Su tía estaba gritando
y moviéndose de un lado a otro, totalmente desesperada. Jaejoong seguía sentado
en el sofá, sus manos jugaban nerviosas sobre sus rodillas y su hermano estaba
parado a su lado, sus brazos cruzados sobre su pecho y su ceño fruncido,
demostrando preocupación.
— Te lo dije, ¡Te lo
dije! Debías seguir siendo Jejuko, ¡Pero no!, ¡Me desobedeciste e hiciste lo
que quisiste! — le gritó molesta, agitando los brazos
escandalosamente.
— Sigo sin entender por qué debo pagar yo por
las cosas que hace mi padre — bufó Jaejoong.
— ¡Porque tú eres su hijo!
— ¡Él también lo es, maldición! — apuntó a Yunho,
levantándose molesto.
Algo atravesó de
pronto el vidrio de una ventana, rompiéndola en mil pedazos. Al suelo cayó una
piedra enorme. La mujer gritó aterrada y llevó las manos a su cabeza.
— ¡Es el fin! — se lamentaba
chillonamente.
— No lo entiendo, no lo entiendo... — repitió Jaejoong, ahora
de pie — ¿Por
qué yo?
— ¿Acaso no te lo mereces? — le dijo la tía.
— ¡Claro que no! ¡No he hecho nada!
— Claro que... — habló la mujer, pero
Yunho la interrumpió.
— Es porque el dinero de nuestro padre no es de
él, sino tuyo. — habló Yunho. Su tía lo miró con los ojos bien
abiertos.
— ¿Que es qué? — preguntó Jae,
confundido.
— ¡Yunho!
— El dinero que supuestamente es de nuestro
padre era en realidad de tu madre. Si a ti te pasa algo él no podrá obtener ese
dinero.
Jaejoong hizo un
sonido raro, molesto. Sintió como algo se revolvía en su estómago y cómo su
cara se calentaba. Apretó sus puños y balbuceó algo, como no sabiendo qué
decir, y se fue de la sala. Sus pasos fuertes mostraban la molestia que sentía.
La tía miró irritada a Yunho y se sentó, frotando sus sienes con sus
dedos.
Jaejoong se lanzó
sobre su cama, enojado. Así que esa era la razón por la cual lo amenazaban de
muerte, por la que tuvo que vestirse de mujer largo tiempo, por lo que tuvo que
arruinar su vida más de lo que estaba. Por su padre, por la culpa de su
desgraciado y egoista padre. ¿Por qué su madre se había casado con alguien así?
¿Cómo lo había soportado durante tanto tiempo?
Estaba escondido
debajo de la mesa, el largo mantel color crema llegaba hasta el suelo, así que
nadie lo vería. Desde hacía bastante rato su padre le gritaba a su madre, ella
jamás levantó la voz. Sólo escuchaba en silencio las atrocidades que le decía,
las crueles palabras que salían de su boca.
— ¡Sólo eres una maldita
zorra, una inservible! ¡¿Por qué gastas tu tiempo en esto?! — gritó el hombre,
golpeando con fuerza algo, haciendo que cayera al suelo.
Jaejoong se arrinconó
contra la pared y abrazó sus rodillas. De seguro lo que había golpeado su padre
ahora era el atril. Hacía un rato estaba con su madre, mirándola pintar. Era
una mujer hermosa y también una artista, admiraba tanto a su madre. De pronto
se escuchó a su padre gritar y llamar a su madre, se oía molesto. Su madre le
indicó en seguida que se esconciera, y así lo hizo Jaejoong. Sólo se le ocurrió
tirarse al suelo y meterse debajo de la mesa.
Normalmente, cuando su
padre estaba enojado o ebrio, lo buscaba y lo golpeaba para desquitarse de
cualquier cosa, o incluso sólo por gusto. Solía tener moretones y heridas
siempre. Solía tener los brazos y piernas rasguñadas y moradas, solía tener
heridas en la boca y rasguños en las mejillas. Así era su vida...
— ¿Dónde está el mocoso? — escuchó como su padre preguntaba.
