmin decidió dejar
como que eso nunca pasó, pues en todo caso seguía sin soportar a Yoochun.
Pasaron los días y
nuevamente llegó el día jueves, ¡Y sorpresa! nuevamente se quedó dormido.
— Maldito despertador. — maldijo mientras corría
por los pasillos hasta llegar a su salón. Tragó aire y abrió la puerta. — Oh... —
susurró al notar que (Gracias, gracias a
Dios) el profesor Song aún no había llegado. Caminó hacia su puesto y se sentó,
suspirando agradecido.
— Tarde de nuevo. — rió Yoochun a su lado.
— Cállate. — respondió Changmin.
Seguía con eso de
contestarle pesadamente, pero no sabía porque era. Lo miraba y había algo en él
que le hacía querer golpearlo.
Pasaron las horas más
rápido de lo que esperaba y llegó la hora del almuerzo. Se levantó casi en un
salto y fue hacia el casino para ir a comprar su almuerzo, estaba muerto de hambre.
Al llegar a la fila
metió su mano en su bolsillo y notó que su billetera no estaba. Eso era raro ya
que siempre la llevaba consigo. Se salió de la fila y fue hasta el salón de
clases, quizás la había dejado en su bolso.
Llegó allá y revisó.
Nada. Fue a buscar a Junsu para pedirle prestado, él debía tener, pero al
llegar a su sala le dijeron que el delfín no había ido ese día a clases. Y
claro, Junsu le había dicho el día anterior que acompañaría a su madre al
doctor.
Mal día para Changmin.
Si no almorzaba sentiría que moriría. No podía vivir sin almorzar, era parte de
su naturaleza. Debía comer en el almuerzo o su cerebro no funcionaría
correctamente y eso no era bueno. Debía dar siempre lo mejor de si para callar
los comentarios molestos de los profesores acerca de su edad y el hecho de que
estuviese adelantado dos grados.
Se sentó en su asiento
al llegar a su sala. Su estómago rugía. ¡Tenía tanta hambre!
Entró alguien al salón
pero lo ignoró, prefirió seguir lamentándose mentalmente por su desgracia
personal.
Algo cayó en su mesa,
frente a él. Cuando miró lo tomó con una mano y arqueó una ceja.
— ¿Pan?
— Noté que no compraste almuerzo, así que supuse
que no traes dinero tampoco. Es pan dulce.
— ¿Me compraste pan? — preguntó confundido.
— Oye si no lo quieres solo dímelo y me lo como
yo.
— Ok... Gracias. — respondió Changmin y
Yoochun se fue.
Le había comprado un
pan. ¿Por qué su corazón no podía dejar de latir? Era solo pan. Fuera lo que
fuera lo ignoró y solo se lo comió. Era poco, considerando lo que comía
normalmente, pero al menos tenía que comer.
>>> ♥ <<<
Changmin se consideraba a si mismo alguien que podía esconder lo que siente y parecer maduro frente a los demás, pero la realidad era que en lo más profundo de su corazón carecía totalmente de cariño.
Su padre nunca fue un
hombre de piel con él. No lo abrazaba ni le contaba cuentos antes de dormir.
Siempre estuvo y está ocupado con su trabajo. Su madre era una mujer muy
tierna, pero también trabaja.
Él siempre debió
cuidar a sus dos hermanitas, por lo mismo siempre tuvo que actuar como el
hombre de la casa. Como un hombre mayor y maduro, aunque no le gustara.
Mientras los demás niños jugaban en las calles él debía estar cuidando a sus
hermanas o estudiando para ser alguien en la vida, como decía su padre. Sus dos
hermanas también eran muy inteligentes, pero quizás el hecho de ser el único
hijo hombre le hacía tener que soportar todo el peso de no poder haber tenido
una juventud normal como todo niño.
Aquello a veces le
entristecía, pero se consolaba pensando que sus padres solo querían lo mejor
para él, y se los agradecía mucho.
A sus 16 años nunca se
había enamorado... Ni había dado un beso. Eso quizás no importaba demasiado,
pero de todos modos...
— Changmin, Changmin ¿Estás vivo?
— ¿Eh? Si Junsu, estoy vivo.
— Últimamente andas en la luna todo el tiempo.
¿Estás acaso enamorado o algo?
— ¿De quien voy a estarlo? No seas idiota.
— No lo se... Alguna chica por ahí. O un chico.
– rió
— Sabes que yo no soy gay, no como tú. — Junsu solo volvió a
reír.
Los días seguían
pasando con rapidez, nada interesante pasaba. Peleaba mucho con Yoochun,
siempre se decían cosas crueles, pero en el fondo era un tanto divertido.
Quizás ya no le caía tan mal como antes, pero no se imaginaba a él teniendo una
relación de amistad con Yoochun, era más bien solo para molestarse mutuamente.
Entró a la sala de
clases. Estaban en el almuerzo y él ya había comido. Ahora iba a buscar un
videojuego que debía devolverle a Junsu. Al llegar se encontró con Yoochun
quien escuchaba música con sus audífonos, totalmente perdido en la vista de la
ventana.
Al entrar el menor
Yoochun lo miró y saludo con una mano. Changmin le devolvió el saludo y se
dirigió hacia su bolso. Yoochun se quitó los audífonos y miró a Changmin
fijamente.
— ¿Se te perdió algo? – preguntó Changmin al
notar las insistentes miradas del mayor.
— No.
— ¿Entonces?
— ¿Entonces qué?
— Deja de mirarme.
— Hmmm.
Changmin se quedó
callado. Era extraño que Yoochun dejara de molestar y se quedara callado así
sin más. ¿Y dónde demonios había dejado ese CD?
— ¿Changmin?
El menor dejó lo que
hacía. ¿Desde cuando Yoochun lo llamaba por su nombre? Siempre lo llamaba por "Oye
tú" o cualquier sobrenombre molesto. Alzó su vista encontrándose
con la del mayor y sintió como su corazón se detenía al ver su rostro acercándose
lentamente. Cuando sus rostros quedaron a escasos centímetros el uno del otro
pudo sentir la respiración cálida del más alto chocar contra sus labios. Cuando
abrió su boca para decir algo la mano derecha de Yoochun se posó sobre su nuca,
acercándolo a él y... uniendo sus labios en un profundo, profundo beso.
Los ojos del menor se
abrieron de par en par y su cuerpo se tensó, sin saber que demonios hacer. ¿Lo
estaba besando? ¡Lo estaba besando! ¡¿Y Por qué no hacía nada?! Debería
defenderse, golpearlo. Debería...
Logró al fin moverse y
llevó sus manos al pecho de Yoochun, alejándolo de él mismo. Se miraron
fijamente. Changmin mantenía sus ojos completamente abiertos, su boca
temblorosa se abría y cerraba de manera rara no sabiendo si decir algo, y en caso
de hacerlo, sin saber que decir. Sus mejillas ardían con intensidad. Sus orejas
estaban rojas al igual que todo su rostro.
No dijo absolutamente
nada, retrocedieron unos pasos y corrió fuera de la sala de clases, dejando a
Yoochun solo.
