Yunho asintió al ver a Jaejoong
de tal modo que lo habría hecho estremecerse de aprensión de no haberse visto
su mente asaltada por respuestas menos cautas.
Medio recostado en el
asiento y vestido con un traje negro de diseño, camisa de rayas y corbata de
seda, era la viva imagen del banquero del que él había leído en internet.
Guapo, muy sofisticado y amenazador, totalmente fiel a la imagen que daba, poseía también un aire muy sensual.
Se puso colorado de vergüenza sólo de pensar en eso. Parecía que él no había
perdido la capacidad de reducir sus pensamientos y su sentido común a nada.
—Si querías llamar la atención, lo has conseguido —dijo Yunho con frialdad
mientras lo apreciaba con un escrutinio crítico.
Él tenía el rostro en
forma de corazón, cómo un gato, ojos grandes y rasgados y una boca generosa.
Una cara poco frecuente, bastante exótica, pero finalmente nada especial; y una
brillante melena cobriza que con crueldad acentuaba los huecos y las sombras de
sus pálidas facciones. Era menudo, demasiado delgado para su gusto. No era bello,
y sabía lo que se decía, ya que algunos de los jóvenes más bellos del mundo
habían estado en su cama. Yunho no podía imaginar cómo era posible que una vez
le hubiera hecho derretirse de deseo.
Sus largas pestañas enmarcaban
unos ojos tan profundos y de un verde tan intenso cómo el musgo. Entrecerró los
ojos y su mirada se tornó involuntariamente más intensa. Jae cambió de postura cómo
lo haría un felino, y Yunho se puso tenso de inmediato.
— ¿Y bien? —dijo Yunho, mientras trataba de dominar la intensa oleada
de sensualidad que los recuerdos despertaban en él.
Siempre le había olido
a jabón y a aire fresco; y sabía que el perfume más caro del mundo le hacía
estornudar sin poderse controlar. Apartó de su mente aquellos frívolos
pensamientos con el aplomo que desde muy joven ya había sido algo tan habitual
en él. Había aprendido a ahogar y dominar emociones y reacciones no deseadas.
Pensó que era significativo que se hubiera liado con Kim Jaejoong cuando se
había sentido emocionalmente desequilibrado. Presumiblemente, y de un modo
irónico, eso había añadido un matiz distinto que desde entonces le había
fallado a sus encuentros sexuales.
— ¿De qué se trata esto? —le preguntó él con austeridad.
Jaejoong se puso
nervioso con la mera presencia de aquel hombre tan apuesto. Sin querer, empezó
a trazar mentalmente las facciones de sus hijos en su rostro delgado y de tez aceitunada, fijándose en las cejas
rectas y oscuras, en el mentón y en la nariz, o en aquella mata de brillante
pelo negro cómo el azabache. Sus niños eran cómo dos clones de su padre. Bajó
la vista, sintiéndose de pronto incómodo, puesto que lo que tenía que decirle
se cernía sobre él cómo una montaña que ocultara el sol. Pronto desearía no
haber puesto jamás los ojos en él, pensaba Jaejoong con pesar.
—Ojalá hubieras recibido esa carta que te envié…
A Yunho le pareció tan
joven en ese momento, que un sentimiento de culpabilidad consiguió incluso
penetrar su acerada armadura. ¿Pero qué obscena locura había burlado sus
escrúpulos dieciocho meses antes para acabar acostándose con él? De haber
seducido a una colegiala habría sido lo mismo. Cada palabra que él pronunciaba
subrayaba la realidad de su indefensión. Los otros jóvenes que él había
conocido nunca le habrían escrito cartas después de que él los abandonara.
—Continuemos con lo de la carta —prosiguió Yunho
mientras se fijaba en su ropa vieja y gastada, y en que la suela de una de sus
deportivas se estaba despegando.
Su necesidad era obvia,
y su desconfianza aumentó. No podía olvidar la amenaza con la que había
concluido su conversación telefónica
— ¿Qué te ha pasado?
Consciente de su
inspección. Jaejoong respondió en suave tono de disculpa.