— No lo sé — respondió suavemente la
mujer.
— ¡No lo escondas! ¡Dime dónde está!
— Querido, tranquilízate — intentó calmarlo — De verdad no sé dónde está, debe estar jugando
por...
Jaejoong escuchó un
sonido fuerte y su madre se quedó callada. Ese hombre le había dado una
cachetada. Jae se tapó los oídos con sus manos y hundió su rostro en sus
rodillas. Odiaba que su padre la golpeara, odiaba que se atreviera incluso a
tocarla, pero sólo tenía nueve años... ¿Qué más podría hacer?
— Nadie sirve en esta familia — oyó como decía
finalmente y todo se quedó en silencio...
Jaejoong levantó un
poco el mantel y miró de reojo por debajo de él. Sólo veía el vestido de su
madre.
— ¿Mamá? — susurró luego de un ratito, su susurro apenas
se escuchó, pero su madre se giró al oírlo.
— Ya puedes salir, tesoro.
Jaejoong salió y miró
fijamente a su madre. Su mejilla estaba roja y algo hinchada. El pequeño
corazón de Jaejoong se apretó y encongió en seguida, y sus ojos se llenaron de
lágrimas. Sólo se le ocurrió abrazar a su madre, y así lo hizo.
— ¿Qué pasa, Boo? ¿Por
qué lloras?
— Lo siento, mamá... de verdad lo siento. No
sirvo para nada. Quiero defenderte... — se aferró a su vestido y la mujer le acarició
el cabello.
— No digas esas cosa, pequeño. Sabes que todo
esto lo hago por ti, pero nada es tu culpa...
— N…No quiero verte sufrir... La próxima v…vez
que... — el hipo le impedía poder hablar con
naturalidad — que te toque... Te de…defenderé...
— Cariño... — sonrió la mujer, y una
lágrima corrió por su mejilla.
— Te quiero, mamá... — se sequó las lágrimas
con sus muñecas, y la mujer se agachó frente a él para abrazarlo con fuerza.
— Y yo a ti...
Abrió los ojos y lo
primero que vio fue la luz entrando por la ventana. Luego miró al techo,
dándose cuenta de que se había quedado dormido al tirarse sobre la cama. Llevó
su mano a su rostro y lo tapó con ella, suspirando con fuerza.
Cómo extrañaba a su
madre. Cada vez que soñaba con ella, cada vez que los recuerdos volvían a su
mente le hacían desear morir... morir e ir con ella, tal vez así podría ser
feliz al fin.
Miró hacia un lado y
había alguien que lo miraba fijamente a los ojos. Su corazón saltó por el
susto, pero al notar quién era en realidad una sonrisa se dibujó en sus labios.
— Junsu… — susurró y sonrió
enternecido. Hace mucho que no veía su rostro, hacía bastante que no estaba con
él y que no lo abrazaba. Así que eso hizo, antes de que el chico le contestara
cualquier cosa estiró sus brazos y lo abrazó con fuerza contra su cuerpo.
— Jae…
— Junsu — ah… Te he extrañado mucho.
— Yo también, Jae…
Se quedaron abrazados
largo rato, sintiendo la calidez del otro. Era algo que se sentía
reconfortante. Luego de peleas, sufrimiento y cosas malas un abrazo de amistad
era algo que servía demasiado. Algo que les hacía sentirse al fin tranquilos.
— Te quedaste dormido – le dijo Junsu,
alejándose luego de un instante. Jae asintió.
— Creo que si… — miró por la ventana – estaba soñando.
— ¿Con ella?
— Si… era una mujer hermosa. – metió la mano a su
bolsillo y sacó el reloj. El reloj que le había relagado la madre de Yunho, con
la foto de su madre.
Se quedaron callados
un rato y Junsu se levantó de pronto. “Debo ir a hacer cosas, me regañarán”
había dicho, pero Jae lo sujetó de una muñeca antes de que se alejara. Al hacer
eso notó una expresión de dolor en su rostro, y vio cómo este se ponía pálido.
— ¿Estás bien, Susu?
