– ¿Cómo? ¿Quién te lo ha dicho?
– ¿Importa? La información es más lucrativa que el platino.
– ¿Importa? La información es más lucrativa que el platino.
– ¿De verdad pensabas que
Pearson Property Developments podía ofrecerme una situación mejor que la que ya
me ofrece tu empresa?
– El dinero no es tu
única consideración, ni siquiera es la principal, o ya habrías aceptado mi oferta de empleo.
Era cierto. Habría ganado mucho más dinero trabajando para él
como empleado.
– Así que ¿pensabas que
podía gustarme el Medio Oeste y aceptar la oferta de empleo de Pearson? – no podía creerlo y se le notaba en la voz.
– No sólo te han ofrecido
un empleo.
– No, también un contrato
para varios proyectos que tienen en el oleoducto para los próximos dos años – seguiría por su cuenta, pero con la seguridad que siempre había
soñado.
Si vivir tierra adentro y sin un restaurante oriental decente
era lo que realmente quería. No lo era. Le gustaba demasiado la activa y
cosmopolita ciudad de Seattle.
– Me he acostumbrado demasiado a la vida de la gran ciudad. El
único restaurante tailandés que he visto lo llevaba un hombre llamado Arnie que
piensa que un buen curry va con una mazorca.
– Así que no vas a
aceptar el contrato.
– Si lo hubiera hecho,
habría sido imposible hacer este trabajo. No iba a rechazar la oportunidad de
decorar un complejo en el paraíso por redecorar unas oficinas.
Una de las cosas en las que había disentido de Hyunjoong era en
su necesidad de crear, no de recrear. Para Hyunjoong la última razón siempre
era el dinero. Mientras que Jae al mismo tiempo que anhelaba la seguridad
necesitaba tener la oportunidad de ejercitar su vena artística.
– Me alegro.
– Bien – sonrió.
– También estoy contento
de que estés aquí ahora – para alguien como Yunho
eso era mucho reconocer.
Eso merecía una recompensa, y la misma sinceridad.
– Ídem.
Él hizo un sonido cargado de sensualidad, casi un rugido, antes
de darle un beso abrasador.
Lo había echado de menos, mucho. Ser acariciado, abrazado. Se
había acostumbrado a verlo con frecuencia, así que se entregó al beso sin la
menor resistencia. Adoraba cómo hacía él el amor, podría entregarse a aquello
durante horas. Y por el modo en que sus labios se movían, parecía que él
también.
Sintió que lo levantaba y después que estaba a horcajadas sobre
sus muslos con el pantalón abierto a las caderas. El colchón era lo bastante
firme como para sostenerlo sentado.
Después todo lo relacionado con el trabajo desapareció de su
cabeza y se concentró en lo único que importaba, la sensación de ser abrazado y
besado por el hombre más asombroso del mundo.
Sus bocas encajaban a la perfección. Y sabía cómo pensaba que
sabría el cielo. Profundizó el beso, pero sin sensación de urgencia, diciéndole
en silencio que tenían todo el tiempo del mundo. Era el único hombre que había
conocido que trataba los besos como un fin en sí mismos.
El beso se interrumpió un momento y le acarició con los labios
la mejilla y la sien. Jae sonrió satisfecho porque parecía que no sólo había
echado de menos el sexo con él, sino también la conexión que había entre ambos.
– Me sorprende que no me
hayas arrancado la ropa después de seis semanas – susurró Jae.
Entonces un pensamiento helador le pasó por la cabeza: igual no
llevaba seis semanas sin sexo. Quizá por eso estaba tan relajado. Nunca se
habían comprometido a la monogamia. Aunque parecía echarla de menos tanto como Jae
a él.
– Me he mantenido ocupado
con el trabajo. Con Yoochun trabajando menos para estar con Junsu, ha habido
mucho que hacer – lo besó entre palabra y palabra – Aunque hubiera estado en Seattle, apenas
te habría visto en estas seis semanas.
Lo que implicaba que tampoco había estado con otro. Debería
haberlo sabido, porque si algo caracterizaba a Yunho era su brutal sinceridad.
