Ya no quería salir de
su cuarto. Ya no quería dormir, ni comer ni mucho menos hablar. Había caído en
una profunda, profunda depresión, de la cual nadie lograría sacarlo. El pensar
en volver a ver a su hermanastro le atemorizaba, y no se atrevía a volver a
mirar a los ojos a Changmin.
Le gustaba tanto que
dolía... Pero una relación entre ambos no sería honesta, y en cualquier momento
descubriría su secreto.
¿Por qué la vida había
decidido jugarle tan mal?
Por otro lado Yunho
estaba más enrabiado que nunca. Recordaba lo que había visto esa vez y un odio
inmenso lo devoraba por dentro. Su hermano y el hijo del Sr. Shim besándose en
el sofá de la sala y luego caminando de la mano para hacer travesuras a quien
sabe dónde.
De sólo recordarlo le
daban nauseas. Jaejoong no podía pertenecerle a nadie más. Él era su dueño y le
pertenecía. Los celos lo estaban matando, realmente. Debía pensar en algo para
hacerle entender, pero ¿Qué? Tener sexo con él no sería nuevo, ya lo habían
hecho muchas veces, así que... Claro, debería actuar sobre lo más importante
para él. Y eso era fácil...
... Shim
Changmin.
Una sonrisa se dibujó
en su rostro. Era fácil, ya sabría que hacer. Esa tarde (como muchas) llegaron
el Sr. Shim y su hijo. Su presa. Jaejoong había sido
obligado a salir de su cuarto por un momento, así que ese era el momento
preciso para actuar. Sabía que Jaejoong volvería a su habitación en cuanto
terminara lo que haría.
— Shim Changmin... — pronuncio con suavidad
fingida cuando al fin estuvieron solos. El susodicho levanto la vista del libro
que leía y acomodó sus lentes.
— ¿Si?
— Hmm, últimamente me he
estado fijando en algunas cosas.
— ¿Qué cosas serían?
— En ti, por ejemplo. — se sentó en el brazo
del sofá, junto a él.
— En mi... — dijo algo extrañado.
— Si, en ti. Verás... — movió su mano y acarició
el rostro del otro. — Creo que... Hay cierta
atracción que siento, y aquello me confunde de sobremanera, ¿Sabes? — Changmin comenzaba a sentirse incómodo, se
notaba en su cara. — Es por eso que... — comenzó a bajar su mano con lentitud. — Quiero aclarar aquellas dudas. — terminó
por bajar la mano hasta posarla en su entrepierna. Changmin se sobresaltó y
alejó su mano.
— Espera, detente.
— ¿Qué pasa? — preguntó haciéndose el
inocente.
— No puedes hacer eso.
— ¿Por qué no? — sonrió y volvió a bajar
su mano, esta vez moviéndola sobre la entrepierna de Changmin, frotándola
suavemente. Yunho notó como las mejillas y las orejas de Changmin se volvían
completamente rojas.
— Basta, en serio. — fue a alejar la mano de
Yunho nuevamente, pero este fue más rápido y de un solo movimiento lo atrajo
hacia si mismo, besándolo con fuerza.
Y el resto fue bastante
fácil, más de lo que había especulado. Bastaron unos cuantos besos y caricias y
en un abrir y cerrar de ojos ambos estaban sobre una cama, uno sobre el otro
(Yunho arriba, obviamente). Estaban desnudos y excitados, tocándose y
besándose. No sabía que Changmin resultaría tan fácil de amaestrar.
— ¡Ahh! — gimió Changmin con
fuerza cuando sintió dos dedos entrar en él, los cuales se movían rápidamente
en su interior. — Y…Yunho... — tapó su boca con ambas manos y abrió más sus
piernas.
— Hermoso, hermoso. — pronunció con
parsimonia, observando el rostro sonrojado y sudado de Changmin. Metió otro
dedo y se deleitó con la expresión de placer que se dibujaba en el rostro del
menor (¿Jaejoong sabría que era dos años menor que él?).
— ¿D…De quién es esta
habitación? — preguntó de pronto, cayendo en que no sabía en qué habitación
estaban. Entraron en la primera que encontraron y ya (supuestamente).