¿Por qué había hecho
eso? ¿Por qué demonios lo había besado? ¿Y por qué mierda se había dejado? No
entendía nada, absolutamente nada.
Corrió hasta llegar al
baño y se encerró en uno de los cubículos. Su corazón latía con fuerza y no
exactamente por correr tan rápido.
Escuchó el timbre
sonando, lo cual indicaba que debía regresar a la sala. No quiso. Se quedó en
el baño durante las 2 horas de física que tenía.
Cuando tocaron
nuevamente para el descanso salió del baño. Ese día salía temprano así que
debía ir a la sala y arreglar sus cosas para irse.
No quería. No quería
encontrarse con Yoochun.
Mojó su cara con agua
fría, intentando que aquel notorio sonrojo se fuera de sus mejillas. Llevó su
mano a su boca y tocó sus labios, recordando el maldito beso. No podía creer
que su primer beso fuese con un chico. Él no era gay. Jamás lo sería.
Caminó lentamente por
los pasillos y suspiró con pesadez. Todo había sido tan rápido y raro. Solo se
conocían desde hace... No lo recordaba. El tiempo había pasado muy rápido desde
que llegó. Pero ¿Cómo se atrevía a besarlo? No cabía en su mente que otro chico
lo hubiese besado así, de la nada.
Llegó a su sala y
antes de entrar respiró profundo, abrió la puerta... y él no estaba. Que
suerte, no quería encontrarse con él.
Guardó sus cosas en su
bolso y sin demorarse más corrió fuera de la sala. Ignoró a cualquiera que
pasara por su lado, solo quería irse a casa.
— ¡Changmin! ¡Changmin, espera! – gritó
alguien. Changmin siguió caminando hasta que lo sujetaron del brazo. Era Junsu.
– Por Dios Minnie, ¿Qué te pasa?
— N…nada. No me pasa nada, estoy bien. En serio.
–
dijo Changmin, muy nervioso.
— A mi me parece que no es así. – Estás muy raro. Y en
el recreo no me llevaste el videojuego.
— Oh, cierto. Es que… No, no importa. Te lo doy
ahora ¿Si? Pero caminemos, vamos. Quiero llegar a casa, estoy cansado.
Junsu lo miró
preocupado. Cuando Changmin hablaba así de rápido y enredado era porque no le
había pasado algo de su agrado. Siguieron caminando así como él había pedido
hasta salir del colegio.
— Changmin, ¿En serio estás…?
— Junsu. – lo interrumpió. — Si por cosas de la vida, entras un día a tu
salón de clases y llega un… Oh cierto, eres gay. Bueno, si por cosas de la vida
fueses hetero y entras a tu salón, te encuentras con un compañero de clases que
detestas, él te mira fijamente y te besa, ¿Qué haces?
— ¿¿Qué, qué, que?? – los ojos felinos de
Junsu se mantenían abiertos como platos, al igual que su boca luego de oír esa
extraña pregunta. Changmin no contestó, solo alejó su vista.
— Pues, no lo se… Yo.
— No te preocupes. No tienes por qué responder… — dijo Changmin, ya más
calmado. Respiró profundamente y siguió caminando.
Junsu no dijo nada,
solo miró con preocupación a Changmin y le siguió el paso. El día siguiente fue
un total infierno para el menor. Sentarse junto al chico que le había robado su
primer beso el día anterior e ignorarlo por completo fue demasiado para él.
— Changmin. – dijo Yoochun de pronto y Changmin sintió
como se le helaba el cuerpo. — ¿Me
prestas tu goma? – Changmin no respondió, tomó su goma y se la dejó sobre
la mesa rápidamente, intentando evitar cualquier tipo de contacto (Ya sea
visual o físico).
Así se la pasó largo
tiempo. Changmin intentaba evitar todo tipo de contacto con Yoochun, ya que hasta
el más mínimo rose lograba hacer que su corazón latiera a velocidades
impresionantes. ¡Era totalmente estúpido! Solo había sido un beso y ya. Ni
siquiera le gustaba, claro que no. Porque Yoochun era hombre y él era hombre, y
dos hombres no debían gustarse, no era normal.
— ¡Shim Changmin! ¡Pon atención a la clase! – gritó el profesor. — ¡Te he llamado más de 10 veces!
— L…lo siento, profesor… Yo…
— Ya es el colmo de tu comportamiento. Te
quedarás después de clases.
Changmin suspiró.
Siempre él, siempre lo dejaban después de clases. A pesar de ser un alumno
excelente, calificaciones excelentes, siempre le encontraban algún error para
hacerlo quedar mal.
Y cuando terminaron
las clases tuvo que quedarse en su puesto. Mientras todos arreglaban sus cosas
y se despedían. Gracias a Dios Junsu salía más tarde ese día, podrían al menos
irse juntos.
De pronto notó algo.
Alguien seguía a su lado. No, no podía ser él, que no fuera él. QUE NO FUERA
ÉL.
Demonios. Era él.
— ¿Q…Qué haces aquí? – preguntó al ver a
Yoochun, el cual sacaba algo de su bolso. Este lo miró tranquilo, como si ese
beso jamás hubiese ocurrido.
— Me castigaron por una semana por dormir en
clases. Este es el último día que debo quedarme. – respondió y sacó algo
envuelto en un pañuelo rosa. Abrió el pañuelo y le ofreció al menor. — ¿Quieres? Las hice ayer, no creo que estén muy
buenas. No soy muy buen cocinero que digamos. – rió. Changmin asintió y
notó que en pañuelo habían galletas. Sacó una y la llevó a su boca. Yoochun
hizo lo mismo. — Oh, de verdad soy pésimo
cocinando. — rió.
— Están buenas. — respondió Changmin,
mordiendo un pedazo.
— Creo que lo dices solo para que no me sienta
mal.
No dijeron nada más.
Por alguna razón Changmin no se sentía tranquilo, sentía como miles de insectos
voladores chocaban contra las paredes de su estómago, con fuerza. Ya estaba
pareciéndose a la niñita de la novela que veían sus hermanas.
— Oye, Changmin... — dijo Yoochun y el menor
sintió como se quedaba sin aire. ¿Por qué demonios tenía que poner esa voz para
pronunciar su nombre? ¿Por qué no mejor le seguía diciendo "Oye tú"?
Cuando le decía así no se sentía como lo hacía ahora. — Respecto a lo del otro día.
"Lo del otro día. El beso. Va a hablar del beso"
— Hmm, lo siento. — dijo comiendo otra
galleta.
— N…no, no importa. – dijo Changmin,
intentando permanecer tranquilo.
— Changmin, yo…
— No tenemos por qué hablar de esto, en serio.
— Quiero hacerlo de nuevo.
¿Cómo?...
— ¿Ah? – respondió Changmin, confundido.
— Lo del beso, quiero hacerlo de nuevo…
— Eh… Ahh… — No sabía que decir, solo
podían balbucear cosas sin sentido y aguantar el calor que se acumuló en su
rostro.
