viernes, 29 de abril de 2016

Una isla para la seducción. Cap 2





Yunho trató de parecer inocente.
– ¿Cómo? ¿Quién te lo ha dicho?

  – ¿Importa? La información es más lucrativa que el platino.
 – ¿De verdad pensabas que Pearson Property Developments podía ofrecerme una situación mejor que la que ya me ofrece tu empresa?
 – El dinero no es tu única consideración, ni siquiera es la principal, o ya habrías aceptado mi oferta de empleo.
Era cierto. Habría ganado mucho más dinero trabajando para él como empleado.
 – Así que ¿pensabas que podía gustarme el Medio Oeste y aceptar la oferta de empleo de Pearson? – no podía creerlo y se le notaba en la voz.
 – No sólo te han ofrecido un empleo.
 – No, también un contrato para varios proyectos que tienen en el oleoducto para los próximos dos años – seguiría por su cuenta, pero con la seguridad que siempre había soñado.
Si vivir tierra adentro y sin un restaurante oriental decente era lo que realmente quería. No lo era. Le gustaba demasiado la activa y cosmopolita ciudad de Seattle.
– Me he acostumbrado demasiado a la vida de la gran ciudad. El único restaurante tailandés que he visto lo llevaba un hombre llamado Arnie que piensa que un buen curry va con una mazorca.
– Así que no vas a aceptar el contrato.
 – Si lo hubiera hecho, habría sido imposible hacer este trabajo. No iba a rechazar la oportunidad de decorar un complejo en el paraíso por redecorar unas oficinas.
Una de las cosas en las que había disentido de Hyunjoong era en su necesidad de crear, no de recrear. Para Hyunjoong la última razón siempre era el dinero. Mientras que Jae al mismo tiempo que anhelaba la seguridad necesitaba tener la oportunidad de ejercitar su vena artística.
 – Me alegro.
 – Bien – sonrió.
 – También estoy contento de que estés aquí ahora – para alguien como Yunho eso era mucho reconocer.
Eso merecía una recompensa, y la misma sinceridad.
 – Ídem.
Él hizo un sonido cargado de sensualidad, casi un rugido, antes de darle un beso abrasador.
Lo había echado de menos, mucho. Ser acariciado, abrazado. Se había acostumbrado a verlo con frecuencia, así que se entregó al beso sin la menor resistencia. Adoraba cómo hacía él el amor, podría entregarse a aquello durante horas. Y por el modo en que sus labios se movían, parecía que él también.
Sintió que lo levantaba y después que estaba a horcajadas sobre sus muslos con el pantalón abierto a las caderas. El colchón era lo bastante firme como para sostenerlo sentado.
Después todo lo relacionado con el trabajo desapareció de su cabeza y se concentró en lo único que importaba, la sensación de ser abrazado y besado por el hombre más asombroso del mundo.
Sus bocas encajaban a la perfección. Y sabía cómo pensaba que sabría el cielo. Profundizó el beso, pero sin sensación de urgencia, diciéndole en silencio que tenían todo el tiempo del mundo. Era el único hombre que había conocido que trataba los besos como un fin en sí mismos.
El beso se interrumpió un momento y le acarició con los labios la mejilla y la sien. Jae sonrió satisfecho porque parecía que no sólo había echado de menos el sexo con él, sino también la conexión que había entre ambos.
 – Me sorprende que no me hayas arrancado la ropa después de seis semanas – susurró Jae.
Entonces un pensamiento helador le pasó por la cabeza: igual no llevaba seis semanas sin sexo. Quizá por eso estaba tan relajado. Nunca se habían comprometido a la monogamia. Aunque parecía echarla de menos tanto como Jae a él.
 – Me he mantenido ocupado con el trabajo. Con Yoochun trabajando menos para estar con Junsu, ha habido mucho que hacer – lo besó entre palabra y palabra – Aunque hubiera estado en Seattle, apenas te habría visto en estas seis semanas.
