jueves, 30 de agosto de 2012

Farewell. Cap. 1. Work



Yunho miraba alternativamente al abogado y a su secretaria. No estaba entendiendo nada y estaba algo ofuscado. Sentía que comenzaba a perder el tiempo y eso no le gustaba para nada.


Porque Jung Yunho era demasiado importante como para escuchar a otros, y más si tenía relación con aquel que había arruinado su vida. Su vida era envidia de todos; tan fácil y perfecta que no necesitaba acatar órdenes de otros.

Una herencia no era tan importante, después de todo, como para perder su propia dignidad. Y es que si aceptaba lo que su abuelo le ofrecía, seguramente terminaría sintiendo que se traicionaba a sí mismo… Él había perdido a su papá por ese hombre que ya había fallecido.

Si fracasas de algún modo en lo que te pido, se acabó. No recibirás nada de nada.

— De acuerdo, esto es de locos. —  Una vez más, sentía cómo su abuelo, aun estando muerto, se burlaba de él.  Puede llevarse sus millones a la tumba. No me interesa. No me interesa nada de él. Jódanse y que él también se joda. —  Fue lo último que dijo para azotar la puerta del recinto con fuerza.

Suspiró pesadamente en la entrada a la oficina volviendo a abrir la puerta lentamente. Pensó que quizás sí era importante su herencia… Pero su mente sólo podía debatirse entre ignorarlo o sonsacarle todos los millones posibles.

— Me alegra que lo reconsideraras. —  Dijo con suavidad el anciano abogado.  Señorita Lee, ¿sería tan amable de traer el boleto para Yunho? —  La mujer asintió entregándole un boleto con destino a Gyeongsang.

 ¿Gyeongsang? Tiene que ser un chiste.

— Debes presentarte a las siete de la mañana en el aeropuerto de Seúl. La señorita Lee estará esperándote. Tienes hasta entonces para decidir. —  Concluyó el abogado para dejar salir a Yunho.

A decir verdad, todo el camino a su departamento se la pasó meditando sobre aquello.

Estaba muy claro que no deseaba ir, ni involucrarse con esa tonta herencia. Él no necesitaba nada de eso. Él sólo quería divertirse sin limitaciones como siempre lo había hecho hasta ese día.

La noche había caído y suponía que su novia estaría esperándolo ya para tener esa fiesta de la que habían hablado días atrás.

No, viejo, estás loco si crees que vas a seguir fastidiando incluso después de muerto.

Fue lo último que pensó antes de ingresar a su departamento, para que su novia lo recibiera con un apasionado beso.

 ¿Qué tal te fue, Yunnie? —  Preguntó melosamente, halándolo del brazo hasta la terraza que dejaba ver la ciudad.  ¿Qué recibiste de herencia?

— Todavía no lo sé, Jie Yool. —  Tomó un sorbo del trago que le estaba ofreciendo la chica para después encender un cigarrillo.  Quiere que vaya a Gyeonsang a averiguarlo. —  La chica torció la boca con disgusto.  ¿Sabes qué? No voy a ir. Mi mejor venganza es… Ignorarlo.

— Cielos, Yunho. ¿No tienes curiosidad al menos? —  Sonrió levemente esperando convencer a su novio.  ¿Qué tal si es oro? —  Yunho bufó enojado.

— Tengo un fondo ilimitado. Puedo vivir a costa de mi madre. —  Analizaba su trago esperando que éste le diera alguna respuesta lógica a su dilema.  No necesito de su dinero.

— Yunnie, nunca viene mal un poco de dinero extra y lo sabes… —  Jie Yool se colgó de su brazo y simuló tristeza.  ¿Y si debes ponerte a trabajar?


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 La señorita Lee aguardaba en la sala de espera del aeropuerto a que Yunho apareciera. Aunque el señor Park no confiara en que lo hiciera, ella aguardaba un poco de fe en el espíritu del muchacho.

Quizás sí, era igual de malcriado y egocéntrico que el resto de la familia Jung, pero estaba segura de que algún buen motivo tendría el difunto anciano para seleccionar a Yunho.

Alguien de esa familia tiene que ser diferente.

