Ok, eso es exagerado pero… ¡¿Cuánto puede comer esa bestia?! Es
inhumano. O sea… Yo jamás lograría comer tanto y ahora mismo lo observo como
engulle todos los platos que le traen como si no hubiese un mañana.
Honestamente yo no me quejo porque Jae es el que le insistió en
que se quedara, así que él deberá aguantarse el hecho de que el “pequeño”
e “inocente”
Minnie se lo devore todo.
Han pasado más o menos tres días desde que llegó. Y tres días
desde los cuales me he sentido con una gran… GRAN urgencia sexual. Y es que
desde ese día en que Changmin nos sorprendió a Junsu y a mí en el baño no nos
hemos vuelto a tocar ni nada por el estilo. ¿Y por qué? A Junsu le da
vergüenza. ¡Vergüenza!
— Tooooonto~ — dijo de pronto Changmin, lanzándome algo con
la cuchara.
— ¡No
me lances comida! ¿Qué no te enseñaron modales tus padres?
— Hmmm…
— se detuvo a pensar. – No – sonrió y volvió a tirarme puré de papas.
— Eres
un cerdito~ — me reí de él, imitando a
dicho animal.
— Y tú
eres… un conejo…
— ¡Oh!…
¡¿En serio?! ¡Te juro que si no me lo dices no me doy cuenta! – dije falsamente asombrado.
— ¡Un
conejo feo! ¡Déjame terminar!
— Sabes
que eso no es cierto. Tú me adoras, te excito. Acéptalo – le mandé un besito por el aire (Algo muy gay por cierto) y él
fingió un escalofrío.
— Si
claro… no hagas esas cosas, estoy comiendo –
dijo con asco y bebió del jugo que tenía. Jaejoong solo nos miró con cara de “Tarados…”
Desde que Changmin decidió quedarse honestamente todo aquí ha
sido más divertido. Siempre terminamos inventando juegos entre todos y más de
algo termina roto. Algunos guardias de Jaejoong varias veces nos han regañado,
incluso el mismo Jae, pero eso lo hace más divertido.
— ¿Soy
yo o el trasero de Junsu está cada día más grande? – dijo de pronto Changmin, (cuando el susodicho se levantó para
alcanzar la comida) con una voz tan seria que no pude evitar atorarme con las
palomitas de maíz que comía y estallar en risas.
— ¡Oye!
¡No me molestes, palmera! – se quejó
Junsu, sonrojándose y tirándole un puñado de palomitas en la cara.
— No
desperdicies la comida – se quejó esta vez Yunho
quitándoles el plato e intentando ver algo de la aburrida obra real a la que
Jaejoong nos había obligado ir (¿Y se preguntarán por qué comíamos palomitas en
una Obra de Teatro de la realeza? Yo también me pregunto lo mismo).
— Esto
es un asco… — se quejó Changmin por
quinta vez en menos de 3 minutos.
— Tú
también lo eres y la obra no se queja de ti. – reí y Changmin me miró entrecerrando los ojos, algo así como
una mirada asesina.
— Estás
conspirando en mí contra, rata. – Solo reí
al escuchar eso y volví a comer palomitas de maíz.
Al fin la obra terminó y pudimos irnos de ese endemoniado lugar,
lleno de gente de clase alta y sombreros ridículos.
— ¿Se
dieron cuenta de la cantidad de animales muertos que tenía el sombrero de la
señora frente a nosotros? – preguntó Changmin,
apoderándose de lo último que quedaba de las palomitas.
— Ajajajaja ¿Y viste a la señora que traía un
perro salchicha enrollado al cuello? ¡Eso si que era gracioso! – rió Yunho.
— ¡Yo
la vi! Me dio mucha risa, casi no podía ver la obra – rió esta vez Junsu.
— Miren
el vestido de esa señora… — dije en voz baja – Se envolvió con las cortinas de la casa de
su abuela. – reí y los chicos hicieron lo mismo.
