martes, 14 de agosto de 2012

I can see with my heart. Cap. 3. I'm in love and always be





Jaejoong caminaba bajo la tormenta que caía en la capital desde hace dos horas. Como podía, se las ingeniaba para no caer o perderse. Preguntó en un par de ocasiones dónde se encontraba, pues por más que se esforzara no lograba saber dónde estaba. 
Debo aceptarlo, me perdí. 
Se arrepintió por haber conservado su dignidad y haberse ido sin tener la remota idea de qué haría para regresar. 
Eun Yoo le pidió un taxi y explicó exactamente la dirección la cual Jae olvidó. 
Tal vez ese chico Yoochun tiene razón. Sólo soy un patético ciego... 
Jaejoong se resistía a llorar. Nunca había llorado porque alguien lo discriminara; él estaba consciente de sus capacidades que opacaban notablemente el "desperfecto de fábrica", como Jae decía que tenía. Pero esta vez por más que presionara a su cabeza para borrar los comentarios, por más que apretara los puños, las lágrimas comenzaron a correr rebeldes mezclándose con la lluvia. 
Cayó de rodillas rogando porque alguna fuerza lo llevara ya a su casa y poder serenarse. Tal vez llamar a Heechul para hacer algo y luego tomar algo caliente... Pero ninguna fuerza apareció para llevarlo a su hogar tibio. 
Sus sollozos se hicieron más audibles mientras se acostaba en la calle solitaria, sintiéndose realmente lamentable. Deseaba mucho que Yunho lo tomara en cuenta seriamente, no sólo como un mocoso. Sabía que le llevaba unos cinco años más, pero eso no podía ser razón. No debía serlo. 
La lluvia no se apiadaba del cuerpo de Jaejoong que estaba sumergido en la primera tristeza real.

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A pesar de que Yunho se encontraba "liberado" de su relación, una cierta melancolía se asomaba a través de sus ojos.
Eso se acrecentaría cuando llegó a su casa. Vio cada una de las fotos en que destellaba una sonrisa feliz en su rostro junto a Yoochun. 
— Entonces ahora sí es definitivo... — Susurró mientras acariciaba una de las imágenes en que se besaba con Yoochun. La tomó junto con el resto que fue sacando de cada portarretratos y las apiló dentro del lavaplatos, rociándolas con alcohol de limpiar heridas y quemándolas. Necesitaba enterrar cada recuerdo que guardaba de su mal amor. Siempre lo llenó de dudas... Siempre se preguntó por qué Yoochun sí podía tener amigos cercanos y él no. Incluso a Yoochun le costaba aceptar a Changmin y Minho. 
De pronto se le vino al pensamiento el rostro de Jaejoong. Debía ir a disculparse con él... ¿Por qué demonios siempre olvidaba de pedirle su teléfono? 
Aunque había un medio para que sus disculpas llegaran a su amigo Jaejoong. 

