Un infierno. Haber ido a esa casa por clases de
piano de seguro sería un completo infierno. ¿Cómo no se había dado cuenta
antes? Si su tutor de piano estaba con el padre de Changmin, ¿No era acaso
obvio? No para Jaejoong, pero no había sido su culpa, no completamente… Es sólo
que en esa ocasión, cuando lo había visto, él estaba completamente cegado por
la rabia que lo consumía desde hacía tanto tiempo.
Como fuera, ahora debía mantener mayor contacto con
ese traidor. Y eso no le agradaba. En otra situación estaría tan feliz que
saltaría en un pie, pero ambos sabían que la situación era completamente
distinta. Lo había traicionado. Si bien no eran nada aún (y quizás no lo serían
nunca), Changmin sabía lo que sentía por él. Tampoco se lo había dicho, pero
¿No era acaso obvio?
Y ahora, con tan sólo mirar a Changmin a los ojos
la imagen de él con su hermano se le venía a la mente, causándole repudio
total.
— ¿Se conocen? – había preguntado el pobre Yoochun, completamente confundido.
¿Que si lo conocía? Creyó hacerlo, ¡Pero se
había acostado con su hermano! ¡Sabiendo –a medias — lo que sentía por él! No, definitivamente no
lo conocía.
— Creí hacerlo – contestó Jaejoong a secas, ignorando la mirada de Changmin. Esa
mirada, como si algo le doliera. Era como dolor de estómago.
— Jeju… Jaejoong – pronunció él.
— ¿No deberíamos comenzar las clases? No
perdamos tiempo lo ignoró olímpicamente y se dirigió a Yoochun. Este asintió
algo acongojado.
— Sí, claro…
Dejaron a Changmin solo (y aparentemente herido)
ahí en la sala, con libro en mano y su corazón por el suelo. Iluso de si parte
si creía que lo perdonaría así como si nada.
— Sé que no es de
mi incumbencia, pero… — dijo Yoochun pasadas casi dos
horas de ensayo suave (no podía hacer nada más siendo su primera clase y
teniendo una mano quebrada a medio recuperar).
— No lo es, no preguntes. No contestaré. – se adelantó a lo que diría.
— Bueno, lo siento… — rió – ha
pasado una hora, ¿Quieres tomar té y comer algún dulce? El Sr. Shim dijo que
podíamos comer cuando quisiéramos.
Jaejoong imitó un llanto emocionado tapando su
rostro. Yoochun, entre asustado y extrañado, se apresuró a preguntarle qué le
pasaba.
— Ha pasado tanto
tiempo desde la última vez que alguien me preguntó eso – Yoochun rió con ganas y pasó un brazo por su hombro.
— Eres tan extraño, pero me caes bien. Vamos.
Esa tarde comió vergonzosamente mucho. ¿A quién
engañaba? Se moría de hambre y no comía así de bien desde que había comenzado a
vivir con su tía y su medio hermano.
Por la noche había regresado extrañamente feliz a
ese manojo de pasillos, habitaciones y paredes, porque aquello jamás podría
considerarlo un hogar, ni a la gente que la habitaba como una familia. Claro
que Junsu si, pero el resto… dejaba mucho que desear. Una sonrisa estuvo
dibujada en su rostro durante todo el trayecto de regreso, aunque sabía que la
felicidad se acabaría cuando llegara.
— ¿Sabes qué hora
es? ¿Por qué llegas tan tarde? – comenzó a
regañarlo su tía apenas llego a la mansión.
— Creí que te alegraría tenerme lejos, es
todo. – Respondió relajado. Había decidido no hacerse
caldo de cabeza con los problemas que su “queridísima” tía (nótese el
sarcasmo) le daba.
Cruzó la sala principal luego de recibir el corto
sermón. Al caminar y oír el sonido de sus zapatos lustrados golpear contra el
suelo su corazón se sentía completamente liviano. Se sentía tan bien usar esa
ropa. La ropa que siempre debió haber usado. Claro que su tía se había enojado
mucho (demasiado incluso) luego de relajarse un poco tras la paliza que le
había dado a su hermano, pero había logrado convencerla. Había sido muy
difícil, pero lo logró.