—Lo sé… No parezco el mismo, ¿verdad? La vida ha sido muy dura
en el último año…
—Si necesitas dinero, te lo daré. No hay necesidad de montar un
drama ni de contarme ninguna historia triste.
Jae alzó la barbilla
con gesto de desafío; en sus ojos verdes se mezclaban el orgullo y de dolor.
— ¿Dios mío, de verdad crees que estaba a punto de soltarte una
historia de llorar? Bueno, entonces no voy a tratar de enmascarar la mala
noticia. Iré al grano directamente. Me dejaste embarazado…
Sorprendido por lo que
acababa de decirle. Yunho se puso derecho mientras la tensión quedaba patente
en su rostro moreno y apuesto.
Jaejoong estaba muy
pálido.
—Yo tampoco me alegré mucho, dicho sea de paso. Bueno, para ser
sincero, estaba muerto de miedo…
— ¿Qué es esto? ¿Una broma de mal gusto? Porque no tiene ninguna
gracia ―
Jaejoong frunció el ceño.
— ¿Una broma? —repitió sin saber qué pensar.
—No creo que te dejara embarazado. ¿Cómo es que me entero ahora
y no antes? —Le preguntó Yunho en un tono burlón que sugería que lo que él
había dicho era una estupidez total — ¿Cómo puedes esperar que me crea tales bobadas?
—La razón por la que te estás enterando ahora por primera vez es
porque no me diste tu dirección.
—Pero te dejé un número de teléfono.
—Y lo marqué muchísimas veces. Pero siempre me decían que no
estabas disponible, o que estabas reunido — dijo subiendo la voz al recordar la
humillación que había sentido con cada inútil llamada. Yunho continuó impasible.
—No acepto eso que dices. Mis empleados son muy eficientes y…
—Al final una de tus empleadas se cansó tanto de mis llamadas,
que sintió lástima por mí. Me explicó que yo no estaba en la lista especial que
ella tenía. Y cómo ella bien dijo: «si
su nombre no está en la lista de mi jefe, no volverá a hablar con él en esta
vida»
—añadió Jaejoong con energía.
Yunho adoptó una
expresión ceñuda.
—Tu nombre tenía que haber estado en la lista…
—No lo estaba. ¿Por qué fingir ahora? Los dos sabemos que mi
nombre no estaba en tu lista de personas importantes —condenó Jaejoong con
una amargura imposible de ocultar— No querías saber nada de mí; ni querías más contacto conmigo.
Me parece bien, muy bien, pero no intentes condenarme por no haberte dicho que
estaba embarazado cuando me fue imposible contactar contigo.
—Estás histérico… no pienso continuar con esta conversación —afirmó Yunho con fría
franqueza mientras la rabia parecía impregnar sus ojos oscuros de un brillo
dorado.
Jaejoong aspiró hondo
mientras se preguntaba si él se acordaría de la vez que él le había servido el café de rodillas sólo
para hacerle reír.
—No estoy histérico. Siento estar tan enfadado, pero no puedo
evitarlo. Debería haber sabido que esto no iba a funcionar. No debería haber
venido a tu querido banco, ni haberme metido en este coche contigo…
—Cálmate —Yunho lo interrumpió con frialdad mientras trataba de
adivinar qué lo habría motivado a contarle aquel cuento.
No podía creer que él
le estuviera diciendo la verdad, estaba dispuesto a reconocer que con él no
había sido del todo cuidadoso; y que cabía la posibilidad de que hubieran concebido un hijo. Sin
embargo, no le parecía nada probable, y su intelecto habitualmente versátil y
alerta, se mostraba curiosamente reacio a abandonar esa convicción. No
reconoció su falta de respuesta cómo sencillo asombro ante el anuncio que él le
había hecho.
Jaejoong se cubrió la
cara con manos temblorosas. ¿Calmarse? Le latían las sienes de la tensión, y
tenía el estómago encogido del nerviosismo. Él lo observaba sin moverse, y tan
sólo se agarraba las largas y elegantes manos con gesto tenso.
