Su hermano estaba sobre su cuerpo, besando toda la
piel a su paso. Jaejoong no decía nada, permanecía quieto como una estatua.
Últimamente había aprendido a soportar todo el dolor, el odio y la tristeza, y
había aprendido a controlarse. Sólo se quedaba callado y quieto, sin sentir
absolutamente nada hasta que su hermanastro terminaba con lo suyo.
Estaba ya completamente desnudo, tendido sobre la
cama. Los toques y besos de su hermano no le provocaban absolutamente nada. Ni
cosquillas, ni dolor, ni mucho menos placer. Era casi una estatua, un muñeco el
cual se dejaba hacer. Pues había algo que mantenía ocupada su mente…
Aquel beso que compartió con Changmin. Aquel
maravilloso beso aún quedaba grabado en sus labios, y los de Yunho jamás
lograrían borrar la deliciosa sensación de los labios resecos del hijo del Sr.
Shim moviéndose suavemente contra los suyos. Había sido lo más hermoso que haya
podido experimentar.
— Ah,
hermano… — suspiró Yunho alejando su boca
del pecho enrojecido de Jaejoong. Este lo miró por una milésima de segundo. —…
Estoy cansado de que sea siempre lo mismo. ¿Tú no? – como si pudiera
responderle a eso. – Quiero que hagamos
algo nuevo…
Yunho se sentó en la cama, frente al cuerpo de su
hermano el cual estaba recostado sin decir nada. Estiró su mano hasta jalar el
cabello negro de Jae y hacer que se levantara. Una pequeña mueca de dolor se
dibujó en su rostro, pero la disimuló a la perfección. Yunho tomó a Jaejoong
por el mentón y le indicó que bajara la cabeza. Jaejoong miró el miembro erecto
de su hermanastro y negó con la cabeza.
— No quiero hacer eso… — se negó, mirándolo a los ojos buscando algo de
compasión en el hombre frente a él.
— Lástima que tu opinión no sirva mucho.
– sonrió y empujó la cabeza de Jaejoong hasta dejarla frente a su
miembro. – Hazlo…
— N…No quiero… — se resistió. Yunho volvió a jalar del cabello
de Jae, dejándolo frente a su rostro nuevamente.
— ¿Prefieres eso o que te parta en dos? – dijo fríamente y Jaejoong tragó saliva.
No tuvo otra opción. Prefería hacer eso a ser
penetrado una vez más. Se agachó y tomó el miembro erecto de su hermanastro con
una mano. Apretó con fuerza sus ojos, derramando algunas lágrimas, y comenzó a
lamerlo. De su boca salió un sollozo y lo metió entero, comenzando a mover su
cabeza de adelante hacia atrás, sin dejar de derramar lágrimas.
Luego de un rato comenzó a escuchar los gemidos de
Yunho. Una de sus manos se posó sobre su cabeza, acercándolo más a su miembro.
Jaejoong abrió un poco sus ojos, viendo borroso a causa de las lágrimas que se
derramaban. Miró hacia arriba y pudo ver la mueca de total placer en el rostro
de Yunho. Este hizo que la velocidad aumentara con su propia mano. Jaejoong
sentía que estaba por ahogarse, sentía nauseas horribles. No le cabía entero en
la boca y Yunho insistía en que si, empujándolo más hacia él.
Los sonidos que hacía Yunho fueron subiendo de tono
cada vez más, hasta que dio un último gemido (el más fuerte) y se corrió en la
boca de Jae. Este sintió como si algo explotara en su boca. Sacó el miembro de
su boca, haciendo que parte del semen cayera en su rostro.
— Muy bien, hermano. – sonrió Yunho, haciendo que Jaejoong lo mirara a los ojos. Siempre ponía
total énfasis en la palabra hermano.
—…Estoy tan orgulloso de ti. Eres un buen
chico. – su sonrisa creció aún más al ver las lágrimas en sus ojos y las
manchas blancas que cubrían su rostro. –
Te ves tan hermoso así. – le acarició el cabello.