Volvimos a una de las habitaciones del palacio para descansar un
rato, soportar la aburrida obra nos había dado sueño. Entramos a una al azar y
los lanzamos sobre la cama.
— Necesito un masaje… — se quejó Changmin lanzándose sobre mi. – Hazme uno.
— Hmm,
mejor no. – reí y me lo saqué de encima.
– Creo que estás engordando, Minnie.
— ¡No
es cierto! – Volvió a lanzarse sobre mi – Hazme un masaje.
— ¿Y si
mejor te hago otra cosa? – le insinué con voz
coqueta y él se alejó de mi de inmediato.
— ¡Cochino! ¡Junsu, mira lo que está haciendo!
¡Te está engañando!
— ¡No
digas tonterías! – le respondí yo, golpeándolo
con una almohada. Junsu solo comenzó a reír a carcajadas, seguido de Yunho.
— ¡Es
cierto! – respondió Changmin golpeándome con otra
almohada.
— ¡Sabes que no! – lo golpeé
y él se me tiró encima, apretando mi cola. — ¡No hagas eso! ¡Me tocas el trasero!
— Que
asco… — se quejó Changmin, esta
vez tirando mi oreja izquierda.
De pronto entró Jaejoong y nos miró algo traumado, mientras
Junsu y Yunho reían a carcajadas.
— Ehh…
Chicos. Déjense de tonterías y escúchenme — Habló Jaejoong con voz firme; Changmin y yo
nos separamos y lo miramos expectantes, junto a Junsu y Yunho. — Tenemos una invitación para el... castillo de
Heechul así que... — miró a Changmin de reojo. Supongo que le da
miedo que el chico de las orejas gigantes se moleste de nuevo por lo que
sucedió hace un tiempo.
— ¿Invitación a qué? — preguntó Junsu, curioso, y por la cara que
puso (Tan adorable) no pude evitar pellizcarle una mejilla, haciendo que se
quejara.
— No lo
se, cosas locas que se le ocurren. Ya saben como es él. — volvió a mirar a Changmin, y yo hice lo mismo.
— ¿Habrá comida? Si hay comida voy gustoso — sonrió Changmin, con aquel brillo en sus ojos
cuando menciona o escucha la palabra comida.
— Si,
Minnie, si habrá comida. — suspiró
Jaejoong entre resignado y aliviado y Changmin se puso de pie.
— ¿Entonces qué esperamos?
Lo quedé mirando y comencé a reír, el mocoso me cae muy bien
(Aunque a veces me den ganas de golpearlo).
— ¿De
qué te ríes? — preguntó
Changmin, jalando una de mis orejas.
— ¡Ah!
¡Dueledueledueleduele! ¡No hagas eso! — le golpeé la mano y él
me sacó la lengua.
— Estoy
pensando seriamente que ustedes dos de verdad se gustan. – dijo seriamente Yunho, y Changmin rió a carcajadas.
— Si,
claro. – siguió riendo Changmin. — ¿Cuándo nos vamos?
— Ahora
– sonrió Jae.
No dijimos nada más y nos levantamos para arreglar algunas cosas
para el viaje. Terminamos también obligando a Jaejoong a que nos fuéramos
caminando los cinco juntos. …l insistió en que así demoraríamos más pero ¿Qué
importaba? Tendríamos que dormir una noche al aire libre y llegaríamos al otro
día temprano si caminábamos rápido.
Así que finalmente solo aceptó el trato y salimos camino al
palacio del “hombre” más amanerado del mundo. Heechul.
Caminamos y caminamos y caminamos... Luego caminamos, seguimos
caminando y entre todas esas cosas... caminamos.
— Me
duelen los pies. Tengo hambre. Estoy cansado. — se quejaba Changmin cada cinco minutos.
— Cállate, ¿Quieres? — le dijo Yunho algo irritado y Changmin apoyó
todo su peso en su espalda.
— Cárgame... — dijo con cara de total relajo y entrega,
apoyando todo su peso en el de Yunho.