“Yo sólo había intentado protegerte de la
gente envidiosa. Si te lastiman no digas que no te lo advertí, eres un egoísta
por no aceptar mis cuidados” le había dicho la anciana mujer como frase final, pero Jaejoong lo
prefería así. Tal y como siempre debió ser.
Se semana pasaba rápida. Las dos clases que
siguieron fueron divertidas y relajantes. Yoochun le caía muy bien, era de esas
personas con las que es fácil hablar y crear una amistad. Pero
honestamente… lo que más disfrutaba eran las insistentes miradas suplicantes de
Changmin. Le hacían sentir, de una manera muy extraña, importante.
Pero luego, la semana siguiente… hubo una cosa que
le causó mucha curiosidad, y más que nada confusión (si, la confusión era algo
que vivía ocupando su mente). No sólo recibía miradas de súplica, sino que
también de celos. El problema era que no estaba seguro si esos celos eran por
él mismo o por Yoochun. Siempre que estaban juntos practicando y
conversando, y Changmin los veía, sentía los celos que brotaban de su persona.
Le intrigaba saber para quién eran esos celos
que brotaban por los poros de Changmin, pero por ahora sólo quería relajarse y
disfrutar del momento. Ya lo descubriría más adelante.
>>> ♥ <<<
Miró su rostro en el espejo frente a él y sonrió al
ver su reflejo. Era… patético, pero sabía que se lo había merecido. Eso y mucho
más. Rozó con la yema de sus dedos las tres marcas aún no cicatrizadas
completamente que viajaban desde su pómulo hasta su cuello.
Luego de que Jaejoong lo había golpeado sentía algo
en su pecho que le presionaba con fuerza y le impedía respirar bien. Pero no
era algo doloroso, era extraño…
Sabía lo que era eso. Y era peligroso.
— No te ves bien – le dijo el chico que estaba sentado sobre la cama cuando entró a la
habitación – No me refiero a las heridas,
me refiero a tu ánimo.
— Lo sé – caminó hacia él y
sin decirle nada lo besó. Sintió como el chico temblaba entre sus brazos y se separó – Vete.
— ¿Qué? Pero Yunho…
— Esto terminará, Junsu. No volveremos a
hacerlo. Vete.
Junsu se levantó sin decir nada y lo miró por
última vez antes de salir de la habitación. Tal y como lo había sospechado,
había ocurrido lo que tanto temía.
— De todos modos…
Siempre supe que pasaría. – sonrió dolido
mientras caminaba.
>>> ♥ <<<
Estaba tocando piano junto a Yoochun. Su mano ya
estaba bien y podía tocar con decencia, además, Yoochun tocaba y enseñaba muy
bien.
Escuchó a alguien aclarando su garganta y ambos
(Yoochun y él) se giraron encontrándose con Changmin. Este los miraba de manera
extraña, casi asechándolos. Curvó sus labios resecos y cruzó sus brazos frente
a su pecho.
— Yoochun-ah. Mi
padre te necesita, quiere que vayas de inmediato.
— ¿A mí? Bien… — se levantó y miró a Jae – Volveré
en seguida, practica lo que te enseñé.
Salió de la habitación y los dos individuos que
quedaban se miraron fijamente, casi sin pestañear. Jaejoong se giró y apoyó sus
dedos delgados sobre las teclas, dispuesto a tocar e ignorar al ente que lo
miraba con tanta atención.
— Jaejoong – pronunció luego de una pausa, se notaba que no se acostumbraba aún a su
nombre real.
— Las clases terminarán en una hora, ya veré
si tengo tiempo para cosas no importantes. Entiéndase… tú. – comenzó a tocar lentamente, repitiendo lo que había aprendido con Yoochun.