Lo que implicaba que tampoco había estado con otro. Debería haberlo sabido, porque si algo caracterizaba a Yunho era su brutal sinceridad. Se lo había advertido cuando habían firmado su acuerdo de trabajo y le había dicho que esperaba de él que supiera manejar la franqueza. Se refería a los negocios, pero tenía la sensación de que era igual en lo personal.
Después, cuando se habían hecho amigos, había tenido pruebas de ello. Así que ¿por qué seguía buscando pruebas de lo contrario ahora que tenían una relación más íntima?
Yunho echó la cabeza hacia atrás y lo miró con expresión sarcástica.
 – Yoochun es una fuerza de la naturaleza. Hemos tenido que reestructurar la oficina central por completo, ascendido a varias personas a posiciones de mayor autoridad y contratar a otros y entrenarlos para que ocupen las vacantes.
 – Y a ti te ha tocado la mayor parte.
Los signos del cansancio estaban a la vista y le sorprendió que le hubiera llevado tanto tiempo darse cuenta. La delicia de estar en su compañía era la única excusa.
 – Vale la pena por verlo tan feliz – había algo en su tono entre la envidia y la tristeza.
 – No me puedo imaginar a Yoochun enamorado – fue lo único que pudo decir.
– Sólo lo has visto unas pocas veces.
 – Y siempre ha sido igual. Intenso, concentrado, casi adusto – no había ningún casi, pero no quería ofenderlo llamando a su mejor amigo robot emocional.
 – Junsu le hace reír.
 – Realmente tiene que estar enamorado – no se podía imaginar a Yoochun riendo.
 – Sí.
Lo dijo en un tono que no supo interpretar, pero le preocupó. Se deslizó por su regazo hasta hacer que sus pantalones bajaran más por sus piernas y el bóxer de seda que llevaba se colocara sobre el duro bulto que había bajo su cremallera.
Fuera lo que fuera lo que él tenía en la cabeza, no aplacaba en absoluto su deseo por Jae.
Necesitaba relajarse y olvidarse de Park & Jung por un momento. Sabía cómo ayudarle en eso. Se inclinó hacia delante y, rozándole los labios, dijo:
 – Se acabó la charla, Yunho.
 – ¿Tienes algo mejor que hacer con mis labios?
 – Absolutamente – silabeó sobre sus labios haciendo de cada sílaba una caricia.
Yunho tomó el control del beso durante unos torturadores minutos que él sabía que no se alargarían mucho. Se meció sobre él haciendo gemir a los dos.
Una de las cosas que más le gustaba de hacer el amor con ese hombre era lo totalmente que se entregaba a ello. Y lo mucho que disfrutaba cuando él hacía lo mismo. Nunca le había hecho sentirse extraño por disfrutar del sexo. Hyunjoong con frecuencia había hecho comentarios sobre su conducta en la cama, poniendo riendas a su entrega. Y después había tenido el valor de decir que todos los hombres eran infieles porque no podían conseguir lo que necesitaban de una sola persona. Especialmente de sus esposas. Hyunjoong no había estado preparado para recibir lo que él podía darle. Yunho, por el contrario, jamás lo hacía sentirse sucio por entregarse a lo físico. Su pasión ni le intimidaba ni le disgustaba, a ningún nivel.
Porque la pasión de él era igual de abrasadora. No fingía. No era un hombre preocupado por las apariencias, como su ex marido. A Yunho no le preocupaba arrugar o manchar la ropa cuando se entregaba a la pasión. Como en ese momento. Era evidente por el modo en que acariciaba y respondía que no pensaba en nada más que en el placer mutuo, el modo en que sus cuerpos se movían con una necesidad primaria. No estaba en su naturaleza de depredador permanecer pasivo mucho tiempo. Y esperaba lleno de adrenalina que hiciera su siguiente movimiento.
No lo decepcionó. Se dio la vuelta y lo tumbó en la cama bocarriba. Se colocó sobre él. Un escalofrío de atávico placer recorrió su espalda y terminó en el centro de su intimidad.
