martes, 3 de mayo de 2016

Una isla para la seducción. Cap 3




Yunho lo llevó al barrio de Plaka después de haberse empapado de historia griega en la Acrópolis. Por eso, y porque se había acabado el horario de visitas. Podría haber arreglado un trato especial, pero prefirió que fueran al mercado antiguo. Era un paraíso turístico y Jaejoong, un turista encantador. También volvían al suelo firme en que él estaba cómodo. Encontraron una tienda que hacía reproducciones de joyería clásica y le compró una gargantilla que no habría parecido fuera de lugar en el cuello de la esposa de un senador. Jaejoong había protestado por el precio, pero él se había mantenido firme. Podía permitirse malcriarlo y se lo merecía. Sobre todo después de cómo lo había tratado el canalla de su ex marido. Él no podía permitirse darle amor, pero sí regalos. Y lo haría.

Esa noche, en la terraza de un exclusivo restaurante, Jaejoong se descubrió disfrutando de la elegante decoración que conservaba el sabor de Atenas. Como en la mayoría de los restaurantes griegos, casi todas las mesas estaban fuera. Aunque ése no era ruidoso como los del Plaka.
 – ¿Éste es uno de tus lugares favoritos cuando vienes aquí?
 – Lo es – frunció el ceño  ¿Cómo lo sabes?
 – No creo que el personal se sepa el nombre de los hombres de negocios americanos que vienen.
 – Bien observado – dijo él con una sonrisa.
Le gustaba verlo sonreír. Se había mostrado tan retraído después de haberse abierto en la Acrópolis, como si se arrepintiera de haber compartido tanto de su pasado con él. Podía comprender que fuera un hombre que no se entregara a las emociones, pero se había dado cuenta de una cosa mientras compraban en el barrio de Plaka: sentía mucho por él. De hecho, pensaba que sólo tenía un nombre: amor.
 – Gracias por compartir este sitio conmigo – pasó los dedos por la gargantilla –  Gracias por todo.
Las piedras estaban calientes por el calor de su cuerpo, pero su corazón estaba aún más caliente. Él insistió en que un beso sería suficiente como compensación. Así que se habían besado delante del propietario, que sonrió y dijo algo en griego que hizo reír a Yunho.
Jaejoong no sólo se sentía malcriado, sino mimado, y eso era peligroso, lo sabía.
 – Es un placer.
 – Dices eso muchas veces – sonrió mirándolo.
 – Y es la verdad. Eres un acompañante muy ameno, Jaejoong.
 – Me alegro de que pienses así. Tampoco yo aborrezco tu compañía.
 – Es un alivio. No me gustaría pensar que me das sexo por lástima.
 – Cierto – se echó a reír – Sexo por lástima. No veo por qué – ninguna mujer o joven  podría sentir lástima de ese hombre.
¿Desearlo? Sí. ¿Anhelar sus besos? Por supuesto. Pero lástima... Imposible.
 – Me alegro de oír eso.
– Deja de tomarme el pelo – se ruborizó – y cómete el aperitivo.
Sorprendentemente, le hizo caso y se lo comió.
 – ¿Vas a ser el padrino de Yoochun?
 – Naturalmente.
 – ¿Querías serlo? – bromeó segura de que diría que no.
 – Sí – dijo con una sonrisa.
 – ¿Sí? – no lo había esperado.
 – Por supuesto. Me preocupaba que Yoochun hubiera olvidado sus sueños de un hogar y una familia por la presión de levantar un imperio. Cuando salimos de Grecia era de lo que hablaba, de tener algo propio y después formar una familia. Dejó de hablar de ello hace años, al llegar a Seattle.
 – Pero tú no querías que lo olvidase por completo – no se imaginaba a Yunho animándole a ello.
 – No. Se merece una familia, un hogar que sea algo más que una casa en la que se vive.
 – Son unos sentimientos muy tradicionales para un reconocido playboy.
 – ¿Qué puedo decir? Soy un tipo tradicional.
 – No me lo creo – dijo entre risas.
 – ¿Qué? El que no me haya casado no significa que nunca desee ese estado – no parecía bromear.