A través del cristal de la puerta móvil observó al susodicho nieto llegar en una motocicleta por demás de ruidosa seguido de autos de la policía. Negó levemente con la cabeza enarcando una ceja.

Esperaba ella misma no equivocarse al darle un voto de confianza.

  Escoltas policiales… Más o menos. —  Se excusó el castaño tomando su boleto de las manos de la anciana y su bolso con ropa. Se despidió con la mano de manera grosera y embarcó rápidamente por la puerta de la primera clase.

Se sentó en la primera silla que vio, suspirando relajado. Adoraba volar en primera clase. Sobre todo la deliciosa champaña que servían… Al menos si iba a viajar a ese horrible sitio, quedaba el consuelo que su viaje no sería una pesadilla.

 Pero el señor encargado de asignar los asientos tosió levemente para llamar la atención de Yunho.

— Disculpe la molestia, ¿podría enseñarme de nuevo su pase de abordaje?

  Como diga. —  Yunho pasó el boleto al hombre que al mirarlo, hizo un gesto como si de inmediato hubiera comprendido muchas cosas.

— Verá… Hay un error. Este boleto es para la clase turista. Tiene el asiento 6-B, lamento el inconveniente. El hombre regaló su mejor sonrisa.  Debe cambiarse.

— ¿Clase turista? ¡Pues cámbielo! —  Yunho no podía creer lo que estaba escuchando y, a decir verdad, ya estaba agotado por no haber descansado lo suficiente el día anterior. Él jamás había viajado en clase barata. Jamás. Y no lo haría por una tonta equivocación.

— Lo lamento, no puedo cambiarla. Es un boleto único. —  El hombre volvió a sonreír.  Andando.

Yunho fue guiado hasta su nuevo asiento y su rostro se transformó en uno de auténtico terror.

Personas dormidas sobre otras, ancianos devolviendo su almuerzo en pequeñas bolsas, bebés gritando por doquier.

Esto debe ser una de esas pesadillas en las que uno desea despertar con terribles ansias. Sí, eso tiene que ser.

Cerró sus ojos tratando de bloquear la fiesta de sonidos que había a su alrededor.

Yunho… ¿Yunho?
¡Jaejoong!
Quisiera estar seguro de esto… Pero no puedo. En verdad no puedo.
¿Quieres callarte y tomarlo como un deporte? ¡No eres una chica, Jaejoong!
Desembarca.

— ¿Qué? —  Preguntó tallándose los ojos, dándose cuenta de que ya habían llegado.

Le parecía extraño que su subconsciente le recordara a ese chico con el que había estado hacía tanto tiempo. Ni siquiera se preguntaba en dónde estaba, porque tampoco le importaba demasiado.

Fue su desahogo temporal, sí. Pero ambos sabían que Yunho quería divertirse nada más y Jaejoong experimentar.

— ¡Mírate, muchacho! —  La voz de un hombre borró instantáneamente la imagen de Jaejoong de su cerebro.  ¡No parece que hayas trabajado ni un solo día! —  Rió estruendosamente en son de burla, haciéndolo fruncir el seño.

— Oh, qué bien. Un adivino. —  Respondió sarcásticamente.  Escuche, estoy esperando a alguien, así que… —  El hombre no lo dejó terminar cuando ya le había quitado amablemente su único bolso con ropa y lo dejaba en una camioneta lujosa.  ¡Ey! ¿Quién se cree que es?

— Cálmate, Jung Yunho. Soy Shim Jun Wook y este es mi nieto, Shim Changmin. —  Señaló al asiento del copiloto en el que estaba un sonriente chico. Yunho sólo lo ignoró, entrando en la parte de atrás tratando de no hacer caso la terrible canción que sonaba en la radio.

¿Jaejoong se fue del instituto? ¿Desde cuándo?
Ayer, dijeron que no estaría más. Que quizás se le habían presentado contratiempos con su madre y no pudo continuar con sus estudios.
Oh, vale… ¿Qué más da? Me agradaba. Era hasta atractivo.
Seguro. Tenía todo un ejército tras él de hombres y mujeres.

— Ey, citadino. Casi llegamos. —  Llamó Changmin, dedicándole una nueva sonrisa que igual que la anterior, fue ignorada.  Estabas como en un limbo pensando.