Se lo había advertido cuando habían firmado su acuerdo de trabajo y le había
dicho que esperaba de él que supiera manejar la franqueza. Se refería a los
negocios, pero tenía la sensación de que era igual en lo personal.
Después, cuando se habían hecho amigos, había tenido pruebas de
ello. Así que ¿por qué seguía buscando pruebas de lo contrario ahora que tenían
una relación más íntima?
Yunho echó la cabeza hacia atrás y lo miró con expresión
sarcástica.
– Yoochun es una fuerza
de la naturaleza. Hemos tenido que reestructurar la oficina central por
completo, ascendido a varias personas a posiciones de mayor autoridad y
contratar a otros y entrenarlos para que ocupen las vacantes.
– Y a ti te ha tocado la
mayor parte.
Los signos del cansancio estaban a la vista y le sorprendió que
le hubiera llevado tanto tiempo darse cuenta. La delicia de estar en su
compañía era la única excusa.
– Vale la pena por verlo
tan feliz – había algo en su tono entre la envidia y la
tristeza.
– No me puedo imaginar a Yoochun
enamorado – fue lo único que pudo decir.
– Sólo lo has visto unas pocas veces.
– Y siempre ha sido
igual. Intenso, concentrado, casi adusto – no había ningún
casi, pero no quería ofenderlo llamando a su mejor amigo robot emocional.
– Junsu le hace reír.
– Realmente tiene que
estar enamorado – no se podía imaginar a Yoochun riendo.
– Sí.
Lo dijo en un tono que no supo interpretar, pero le preocupó. Se
deslizó por su regazo hasta hacer que sus pantalones bajaran más por sus
piernas y el bóxer de seda que llevaba se colocara sobre el duro bulto que
había bajo su cremallera.
Fuera lo que fuera lo que él tenía en la cabeza, no aplacaba en
absoluto su deseo por Jae.
Necesitaba relajarse y olvidarse de Park & Jung por un
momento. Sabía cómo ayudarle en eso. Se inclinó hacia delante y, rozándole los
labios, dijo:
– Se acabó la charla,
Yunho.
– ¿Tienes algo mejor que
hacer con mis labios?
– Absolutamente – silabeó sobre sus labios haciendo de cada sílaba una caricia.
Yunho tomó el control del beso durante unos torturadores minutos
que él sabía que no se alargarían mucho. Se meció sobre él haciendo gemir a los
dos.
Una de las cosas que más le gustaba de hacer el amor con ese
hombre era lo totalmente que se entregaba a ello. Y lo mucho que disfrutaba
cuando él hacía lo mismo. Nunca le había hecho sentirse extraño por disfrutar
del sexo. Hyunjoong con frecuencia había hecho comentarios sobre su conducta en
la cama, poniendo riendas a su entrega. Y después había tenido el valor de
decir que todos los hombres eran infieles porque no podían conseguir lo que
necesitaban de una sola persona. Especialmente de sus esposas. Hyunjoong no
había estado preparado para recibir lo que él podía darle. Yunho, por el
contrario, jamás lo hacía sentirse sucio por entregarse a lo físico. Su pasión
ni le intimidaba ni le disgustaba, a ningún nivel.
Porque la pasión de él era igual de abrasadora. No fingía. No
era un hombre preocupado por las apariencias, como su ex marido. A Yunho no le
preocupaba arrugar o manchar la ropa cuando se entregaba a la pasión. Como en
ese momento. Era evidente por el modo en que acariciaba y respondía que no
pensaba en nada más que en el placer mutuo, el modo en que sus cuerpos se
movían con una necesidad primaria. No estaba en su naturaleza de depredador
permanecer pasivo mucho tiempo. Y esperaba lleno de adrenalina que hiciera su
siguiente movimiento.
No lo decepcionó. Se dio la vuelta y lo tumbó en la cama
bocarriba. Se colocó sobre él. Un escalofrío de atávico placer recorrió su
espalda y terminó en el centro de su intimidad.
Jamás se lo diría, pero adoraba que su sofisticado amante se
volviera un troglodita. Su gran cuerpo se frotaba contra el de suyo, sus manos
estaban en todas partes, pero también lo estaban las de él. Lo tocó por encima
de la ropa, después le levantó la blusa con un rugido contenido en el pecho.