No podía dejar de sentir que le estaba tomando el pelo. Yunho era la personificación del tipo que no se comprometía. Lo había dejado claro desde el mismo instante en que habían empezado a acostarse. También él había pensado esa primera vez que sería algo excepcional. Y se había sorprendido cuando él había querido más cuando trabajaban juntos en un proyecto y después se habían seguido viendo en Seattle. Pero él había sido lo bastante inteligente para dejarle a Jae tiempo para aceptar el cambio en su relación, así que estaba preparada para aceptar la nueva «amistad con derecho a roce» o lo que fuera.
 – Pareces desconcertado.
 – Estoy un poco desconcertado – admitió Jae.
 – No sé por qué. Es el sueño americano, no sólo el griego, ¿verdad? Algún día encontraré a la mujer o joven adecuado – le dedicó una sonrisa que despertó las mariposas de su estómago  Diablos, puede que hasta me enamore como ha hecho Yoochun.
Esas palabras fueron como una flecha en su corazón, porque de ellas se infería que no había encontrado a la mujer o joven, así que él no podía ser. Después de haber llegado a un acuerdo con sus propios sentimientos, era un doble impacto en su corazón. Se llevó la mano a la gargantilla esa vez en busca de confort. Había que querer a alguien para mimarlo. ¿Por qué le hacía entonces esos regalos? Por desgracia, por lo que había oído antes, lo sabía: era el modo de Yunho de llevar una relación. Regalos y dinero. No amor. No para la madre que lo había abandonado y tampoco para él.
– No pareces del tipo hogareño, Yunho – no pudo evitar decir – Vives como un soltero empedernido y has salido todo lo que has podido y más.
– Así era Yoochun antes de conocer a Junsu. Y yo estoy tan deseoso de dejar mi huella en el mundo como todos los demás hombres.
– ¿En serio?
 – ¿Por qué no iba a serlo? A pesar de lo que acabo de decir, no anticipo que vaya a enamorarme como Yoochun, pero algún día me casaré y procrearé. ¿Para qué levantar un imperio si no se lo voy a dejar a nadie?
Jaejoong no mencionó a sus sobrinos, era evidente que no venía al caso. Yunho quería su familia.
 – Pero no crees que vayas a enamorarte nunca.
 – No.
Eso tenía más sentido, aunque dolía hasta quitar el aliento.
 – Pero...
 – ¿Pero qué? Tú amabas a tu ex marido, ¿verdad?
 – Sí – sonrió con amargura.
 – ¿Y eso te dio la felicidad?
 – No, pero eso no significa que no pueda darse el amor, o hacer feliz a quien lo encuentra.
 – Quizá a ti vuelva a sucederte algún día.
 – Quizá sí – ya había sucedido y sus confidencias en la Acrópolis sólo lo habían corroborado.
Sin embargo se daba cuenta de que era una verdad que no podía decirle. No importaba lo mucho que esa situación le doliera, no podía cambiarla. Se dio cuenta de que era muy posible que él pagase el precio por los actos de otra mujer.
 – El amor es un sentimiento conflictivo – dijo Yunho con una mueca de disgusto.
 – No lo dudo, pero también es bueno – seguro que él lo veía en Yoochun.
 – ¿No te arrepientes de haber amado a Hyunjoong? – preguntó con calculada frialdad.
 – No. Me arrepiento de que fuera un infiel y un mentiroso y de que su amor fuera sólo palabrería.
 – ¿Qué tiene eso de distinto de arrepentirse de haberlo amado?
 – Mi amor era algo bueno.
 – Que terminó causándote dolor.
No podía negarlo. Querer a Hyunjoong casi lo había destruido. Y amar a Yunho no parecía ser una perspectiva mejor. Al menos esa vez sabía en qué posición estaba. Eso ya era algo.
 – Mira – dijo con una de esas sonrisas que hacía que se le cerrase el estómago – No trato de ser cruel, pero ambos sabemos que el amor de alguien no es garantía de que no te traicionará.
 – Eso no significa que no debas abrirte al amor – trató de ocultar la desesperación en su voz.
 – A mí me funciona.
Y no podía reprocharle su actitud con lo que sabía de su madre.
 – Pero Yoochun quiere a Junsu y viceversa. O eso dices tú.
 – Junsu es un joven entre un millón.