Changmin se paró a su lado, insistente, y antes de que Jaejoong dijera algo o
reclamara lo besó suavemente en los labios. Jaejoong dejó de tocar al instante.
Se separaron cuando Changmin sintió que ya había
pasado el tiempo suficiente como para bajar las tensiones y para que Jae se
calmara completamente. Volvieron a mirarse, los ojos de Min brillaban.
— ¿Por qué hiciste
eso? – preguntó Jae luego de reaccionar.
— Puedo hacerlo de nuevo – bajó la cabeza – Realmente no he
podido dejar de pensar en ti.
— No me hagas responder a eso.
— Sé que estás enojado, sé que me odias y lo
siento mucho. De verdad lo siento. Entiendo que me odies, de verdad lo
entiendo, yo tengo toda la culpa. Nadie más que yo, pero debes saber que sólo
fue algo carnal. No siento nada por él, sólo… sólo pasó, y de verdad me
arrepiento.
— Por favor – rió — ¿Sabes? No es tanto el que te hayas acostado
con otra chica u otro chico, no, nosotros no somos nada, pero… ¿Con él? ¿Con mi
hermano, el ser más desgraciado y la persona que más me ha hecho sufrir en mi
vida? Claro que debería odiarte, más que eso.
— Jae…
— Pero no lo hago – completó y le dio un besito corto en la comisura de los labios. Changmin
sintió que sus piernas temblaban, así que se sentó a su lado – Sé que suena loco, pero no soy capaz de
odiarte… Yo… Sólo no lo sé.
Changmin iba a decir algo, pero Jaejoong volvió a
besarlo con fuerza, moviendo su boca con parsimonia. No podía mentir, había
extrañado esos labios finos y secos. Quería, no, necesitaba sentirlos
masajeando los suyos. Amaba su textura, amaba pasar su lengua por sobre ellos,
oír cómo su respiración se agitaba cuando el beso se volvía más acalorado y
cómo intentaba acallar esos gemidos.
Cuando el aire se les hizo escaso y totalmente
necesario ambos se separaron, y aspirando una gran bocanada de aire, llenaron
sus pulmones de oxígeno.
— Oh, oh… — susurró Jaejoong al mirar su propia
entrepierna, notando el bulto que comenzaba a notarse debajo del pantalón.
Diablos, se había calentado demasiado rápido.
— ¿Prefieres detenerte o…? — dijo Changmin, avergonzándose al verse en la
misma situación.
— ¿Estás loco? Ya perdí una oportunidad
contigo… De verdad quiero hacer el amor contigo… – lo besó, dejando a Changmin sin habla. Ambos se levantaron.
— Vámonos de aquí, antes de que llegue
Yoochun… — dijo de nuevo con cara de dolor
de estómago al pronunciar el nombre.
— ¿Cuánto te gusta él? – lo besó mientras salían de la habitación y corrían por el pasillo.
— ¿De qué hablas? Él no me…
— Ay por Dios, es obvio que te gusta. ¿Te
gusta más él o yo? – entraron a una de las habitaciones y
la cerraron por dentro – sé honesto.
— Yo… no lo sé con exactitud… — se avergonzó y
volvió a recibir un beso del más bajo –
Lo siento…
— Da igual, ahora estoy caliente y no es
agradable no hacer nada al respecto. Luego aclararemos esas cosas – le abrió la camisa a Changmin y observó su torso desnudo detenidamente,
para luego besarlo repetidas veces.
Caminaron hasta el sofá que estaba en una esquina.
Changmin empujó a Jae sobre él y comenzó a bésalo lujuriosamente, jugando con
su lengua dentro y fuera de su húmeda cavidad. Jaejoong gimió con suavidad al
sentir la rodilla derecha de Changmin frotando suavemente su entrepierna
despierta y cómo abría su camisa con desesperación.
— Jaejoong — ah… — besó su cuello mientras sus manos viajaban por todo su torso desnudo.