Al otro lado de la
partición de cristal, Rain trataba de que su jefe lo mirara por el espejo, para
saber hacia dónde debía dirigirse. Yunho tomó una decisión repentina y apretó
un bolón para separar las dos zonas y que los asientos de atrás quedaran
cerrados. Si él se echaba a llorar, no quería que nadie lo viera en ese estado.
—No pasa nada —le dijo en tono seco, puesto que la
amabilidad no le salía con naturalidad, y tampoco quería acercarse a él y
salvar el espacio que los separaba para establecer contacto físico— Todo irá bien.
—Nada irá bien…
A Jaejoong le pareció cómo
si se estuviera dando de cabezazos contra la pared. Él no lo escuchaba. No
creía lo que le estaba diciendo. Estaba malgastando su tiempo hablando con él.
Seguramente le echaría una mirada a Changmin y a Yoochun y afirmaría
tranquilamente que no eran suyos. ¿Entonces qué? Agachó la cabeza, consciente
de que el agotamiento superaba la energía nerviosa que lo había ayudado a
enfrentarse a él.
Yunho reconoció su
frágil estado emocional. Estaba desesperado y sin un centavo. Seguramente era
por eso por lo que había llegado hasta él con esa estúpida historia para que se
compadeciera de él. A Jaejoong debía habérsele ocurrido que la historia sobre
un embarazo ficticio no tenía sentido. Pero su rabia ya había cedido para ser
sustituida por un esfuerzo por entenderlo que habría desconcertado a cualquiera
que lo conociera bien.
Mientras que era
generoso con personas merecedoras de caridad, siempre había evitado situaciones
en las que entraba en juego cualquier cosa más personal.
— ¿No tienes trabajo? —le preguntó, decidido en centrarse en
aspectos más prácticos con la esperanza de que esas preguntas le hicieran
reaccionar.
Jaejoong le echó una
mirada y volvió a colocar las manos sobre el regazo.
—No.
—Entonces has decidido acercarte a mí… para que te ayude. Me
parece bien — Yunho resolvió ofrecerle ayuda de la clase que necesitara— ¿Dónde estás hospedado en
este momento?
—En un hostal… Tuve que salir del estudio donde vivía.
Yunho no entendía lo
del hostal, aunque sí sabía que un estudio era un apartamento con una sola
habitación; sin duda un sitio muy incómodo para vivir. Lo miró, preguntándose
si habría perdido peso por no estar alimentándose correctamente. Esa idea lo
inquietó de verdad.
— ¿Tienes hambre?
Él asintió, puesto que
hacía horas que había comido. Sus preguntas lo confundían.
— ¿No me vas a preguntar por el bebé?
La repetición de la
desafortunada palabra fue cómo si a Yunho le hubieran echado encima un jarro de
agua fría. Sus facciones se volvieron más pétreas.
—Pensaba que habíamos pasado ya de esa historieta improbable. No
te está haciendo ganar ningún punto conmigo.
Jaejoong se ruborizó de
nuevo.
— ¿Por qué estás tan seguro de que estoy mintiendo? ¿Es que tengo
que contratar a un abogado para que me tomes en serio?
Yunho se puso tenso de
una manera casi imperceptible; esa referencia al abogado no encajaba con las
conclusiones a las que había llegado.
—La verdad es que no te importa, ¿no es así? —Jaejoong sacudía la
cabeza con vergüenza y pesar— ¡Pero yo estoy criando a tus hijos!
— ¿Mis… hijos? —Repitió Yunho con incredulidad— ¿Es que te has vuelto loco?
—Tuve mellizos… ¿Tienes acaso idea de lo duro que es todo esto
para mí?
— Le preguntó Jaejoong con ahogo ― ¿Cómo te crees que me siento al tener que pedirte ayuda?
¡Mellizos! Esa palabra
en sí misma le causó más efecto a Yunho que ninguna otra. Él sabía que había
tenido un gemelo que había nacido muerto.
— ¿Me estás diciendo que diste a luz a mellizos?