El dolor que le provocaron esas palabras hizo que notara una punzada en el corazón. Eso suponía que él no era un joven así. ¿A quién quería engañar? Desde luego a sí mismo no. Esa conversación había dejado patente la actitud de Yunho hacia ella. No la amaba. Ni siquiera un poco. Tampoco consideraba la posibilidad de amarlo. Nunca. Y eso no era lo que e quería escuchar. El dolor que sentía tiraba por tierra todas las promesas que se había hecho al dejar a Hyunjoong. No perdería su medio de vida cuando su relación sexual con Yunho terminase, pero no estaba segura de que su corazón sobreviviera, aunque lo hiciera su negocio.
Estaba perdidamente enamorado de un hombre que no creía en ese concepto para sí mismo y aun así pensaba casarse algún día. Pero había dejado claro que no pensaba que ese joven fuese él.
Recordó la última vez que había sentido esa imposibilidad de respirar. Había sido cuando se había dado cuenta de que Hyunjoong no lo quería y nunca lo había hecho. Y una vez más, por su orgullo y quizá por el de Yunho, tenía que ocultar la devastación que sentía por dentro.
 – Quizá tengas razón – dijo intentarlo no darle importancia a las palabras.
 – ¿En qué?
 – Lo he hecho fatal a la hora decidir de quién me enamoro.
 – No puedo estar más de acuerdo.
 – Gracias – dijo entre risas, pero sin ningún sentido del humor.
 – No me interesa hablar de Kim Hyunjoong.
 – A mí tampoco.
Esbozó una sonrisa forzada.
 – Bueno, dime qué quieres hacer mañana.
Tenía que esforzarse más por ocultar sus sentimientos y tenía que empezar ya.
 – Soy un obseso de los museos. Me gustaría ver el arqueológico, el de la Acrópolis y el Benaki.
 – Una buena lista si se considera que no pensabas hacer turismo.
 – Mientras te duchabas he echado un vistazo a la guía que había en el hotel.
 – Así que mañana festín de museos.
 – Si tienes otra cosa que hacer, puedo ir yo solo.
 – No hay nada mejor que pueda hacer que estar contigo. He crecido en esta ciudad, lo he visto todo.
No se lo imaginaba visitando la Acrópolis cuando vivía en la calle, pero no dijo nada.
 – Y dado que estamos planeando la agenda... ¿qué quieres hacer pasado mañana?
 – Pensaba que volaríamos a la isla.
 – Tengo un helicóptero reservado para el final de la tarde. Quería alargar el tiempo aquí.
 – Me malcrías – y así era, podía no amarlo, pero era su amigo y se preocupaba de que estuviera descansado y feliz – Esto no iban a ser unas vacaciones.
– Sí, pero estos días es exactamente lo que son. Por mucho que te sorprenda.
 – Pero pasado mañana se suponía que empezábamos a trabajar – no sabía qué sería peor, pasar más tiempo haciendo turismo o estar con él en una paradisíaca isla privada.
 – He alterado un poco la agenda.
 – Lo que tú quieras.
 – Quiero que lo pases bien – frunció el ceño.
 – Estoy en Grecia, ¿cómo no voy a pasarlo bien?
 – ¿Entonces aprobarías visitar las ruinas del templo de Poseidón en Sounion?
 – Claro, sería estupendo.
 – ¿Prefieres hacer otra cosa?
 – No – realmente no le importaba.
 – Entonces el Templo de Poseidón.
 – Gracias – asintió.
 – Creo que no hay de qué. Sé que tenía que preocuparte venir a Grecia y sólo ver una islita en todo el tiempo que estuvieras. Eres demasiado curioso y aventurero como para contentarte con eso.
 – Me conoces bien – al menos en la superficie.
Esa noche hicieron el amor lenta e intensamente. Yunho lo desenvolvió como un regalo frágil de incalculable valor y él trató de creerlo a pies juntillas, incapaz de manejar el dolor que provocaban unos sentimientos que no podía cambiar.
No se unieron hasta que él había recorrido cada centímetro de su piel. Pero su comportamiento resultaba tan extraño tras las implicaciones de la cena, que Jae no era un joven especial en su vida, que por maravilloso que fuera, en esa intimidad había una curiosa sensación de disonancia.