Jamás se lo diría, pero adoraba que su sofisticado amante se volviera un troglodita. Su gran cuerpo se frotaba contra el de suyo, sus manos estaban en todas partes, pero también lo estaban las de él. Lo tocó por encima de la ropa, después le levantó la blusa con un rugido contenido en el pecho. Sus masculinos dedos recorrieron su vientre antes de desplazarse hasta su pecho y caer sobres los pezones.
Su cuerpo se meció en contra de su voluntad mientras punzadas de deseo la atravesaban tensando sus músculos. Si no lp penetraba pronto iba a perder la cabeza. O tomar las riendas.
Entonces una de sus manos se deslizó entre sus piernas y el dedo pulgar se detuvo exactamente donde tenía que detenerse y empezó a acariciar su hinchado glande a través de la seda.
El placer creció a la velocidad de la luz y sintió que el orgasmo tomaba posesión de él antes de haber tenido tiempo siquiera de anhelarlo. Había sentido el deseo de ese momento desde la última noche que habían pasado juntos seis semanas antes.
Sus voraces besos se tragaron su grito de placer. Un placer que siguió y siguió hasta que secó toda su capacidad de pensamiento. Entonces el dedo se apartó y él quedó flotando en una neblina de saciedad. Temporal, porque sabía que no había terminado, ni de lejos.
El ruido de la funda de un preservativo al rasgarse se filtró en su conciencia, pero no miró. Todo estaba borroso por el placer. Fue sentir que le quitaba el bóxer lo que consiguió que recuperara la atención. Sintió que los músculos del interior de su cuerpo se tensaban fruto del deseo. Yunho presionó y lo abrió con su miembro cubierto de látex.
Ya estaba dentro de él, su largo y erecto sexo lo llenaba como el de ningún otro hombre.
Lo miró desde arriba con los ojos negros de deseo.
 – ¿Bien?
Jae respondió alzando la pelvis para recibirlo más profundamente. La sensación de la punta presionando desató otro orgasmo, ése más interno que el anterior, una intensa contracción de su vientre que se movió entre el dolor y el placer.
Aunque creía que no había hecho nada que mostrase su placer, un brillo de delicia llenó los ojos de él. Y entonces empezó a moverse con un ritmo que demandaba la participación de los dos y hacía que una y otra vez recibiera descargas de un intenso y eléctrico placer.
Se movían juntos con una urgencia que no se podía negar. En pocos minutos separó sus labios de los de él y rugió de placer mientras los músculos de Jae se contraían sobre él en un tercer orgasmo provocado por la presión de su erecto sexo contra el punto G.
Yunho dijo una palabra de cinco letras.
 – Prefiero la expresión «hacer el amor» – dijo Jae agotado sintiendo su cuerpo sin fuerza por el abrumador cataclismo que había sido su acoplamiento.
 – Ha sido increíble – dijo Yunho después de una carcajada.
– Ésa es otra palabra para describirlo – miró sus cuerpos. Estaban prácticamente vestidos, la ropa apartada sólo lo estrictamente necesario para hacer posible el acoplamiento  Y también como si hubiera sido un temblor de tierra.
 – Ésas son más palabras.
 – Y dos más para ti: aún vestido.
Su vista recorrió el camino que había seguido la de Jae y dijo con los ojos muy abiertos:
 – Increíble.
Pareció tan conmocionado como lo estaba él, lo que le pareció muy divertido y se echó a reír. Pronto la risa de él se unió a la suya y tuvo que quitarse el preservativo antes de salir de encima de él. Se puso de pie y tiró el preservativo antes de quitarse los pantalones completamente arrugados.
 – Me preguntó qué pensarán de esto en la lavandería.
 – ¿De verdad te importa?
 – No – terminó de desnudarse y empezó con la ropa de Jae  Los bóxer están para tirarlas, pero creo que en la lavandería podrán salvar el pantalón.
 – Podrías tener la decencia de hacer que parece que lo sientes.
 – ¿Por qué? ¿Qué son unos bóxer en comparación con el placer de que hemos disfrutado?
 – Era mi bóxer favorita.
