martes, 14 de agosto de 2012

I can see with my heart. Cap. 4. I'm not perfect, but I can smile




—Gracias por aceptar venir a almorzar conmigo. — Yunho había buscado a Jaejoong en la universidad, a la vista de todos los compañeros atónitos de éste y lo había llevado a uno de esos buenos restaurantes que frecuentaba. — El lugar donde estamos en un poco sobrio, pero te aseguro que no te arrepentirás de comer acá.
— ¿Cuánto se gasta aproximadamente en este lugar? Porque traigo poco dinero. De todas maneras, puedo ir hasta mi casa y me esperas para buscar... — Yunho tocó el hombro de Jaejoong con ganas de reírse. 
—No seas absurdo, te estoy invitando yo. — Jaejoong hizo mala cara. — No hagas ese gesto con la boca y dime, ¿qué te gusta comer usualmente? Algo que te guste mucho y que no lo comas todos los días...
— ¿No hay un menú prestablecido? — Jaejoong sabía que en todos los lugares de comida habían cartas que le sugerían a las personas qué comer o los platillos más frescos. Lo que había en el menú era lo que había en el menú y punto. — Tengo entendido que uno escoge de allí... 
—Oh, sabes el mecanismo de un restaurante... — Yunho sonrió con suficiencia. — Lo que no sabías es que conozco al dueño y al chef de este sitio. Puedo hacer pedidos especiales...
—Ya te había comentado que como en exceso. Me da mucha pena que... Bueno, me veas comer. 
Yunho miró con ternura a Jaejoong. Quería complacerlo. Lo poco que conocía de él estaba centrado en comida y si comer lo hacía feliz, estaría perfecto. En ese medio, Jung Yunho conocía lugares geniales que muy seguramente le gustarían a su amigo.
—Me encantaría verte comer... — Un leve tono rojizo apareció en las pálidas mejillas de Jaejoong. — Seguro me das hambre. 
Pero Yunho en verdad no se daba una idea de todo lo que podía tragar Jaejoong. Era tan delgado, se veía tan frágil. ¿A dónde iba a parar todo eso que estaba comiendo? El castaño miraba sorprendido cómo Jaejoong tomaba otra rebanada de pan y la mojaba en su tercer plato de sopa. 
No sólo comía en exceso, sino también mezclaba todo lo que había en la mesa y se lo colocaba a lo que estaba comiendo. 
— ¿Jaejoong? — Yunho rompió la concentración del pelinegro que levantó el rostro con varios fideos que salían de su boca. El castaño hizo un esfuerzo por no reír mientras Jae sorbía lentamente los fideos hasta tragarlos. 
—Tienes un gran estómago... ¡Ni siquiera respiras para comer! 
— ¡Eh! No había comido hace dos horas, ¡no me culpe! 
— ¡¿Dos horas?! ¡Y comiste todo eso! 
— ¿Estás enojado? — Jaejoong bajó su rostro con pena. Seguramente a Yunho le parecería desagradable. Es que no podía evitarlo. Era como su deleite, lo que más le gustaba hacer. Pero para su sorpresa, Yunho dijo que no.
— ¿Crees que te quede espacio para el dulce? — Jaejoong asintió con pena. 
Yunho se puso de pie tomando de la mano a Jaejoong para que hiciera lo mismo. 
—Entonces, paguemos esto y sigamos. Te prometo que será el mejor día de tu vida. 

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Junsu miraba atento cómo Yoochun alternaba su caminata de un lado a otro. Daba por hecho que algún día aquello pasaría... Yunho no era tan masoquista como para quedarse en algo así por mucho tiempo.
Desde que Yoochun había llegado a su casa hace una semana y media atrás supo que no debía hacer ninguna pregunta a menos que Yoochun le contara lo sucedido. Su amigo llevaba días esperando una llamada de Yunho con alguna esperanza de que todo se tratara de un malentendido como el resto de las veces. Pero esta vez decidió romper su pacto de silencio. 