Después, silenciosas lágrimas de sentimientos confusos recorrieron sus mejillas en la oscuridad. Se quedó dormido deseando seguir ignorando lo que Yunho sentía, ya que lo que sentía él era imposible.
Se despertó a la mañana siguiente lleno de sentimientos contradictorios. Como siempre, cuando se despertaba entre los brazos de Yunho, se sintió seguro, cuidado, incluso querido. Sólo que esa mañana todos esos sentimientos luchaban con lo que sabía. La absoluta certeza de que Yunho no lo amaba, la posibilidad de que nunca lo hiciera y la probabilidad de que casi seguro lo dejaría. Él no había querido enamorarse, pero lo había hecho. Y al mirar atrás no veía cómo podía haberlo evitado. Yunho era todo lo que podía desear como amante y como amigo.
Compartían intereses. Así había empezado su amistad. Había descubierto que él compartía su amor por el fútbol europeo. Veían juntos los partidos con la misma pasión. Después, se había enterado de que le fascinaban los museos y las galerías de arte como a él, lo mismo que le apasionaba la política mundial. Era algo más que un buen amigo, era el mejor. No sólo compartían aficiones, cuidaba de él. Lo había ayudado a poner en marcha su negocio recomendándola a otros promotores, incluso la había cuidado cuando había tenido la gripe. Había sido algo especial. Lo había tratado como un rey sin ser nunca condescendiente con él. Y le hacía el amor como el más experto gigoló. No podía olvidar ese importante pequeño hecho.
Al imaginarse lo que pensaría él al ser comparado con un mercenario del sexo, no pudo evitar sonreír. Más que tomarlo como una ofensa, el arrogante magnate seguramente se sentiría orgulloso. Su pericia sexual era un motivo de orgullo para él. Si estuviera igual de abierto al amor como al sexo, Jae no se encontraría en ese dilema.
Se quedó tumbado en silencio contemplando sus bonitas facciones.
Al contrario que la mayoría de los hombres, Yunho no parecía más vulnerable dormido. Parecía dispuesto a levantarse de un salto a la menor señal.
Después de lo que le había contado en la Acrópolis, algunos aspectos de su vida tenían sentido. Cuando lo había conocido había pensado más que era un encantador de serpientes que otra cosa. Al verlo trabajar se había dado cuenta de que no. Nunca se relajaba, siempre pendiente de todo. Y bajo su fachada de cooperación, había algo despiadado que sólo aparecía en algún rápido comentario o alguna instrucción, pero siempre sin perder la cara de póquer.
Cuando Yunho hablaba, todo el mundo escuchaba, todo el mundo. Era brillante. Era rico. Era alguien que había que tener en consideración. Si era sincera tenía que admitir que no sabía qué hacía con él, un joven que luchaba para levantar una empresa de diseño de interiores en Seattle después de que su ex marido hubiera arruinado su reputación en Nueva York.
Él no estaba a su altura, lo que sólo hacía su amistad más preciosa y su relación de amantes más difícil de comprender.
Enamorarse de Yunho podía haber sido inevitable, pero tener una aventura sexual no. Había podido elegir y lo había hecho creyendo que podría manejar los límites que Yunho planteaba. Se había equivocado. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? Elegía mal cuando se trataba de hombres a los que amar. Primero había sido Hyunjoong, que había parecido un hombre en quien confiar, pero que había acabado con su seguridad en sí mismo. Después, Yunho, que parecía tan encantador y abierto en la superficie, pero que en realidad era el hombre más cerrado que había conocido.