Se levantó al recibir el silencio de Jae como
respuesta, así que se vistió y se fue, dejándolo solo. Se limpió la cara con un
pañuelo que encontró y se echó boca abajo sobre la cama, desnudo y sin ánimos
de nada. Ni de vestirse, ni de seguir llorando, ni mucho menos de dormir.
Esa noche soñó como no lo hacía hace mucho. Soñó
con su madre, y había sido tan triste despertar. Se sentía tranquilo en su
sueño, libre de toda tristeza y angustia…
…Lástima que la realidad era otra.
La tarde siguiente no paró de llover, por lo que no
pudo salir y por ende no pudo salir al jardín para conversar normalmente con
Junsu. Su tía se lo prohibía. Le molestaba aquello, ¿Por qué tenían que
prohibir su amistad? ¿Entonces para qué su tía había recogido a Junsu de la
calle si no le permitiría tener amistades? No le encontraba el sentido a todo
esto.
— ¿Por qué prohíben la amistad entre alguien
de clase alta y alguien de clase baja? – preguntó mientras
jugaba con la comida en su plato, durante la cena. El silencio reinó en la
mesa.
— Ese tipo de preguntas ni siquiera merecen
ser respondidas. – dijo la tía, molesta.
— ¿Por qué no? ¿Por qué lo prohíben? – volvió a preguntar. Notó como Junsu, quien regaba las plantas que
habían en los alrededores, sonreía.
— Deja de hacer preguntas sin sentido si no
quieres irte a tu habitación sin comer.
— No me ha respondido. ¿Por qué no? — insistió. Su tía lo miró con
odio.
— Porque ellos son pobres y sólo merecen
lástima. – le respondió.
— Pero…
— ¡Ya guarda silencio! – le gritó y Jaejoong frunció el ceño. Mordió su labio y le dio una
mirada a Junsu, quien le sonrió enternecido y siguió con lo que hacía.
Luego de aquella discusión durante la cena Jaejoong
se fue directo a su habitación, ya que estaba algo cansado y quería dormir.
Sólo le rogaba a su madre que esta noche Yunho tuviera compasión de él.
Se puso el camisón blanco, el cual le llegaba un
poco más abajo de las rodillas, iba a acostarse en su cama, cuando la puerta se
abrió, revelando a Yunho. Jaejoong lo miró serio y suspiró pesadamente,
sabiendo lo que de seguro vendría.
Yunho comenzó a besar su cuello con parsimonia,
algo extraño ya que siempre se lo hacía violentamente. Solía dejar heridas en
su cuerpo al morderlo o rasguñarlo más fuerte de lo necesario. Las manos de su
hermano bajaron hasta tomar los bordes del camisón. Comenzó a deslizarlo hacia
arriba, dejando al descubierto el blanco cuerpo de su hermano, el cual tenía
varias marcas moradas en los hombros, las clavículas y las caderas. Jaejoong
estaba impresionado, Yunho no era así de suave con él. Su hermanastro comenzó a
tocar su pecho con suavidad, sus dedos fríos se paseaban por toda su piel
tibia. Su boca dejó un camino de besos y saliva desde su cuello hasta sus
clavículas, para luego bajar a su pecho, lamiendo y besando sus pezones. Jae
gimió suavemente al sentir los labios húmedos del otro recorriendo su cuerpo, y
en seguida tapó su boca, impresionado.
Yunho lo empujó sobre la cama y lo recostó en ella.
Se ubicó sobre su delgado cuerpo pálido, entre sus piernas. Sus besos no
cesaron, bajó su rostro hasta su estómago, lamiendo y besando toda la piel a su
paso. Sus manos comenzaron a masajear sus muslos, Jaejoong volvió a gemir. Su
respiración comenzaba a hacerse irregular, y su calor corporal aumentaba. En
seguida Yunho besó sus caderas con total delicadeza, sin dejar de masajear sus
muslos. Tomó con una mano el miembro casi despierto de su hermano y le dio una
suave lamida a toda su extensión.
— Hmm… — se tapó la boca, sonrojado. ¿Desde cuando
Yunho era tan suave con él? ¿Y desde cuando se sentía… tan bien que lo tocara
de esa manera? Era… tan confuso.