— ¿Les importa si fumo? —  Preguntó, dándose cuenta que se le habían acabado los cigarrillos. Suspiró enojado. Todo parecía estar en su contra.

— Seguro, estamos en un país libre. —  Respondió sin quitar la vista del enorme paraje solitario el joven Shim.

— Necesito que se detengan en algún lugar para comprar cigarrillos, por favor. —  Ambos Shim rieron escandalosamente.

— Amigo, pasamos la última tienda hace veinte kilómetros. Llevamos media hora en la propiedad de mi abuelo.

Yunho volvió a suspirar contra el cristal hasta que se detuvieron frente a una enorme casa. Changmin le ayudó a bajar su equipaje mientras explicaba el horario que mantenía la casa.

— A las cinco se sirve el desayuno, a las once el almuerzo y a las seis la cena. Como eres nieto de Hoon Kyul, puedes quedarte en casa con nosotros. —  Dio una palmada en su espalda en símbolo de camaradería.  Acomódate, en una hora mi abuela sirve la cena y siéntete como en tu casa.

 Así que así es el infierno…

 Subió las escaleras de la entrada arrastrando su bolso, aferrando su otra mano a su móvil en el bolsillo de su chaqueta rezándole a alguna fuerza divina que aquella pesadilla acabara pronto.

Changmin le había avisado que le dejaría su ropa de trabajo en la mecedora de la única habitación que había en la planta baja. Luchó por mantenerse sereno, reprimiendo un grito desesperado.

Ropa de trabajo. Todo parecía aún más sin consistencia que antes. Los planes de su abuelo no le resultaban del todo claros, pero tenía toda la noche para indagar.

Eso es lo que quieres, ¿no, Hoon Kyul? ¿Que me parta el cráneo pensando qué es “todo eso que tienes para mí”? Deja de jugar conmigo.

Su mirada se tornó severa. Pensó que lo mejor sería llamar a Jie Yool y contarle lo que le estaba sucediendo… Era su novia después de todo.

Pero una nueva noticia: su celular no tenía ni un poco de señal.

— ¡Es una broma! —  Gritó haciendo que Changmin se asomara a la puerta con un implemento de cocina en su boca.

— ¿Te hace falta algo? —  Preguntó con amabilidad.

— ¡Lárgate de aquí! —  Yunho dio un portazo en la cara de su anfitrión y siguió intentando en vano conseguir señal en ese reducido espacio de madera.

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— Buenos días, galán. —  Saludó ruidosamente Shim Changmin abriendo la puerta enérgicamente, sin borrar esa sonrisa que le caracterizaba.  Te perdiste el desayuno, ¿no tienes un aparato para despertarte?

Yunho sólo gruñó y se reacomodó en su cama. No había dormido bien en toda la noche y lo único que deseaba era descansar un poco. La palabra “trabajo” estaba haciéndole un caos en su cabeza.

— Lárgate de aquí. —  Respondió cubriéndose con la almohada y frunciendo el seño.

Changmin por primera vez sonrió con ironía y se retiró de la habitación para retornar con una vara que usaba para arrear a los caballos y encenderla. Yunho dio un salto al sentir que Changmin apoyó eso en su brazo.

— ¡Buen día, Jung Yunho! —  Saludó muy cerca de su rostro.

— ¡¿Puedes decirme cuál es tu jodido problema, idiota?!

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Changmin cavó un pequeño agujero en la tierra, clavando un poste y entregándole de nueva cuenta la pala a Yunho.

— ¿Qué pretendes? ¿Que haga lo mismo que tú?

— Es mejor que comiences de una vez. El almuerzo te lo traeré como a las once. Y descuida, los postes se te acabarán muy rápido. —  Volvió a la camioneta suspirando alegre.

Yunho miró el cúmulo de postes de madera a un lado de él con pereza. Sacó su celular de uno de sus bolsillos y una vez más, intentó que alguna raya de señal diera vida a su teléfono para conversar con Jie Yool de una vez. Caminó un poco sin éxito y decidió mejor darse una siesta sobre los postes.

