jueves, 30 de agosto de 2012

Farewell. Cap. 2. My Best Friend



Sung Ki jamás en su corta vida había escuchado una petición tan descabellada como la que le proponía ese chico. 


Era lo más patético que había escuchado.  

Sin embargo, algo en él le había llamado la atención. Insistió de tal forma para que Yunho se sentara con ellos frente al árbol en el que acostumbraban a almorzar que Jaejoong tuvo que acceder a duras penas. 


— Yunho, ¿cierto? —
 Preguntó Sung Ki mientras le pasaba un sandwich al desaliñado castaño que hasta ese día había dormido en la calle.  Así que necesitas un amigo porque hiciste una apuesta con un tipo muerto... ¡Genial! —  Sonrió fascinado.

— ¡Sung Ki! —  
Jaejoong llamó la atención de su hijo.  Lo siento, a veces puede ser demasiado directo.


Yunho sonrió levemente. La verdad no le molestaba que el pequeño hiciera preguntas, después de todo era el último día para poder llevar a "su amigo de verdad" a los abogados y necesitaba a cualquier persona. 


— Es algo complicado. Si no lo hago no me darán mi herencia y no puedo dejar que eso pase. 

— Entonces necesitas probar que conseguiste a alguien que sea tu amigo... —
 Sung Ki meditó un poco.  Necesitamos dinero. ¿Cuánto estás dispuesto a pagarnos? 


Jaejoong volvió a mirar a su hijo con desaprobación.


— Lo lamento mucho. Sung Ki es...

— Omma, sabes que necesitamos dinero y si él nos pagará por ser sus amigos, ¿no crees que es algo bueno? 

— Yo... No puedo prometerles nada, en realidad. —
 Yunho habló con sinceridad. Ni siquiera estaba seguro de qué le darían al final de todo ese asunto y tampoco podía mentirles así. Sobre todo tratándose de Jaejoong, que apenas y había cruzado palabras con él. Quizás cuando estuvieran solos indagaría un poco más sobre qué había sucedido con él y con su vida. 

— Eso está mucho mejor. —  
El pequeño sonrió para pasarle un refresco.  Y, ¿qué dices si nos volviéramos amigos de verdad?


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Sung Ki sorbía ruidosamente el fondo de Coca Cola que quedaba en su lata mirando fijamente al abogado. 

El señor Park también sostenía la mirada del chiquillo de sólo nueve años que en ningún momento dejaba de sorber de su lata. 

— Sung Ki... —  Susurró Jaejoong desde el otro lado de la mesa.  Eso no está bien. —  Pero el señor Park le hizo una seña para que no lo regañara.

— Dígame, jovencito, ¿es usted amigo de Jung Yunho? —
 Sung Ki paró de beber de la lata de Coca Cola y respondió con toda seguridad.

— Sí, lo soy. Se lo juro por el dedito. —  
El abogado miraba incrédulo a Yunho y volvía a dirigirse al pequeño.

— ¿Le prometió compensarlo de alguna manera por esta amistad?

— Oh qué va, mírelo. ¿Acaso le parece que tenga algo que ofrecerme? —
 Yunho frunció el ceño extrañado, al mismo tiempo que la señorita Lee reía levemente ante lo dicho por Sung Ki. 

— Y, ¿espera que esta amistad perdure? —
 Sung Ki sonrió y miró a Jaejoong quien sólo se limitó a agachar la cabeza con nostalgia. 

— Espero conocer a Yunho para el resto de mi vida. 


El señor Park asintió y dio una palmada a Yunho en la espalda, dejándolo salir junto a Jaejoong y al pequeño. 

Una vez en la calle Yunho fue en dirección contraria que Jaejoong y su hijo, después de todo ese había sido el trato, pero la voz de Sung Ki lo hizo voltear. 

— Mañana, en el parque a la misma hora para almorzar. —  
Yunho soltó una carcajada y siguió de largo su camino sin hacerle caso a la petición de Sung Ki. 

Sí, claro. 

— ¡Oye, mejor amigo! ¡Estás en deuda conmigo! —
 Gritó sin lograr que Yunho si quiera volteara a verlo. Sung Ki enojado abrió su paraguas negro y le sacó la lengua a las espaldas de Yunho tomando a su Omma de la mano.