Junsu no le respondió,
sólo asintió pálido e intentó soltar la mano de Jae de su muñeca. Jae no lo
soltó, y Junsu se quejó. Intentó soltarse varias veces, pero Jae notó lo
extraño que estaba.
— Te pasa algo… — le levantó la manga de
la camisa y vio unas vendas envolviendo su muñeca, vendas que tenían unas
extrañas manchas oscuras. — ¿Qué es esto? – dijo serio. Junsu logró
soltarse al fin del firme agarre de su amigo.
— Nada… — dijo nervioso, arreglándose
la manga.
— Junsu, ¿Qué te pasó?
— No es nada…
Jaejoong se levantó y
lo sujetó por los hombros. Hizo que diera media vuelta y lo sentó en la cama,
con un poco de fuerza. Se sentó en la silla en la que anteriormente había
estado Junsu sentado y lo miró a los ojos con firmeza. Luego miró su muñeca y
volvió a levantar la manga. Lo mismo hizo con la otra.
Y ahí se encontró con
la sorpresa. En una muñeca había vendas manchadas, envolviéndola. En el otro
brazo había largas marcas que viajaban desde su muñeca por todo su antebrazo.
En el brazo de la venda también había algunas marcas, pero no tantas.
— Cicatrices…
— No, Jae, yo no…
— ¿Tú te las hiciste?
— Jae…
— ¡Responde! ¡Te cortaste! – dijo notablemente
molesto, pero más que nada preocupado.
Junsu alejó la mirada,
pero la insistente mirada de Jae hizo que lo mirara a los ojos. Jae
lo abrazó con fuerza y Junsu suspiró con fuerza, sintiendo cómo sus ojos se
humedecían. ¿Por qué siempre hacía eso? Con un abrazo lograba que su corazón se
rompiera en mil pedazos y le hacía sentir como un desgraciado. Aunque claro… si
era un desgraciado.
— No lo vuelvas a hacer…
por dios, no lo vuelvas a hacer.
—… Yo… — se quedó callado un
largo rato y se alejó —… Yo he sufrido mucho, Jae. A veces… ya no
quiero seguir con esto.
— No seas egoísta… Sabes que yo también he
sufrido, sabes que mi vida es un asco y sólo piensas en ti. – dijo molesto. – Junsu, eres lo único que tengo… No dejes
que un amor que no funciona se interponga en nuestra amistad.
— Jaejoong, yo…
Algo atravesó el
vidrio nuevamente, al igual que antes, y el fuerte ruido del vidrio quebrándose
los asustó de sobremanera. La enorme piedra quedó en el suelo, y otras dos
atravesaron el vidrio seguidas de esa. Jaejoong se levantó apurado para salir
de ahí.
— Jaejoong… — Junsu lo detuvo antes de
que saliera de la habitación. Este se giró para mirarlo. – Es que… Ambos estamos solos, no tenemos a nadie que… comparta
nuestros sentimientos. – Jaejoong lo miró expectante y curioso. Junsu bajó
la mirada algo sonrojado – Podríamos…
intentar algo.
— ¿Qué cosa?
— Es que… tú eres muy atractivo, y bueno… somos
amigos y…
— Junsu, ¿Qué propones? – dijo Jaejoong
bastante impresionado. Junsu se sonrojó.
— Un beso.
— ¿QUÉ? – abrió sus ojos de par en par. Junsu se
sonrojó más.
— ¡Es sólo para intentar! Quien sabe… somos
amigos, nos queremos mucho. Quizás hemos estado perdiendo el tiempo con otras
personas y…
— Un beso – repitió – ¿Dices que nos besemos para ver si en verdad nos gustamos? –
Junsu asintió. – Ok… ¡PERO! – cruzó
sus brazos – Ni se te ocurra abrir la
boca, ¿Entendido?
— Bueno – rio Junsu. Jaejoong frunció el ceño y se
acercó lentamente al rostro de Junsu, quien se sonrojó.
— Pero cierra los ojos, me da vergüenza así – se quejó Junsu.