Sólo perdía el control en un aspecto que él supiera, y lo conocía tan bien como nadie. Perdía el control cuando hacían el amor. Había sido así desde el principio, por eso había estado seguro de que su relación íntima acabaría siendo extraordinaria. Había parecido descompuesto la primera vez, con el cabello revuelto y empapado en sudor. Él se había excitado tanto al ver su estado, que había iniciado un segundo asalto. Yunho se había mostrado conforme, pero a la mañana siguiente, se había despertado solo y no habían hablado de sexo la siguiente vez que se habían visto. Estaban terminando otro trabajo juntos cuando la tensión sexual que había entre ellos había vuelto a estallar en otra experiencia de sexo desenfrenado.
Y en ese momento se dio cuenta de que ahí había sido cuando se había empezado a enamorar de él. Había podido ver un aspecto de Yunho que no mostraba a nadie. Así lo había cautivado.
Más aún cuando Yunho había admitido lo que él había sospechado desde la primera vez: que a Yunho no le pasaba lo mismo con otras mujeres o jóvenes. Por desgracia, se había permitido a sí mismo establecer vínculos emocionales con ese débil pretexto y se había mentido sobre lo que pasaba en su corazón. Pero... ese pretexto era tan débil.
A pesar de lo que había dicho la noche antes, él era especial para Yunho. Eran amigos y Yunho no tenía mucho de eso. Además, su relación sexual había durado más que ninguna otra que había mantenido. Y conocía ya una faceta de Yunho que normalmente no mostraba.
Así que, en esos tres aspectos, él no era un negocio como todo lo demás en la vida del magnate. Si se añadía que estaba de vacaciones por primera vez desde que lo conocía, con él y por él, todo eso suponía algo especial, ¿no? ¿O estaba agarrándose a un clavo ardiendo como con Hyunjoong?
Una cosa sí tenía clara: no se iba a mentir más a sí mismo. Amaba a Yunho. Irrevocablemente e inequívocamente. Más de lo que había amado a Hyunjoong y sospechaba que más de lo que pudiera amar a nadie. Pero si él no podía amarlo, entonces tenía que acabar con aquella relación entre los dos antes de que su corazón fuera irrecuperable.
Sólo pensar en dejar a Yunho dolía y un gemido saltó la barrera de sus labios. Él no se despertó, pero lo rodeó con los brazos con más fuerza, aumentando así el dolor.
Si se separaba de él, no habría nadie para consolarlo.
Y eso llevaba a su última decisión: no iba a malgastar los que podían ser sus últimos días con él doliéndose por una pérdida que aún no había llegado. Exprimiría cada instante de felicidad del tiempo que iban a pasar juntos en Grecia.
Yunho se despertó con la maravillosa sensación de Jaejoong dándole un masaje. Estaba bocabajo, los brazos relajados por encima de la cabeza y las piernas estiradas bajo las sábanas. Jae estaba sentado sobre sus muslos y provocaba en él un efecto que dudaba que supiera. O quizá sí. Jaejoong era el más abierto y aventurero de las amantes que había tenido.
Le fastidió no haberse despertado mientras él se movía. Su capacidad para incorporar sus caricias a sus sueños mostraba lo profundamente que confiaba en Jae. Lo mismo que los secretos que había compartido el día anterior. Jamás se había sentido tentado de contarle esa historia a ninguna otra persona, ni tampoco les había permitido quedarse a dormir en su cama, mucho menos despertarlo con un masaje. Había pensado que había sido inteligente mantener una relación sexual sin ataduras con el único joven al que había considerado su amigo. Pero se daba cuenta de que eso llevaba a intimidades que no buscaba.
Tenía que hacer que su relación con Jaejoong volviera a recuperar el rumbo, o al menos poner fin a la parte sexual de la misma. Amistad y sexo. Nada más, y desde luego nada tan profundo que llevara a las confesiones. Había empezado en el Plaka, el día antes, comprándole regalos y cediendo a ese peligroso impulso de hablar.
Le había despertado con un masaje, eso llevaría al sexo y eso era algo que podía manejar. No abría la boca para decir cosas indebidas cuando estaba ocupado dándole placer.