— Eso no importa, nadie
vendrá. — dejó de dilatarlo y sin siquiera preguntarle
qué tan preparado se sentía lo penetró con fuerza. El rostro de Changmin se
volvió una mueca de dolor y placer (más que nada dolor), expresión que al gusto
de Yunho, era una de las más hermosas que haya visto, luego de las de su
hermano claro.
— ¿S…Se...Seguro? Ahh... — Yunho comenzó a mover
sus caderas contra las del menor, fascinado por la estrechez de este. Quizás
debió haber intentado hacerlo con él mucho antes, pero estarlo haciendo por
venganza era mucho más placentero aún.
— Claro... — besó su cuello, lo
mordió y chupó su piel, dejando marcas rojas por doquier. La cama crujía con
fuerza a causa de las fuertes embestidas de Yunho, Changmin estaba aferrado a
su espalda, gimiendo como si no hubiera un mañana.
Yunho sonrió,
sin dejar de embestir contra las caderas de Changmin. En cualquier momento
aparecería, en cualquier momento... ¡Ahí estaba!
La puerta se abrió
lentamente, mostrando a un Jaejoong ojeroso y cansado quien, al ver a los dos
hombres que estaban sobre su
cama, casi sintió como su estómago se salía por su boca. Eran
Yunho y... Yunho y Changmin.
— Jejuko... — dijo impresionado
Changmin, intentando detener a Yunho. — Detente... Detente.
— ¿Por qué? — siguió embistiéndolo y
comenzó también a masturbarlo. Changmin mordió su labio con fuerza, haciéndolo
sangrar.
Jaejoong no
decía nada. Estaba totalmente inmóvil, aunque en realidad quería salir
corriendo de ahí, escapar de esa casa y quien sabe... quizás colgarse por ahí o
incluso dispararse, no sería una mala idea después de todo, y no le haría mal a
nadie. Todo lo contrario.
Yunho no parecía
estar afectado ni avergonzado, claro que no, ese hombre no tenía vergüenza. De
hecho, parecía disfrutarlo. Disfrutaba de la situación, disfrutaba ver el
rostro pálido de su hermano mientras seguía penetrando a su amor. Changmin
comenzó a moverse bajo su cuerpo, gritándole que se detuviera, intentando
escapar o algo, pero sólo logró que Yunho aumentara su velocidad y la de su
mano, logrando que con un apretón sobre su erección se corriera al instante,
haciéndole llegar al orgasmo.
Lamió su mano cubierta
del semen de Changmin, mirando divertido a Jaejoong, al mismo tiempo que
llegaba él mismo a su orgasmo y se corría al interior del otro. Un gruñido
salió de su garganta y dejó de moverse.
Se salió del
interior de Changmin y se levantó. No esperó mucho y comenzó a vestirse, y una
vez listo caminó hacia Jaejoong, tomándolo de la muñeca y arrastrándolo hacia
dentro de la habitación. Lo dejó frente a Changmin, haciendo que se mirasen.
— Ah, Changmin. — sonrió Yunho, abrazando a Jaejoong de la
cintura. Este intentó alejarlo y frunció el ceño. — Creo que elegiste mal para enamorarte. — dijo sin soltar a Jaejoong. — Lamento informarte dos cosas. — su sonrisa creció más, causándole miedo a
Jaejoong. — La primera: Jejuko me
pertenece. — lamió su cuello y Jaejoong se quejó. — Soy su dueño y le hago lo que se me antoje,
así que si vuelvo a verte con él no será placer lo que sientas. — frunció el ceño.
— Pero es tu hermana...
— ¿Hermana? — rió — veo que hay cosas que no se han dicho aún,
digo... si tanto se gustan, ¿No deberían conocerse bien? Esa es la segunda cosa
que te informo.
Jaejoong intentó
alejarse, pero Yunho sonrió de oreja a oreja y le quitó la peluca, mostrando su
verdadero cabello y como era en realidad.
— Jejuko no es... la "señorita" que parece ser. Sino que en realidad es Jaejoong. — sonrió.
— ¿J…Jaejoong?