— ¿Pero qué te importa a ti? —Exclamó él— Mira, para el coche y
déjame salir… ¡Ya no aguanto más!
—Dame tu dirección.
Mientras Yunho abría el
panel que los separaba del chófer para comunicarle algo en coreano, él juntó
las manos con fuerza para disimular lo mucho que le temblaban.
Yunho lo miró fijamente
con sus ojos oscuros.
— ¿Qué edad tienen los mellizos?
Por fin parecía que lo
estaba escuchando.
—Casi diez meses.
Lo improbable empezaba
a parecerle cada vez más posible. Sin embargo, a otro nivel, no podía creer que
él estuviera metido en una situación así. Instintivamente se negaba a creerlo.
— ¿Quieres decir que tus hijos son míos?
No había duda de lo
horrorizado que estaba Jung Yunho de que tal vez él le estuviera contando la
verdad. El vibrante tono dorado de su piel parecía de pronto más pálido, y la sorpresa había
apagado un poco la luz de su mirada.
— ¿Qué crees si no que estoy haciendo aquí…? Ah, ya; todavía
esperas que sea una broma pesada, una tomadura de pelo. Pues lo siento, pero no
soy un
estafador. Los mellizos son tuyos, y de eso no hay duda alguna.
—Insistiré en hacerme las pruebas de ADN —afirmó Yunho.
Jaejoong bajó la vista
para tratar de disimular la rabia que ese nuevo insulto lo hacía sentir. ¿Cómo se atrevía a decir eso?
Él era el único amante que había tenido en su vida, aunque él hubiera elegido
no darse por enterado. La cruel dentellada del dolor y del rechazo se escondía
tras su rabia, pero se negó a darle importancia. Ni una sola vez desde que él
se había alejado se había él permitido el lujo de regodearse con el dolor de su pérdida.
¿Entonces qué más había
esperado ese día de Jung Yunho? ¿Acaso había soñado que la recibiría con la
alfombra roja y que aceptaría inmediatamente
su anuncio? ¿Cómo iba a esperar eso de un hombre que no había mostrado
ningún interés por volverlo a ver? Era lógico que no estuviera contento, y
sabía que nunca lo estaría.
Después de todo, Jung
Yunho no sentía nada por él. Jae no había sido más que un amante pasajero en un
momento en el que él había estado aburrido y sin nada que hacer. El hecho de
aparecer de nuevo cómo lo había hecho, con aspecto desarrapado y cómo si las
cosas no le hubieran ido muy bien, no era más que una fuente de bochorno para
un hombre de su nivel, sofisticación y riqueza. Eso, añadido a lo de los
mellizos, lo convertía en el material de las pesadillas de cualquier hombre
soltero. Ni lo amaba ni quería estar con él. ¿Qué diantres podría significar
para él la paternidad? Los hombres sólo querían formar una familia con la persona
amada. Yunho no querría a sus hijos. Jaejoong se dijo que eso no le importaba,
y que lo único que necesitaba y deseaba de él era ayuda económica.
La limusina se detuvo.
Con un movimiento brusco que reveló su tensión, Yunho rompió su reserva y
colocó su mano morena sobre la suya.
—Si son mis hijos, juro que os daré todo lo necesario —susurró— Dame tu número de móvil.
—No tengo móvil.
Él sacó una tarjeta del
bolsillo, anotó un número y se la dio a Jaejoong.
—Es mi número privado.
Su número privado. Jaejoong
sintió ganas de llorar. Quería arrugar la tarjeta y tirársela a la cara sólo de
pensar que él no había querido darle ese número dieciocho meses atrás. La
angustia le impedía respirar con normalidad para lanzarle el horrible
comentario que tantas ganas tenía de hacerle. Lo había amado tanto; y había
sentido un dolor tan horrible cuando él lo había rechazado, que verse obligado
a estar de nuevo con él y que él lo rechazara de nuevo era meter el dedo en la
llaga.
Yunho lo observó cruzar
la atestada calle. Se movía con la esbeltez y la sinuosidad de un bailarín.