Sus dedos fríos hacían contacto con la tibia y pálida piel de su cuerpo
causándole un leve cosquilleo. Pellizcó uno de sus pezones y deleitó sus oídos
con un nuevo gemido.
— Minnie… Ah, Minnie…
Changmin siguió besando su pecho, dejando finas
marcas se saliva por doquier. Se entretuvo en uno de los rosados pezones de
Jaejoong, mordiéndolo y lamiéndolo con suavidad. Bajó hasta su vientre y lo
llenó de besos. Al mismo tiempo desabrochaba su pantalón, y de un solo
movimiento le quitó a Jae todo lo que traía de la cintura para abajo, dejándolo
sólo con la camisa abierta.
Tomó con una mano el pene erecto del pelinegro e
hizo que abriera un poco sus piernas. Primero movió la mano de arriba abajo
repetidas veces, y como era de esperarse, la única respuesta de parte de
Jaejoong fueron varios gemidos ahogados. Se agachó hasta quedar a la altura de
su pelvis y, completamente confiado, le regalo una lamida por toda su
extensión. Jaejoong tuvo que tapar su boca con ambas manos para no gemir muy
fuerte. Si los descubrían sería el fin para ambos.
Volvió a intentarlo, esta vez en la punta. Lamió
varias veces en forma de círculos y se entretuvo por los sonidos que Jaejoong
hacía. Eran como gemidos ahogados, tapados por sus manos y gruñidos suaves.
Volvió a lamerlo completamente y se armó de valor para meterlo entero en su
boca. Y así lo hizo. Era difícil, no cabía completo, pero podía acostumbrarse.
Movió su cabeza de adelante a atrás una vez, otra vez, otra más. Los sonidos
que hacía Jae definitivamente le animaban a seguir. Eran hermosos.
Siguió estimulándolo con su boca, su lengua se
movía para causarle mayor placer. Quiso intentar otra cosa más y al llegar a la
punta succionó con suavidad. Un gemido fuerte fue la respuesta, lo que le dio a
entender que aquello le causaba más placer aún. Una mano se posó sobre su
cabeza, atrayéndolo más a su cuerpo. Se sobresaltó un poco, pero luego se
acostumbró, logrando llegar a una velocidad que a Jaejoong lo complaciera más.
Repitió lo de las succiones varias veces más hasta que decidió alejarse. Si
terminaba ahora sería aburrido.
— Levántate – limpió la comisura de sus labios y lo tomó del brazo para ayudarlo.
Jaejoong lo miró dudoso. Changmin se quitó el pantalón y todo lo demás,
quedando desnudo por completo. Se sentó en el sofá y atrajo a Jae, haciendo que
quedara sentado sobre su regazo.
— ¿Changmin? – preguntó Jae
quitando cabello de su frente, echándolo hacia atrás con una mano. Sentía
su rostro caliente, debía estar más rojo que nunca. Changmin levantó una mano y
metió dos dedos en su boca, los lamió y los llevó a la parte baja de Jaejoong.
— Relájate. – metió un dedo y Jaejoong se sobresaltó.
— A — Ah… ¿Cuándo decidimos que yo sería… el
que recibe? – se quejó. En parte por eso y también
porque Changmin comenzó a mover su mano.
— Soy más alto que tú… — metió otro y comenzó a moverlos más rápido.
Jaejoong volvió a quejarse.
— Eso no tiene… nada que ver. Yo soy mayor. – suspiró, sintiendo que aquella molestia se volvía placentera.
— Claro que no. Tengo 19*, cumpliré 20 en unos
días. — metió un dedo más, y los (hasta ahora) quejidos de Jaejoong se
transformaron en un gemido agudo.
— Ah… Ah, bueno… — se movió un poco para acomodarse. Los dedos de
Changmin entraban y salían con rapidez de su cuerpo, causándole algo de dolor,
pero más que nada placer.
Luego de un rato, cuando parecía estar lo
suficientemente dilatado, quitó sus dedos y posicionó su propia erección (que
hasta ahora no había sido para nada atendida) frente a su entrada. Besó a
Jaejoong en los labios y sonrió.