¿De verdad no te gustaba ni un poco ese Jaejoong?
Era guapo, creo.
Creo que tú le gustabas…
No me importa ya, ¿lo sabes? Si decidió huir de aquí, puede que esté intimidado porque soy muy bueno en esto.
Cretino…

— Levántate ya. —  Changmin le dio un empujoncito.  Vamos, Yunho. Debes terminar pronto. ¿Quién demonios es Jaejoong?

— No es asunto tuyo. —  Se acomodó mejor sobre los trozos de madera.  Déjame en paz, vaquero.

Changmin rió bajito y dejó las cosas a un lado del castaño.

Estará acá eternamente… Su sonrisa se disolvió por completo. Es tan grosero que me va a costar mucho hacer lo que Hoon Kyul me pidió.


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El anciano Shim observaba por la ventana cómo, incluso después de tantos días, Yunho no había iniciado su trabajo. Changmin le informó que sólo en una oportunidad había dado comienzo a lo asignado, pero su nieto tuvo que deshacer el “avance” porque estaba haciéndolo terriblemente mal.

El nieto de Jung Hoon Kyul estaba dando vueltas por el jardín trasero, aún en busca de señal telefónica. El anciano negó con la cabeza, preguntándose cómo demonios iba a avanzar ese chico.

¿Qué fue exactamente lo que te dieron entonces, Yunnie?

— Aún no lo sé… —  Yunho estaba encima de un tractor que no funcionaba, donde al fin pudo conseguir un poco de señal.  Creo que es algo relacionado con unas tierras. No sé bien. Tengo que hacer un trabajo de esclavos y mientras, soportar a dos vaqueros idiotas, uno un viejo decrépito y otro un mocoso fastidioso.

Entonces debe ser algo muy grande, ¿no te parece? Muchas tierras, es mucho dinero en juego.

— Lo sé, cariño. Pero no sé si deba presionarlo para que me dé mi herencia o… —  Yunho se quedó en silencio unos segundos.  O hasta que termine…

— ¿Terminar qué? ¿Yunnie?

— ¿Sabes qué? Te llamo más tarde. —  Y se bajó del tractor para ir a donde estaban los postes sin colocar todavía.

Entonces, pudiera ser que sea eso. Debo terminar el trabajo…

Comenzó a cavar como lo había hecho Changmin hace casi un mes antes. Acomodando adecuadamente los postes de madera alrededor del enorme terreno perteneciente a los Shim, colocándolos casi perfectamente alineados.

Los días pasaban y Yunho cada vez lucía más motivado por las ganas de saber qué le esperaba al terminar ese horrible trabajo. Changmin se sorprendió al verlo levantado por la mañana incluso antes de que él o su abuelo lo hicieran.


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— Vamos, Jung Yunho. Sube a la camioneta. —  El nieto de los Shim le quitó la pala a Yunho de las manos, entregándosela a un trabajador que lo acompañaba.

— No terminé. —  Dijo frío. Ya se le habían acabado los postes y desde ese mismo ángulo, se veían perfectamente colocados.

— Acá el trabajo nunca termina. —  Respondió en esa ocasión con una sonrisa real plasmada en su rostro.

Silencio. Eso era lo que se intercambiaba entre ambos muchachos. Pero Changmin creyó prudente decirle lo que pensaba.

— Así como hiciste este trabajo, puedes hacer lo que sea. —  Miró por un momento a Yunho que estaba enajenado a lo que le estaba diciendo.

— ¿No olvidas algo? —  Yunho no pudo aguantar la curiosidad.  Algo que te haya dicho mi abuelo. —  Changmin titubeó un poco.

— Me parece que no. ¿Qué cosa? —  Preguntó sin desviar sus ojos del camino.

— Mi herencia… —  El castaño volvía a sentir que perdía la paciencia cuando escuchó la carcajada de Changmin.

Maldición.

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El abogado asintió al ver a Yunho en la puerta de su oficina, complacido.

— Felicidades, has conseguido la primera parte de tu herencia. —  Hizo una pausa para colocarle una mano en el hombro al castaño.  El trabajo.

Yunho quitó violentamente la mano que le había impuesto el anciano abogado, llevándose ambas manos a su cabeza, desesperado.

— ¡Es una broma! ¡Tiene que serlo! Escuche, — dijo señalando alternativamente al abogado y a su asistente dígame qué heredé en total, mejor. No pienso seguir con su estúpido juego, eso olvídelo.