— Ahá, Jaejoong. Un
chico. Como tú, como yo, tú sabes. — rió nuevamente. — bueno, creo que tienen cosas
de que hablar, los dejaré solos. — se dio media vuelta y salió de la habitación,
dejando a Jae y a Changmin solos. Solos.
— ¿Es una broma? — dijo Changmin. Se notaba
el asombro en su voz.
— Debería decir lo mismo.
— Eres un chico, un
hombre. No me lo dijiste. ¿Por qué? — se sentó en la cama y tomó sus pantalones que
estaban tirados en el suelo. Comenzó a vestirse, sin mirar a Jaejoong a la
cara.
— ¿Hubiese servido de
algo? — apretó sus puños y suspiró. — Da igual... Me voy. — dijo
notablemente molesto, girándose para salir de la habitación tal y como lo había
hecho su hermano hace un rato. Changmin lo tomó del brazo.
— No te vayas.
— ¿Por qué no? Esto no
sirve, Changmin. No funcionará. Déjame tranquilo.
— No me hagas esto. — Jaejoong se dio media
vuelta y lo miró a los ojos. Una sonrisa irónica se dibujó en su rostro y rió
con sarcasmo.
— "No me hagas esto"... — imitó su voz — ¿Con qué maldito derecho m pides eso? — alejó
la mano de Changmin con rabia, golpeándola con más fuerza de la necesaria. — Me pides que no me vaya, ¿Eh? ¿Y tú te
acuestas con mi hermanastro? No creas que seré un estúpido que aguanta todo, de
verdad que con el sufrimiento que el desgraciado de Yunho me ha dado me basta. — no dijo nada más y se fue de la habitación,
cerrando la puerta con fuerza.
Habrá pasado
mucho rato, demasiado según él, antes de que se levantara y decidiera irse de
ahí. ¿Qué más podía hacer? Quedarse ahí ni pensarlo, su corazón estaba doliendo
demasiado ya, estaba roto.
— Padre, ya es tarde. Deberíamos irnos. — le habló a su
progenitor, interrumpiendo la conversación que mantenía con la mujer anciana de
la mansión.
— Cuida tus modales,
hijo. No interrumpas cuando estoy hablando.
— Entonces esperaré en el
carruaje. — sin siquiera esperar respuesta se fue a dicho
transporte, el cual esperaba afuera de la mansión.
Se sentó
pesadamente y miró por la ventanilla, al cielo. Su padre no tardó en aparecer y
en sentarse frente a él, indicándole al hombre que anteriormente les había
abierto la puerta que podía partir. Los caballos blancos comenzaron a caminar,
empujando el carruaje. Este, de vez en cuando, daba saltos a causa de las
piedras en el camino.
— ¿Qué diablos te pasa? — preguntó el hombre
mayor, luego de medio viaje sin hablar. No era muy común que ambos hablaran
durante sus viajes, en realidad no se llevaban muy bien.
— ¿Por qué? — se hizo el desentendido.
— Estás actuando
idiotamente, te he dicho siempre que frente a otras personas debes mantener sus
modales.
— No pasa nada, estoy
bien. — dijo sin mirarlo a la cara.
— He estado pensando en
arreglar un matrimonio entre tú y la hija del Sr. Jung. Su hermana se niega,
pero lograré convencerla, creo que...
— ¡Claro que no! — se negó sin siquiera
dejarlo terminar de hablar.
— ¿De qué hablas? Claro
que si, yo decido las cosas aquí, no tú. — frunció el ceño,
molesto.
— No. Tú sabes que... — se mordió el labio. — Sabes que no me gustan las mujeres.
— ¿Vas a seguir con esa
mierda? No seas estúpido, esa ridiculez de que estás enamorado de Yoochun no es
cierto, ni permitiré que lo sea.
Changmin se
quedó callado y bufó, molesto. Aquello era verdad, de verdad lo era. Desde que
conocía a Park Yoochun, desde que él era su instructor de piano que estaba
enamorado de él. Era dos años mayor, pero según su padre sólo servía para tocar
piano, ya que era de clase baja. No estaba a su nivel.
Y justamente hoy
tenía clases de piano con él.