— Intentaré ser
suave… — comenzó a entrar con lentitud.
Jaejoong soltó un largo gemido
— Sólo hazlo… — dio un
salto, haciendo que Changmin lo penetrara de una vez. El dolor que sintió fue
opacado con el enorme placer que le causaba saber que la persona que lo estaba
invadiendo era Changmin y no su hermano.
Changmin también gimió al sentirse rodeado por las
cálidas paredes de Jaejoong, la presión incrementaba esa sensación. Era
estrecho. Movió sus caderas contra el trasero del menor y entró más aún. Luego
salió y volvió a entrar. Repitió aquello varias veces y en un abrir y cerrar de
ojos Jaejoong se encontraba dando saltos para lograr que entrara más aún en él.
Sus gemidos eran tapados por la mano que cubría su boca, a ratos debía morder
su labio con fuerza porque la mano no era suficiente.
En un arranque extraño que tuvo Changmin, se salió
del interior de Jaejoong de una sola vez, pero cuando este fue a preguntar qué
le pasaba, Changmin se levantó y lo empujó para que quedara nuevamente sentado
en el sofá. Le abrió las piernas lo más que pudo y lo penetró de una estocada.
— ¡¡Ahhhhh!! – gritó con fuerza. – Ch…Changmin…
Ahh… — no pudo decir nada más porque el susodicho
comenzó a moverse con fuerza, penetrándolo fuertemente, logrando cada vez
llegar más adentro.
Era extraño. Cuando Yunho le hacía eso lo único que
lograba era causarle dolor, el cual había aprendido a bloquear completamente al
igual que todas sus emociones cuando tenían sexo. Sólo Yunho sentía placer al
penetrarlo y tocarlo, ya que Jaejoong no sentía absolutamente nada. Lo
extraño era que ahora Changmin estaba haciendo lo mismo, pero el placer que le
causaba le hacía querer gritar y llorar de placer.
Rodeó su cuello con sus brazos y su cintura con sus
piernas, para luego besarlo con fuerza. Su respiración agitada y la falta de
aire les impidieron que el beso se extendiera por demasiado tiempo, pero
aquello se sentía bien de todas maneras. Más aún cuando Changmin comenzó a
masturbar nuevamente a Jaejoong, esta vez con su mano.
Pronto Changmin logró encontrar un punto en
Jaejoong el cual le hizo retorcerse de placer. Su espalda estaba encorvada
hacia atrás al igual que su cabeza. Changmin sentía que llegaba al paraíso, que
estaba en las nubes.
— Oh Dios, oh Dios,
oh Dios… — repitió Jaejoong varias veces,
jalando del cabello castaño del mayor. Sintió varios espasmos de placer
recorrer su cuerpo, comenzaba a ver borroso y el calor corporal tan alto que
ambos tenían les hacia incluso ahogarse un poco.
— Jae… Jaejoong… — Lo besó con fuerza y apretó su erección con
suavidad, logrando que se corriera en su mano al fin.
— ¡Hmmmmm! – gimió con fuerza
contra la boca del mayor, disfrutando del exquisito orgasmo que tenía en ese
mismo instante.
Cayó rendido sobre el sofá, enderezando su espalda
y dejando que Changmin siguiera con lo suyo, penetrándolo con fuerza hasta que
de su boca salió un gemido algo ronco. Se quedó quieto y Jaejoong sintió como
el semen de Changmin salía en su interior.
Se quedaron callados, jadeantes, sin moverse de
donde estaban. Jaejoong aún abrazaba de la cintura a Changmin, y este seguía
entre sus piernas, en su interior, sin moverse. Cuando Changmin miró el reloj
que colgaba de la pared decidió levantarse.
— Quizás Yoochun te
esté esperando – se Salió de su interior, dejando una
extraña sensación allá abajo.