 – ¿De verdad? – La miró con gesto de incredulidad No recuerdo habértelos visto antes. Nunca. Y creo que tengo un buen conocimiento de los deliciosos trozos de tela que eliges para cubrir el más excitante espacio de tu cuerpo.
 – Embaucador – fingió un gesto de disgusto  Las compré ayer.
 – Entonces ¿cómo podían ser los favoritos?
 – Eran mis nuevos favoritos.
 – Bueno, ahora son basura – dijo sin parecer preocupado en absoluto.
Lo que le gustó, mucho. Aunque aún no estaba dispuesto a dejar el juego.
 – Pensaba que te gustaban.
 – Así era. ¿No te has dado cuenta?
Se echó a reír y dijo:
 – Sólo voy a perdonarte porque he tenido varios orgasmos.
 – Por lo menos tres. Y en poco tiempo. Eso me hace preguntarme qué puedo hacer con toda la noche.
Lo que hizo fue hacer el amor con él hasta que quedaron exhaustos casi al amanecer... y no antes de tres orgasmos más.
Durmieron hasta bastante avanzada la mañana cuando se entregaron a un decadente desayuno almuerzo. Después se fueron a la Acrópolis. Había visto un vídeo sobre las ruinas, pero nada lo había preparado para cómo se sintió en el centro de lo que muchos decían eran los cimientos de la cultura occidental. Quizá no todo el mundo reaccionaba como lo hizo él, pero experimentó una sensación de plenitud. No podía dejar de contemplar el Partenón completamente asombrado.
Cuando le habló a Yunho de ello, no se echó a reír como habría hecho Hyunjoong. Sólo asintió serio.
 – Esto no es sólo un montón de piedras bien colocadas. Estamos en medio de la historia. No puedes pasar de largo ante algo así.
 – Por eso tus proyectos son tan especiales, ¿no?
 – ¿Por qué reconozco la historia cuando la veo? – preguntó divertido.
 – Porque reconoces el sabor único de cada sitio y en ligar de cambiarlo, lo realzas.
Muy pocos promotores sabían hacer eso y ninguno con más éxito que Park & Jung.
 – Yoochun y yo aprendimos a reconocer lo bueno en donde lo hay – enlazó los dedos con los de él y le dedicó una mirada que decía que no sólo hablaba de proyectos empresariales.
 – ¿Incluso en el orfanato? – preguntó con suavidad.
 – Admito que yo allí vi más cosas buenas que Yoochun.
 – No me sorprende.
Él se encogió de hombros.
 – Ése es todo un talento. Me gustaría haberlo tenido a mí de niño – así habría llevado mejor mudarse tanto como lo había hecho su familia  Diablos, no me importaría tenerlo ahora.
 – No desprecies tu fortaleza. Es una de las primeras cosas que admiré de ti.
 – ¿De verdad?
 – Completamente. Cuando miras una propiedad, no ves lo que es, sino lo que podría ser.
 – Eso no es lo mismo.
 – No, pero surge de la misma actitud.
 – Entonces, ¿por qué fui un niño tan triste? – se sintió idiota preguntando eso. Ya era mayor, el niño que encontraba traumatizante cambiar de casas y de colegio cada dos años ya no existía.
 – No fue la incapacidad de encontrar lo bueno en cada nueva situación a la que os llevaba la carrera militar de tu padre lo que te hizo infeliz. Fue el encontrar tanto que amar y de lo que disfrutar en cada sitio nuevo del que luego te arrancaban con cada cambio de destino.
Jaejoong notó que de pronto se le quedaba la garganta seca. Yunho había acertado completamente. Cada vez que habían encontrado su lugar en el mundo, era arrancado de él.
 – Muchos niños han crecido así – dijo sin ceder.
 – Eso no lo hace más fácil para cada uno de ellos. Había más de dos docenas de niños en el orfanato en el que me abandonó mi madre. Eso no hizo mi situación más fácil de aceptar.
 – ¿Tu madre te abandonó en el orfanato?
Yunho caminó hasta un punto desde el que se veían el Arco de Adriano. Aún lo llevaba de la mano. Era como si la única conexión que tenía con el presente fueran los dedos de Jae. No podía creer que le hubiera contado eso. Jamás se lo había dicho a Yoochun. Aun así, sabía que en ese momento iba a contarle la verdad a Jaejoong. Quizá no toda, pero sí una parte. Y no sabía por qué.