Al llegar a su
casa escuchó a lo lejos una bella melodía, suave y dulce. No pudo evitar
caminar en seguida hacia el origen de la música, como hipnotizado. Sabía que
era Yoochun, y sus melodías siempre tenían ese efecto en él. Lo hipnotizaban y
lo enamoraban, lo guiaban hacia él en contra de su propia voluntad
Entró a la
habitación y ahí estaba. Tocando el piano como si nada más existiera, como si
nada más importara. Y así era, cuando él tocaba no existía nada más. Se quedó
apreciándolo largo rato, hasta que terminó de tocar.
— No me canso de oírte... — sonrió Changmin,
haciendo que Yoochun se girara.
— Oh, Min. — sonrió. — No te oí, lo siento.
— No importa,
¿Comenzamos? — sonrió y Yoochun se levantó, ofreciéndole el
lugar.
El sol ya se
estaba escondiendo, y Changmin había vuelto a equivocarse en la misma nota.
Golpeó todas las teclas que pudo con sus puños, totalmente frustrado.
— ¿Estás bien, Changmin? — le preguntó Yoochun,
poniendo su mano sobre el hombre del susodicho. En seguida lo miró a los ojos,
haciendo que Changmin sintiera ese sentimiento de ser incapaz de mentirle.
— Estoy bien, de maravillas.
— esbozó una sonrisa falsa, Yoochun entrecerró
sus ojos, incrédulo.
— No te creo.
— Es en serio, no
necesitas preocuparte.
— Estás mal por alguien,
¿No? — se sentó a su lado. Changmin iba a negar, pero el rostro de
Jejuko... no, de Jaejoong apareció en su mente al instante. — Lo sabía. — sonrió Yoochun al recibir el silencio como
respuesta. Pasó su brazo por el cuello del menor, lentamente — Yo... no sé que te habrá pasado, pero... — acercó su rostro al del menor, quedando a
escasos centímetros el uno del otro. Changmin se sonrojó con fuerza — pero... podría ayudarte a olvidarlo. — posó sus labios sobre los del otro,
suavemente, dando un cortito beso. Se separó en seguida y volvió a depositar
otro beso, moviendo sus labios, luego otro más, y uno tras otro.
Changmin no
podía creerlo. Era algo que había estado esperando desde hace años, y ahora que
al fin tenía la oportunidad de probar sus labios no lo estaba disfrutando
totalmente. Recordaba a Jaejoong y se sentía mal.
Siempre, siempre había
estado enamorado de Yoochun. Desde que lo vio por primera vez aquella tarde en
que su padre lo había contratado como su tutor de piano. Se había enamorado de
su piel blanca, de esos labios rojos y de esa hermosa sonrisa. De su sentido
del humor y tan sólo su presencia; luego de su ausencia, amándolo más ya que lo
volvería a ver y tendría más amor para juntar.
Claro que habían sido
días difíciles. El darse cuenta de lo que sentía, siendo sólo un chico de 16
años. Era pequeño, sin experiencia alguna en eso del amor. Y mucho menos si la
primera persona de la que te enamoras es de tu mismo sexo. Lo siguiente fue
aceptarlo, por muy confundido que estuviera. Finalmente, un día, decidió
decirle a su padre. Necesitaba saber si era algo muy malo, pero al recibir una
cachetada de parte de su padre se dio cuenta de la realidad.
Era un enfermo.
Ahora ya había
aprendido a controlar sus sentimientos y a esconderlos. Pero había llegado "ella".
La hermosa chica de largo cabello negro y labios rojos. Había caído en su red
de inmediato, haciéndole incluso dudar del fuerte sentimiento que aseguraba
sentir hacia Park Yoochun.
— Changmin-ah... Puedo
parar si quieres. — susurró Yoochun besando su cuello con suavidad, al notar que
estaba ahora en otro mundo. Changmin rodeó la cintura del mayor con un brazo.
— Sigue, por favor sigue.
— le rogó acariciando su cabeza con la otra
mano, sintiendo sus labios húmedos y cálidos rozando la ahora sensible piel de
su cuello.
Yoochun abrió su
camisa y comenzó a besar su pecho, casi con desesperación. Changmin acariciaba
la cabeza y la espalda de Yoochun, su cabeza estaba inclinada hacia atrás,
sintiendo el placer que los toques del mayor le proporcionaban.