 – Mmmm... – se estiró bajo sus dedos e inhaló el olor del sexo de la noche anterior en las sábanas.
 – ¿Te gusta? – preguntó Jae con voz ronca como si disfrutara tanto como él.
 – Mucho. ¿De verdad que nunca has ido a una escuela de masaje?
 – Es uno de mis talentos naturales.
 – Lo admito, agradezco este talento en particular.
 – Así debe ser. Así que ¿soy la única persona en tu vida con este talento?
 – Nunca le he preguntado a Yoochun si le gusta dar masajes.
 – Me cuesta imaginar esa conversación – dijo entre risas.
 – No, eres el único.
 – ¿No hay ninguna otra mujer o joven en tu vida que sepa relajarte los músculos así? Me cuesta creerlo.
Nunca le había preguntado a Jae si se acostaba con otros hombres, pero sabía que no lo hacía. Tampoco él tenía la costumbre de acostarse con más de una persona a la vez. Llevaba a complicaciones y no quería líos. Aunque era raro que estuviera con un joven el tiempo suficiente para que se convirtiera en un problema, seguía sus propias reglas. Sus más largas aventuras se contaban en meses, no en años.
 – No hay ninguna otro joven en mi vida, al menos no que tenga permiso para estar en mi cama.
Tenía muchas mujeres y jóvenes trabajando para él, tantas como hombres, bueno, casi. No había muchas mujeres que trabajaran en la construcción.
 – Soy tu único...
La frase quedo inconclusa como si no supiera cómo terminarla y él no pudo ayudarlo. No era un novio. Era un amigo con el que compartía cuerpo y cama, pero era evidente que él quería saberlo. No le importó decirle la verdad:
 – No me he acostado con ninguna otra mujer o joven desde la segunda vez que hicimos el amor.
La primera vez le había asustado y tenía miedo de admitirlo. Admitírselo a sí mismo. Pero después se había dado cuenta de que se sentía más atraído por Jae de lo que se había sentido por nadie. Añadir el sexo a su amistad era algo increíble. Ya había decidido disfrutar de ello mientras durase. Porque el sexo nunca lo hacía. La experiencia se lo había enseñado. Lo mismo que le había enseñado que mientras el amor podía ser transitorio, y la familia podía no ser necesaria, una verdadera amistad acompañaba a uno durante años. Eso lo había aprendido de Yoochun.
Mucho después de que el aspecto sexual de su relación terminara, esperaba que siguieran siendo amigos.
 – Nunca he pedido promesas de fidelidad – dijo sin dejar de darle masaje.
– Y yo nunca te las he ofrecido – porque gracias a su ex, no le creería – Pero si es lo que estás pidiendo, ahora no me acuesto con otras mujeres o jóvenes.
 – ¿Por mí?
 – Porque tengo por norma no tener varias parejas al mismo tiempo – explicó.
 – ¿Monogamias sucesivas?
 – Sí. Nunca hago promesas, lo sabes, pero mientras me acuesto con una persona no busco a otra.
 – Así que no has estado con ninguna otra desde que empezamos a acostarnos.
 – No desde la segunda vez que supe que seguiríamos haciéndolo – había tenido una aventura de una noche después de la primera vez, pero había sido un sexo mediocre.
 – ¿Por qué no desde la primera vez?
 – No fue planeado, no estaba seguro de que repitiéramos.
 – Pero decidiste que deberíamos... – preguntó indirectamente.
 – Lo mismo que tú.
 – Sí.
 – Una vez que me di cuenta de que íbamos a tener una asociación sexual que se prolongaría en el tiempo, dejé de buscar nada más – lo miró serio.
 – ¿Incluso cuando hemos pasado semanas sin vernos?
 – No quebranto mis propias normas, Jaejoong – no era un adolescente con las hormonas revolucionadas.
Un hombre de verdad sabía mantener la cremallera del pantalón subida.
 – De acuerdo – dijo Jae con una carcajada.
 – Sí, de acuerdo – afirmó él con énfasis.
Pero le quedó la duda de que le hubiera creído, razón por la que nunca hacía promesas de fidelidad en sus relaciones temporales. Kim Hyunjoong se merecía mucho más que la pequeña lección que había ingeniado para él.