Apartó la mirada de él, y la puerta se cerró, encerrándolo con sus funestos
pensamientos. Si se podía decir que un hombre había abandonado a un joven con
buenas intenciones, él era ese hombre. Ahora parecía que aunque fuera el
ganador de la carrera en el cruel mundo de las finanzas, su vida privada estaba
destinada a ser un desastre. De nuevo había metido la pata. Y de nuevo tendría
que pagar el precio; tal y cómo lo había pagado Jae. Lo que le faltaba, se
decía con una amargura imposible de refrenar; con un sentimiento de
culpabilidad que no le abandonaría ya jamás.
¿Qué posibilidad había
de que los hijos de Jaejoong fuera suyos? Recordó la franqueza indiscreta de Jaejoong.
Su honestidad había sido una novedad para él. Con él nunca había habido medias
verdades. Todo había sido muy refrescante, hasta que él había pronunciado esas palabras
fatales que no podía soportar oír en los labios de otro joven: «te amo».
¿Por qué había
permitido que Jaejoong se bajara de la limusina? Seguramente él estaría diciendo
la verdad y él fuera
el padre de
sus mellizos. Ahogó un estremecimiento. Sabía exactamente
lo que se esperaría de él; y también sabía que no debía pensar en él ni en cómo
se sentía. Había cavado su propia tumba. Se acordó de que Jaejoong ni siquiera
tenía teléfono, y maldijo entre dientes.
—Tiene una cita, jefe —comentó Rain en tono de disculpa.
Yunho ignoró el
recordatorio de su subalterno. Impulsivamente, fue a Harrods y compró una
canastilla y un teléfono móvil último modelo del color favorito de Jaejoong.
Aquel comportamiento tan extraño en él lo asustaba de verdad. Llamó a su
abogado, y éste le aconsejó que debían reunirse enseguida, que buscara a un
especialista en pruebas de ADN y que fuera extremadamente prudente. Tal vez Yunho
se hubiera dejado llevar por el instinto de no haber sido porque su abogado le
recordó que la situación podría terminar en un escándalo enorme. Las visitas
personales y los regalos, le señaló, tan sólo reforzarían cualquier cosa que se
dijera en contra de él y se añadirían al riesgo de una sórdida publicidad.
—Tus abuelos…
Esas palabras fueron
suficientes para dejar a Yunho inmóvil. SungKee y Jung Seonmi se disgustarían
enormemente si su nieto se viera envuelto en un escándalo de esa envergadura.
No se podía jugar con la salud de la anciana pareja, por muy buena que fuera. A
corto plazo, Yunho aceptó de mala gana que sería mejor actuar con discreción y
cautela.
Jaejoong fue
interrumpido antes de subir las escaleras que conducían a su habitación.
Incluso mientras
hablaba Jaejoong se preguntó si estaría tomando la decisión correcta.
Una hora después,
volvió a casa de Junsu para recoger a Yoochun y a Changmin. Mientras su amigo
acompañaba a su eomma a la puerta, Jaejoong sacó a sus hijos del carrito y los
abrazó uno por uno con cariño. Yoochun lo recibió con una sonrisa y Changmin se
echó a reír.
—Bueno… ¿Qué pasó, entonces? ¿Conseguiste ver a Yunho?
Jaejoong le contó lo
ocurrido a su amigo, que escuchaba con ávido interés y que le hizo describir la
limusina al detalle.
—Está claro que Yunho está forrado de dinero —dijo Junsu con
expresión calculadora— ¿Y la mejor oferta que puede hacerle es una prueba de ADN? —Se burló— Va a tener que hacer mucho
más que eso.
—Se quedó sorprendido… Le daré un par de días a ver qué pasa —Jaejoong le enseñó la
tarjeta que el periodista le había dado.
— ¡Vaya! —Junsu le arrebató la tarjeta para estudiarla, más
impresionado por el interés del Daily
Globe que por ninguna otra cosa — ¿Ese Trev se molestó en seguirte? ¡Oye,
entonces Yunho debe de ser una celebridad! ¿Y dices que rechazaste la oferta
del reportero? ¿Es que le has vuelto loco?