— Claro
que no, pesas mucho Changmin.
— Hmmm — se quejó de nuevo Changmin, casi como un
berrinche y siguió caminando cansado.
— Les
dije que no nos fuéramos caminando... — dijo Jaejoong
bostezando.
Cuando ya comenzaba a oscurecer llegamos a un lugar que se me
hizo bastante familiar. Este lugar era... era. ¡Oh! ¡Ya lo recordé! Este lugar
es donde...
— ¡¿Y por qué no quieres decirle?! — me gritó Changmin.
— ¡Porque no y ya! — le contesté,
comenzando a irritarme.
— ¡Eres
un estúpido!
— ¡Y tú
un terco y un idiota!
— ¿Yoochun? ¿Qué pasa?
Me giré al mismo tiempo que lo hizo Changmin, encontrándonos con
Junsu quien nos miraba preocupado. No pude evitar sonrojarme y negué con la
cabeza.
— No...
nada
— Oh,
ok. — respondió y
noté que no me creyó demasiado.
— ¡No
es cierto! ¡Por favor, Yoochun! No puedes ser tan tonto
— ¡Changmin! ¡Guarda silencio de una vez!
Changmin me miró totalmente molesto y sin decir nada se levantó,
caminó hacia Yunho y lo tomó con fuerza del brazo, arrastrándolo con él.
— Iremos a buscar leña, dormiremos aquí esta
noche. — sentenció
Changmin y Yunho lo miró confundido.
— Ehh... Si, claro. — contestó y se dejó arrastrar por el menor,
desapareciendo entre los árboles.
Suspiré con fuerza y me senté a la orilla del río, metiendo mis
pies en el agua fría.
— Yoochun, ¿Estás seguro que no te pasa nada?
— Hmmm... Junsu, ¿Puedo decirte algo sin que te
enojes y sin que yo te de asco?
— ¿Qué
cosa? ¿Qué te tiras gases cuando duermes? eso ya lo sabía. — se sentó a mi lado y yo reí.
— N…no,
eso no. — tomé aire y
lo miré fijamente. No soy una niñita tímida, debía sacar mis dotes de casanova.
— Junsu... — solté con la mejor voz que pude, y noté como
Junsu temblaba y un leve sonrojo se apoderaba de sus mejillas.
— ¿Si?
Yo me acerqué lentamente a él, sintiendo cada vez su rostro más
cerca. No es primera vez que lo beso ¿No? Claro que esta vez sería con otro
tipo de sentimientos, pero que va... ¡No es la primera vez y punto!
— Junsu,
ya estoy cansado de esconder esto y es hora de que lo sepas. — hablé con total seguridad. Junsu tragó saliva.
— Desde hace ya bastante tiempo yo te he estado
mirando con otros ojos.
— ¿Otros ojos? — preguntó Junsu, se le notaba confundido. — Eso... — Yo me sonrojé, pensando en que quizás me
rechazaría. — Eso
es imposible, Chunnie. A no ser que le saques los ojos a otra persona y te los
pongas tú no puedes mirarme con otros ojos.
En ese momento sentí como un ladrillo caía sobre mi cabeza y me
llegaban miles de patadas por la espalda. ¿Podía alguien ser tan...? Realmente
la idiotez bajo ese sombrero me impresionaba.
— No,
Junsu. No entiendes. — suspiré, intentando
controlarme. — Yo, lo que siento por ti no es
lo mismo que siento por otras personas.
— ¿Te
caigo mejor yo? — preguntó con inocencia
(¿O idiotez? Quien sabe)
— Eres
tan… — me quedé callado y froté mi sien derecha con
dos dedos — Mira, Junsu. Eh... — intenté
buscar un ejemplo que sirviera y le hiciera entender. — ¿Por qué tu mamá se casó con
tu papá?
— Porque... Porque estaba enamorada de él.
— Bien.
Eso es lo mismo que siento yo. — le aclaré,
mirándolo a los ojos.