— ¡Tú también ciérralos! – Junsu rió y ambos
cerraron sus ojos. Jaejoong comenzó a acercarse nuevamente al rostro de Junsu,
pronto sintieron la cercanía y el calor contra sus pieles. Junsu comenzó a
ponerse nervioso – No respires tan fuerte…
me da risa.
— Perdón.
Finalmente Jaejoong
acortó los escasos centímetros y apoyó (apoyó, porque eso jamás podría ser
considerado un beso) sus labios en los del otro. Se quedaron unos segundos así,
sin moverse, casi sin respirar, estáticos como si fueran sólo dos estatuas.
Finalmente Jaejoong se alejó y ambos se miraron, sin ninguna expresión en sus
rostros que demostrara algún sentimiento relevante.
— Nada. No siento nada. – dijo Junsu. Jaejoong
asintió.
— Yo tampoco. – rió.
— Bueno, lo intentamos… — se encogió de hombros
Jaejoong y ambos rieron.
>>> ♥ <<<
El sol ya casi se
había escondido por completo, y la muchedumbre molesta que estaba afuera hacía
unas horas había desaparecido casi por completo. Aquello tenía más relajada a
la tía de Jaejoong, que había dejado al fin de quejarse por todo lo que pasara.
Y claro, Jaejoong también estaba más relajado. ¡Era lógico, su vida estaba
peligrando ahí!
— ¡Oh, que bueno que
llegan! – escuchó decir a su tía escandalosamente desde la sala. Fue a ver
quién había llegado y su corazón dio un salto al verlo ahí parado, junto al
hombre que se sacaba el abrigo que era recibido por una de las criadas.
Pronto el chico notó
la mirada de Jaejoong y también lo miró. Se miraron unos segundos y se sacó
también el abrigo.
— Con permiso,
señora.
— Adelante, anda por ahí, debo hablar con tu
padre.
Caminó lentamente
hacia Jaejoong. Este lo miraba fijamente, un extraño brillo en sus ojos y un
fuerte sentimiento en su pecho, el cual no sentía desde hace mucho, lo
envolvía.
— Changmin… — susurró al quedar frente
a frente con el alto chico de cuerpo esbelto.
— Jaejoong – respondió de vuelta este, con voz educada
y con un toque de sensualidad impregnada en ella. Jaejoong sintió algo recorrer
su cuerpo y sintió sus piernas temblar.
— Ayer no viniste.
— Y el día anterior tampoco, no pude…
— Te extrañé – comenzaron a caminar, alejándose de
cualquier persona. Finalmente se metieron en una habitación cualquiera, no se
interesaron en detalles tontos.
— Está demás decir que yo también… — susurró contra sus
labios y se besaron profundamente.
Sus labios comenzaron
a moverse lentamente, sintiendo la suavidad del otro. Sintiendo el aliento del
otro y degustando el sabor de la gloria. Poco a poco el contacto fue
incrementando. Changmin quitó la chaqueta de Jaejoong y abrió su camisa,
comenzando a tocar su pecho firme y lechoso. Este gimió suavemente y comenzó a
besar su cuello color canela.
Se sentaron en la gran
cama de la habitación, el colchón era bastante blando. Jaejoong se recostó
sobre la cama y con la mirada invitó a Changmin a continuar con su juego. Este
no se hizo de esperar y comenzó a besar su pecho, saboreando su piel y paseando
su lengua por cada centímetro de esta.
Oyeron ruidos, pero
Changmin se distrajo con el acompasado subir y bajar del pecho del pelinegro.
Este gimió cuando el más alto le mordió un pezón. Volvieron a escuchar un ruido
detrás de ellos.
— ¡Oh Dios Santo! – exclamó la voz de
una muchacha. Al mirar hacia la muerta se encontraron con una criada que
sostenía unas sábanas. Su tierno rostro juvenil estaba totalmente rojo, y sus
brazos apretaban firmemente las telas blancas dobladas contra su pecho. — ¡L…Lo siento tanto! ¡Yo… Yo no quería! –
se sonrojó más y cerró la puerta, dejando nuevamente a Changmin y a Jaejoong
solos.