El abogado Park se retiró lentamente de la oficina y fue seguido por Yunho.

— Escucha, hijo. Para serte franco, tampoco creo que logres esto. No sé qué vio tu abuelo en ti. Eres idéntico al resto de tu familia. —  Siguió su camino. Pensó que había que trabajar al joven Jung con psicología inversa y al parecer, dio algún resultado.

— Muy bien. Lo lamento, ¿de acuerdo? El solamente que estuve haciendo trabajos manuales por un mes y creo justo saber qué me corresponde por ello. Así que dígame, ¿qué debo hacer?

— ¡Pide una cita con la señorita Lee! —  El señor Park dio un empujón a Yunho y se volvió a dirigir a su oficina.

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Yunho llegó a su departamento estacionando su flamante Mustang recién pintado en un lugar que no le correspondía. Caminaba distraído por el estacionamiento con los audífonos colocados… Tan distraído que ni siquiera notó la presencia de unos muchachos con una grúa que al verlo, se asintieron uno con el otro.

Los ojos de Jung Yunho se abrieron de par en par al ver su casa completamente desvalijada. Sin sus muebles, su ropa, sus comodidades… Absolutamente vacía. Se devolvió como un rayo hasta el estacionamiento, mirando cómo se llevaban remolcado su auto.

— ¡Ey! ¡Ustedes! —  Gritaba infructuosamente mientras golpeaba la reja. —  ¡Pintarlo me costó 10.000.000 won! ¡Maldición!

Desde su móvil llamó inmediatamente a la señorita Lee que le pidió se presentara enseguida.


Yunho, hasta ahora, no tienes ni la mínima idea del valor del dinero.
Yo lo perdí todo tres o cuatro veces… Creo que es el lugar perfecto para comenzar.
Desde que tienes uso de razón, el dinero ha estado a tu disposición como el aire que respiras y has sido un blanco fácil para un montón de parásitos.
Veamos quiénes son tus amigos…

— Quiere que vengas a final de mes con un amigo de verdad.

Yunho salió de la oficina enojado, azotando la puerta fuertemente tras de sí. Ni siquiera su madre había aceptado acogerlo en casa con la excusa de que si lo hacía le quitarían todo y que de ningún modo podría permitir aquello.

Sólo se le pasó por la mente la cantidad de personas que de alguna u otra forma él les había ayudado pero mientras más marcaba más veces sus “amistades” le negaban que se quedara ni una noche mientras conseguía cómo resolver su problema económico.

Su servicio telefónico ha sido desconectado…

— ¡Que se jodan todos! —  Enojado, lanzó el teléfono estallándolo contra un poste de luz. Un transeúnte lo miraba algo asombrado y asustado. — ¿Tienes algún problema?

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— Jie Yool… —  Yunho tomó la mano de su novia. La chica lucía fascinada por estar en un lugar tan lujoso. Ya estaba acostumbrada, con Yunho solía frecuentar ese tipo de restaurantes lujosos.  Te invité a cenar porque quiero que hablemos de nosotros. —  Un extraño brillo se asomó en los ojos de la chica.  ¿Hace cuánto tiempo que estamos saliendo?

— El tiempo justo, Yunnie. ¿Qué estás tratando de pedirme? —  Preguntó con coquetería haciendo sonreír a Yunho.

— Bueno, pensaba que quizás era tiempo de volvernos más serios, ya sabes. —  Pero las palabras de Yunho se vieron interrumpidas por el mesero que traía la cuenta y la tarjeta de crédito del castaño.

— Señor, su tarjeta fue declinada. Lo intentamos un par de veces pero la respuesta fue la misma. Su banco está en línea, debo insistir. —  Jie Yool miró con extrañeza a Yunho.

— ¿Pasa algo, Yunho? —  Preguntó dudosa.

— Es un pequeño percance, nada que no se pueda resolver, gracias. —  Dijo Yunho refiriéndose al mesero que dio una leve reverencia y se retiró.  Jie Yool, estoy sin dinero temporalmente y necesito que… Pagues esto, por favor.

La chica se levantó de su asiento con un claro rostro de indignación ante lo dicho por su novio.