— ¿Te
gusta mi papá? — me miró aún más
confundido y quizás con asco y trauma. Le daría un golpe en... en... ¡Donde más
le duela!
— ¡¡Dios mío Junsu!! ¿Como no lo entiendes? ¡Me
gustas! ¡Me gustas mucho! ¡Me gustas TÚ y solo TÚ! ¡En este mismo instante te
abrazaría y besaría hasta no poder más! — grité casi con desesperación, zamarreándolo
por completo.
— Woh... — fue lo único que dijo, sus ojos felinos
abiertos como dos platos los cuales me miraban fijamente, totalmente
impresionado.
Silencio. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda y pude
imaginar que esta escena debía verse como una imagen congelada con plantas
rodadoras como esas de las películas Estadounidenses de vaqueros y...
— Junsu... – “Eres
increíblemente idiota” pensé.
— ¿Si? — respondió, con una expresión totalmente
relajada. Como si todo aquello que le dije no le hubiese llegado. O como si le
hubiese entrado por un oído y salido por el otro.
— ¿Puedo besarte?
— Bueno.
Dicho esto me le acerqué con rapidez (Casi desesperación) y besé
sus labios con suavidad. Sentí como su cuerpo se tensaba y temblaba suavemente.
Abrí un ojo y vi como sus manos se movían, buscando las mías (Quizás al fin
había entendido todo). Finalmente envolvió mi mano derecha con sus dedos suaves
y los apretó. Sonreí y cerré mis ojos, dejándome llevar. Este beso era tan
distinto a todos los otros que había dado en toda mi vida.
Me alejé de él luego de un rato, en sus mejillas podía ver un
leve sonrojo y una sonrisa se dibujo en sus labios, gesto el cual imité. Nos
miramos fijamente y nos abrazamos con fuerza.
>>> ♥ <<<
— Yoochun, ¿Estás vivo? — sentí una voz tras de mi. Era Yunho.
— Oh,
perdón.
— ¿Estabas en trance o algo así?
— Tuve
un flash back.
— Entiendo. — rió y dejó un montón de leña en el suelo.
(¿Cuándo había ido a buscarla?)
— ¿Te
ayudo con eso? – le pregunté.
— Ok,
gracias.
Luego de ayudar con la leña y prender la fogata los primeros en
dormirse fueron Jaejoong y Yunho. Changmin como siempre seguía despierto solo
para molestar y finalmente Junsu cayó dormido, a mi lado. Como yo no tenía
sueño tuve que quedarme conversando con Changmin.
— Duérmete ya. Los niñitos buenos deben dormirse
temprano. – Reí.
— Vete
al infierno. – respondió riendo. Yo
sonreí y me acomodé acurrucándome junto a Junsu. Y finalmente, luego de unas
dos horas, Changmin se durmió
La fogata se apagó sola, pero yo seguía sin dormir. Solo miraba
al cielo y a ratos a Junsu, quien dormía placenteramente. De pronto recordé
algo y una sonrisa quizás pervertida se formó en mi rostro. Moví suavemente el
cuerpo de Junsu, susurrándole al oído.
— Susu,
despierta…
— Hmm… — se quejó y giró su cuerpo, dándome la espalda.
— Susu.
– volví a moverlo, esta vez un poco más fuerte.
— Cinco
minutos más…
— Junsu.
— 3
minutos…
— Junsu~
— Solo
1…
— Junsu
por Dios… — le pellizqué las
mejillas y las estiré con fuerza, haciendo que al fin despertara.
— ¿Qué
pasa? – se sobó los ojos y yo le tapé la boca.
— Shhh,
solo sígueme.
Dicho esto lo tomé de un brazo y lo arrastré conmigo, sin quitar
mi mano de su boca. … él se quejó un poco pero se quedó callado finalmente y
solo me siguió. Cuando nos alejamos lo suficiente a mi parecer saqué mi mano de
su boca e hice que se sentara.
— ¿Qué pasa? – preguntó
bostezando un poco.