Yoochun no esperó
respuesta, solo se le acercó lentamente y cerró sus ojos, uniendo finalmente
sus labios en un beso algo torpe (Y no es que no supiera besar, es solo que
quería hacerlo suave para el menor).
— Y…Yoochun… — susurró entre sus labios el menor. Esto no
estaba bien, no estaba para nada bien. Se estaba besando con un hombre… Y estaba
siendo el mejor beso de su vida (En todo caso era el segundo beso que haya
recibido en toda su vida, y el primero también se lo había dado él).
Cerró sus ojos e
intentó pensar en que era una chica la que lo estaba besando ahora y no
Yoochun. Que era la chica más linda y tierna que pudiese imaginarse y no un
chico que desde el primer día que lo conoció disfrutó molestándolo y
arruinándole el día.
Se separaron luego de
un rato, Yoochun intentó besarlo otra vez, pero Changmin se alejó al instante,
totalmente sonrojado.
— Lo siento, no puedo hacer esto… — se levantó y tomó su
bolso, pero cuando volteó para dirigirse a la puerta se encontró con alguien
quien los observaba. Gracias a Dios no era ningún compañero ni mucho menos un
profesor, pero tampoco era bueno… — Junsu…
— Lamento interrumpirlos, chicos. El profesor me
dijo que podía encontrarte aquí y… — no pudo aguantar a sonrisa de satisfacción que
se dibujaba en su rostro.
Changmin maldijo por
lo bajo y bufó, saliendo del salón e ignorando totalmente la insistente mirada
de Yoochun y la sonrisa de Junsu. Este se despidió del mayor con una mano y
salió tras su amigo, dejando a Yoochun solo.
— Changmin, por favor espera… — Rió Junsu, pero su amigo
siguió caminando, ignorando a sus llamados. — ¡Changmin! ¡No me ignores! – Por fin logró
alcanzarlo y caminó a su lado, notando como sus mejillas se mantenían
totalmente sonrojadas.
— No — Menciones — Nada. –
le dijo Changmin, cortante y frío.
— Changminnie~ — dijo con voz tierna. – No tenía ni idea de que te habías unido al
lado rosa del mundo.
— No lo hice.
— ¡Se estaban besando!
— Él me besó.
— Lo estabas disfrutando de todos modos, vi tu
rostro.
— No es cierto.
— Si lo es.
— No lo es.
— Si lo es.
— Que no.
— Que si.
— ¡Que no!
— Como quieras, pronto estarás revolcándote por
ahí con él, créeme.
— No lo haré porque no soy gay. Además tengo
solo 16 años idiota. No pienso perder mi virginidad tan joven, no soy como tú.
— Te revolcarás con él, estoy seguro.
— Di lo que quieras…
Pasaron varias
semanas. Semanas en las que Changmin ignoró por completo a Yoochun y los
comentarios y bromas molestas de parte de Junsu.
Varias veces Yoochun
le preguntó por qué demonios lo ignoraba, pero claramente Changmin también
ignoraba esas preguntas. Solo quería ignorarlo, porque de lo contrario…
Aquellos insectos voladores en su estómago lo volvían loco (No diría mariposas,
sonaba muy cursi).
Pasó otra semana más.
La clase de educación física recién había terminado y hombres y mujeres se
dirigían a sus respectivas duchas. Changmin, como siempre, esperó a que todos
los hombres terminaran para poder bañarse él. Jamás se bañaba con los demás.
Entró a la ducha
(Luego de quitarse la ropa, obviamente) y dejó el agua correr por su cansado
cuerpo. Estaba cansado, física y mentalmente. Miles de preguntas lo atacaban
día y noche, incluso impidiéndole dormir. No podía borrar de su mente aquellos
dos besos que había recibido de parte de Yoochun.
Al fin terminó y
envolvió su cintura con una toalla. Se dirigió hasta su bolso para poder
vestirse, pero antes de poder hacer algo se encontró con Yoochun, quien lo
miraba fijamente. Todo el día había estado mirándolo, de manera bastante
extraña. Como siempre Changmin lo ignoró y sacó su uniforme del bolso, para
poder vestirse.
— ¿Por qué me ignoras? – preguntó Yoochun y
Changmin solo suspiró. – Changmin… — otra vez esos desgraciados insectos. Cada vez
que oía su nombre salir de la boca del mayor sentía su cuerpo estremecer y sus
mejillas sonrojarse con fuerza.
— Déjame tranquilo, por favor… — le contestó al fin,
luego de casi un mes.
— Changmin, mírame. – Changmin intentó no
hacerlo, pero no pudo evitarlo y lo miró a los ojos. — ¿Por qué me ignoras? ¿Por qué no quieres
hablarme? – se fue acercando cada vez menor, el cual sintió que no podía
moverse. Quedaron finalmente frente a frente.
— Yo… No…
— Changmin. Quiero saberlo. Necesito saberlo. – llevó su mano hasta
el rostro del menor, acariciándolo con suavidad. Changmin se alejó golpeando su
mano.
— ¡Porque te odio! ¡Por eso te ignoro! ¡No
quiero que vuelvas a hablarme! ¿Entiendes?
En seguida Changmin se
arrepintió de haber dicho todo eso. Al mirar nuevamente a los ojos a Yoochun
pudo notar un dolor inmenso y en seguida sintió como algo se quebraba en su
interior. Se sintió mal, se sintió desgraciado por ser tan cruel... Pero no
podía evitarlo, Yoochun le hacía sentir tantas cosas que no eran correctas,
tantas contras que estaban en contra de lo que siempre había creído y todo lo
que sabía que era correcto y lo que no. Era impresionante la cantidad de cosas
que Yoochun lograba hacerle sentir... Pero no podía. No debía.
— Minnie... — Llevó ambas manos al
rostro del menor, acariciando sus mejillas con sus pulgares. Changmin no pudo
hacer nada, ni sintió la necesidad de hacerlo. — No me odies, por favor... — Acercó su rostro y antes de que el más alto
pudiese responder unió sus labios en un tercer beso, un suave y tierno tercer
beso.
Changmin quiso
alejarse, quiso golpearlo y salir corriendo de ahí, pero no pudo... No fue
capaz, aquellos labios rosados, tibios y gruesos lo habían hechizado. Ya no
podía hacer nada, nada más que cerrar sus ojos y dejarse llevar.
Una de las manos de
Yoochun bajó por la espalda de Changmin hasta la curvatura de su cintura. Su
otra mano se posó en su nuca, intensificando el beso. Se separaron para
mirarse, pero no dijeron nada más. Yoochun volvió a besarlo, esta vez con más
fuerza. Comenzó a mover su boca, intentando que Changmin abriera la suya. No lo
dejó, pero al pasar su lengua por sus labios terminó por abrirla, dándole paso
a esa deliciosa cavidad que hacía bastante deseaba probar. En seguida sintió
como el sabor de su boca lo embriagaba.
Changmin, al sentir la
lengua de Yoochun adentrarse en su boca gimió. Entreabrió sus ojos e intentó
separar al otro de su cuerpo, pero al apreciar la expresión de placer que se
dibujaba en su rostro no pudo. Volvió a cerrar sus ojos e intentó volver a
hacer lo que había hecho en su segundo beso. Intentó imaginar que Yoochun era
una chica, pero esta vez no pudo. En seguida la imagen del rostro de Yoochun
volvía a su mente y pequeñas corrientes viajaban por su cuerpo, hasta llegar a
su bajo vientre.