— No puedo creer que me pidas que pague la cuenta… —  Y se retiró llorando del lugar.

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¿A qué estás jugando conmigo, desgraciado? ¡No te ha sido suficiente con lo que me hiciste en vida! ¿Qué pretendes? ¿Qué piensas hacerme?
Parece que ni siquiera superaré esta prueba… Ya hace un mes que vivo en la calle, en las bancas de la ciudad y tú… Bastante tranquilo.

El sol daba de lleno en los ojos de Yunho que yacía en una banca sucia. Pero alguien hizo sombra en donde el sol calentaba su piel, poniéndolo de aún peor humor.

— Tú no eres un indigente de verdad… —  La voz de un niño hizo que abriera un poco sus ojos.

— Largo de aquí, mocoso. —  Dijo volviendo a cerrar sus ojos. Pero el pequeño reconocía muy bien a esa persona.

— Te vi entrando al funeral. ¿Ese auto amarillo es tuyo? Es en verdad genial… —  Yunho se sentó en el banco de manera correcta observando a la pequeña y pálida figura que tenía en frente.  Soy Kim Sung Ki. Mi omma y yo solemos almorzar en un parque cercano y te vi llegar ese día… Aunque él no sabe en dónde estoy en este momento.

¿Él?

No era sorpresa para Yunho del todo saber que un hombre podía quedar encinto. Habían casos especiales, sí. Pero resultaba muy raro escucharlo tan libremente y más de un niño.

— ¡Sung Ki! —  Esa persona. Sabía quién era.  No te alejes así… ¡Casi me matas del susto! Además te he dicho que no hables con extraños.

— Omma, él no es un extraño. Ya lo había visto antes, en el funeral. —  Las miradas de Jaejoong y Yunho se cruzaron un momento, pero él enseguida haló a su hijo del brazo regañándolo hasta llegar a un lugar en donde había una manta tendida en el césped.

 Yunho no podía dejar de ver a Jaejoong. ¿Acaso tuvo un hijo? Todo era demasiado extraño.

— ¡Oigan! ¡Esperen un minuto! —  Ambos voltearon.  Necesito que me ayuden…

— ¿Qué se te ofrece? —  Sung Ki se adelantó a Jaejoong que se empeñaba en alejarlo de Yunho.

— Necesito un amigo…

Yunho tenía la vaga impresión de que sería fácil llevar a un pequeño con él.

Ignorando que ese pequeño era su hijo también.


6 comentarios :

  1. es abuelo si que es muy inteligente pensar en que quitandole el dinero a yunho se daria cuenta de quienes son sus verdaderos amigos, incluso ni siquiera su familia quiso ayudarlo con razon su abuelo no quiera a nadie, pero jae seguro lo ayudara

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  2. Que interesante el abuelo esta haciendo que Yunho haga lo que nunca ha hecho, trabajar! Ahora tiene que llevar a un verdadero amigo y los que supuestamente tenía se esfumaron al no tener el dinero. Ahora su hijo lo ha encontrado y ya se vio con Jae, a poco ellos son indigentes?, que emoción haber que pasa?

    Gracias

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  3. Ya se encontraron wooo!!! Me leere el siguiente cap atte: Giovanna Gi

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  4. el abuelo le quito todo para que pueda llegar a Jae y su hijo pues si seguía en el mundo donde se movía era lo mas probable que nunca diera con ellos ahora espero que ellos le den cobijo a Yunho en su casa
    Gracias

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  5. Que interesante su abuelo le quito todo pero el destino esta por enfrentarlo a una realidad que va a cambiar su vida......su abuelo sabia?........gracias

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  6. Vaya, el abuelo Jung si que sabe probar a la gente, Es verdad que aquellos que nunca han luchado o sacado el más minino esfuerzo por conseguir hacer algo por sí mismos, no valoran lo que tienen. Es interesante ver como YUNHO abre los ojos al mundo real y no a la bola de vanalidsdes de las que se ha rodeado hasta ahora. Este primer encuentro entre Jae y Yunho me desconcierta, Jae ha estado rondando su mente, y ahora que lo tiene enfrente parece como que no le interesa, incluso que tenga un hijo le resulta indiferente....

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