Un largo suspiro salió
de su garganta. Las manos ansiosas del mayor recorrían su piel, la tocaban con
rapidez. Yoochun lo estaba haciendo suyo, y no podía disfrutarlo como debería
ser.
Changmin no quiso
quedarse atrás, así que comenzó a desnudar la parte superior del cuerpo de
Yoochun. Comenzó a besar su pecho una vez descubierto, repartiendo besos por
toda la piel que sus labios alcanzaban. Besó sus pezones y los lamió,
dejándolos rojos como sus labios, en seguida los mordió y Yoochun gimió.
Una mano de Yoochun lo
atrajo más a su cuerpo y le hizo quedar sentado sobre su regazo, las largas y
bien formadas piernas de Changmin rodeaban sus caderas. Se besaron nuevamente,
sus lenguas jugueteando entre ellas e internándose en la boca del otro.
Changmin se sentía
pecador y sucio. Sería la segunda vez en el día que lo haría, con otro hombre,
y ni siquiera era la misma persona. Aunque no sabía exactamente por qué lo
había hecho con Yunho. ¿De caliente que estaba en ese momento? Puede ser, pero
definitivamente Changmin no sentía nada por el hermano de Jaejoong. Estaba
enamorado de Yoochun, pero también sentía algo hacia Jaejoong.
— Hmm... — gimió Yoochun cuando
Changmin comenzó a mover sus caderas contra las suyas, sintiendo como sus
miembros se iban endureciendo de a poco. Changmin sentía la erección de Yoochun
contra su muslo — Quítate eso, estorba... — comenzó a tironear sus pantalones.
El menor se
levantó y los quitó con rapidez. Yoochun también se quitó los suyos y le indicó
que volviera a su posición. Changmin miró la erección de Yoochun y antes de
hacer lo que el mayor le había indicado se agachó y tomó su miembro con una
mano.
Comenzó lamiendo la
punta, jugando con su lengua en forma de círculos. Pudo oír como la respiración
de Yoochun se aceleraba y unos cuantos gruñidos de su parte. Metió su pene
entero en su boca y comenzó a mover su cabeza de arriba hacia abajo, dando
pequeñas y largas succiones al llegar a la punta. Su lengua jugueteaba también
sobre su piel hipersensible.
Una mano del mayor lo
acercó más a su entrepierna, jalando suavemente de su cabello, dando una
velocidad que lo complaciera completamente. Changmin comenzó también a gemir,
estaba excitado. Cuando un sabor salino llenaba su boca Yoochun lo hizo
levantarse. Besó sus labios y los lamió. Acarició su espalda y fue bajando sus
manos hasta posarlas sobre su trasero. Llevó dos dedos a su entrada y los metió
al mismo tiempo que lo besaba. Changmin gimió con fuerza contra sus labios. Los
dedos del mayor comenzaron a moverse, ganándose más gemidos con su nombre. En
seguida comenzó también a masturbarlo, para que no dejara de sentir
placer.
La expresión de
Changmin demostraba que sentía algo de dolor. Sus ojos estaban cerrados con
fuerza y sus cejas levemente fruncidas. Pronto Yoochun sintió que el menor
estaba listo y entró en él de una estocada. Sin siquiera esperar comenzó a
moverse dentro de él, haciendo que Changmin saltara sobre él.
El menor
intentaba acallar sus gemidos lo más que pudiera, porque si los descubrían les
cortarían la cabeza a ambos (Y quizás no sólo las cabezas de arriba).
— ¿P…Pasa algo? — preguntó Yoochun notando
que Changmin estaba en otro mundo. Su mano no bajaba la velocidad de sus
movimientos en ningún momento.
— N…No... — cerró sus ojos con
fuerza. — Es s…sólo que... No pensé que
llegaríamos a es…esto.
Yoochun rió y le
dio un beso en los labios. Dando otra estocada, y otra más. Changmin ya no
podía más, ni física ni mentalmente. Lo estaba matando el hecho de estar
haciéndolo con alguien a quien siempre había deseado, pero no estarlo
disfrutando al cien por ciento por estar pensando en una segunda persona.