— Y…Yoochun... No... Ah. — Gimió cuando Yoochun
dejó sus labios para comenzar a besar su cuello, lamiendo de paso cada
centímetro de piel a su alcance. Sus manos tocaban el pecho desnudo del menor,
sintiendo su suave piel.
— C…Creí que me odiabas... — suspiró Yoochun cuando,
al besar nuevamente sus labios, Changmin puso una mano en su nuca, acercándolo
más.
— Cállate...
Esta vez Changmin se
adentró a la boca de Yoochun, causándole cierta impresión al mayor. Se había
rendido, había caído en su juego, y lo peor de todo... Lo estaba disfrutando.
Las caderas de Yoochun
se movían contra las suyas, y en seguida sintió la entrepierna despierta del
mayor. Se avergonzó demasiado, más aún al darse cuenta de que él estaba en el
mismo estado, y al estar solo en toalla la sensación que tenía al ser tocado
era mayor. Una mano bajó juguetonamente por el pecho del menor, por su
estómago, su vientre hasta llegar a su problema entre piernas. Se coló por
entre la toalla y tomó su erección casi despierta por completo, comenzando a
masajearla.
— Ah — Ahh... — gimió Changmin,
mordiendo su labio para impedir que nuevos gemidos salieran de su boca. Era
demasiado... Demasiado placer. En más de alguna ocasión el menor se había
tocado, pero no se comparaba con la sensación de estar siendo tocado por otra
persona. Estar siendo tocado por Yoochun. — N — No... Esto no está b…bien.
— Lo se. Lo se, pero por Dios... — lo besó nuevamente. — Ya no puedo, no puedo aguantarlo más. — volvió a besarlo, sin dejar de tocar su
miembro. — Te necesito, Changmin... Te
deseo.
Caminó unos pasos
hasta llegar nuevamente a las duchas. Se metieron a una y Changmin, al chocar
su espalda contra el grifo del agua caliente, esta comenzó a caer, mojándolos
por completo.
Yoochun se quitó la
camiseta mojada y la tiró al suelo. En seguida volvió a besarlo con fuerza. Sus
pieles se rozaban bajo el agua tibia que corría por sus cuerpos, aquello era
algo que simplemente volvía loco a Changmin. El placer era inmenso, no podía
creerlo. No pensó jamás que llegaría a hacer este tipo de cosas.
Observó de reojo como
Yoochun quitaba sus pantalones, quedando solo con su bóxer. Todo aquello sin
dejar de besarse. Changmin, en un impulso que jamás creyó tener, quitó la ropa
interior de Yoochun, quedando este totalmente desnudo. En seguida Yoochun quitó
la toalla, única prenda que cubría a Changmin, quedando ahora ambos totalmente
desnudos. Yoochun tomó ambos miembros con una mano y comenzó a masajearlos a la
par.
"Diosmíodiosmíodiosmíodiosmío" pensó Changmin. Su
boca entre abierta, sin poder decir nada. Era tanto el placer que ni siquiera
era capaz de gemir. Su respiración era entre cortada y a veces se detenía,
cuando las oleadas de placer eran demasiado grandes. Y que decir de sus
temperaturas corporales... Estaban por el cielo. El agua caliente que caía en
sus cuerpos se sentía casi fría comparada con sus cuerpos.
Poco a poco sus
cuerpos fueron bajando, hasta que Changmin quedó sentado sobre la toalla que
Yoochun le había quitado, y este se ubicó entre sus piernas, besándolo
hambrientamente.
— ¿Me d…dejas? — preguntó Yoochun,
llevando una mano a la entrada del menor, rozándola con un dedo. El más alto
sintió como escalofríos recorrían su cuerpo con fuerza. No respondió, solo
abrió más sus piernas y con eso le bastó a Yoochun para meter un dedo dentro de
Changmin.
Este gimió con suavidad.
Era molesto, pero no tan doloroso. Solo era un dedo de todos modos. Aún así se
sentía bastante raro y más aún cuando Yoochun comenzó a moverlo de adentro
hacia fuera. Un gemido más bien de sorpresa mezclado con placer salió de su
boca al sentir un segundo dedo internarse en su interior. Esta vez la
incomodidad se hizo mayor. Finalmente eran tres dedos los que salían y entraban
de él con rapidez. Sentía dolor, pero no quería que se detuviera. Era tan...
tan...
— Voy a entrar. Respira profundo, Minnie... — susurró Yoochun. ¿Cómo
sabía que diablos hacer? ¿Cómo podía verse tan tranquilo? Changmin era en este
mismo instante un manojo de nervios. Su corazón latía a una velocidad que podía
hasta ser peligrosa. No dijo nada más. Sintió como el miembro duro y erguido de
Yoochun se posicionaba frente a su entrada. Al mirar sintió miedo... No cabría,
iba a partirlo en dos. Era demasiado grande como para entrar. Yoochun se movió
hacia delante y entró de una vez en Changmin. En seguida la mano de Yoochun se
posó sobre la boca del menor, impidiendo la salida de un ensordecedor grito de
dolor que quiso salir. De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas de dolor.
— Mierda... mierda, mierda, mierda, mierda,
mierda...
— se quejó Changmin, apoyando su frente en el
hombro de Yoochun. Este acarició su espalda y besó su cuello.
— Tranquilo, relájate. Ya pasará.
Pasaron más o menos
unos 5 minutos y el dolor comenzó a disminuir. Yoochun notó esto en el rostro
del menor y decidió moverse al fin.
— A…Ah.
Era bastante difícil
moverse. Changmin era demasiado estrecho, más de lo que pensó, a este paso
llegaría al clímax antes de lo esperado. Aún así repitió la acción de entrar y
salir de él, y recibió como respuesta un gemido entre cortado.
— ¿Estás...Bien? — preguntó Yoochun,
notando como Changmin ya había dejado de llorar.
— Mejor. Ahhh.
Al poco rato de
moverse torpemente Yoochun pudo comenzar a moverse con más facilidad, y también
pudo incrementar la velocidad con la que se movía. No sabía hace cuanto rato
estaban ya en esa ducha, tocándose y sintiéndose. Luego de un rato Yoochun se
movía con fuerza y gran rapidez, logrando que Changmin encorvara su espalda a
causa del gran placer que sentía. Quería gritar, pero no de dolor. Quería
gritar y pedir más, rogarle por más.
— Y…Yoochun... Hmm, no deberíamos estar...
Haciendo esto. — gimió Changmin al sentir nuevamente una fuerte
estocada. — Estamos en l…la escuela...
— Lo se. — lo besó — Lo se, así q…que no hagas... Hmm, No hagas
mucho ruido...
Cuando creyó el menor
que no podía sentirse mejor, la mano derecha de Yoochun tomó su erección y
comenzó a masajearla con rapidez, arrastrándolo rápidamente al orgasmo.