— Cretino. —  Susurró Jaejoong para cruzar la calle. 

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Todo trabajo bien hecho merece una recompensa, Yunho. Las cosas se ganan como lo has podido observar. Pero no vengo a sermonearte más, supongo que has tenido unos meses bastante duros...


El señor Park le extendió un sobre a Yunho que ponía en la etiqueta que debía ser pagado exclusivamente a él. 

— Ya era hora. —  
Dijo tomando el sobre y huyendo hacia el ascensor.  Espero no verlos más nunca. 

Pero cuando abrió el sobre se dio cuenta de que ponía "Sólo cobrar Park y asociados". 

Cómo odio esto. ¿Cómo sabías que iba a aceptar todo tu torpe juego?

Retornó a la oficina donde el señor Park lo recibió volteándole la cabeza para que siguiera escuchando. 

¿Has pasado por suficiente necesidad? 
No tienes ni idea de qué es eso. 
Ese es tu salario por el trabajo que hiciste en las tierras de los Shim, felicidades. A mí siempre me daba satisfacción terminar un trabajo.
Ahora, debes dar ese fruto a alguien que en verdad lo requiera. Ayuda a alguien que lo necesite…

— Sí, claro. Mi propio salario debo regalarlo. Cada vez es más lógico. —  Se burló mientras montaba los pies sobre la mesa.  ¿Cómo sabrán en qué lo gasté?

Ambos ancianos se miraron y le sonrieron a Yunho con suficiencia.

— Lo sabremos. Así que es mejor que no hagas ningún truco.

Y esa misma mañana ya tenía su paga en efectivo. No podía convencerse de que regalar el dinero que ganó con su propio esfuerzo lo ayudara de alguna manera, pero no iba a permitir que su abuelo se burlara de él.

Un indigente sacaba monedas de una fuente y pensó que era la oportunidad perfecta para darle algo de dinero. Se veía como alguien necesitado.

— Ey, tú… —  Llamó al hombre, pero en lugar de quedarse y recibir el dinero que le extendía Yunho, el hombre salió huyendo despavorido dejando un bolso negro en el suelo.

Estupendo. Ahora resulta que nadie quiere dinero gratis.

Rebuscó entre el bolso que había dejado el indigente. Al parecer se lo había robado. Tenía unos cuantos papeles dentro, con miles de cuentas sin pagar…

Es de Jaejoong…

Hospital de Seúl, pagos de luz, de agua, de renta. Todo atrasado y acumulando una gran suma de dinero. Podría ayudarlo, quizás y además hablar con él; pero primero debía buscarlo en el hospital en donde por lo visto tenía unas cuantos presupuestos atrasados.

Conocía a la perfección ese lugar. Era una de las alas que había fundado su abuelo con el propósito de ayudar a las familias de no muy buenos recursos económicos, pero por lo visto, Jaejoong llevaba un buen tiempo asistiendo a hacer algún tipo de tratamiento.

Entró a la sala de espera del hospital y lo primero que rezaba en la entrada era esa ridícula frase “El ala de un Jung”.

Qué cosa más ridícula.

— Disculpe… —  Se dirigió a una de las personas del chequeo de la entrada.  Un chico de cabello largo negro con un niño pequeño, ¿sabe dónde están?

— Por la izquierda.

Y, efectivamente, una de las primeras puertas tenía un cartel con el nombre de su “mejor amigo” que ya estaba entreabierta.

Allí estaba Sung Ki, leyendo un libro con una extraña portada, conectado a varios cables. Es como si hubiera recibido quimioterapia o algún tratamiento para el cáncer.

Yunho dejó en silencio el bolso que había encontrado en una mesa cerca de la puerta. Aún la imagen de Sung Ki estaba presente en su cabeza. Sintió que su estómago se contrajo al verlo. Una sensación extraña.

Caminó lo más rápido que pudo fuera del lugar pero dio de lleno con Jaejoong a la mitad del pasillo, tirando todos los papeles que traía en la mano.

— Jaejoong… —  Yunho comenzó a recoger los papeles que había tirado por su choque.  Yo encontré tus cosas. Las tenía un indigente y…

— ¿Lo viste? —  Preguntó sin rodeos.  ¿Hablaste con Sung Ki? —  Lo que menos deseaba era que Yunho supiera que tenía un hijo con él enfermo de cáncer. Obviamente no quería tener la lástima del castaño.