Ambos se miraron nuevamente
y rieron divertidos.
— Pobre… — dijo Changmin
riendo… Jaejoong también rió.
— Si, pero eso no me interesa ahora… — lo tomó del cuello de su
camisa y lo jaló con fuerza hacia sí mismo. –
Ahora… tócame… — Changmin sintió sus mejillas calentarse y una
sonrisa maliciosa adornó su rostro.
— Como usted quiera… — habló nuevamente con esa
educación que había usado antes, y comenzó a besar completamente su cuerpo,
bajando cada vez más.
Abrió su pantalón
lentamente, sintiendo la urgencia que tenía Jaejoong. Lentamente los bajó y
bajó también su ropa interior, dejándolo ahora sólo con la camisa abierta. Tomó
su erección con una mano y comenzó a masajearla lentamente, divirtiéndose con
las expresiones en la cara de Jaejoong.
— Me gustan las caras que
pones cuando te toco – dijo Changmin, sin dejar de tocarlo. Jaejoong se sonrojó más
aún y gimió suavemente.
Changmin acercó su
rostro a su zona pélvica y con su lengua comenzó a jugar en la punta. Jaejoong
soltó un gemido ahogado y largo. No quiso esperar mucho esta vez y luego de
unas cuantas lamidas lo metió entero en su boca, y comenzó a mover su cabeza de
arriba abajo, disfrutando de la hermosa composición musical que hacía Jaejoong
con esos angelicales gemidos.
Intentaría darle el
mayor placer que pudiera darle, sólo para hacerlo feliz. Sólo para estar con
él, unidos al fin como uno solo.
Pasado un rato
Changmin volvió a subir, quedando frente a frente nuevamente. Se besaron
salvajemente y sus lenguas comenzaron a jugar entre ellas, mientras Jaejoong
desvestía lentamente a Changmin.
Pronto quedaron
completamente desnudos, sus cuerpos calientes se rozaban entre ellos repetidas
veces. El tacto de sus pieles ardientes los dejaba sin aliento, y con ganas de
no parar jamás.
— Ah, Changmin… — Jaejoong sujetó a
Changmin por los hombros y giraron, quedando ahora él sobre el más alto. – Estoy tan excitado… — se sentó sobre su regazo, sintiendo su
erección rozar su parte trasera. Gimió suavemente y se inclinó para besar los
labios del más alto nuevamente.
— Puedo… solucionar eso… — le dio un beso cortito,
y se enderezó. Tomó su miembro con una mano y lentamente entró en Jaejoong,
quien gimió con fuerza hasta que llegó hasta adentro.
— Ahh… Ahh dios – intentó acomodarse,
moviéndose un poco, pero en realidad era para darle placer a Changmin. Se
notaba por las expresiones que hacía que le gustaba que se moviera así.
La cabeza de Jaejoong
estaba levemente inclinada hacia atrás, Changmin se movió un poco de adentro
hacia fuera. Jaejoong gimió. Volvió a moverse y esta vez Jaejoong le ayudó,
comenzando a dar pequeños saltos y gimiendo más fuerte.
Pronto le fue más
fácil moverse y el placer fue incrementando más y más. Jaejoong gemía en el oído
de Changmin, haciéndole sentir más excitado aún. Changmin salió del interior de
Jae, lo movió de encima suyo y lo recostó sobre la cama. Le abrió las piernas
con fuerza y entró nuevamente en él. Tomó sus piernas y puso cada una sobre sus
hombros.
Comenzó a
embestirlo con más fuerza. Jaejoong se quedó sin aire por un momento, sólo
abrió sus ojos y su boca e inclinó su cabeza hacia atrás. Luego de un rato pudo
al fin aspirar una bocanada de aire y llenar de oxígeno sus pulmones, pero la
respiración se le hacía dificultosa. ¿Cómo era posible que lo hiciera tan rápido?
¿Cómo era posible que le hiciera sentir así de bien?