—No te diré qué hacer. Pero sabes que ese chico Jaejoong tiene razón. 
— ¿Te digo algo? — Yoochun volteó bruscamente a ver a Junsu con una sonrisa que no denotaba ni un rastro de felicidad. — Ese "chico Jaejoong" es una muñequita ciega patética que está engatusando a Yunho con su estrategia de "doy lástima, ayúdame, pobre de mí"... Y no te atrevas a defenderlo. 
—Como quieras. — Respondió con total indiferencia Junsu mientras recargaba sus pies en una mesita en el centro de la sala. — Seguiré observando lo patético que eres tú, caminando de un lado a otro, insultando a un pobre chico que ni siquiera te has dado el lujo de conocer. — Y es que Junsu era del tipo que no toleraba los tratos injustos. — Pero te digo una cosa: tanto tú como Yunho tienen derecho a ser felices con quien les plazca y seamos honestos; tú no hacías ni un poco feliz a Yunho.
Yoochun se sentó en el piso agarrándose el cabello con rabia. Estaba claro de que Junsu tenía toda la razón y de alguna forma le dolía. Estaba tan acostumbrado a que Yunho se acoplara a él y sus decisiones que le resultaba muy raro que de pronto haya tomado valentía para encararlo y encima terminar. Y al parecer, ahora sí enserio.

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Los martes eran los días más cortos en la emisora y por mutuo acuerdo, Minho, Yunho y Changmin se reunían en casa del último a ver películas o jugar. Es sólo que últimamente y para buena noticia de Changmin, Yunho se la pasaba buscando a Jaejoong para salir.
Por lo que esta vez, Minho estaba  — figuradamente —  dándole una paliza en un videojuego de FIFA a Changmin. La sonrisa psicópata no se borraba de su rostro cada vez que hacía un gol al equipo de su amigo quien lo miraba desconcertado ante su extraña habilidad en los juegos. 
—Vale, ya no quiero seguir jugando. — Changmin entregó el mando a su contrincante. 
—Eres un idiota, sólo porque vas perdiendo no quieres continuar. ¡Perdedor! — Minho lucía tal como los adictos a los videojuegos: reactivo ante perecer con su juego.
Changmin puso los ojos en blanco. 
—Tengo mucha hambre... Además creo que lo que te falta es soltar espuma por la boca. — Minho tropezó de lleno con la mirada preocupada del mayor. 
—Tú siempre tienes hambre y siempre me ganas. Es justo. Aparte, por lo general yo soy el maduro de los tres. Tú eres el niño crecido y Yunho el racional, ¿puedo dejar libre mi niño interior un minuto? 
Changmin hizo un gesto como si intentara procesar la pregunta y luego como si la estuviera pensando.
—Ehmm... No. — Una sonrisa victoriosa se dibujó en sus labios y al mismo tiempo un cojín "asesino" dio en su cabeza. 
— ¡Idiota! — Soltó Minho indignado levantándose del lugar pero la venganza de Changmin no se hizo esperar: le devolvió el golpe, pero lo hizo soltando una carcajada de burla cuando Minho se cayó. 
— ¡Minho! ¡Sólo debías decir que querías jugar otra cosa! — Dijo Changmin entre risas al ver cómo su amigo se sobaba el golpe que se había dado en la boca. 
— ¡Has comenzado tú! Además... — Una mueca de tristeza fingida se plasmó en el rostro de Minho. — Me hiciste daño... — Sabía de sobra que Changmin no soportaría la oración "me hiciste daño" y, justo como pensó, su amigo se dirigió hasta él con ligera preocupación, aunque en realidad sólo tuviera un pequeñísimo roto en su labio inferior.
— ¿Te hice mucho daño? — Minho no pudo aguantar la risa al ver que Changmin era muy predecible. El mayor al ver a Minho reír, le dio un leve golpe en la cabeza y lo ayudó a pararse. 