—Primero tengo que darle a Yunho la oportunidad de ayudarnos.
—Pero si la prensa se entera de quién son hijos Yoochun y Changmin
sin que tú les digas nada, no vas a sacar nada de dinero.
Jaejoong empezaba a
sentirse muy incómodo.
—Lo sé, pero no creo que de momento nadie averigüe la relación
que tuve con Yunho. Quiero decir, nadie sabe nada de nosotros…
—Podrías ganar muchísimo dinero con esto, Jaejoong. ¿Es que no
tienes el valor de hacerlo? —le preguntó su amigo.
>>>♥<<<
— ¿Joven Kim?
Era el mismo hombre
delgado y rubio que había visto observándolo en el vestíbulo del banco.
— ¿Sí?
El hombre le dio su
tarjeta antes de presentarse.
—Me llamo Trev, Trabajo para el Daily Globe. ¿Le importa si le
pregunto qué relación le une con Jung Yunho?
—No sé de qué me habla —murmuró Jaejoong, sorprendido.
—Pues claro que lo sabe. ¡Acaba de bajarse de la limusina de ese
hombre!
— ¿Me ha visto? ¿Me ha seguido desde el banco? ¿Y también hasta
casa de mi amigo?
Eso le puso nervioso; Jaejoong
se volvió de nuevo hacia las escaleras. Pero el reportero se puso delante de él.
—He oído que tiene dos niños…
— ¿Y eso qué tiene que ver con usted?
—Jung es un hombre muy interesante —le dijo con mirada
significativa— La gente no habla de él. Vive en un mundo que
la mayoría de nosotros sólo podemos envidiar. Así que cualquier asunto personal
que resulte emocionante se pagaría con mucho dinero.
Jaejoong vaciló,
sumamente asqueado. Quería decirle que se largara y lo dejara en paz. ¡Si por
lo menos Yunho le hubiera prometido algo más concreto que un número de
teléfono! Junsu le había aconsejado que debía estar preparado para hacer
cualquier cosa con tal de darle a Yoochun y a Changmin una vida mejor. Реro
hablar con un periódico a cambio de dinero le parecía asqueroso, y quería
pensar que él estaba por encima de esa clase de cosas.
—Estamos siguiéndole la pista ahora, así que sí hay algún asunto
sucio, lo sacaremos a la luz de todos modos —la amenaza y la advertencia
acompañaron las palabras de Trev— ¿Así que por qué no nos lo pone fácil y gana de paso una buena
cantidad de dinero?
—No me interesa.
>>>♥<<<
—Yunho detestaría esa clase de publicidad, y jamás me perdonaría
por ello.
— ¿Y qué? ¿Qué te importa él?
—Siempre será el padre de mis hijos. No quiero enemistarme con
él. Presentar nuestra historia a los medios de comunicación será lo último que
haga.
Junsu le echó una
mirada de desprecio.
—Te estás comportando de un modo de lo más estúpido al
respecto. Hay mucho dinero en juego. Tu
problema es que todavía piensas que sientes algo por ese canalla…
Jaejoong se sintió
ofendido por esa sugerencia.
— ¡No siento nada por él!
—De poco te valdrá. Él no quiere saber ya nada de ti, ¿no? —dijo Junsu.
Al poco Jaejoong creyó
más conveniente marcharse, así que le dio las gracias a su amigo por cuidar de
los mellizos y se despidió de él.
A media mañana del día
siguiente, un hombre joven vestido de calle se
presentó a su puerta.
— ¿Es usted Kim Jaejoong?
Y cuando él asintió
para confirmárselo, él le pasó un teléfono móvil que tenía en la mano.
—Soy un abogado, contratado para representar los intereses de
cierta persona, joven Kim—le informó la voz por teléfono— Estoy seguro que
comprenderá la necesidad de discreción en este caso. ¿Está dispuesto a hacerse
una prueba de ADN?
Jaejoong se quedó sorprendido,
pero reconoció que esa rapidez de acción era una característica esencial de Jung
Yunho.