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—Parecemos dos niños en esto... — Minho estaba bastante sonrojado. Changmin prácticamente estaba sobre él, abrazándole para resguardarse del frío desatado gracias a la incesante lluvia. 
—Cállate. Sabes que lo hago porque me estoy helando. 
Minho bajó el rostro. Aunque Changmin no estuviera interesado en él, quería y gustaba de disfrutar los pequeños instantes en que esas cosas pasaban. En que podía sentir a Changmin de esa manera tan distinta al cariño que el mayor tenía por él. 
— ¿Minho? — La voz de Changmin hizo que levantara la cabeza y sonriera un poco forzado. — Gracias por dejarme venir a tu casa mientras pasa la lluvia. 
—No exageres. Eres mí... Eres mi amigo. — La cabeza de Changmin se apoyó en el hombro de Minho. Aprovechó de recargar su mejilla contra ésta. — Además, también me estoy helando. — Ambos rieron bajito. 
—Sé que no suelo decir esto pero... Te quiero, Minho. — Minho quiso responder pero se trabó al darse cuenta que no podía decirle que lo quería porque lo amaba. 
—Deberíamos encender la calefacción de una vez, ¿no crees? — Sugirió en lugar del "te amo" que luchaba por salir. Changmin le sonrió.
— ¿No te gustaría mejor salir a comprar algo caliente? 
—También es buena opción. — Minho se paró rápidamente del sillón ayudando a su amigo a hacer lo mismo. — No sé tú pero quiero un café de esa cafetería en que solíamos ir con Yunho.
Changmin asintió mientras salía del departamento seguido por Minho.
Conversaban amenamente y cantaban algunos éxitos antiguos que había en el auto de Changmin hasta que entre risas, Minho se percató de un bulto negro en la plaza que había antes de llegar a la cafetería e hizo detenerse a Changmin. 
—Creo que es una persona... — Minho había bajado el vidrio de la ventana del copiloto para observar mejor. — ¡Hay que ayudarlo! 
— ¡Minho! — Changmin tenía la intención de acomodarse mejor para que ninguno de los dos se mojara pero Minho ya se había lanzado del auto a buscar a esa persona. Estacionó como pudo y fue a su encuentro. Su sorpresa fue mayor cuando vio de quien se trataba.  
— ¡¿Jaejoong?!
— ¡Creo que está inconsciente! ¡¿Crees que le hayan hecho algo?! ¡¿Qué vamos a hacer nosotros?!
— ¡Cálmate, Minho! ¡Primero hay que ayudarlo! — Changmin cargó el cuerpo de Jaejoong. Era bastante típico de Minho estresarse antes de dedicarse a solucionar el problema que le da de frente.

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Yunho decidió concentrar su atención momentáneamente en escribir una disculpa para Jae que se encargaría de dar en su programa de radio. En sus encuentros, Jae le había confesado ser fiel oyente de él. Un regocijo se apoderó de Yunho. Serían buenos amigos. No importa que Jaejoong sólo tuviera veintidós años. Seguía seguro del potencial que estaba en ese chico. 
Gracias a él había tenido fuerzas para acabar de una vez con toda esa terrible desdicha que le ofrecía Park Yoochun desde hace un buen tiempo. Le debía una muy grande. 
Cuando hubo apoyado el lápiz en esa hoja rayada, su móvil comenzó a sonar con la melodía que identificaba a Changmin. Le pareció extraño pues Minho lo había invitado a su casa para cuidarle el "dolor de estómago" que tenía y muy posiblemente estarían cantando alguna canción en el karaoke. ¿Había pasado algo malo? 
Atendió la llamada y lo que escuchó le hizo salir casi como un misil de su departamento. La palabra “culpable” quedaba muy corta para lo que sintió cuando Changmin le avisó aquello.

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— ¡Omma! ¿Ya llegó Jaejoong? Prometió ayudarme con mi tarea de química hoy… — Eun Yoo miraba por la ventana desde las cuatro esperando que en algún momento su hermano se acercara a casa, pero eso nunca pasó y ya eran más de las siete.
—Seguramente está con su amigo Heechul. Sabes que Jaejoong nunca avisa dónde está, hija. — Pero Eun Yoo sabía la “travesura” que había tramado con Changmin.
¡Changmin!
Buscó en su pantalón un papelito en donde estaba anotado el número de ese chico con el que había planificado el encuentro de Jaejoong y Yunho y marcó con desespero. Tenía un mal presentimiento. Ni siquiera esperó a que Changmin saludara:
— ¡Changmin Oppa, dime que sabes dónde está mi hermano!
Eun Yoo… Debes venir a la siguiente dirección…