 – ¿Cuántos años tenías? – preguntó tras un sombrío silencio.
 – Cuatro, casi cinco – lo miró para medir su reacción de tierno amante.
Él no lo decepcionó. En sus ojos azules se reflejó el impacto.
 – Pensaba que serías un bebé o algo así.
 – No. Mi madre era prostituta – de nuevo una sensación de extraña irrealidad lo llenó  Uno de sus clientes se enamoró de ella y quería casarse, pero no quería una vida que le recordara lo que era antes de que se conocieran.
Como adulto, casi podía entender esa conducta. No perdonarla, pero sí entenderla. Como niño que había adorado a su madre, lo único brillante en su corta vida, la única persona en la que había encontrado aceptación y amor, no había sido capaz. Ni su mente de niño ni su corazón, que había convertido en roca impenetrable, habían sido capaces de comprender lo que su madre había hecho, tampoco la actitud de su marido.
El hombre había sido bastante amable con él las pocas veces que lo había visto antes de comprarle la libertad de Leda a su proxeneta, su padre.
 – ¡Pero eras su hijo! – casi se soltó de la mano por la impresión, pero él no la soltó.
– Mi madre venía a verme. Una vez al mes, pero aprendí a desear que no viniera.
– Porque nunca te llevaba con ella cuando se marchaba.
 – No – daba lo mismo lo que lo hubiera deseado al principio.
 – ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con tu madre?
 – El mes pasado – pero no la había visto desde que se había escapado del orfanato con Yoochun.
Jaejoong lo miró fijamente con los ojos brillantes por la emoción y sin poder decir nada.
 – Contacté con ella después de ganar mi primer millón. Se alegró de oírme.
– Parece como si eso te sorprendiera.
 – Así fue. Aunque ahora era rico, no había ninguna garantía de que quisiera algo que le recordara su pasado.
 – Pensaste que dinero era todo lo que podías darle.
Claro. Nunca había conocido a ninguna mujer o Joven que no apreciara los regalos en metálico.
 – ¿Por qué iba a pensar otra cosa?
 – Se alegró de que estuvieras bien, ¿verdad? Seguro que lloró la primera vez que llamaste.
Esa vez y casi todas las demás.
 – Tienes razón – aunque no entendía por qué.
Si su desaparición hubiera sido tan dura para su madre, seguro que no lo habría dejado en el orfanato. Aun así, no lo había abandonado por completo.
– Pagaba el orfanato para que me cuidaran – había averiguado eso cuando él había hecho su primer donativo mucho antes de amasar su primer millón.
Ésa había sido la razón por la que había contactado después con ella. Si no hubiera sabido que ella había intentado que tuviera los mejores cuidados, creía que jamás la habría buscado. Pero nada podría alterar el derrotero que habían tomado las cosas con su padre.
 – ¿Vas a ir a verla mientras estemos aquí? – preguntó Jaejoong con voz estrangulada.
 – No.
 – Claro, perdona – pasó de estar al borde de las lágrimas a la vergüenza  No hay ninguna razón para que lleves a tu amiga a ver a tu madre.
 – No es eso. Le gustarías – ¿cómo no? Jaejoong era una joven encantador  Es que no tengo intención de verla.
 – ¿Qué? ¿Por qué no? Seguro que tenemos tiempo. Incluso si vive en otra isla. Podemos saltarnos lo de hacer turismo.
 – Vive en Atenas. Le compré una casa en Kifissia – la distancia entre ese barrio y el que había nacido él era de varios kilómetros.
 – Según lo que he leído en la guía, ésa es la zona de élite de la ciudad.
 – ¿Es eso lo que dice?
 – Bueno, algo así.
 – Es cierto, los ricos han vivido en Kifissia durante generaciones.
 – Y le compraste una casa a tu madre allí.
Se encogió de hombros. ¿Qué quería que le dijera? Había querido regalarle a su madre una ruptura física con su pasado.
 – Y aun así no vas a ir a visitarla.
 – No – confirmó.
 – Pero...
 – Hace más de veinte años que no la veo, Jaejoong.