— Y…Yoochun... Yoo…Yoochun, voy a... Voy a... — gimió Changmin cuando
sintió que ya no podía más y finalmente derramó su esencia entre sus cuerpos,
soltando un fuerte gemido. El mayor no tardó mucho en seguirlo, corriéndose en
su interior y besándolo con fuerza para evitar gemir muy fuerte, llegando
también al orgasmo.
Se quedaron quietos un
largo rato, sus respiraciones agitadas y sus mejillas sonrojadas dando señales
de su reciente actividad.
Changmin no lo podía
creer, simplemente no podía. ¿Qué era lo que acababan de hacer? No podía... No
podían... Simplemente no cabía en su cabeza el hecho de que acababa de perder
la virginidad, su preciada virginidad ¡Con otro hombre! Eso era totalmente
aterrador para su persona, era algo que jamás creyó que haría. Estaba
totalmente en contra de su mural, porque él NO era gay. Nunca gustó de chicos
¡Ni lo hará ahora ni nunca! Pero, aún así no podía dejar de sentir todo
aquello...
— Changmin. ¿Estás bien? — se acomodó el mayor,
cerrando la llave de la ducha y saliendo del interior del más alto con
suavidad.
La vista del menor se
encontraba perdida entre el vapor de la ducha. Su respiración se había vuelto
suave y acompasada. Su mente llena de preguntas lo alejaba del mundo real,
ignorando los preocupados llamados de Yoochun.
¿Por qué lo había
hecho? ¿Por qué no se negó? ¿Por qué lo disfrutó tanto? ¿Le gustaba? ¿En realidad
era gay y nunca se había percatado? ¿Estaba enamorado de Yoochun?
Se levantó
rápidamente, tragándose un fuerte grito de dolor que quiso salir de su garganta
al sentir el intenso dolor en su resentida entrada. Tomó la toalla mojada del
suelo (Siendo lo primero que pilló) y envolvió su cintura con ella.
— Changmin, ¿Qué pasa? — preguntó nuevamente
Yoochun, pero nuevamente no recibió respuesta, así que caminó tras él, pero
para su desgracia (¡Total y horrible desgracia!), al salir de las duchas...
— Shim Changmin y Park Yoochun, ¿Quién se lo
esperaría? — dijo un hombre alto y canoso, el director de
la escuela. Yoochun en seguida se devolvió para taparse con una toalla.
Changmin estaba mudo, totalmente mudo.
— S…señor Direc…Director... — Susurró apenas el menor,
ya que su voz no salía en lo absoluto.
En ese instante creyó
que su cerebro había dejado de funcionar, al igual que su corazón y sus
pulmones. Su mente estaba en blanco, su corazón casi no latía y sus pulmones
dejaban de recibir suficiente oxígeno, por lo que creyó que en cualquier
momento se moriría ahogado.
— ¡¡No puedo creer que en MI escuela sucedan
este tipo de aberraciones!! Dos hombres de no más de 18 años, menores de edad,
en MIS baños, en MIS duchas, haciendo... ¡Haciendo...!
— ¡No hacíamos nada! ¡Nada más que bañarnos! — gritó desesperado
Yoochun, y Changmin notó por primera vez que el mayor si se avergonzaba y si se
ponía nervioso.
— ¡Silencio, Park! ¡¿Con qué cara me dices que
no hacían nada cuando los escuché?! Y... — Sus brazos, que hasta
ahora se mantenían detrás de su espalda se movieron hasta que dejaron ver un
pequeño objeto. — Los
grabé.
El rostro de Changmin
se desfiguró por completo y de pronto sintió como dos manos lo sujetaban por
los hombros, para que no cayera. Se sentía mal, totalmente mareado y
nauseabundo. Quería vomitar, sentía que se iba a desmayar. ¡¿Por qué mierda no
se lo tragaba la tierra en este instante?!
— Vístanse rápido ¡Ahora! — gritó el director,
guardando el celular que tenía en su mano. Yoochun maldecía que ahora hasta los
más ancianos usaran celulares y esas cosas.
Ambos obedecieron sin
reclamar ¿Qué derechos tenían? Era la culpa de ambos, y Changmin no podía decir
que había sido solo la culpa de Yoochun, porque él lo había dejado. Él lo había
disfrutado, él...
— Changmin... — Susurró el mayor, pero
este no lo escuchaba. Seguía sumido en sus pensamientos mientras se vestía con
rapidez. Se sentía mareado y estaba pálido. Sentía que su corazón había dejado
de latir.
— ¿C…Cómo es un ataque cardiaco, Yoochun? — preguntó nervioso.
Yoochun le tomó la mano y la apretó con fuerza.
— Changmin, tranquilízate ¿Si?
— Hmm... — respondió el menor
terminando de vestirse.
Al fin salieron y
caminaron en silencio hasta la oficina del director. Varios alumnos que
caminaban por los pasillos los miraban curiosos, preguntándose que habría
pasado. Una vez adentro de la oficina el hombre mayor les indicó que se
sentaran.
— Y…yo, preferiría quedarme de pie, si me lo
permite — Dijo Changmin, aún sintiendo el punzante dolor
entre sus piernas. El director lo miró molesto.
— Dije que se sentaran, los dos. — Changmin suspiró con
pesadez y se sentó, su rostro casi deformándose al dejar caer todo su peso
sobre su trasero. Yoochun lo miró preocupado de reojo y volvió a mirar al
director.
"Maldito seas Changmin, maldito seas por ser tan
débil..." Se maldijo él mismo. Estaba pálido y por su frente corría una
fina gota de sudor. Cada segundo de silencio del hombre mayor frente a él se
sentía como una puñalada en el pecho.
— ¿Qué creen ustedes que debería hacer? — preguntó, dándoles la
espalda. — ¿Cómo creen que debería tomar
esta situación? — el aire estaba tenso. La respiración del menor
comenzaba a agitarse. — Shim Changmin. — pronunció, girándose para mirar al susodicho. — Eres un excelente alumno. Aplicado, con
excelentes calificaciones. Incluso acepté que te adelantaran de grado,
conociéndote, pero ahora... Ahora me has decepcionado, Shim. Me has
decepcionado totalmente.
"Me has decepcionado." Aquellas palabras le
dolieron demasiado. Su padre siempre se lo repetía. Decepción. Era lo que menos
quería causar en la gente.
— Park Yoochun. — dijo, ahora mirándolo a
él. —
No se si puedo decir lo mismo de ti.
También tienes muy buenas calificaciones, eres respetuoso con los maestros. A
pesar de tener un historial de peleas y conflictos en tu anterior escuela te
acepté en la mía, creyendo que cambiarías. Veo que no. — suspiró con fuerza y los miró severo. — No tengo otra opción.
No. No podía decir. No
se atrevería. No podía...
— No me queda otra opción. Lamento decirle a los
dos... Que están expulsados de esta escuela.
Mordió su labio,
intentando aguantar el llanto que quería escapar. Sus ojos se humedecieron
completamente, pero intentó tranquilizarse. No quería llorar. No quería llorar
a pesar de que aquella noticia había hecho que su mundo se viniera abajo. Su
vida estaba arruinada. Acabada completamente.