— Estuve recordando algo.
— ¿Y me
trajiste a este lugar para eso? Tengo frío.
— No te
preocupes, se te quitará en un momento. ¿Recuerdas ese día en la posada Bolero?
— ¿Recordar qué cos…? ¡Ah! – se sonrojó y yo sonreí ampliamente. — ¡¿No estarás pensando en…?!
— Si,
exacto. No grites, por favor.
— ¡Yoochun! Ahora no, no podemos. Estamos a
mitad del bosque, los chicos están cerca, y…
— ¿Y
eso no lo hace más excitante aún? – me acerqué a él, aprisionando su cuerpo
contra el tronco de un árbol.
— Yoochun, es en serio. No podemos… — lo interrumpí con un beso fuerte, el gimió a
causa del contacto inesperado (Y quizás un poco bruto).
— Junsu. Desde ese día no he desahogado
urgencias con nadie y siento que en cualquier momento explotaré. Por favor,
déjame al menos solo esta noche.
— Yoochun…
— ¡Por
favooooooor! – llegué al punto de rogarle.
Intenté hacer el puchero más lindo que pude y terminé por convencerlo. Ya que
de un segundo a otro me encontraba yo sobre su cuerpo, besando su cuello con
lujuria, oyendo pequeños y cortitos gemidos de su parte.
Al parecer la urgencia que tenía era demasiado grande porque al
oír los jadeos que Junsu dejaba escapar cuando mis labios comenzaron a recorrer
todo su pecho mi entrepierna comenzó a despertar. El calor se acumulaba
rápidamente en ella.
— Y…Yoochun…
— jadeó con suavidad.
— Recuerdo claramente… — lo besé en los labios. – Que alguien dijo… — volví a besarlo –…que no quería… — otro beso.
–…hacer esto.
— No te
quejes o t… te dejo como ese día. – intentó
hacerse el rudo.
— Si claro…
— volví a besarlo y me ubiqué entre sus piernas,
para tener más comodidad.
Pude notar como su entrepierna había despertado y se frotaba
contra la mía a través de nuestra ropa. Al ver la cara de placer de Junsu volví
a mover mis caderas contra las suyas repetidas veces.
Realmente escuchar a Junsu gimiendo y saber que yo era el
causante de ello me enloquecía. ¿No es acaso hermoso tener al delfín bajo mi
cuerpo, a mi merced?
— Había
esperado esto durante mucho tiempo... — le susurré en el oído,
mordiendo luego el lóbulo de su oreja.
— Honestamente... — respondió con su voz entrecortada — Yo
también...
— ¿Y
por qué demonios no me lo pediste? — le quité el
abrigo y la camisa. Continué besándolo lentamente, bajando por su cuello hasta
su pecho, deteniéndome para lamer uno de sus pezones. … él gimió.
— P…porque...
No lo se... — rió tímido. Con rapidez
me alejó de su cuerpo y comenzó a desvestirme, tirando mi ropa por ahí.
— Oye... No la tires tan lejos. — reí aguantándome el gemido que quizo escapar
de mi garganta cuando con más fuerza de la necesaria mordió mi cuello. Su mano
se movió juguetonamente hasta mi entrepierna y comenzó a frotar con total
descaro. — P...pervertido.
Seguimos besándonos, sintiendo nuestros cuerpos cerca del otro y
como el calor corporal incrementaba, haciéndonos olvidar completamente el frío.
De pronto oímos un ruido. Era... Era Yunho, se había levantado.
— Yoochun... — le tapé la boca y lo empujé, escondiéndonos
detrás de un arbusto. — Sgfsags — dijo, aún con mi mano cubriendo su boca.
— Shhh... — lo hice callar.
Observé desde entre las hojas del arbusto como Yunho se
levantaba y miraba a ambos lados, se frotaba los ojos y caminaba hacia un
arbusto. Gemí con fuerza cuando sentí que la mano de Junsu volvía a frotar mi
erección a través del pantalón y tapé mi boca rápidamente.