El más alto dejó de lamer su erección para meterla
entera en su boca. Un gemido bastante largo salió de la boca de Jae, quien (sin
darse cuenta) abrió más sus piernas, para sentirlo más aún. Yunho siguió con lo
que hacía, moviendo su cabeza de adelante a atrás, dando cortitas succiones y a
veces más largas.
— ¡Y…Yunho! — gimió con fuerza al sentir una succión
bastante fuerte, la cual casi le hizo llegar al orgasmo. Levantó un poco la
parte superior de su cuerpo, apoyándose en el codo derecho. Su otra mano cubría
su boca. Sus ojos se mantenían entre cerrados y su rostro estaba más rojo que
nunca. Se sonrojó más aún al ver a su hermano haciendo lo que hacía. Cuando
sintió que estaba por terminar se cubrió la boca con la otra mano, cayendo y
quedando recostado nuevamente. Una última succión bastó para hacerle llegar al
orgasmo. – ¡A — Ahhhh! – cerró sus
ojos y levantó sus caderas, corriéndose en la boca de Yunho.
Su pecho subía y bajaba rápidamente al ritmo de su
respiración agitada. Su rostro estaba totalmente sonrojado. Limpió el hilo de
saliva que corría por la comisura de sus labios, totalmente agitado. Su frente
estaba húmeda, al igual que el resto de su cuerpo. Yunho se levantó y quedó
frente a él, parte del semen de Jae aún estaba en sus labios. Aquello le hizo
avergonzarse totalmente.
Yunho tragó todo lo que tenía en la boca y sin
previo aviso besó a su hermano. Lo besó suave y tiernamente. Los ojos de Jae se
mantuvieron abiertos durante todo el beso, su corazón latía cada vez más
rápido. Yunho lo miró de manera extraña, casi con ternura, y le acarició la
cabeza. Corrió el cabello de su frente y le dio un delicado beso en ella, se
levantó y sin mirar atrás salió de la habitación, en silencio.
Jaejoong se quedó recostado en la misma posición,
mirando al techo. Su respiración ya estaba más calmada y el calor insoportable
que sentía ya estaba disminuyendo, haciéndole sentir el frío de la noche. Cerró
sus piernas y se sentó en la cama, tomando el camisón que estaba tirado en el
suelo. Se lo puso casi sin ganas y se metió bajo las sábanas, y apenas su
cabeza tocó la almohada se quedó totalmente dormido.
Cada día que pasaba no podía dejar de pensar en
Changmin, ya que a causa de un repentino viaje del Sr. Shim fuera del pueblo,
no pudieron verse durante varias semanas. Aquello fue una total tortura, y más
tortura fue reencontrarse y tener que comportarse normalmente a causa de la
presencia del padre de Changmin, de su tía y de su hermano.
— Deseaba
verte. – dijo Changmin cuando estuvieron al fin los dos
solos.
— Y…yo
también. – suavizó su voz. El hablar femeninamente ya le era
más fácil a medida avanzaba el tiempo.
— Señorita…
— se le acercó. Jaejoong se sonrojó.
— Llámame
por mi nombre.
— Jejuko…
— sonrió, arrinconándolo contra el respaldo del
sofá. Jaejoong se mordió el labio.
— ¿Si?
– respondió haciéndose el inocente. El sonrojo en sus mejillas creció y
la velocidad de sus latidos aumentaron aún más.
— Tú… — rozó sus labios con los propios. Lo miró
durante unos instantes, dudando de algo. De un instante a otro terminó por unir
sus labios en un beso, sin terminar lo que diría. Jaejoong rodeó su cuello con
sus brazos.
Ese beso fue totalmente distinto al anterior. Ese
había sido suave, tierno… en cambio este era más rudo y hambriento. Sus bocas
se movían una contra la otra, intentando sentir más profundamente al otro.
Jaejoong quiso tomar el siguiente paso, así que mordió los labios finos de
Changmin, haciendo que este abriera su boca. En seguida internó su lengua en la
boca del otro, sintiendo su lengua suave y húmeda contra la propia.