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16 comentarios :

  1. Noooo u.u Jae terminará la relación amigo/sexo que tiene con Yunho
    No entiendo porque Yunho no lo ama :/ Jae es tan lindo

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  2. Yunho tal vez lo haga sin querer, pero lastima a Jae con sus palabras. Pero es obvio q Yunho siente mucho mas por Jae. Muchas Gracias

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  3. JaeJoong y Yunho deberán pasar por mucho para valorar el amor

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  4. Jaejoong ya se dio cuenta que esta enamorado pero Yunho le tiene miedo al amor o no cree en el creo que le tiene miedo a querer a alguien y que luego lo abandonen por eso no confia en nadie lo suficiente para darle poder sobre su corazón pero ya esta haciendo concesiones por Jaejoong es obvio que Jae es especial para el.

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  5. Jaejoong ya se dio cuenta que esta enamorado pero Yunho le tiene miedo al amor o no cree en el creo que le tiene miedo a querer a alguien y que luego lo abandonen por eso no confia en nadie lo suficiente para darle poder sobre su corazón pero ya esta haciendo concesiones por Jaejoong es obvio que Jae es especial para el.

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  6. Que diificil situación para ambos, han vivido cosass que los ha hecho desconfiar del amor y de la gente, y el que los dos se amen los asusta y prefieren terminarlo.

    Gracias!!!!

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  7. Yunho no cree en el amor por lo que le hizo su mama y ahora con sus palabras esta dañando a Jae aunque no sea intencional.
    Jae ya se dio cuenta que esta enamorado de Yunho y también que el no podra amarlo como lo ama y ha decidido terminar su relacion con el antes de que salga mas lastimado

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  8. waaaaaaaaaaaa Jae ya lo admitió, las vio negras y quiere terminar u.u Tendrán que recorrer un muy largo camino para que ambos puedan creer en el amor otra vez... Yunho lastimas a Joongie con tus palabras!!! U_U aunque no sea tu intención...

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  9. Me da que Jaejoong sufrirá mucho en el futuro.

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  10. Jaeeeee dile que lo amass!! y Yunhoooo aceptalo yaaa porfavorrr !! ayyy solo me lo hace sufrir T.T..

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  11. uhhh jae piensa terminar con yunho
    T_T este yunho q no se da cuenta q perdera a jae como esq no se.enamoro d jae ? para mi q si se enamoro no mas q no lo quiere aceptar >_<

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  12. mi Jae enamorado a mas no poder de Yunho y como que este no lo ama pro claro que si nomas que aun el no se a dado cuenta de ello solo espero que no terminen con esta hermosa relación pues creo que Yunho ya se dará cuenta de lo mucho que quiere a su Jae
    Gracias

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  13. Jaejoong va a disfrutar al máximo ese viaje con yunho para después alejarse de él ... De hecho que va a sufrir él pobre solo espero que no sea por mucho tiempo u.u

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  14. Pobre de Jaejoong no sabe mas que hacer no puede confesarse pero prefiere alejarse aish Yunho porque no te das cuenta u.u

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  15. Tonto YUNHO siempre tan ciego,espero que no sea demasiado tarde cuando abra los ojos a la realidad ....el ama a Jae. Gracias

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  16. No hay nada más lamentable en una relación que darse cuenta del desamor sobre la que esta basada y creo que a Jae le esta tomando por sorpresa el descubrir su amor por Yunho mientras él le rompe el corazón con tales cosas como un despreocuoado "Yo no te amo ahora y no te amare después" incluso senti un no sé qué en el pecho por mi pobre flaquito. Solo se me ocurre que ya que Jae a decidido poner fin a sus encuentros sexuales, puede usar ese "sin compromiso" ni consecuencias para darle celos a Yunho. Ay no sé tal ved mas adelante llegue alguien que ronde a Jae y haga que Yunho arda en celos. Que aprenda a la mala y reconosca que está enamorado de mi Jae.

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