— Llamaré a sus padres. Pueden retirarse, vayan
a buscar sus cosas. Los llamaré luego.
Dicho esto ambos se
levantaron. Changmin con la vista perdida, se apresuró a salir de aquella
oficina. Yoochun lo siguió, aunque el menor ni siquiera notó su presencia.
— Mi vida se acaba de destruir por completo... — dijo Changmin, más para
él que para el mayor. Este no lo miró, no fue capaz. Se sentía culpable. Él
tenía toda la culpa.
— Lo siento...
No dijeron nada más.
Al llegar al salón solo tomaron sus cosas y volvieron a salir. Esperaron y
esperaron. No se dirigieron la palabra en ningún momento. El director había
llamado a sus padres y ahora estaba hablando con ellos. Pasó bastante rato.
¿Cuanto habrá sido? ¿Una hora? Quién sabe, no les importaba mucho, en todo
caso.
La puerta de la
oficina se abrió y ambos chicos se levantaron casi de un salto, sus corazones
latiendo cada vez más rápido. El primero en salir fue un hombre alto y de buena
apariencia. Se veía furioso. Al notar a los dos chicos que los habían estado
esperando se dirigió a uno de ellos y sin decir nada le dio un fuerte golpe en
el rostro. Este cayó por la fuerza del golpe.
— ¡Señor Park! Por favor cálmese, así no
solucionará nada. — dijo el director, evitando que golpeara a su
hijo nuevamente.
— Papá... — susurró el chico que
yacía en el suelo, sus ojos llorosos y su mano tapando la mitad de su rostro.
— No vuelvas a llamarme así, jamás. Eres una
decepción para la familia. — el hombre dio media vuelta y se fue, sin mirar
a su hijo. El director lo ayudó a levantarse.
Tras aquel furioso
hombre venía una pareja. Una mujer mayor bastante atractiva de cabello castaño
y un hombre alto y serio, bien parecido. Los padres de Changmin. La mujer tenía
rastros de haber llorado, el hombre se veía más serio, pero no menos afectado.
Ambos miraron fijamente a Changmin, pero no dijeron nada. Con aquella mirada
que le dieron bastó para darle a entender todo al menor.
Era un asco. Se sentía
un asco, una aberración, una deshonra para su familia, una decepción... En fin.
Si tuviese que hacer una lista... no la terminaría jamás.
El resto del día fue
el comienzo de una tortura. Luego de que llevaron a Yoochun a la enfermería
tuvieron que irse a sus hogares. Changmin se fue con sus padres y Yoochun se
fue solo. Se hubiese ofrecido a llevarlo en otra ocasión... Pero ahora no era
la más indicada.
Al llegar a su casa
sus padres no le dijeron nada. Las únicas palabras que salieron de la boca de
su madre fueron "Ve a tu cuarto, Changmin". Y así lo hizo. Fue a su
habitación y no salió de ahí en todo el resto del día ni en toda la noche. Y
por alguna desagradable y extraña razón... No pudo no sentirse preocupado por
Yoochun. ¿Estaría bien? Su padre lo había golpeado frente a todos en la
escuela. ¿Le habría hecho algo más? No sabía. Finalmente logró quedarse
dormido, era todo lo que necesitaba.
Pasaron varios días, y
ambos siguieron yendo al colegio. Como ya estaba por terminar el año el
director los dejó terminarlo. No era realmente malo porque, al estar adelantado
dos grados, este era su último año. El problema era que aquel suceso lo dejaría
marcado de por vida.
Changmin y Yoochun ya
no se sentaban juntos. Changmin le pidió a una compañera si podía cambiarle de
puesto. En cuanto a Junsu... Como su mejor amigo tuvo que contarle todo, por
mucho que le doliera.
— Solo te suplico, por lo que más quieras... Que
no le cuentes a nadie. Absolutamente nadie. — dijo Changmin, casi sin
ánimos. Desde ese día andaba más decaído que nunca. Junsu le sonrió y asintió.
— Jamás le contaría a alguien algo tuyo, somos
amigos ¿No?
— Gracias...
Pero para la desgracia
de ambos, un compañero de Junsu escuchó su conversación. Este le contó a su
mejor amigo, este a sus compañeras de curso, estas le contaron a sus amigas de
distintos grados, y pasada casi una semana el colegio completo sabía de todo lo
que había pasado.
El infierno había
comenzado. Murmullos cada vez que pasaba por los pasillos. Groserías escritas
en sus libros y cuadernos. Insultos y bromas de muy mal gusto durante los
recreos. Todo eso y más era lo que tenía que soportar el menor. Por supuesto
Yoochun recibía el mismo trato, pero él podía soportarlo e ignorarlo. En cambio
Changmin... Cada vez se sentía peor.
— ¡Oye chico baño! — gritó un chico a todo
pulmón en el pasillo, al ver a Changmin caminar por él. Sus amigos rieron a
carcajadas y Changmin solo intentó ignorarlo.
— ¡¿Quieres sexo en las duchas, degenerado?¡ — gritó otro. Como
Changmin volvió a ignorarlos uno de ellos se le acercó y lo arrastró del brazo
hasta el grupo.
— Déjenme. — dijo Changmin intentando
librarse del agarre del más alto de todos.
— ¿Qué pasa, nenita? Vamos, ¿Quieres un poco de
diversión?
— Vete al diablo, hijo de perra. — pronunció el menor con
odio en sus ojos. El mayor lo miró totalmente furioso.
— ¡¿Te crees acaso superior a mi, zorra?! — estaba a punto de
golpearlo cuando un brazo lo detuvo. Era Yoochun, totalmente molesto.
— Ni se te ocurra tocarlo, desgraciado.
— ¿O si no qué? ¿Qué me harás? ¿Violarme el
baño? — comenzó a reír y el chico de blanca piel y labios rosados le dio
un golpe en el rostro, haciéndole soltar a Changmin.
— Hablo en serio, lacra. — se paró frente a
Changmin para evitar que otro se atreviera a molestarlo. El menor se sonrojó
con fuerza y sintió como su corazón latía con gran velocidad.
— Yah, vamos. Dejen a las zorras en celo
aparearse solas. — dijo el otro, levantándose del piso. Los otros tres chicos le
hicieron caso y se fueron, dejándolos solos.
Changmin no lo podía
creer, de verdad que no podía creer lo que había pasado. Yoochun lo había
defendido, y su corazón no podía dejar de latir a causa de ello. Tragó saliva.
Ya era obvio y aunque le doliera debía aceptarlo, porque por más que lo
intentara… No podía gobernar sobre su corazón.
Se había enamorado de Yoochun.
— ¿Estás bien, Minnie? — Dijo preocupado el mayor,
mirándolo a los ojos. El más alto no le respondió. Yoochun volvió a insistir
con su pregunta, pero Changmin solo suspiró y siguió caminando.
Ya era media noche.
Changmin se había levantado para ir al baño, y cuando venía de vuelta notó que
la luz de la sala estaba encendida. Se acercó lentamente pero se detuvo al oír
hablar a sus padres.