Dentro de un instante sintieron que el aire
comenzaba a hacerse necesario, así que se separaron para respirar. Jaejoong
miró a los ojos a Changmin, totalmente agitado y sonrojado.
— Es…
peligroso estar aquí… — dijo Jae, volviendo a besarlo.
— Si… — respondió algo agitado, correspondiendo el
beso.
— Ven,
vayámonos de aquí. – se levantó y le tomó la mano,
guiándolo por los pasillos hasta llegar a su habitación. Cerraron la puerta a
sus espaldas y Changmin arrinconó a Jae contra esta.
Siguieron besándose y tocándose con desesperación.
Jaejoong comenzó a sentir de pronto el calor acumulándose en su entrepierna, y
recién en ese momento cayó en lo que estaba pasando.
Ambos eran hombres, y Changmin no lo sabía.
Jaejoong empujó a Changmin de la nada con todas sus
fuerzas, haciendo que este retrocediera más o menos un metro. Recibió una
mirada totalmente impresionada y confundida, a la cual respondió con una mirada
asustada.
— L…Lo
siento… — abrió la puerta y corrió sin
parar, hasta llegar a uno de los baños de la mansión y encerrarse en él.
Su corazón latía más rápido que nunca, al punto de
estar seguro de que en cualquier momento tendría un paro cardiaco.
Se quitó el maldito vestido con desesperación, al
igual que la ropa interior, quedando desnudo. Seguía agitado y avergonzado.
Bajó la vista y vio su miembro totalmente erecto. Mordió su labio y lo tomó con
una mano, comenzando a moverla de adelante hacia atrás, cada vez más rápido. No
le quedaba otra.
Terminó vergonzosamente rápido, ensuciando su mano
con su propia esencia. Apretó los dientes aguantando la rabia que sintió en ese
momento. Deslizó su espalda por la puerta lentamente, hasta caer sentado sobre
el frío suelo del baño. ¿Por qué la realidad tenía que ser así? ¿Por qué no
podía ser todo más fácil, como lo era cuando su madre vivía?
No sabía qué hacer… Estaba tan confundido.
Salió atemorizado del baño, largo rato después, no
queriendo encontrarse por ningún motivo con Changmin. Aún era temprano y no
podía ir a su habitación, porque quizás Changmin seguiría ahí, así que sólo
siguió corriendo hasta llegar al jardín. En él chocó con alguien, haciéndole
caer al suelo.
— ¡Srta. Jejuko! De verdad lo siento. – dijo esa persona y Jae, al notar que era Junsu, se sintió muy aliviado.
— Junsu,
que bueno que eras tú. – suspiró. – Y te he dicho que sólo me llames por mi nombre. – sonrió más
relajado.
— Lo
siento. – se encogió de hombros y lo ayudó a levantarse. – Jejuko, hay algo que quiero decirte…
Jaejoong ladeó su rostro, se le veía algo nervioso.
¿Qué sería? Nunca había visto a Junsu así, de esa manera. Tan asustado.
— N…no quiero que me odies, por favor… — le rogó con la mirada. Se veía como un niño
pequeño y desprotegido.
— ¿Qué
pasó? – preguntó.
— Ay,
soy un enfermo… — se tapó el rostro
con ambas manos. – Yo… ¿Me odiarás si te
digo que… me gusta Yunho? – bajó la mirada, sonrojado. Los ojos de Jae se
abrieron de par en par.
— ¿Q…Qué?
– dijo apenas.
— ¡De
verdad lo siento! – sus ojos se humedecieron. – No me odies, por favor… Sólo no pude
controlarme y…
Jaejoong se quedó serio unos instantes, para
luego sonreír resignado. No podía enojarse con él, mucho menos odiarlo. Era su
único y mejor amigo, y no quería quedarse sólo. Lo quería mucho también, y
aquello no era una razón para odiarlo.
— Junsu… — susurró, acariciándole el rostro. – Junsu, yo no te odio, ¿Si? Eres mi amigo.