Pronto Changmin
dio en un punto de Jaejoong que le hizo gritar. Changmin se asustó un poco pero
luego notó la expresión de excitación en el rostro del pelinegro, y notó que
eso le gustaba. Volvió a hacerlo una y otra vez y Jaejoong gimió con fuerza
repetidas veces. Sus gemidos eran tan fuertes que podían confundirse con gritos
fácilmente.
Hacía un calor
enorme en la habitación. Jaejoong se veía demasiado excitado, el más alto tomó
su miembro con una mano y no alcanzó a hacer mucho movimiento, ya que Jaejoong
se corrió al instante. El rostro de Jae estaba más rojo que nunca, y sus ojos
derramaron unas pequeñas lágrimas. Se aferró a la espalda de Changmin y este
continuó con sus fuertes embestidas, hasta que finalmente se corrió en su
interior, logrando un sensual y largo gemido de su parte.
Changmin se dejó
caer sobre Jaejoong y se quedó ahí, quieto, respirando agitadamente. Jaejoong
estaba igual. Se quedaron largo rato en la misma posición, hasta que Changmin
decidió acomodarse y se salió de su interior, se quitó el cabello de la frente
y miró a Jae, curioso.
— ¿Por qué
llorabas? ¿Fui muy duro? – Jae negó con la cabeza, sonrojado. — ¿Entonces?
— Era demasiado para mí… — rió – pero me encantó.
Se quedaron acostados
uno junto al otro largo rato. Se metieron bajo las sábanas y se quedaron ahí
acurrucados. Sus dedos estaban entrelazados, la mano libre de Changmin
jugaba tiernamente con el cabello de Jaejoong.
— Deberíamos
volver a empezar…
— ¿Quieres hacerlo de nuevo? – dijo Changmin,
impresionado.
— ¡Hablo de nuestra relación, idiota! – Se sonrojó – Me refiero a que… deberíamos olvidar todo
lo que ha pasado, y comenzar desde cero. Ambos, juntos – Changmin sonrió
enternecido.
— Me gustaría… — le dio un besito en la
nariz y se abrazaron bajo las sábanas.
Jaejoong cerró sus
ojos, acurrucado en el pecho de Changmin, sonrió al oír los latidos acelerados
del más alto y suspiró, para quedarse dormido al instante.
>>> ♥ <<<
Era ya de día, o era
de tarde. No sabía bien. Al despertar no había nadie a su lado, no estaba
Changmin. Se sintió extraño y se levantó, y lo primero que hizo fue tomar una
ducha para luego vestirse.
El ambiente
estaba extraño. Se sentía incómodo, se sentía peligroso. Caminó lentamente por
los pasillos y se encontró con Yunho, frente a frente. Jaejoong lo miró, pero
no a los ojos, y siguió caminando. Yunho se dio media vuelta y lo siguió.
— Jaejoong, quiero
pedirte perdón… Por todo – le dijo. Jaejoong rió, giró sus ojos y siguió caminando.
Llegó al fin a
la sala, encontrándose con su tía y con unas criadas (Entre ellas la que los
había descubierto). Al verlo la criada se sonrojó y bajó la mirada, Jaejoong
rió por lo bajo.
— ¿Changmin no
está? –
preguntó Jaejoong. La tía ni se movió de su sofá.
— No lo sé, debe estar por ahí, creí que estaría
contigo.
Jaejoong se encogió
de hombros y miró alrededor de la sala. Algo extraño había… Algo que…
— ¡Tía, cuidado! – gritó Yunho al ver
como algo atravesaba la ventana frente a ella, la mujer se agachó y por encima
pasó una gran piedra. La mujer gritó aterrada y se levantó asustada.
Se comenzaron
poco a poco a escuchar los gritos de la muchedumbre allá afuera, igual que el
día anterior. Tiraban cosas a las ventanas y les gritaban insultos y
obsenidades. Claro, todo iba para Jaejoong y su padre, pero más que nada por
Jaejoong. Quien, sin saber bien qué hacer, permanecía quieto en el mismo lugar
donde había estado todo el rato.
Algo golpeó la
puerta con fuerza y todos se asustaron. Volvieron a golpearla repetidas veces,
se escucharon gritos desde afuera. Gritaban cosas como “¡No lo escondan!” o
“¡Queremos igualdad!”.