Sus masculinos dedos recorrieron su vientre antes de desplazarse hasta su pecho
y caer sobres los pezones.
Su cuerpo se meció en contra de su voluntad mientras punzadas de
deseo la atravesaban tensando sus músculos. Si no lp penetraba pronto iba a
perder la cabeza. O tomar las riendas.
Entonces una de sus manos se deslizó entre sus piernas y el dedo
pulgar se detuvo exactamente donde tenía que detenerse y empezó a acariciar su
hinchado glande a través de la seda.
El placer creció a la velocidad de la luz y sintió que el orgasmo
tomaba posesión de él antes de haber tenido tiempo siquiera de anhelarlo. Había
sentido el deseo de ese momento desde la última noche que habían pasado juntos
seis semanas antes.
Sus voraces besos se tragaron su grito de placer. Un placer que
siguió y siguió hasta que secó toda su capacidad de pensamiento. Entonces el
dedo se apartó y él quedó flotando en una neblina de saciedad. Temporal, porque
sabía que no había terminado, ni de lejos.
El ruido de la funda de un preservativo al rasgarse se filtró en
su conciencia, pero no miró. Todo estaba borroso por el placer. Fue sentir que
le quitaba el bóxer lo que consiguió que recuperara la atención. Sintió que los
músculos del interior de su cuerpo se tensaban fruto del deseo. Yunho presionó
y lo abrió con su miembro cubierto de látex.
Ya estaba dentro de él, su largo y erecto sexo lo llenaba como
el de ningún otro hombre.
Lo miró desde arriba con los ojos negros de deseo.
– ¿Bien?
Jae respondió alzando la pelvis para recibirlo más
profundamente. La sensación de la punta presionando desató otro orgasmo, ése
más interno que el anterior, una intensa contracción de su vientre que se movió
entre el dolor y el placer.
Aunque creía que no había hecho nada que mostrase su placer, un
brillo de delicia llenó los ojos de él. Y entonces empezó a moverse con un
ritmo que demandaba la participación de los dos y hacía que una y otra vez
recibiera descargas de un intenso y eléctrico placer.
Se movían juntos con una urgencia que no se podía negar. En
pocos minutos separó sus labios de los de él y rugió de placer mientras los
músculos de Jae se contraían sobre él en un tercer orgasmo provocado por la
presión de su erecto sexo contra el punto G.
Yunho dijo una palabra de cinco letras.
– Prefiero la expresión
«hacer el amor» – dijo Jae agotado sintiendo su cuerpo sin
fuerza por el abrumador cataclismo que había sido su acoplamiento.
– Ha sido increíble – dijo Yunho después de una carcajada.
– Ésa es otra palabra para describirlo – miró sus cuerpos. Estaban prácticamente vestidos, la ropa
apartada sólo lo estrictamente necesario para hacer posible el acoplamiento – Y
también como si hubiera sido un temblor de tierra.
– Ésas son más palabras.
– Y dos más para ti: aún
vestido.
Su vista recorrió el camino que había seguido la de Jae y dijo
con los ojos muy abiertos:
– Increíble.
Pareció tan conmocionado como lo estaba él, lo que le pareció
muy divertido y se echó a reír. Pronto la risa de él se unió a la suya y tuvo
que quitarse el preservativo antes de salir de encima de él. Se puso de pie y
tiró el preservativo antes de quitarse los pantalones completamente arrugados.
– Me preguntó qué
pensarán de esto en la lavandería.
– ¿De verdad te importa?
– No – terminó de desnudarse y empezó con la ropa de Jae – Los
bóxer están para tirarlas, pero creo que en la lavandería podrán salvar el
pantalón.
– Podrías tener la
decencia de hacer que parece que lo sientes.
– ¿Por qué? ¿Qué son unos
bóxer en comparación con el placer de que hemos disfrutado?
– Era mi bóxer favorita.
– ¿De verdad? – La miró con gesto de incredulidad – No recuerdo habértelos visto
antes. Nunca. Y creo que tengo un buen conocimiento de los deliciosos trozos de
tela que eliges para cubrir el más excitante espacio de tu cuerpo.