— ¿Qué crees que debamos... decirle a Changmin? — susurró su madre.
— No lo se... De verdad no lo se. — dijo
el hombre, y para gran impresión del menor... Estaba llorando. Su padre estaba
llorando. Por su culpa. Su padre siempre fue un hombre fuerte, frío, que no
demostraba carió normalmente, y ahora... Ahora, por su culpa (Nada más que su
culpa) había hecho llorar a su padre. Y aquello lo destrozaba completamente.
Volvió a su
habitación, su mano sobre su pecho. Dolía mucho, se sentía tan mal. No lo pensó
dos veces y tomó un bolso, en él echó todo lo que le pareció necesario: ropa,
dinero (Todo el que había estado ahorrando), sus productos de aseo personal,
entre otras cosas. Se vistió y tomó una hoja y un lápiz... y llorando escribió
una carta la cual dejó sobre su escritorio. Esperó a que sus padres se fueran a
dormir... y se fue.
— De verdad lo siento... — susurró y cerró la
puerta tras él.
>>> ♥ <<<
Había pasado más o
menos una semana, y el menor no había aparecido ningún día. Yoochun estaba
preocupado, Changmin jamás faltaba a clases. Incluso recordaba más de una
ocasión en la que llegaba estando muy enfermo y hasta con fiebre, por no perder
un examen. Pero ahora no había aparecido ningún día.
En el descanso vio a
un chico de facciones bastante tiernas y ojos brillantes. Recordaba haberlo
visto siempre con Changmin, debía ser Junsu (Según recordaba). Se le acercó y
se sentó a su lado, llamando su atención.
— Ehh, hola. — saludó torpemente
Yoochun.
— Hola, ¿Eres Yoochun, cierto? — el susodicho asintió. — Soy Junsu, el mejor amigo de Changmin... — al pronunciar su nombre su voz sonó algo
triste.
— Lo se, es por eso que quería preguntarte sobre
él... ¿Sabes por qué no ha venido a clases?
— Es algo que me tiene muy preocupado. Lo he
llamado varias veces a su celular, pero no me contesta. Tampoco me responde los
mensajes, ni se conecta en su computador.
— Entiendo... — suspiró. — ¿No has ido a su casa?
— Iría, pero... — hizo una pausa. — Bueno, debido a la situación de... tú sabes...
me da miedo acercarme a su padre. Sé que su padre no ha ido a su trabajo y
pues... Debido a mi condición sexual no le agrado mucho.
— Oh.
— ¿Sabes dónde vive? Si no es así puedo darte su
dirección.
— Muchas gracias, pero...
— Oh, cierto. Lo siento mucho. — respondió avergonzado.
— No importa, ¿Puedes dármela de todos modos?
— Claro. — sonrió y la anotó en un
papel, el cual se lo dio.
— Muchas gracias, de verdad.
Pasaron dos días y
Changmin seguía sin aparecer. Finalmente la preocupación fue demasiada, así que
fue a la casa del menor, según la dirección que Junsu le había dado. Al llegar
se encontró con una linda casa la cual tenía una placa en la entrada la cual
decía "Residencia Shim". Tomó aire y golpeó la puerta.
Escuchó unos pasos acelerados y en seguida una linda jovencita abrió la puerta.
Se le vio algo decepcionada cuando vio a Yoochun.
— B…buenas tardes. Yo... Soy Park Yoochun y...
— ¿Tú eres Yoochun? — preguntó la muchacha y
el mayor asintió. — Ya veo, ¿Buscas a mi hermano?
— Si, como ha estado faltando a clases yo... — la chica miró hacia
adentro y volvió a mirar a Yoochun.
— Verás... mi hermano se fue de la casa. — dijo bastante triste.
Yoochun tragó saliva y sintió como su corazón se detenía por un instante. La
chica volvió a mirarlo. — No
sabemos nada de él todavía. Espérame un poco, ¿Si? — Yoochun asintió y la chica entró. Al rato
volvió con un papel en la mano. — Dejó esto en su habitación, antes de irse.
Yoochun tomó el papel
y comenzó a leerlo. Era una carta. La letra de Changmin se veía extraña, como
temblorosa, y se notaban unas cuantas gotas en el papel, como si hubiese estado
llorando al escribirla.
"Papá, mamá,
hermanas... Lo siento.
Lo siento mucho, de
verdad. Ya no puedo quedarme aquí, me es muy difícil, pero se que es más
difícil para ustedes.
Durante toda mi vida
me esforcé, trabajé duro para ver en sus rostros una sonrisa de orgullo, pero
no pude... No fui capaz de hacerlos sentirse orgullosos de mi. Solo logré
hacerlos llorar y sufrir.
De seguro estarán
mejor sin mí.
Un simple "Lo
siento" es muy poco para expresarme... Es muy poco para expresar el dolor
que ahora siento.
Los amo, pero ya no
soy el hijo que ustedes criaron. Ahora, soy tan solo un desconocido. Yo mismo
me desconozco.
Esta... Esta no es una
carta de un adolescente caprichoso. Es un "hasta nunca".
Hasta nunca, a ustedes
que los amé y seguiré amando.
Changmin."
En menos de unos segundos
Yoochun había terminado por devorar aquella carta. Apretó con fuerza el papel
entre sus manos y sintió como si su corazón fuera el que apretaba en ese
instante. Sus ojos húmedos delatando el dolor que sentía, pero no lloraría. No
ahora.
— Oppa. — pronunció la chica, sacando a Yoochun de sus
pensamientos. — A ti te gusta mi hermano, ¿No?
— Yoochun la miró sorprendido y sonrió dolido.
— ¿Se nota demasiado? — preguntó, su sonrisa
torciéndose lentamente.
— Lo siento mucho. No puedo ayudarte más.
— Te lo agradezco, pequeña. — le
devolvió el papel y retrocedió un poco. — Mejor me voy, no creo que a tus padres les
agrade mucho verme. Hasta luego. — se despidió con una mano y comenzó a caminar,
sintiendo como las lágrimas empapaban sus mejillas a medida avanzaba.
Otra horrible semana.
El tiempo pasaba lento y doloroso. Yoochun miraba su celular fijamente. Había
enviado un mensaje, Junsu le había dado el número de Changmin. "Minnie,
soy yo..." decía el mensaje, pero como era de esperarse no
recibió respuesta.
Pasaron los minutos.
Yoochun tomó aire y presionó el botón llamar. Llevó el celular a su oreja,
escuchando como marcaba el número. Su corazón se detuvo, había contestado. Pero
no dijo nada.
— ¿Por qué? — Susurró Yoochun,
sintiendo como las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.
—...Lo siento tanto... — respondió el menor. Un
sollozo escapando de su boca. — De
verdad lo siento, Yoochun. — completó... y la llamada de cortó.
Nuevamente las
lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Mordió su labio intentando calmarse,
pero no lo logró. Su vida estaba destruida para siempre.