— No
hagas eso... — le dije mordiéndome el
labio, pero él no me hizo caso y siguió frotando.
— Es
para que no te enfríes... — rió.
Volví y mirar a Yunho. Parece que se había levantado para ir al
baño o algo. Al rato se devolvió y volvió a acostarse (En realidad se lanzó)
sobre Changmin, quien se quejó y siguió durmiendo.
— ¿En
qué estábamos? — puse mis manos sobre el
rostro de Junsu y lo besé con fuerza, empujándolo y cayendo sobre él.
Nuevamente me posicioné entre sus piernas y abrí su pantalón,
bajándolo hasta sus rodillas. Besé su pecho nuevamente y fui bajando con
lentitud, pero al momento de llegar a su vientre Junsu me detuvo. Lo miré
dudoso y él solo me empujó cambiando los roles, haciéndome quedar a mi bajo su
cuerpo.
— Yo
quiero hacer eso... — dijo leyendo mi mente y
así sin más me quitó los pantalones y la ropa interior, dejándome desnudo y con
aquella graciosa sensación del frío envolviendo nuestros cuerpos calientes y
sudorosos.
— Susu... Que tierno eres — me burlé, mordiendo mi labio cuando sus manos
suaves tomaron mi miembro con suavidad, moviéndose de arriba a abajo.
— Estás
muy duro... Realmente necesitabas esto urgentemente esto. — dijo con tranquilidad mientras me masturbaba.
— Pero
tú no me d…dejabas... Hacer nada. — me quejé en
parte por lo que dije y por otro lado por el gran placer que estaba sintiendo.
— Te lo compensaré...
Sin decir nada más, Junsu dejó de mover sus manos y se agachó
acercando su rostro a mi erección, la cual sin pudor alguno lamió
completamente. Me mordí el labio tan fuerte que terminé sangrando, pero no fue
suficiente ya que terminé gimiendo al sentir sus labios y su lengua recorrer
toda la extensión de mi miembro. (Intentaba acallar lo más posible los gemidos,
ya que no quería despertar a los demás)
Mi mano se apoyó sobre la cabeza de Junsu, acercándolo más a mi,
mientras acariciaba su cabello.
— Junsu... Ah.
Luego de un rato su rostro se alejó de mi erección y me sonrojé
al ver como de la comisura de sus labios corría un hilo de pre — semen. Lo
acerqué a mi y sin asco alguno (¿Por qué abría de tenerlo? Era mío) lamí sus
labios y lo besé. Finalmente terminé de desvestirlo y tomé su miembro erecto
con una mano, masturbándolo con rapidez. Un gemido algo agudo escapó de su boca
y escondió su rostro entre mi cuello y mi hombro.
— Intenta no hacer tanto... tanto ruido. — le aconsejé, sin dejar de tocarlo. …l asintió
sin alejar su rostro de mi cuello.
Volví a empujarlo con suavidad y sin dejar de masturbarlo lo
recosté en el suelo, ubicándome yo entre sus piernas. Lamí dos dedos lo más que
pude y abrí sus piernas, para que se sintiera más cómodo.
— Si te
duele mucho dímelo...
— Ok... — suspiró cuando rosé su
entrada con un dedo, el cual introduje con lentitud. Junsu no se quejó así que
comencé a moverlo dentro de él en forma de círculos.
Luego de un rato de lo mismo introduje otro dedo y noté como la
expresión de Junsu cambiaba a una de incomodidad. Me acerqué y besé su frente,
sin dejar de atender su erección.
— ¿Duele? — le pregunté.
— N — no...
Solo se siente raro.
— Ok.
Introduje un tercer dedo en él y pude oír un quejido bajito de
su parte. Cerró sus ojos y mordió su labio. De a poco noté como su respiración
comenzaba a cambiar, al igual que su expresión. Ahora su expresión era más de
placer. Cuando sentí que ya estaba listo retiré mis dedos y tomé mi miembro con
mi mano libre, posicionándola para entrar en él.