– Embaucador – fingió un gesto de disgusto – Las compré ayer.
– Entonces ¿cómo podían
ser los favoritos?
– Eran mis nuevos favoritos.
– Bueno, ahora son basura
– dijo sin parecer preocupado en absoluto.
Lo que le gustó, mucho. Aunque aún no estaba dispuesto a dejar
el juego.
– Pensaba que te
gustaban.
– Así era. ¿No te has
dado cuenta?
Se echó a reír y dijo:
– Sólo voy a perdonarte
porque he tenido varios orgasmos.
– Por lo menos tres. Y en
poco tiempo. Eso me hace preguntarme qué puedo hacer con toda la noche.
Lo que hizo fue hacer el amor con él hasta que quedaron
exhaustos casi al amanecer... y no antes de tres orgasmos más.
Durmieron hasta bastante avanzada la mañana cuando se entregaron
a un decadente desayuno almuerzo. Después se fueron a la Acrópolis. Había visto
un vídeo sobre las ruinas, pero nada lo había preparado para cómo se sintió en
el centro de lo que muchos decían eran los cimientos de la cultura occidental.
Quizá no todo el mundo reaccionaba como lo hizo él, pero experimentó una sensación
de plenitud. No podía dejar de contemplar el Partenón completamente asombrado.
Cuando le habló a Yunho de ello, no se echó a reír como habría
hecho Hyunjoong. Sólo asintió serio.
– Esto no es sólo un
montón de piedras bien colocadas. Estamos en medio de la historia. No puedes
pasar de largo ante algo así.
– Por eso tus proyectos
son tan especiales, ¿no?
– ¿Por qué reconozco la
historia cuando la veo? – preguntó divertido.
– Porque reconoces el
sabor único de cada sitio y en ligar de cambiarlo, lo realzas.
Muy pocos promotores sabían hacer eso y ninguno con más éxito
que Park & Jung.
– Yoochun y yo aprendimos
a reconocer lo bueno en donde lo hay – enlazó los dedos
con los de él y le dedicó una mirada que decía que no sólo hablaba de proyectos
empresariales.
– ¿Incluso en el
orfanato? – preguntó con suavidad.
– Admito que yo allí vi
más cosas buenas que Yoochun.
– No me sorprende.
Él se encogió de hombros.
– Ése es todo un talento.
Me gustaría haberlo tenido a mí de niño – así habría llevado
mejor mudarse tanto como lo había hecho su familia – Diablos, no me importaría
tenerlo ahora.
– No desprecies tu
fortaleza. Es una de las primeras cosas que admiré de ti.
– ¿De verdad?
– Completamente. Cuando
miras una propiedad, no ves lo que es, sino lo que podría ser.
– Eso no es lo mismo.
– No, pero surge de la
misma actitud.
– Entonces, ¿por qué fui un
niño tan triste? – se sintió idiota preguntando eso. Ya era
mayor, el niño que encontraba traumatizante cambiar de casas y de colegio cada
dos años ya no existía.
– No fue la incapacidad
de encontrar lo bueno en cada nueva situación a la que os llevaba la carrera
militar de tu padre lo que te hizo infeliz. Fue el encontrar tanto que amar y
de lo que disfrutar en cada sitio nuevo del que luego te arrancaban con cada
cambio de destino.
Jaejoong notó que de pronto se le quedaba la garganta seca. Yunho
había acertado completamente. Cada vez que habían encontrado su lugar en el
mundo, era arrancado de él.
– Muchos niños han
crecido así – dijo sin ceder.
– Eso no lo hace más
fácil para cada uno de ellos. Había más de dos docenas de niños en el orfanato
en el que me abandonó mi madre. Eso no hizo mi situación más fácil de aceptar.
– ¿Tu madre te abandonó
en el orfanato?
Yunho caminó hasta un punto desde el que se veían el Arco de
Adriano. Aún lo llevaba de la mano. Era como si la única conexión que tenía con
el presente fueran los dedos de Jae. No podía creer que le hubiera contado eso.
Jamás se lo había dicho a Yoochun. Aun así, sabía que en ese momento iba a
contarle la verdad a Jaejoong. Quizá no toda, pero sí una parte. Y no sabía por
qué.