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Jaejoong temblaba de frío debajo de la delgada cobija de ese lugar. Ahora en verdad no sabía dónde estaba. Trato de buscar su bastón pero no lo logró. Sólo pudo sentir la superficie suave y acolchada de lo que parecía ser un sillón. ¿Estaba en su casa? No, definitivamente ese no era su hogar.
— ¿E…Eun Yoo? — Su quijada temblorosa no le dejaba pronunciar bien ninguna palabra.
—Buenas noches… — Minho entró con una taza de té caliente para Jaejoong. — No te asustes, soy amigo de Jung Yunho. ¿Estás bien?
—Tengo mucho frío... — Jaejoong se abrazaba a sí mismo con esperanza de aliviar el cortante frío que sentía.
—Changmin y yo te colocamos una camiseta seca, espero no te incomode. — Minho le tomó las manos a Jaejoong para colocarle la taza de té. — No sabía que no podías ver, ¿qué hacías allí tirado en esa plaza?
—Oh, creo que me caí. Muchas gracias por el té. — Agradeció de forma escueta para evitar ahondar el tema. — Y por la camiseta, aunque aún tengo frío. Minho desordenó un poco los cabellos del más chico con ternura entendiendo que no quisiera conversar de ello con un extraño.
—Yunho quiere verte, está afuera de esta habitación. — Jae asintió dándole a entender que quería que pasara.
 Jaejoong sintió sus mejillas arder de vergüenza cuando se dio cuenta de que alguien se sentaba a su lado. Asumiendo que se trataba de Yunho y así era. En cierto modo, no quería que lo viera así.
—Yo… — Jaejoong habló primero con la intención de disculparse. — Lamento si provoqué algún problema entre tú y tu pareja. No era mi intención hablarle de esa manera a tu novio… Sé que no soy nadie resaltante en tu vida como para aconsejarte qué hacer y cómo tomar tus decisiones. Me… — El dedo índice de Yunho se posó sobre los labios de Jae en señal de que ya no hacía falta decir nada.
—Quien debería decir, sin embargo, todo eso, soy yo. — Yunho tomó las manos de Jaejoong. — Lamento mucho que Yoochun te haya herido… Pero debes saber que eres especial, Jaejoong, y no sólo por no poder ver. Eres especial porque haces felices a las personas sin necesidad de exigirles que te cuenten las cosas. ¿Sabes algo? Es la primera vez que alguien me escucha sin juzgar lo que hago. Que Yoochun te dijera eso… No le hagas caso, no eres ni un ápice de ello. Me encantaría que nos conociéramos más.
—Yunho… — Jaejoong se había quedado sin palabras y las tibias manos del castaño poco a poco hicieron que su temperatura corporal aumentara. — No te preocupes, soy bastante independiente. Los comentarios de Yoochun no me hirieron. — Mentira, ¡qué gran mentira! — Pero gracias por decirlo. — Yunho acercó el cuerpo de Jaejoong al suyo y lo abrazó cariñosamente. Aunque se empeñara en parecer (y en verdad lo era) independiente, habían esos instantes en que Jaejoong simplemente quería que le dijeran cuán valioso era y que le hacía falta a los demás… Al igual que Yunho. Es por esto que el castaño le ofreció ese abrazo tranquilizador y con un efecto armónico. Ese abrazo que tantas veces él necesito.
Porque cuando estaba con Jaejoong ese vacío que sentía se hacía ausente.