—No me asustes así, por favor... Sabes que detesto cuando la gente se hace daño. — Minho le estrujó las mejillas a Changmin. 
—Haré algo de comer entonces. — Y en silencio se dirigió a la cocina. Siempre jugaban así entre ambos. Changmin estaba alejado de la idea de que Minho era inmensamente feliz cuando lo escuchaba reír de esa manera... Cuando veía esa hermosa sonrisa en sus labios. 
Y mientras picaba unas cosas con velocidad se dijo a sí mismo que un día le debía decir a Changmin lo que estaba sintiendo desde hace tanto. ¿Él habría pensado en Minho alguna vez como algo más serio? 
Un suspiro escapó de sus labios. 
La voz de Changmin desde afuera de la habitación sobresaltó a Minho, quien casi tira todo lo que tenía en la mesa de la cocina. 
—Estabas muy concentrado...
—Quiero que quede bien, ya sabes cómo soy con estas cosas.
Changmin fue caminando lenta y silenciosamente hasta donde estaba Minho cocinando bastante callado. Minho no lo sintió tras él. 
El mayor le dio un fugaz beso en su boca... 
Si Minho no se desmayó en ese instante quizá fue por intervención divina. Se volteó completamente desconcertado mirando a Changmin con notoria duda reflejada en su mirada. 
— ¿Qué...Diablos? — Pudo articular a duras penas. 
—Te hiciste daño en tu labio por mi culpa... Lo siento. — Changmin bajó la cabeza aún sin saber por qué había sentido el impulso de besarlo. Siempre ha visto a Minho como su hermano, colega, compañero. Eso no cambiaría nunca, pero aceptaba que en los días recientes su cerebro tenía las ideas y el razonamiento revuelto y una duda asaltó su corazón, ¿Minho le gustaba y él no se había dado cuenta?
En muchas ocasiones, Minho le había dicho que gustaba de las personas tiernas, comprensivas y que fueran dulces pero que no llegaran a atosigar. Él era seco, sarcástico y era alérgico a los abrazos. ¿Por qué Minho se fijaría en Shim Changmin? 
—Yo... Y — yo... Eh... — Minho seguía completamente trabado. — Necesito... Ir al baño. — Y escapó de la escena encerrándose en el cuarto de baño, sentándose en el frío azulejo del baño del hombre que hacía unos minutos atrás había dado un sutil beso en su roto labio. 
—Por qué... Por qué me siento así... — Changmin sentía cómo su incomodidad crecía. Lo había arruinado todo. Todos sus años de amistad por ese absurdo y torpe... Y vaya que consciente beso. 

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— ¿Cómo son las estrellas? — Jaejoong estaba tumbado junto a Yunho en una senda bastante tranquila, retirada del ajetreo de la ciudad de Seúl. Era de esos raros días en que el cielo se encontraba estrellado y no cubierto por nubes negras que anunciaban tormenta. 
—Son como agujeros en el cielo nocturno que dejan pasar la luz del sol... Se dice que tienen propiedades mágicas... ¿Tú hermana nunca te ha dicho cómo son? 
—Todos tienen una perspectiva distinta sobre las estrellas. Por ejemplo, uno de mis amigos, Siwon, dice que las estrellas son un cúmulo de polvo cósmico que en su mayoría son inexistente ya. Es una forma muy realista de ver las estrellas... 
— ¿Cómo te las imaginas? — Yunho tenía tal vez muchas preguntas que hacerle a Jaejoong pero le daba pena formular alguna de ellas. 
—Lo que acompaña a la Luna para que no se sienta sola. — Yunho se pegó un poco más a Jaejoong. 
Hubo un momento de silencio en el que Yunho se dedicó a ver el perfil de Jaejoong. 
—Quítate esos lentes un momento. — Con suavidad quitó esos oscuros cristales que tapaban sus negros ojos. — ¿Hay una posibilidad de que puedas volver a ver? 
—Si me operan, es probable que muera. 