— Lo vi, ¿qué tiene? —  Pudiera ser buen momento para ayudarlo.

— Eso no te incumbe. Hace años que no nos vemos y de pronto te da por querer saber de mí. —  Habló con crudeza.

— Tal vez pueda ayudarte con algo. —  Metió la mano en sus bolsillos sosteniendo el dinero que había ganado con intención de sacarlo y mostrárselo a Jaejoong.  Dijo que necesitaban dinero…

— Él tiene leucemia. —  Hizo una pausa para evitar quebrarse en ese lugar.  Hace dos semanas su cuerpo comenzó a rechazar el trasplante de médula. —  Quitó los papeles de las manos de Yunho. —   Y no necesitamos tu ayuda.

— Pero, Jaejoong, si puedo ayudarte, ¿por qué no me dejas? —  Jaejoong lo miró fijamente. No podía creer que aún tuviera el descaro de preguntarlo.

— Porque ningún mocoso rico se va a aprovechar de mí o de mi hijo para obtener su herencia. —  Yunho sabía que tenía razón. Sí estaba utilizando a Sung Ki para pasar las pruebas pero, por ese momento, realmente quería ayudar en lo que pudiera.  En serio, te vuelves menos misterioso cada minuto, Jung Yunho.

Y Jaejoong se dio la vuelta para ir con uno de los médicos que al parecer atendían a Sung Ki. Yunho sólo pudo ver cómo se alejaba ese chico que en un pasado parecía sumamente inseguro.

Ahora caminaba sin rehuir la mirada. Mirándolo con desaprobación. No lo culpaba, después de todo, Jaejoong ya tenía un hijo; es decir, tendría alguna pareja medianamente estable.

Yunho desvió su mirada a la entrada, viendo a uno de los socios del señor Park observarlo a través de un periódico, escondiendo la mirada de manera poco disimulada.

— Debe 1.800.000 en renta, ¡págaselo! —  Exigió mientras retiraba violentamente el periódico que cubría la cara del hombre.

— Faltan cien… —  Yunho sintió que la molestia crecía dentro de él.  Tu cheque era por 1.900.000. Faltan cien.

— Tú encárgate de lo que pedí. Ya le devolveré eso a Park.

Y se dispuso a salir del hospital. Ahora sólo faltaba lograr llegar de nuevo a Jaejoong.

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Nuestra familia. La familia Jung. Reconocida por la cantidad de dinero que tiene y grandes obras… Pero, Yunho, ¿nuestra familia sabe dar las gracias por todo eso que consigue?
Si mis médicos no se equivocan, esta prueba podría incluso coincidir con el Día de Acción de Gracias.
Qué apropiado.

El señor Park esa tarde le había dicho que su abuelo quería que agradeciera por lo que tenía y que insistiera para que la familia Jung se juntara en la mansión a celebrar ese día.

Y había logrado convencerlos difícilmente de reunirse todos juntos por primera vez en ese día al que todos pasaban por alto. Además, consiguió que la señorita Lee le ofreciera un departamento de conserje desocupado en el mismo edificio en que se encontraba la oficina.

 Pero por esa tarde-noche, prefirió ver qué era de la vida de quien fuera su novia hasta hace muy poco.

Allí estaba Jie Yool, divirtiéndose con otro chico, tomando una copa de vino cuya marca ya conocía muy bien. Sonrió con desdén al verlos por detrás de la reja. Se besaban y reían amenamente.

— A ella ni siquiera le gusta ese vino… —  Susurró contra sus brazos mientras un guardia de seguridad lo tomaba de la chaqueta y lo apartaba del lugar.

Yunho frunció el ceño. No estaba acostumbrado a ser tratado como un ser invisible; estaba adaptado a ser el centro de atención, a ser el joven Jung que toda su familia esperara que fuera: un empresario al que sólo le importaba el dinero.

Pero Yunho tenía en su mente dos cosas más. La primera de ellas era conseguir lo que merecía y poder acercarse un poco a Jaejoong y a Sung Ki.

Todavía no es tan tarde.

No estaría mal acercarse al hospital en donde había visto a los Kim establecidos. Sólo sería una simple conversación.

Su estómago no dejaba de revolverse cada vez que veía ese letrero que honoraba al famoso y generoso nombre de su abuelo en la entrada del hospital.