—Sí…
—Entonces firme la hoja de consentimiento y el asunto será
llevado a cabo inmediatamente con la mínima interrupción.
El joven le pasó un
sobre y un bolígrafo. Luego, se despidió. Sacó el documentó y lo leyó
brevemente antes de firmar. Yunho estaba haciendo lo que era más natural en él.
Para Jaejoong era algo insultante y humillante, pero un mal necesario si él quería demostrar la veracidad de su
historia. En media hora llegó un médico con un maletín. Le explicó que las
pruebas consistían en muestras de saliva de él y los mellizos. En pocos minutos
había llevado a cabo los procedimientos y se había marchado.
Esa noche Jaejoong se
paseó por la habitación, tratando de calmar a Yoochun. Aunque apenas eran las
nueve de la noche, alguien ya había golpeado en la pared para quejarse; y un
hombre llamó a la puerta y le pidió que hiciera callar a sus hijos porque él
trabajaba por turnos y estaba intentando dormir un poco. Jaejoong lloraba de
agotamiento mientras trataba de calmar a su hijo, que parecía tener las mismas
ganas de dormir que un búho. Era imposible que no volviera la vista atrás y se preguntara cómo era posible que su vida
se hubiera desviado tanto del camino que él se había trazado…
Después de que muriera
su padre, que era inglés, su eomma se lo había llevado de vuelta a su Japón
natal a vivir. Jaejoong había disfrutado de una infancia muy feliz en una pequeña
ciudad donde todo el mundo se conocía. Después de licenciarse en Económicas, se
había sentido muy feliz cuando había conseguido su primer trabajo cómo
secretario de dirección en Londres. Pero cuando su eomma había enfermado había
tenido que renunciar a su empleo y volver a casa.
A pesar de su mala
salud, Kim Minjung había insistido en mantener un par de empleos a tiempo
parcial. Y cómo tenía miedo de perder su trabajo, sólo se había animado a
seguir los consejos del médico cuando Jaejoong había regresado para sustituirlo
en su trabajo hasta que recuperara la salud. Minjung era el ama de llaves y
guardesa de una maravillosa casa con vistas al mar a unos kilómetros de donde él
vivía. Propiedad de un industrial Chino que pocas veces estaba allí, la
propiedad estaba situada al final de un camino vallado y poseía un precioso
terreno privado. Un día Jaejoong había tenido que preparar la casa para la
llegada de un misterioso huésped. Un accidente de coche había sido la causa por
la que los dos empleados que viajaban con Yunho no hubieran podido acompañarlo,
y la agencia de alquiler, sin saber que Jaejoong estaba sustituyendo a su eomma,
había recomendado a la misma para que temporalmente se ocupara de la cocina y
de la limpieza.
Después había llegado
un fax con detalles más específicos, y Jaejoong se había quedado verdaderamente
sorprendido al ver la cantidad de normas que debía seguir, desde el rígido
horario en el que debía servir las comidas, hasta su deber de ser tanto
invisible cómo absolutamente silencioso. Por otra parte, el sueldo ofrecido
había sido lo bastante generoso cómo para devolverle la sonrisa a su angustiada
eomma; y el equipamiento de tecnología punta que había sido instalado en el
despacho con balcón y vistas al mar le sugirió que el nuevo huésped estaría
demasiado ocupado cómo para fijarse en
que la persona que dirigía el servicio no era un profesional. Por supuesto,
acostumbrado cómo Yunho estaba a la perfección a todos los niveles, se había
negado a conformarse con menos; y Jaejoong, al que en el fondo le fastidiaba
estar allí de sirvienta, se había negado a mostrase humilde. Por eso el choque
entre ellos había sido inevitable.
El paso del tiempo no
erradicaría del recuerdo de Jaejoong la primera vez que había visto a Yunho.