Hubo un silencio incómodo. A Yunho no le gustaba hablar de la muerte y esto lo percibió Jae.
— ¿Solucionaste las cosas con tu novio? — Yunho se tornó taciturno. 
—Ya no somos novios, Jae. No ha vuelto a llamarme pero no quiero hablar con él tampoco. Si lo hago, voy a volver a caer en su maldito juego egoísta de "yo, yo y yo" y ya no más. 
—Sé que sólo hace un mes que te conozco, pero... ¿No crees que le debes respeto al tiempo que pasaron juntos? Hablar con él, terminar como amigos o al menos sin conflictos de por medio. 
Yunho miró profundamente a Jaejoong. Cada palabra que él le decía era digna de un ser bastante sensato. Cualidad que muchas personas de su edad ignoraban. Estar con Jaejoong era estar por unos minutos alejado de las cosas horribles que lo hacían pasarla mal. El recuerdo de sus padres, el egoísmo de Yoochun... Cómo perdió a su hermano pequeño. — Tú mismo me escribiste que no le tuviera rencor a Yoochun... 
Habíamos peleado de nuevo porque mis padres vivían comparándonos. "Que Yunho era mejor que tú". "Siempre serás inferior". Nunca podré olvidar cuando entré a casa con ganas de decirte que ya no quería que peleáramos más por culpa de esos dos seres y tú... Habías acabado con tu vida. 
El recuerdo que había logrado bloquear salió al aire haciendo que sintiera ganas de gritar que lo extrañaba pero después vio el rostro dormido de Jaejoong y eso lo alivió de algún modo. 
Se sentó correctamente en el césped y quitó su abrigo para colocárselo encima a Jaejoong. Apartó algunos de los mechones de cabellos que caían sobre sus ojos.
Miró fijamente la expresión pacífica que Jae profesaba...
—Te prometo que te voy a cuidar, Jaejoong. — Con el dorso de su mano acarició una sus mejilla que se sonrosó ante el contacto. —Desde ahora y por siempre.
Lo acomodó sobre sus piernas para que durmiera más cómodo.
Si algo debía aceptar de Jaejoong es que tenía un rostro adorable... Todavía era un jovencito. ¿Cuándo cumpliría los veintitrés? 
Todo en él se notaba completamente feliz e inocente pero destellaba vitalidad y fuerza. Era muy terco, todo le gustaba hacerlo por su cuenta y, para qué negarlo, Yunho quería estar con él mucho tiempo últimamente... Tal vez así se le pegaba algo de la independencia de Jaejoong.  
Rió ante la incongruencia: estar más tiempo con alguien lo volvería independiente.
Recostó su torso y poco a poco se fue quedando dormido. 

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Changmin llevaba poco más de una hora recostado a la puerta del baño. Se había cansado de llamar a Minho. 
Lo dejé traumatizado... 
El ruido del seguro de la puerta destrabándose lo hizo reaccionar... Y un Minho pálido apareció frente a él. 
— ¿Te encuentras bien? — Pero una mano de Minho fue a parar directamente en el rostro de Changmin. Cuando el mayor pudo ver con claridad el rostro de su amigo se dio cuenta que estaba conteniendo lágrimas.
—Sabes que te aguanto todo pero esto no. No que juegues con mis sentimientos. — ¿Cuáles sentimientos? La duda de Changmin aumentaba con cada frase de Minho. — Claro, para ti soy tu estúpido amigo al que puedes besar así y luego seguir riéndote. 
— ¡No sé de qué diablos estás hablando!
— ¡Deja de fingir! ¿Desde cuándo sabes que me gustas? — Los ojos de Changmin se abrieron de par en par y sus oídos no daban crédito a lo que habían escuchado.
— ¿Minho? Ni siquiera tenía la más remota idea de que... — Con duda se atrevió a formular lo que su amigo le había dicho. — De que te gustaba. 
Las lágrimas de enojo de Minho no pudieron controlarse más y comenzaron a caer desmedidas. 