No podría odiarte. – lo tranquilizó y Junsu sonrió. – Es sólo que… ¿Por qué él? – Junsu iba a responder, pero alguien
tiró a Jae del brazo con fuerza, haciendo que se levantara. Al girarse se
encontró ni más ni menos que con Yunho.
— Ven
conmigo. Ahora. – dijo él, se le veía más molesto que
nunca. Jaejoong no dijo nada, aquel tono de voz que usó lo intimidaba de
sobremanera. Yunho lo tiró del brazo, llevándolo con él.
Miró a Junsu por última vez, sin poder
absolutamente nada. Le pidió perdón con la mirada y siguió a Yunho, quien
caminaba a paso firme y acelerado. ¿Por qué estaría así de molesto? Ambos
caminaban por los pasillos, Jae siguiendo a Yunho. Sus fuertes pisadas
resonaban sobre los suelos de madera vieja y rechinante. Su agarre se hizo más
fuerte, sacándole a Jaejoong un quejido de dolor.
— Y..Yunho,
me lastimas. – se quejó intentando que Yunho
soltara su brazo, el cual le dolía mucho. Yunho tiró a Jae del brazo hacia sí
mismo y luego lo empujó, doblándole el brazo de tal manera que casi se lo
quebró. Jaejoong gritó.
— No me
interesa lo que sientas. No me interesa nada, eres un desgraciado y un hijo de
puta.
— ¿Pero
qué hice? – se quejó, sin entender absolutamente
nada.
— ¿Que
qué hiciste? – rió con sarcasmo. – Te divierte besarte y revolcarte con el
hijo del Sr. Shim a escondidas, ¿No? – Jaejoong se sonrojó completamente. – Pues déjame aclararte algo. – lo tomó
del cuello, levantándolo unos centímetros del suelo. Jaejoong se quejó. — Tú me perteneces, ¿Oíste? Eres mío, de nadie
más. Nadie puede tocarte, nadie puede mirarte, nadie puede poseerte. Sólo yo. –
dijo con rabia, apretando sus manos. Jaejoong intentó soltarse, pero las
manos de Yunho apretaban con demasiada fuerza su blanco cuello, impidiéndole
respirar, y aquello le dificultaba cualquier cosa. Rasguñó sus manos con
fuerza, pero no servía.
— Y…Yun…
Yunho… N…No puedo… No puedo Resp…p… — intentó hablar, mas le fue
imposible. De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas de desesperación. Su
hermano lo iba a matar, de seguro lo mataría.
— Si
vuelves a hacer algo así… Te juro, te juro que no vivirás para contarlo. – le dijo con rabia. Jamás había visto tanto odio en su mirada.
— ¡Yunho,
por Dios! ¡Suéltalo! – gritó alguien, corriendo hacia
ellos. Era su tía. Yunho frunció el ceño y soltó a Jaejoong, quien cayó al
suelo pesadamente. Comenzó a toser desesperado, pudiendo al fin llenar sus
pulmones con algo de oxígeno. Varios sollozos salieron de su boca, llorando
asustado. – Tú padre se molestará si
matas a esta rata. – le dijo seria. Yunho no dijo nada. – Ya levántate, no es para tanto. – le
dijo a Jaejoong, quien sujetaba su cuello el cual ahora estaba rojo. Este
se levantó y sin decir nada corrió a su habitación. Como pudo movió la pesada
cama, dejándola frente a la puerta para que no pudieran abrirla. Se arrinconó
en una esquina de la habitación y comenzó a llorar desesperado.
Jamás había sentido tanto miedo en su vida…
Pobre Jae, ya sintió con Yunho el sexo al hacerselo con ternura, con Min siente deseo, quizás amor, por cierto quién le dijo a Yunho lo que paso entre ellos, espero que Min no lo ande pregonando. Y Yunho porque estalla en celos si odia a Jae.
ResponderEliminarMe da coraje que la mamá de Yunho era la amante y de la que hablen pestes sea de la de Jae, estan mal.
Gracias, esta muy interesante.
Gracias!!!
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