— Quizás…
Changmin sacó un pañuelo blanco del bolsillo de su
pantalón el cual seguía tirado en el suelo y se limpió con él. Luego se lo entregó
a Jaejoong.
— Límpiate – tomó su ropa y comenzó a vestirse. Jaejoong se levantó y sintió como la
esencia de Changmin se escurría por entre sus piernas. Se limpió con el pañuelo
y cerró su camisa.
— Espera, te daré ropa limpia. – fue hasta un armario y sacó algo de ropa, la cual le dio a Jaejoong.
— ¿De quién es?
— ¿De quién más? Obviamente es mía, es mi
habitación.
— ¿Ah sí? Pues gracias – recibió la ropa y se la puso. Changmin también se puso ropa nueva.
— Y entonces… ¿Me perdonarás? – preguntó Changmin algo temeroso. Jaejoong rió.
— Bueno, tendremos que repetir esto un par de
veces y luego lo pensaré.
— Cochino… — sonrió.
Se arreglaron el cabello y una vez que el color de
sus mejillas volvió a ser el de siempre Jaejoong fue hacia la habitación de
música, en donde estaba el piano y de seguro Yoochun lo esperaba. Al llegar
estaba Yoochun tocando, tal y como lo había imaginado.
— Perdón por irme – se disculpó con él. Yoochun miró extrañado la ropa de Jaejoong.
— ¿No estabas con…?
— Tuve un pequeño accidente, verás… Derramé
una taza de café sobre mi ropa y se ensució. Una de las criadas me dio ropa
nueva…
— Oh, ya veo… ¿seguimos?
— Claro. – sonrió avergonzado
y se sentó a su lado.
>>> ♥ <<<
Luego de aquello quedó bastante alegre. El
haberse arreglado con Changmin de verdad le alegraba de una manera extraña…
¿Tanto le gustaba el chico? Pero principalmente… al fin lo habían hecho.
Sonrió como idiota al recordar eso, pero al dar el
último paso antes de dar con la puerta principal de la mansión tuvo un extraño
presentimiento, el cual le dio como puñal en el pecho. De seguro pasaría algo
que le haría sentir mal, o al menos algo que le arrebataría la felicidad que
había formado.
“¿Por qué mi
vida no puede ser normal, mamá?” se preguntó a sí mismo en voz baja.
— ¿Dónde diablos estabas? Es muy tarde y tu
hermano no cumple años todos los días – se quejó su tía
apenas cruzó la puerta de entrada.
— ¿Años? – preguntó por
inercia.
— Es el cumpleaños de tu hermano, ¿Cómo podías
olvidarlo? Que desconsiderado.
— Hace diez días fue el mío, nadie se acordó y
no me quejé. – respondió con voz relajada mientras
caminaba hacia la sala. En esta habían muchas personas: tíos, ancianos que
parecían ser sus abuelos, primos, y más gente que no reconocía.
Yunho estaba conversando con su padre. Al hombre
mayor se le veía feliz, algo extraño en él. Tenía una cara de perro que no
podía disimular aunque quisiera. A su lado estaba parada una mujer joven, se le
veía bastante sumisa y retraída. Era la madre de Yunho, tenía el mismo lunar
sobre el labio. Los tres conversaban (en realidad sólo Yunho y su padre, la
mujer no tenía permitido hablar) alegremente.
Jaejoong pasaría de largo e iría donde Junsu, se
habían visto poco últimamente y tenía ganas de conversar con él, o al menos ese
era su plan. Al pasar por entre la gente el padre lo agarró del brazo y lo
arrastró hasta quedar junto a “la familia”
— ¿Qué esperas? ¿No
le dirás nada al cumpleañero? – le dio una palmada
en la espalda. Usó el tono más agradable posible, pero se notaba a kilómetros
lo fingido que era.
— Hmm… Felicidades por cumplir un año más.
Gracias por fastidiarme todo este tiempo y hacerme la vida imposible. De verdad
lo aprecio – le dio un apretón en el hombro y se
fue.