Yunho miró a
Jaejoong, podía notarse el miedo en su rostro. Sabía que en cualquier momento
podían entrar y hacerle algo. Estaba tan asustado, y Changmin no estaba ahí con
él, Junsu estaba ahí en una esquina, pero no podía hablar con él. Se sentía
solo, aunque la mirada tierna de Junsu lo reconfortaba de vez en cuando.
Otro vidrio se
quebró y la tía gritó. Habían tirado algo con fuego, lo que hizo que las
cortinas de esa ventana se prendieran también. Una de las criadas corrió a
buscar agua para apagar el incendio.
— No quiero estar
aquí… — susurró Jaejoong apoyándose en la pared, asustado. – Quiero irme, quiero irme…
“Mamá, ayúdame…” pensaba con las manos
en la cabeza, tapando sus oídos para no escuchar todas las cosas que le
gritaban las personas de afuera. Quería llorar, quería gritar de miedo. Quería
gritar por las atrocidades que le gritaban los de afuera. ¿Qué culpa tenía él
de ser el hijo de un hombre estafador, codicioso e infiel? Jaejoong no siquiera
se consideraba hijo de ese hombre, ni siquiera consideraba que el apellido Jung
fuera de él.
Él seguía siendo
Kim Jaejoong, el apellido de su madre era su apellido. El otro hombre era sólo
un engendro que no tenía vida, por eso arruinaba la de los demás.
— ¡Jaejoong! – gritó alguien desde
los pasillos. Jaejoong se giró para ver y vio a Changmin.
— ¡Changmin! ¿Dónde estabas? – lo abrazó fuerte y la
tía lo quedó mirando raro.
— Perdón… entramos por atrás, tuve que irme un
momento. – lo abrazó.
— Tengo miedo… — susurró, sólo para que
él escuchara.
Se separaron
luego de un rato y Jaejoong miró tras Changmin, notando a otro chico. Este le
hizo un gesto con la mano, sonriendo coquetamente como siempre lo hacía.
— ¡Yoochun! – dijo Jaejoong. Otra
piedra entrando por una ventana los interrumpió. Yoochun sonrió.
— ¿Estás bien?
— Si…
Se quedaron quietos un
rato y oyeron un ruido extraño. Jaejoong se dio vuelta para mirar. Vio un
hombre. El hombre tenía un arma y lo apuntaba. Vio todo en cámara lenta. El
hombre apretó el gatillo, Jaejoong se quedó inmóvil. Lo único que hizo fue
cerrar sus ojos y esperar, este sería su final. Hasta aquí llegaba su
vida.
Pero nada. No
sintió nada. Abrió sus ojos lentamente, con miedo. Quizás estaba muerto, había
sido rápido. Al abrir sus ojos, su corazón dolió… Era peor que una bala. Había
alguien frente a él, lo abrazaba, con fuerza. Esa fuerza era causara por dolor,
el dolor que vio en su rostro.
— Yunho… — fueron las únicas
palabras que pudo articular.
Yunho cayó al
suelo. Su tía gritó. Jaejoong miró a su medio hermano en el suelo, el cual
comenzó a mancharse de sangre. Jaejoong tapó su boca sin saber que decir…
… Y abrió sus
ojos.
Miró hacia todos
lados. Estaba acostado, era de día. Changmin no estaba su lado y estaba
desnudo. Llevó su mano a su rostro y estaba húmedo, secó sus ojos. Estaba
llorando.
— ¿Qué fue eso? – susurró para si mismo.
Su pecho subía y bajaba rápidamente, su respiración estaba muy agitada. Pronto
recordó algunas imágenes de ese sueño, y lo primero que pensó fue… — Yunho.
Se levantó
rápidamente, se vistió y corrió fuera de la habitación.
Esto no era
bueno…
No entiendo el odio a Jae, si el que hace mal es el padre. Ahora bien ahora que Jae sabe que es el del dinero, que trate de jablar con ellos y ayudar a esa gente.
ResponderEliminarGracias!!!