— Respira profundo, Susu. — Le dije. Junsu asintió, tomé aire y entré en
él lentamente.
— Ahhhhh — Se tapó la boca acallando el largo gemido que quiso
salir de ella. Yo besé su frente y sin dejar de masajear su erección moví mis
caderas, dando la primera estocada.
— ¿D…duele
mucho? — pregunté sin dejar de
moverme, aún con dificultad a causa de su estrechez.
— No...
Adelante, sigue. — Abrió sus piernas lo más
que pudo y rodeó mi cintura con ellas, acercándome más a él.
Seguí moviéndome en su interior, recibiendo suaves y cortos
gemidos y quejidos de su parte. Mientras más estocadas daba más fácil me era
moverme, y el placer comenzaba a envolverme completamente.
Besé repetidas veces sus labios, sin dejar en ningún momento de
masturbarlo. La bella expresión de total placer que se formaba en su rostro
cada vez que arremetía contra sus caderas.
Uní mis labios con los suyos para evitar que nuestros gemidos se
hicieran demasiado sonoros y despertaran a los chicos. Honestamente no quería
que ninguno (Menos Changmin) nos descubrieran. Era tonto quizás, por el hecho
de que el nosotros mismos le dimos sexo al niño palmera, pero en este caso era
distinto.
En realidad él es muy fastidioso. No quería soportar sus bromas.
— Y…Yoochun...
— Habló con dificultad, ya que no alejó su boca
de la mía. Nuestras lenguas jugueteaban, intentando obtener mayor territorio en
la boca del otro. — Más rápido, Yoochun... — rodeó mi cuello con sus brazos y me acercó más
a él.
— Como
pidas... — Le di un beso rápido y
con rapidez salí de su interior, para volver a embestirlo con fuerza. Junsu
hizo un sonido raro (Así como tragándose un gemido) y mordió mi cuello. Su
cuerpo tembló con suavidad y en seguida sentí algo caliente derramarse en mi
vientre.
Seguí embistiéndolo con quizás más fuerza de la necesaria. Mi
calor corporal era ya insoportable y comenzaba a ver borroso... Hasta que me
corrí en su interior. Caí completamente exhausto sobre su cuerpo, intentando
regular nuestras respiraciones.
— Gracias... — dijo de pronto Junsu, riendo. Yo lo miré extrañado.
— ¿P…por
qué?
— No lo
se... Me gustó.
— Pervertido. — reí y volví a besarlo. De pronto sentimos una
risa tras nosotros. No puede ser... No será.
— Lindo
espectáculo.
Me giré encontrándome con quien temía encontrarme. ¡¿Por qué demonios
siempre tiene que ser él?!
— Changmin... — susurré, lanzándole una mirada asesina. El
susodicho comenzó a reír a carcajadas.
— Ojala
tuviera una cámara aquí. — rió
acercándose. Intenté taparme como pude y al mirar la cara de Junsu noté el sonrojo
que adornaba sus mejillas y su expresión de "Trágame tierra".
Changmin se agachó rápidamente y apreté mi cola, sacándome un grito.
— ¡Maldición! ¡No hagas eso! — le grité sin la posibilidad de levantarme, estando completamente
desnudo y cansado. Changmin solo rió a carcajadas y se fue hacia donde estaban
los chicos.
Realmente a veces odio al mocoso. ¿Pero a quién engaño? Me hace reír
bastante y por mucho que quiera a Junsu... me encanta molestarlo junto al chico
de las orejas monumentales.
Oh si, cierto. Finalmente, luego de vestirnos y soportar un
arsenal de burlas de parte de Changmin nos dirigimos hacia el castillo de
Heechul y descubrimos que la maldita invitación era para una fiesta que se le
había ocurrido hacer de la nada. Este tipo está loco... pero ¿Qué cosa no está
loca en este mundo?
Me alegra bastante vivir aquí…
...
Y Changmin es un idiota.
**FIN**
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