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— ¿Cómo se te ocurre dormirte en una plaza mientras hay una tormenta? ¡A veces no sé qué demonios tengo de hermano! ¡¿Cómo se te ocurre asustarme así, Kim Jaejoong?! — Eun Yoo se introducía más y más caramelos en su boca y los masticaba con rabia. El regreso a casa Eun Yoo lo había destinado especialmente a regañar a Jaejoong: por no haber aceptado que los llevaran en auto y por haber hecho tal imprudencia.
—Deberías dejar de comer tantos dulces, te van a salir caries. — Jaejoong, por más que quisiera, no podía centrar su atención en las palabras de reprensión de su hermana. Esa cálida sensación que desprendía el cuerpo de Yunho todavía lo envolvía. Esa sensación de sentirse querido e importante llenó su corazón nuevamente y lo hizo deseoso de seguir adelante y hacer caso omiso a las palabras estúpidas de seres estúpidos.
— ¡Ese no es el tema! — La pequeña hermana de Jaejoong metió otros dos caramelos en su boca. — Debes tener cuidado… ¿Crees que me quiero quedar huérfana de hermano?
— ¡Eso no existe, Eun Yoo! — Jaejoong reía a carcajadas con las ocurrencias de su hermana. — Pero estoy bien, gracias a Minho y Changmin… — De pronto Jaejoong cayó en cuenta de un detalle… — ¿De dónde conoces tú a Changmin?
Eun Yoo sintió como un escalofrío recorría su espina dorsal. Seguro si su hermano hubiera podido verla la hubiera descubierto ipso facto.
—Yo… ¡Nos vimos un día por casualidad y conversamos un poco! — Se sintió aliviada cuando su hermano dijo un “qué bien” conforme y comenzó a tararear una alegre canción. La visita de Yunho Oppa es lo mejor que me pudo pasar…

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Yunho estaba preparándose para iniciar su programa de las tres. Aún y cuando se disculpara con Jaejoong el día anterior, su conciencia no lo dejaba tranquilo. Por ello, efectivamente, decidió continuar escribiendo su carta para Jaejoong. Igualmente sólo era para darse una idea de lo que diría en algún segmento de su espacio. Quizás en el segmento en que las personas aprovechaban para dedicar canciones de disculpa o de amor: esa sería perfecta.
Imagino que todos han herido a alguien alguna vez… Así que dirán “claro que tú igual has herido a personas que te importan, Yunho, eres humano después de todo…” Y es cierto. Sé que quizás a pocos les interese demasiado mi vida personal pero me gustaría disculparme con un amigo que hace poco hice sentir mal indirectamente. Jaejoong… Lamento mucho lo que pasó.
¿Quieren aprovechar de decir cuál es la mejor manera de reconciliarse con un amigo?

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Jaejoong al escuchar que un segmento iba especialmente dedicado a él, dobló su ritmo cardiaco. Jung Yunho lo consideraba su amigo y desde luego, eso no podía ser motivo de tristeza. Sólo esperaba sinceramente que Yunho pudiera sonreír de verdad sin que él se encontrara presente.
Tomó su bolso con sus libros. Hoy tenía turno en la tarde en la universidad.
— ¡Jae! — Su madre le alcanzó agitada, pues bajó las escaleras lo más rápido que pudo. — Había olvidado, te dejaron esto. — Su madre sacó un paquetito delicadamente envuelto en papel celofán púrpura y se lo pasó a su hijo. — No lo he abierto, es un presente que te enviaron.
Con suma delicadeza sus dedos soltaron el suave nudo del lazo encontrándose con un fuerte olor a chocolates. No podía negarlo: su delirio era el chocolate. Y no cualquier chocolate. Esos eran de su marca preferida. Eun Yoo y él ahorraban meses para comprarse una caja que compartían y lo racionaban a tal punto que podía durar semanas.
Contó cada chocolate: eran siete. Los conocía. En su gracioso “reglamento para comerlos” establecía que era uno por cada día de la semana. Era lunes, así que tocaba el primero. Son tan perfectamente deliciosos…
Pero no sólo había chocolates en esa caja, sino debajo de cada dulce estaba una pequeña notita que Jaejoong sintió en el primero que se había comido. Guardó la caja en su bolso. Le preguntaría a Heechul qué decía. Ni siquiera sabía quién le había enviado esos chocolates y él, de forma bastante confiada, estaba comiéndose uno. Pero es que son tan deliciosos.