Estuvo sentado en una esquina comiendo postres de
una mesita, ya que su padre no le permitió irse por lo que le había dicho a su
hermano. Además, debía pasar esa “tarde especial” junto a la familia.
— ¿Eres muy infeliz
aquí? – preguntó una voz suave, femenina. Miró hacia donde
provenía esa voz, encontrándose con la madre de Yunho.
— Bueno, yo… — la miró a los ojos y pudo ver toda la ternura
y la tristeza que ellos albergaban. —…no puedo mentirle, mi vida se arruinó
desde que vivo aquí.
— Lo entiendo… Eres un chico fuerte, ¿Sabes?
— No lo creo, he sido muy cobarde.
— ¿Por oír en silencio como ese hombre te
regaña, sin defenderte? Eres sabio, es más inteligente que llevarle la
contraria. Con ese hombre no se puede hablar.
— Hmmm…
— Sé que debes odiarme – sonrió algo dolida – soy la
segunda esposa y la ex amante. Pero créeme que yo no lo sabía, yo no…
— No se preocupe, no es su culpa.
Ambos se quedaron callados un rato. La mujer
respondió a los saludos de algunas personas, y cuando estuvieron solos de nuevo
recordó algo.
— Oh, cierto. Te traje
algo – metió la mano en su cartera y sacó una cajita
pequeña – Tu cumpleaños fue hace diez
días, pero no pude venir antes. Espero te guste.
— Es… ¿Para mí?
— Si.
Abrió la caja azul con cuidado, temiendo romper el
contenido. Al ver lo que adentro había sus ojos se abrieron de par en par. Era
un hermoso reloj de oro de bolsillo. Abrió la tapa dorada y sus ojos se
humedecieron al instante al verlo. Tenía una pequeña fotografía de su madre.
— Sé que no es
mucho, pero…
— ¿De dónde la sacó?
— ¿Eh?
— La foto, ¿Dónde la consiguió? Mi padre se
deshizo de todas las fotos de mi madre.
— Guardé una, pienso que las fotografías son
hermosos recuerdos que no deben tirarse. Cuando me enteré de que existías y que
eras el hijo de ella pensé que la necesitarías.
Jaejoong se quedó callado largo rato y acarició la
foto. Hacía tanto que no veía el hermoso rostro de su madre, además de en sus
sueños y memorias.
— Ella debió ser
una gran mujer.
— Lo era…
— Sé que debes sentirse solo luego de este
cambio tan drástico en tu vida, pero sólo debes recordar algo… Ella te mira
desde allá arriba, y si te ve triste ella lo estará también. – le acarició el cabello con suavidad –
y si eso no es suficiente… sólo mira esa foto y ya estará contigo.
Jaejoong miró a la mujer y por un instante juró
haber visto a su madre en su lugar, sonriéndole. Le sonreía como no lo había
hecho hace mucho. La imagen de la madre de Yunho volvió a su lugar, y Jae
sintió de pronto que sus ojos ardían y que sus mejillas se humedecían.
— L…Lo siento… — secó las lágrimas, pero estas seguían saliendo
sin parar.
— No te avergüences, corazón… — lo acercó a su cuerpo maternal y lo abrazó con
fuerza. Al instante la espalda de Jae comenzó a temblar a causa de los sollozos
ahogados que salían de su boca.
— Yo no… Yo no había llorado por ella. – habló apenas – Ni cuando murió, ni
en el funeral, ni cuando visitaba su tumba… No podía, no era capaz… Dolía
demasiado como para llorar.
— Y has guardado demasiado. Llora, Joongie,
suelta todo eso. Desahógate.
— Lo siento…
Siguió llorando en sus brazos. Desde que su madre
había muerto no se había sentido seguro, ni acompañado ni mucho menos querido.
Y ahora… sentía que cada vacío en su corazón se llenaba de a poco.
Pasó largo rato. Jaejoong seguía abrazando a la
mujer mientras conversaba con ella y compartían cosas. Era una excelente mujer,
de verdad la había malinterpretado. Hacía años que no lloraba en brazos de
alguien, de esa manera.