Al entrar, se dirigió sin pensarlo a la habitación que ocupaba el pequeño Kim pero sólo vio a una enfermera tendiendo su cama.

— ¿En dónde está el niño? —  Preguntó Yunho temiéndose por un momento lo peor.

— Oh, Sung Ki. Está con Dios. —  La enfermera sonrió cálidamente.  En la pequeña capilla que está cerca de aquí, a una calle. —  Aclaró al ver la sorpresa del castaño.

No sabía que Jaejoong siguiera esas creencias.
La verdad no sé casi nada de él…

Y efectivamente, allí estaba sentado frente a una enorme cruz el hijo de nueve años de Jaejoong, mirando atentamente a la figura de madera… Como si ella le fuera a dar alguna señal.

Sung Ki volteó al sentir la presencia de alguien más y sonrió con ironía.

— Oh, vaya. Allí está mi mejor amigo. —  Yunho se sentó un banco más atrás del pequeño.  ¿Necesitas otro favor más?

— Lamento mucho lo que pasa, Sung Ki. —  El nombrado se dio la vuelta amenazando con el dedo.

— Cállate. No seas patético. —  Aquella actitud dejó, de alguna extraña manera, entrever que así se comportaba él mismo cuando era niño.  ¿Crees que acepte reservaciones? —  Preguntó de la nada, volviéndose hacia la cruz de la capilla.  Ya sabes, para mi lugar en el cielo. Lo imagino… Pájaros de todos colores y mariposas… ¿Sabías que Dios puede pintar en una mariposa todos los colores con su dedo?

Yunho sintió un nudo en el pecho al escuchar las palabras de Sung Ki. Realmente, el pequeño había demostrado tener una madurez extrañamente prematura.

Aparentaba una dureza que no poseía… No, no era duro. Era muy valiente. Y estaba seguro de que aquella fortaleza se debía a no hacer caer también a Jaejoong.

— La verdad es que no soy muy religioso… Pero estoy seguro de que esos brazos serán para ti, Sung Ki. —  Escuchó cómo el pequeño dio un suspiro.  No sabía que tú pensaras en esas cosas.

— ¿Sabes, Yunho? Que una persona muera tiene algo de injusto. —  Su voz comenzó a quebrarse.  Incluso detesto la idea…
Yunho se levantó de su lugar para envolver entre sus brazos el frágil cuerpo del que hasta ahora no sabía que era su hijo. Sung Ki podía escuchar el latir acompasado de Yunho haciendo que sus lágrimas dejaran poco a poco de deslizarse por su rosto.

— ¿Qué pasará con mi Omma? Realmente no lo odio… Quiero ser fuerte para él. —  Ocultó su rostro en el pecho de Yunho, secándose las lágrimas que aún quedaban en su cara con su mano. — Por cierto… ¿Mencioné que no me importaría que lo besaras?

Yunho separó un poco el cuerpo del pequeño Kim. Se parecía tanto a Jaejoong…

Rió un poco. Desde luego, hacía mucho que ni siquiera recordaba aquella noche que tuvieron en su juventud.

— Es algo complicado… La gente no se besa así como así. —  Sung Ki rodó los ojos dando una palmada en la banca de madera.

— De acuerdo, oficialmente, eres el ser más lento que he conocido. —  Yunho sonrió.  Son el uno para el otro… Me di cuenta cuando almorzábamos en el parque. —  Hubo un breve silencio.  Entonces, ¿qué harás el día de Acción de Gracias?

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Jaejoong por fin se encontraba a solas con Yunho en la cafetería del hospital. No sabía ni qué decirle. Podría haber iniciado con decirle la verdad pero no lo creyó prudente; lo mejor era mantener eso oculto por el momento.

No era culpa de Yunho… Él le dejó muy claro esa misma noche cuáles eran sus intenciones con él, aunque el castaño nunca supo que Kim Jaejoong en verdad estaba enamorado de él incluso desde antes de finalizar el instituto.

— Así que alguien vino y pagó mi renta atrasada… —  Habló sacando a Yunho de su ensoñación.  Te lo agradezco. —  Yunho se encogió de hombros.