– ¿Cuántos años tenías? –
preguntó tras un sombrío silencio.
– Cuatro, casi cinco – lo miró para medir su reacción de tierno amante.
Él no lo decepcionó. En sus ojos azules se reflejó el impacto.
– Pensaba que serías un
bebé o algo así.
– No. Mi madre era
prostituta – de nuevo una sensación de extraña irrealidad
lo llenó – Uno de sus clientes se enamoró de ella y
quería casarse, pero no quería una vida que le recordara lo que era antes de
que se conocieran.
Como adulto, casi podía entender esa conducta. No perdonarla,
pero sí entenderla. Como niño que había adorado a su madre, lo único brillante
en su corta vida, la única persona en la que había encontrado aceptación y
amor, no había sido capaz. Ni su mente de niño ni su corazón, que había
convertido en roca impenetrable, habían sido capaces de comprender lo que su
madre había hecho, tampoco la actitud de su marido.
El hombre había sido bastante amable con él las pocas veces que
lo había visto antes de comprarle la libertad de Leda a su proxeneta, su padre.
– ¡Pero eras su hijo! – casi se soltó de la mano por la impresión, pero él no la soltó.
– Mi madre venía a verme.
Una vez al mes, pero aprendí a desear que no viniera.
– Porque nunca te llevaba
con ella cuando se marchaba.
– No – daba lo mismo lo que lo hubiera deseado al principio.
– ¿Cuándo fue la última
vez que hablaste con tu madre?
– El mes pasado – pero no la había visto desde que se había escapado del orfanato
con Yoochun.
Jaejoong lo miró fijamente con los ojos brillantes por la
emoción y sin poder decir nada.
– Contacté con ella
después de ganar mi primer millón. Se alegró de oírme.
– Parece como si eso te
sorprendiera.
– Así fue. Aunque ahora
era rico, no había ninguna garantía de que quisiera algo que le recordara su
pasado.
– Pensaste que dinero era
todo lo que podías darle.
Claro. Nunca había conocido a ninguna mujer o Joven que no
apreciara los regalos en metálico.
– ¿Por qué iba a pensar
otra cosa?
– Se alegró de que
estuvieras bien, ¿verdad? Seguro que lloró la primera vez que llamaste.
Esa vez y casi todas las demás.
– Tienes razón – aunque no entendía por qué.
Si su desaparición hubiera sido tan dura para su madre, seguro
que no lo habría dejado en el orfanato. Aun así, no lo había abandonado por
completo.
– Pagaba el orfanato para que me cuidaran – había averiguado eso cuando él había hecho su primer donativo
mucho antes de amasar su primer millón.
Ésa había sido la razón por la que había contactado después con
ella. Si no hubiera sabido que ella había intentado que tuviera los mejores
cuidados, creía que jamás la habría buscado. Pero nada podría alterar el
derrotero que habían tomado las cosas con su padre.
– ¿Vas a ir a verla
mientras estemos aquí? – preguntó Jaejoong con voz estrangulada.
– No.
– Claro, perdona – pasó de estar al borde de las lágrimas a la vergüenza – No
hay ninguna razón para que lleves a tu amiga a ver a tu madre.
– No es eso. Le gustarías
– ¿cómo no? Jaejoong era una joven encantador – Es que no tengo intención de
verla.
– ¿Qué? ¿Por qué no?
Seguro que tenemos tiempo. Incluso si vive en otra isla. Podemos saltarnos lo
de hacer turismo.
– Vive en Atenas. Le compré
una casa en Kifissia – la distancia entre ese
barrio y el que había nacido él era de varios kilómetros.
– Según lo que he leído
en la guía, ésa es la zona de élite de la ciudad.
– ¿Es eso lo que dice?
– Bueno, algo así.
– Es cierto, los ricos
han vivido en Kifissia durante generaciones.
– Y le compraste una casa
a tu madre allí.
Se encogió de hombros. ¿Qué quería que le dijera? Había querido
regalarle a su madre una ruptura física con su pasado.
– Y aun así no vas a ir a
visitarla.
– No – confirmó.
– Pero...
– Hace más de veinte años
que no la veo, Jaejoong.