De pronto todo aquello
que parecía tan fácil estaba saliéndosele de las manos.
— Ah,
Changmin... — besó su cuello y lo mordió, dejando varias
marcas. Notó que además de las que había hecho había una en su clavícula
derecha. — ¿Q..Qué es eso?
— ¿Eh? Ahh... — abrió sus ojos, pero le
costó bastante poder ver. Se veía borroso. Intentó mirarse pero no lo logró. — ¿Q…Qué teng…go?
— Un chupón... — lo embistió con más
fuerza y Changmin curvó su espalda hacia atrás.
— Q…Quizás lo hiciste
tú... — mintió. No se le ocurrió algo mejor que decir.
No se le ocurría nada.
— Creo que ya estaba...
— N…no sé, no lo sé... — respondió cortante.
Maldición, ¿estaba a punto de tener un orgasmo y Yoochun le preguntaba por una
marca en su cuerpo?
— Da igual... — apretó su erección y
logró que el menor llegara al clímax, corriéndose en su mano. Sonrió y lo besó,
corriéndose él su interior, gimiendo contra su boca.
Se quedaron quietos
durante largo lato, uno sobre el otro. Sus respiraciones estaban agitadas
peligrosamente, sus rostros estaban más rojos que un mismísimo tomate. ¿Y ahora
qué debían hacer? Quizás después del sexo las palabras estaban demás, así que
sólo se quedaron callados y se volvieron a besar.
>>> ♥ <<<
Ahora si esto había
sido la gota que rebasó el vaso. Podía soportar que su tía y su padre lo
trataran mal, podía soportar incluso que su hermanastro lo violara cuando
quisiera, ¿Pero llegar a su habitación y ver como su hermano y la persona de la
que se estaba enamorando tenían sexo? ¡Y en su cama! ¿Cómo iba a dormir ahora
sin recordarlo todo?
El odio le comenzaba a
carcomer el alma. ¿Era mala persona si deseaba de vez en cuando que ocurriera
algo y todos a su alrededor murieran, dejándolo sólo?
Sería algo
lindo...
— Jejuko... Jejuko, estás
pálida. — dijo Junsu sacando a Jaejoong de su mundo de
pensamientos de odio. Puso su mano sobre su frente suave y luego donde la suya.
— No tienes fiebre, ¿Te sientes bien?
— Estoy bien.
— No sé qué es lo que te
pasa últimamente, Jejuko, estás más callada que nunca y casi no nos vemos.
— Me disculpo.
Junsu frunció el
ceño. Jaejoong le estaba contestando muy cortante, aquello no le agradaba. ¿Le
preocupaba que estuviera tan mal y le pagaba con malos modales?
— Quiero que me digas que
te pasa.
— No me pasa nada, Susu.
— ¡No estás así por nada!
¿Qué diablos te pasa?
— Junsu, reitero, no me
pasa nada.
— Por Dios, podré
parecerlo pero no soy tonto.
— Junsu, escúchame... — le habló algo irritado,
pero Junsu lo interrumpió.
— ¡No! ¡Escúchame tú a
mí! Sé que algo te pasa y de verdad me ofende que no confíes en mí. Se supone
que somos, ¿Y? ¡No confías en mí! ¿Esa es tu visión de la amistad?
— ¡Ya basta! — le gritó, olvidándose
por completo el tener que fingir hablar como chica y todas esas idioteces.
Junsu se quedó callado, sus ojos bien abiertos. — Dudo que entiendas lo que me pasa. Dudo que
seas capaz de hacerlo. Desde que llegué a esta mugrosa casa no he parado de
sufrir, sólo la he pasado mal y me siento más miserable que nunca. ¿Sabes por
qué?
— ¿Por...por qué? — preguntó temeroso.
Jaejoong llevó su mano a su cabeza.
— Porque... — mordió su labio y se
quitó la peluca — Porque no soy una chica,
Junsu. Soy hombre.
Pobre Jae, fingir que es mujer, su familia lo odia, su hermano lo viola, y Min de quién se estaba enamorando tiene relaciones sexuales con Yunho y Yoochun, lógico que tenía que estallar y Junsu ha sido el receptor de eso.
ResponderEliminarGracias!!!