Después de llegar en helicóptero, había ido directamente a la playa. Él lo
había observado desde la casa, anonadado con su magnificencia misteriosa y
elegante. Vestido con vaqueros y un suéter verde oscuro de cachemira, y con el
pelo revuelto por la brisa marina y barba de dos días, Yunho lo había embrujado
en un instante. Jamás habría imaginado que pudiera haber un hombre físicamente
tan bello, y menos que estuviera tan sólo y aislado cómo él. Un deseo
incontrolable había nacido en él desde ese mismo momento; un deseo que jamás
había logrado superar.
Alguien llamó a la
puerta y él se volvió hacia la entrada con consternación, temiendo otra queja justo cuando gracias a Dios Yoochun había pasado al ocasional quejido de insatisfacción. Se acercó de puntillas y
entreabrió la puerta una rendija, ya que estaba en pijama. Al verlo retrocedió
con confusión.
— ¿Puedo pasar? —le preguntó Yunho con evidente pesar.
Se sentía mal porque Rain
había insistido en que entrara al edificio clandestinamente por el callejón
donde estaban todos los cubos de basura. Sin embargo, instantes después, la
irritación de Yunho se había desvanecido en el aire, considerándola una
trivialidad comparada con el sobrecogimiento provocado por lo que veía a su
alrededor.
Anterior >>> ♥
<<< Siguiente
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Claro que la prueba de adn salio positiva por eso se hizo el tonto ahí si fue a pedir disculpa pero ojala que Jaejoong lo haga sufrir por desconfiado esta interesante este capítulo que voy a seguir esperando
ResponderEliminarvalla por fin se a presentado Yunho a conocer a sus hijos
ResponderEliminarespero que los saque de hay y los lleve a un lugar mas digno
Jae no le pongas las cosas fáciles así como el no confió en ti has le pagar por ello que sufra el un poco de no ser por que salio positivo en la pruebas y le confirmaron que los hijos son suyos no se hubiera presentado espero que des pues de tanto sufrir carencias esta ves le valla mejor tanto a Jae como a los niños
Gracias por compartirlo
Perdon. Pero Yunho si es un verdadero hijo de puta. No puedo creer lo canalla q es, y como de insignificante le resulta Jaejoong. Y siendo Jaejoong tan bello y magnifico, bueno el fic es asi xD. Bueno q se ponga los pantalones con los bebes, y ruego porq Jae se respete a si mismo. No soporto ver caer a la gente por mera atraccion, antes q por el hecho de como son. En fin. Muchas gracias. Pdta: Junsu me estresa, ya no se q tan amigo sea de Jae xD.
ResponderEliminarYunho es un idiota cono pudo hacer eso :/ acostumbra usar y desechar como objetos a las personas ashhh y el pobre jae le tiene consideraciones , otro ya habria hablado con la prensa para vengarse. Muy interesante esta historia me encanto. Gracias por actualizar amiga ^^
ResponderEliminarOmg muy muy interesante pobre jj , yunho es el que lo dejo ???
ResponderEliminar:(
Jae vengate de yunho por hacerte sufrir tanto :(
Qué esperabas Yunho que fuera mentira lo de jae, pero tu mismo has reconocido que el es la persona mas honesta que hayas conocido, al menos espero que ahora te hagas cargo de tus bebés, Jae esta muy cansado.
ResponderEliminarGracias!!!
Yunho realmente eres un idiota lo trataste de la peor forma no le dijiste nada cierto era tu secreto tsk y mira ahora como termino todo
ResponderEliminarYunho al.fin vera que Jae no le estaba mintiendo con respecto a sus hijod,ahora que hara Yunho????
ResponderEliminarYunho ya tendrá los resultados ? 😱😱😱
ResponderEliminarLos abuelos de Yunho deberían de estar felices no que querías nieto bueno ya tienen 2 XD corro a seguir leyendo !
No es justo para Jae, Yunho lo ha tratado como una mujer barata y no como la posible madre de quienes heredaran su fortuna. No quería hijo??? Entonces para qué amazar fortunas por una felicidad que según él no quiere??? Creo que sus abuelos estarán más que fascinados con la noticia¡¡¡¡ Mas vale que Yunho no se ponga digno porque bien que ayudo.
ResponderEliminar