– Pero has dicho que has
hablado con ella el mes pasado – dijo confusa.
Lo besó. No apasionadamente, pero no pudo resistirse a la
inocente incomprensión de su rostro.
– Era su cumpleaños, así
que hablé con ella.
– ¿La llamas una vez al
año, por su cumpleaños?
– Sí – el primer año después de recuperar el contacto había cometido
el error de preguntarle qué quería para su cumpleaños.
Se había hecho a las costumbres de Estados Unidos. Y había
querido tener una excusa para regalarle algo bonito, algo que le demostrara a
ella y al hombre con quien se había casado que él no era una bala perdida
después de todo. Ni el cachorrillo débil al que habían abandonado.
Pero su madre no le había pedido un bolso de diseño, ni una
televisión nueva. Sólo le había pedido una cosa: que la llamase una vez al año
por su cumpleaños para así poder saber que estaba bien. Podía seguir sus éxitos
en los periódicos, pero seguía llamando. Una vez al año.
– ¿Te llama ella?
– Le he pedido que no lo
haga a menos que haya un problema con alguno de mis hermanos.
– ¿Tienes hermanos?
– Un hermano y una
hermana. No lo son del todo, pero me siento algo responsable.
– ¿Qué edad tienen?
– Jihye veintinueve. Está
casada con un buen hombre y tiene tres críos.
Tenía seis años menos que él y había nacido año y medio después
de que lo mandaran al hogar infantil.
Su madre se había saltado visitarlo ese mes y el siguiente. Él
había pensado que se habría cansado de ir a verlo, pero había vuelto con una
hermosa niña.
– ¿Conoces a los niños?
– Sí, Jihye insistió.
– Lo dices como si no
entendieras el porqué.
– Soy el hijo bastardo
que su madre dio a luz cuando vivía de un modo que querría olvidar. Mi hermana
ni siquiera se acuerda de mí. Era demasiado pequeña la última vez que la vi.
– ¿Tu madre la llevó a
las visitas?
– Sí.
– Eso fue cruel.
Se encogió de hombros. Desde su punto de vista había sido mucho
más cruel cuando había dejado de llevarla. Habría podido pensarse que tendría
celos de la niña, pero él la había adorado desde el principio. Le había dolido
mucho cuando el marido de Leda le había dicho que no la llevara.
Pero del mismo modo que su madre había sido sorda a sus ruegos
de que lo llevara con ella, lo había sido a sus peticiones de que llevara a su
hermana.
– Pensaba que ella era lo
más asombroso que había visto nunca. Estaba sobrecogido con ella.
– ¿Qué pensaba ella de
ti?
– No lo sé. Su padre no
quería que preguntase por mí, así que mi madre dejó de traerla a las visitas. A
mi hermano lo trajo también sólo de muy pequeño para que no preguntara tampoco.
– Claramente no quieren
olvidarte. No si tú hermana insistió en que conocieras a sus hijos.
– Me ocupo de ellos – incluso su corazón de piedra se conmovía con esos pequeños que
le llamaban «tío Yun».
– ¿Crees que ésa es la
única razón por la que quieres relacionarse contigo?
– ¿Por qué si no?
– Quizá por la misma que
yo lo quiero incluso aunque no trabajara para ti – ¿cómo podía ser tan poco consciente de lo que valía él?
– ¿Querrías?
– Sí.
No le creyó, pero apreció el sentimiento.
– ¿Tu cuñado trabaja para
ti? – preguntó Jaejoong.
– ¿Cómo lo sabes?
– Has dicho que te
ocupabas de ellos. ¿Tu hermano también trabaja para ti?
– No. Es brillante a
nivel académico. Acaba de terminar el doctorado en Física.
– Déjame adivinar... le
has pagado los estudios.
– Naturalmente.
Lo rodeó con los brazos y lo besó con más ímpetu que lo había
hecho él un momento antes.
– Eres un hombre
impresionante, Jung Yunho.
Negó con la cabeza, pero no era idiota. Le devolvió el beso y
disfrutó del momento mientras duró, preguntándose qué tenía mal en la cabeza
para haberle contado todo eso. Quizá un amigo con sexo no era tan buena idea
después de todo. No podía amarla y esa apertura podía darle a ella una
impresión equivocada.