 – Pero has dicho que has hablado con ella el mes pasado – dijo confusa.
Lo besó. No apasionadamente, pero no pudo resistirse a la inocente incomprensión de su rostro.
 – Era su cumpleaños, así que hablé con ella.
 – ¿La llamas una vez al año, por su cumpleaños?
 – Sí – el primer año después de recuperar el contacto había cometido el error de preguntarle qué quería para su cumpleaños.
Se había hecho a las costumbres de Estados Unidos. Y había querido tener una excusa para regalarle algo bonito, algo que le demostrara a ella y al hombre con quien se había casado que él no era una bala perdida después de todo. Ni el cachorrillo débil al que habían abandonado.
Pero su madre no le había pedido un bolso de diseño, ni una televisión nueva. Sólo le había pedido una cosa: que la llamase una vez al año por su cumpleaños para así poder saber que estaba bien. Podía seguir sus éxitos en los periódicos, pero seguía llamando. Una vez al año.
– ¿Te llama ella?
 – Le he pedido que no lo haga a menos que haya un problema con alguno de mis hermanos.
 – ¿Tienes hermanos?
 – Un hermano y una hermana. No lo son del todo, pero me siento algo responsable.
 – ¿Qué edad tienen?
 – Jihye veintinueve. Está casada con un buen hombre y tiene tres críos.
Tenía seis años menos que él y había nacido año y medio después de que lo mandaran al hogar infantil.
Su madre se había saltado visitarlo ese mes y el siguiente. Él había pensado que se habría cansado de ir a verlo, pero había vuelto con una hermosa niña.
 – ¿Conoces a los niños?
 – Sí, Jihye insistió.
 – Lo dices como si no entendieras el porqué.
 – Soy el hijo bastardo que su madre dio a luz cuando vivía de un modo que querría olvidar. Mi hermana ni siquiera se acuerda de mí. Era demasiado pequeña la última vez que la vi.
 – ¿Tu madre la llevó a las visitas?
 – Sí.
 – Eso fue cruel.
Se encogió de hombros. Desde su punto de vista había sido mucho más cruel cuando había dejado de llevarla. Habría podido pensarse que tendría celos de la niña, pero él la había adorado desde el principio. Le había dolido mucho cuando el marido de Leda le había dicho que no la llevara.
Pero del mismo modo que su madre había sido sorda a sus ruegos de que lo llevara con ella, lo había sido a sus peticiones de que llevara a su hermana.
 – Pensaba que ella era lo más asombroso que había visto nunca. Estaba sobrecogido con ella.
 – ¿Qué pensaba ella de ti?
 – No lo sé. Su padre no quería que preguntase por mí, así que mi madre dejó de traerla a las visitas. A mi hermano lo trajo también sólo de muy pequeño para que no preguntara tampoco.
 – Claramente no quieren olvidarte. No si tú hermana insistió en que conocieras a sus hijos.
 – Me ocupo de ellos – incluso su corazón de piedra se conmovía con esos pequeños que le llamaban «tío Yun».
 – ¿Crees que ésa es la única razón por la que quieres relacionarse contigo?
 – ¿Por qué si no?
 – Quizá por la misma que yo lo quiero incluso aunque no trabajara para ti – ¿cómo podía ser tan poco consciente de lo que valía él?
 – ¿Querrías?
 – Sí.
No le creyó, pero apreció el sentimiento.
 – ¿Tu cuñado trabaja para ti? – preguntó Jaejoong.
 – ¿Cómo lo sabes?
 – Has dicho que te ocupabas de ellos. ¿Tu hermano también trabaja para ti?
 – No. Es brillante a nivel académico. Acaba de terminar el doctorado en Física.
 – Déjame adivinar... le has pagado los estudios.
 – Naturalmente.
Lo rodeó con los brazos y lo besó con más ímpetu que lo había hecho él un momento antes.
 – Eres un hombre impresionante, Jung Yunho.
Negó con la cabeza, pero no era idiota. Le devolvió el beso y disfrutó del momento mientras duró, preguntándose qué tenía mal en la cabeza para haberle contado todo eso. Quizá un amigo con sexo no era tan buena idea después de todo. No podía amarla y esa apertura podía darle a ella una impresión equivocada.