Sintieron unos pasos venir hacia ellos, y al mirar
en esa dirección su pecho se apretó. Era Yunho. Jaejoong rompió el abrazo y lo
miró fríamente.
— Jae, necesito
hablar contigo…
— ¿Para qué? – preguntó desafiante. Él nunca le decía así.
— Sólo ven, por favor… — le habló suplicante.
Eso era extraño. Totalmente extraño. Lo llamaba de
una manera que nunca usaba y le hablaba con voz tierna y suplicante. Sentía que
lo que le diría no sería bueno. No le alegraría.
— Bien – aceptó.
“No lo hagas. No
vayas con él. Sabes las cosas que te ha hecho, no confíes en su persona” le reclamó su conciencia, pero la ignoró.
Miró una vez más a la mujer y le sonrió agradecido.
Pronunció un sabe “Gracias” y siguió a Yunho.
Lo siguió hasta entrar en una habitación (una de
las tantas que habían en la enorme mansión, ¿Para qué querían tantas?). En ella
había una cama, una mesita junto a ella, una gran ventana con cortinas rojas y
un armario vacío. Jaejoong rió.
— ¿Qué me harás¡
¿Jugar con mi cuerpo?
— Jaejoong, yo…
— ¿Violarme como siempre lo haces?
— No, Jae, yo no…
— ¡¿Marcarme una vez más para el resto de mi
vida?!
— ¡Ya basta! – le gritó — ¡No
quiero hacerte nada!
— ¿Cómo puedo creer eso? ¡Es lo que siempre
haces!
— Sólo quiero pedirte perdón…
¿Cómo?
— ¿Pedirme perdón?
Si claro, como si fuera fácil para mí disculparte así como si nada. Claro, te
perdono por quitarme la virginidad, te perdono por herirme física y
mentalmente, para el resto de mi vida. No te preocupes, en serio – el sarcasmo fue más que evidente.
— ¡Por favor! ¡Para mí tampoco es fácil!
— Claro, no es fácil pedir perdón y librarte del
cargo de conciencia, si es que tienes. Oh, de verdad perdóname tú a mí, debe
ser tan difícil disfrutar conmigo y luego sentirte tan mal por lo que hiciste.
— ¡No lo entiendes! – le gritó.
— ¡¿Qué no entiendo qué?!
— ¡Lo difícil que es haberme enamorado de ti!
¡Lo difícil que es haberme enamorado de mi propio hermano, mi sangre!
Un silencio sepulcral se apoderó de la habitación
por completo y un escalofrío recorrió la espalda de Jae. Se sintió palidecer y
sintió que sus piernas temblaban.
— ¿Q…qué es esto? – Tartamudeó – ¿Un nuevo truco para
distraerme y usarme? No creas que voy a…
Las palabras quedaron atoradas en su garganta
cuando un par de labios se posaron sobre su boca. Y de pronto Yunho estaba
completamente pegado a su cuerpo, sus manos rodeaban su rostro y sus labios
estaban sobre los propios. Lo estaba besando.
Cuando fue a alejarlo se dio cuenta de que… aquel
contacto no le estaba molestando, ¡Todo lo contrario! De hecho… Sentía la
necesidad de corresponder al contacto.
Cerró sus ojos y puso su mano sobre la nuca del
otro, intentando intensificar el beso, pero al hacerlo Yunho se alejó de él con
rapidez.
— Lo siento – le sonrió y se fue de la habitación.
Jaejoong quedó solo de pie, completamente perplejo
y sin habla, y lo que menos entendía… Su corazón latiendo más rápido que nunca
y su rostro ardiendo con fuerza. Llevó su mano a su cabeza y mordió su labio.
— ¿Qué debería
hacer?...
Jae ya probaste también a Changmin y te gusta, peroooo, parece que te has enamorado de Yunho.
ResponderEliminarGracias!!!