>>> ♥ <<<
La noche era fría. Nevaba. El joven de cabello negro y piel blanca como la nieve que caía fuera de su departamento veía televisión. No había nada bueno, pero debía distraerse en algo. Su mano se movía lentamente, tomaba una galleta y la llevaba a su boca. Hacía bastante fría allá afuera pero el calor de su departamento lo reconfortaba.
Miró por la ventana y
no pudo evitar recordar aquel suceso de hace 2 años, cada recuerdo totalmente
fresco en su memoria. Había vuelto a llamarlo, insistió durante días, pero
jamás volvió a contestarle.
Tenía 20 años ya.
Luego de terminar la escuela se fue de su hogar. Su padre estaba más que feliz
por eso, ya no cruzaba la palabra con ese hombre. Estaba arrendando un
departamento y trabajaba en un restaurante que queda bastante cerca.
Apagó la televisión y
se sentó frente a su teclado, comenzando a tocar una hermosa melodía. Componía
canciones en su tiempo libre. Llegó a la mitad de la canción y suspiró. Por más
que lo intentaba no lograba escribirle la letra a aquella canción.
Iba a seguir, pero
tocaron a su puerta. Se levantó con lentitud dejando las partituras a un lado y
caminó hasta la puerta. Nevaba más fuerte allá afuera.
Abrió la puerta
encontrándose con un chico. Sus ojos se abrieron de par en par, totalmente
impresionado. No podía creerlo. No podía creer lo que estaba viendo.
— Changmin...
Era él, no había duda.
Se le veía más alto. Su cabello estaba más largo y sus facciones más varoniles,
pero no dejaba de ser él. Sus labios, sus ojos, su rostro; lo reconocería donde
quiera que vaya.
— Ha pasado bastante tiempo...
Su voz era un poco más
grave ahora. El corazón de Yoochun comenzó a latir con fuerza, como hace años
no lo hacía.
— ¿P…Por qué te fuiste?... — fue la única pregunta
que pudo formular. Aún le dolía bastante su partida. El chico frente a él
sonrió con nostalgia.
— Porque fui un cobarde.
Yoochun sonrió.
¿Debería enojarse con él? Claro que no. No podía enojarse. Un sentimiento lo
envolvió completamente, un sentimiento que desde que se había ido el menor no
experimentaba. Changmin suspiró, y finas lágrimas comenzaron a brotar de sus
ojos.
— ¿Me dejas abrazarte?... — preguntó Yoochun algo
temeroso. Changmin rió, la asimetría de sus ojos haciéndole ver más adorable de
lo que era, las lágrimas sin dejar de caer.
— Lo necesito, de verdad lo necesito. — respondió y Yoochun lo abrazó con fuerza.
Aspiró con suavidad para sentir aquel aroma que tanto había extrañado.
— Ya estás más alto que yo. – rió Yoochun y
Changmin solo le respondió con un tierno beso.
Al fin se sentía
completo. Luego de dos interminables años aquel vacío que se había formado en
su pecho se había llenado.
Changmin era lo que
más necesitaba en este mundo. Y Yoochun lo que más necesitaba Changmin. Ambos
se necesitaban mutuamente.
— ¿Estás listo? — le preguntó el más bajo.
Changmin hizo una mueca y suspiró.
— No lo se.
— Prometiste que lo harías.
— Lo se, mientras estés conmigo. — sonrió.
Yoochun había
convencido a Changmin de ir a ver a sus padres. De disculparse y hacerles saber
que estaba bien y que nada le había pasado. Los padres de Changmin lo
recibieron con fuertes abrazos, besos y lágrimas. Tal y como Yoochun había
predicho.
Las cosas estaban
mejorando, y luego de ir a ver a Junsu y llorar juntos volvieron al
departamento de Yoochun, el cual ahora compartiría con Changmin. De todos modos
ya era mayor de edad y podían vivir juntos, solos. Estaban cansados, había sido
un día lleno de emociones y sorpresas.
Ahora descansarían
juntos, recuperarían el tiempo perdido, ya no negarían más sus sentimientos.
Estaba todo ya más que claro. Eran felices juntos.
Y sobre la canción que
Yoochun siempre tocaba... Changmin terminó escribiéndole una hermosa letra. Al
fin podría terminar la canción que creó pensando en el menor.
Sin duda alguna sus
vidas comenzaban a mejorar.
Evergreen
Recuerdos teñidos de
lágrimas,
Tu voz que suena en mis oídos.
Oculto por el color, me empiezo a sentir exhausto,
Mis ojos siguen temblando
Llueve en mi corazón
Y se ha cubierto de óxido
Ahora permanezco como una pieza de un rompecabezas,
Y tú me llamas
Evergreen, un novato.
Como un tonto sin experiencia,
Viví sin ver el amor que me brindabas
A partir de ahora no te dejaré llorar;
Seré la calidez que cubre cualquier tristeza y te abrazaré
Mi corazón late como loco, y
La lluvia ha desaparecido y todo se vuelve más claro
Esperando que estuvieras ahí escuchando, al final de este camino
Mis ojos te buscan
Me pregunto si lo escuchas, desde algún lugar
Evergreen, un novato.
Como un tonto sin experiencia,
Viví sin ver el amor que me brindabas
A partir de ahora no te dejaré llorar;
Seré la calidez que cubre cualquier tristeza y te abrazaré
Sin ti, no puedo ver nada
Sin ti, no puedo oír nada
No llores, aunque ahora estás solo sin mí
Te abrazaré y secaré tus lágrimas
Evergreen, un novato.
Como un tonto sin experiencia,
Viví sin ver el amor que me brindabas
A partir de ahora no te dejaré llorar;
Seré la calidez que cubre cualquier tristeza y te abrazaré.
Tu voz que suena en mis oídos.
Oculto por el color, me empiezo a sentir exhausto,
Mis ojos siguen temblando
Llueve en mi corazón
Y se ha cubierto de óxido
Ahora permanezco como una pieza de un rompecabezas,
Y tú me llamas
Evergreen, un novato.
Como un tonto sin experiencia,
Viví sin ver el amor que me brindabas
A partir de ahora no te dejaré llorar;
Seré la calidez que cubre cualquier tristeza y te abrazaré
Mi corazón late como loco, y
La lluvia ha desaparecido y todo se vuelve más claro
Esperando que estuvieras ahí escuchando, al final de este camino
Mis ojos te buscan
Me pregunto si lo escuchas, desde algún lugar
Evergreen, un novato.
Como un tonto sin experiencia,
Viví sin ver el amor que me brindabas
A partir de ahora no te dejaré llorar;
Seré la calidez que cubre cualquier tristeza y te abrazaré
Sin ti, no puedo ver nada
Sin ti, no puedo oír nada
No llores, aunque ahora estás solo sin mí
Te abrazaré y secaré tus lágrimas
Evergreen, un novato.
Como un tonto sin experiencia,
Viví sin ver el amor que me brindabas
A partir de ahora no te dejaré llorar;
Seré la calidez que cubre cualquier tristeza y te abrazaré.
Muy lindo!!!!! Siquiera en este Yoomin si terminan juntos, ya me estaba temiendo que como siempre, se fueran a separar, gracias!!!
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