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Gracias…

15 comentarios :

  1. Bueno comencé recién a leer este fic y veo que es una adaptación. Solo un comentario antes de publicarlo revisalo muy bien ya que note que en varias ocasiones te referidas a jaejoong como ella y no él y eso descoloca un poco la lectura pero sólo es para que tengas cuidado no te quiero ofender
    Por lo demás me ha gustado la trama y quiero leer más!!!!

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  2. Definitivamente Yunho es impresionante. Lo q le hizo su madre....no tiene nombre, no importa si no lo iba a visitar mensualmente.....de todas maneras es abandono. Gracias!

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  3. Yunho es un ángel ....un ángel que fue abandonado por su madre è.é ella no merecía nada de Yunho
    Ya quiero que Jae llene de amor el ♡ de Yunnie paso por tanto:(
    Gracias por compartir ^^/

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  4. Que Yunho diga que no tiene corazon es solo que es demasiado ciego para no darse cuenta que aunque lo niegue su corazon es blando en vez de llenarse de rencor el ha estado ayudando a la persona que lo hiso a un lado para buscar su propia felicidad y Yunho a sido mas que bueno con ella

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  5. Yunho tiene un alma gentil y bondadosa, a pesar de lo que ha vivido. Que no se niegue al amor, aunque no lo crea Jae lo ama.

    Gracias!!!

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  6. Yunho ha pasado por mucho,su mama lo abandono para hacer una nueva vida y el apesar de eso está ayudando a ella y a su familia,es un gran hombre con un alma gentil aunque el quiera aparentar lo contrario

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  7. OMG! Yunho es tan noble *O* Su madre no se merecía nada >:( prácticamente le hizo a un lado de su vida pensando solo en ella... Y Yunho aun sin perdonarle le ayudo a ella y a sus hermanos...
    Joongie te va a dar todo el amor que te mereces Yun ^^

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  8. Yunho es muy bueno a pesar de todo lo ocurrido en el pasado. Ojalá no se aleje de Jaejoong por miedo al amor

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  9. Dios pobre Yunho...su madre actuo tan egoista ashh..y el aun asi le tiene cierto cariño a esa familia ..yo se que Jae lo ayudara a superar su pasado ..poco a poco su amor fluye

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  10. Dios pobre Yunho...su madre actuo tan egoista ashh..y el aun asi le tiene cierto cariño a esa familia ..yo se que Jae lo ayudara a superar su pasado ..poco a poco su amor fluye

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  11. por que dice que no puede amar a Jae si el ya lo ama y no se da cuenta pues comparte su vida y sus recuerdos con el cosas que ni a su mejor amigo le a contado privilegio que Jae a ganado
    Gracias

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  12. Waoo.. Que buen corazón tiene Yunho.. Quien dice que no tiene sentimientos? XD comprarle una casa a su madre ayudarle a sus hermanos después de todo por lo que paso él , es asombroso.
    Que bueno que Yunho le tenga mas confianza a Jae contándole todo eso de su pasado ^^

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  13. Pobre Yunho no se da cuenta q ya ama a Jae...y Jae tambien lo esta deberian dejar de engañarse con q solo va de sexo su amistad

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  14. Totalmente Yunho es diferente el ayudado a su familia el esta ahí para ellos a diferencia de otro que no le importaría ni un pepino el realmente tiene mucho amor no es nada frío como el miso dice solo que nose no quiere admitirlo pero también siente algo por Jaejoong mas que solo sexo

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  15. Todo el es JunGYunho hombre cabal y hermosamente noble. Wooo a pesar de la trsite historia que guarda su infancia, es capas de amar así. Que corazón de piedra ni que ocho cuartos. Será que el hermano físico es ChangMin??
    Nada de pasos atras Yunho si has abierto tus secretos así obvio hay mas que sexo entre Jae y tú, ya lo amas peeo no quieres admitirlo. Ay Dios, cuando dijo lo de conocer de menoría la lenceria de Jae OMG imaginarlo diciendo tales cosas hizo que me estremeciera toda...

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