Bueno comencé recién a leer este fic y veo que es una adaptación. Solo un comentario antes de publicarlo revisalo muy bien ya que note que en varias ocasiones te referidas a jaejoong como ella y no él y eso descoloca un poco la lectura pero sólo es para que tengas cuidado no te quiero ofender
ResponderEliminarPor lo demás me ha gustado la trama y quiero leer más!!!!
Definitivamente Yunho es impresionante. Lo q le hizo su madre....no tiene nombre, no importa si no lo iba a visitar mensualmente.....de todas maneras es abandono. Gracias!
ResponderEliminarYunho es un ángel ....un ángel que fue abandonado por su madre è.é ella no merecía nada de Yunho
ResponderEliminarYa quiero que Jae llene de amor el ♡ de Yunnie paso por tanto:(
Gracias por compartir ^^/
Que Yunho diga que no tiene corazon es solo que es demasiado ciego para no darse cuenta que aunque lo niegue su corazon es blando en vez de llenarse de rencor el ha estado ayudando a la persona que lo hiso a un lado para buscar su propia felicidad y Yunho a sido mas que bueno con ella
ResponderEliminarYunho tiene un alma gentil y bondadosa, a pesar de lo que ha vivido. Que no se niegue al amor, aunque no lo crea Jae lo ama.
ResponderEliminarGracias!!!
Yunho ha pasado por mucho,su mama lo abandono para hacer una nueva vida y el apesar de eso está ayudando a ella y a su familia,es un gran hombre con un alma gentil aunque el quiera aparentar lo contrario
ResponderEliminarOMG! Yunho es tan noble *O* Su madre no se merecía nada >:( prácticamente le hizo a un lado de su vida pensando solo en ella... Y Yunho aun sin perdonarle le ayudo a ella y a sus hermanos...
ResponderEliminarJoongie te va a dar todo el amor que te mereces Yun ^^
Yunho es muy bueno a pesar de todo lo ocurrido en el pasado. Ojalá no se aleje de Jaejoong por miedo al amor
ResponderEliminarDios pobre Yunho...su madre actuo tan egoista ashh..y el aun asi le tiene cierto cariño a esa familia ..yo se que Jae lo ayudara a superar su pasado ..poco a poco su amor fluye
ResponderEliminarDios pobre Yunho...su madre actuo tan egoista ashh..y el aun asi le tiene cierto cariño a esa familia ..yo se que Jae lo ayudara a superar su pasado ..poco a poco su amor fluye
ResponderEliminarpor que dice que no puede amar a Jae si el ya lo ama y no se da cuenta pues comparte su vida y sus recuerdos con el cosas que ni a su mejor amigo le a contado privilegio que Jae a ganado
ResponderEliminarGracias
Waoo.. Que buen corazón tiene Yunho.. Quien dice que no tiene sentimientos? XD comprarle una casa a su madre ayudarle a sus hermanos después de todo por lo que paso él , es asombroso.
ResponderEliminarQue bueno que Yunho le tenga mas confianza a Jae contándole todo eso de su pasado ^^
Pobre Yunho no se da cuenta q ya ama a Jae...y Jae tambien lo esta deberian dejar de engañarse con q solo va de sexo su amistad
ResponderEliminarTotalmente Yunho es diferente el ayudado a su familia el esta ahí para ellos a diferencia de otro que no le importaría ni un pepino el realmente tiene mucho amor no es nada frío como el miso dice solo que nose no quiere admitirlo pero también siente algo por Jaejoong mas que solo sexo
ResponderEliminarTodo el es JunGYunho hombre cabal y hermosamente noble. Wooo a pesar de la trsite historia que guarda su infancia, es capas de amar así. Que corazón de piedra ni que ocho cuartos. Será que el hermano físico es ChangMin??
ResponderEliminarNada de pasos atras Yunho si has abierto tus secretos así obvio hay mas que sexo entre Jae y tú, ya lo amas peeo no quieres admitirlo. Ay Dios, cuando dijo lo de conocer de menoría la lenceria de Jae OMG imaginarlo diciendo tales cosas hizo que me estremeciera toda...