—Yo mejor me largo. — Su voz salió temblorosa y sus pies comenzaron a moverse bastante rápido con intenciones de huir pero la mano de Changmin lo detuvo. 
— ¡Aclaremos esto!
— ¡Suéltame ahora! ¡Suéltame ahora o te juro que te mataré!
— ¡¿De dónde jodidos tienes tanta fuerza?! — Changmin todavía tenía una esperanza de que pudieran hablar. Minho bajó la intensidad de sus forcejeos y cayó de rodillas todavía con la mano de Changmin ejerciendo presión en su antebrazo. 
—Déjame... Por favor... — Changmin ayudó a Minho a levantarse y le dio un "asfixiante abrazo de oso", tal como Minho lo llamaba y besó su frente. 
—Perdóname.

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 Yunho se removió un poco en la grama con la tenue luz que se asomaba por el horizonte. Según podía ver debían ser como las seis de la mañana. Restregó un poco sus ojos y se percató de que Jaejoong no estaba allí. Algo asustado buscó con la mirada a esa persona con la que había dormido. 
—Allí estás... — Susurró sonriendo al ver a Jaejoong con un papel en sus manos dibujando un poco más adelante. No sabía por qué le costaba adaptarse a que él podía hacer las cosas solo. 
Se acercó tratando de hacer el menor ruido posible... 
—Buenos días, Yunho. — Saludó con una sonrisa. — Gracias por tu abrigo. — Hacía bastante frío pero aún así se lo quiso devolver a su dueño.
—Quédatelo. — Sonrió con ternura. — ¿Qué dibujas? 
—A ti... — Respondió sonrojándose. — Bueno, a nosotros. No sé si estábamos así o si lo que nos rodea es de esta manera pero fue como lo imaginé. 
—Me ves bastante atractivo. — Jaejoong agradeció que estuviera analizando el dibujo o se daría cuenta de que estaba nervioso. — ¿Crees que soy tan... Así? 
Jaejoong asintió con algo de pena. Yunho lo atrajo hacia su cuerpo y le dio un beso en su mejilla para luego abrazarlo. 
—Eres todo un artista... Seguro que tienes miles de fanáticos. 
—Dígame, ¿quiere usted mi autógrafo? ¡Con esto y los libros de autoayuda soy millonario! — Jaejoong imitaba una voz altiva, propia de los ingleses haciendo que Yunho riera descontroladamente. 
— ¿De dónde se te ocurren tantas cosas?
—Pues… — Jaejoong hizo un gesto de estar filosofando. — Creo que los chocolates que me diste me están haciendo daño. ¿Les metiste alguna sustancia extraña? Ya me los acabé todos. — Jae recordó que aún no había visto los “mini mensajes” que trajeron los demás chocolates.
— ¿Leíste todos los mensajes? — Yunho estaba intrigado en cómo hacía Jaejoong para leer. Sabía que se las arreglaría como en todo, pero… ¿cómo era tan autosuficiente?
—Honestamente, no. Mi amigo Heechul leyó el primero por mí, pero como nos han tocado horarios separados en clases no he podido pedirle que lea el resto. Creo que buscaré a alguien.
— ¿Qué tal yo? — Preguntó mientras abrazaba aún más fuerte a Jaejoong, haciendo que éste quedara en un estado de letargo gracias al perfume que emanaba Yunho.
—Pues… Tú… También… — Yunho rió y bajó la fuerza del abrazo.
—Estaré persiguiéndote todos los días cuando salgas de clases, Kim Jaejoong. — Jae sonrió ante lo dicho, ilusionado.
Ambos se divertían tanto que no se dieron cuenta que había alguien observándolos desde unos arbustos... 
Alguien que Jaejoong conocía y que Yunho ignoraba de su existencia. 
Era un hombre de unos cuarenta años miraba con odio a Yunho. Sabía que probablemente terminaría haciéndole mucho daño a Jaejoong y eso no lo iba a permitir.
De ningún modo se lo iba a permitir.

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