— Se supone que debía ayudar a alguien. Espero que te haya sido de ayuda a ti. —  Sonrió un poco. No recordaba lo delicadas que eran las facciones de Jaejoong.  ¿Qué hay de Sung Ki? ¿Tienes familia? —  Jaejoong sintió que se tensaba.

No se pudo dar cuenta de que es su hijo, ¿cierto?

— No, Yunho. Sólo nos tenemos el uno al otro desde que él nació. —  Rogó mentalmente porque no preguntara por el nombre del papá de su hijo.  Pero Sung Ki… Él es… La mejor decisión que he tomado.

Yunho creyó prudente no preguntarle sobre el padre de Sung Ki. Jaejoong no lo había nombrado y debía ser por alguna razón. Pero de pronto recordó lo que le había propuesto Sung Ki.

— Y, ¿harás algo el Día de Acción de Gracias? Mi familia organizará una cena con un enorme pavo y toda la cosa. Ya sabes que ellos no pueden perder ninguna costumbre foránea y me gustaría que fueras conmigo.

— Lo siento, no creo que pueda. Debo estar aquí con mi hijo… Necesita de mí en estos momentos aunque se niegue. —  Jaejoong apoyó su mano sobre la de Yunho levemente.  Pero te agradezco la invitación.

— Lástima. Te perderás el perfecto modelo de una familia rica y disfuncional peleándose por quién tiene más dinero. —  Logró sonsacarle una carcajada a Jaejoong que lo hizo reír a él también.  Pero está bien, entiendo tu motivo.

— ¿Y tú? ¿Sigues siendo el mismo rompecorazones? —  Preguntó retirando su mano de la de Yunho.  Todavía recuerdo cuando…

— Sí, también yo. —  Cortó el tema con algo de vergüenza.  Creo que he cambiado muchas cosas…

Jaejoong se estiró un poco y se puso de pie, dándole un abrazo a Yunho en manera de expresarle toda la gratitud que sentía.


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Sung Ki estaba entretenido en su libro hasta que dio un vistazo a su Omma que también leía un libro a su lado, o eso daba a entender. La mirada de Jaejoong estaba más que perdida.

— ¿En qué piensas, Omma? —  Jaejoong miró a su pequeño hijo en la camilla del hospital, sonriéndole.  ¿En Yunho?

— De hecho, sí… —  Jaejoong dejó de lado su libro para sentarse junto a Sung Ki.  Me invitó a pasar el día de Acción de Gracias con él y su familia.

— Dijiste que sí, ¿verdad? —  Preguntó interesado. La idea era que Jaejoong no se resistiera.

— Desde luego que no. No te voy a dejar solo… —  Dijo sonriéndole.  No me perdería ningún día contigo por asistir a una reunión.

Pero Sung Ki no podía darse por vencido. Miró a su Omma con una sonrisa y supo qué debía hacer.

Pedirle que se fuera a pasarla con Jung Yunho.


5 comentarios :

  1. a veces dios manda angeles para que las ersonas puedan creer en su existencia, pienso que en el caso de yunho y jae asi fue, a yunho para mostrale la nobleza y a jae para no rendirse, solo espero que no se los quite que tenga tiempo de ver mas alla de lo que un niño puede entender, que pueda vivir mas por ellos, estan triste que siento que estan real.

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  2. Ese niño es tan maduro por el simple hecho de como toma su enfermedad y de su mayor preocupación, su omma.
    Que hermoso niño tuvieron Yunho y Jaejoong y es verdad un ángel...

    Gracias

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  3. Esta muy linda la historia me ha gustado mucho atte: Giovanna Gi

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  4. Sung Ki es un niño muy valiente y fuerte para su edad y apoya a que su mami Jae se quede con Yunho por que el piensa que morirá y Jae quedara solo
    solo espero que lo puedan curar y se salve y estén todos juntos y muy felices
    Gracias

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  5. Ese pequeño es un regalo maravillos, Tiene un corazón tan lleno de valentía, no pude con el nudo en la garganta, Yunho consolando a su pequeño sin saber que es su hijo. Si no sabiendo que es sangre de su sangre, siente dolor por el y su Omma. Sabiendolo será aun más lamentable. Es un niño muy maduro realmente espero que su cancer no gane. Yunho tenga la oportunidad de hacerlos felices. Jajaja me dió mucha risa su promesa de dedito¡¡¡ aigooo ese niño es un amor¡¡¡

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