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—Esos chocolates son bastante costosos. — Minho había acompañado después del programa a Yunho a comprarle los chocolates y él mismo le había encargado a la madre de Jaejoong el entregárselos.
—Todavía me siento culpable. Jaejoong es tan fuerte pero a la vez es como si me viera en mi niñez. Que por más fuerte que desees mostrarte a los demás, necesitas que te apoyen y que te hagan sentir que importas… — Minho comenzaba a darse cuenta que Yunho realmente estaba agarrando cariño por Jaejoong, más que simplemente el sentirse identificado.
—Yunho, espero no suene entrometido… Pero, ¿crees que pudiera llegar a gustarte Jaejoong?
—No me siento listo para sentir nada por nadie. No creo que vuelva a enamorarme más nunca, Minho. El amor duele…
—Jaejoong calza con casi todo lo que te gusta de una persona. Tal vez si lo conoces mejor…
—Jae es mi amigo, y es un niño. Creo que así está bien que estemos. — Minho se encogió de hombros y siguió archivando unos papeles en una carpeta. — Es buen chico… Merece alguien que esté dispuesto a amarlo por completo.
—Quiero pensar que tu opinión se debe exclusivamente a que terminaste tu relación hace poco y no a que Jaejoong sea ciego. — Sin dirigirle la mirada, tomó sus carpetas y salió del lugar. Yunho no le tenía lástima, es sólo que… No podía mirar a Jae sino como un chico inocente.

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— ¿Estás de broma? ¡Son carísimos! El que te los regaló no sólo tiene buen gusto sino además dinero. — Heechul estaba sacando la tarjeta que indicaba el nombre de la persona que le había regalado los chocolates a Jaejoong. — “Jung Yunho” y además te pone su número de teléfono… — Heechul cayó en cuenta del nombre que acababa de pronunciar. — ¿Jung Yunho? ¿El “poeta de la radio”? ¡Es un chiste! ¡Lo conoces! — La alegría le sobresalía de los ojos.
—Lo he visto… — Recordó ese abrazo y las disculpas de la radio. — Entonces, es de Yunho. — Sonrió ampliamente. — ¿Qué dice la notita del chocolate?
— ¡Espera! ¿No quieres saber lo que dice el reverso de la tarjeta? — La emoción de Jaejoong cuando algo se refería al castaño no podía ocultársele en el rostro. Heechul sonrió al ver a su amigo tan contento. Sólo esperaba que esa ilusión de Jaejoong, Yunho no la destrozara… O al menos no rompiéndole el corazón. — Dice: “Jaejoong: sé que esto es sólo un simple detalle. Te mereces mucho más. Aunque no lo creas, te agradezco el haberme dado fuerzas para salir de lo que era una nube negra en mi vida. Yoochun no es una mala persona… Me gustaría saber qué le sucedió. Tal vez sencillamente ya no era feliz conmigo. En fin. No le guardes rencor. No cambies esa dulzura nunca… Es cautivante. Quisiera conocerte mejor, encontrarnos de nuevo. Tu nuevo amigo, Yunho”. — Heechul le dio un vistazo a Jae y leyó la tarjetita del chocolate. — Lo que traía tu chocolate del lunes era: “Sigue tus sueños, arriésgate”.
Jaejoong dio un suspiro. Sabía que quizás todo esto se tratara de un cruel espejismo de su corazón, pero tomaría el riesgo, como decía su consejo: era eso o nunca cumplir sus sueños. Nunca, por impedimento de Heechul, de Eun Yoo o de su madre, se había arriesgado a querer a alguien abiertamente de la manera en que quería a Yunho. De hecho, nunca había podido hacer algo arriesgado, algo que anhelara con todas sus ganas. Necesitaba saber cómo lidiar con todo en la vida… Él quería ser el Jaejoong independiente del que se jactaba ser.
Es momento de amar, es momento de soñar, es momento de vivir…
Y yo amo a Jung Yunho, ¡lo amo!

2 comentarios :

  1. jae lo ama, yunho ya basta de conflictos y entregate al gran amor puro y sincero que te ofrece jae.

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  2. aahhh...que emocion, ojala y yunho se de otra oportunidad en el amor y que esa oportunidad sea jae.

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