Muy sorprendido por la
sorprendente confesión de Jaejoong, Yunho tuvo que echar mano de toda la
disciplina posible para dominar su rabia. Le sorprendía que su propuesta se
hubiera topado con el rechazo de Jaejoong.
Sin duda él reconocería
que el bienestar de los mellizos y su derecho a la herencia sólo podrían quedar
asegurados con su matrimonio. ¿O no? Era la solución más práctica, y él era un
hombre práctico. Sabía cuál era su deber para con sus hijos, aunque Jae no lo
supiera. Su familia era muy conservadora, y daban por hecho ciertos
convencionalismos. Tal vez su padre, que había sido un irresponsable, hubiera
ignorado esos principios; pero Yunho vivía de acuerdo a ellos.
Contempló a Jaejoong
con vehemencia, mientras una sensación poco habitual en él nublaba sus
habitualmente fríos pensamientos. ¿Jaejoong quería recuperar su vida de soltero?
¿Quería ir por ahí con otros hombres, acostarse con otros? Si su deseo era
experimentar eso, debería haberlo hecho antes de conocerlo a él, porque ya era
del todo imposible. Y era imposible teniendo en cuenta que él era el único
hombre con quien se había acostado. Frunció el ceño mientras trataba de
entender por qué la sugerencia de que fuera a meterse en la cama con otro lo
enfurecía de tal modo.
¡Dios!, él era el eomma de sus hijos, y ésa era razón suficiente. Eso lo
colocaba en una categoría especial y desde luego única, razonaba Yunho con
empeño. No tenía derecho a vivir la vida de un soltero. Pero tal vez ése no
fuera el mejor momento para confirmarle a Jaejoong esa inevitable verdad, ya
que su abogado le había aconsejado que los padres solteros tenían muy pocos
derechos por ley. Por primera vez se daba cuenta de que el matrimonio le
aportaría otras ventajas aparte de la sexual.
Tendría más control sobre él y sus hijos.
Entonces se dio cuenta
de que él estaba temblando y de que tenía los ojos llenos de lágrimas. Jaejoong,
al ver que se fijaba en él, se dio la vuelta y fue rápidamente hacia la
ventana, dándole la espalda. Se abrazó, tratando de controlar sus emociones.
¡Cómo se atrevía a sorprenderse de tal modo! ¿Cómo podía pensar que se casaría
con él, un hombre que sólo le había pedido en matrimonio por obligación? ¿Y
sobre todo, cómo podría casarse con un hombre que no tenía ningún interés en
sus hijos?
—No me siento bien alojándome aquí. Por favor, búscame un sitio
donde pueda alojarme lo antes posible —murmuró Jaejoong con tensión— Entonces cada uno podrá
continuar con su vida.
Yunho se quedó inmóvil,
atenazado por una intensa inquietud. Se daba cuenta de que había llegado el
momento de aplicar a esa situación la mente creativa que le hacía sobresalir en
los negocios. Su hostilidad y su deseo de independencia lo sorprendían, y sabía
que era esencial que no perdiera la comunicación con él. Tal vez les hiciera
falta un descanso en un entorno más relajado.
—Creo que podemos hacer algo mejor que eso —le aseguró con
tranquilidad— Esta noche tengo que dar una charla en Roma. ¿Por qué no tomas
un avión pasado mañana y nos juntamos en la casa que tengo en Italia para pasar
allí unos días?
La sugerencia lo pilló
totalmente desprevenido, y Jaejoong no fue capaz de disimular su confusión…
—Yo… bueno…
—Necesitamos tiempo y espacio para hablar de nuestras opciones…
al menos, tratémonos cómo amigos.
Jaejoong se inquietó al
sentir que la reacción inmediata a la sugerencia de ser amigos era la de
echarse atrás. No quería a Yunho cómo amigo. Sin embargo, sabía que su sensata
oferta debería aliviarlo. En su interior se debatían sentimientos encontrados;
incluso le irritaba la facilidad con que él parecía haber abandonado su
proposición de matrimonio.
—Te encantará el clima —comentó Yunho con naturalidad— Y los mellizos también disfrutarán.
—Sí… de acuerdo…
A Jaejoong le
impresionó que él lo contemplara de ese modo, y a la vez se sintió mal al
pensar que sólo una eomma cruel negaría a sus hijos tal beneficio.
— ¿Te importaría que pasara ahora un rato con los niños?
Yunho sabía cuándo
abandonar mientras llevara ventaja. Pero su pensamiento le devolvía las
imágenes del pasado: Jaejoong corriendo al jardín de la casa de Japón para
disfrutar de unos rayos del sol invernal, o relatándole la emoción que había
sentido durante su único viaje al extranjero. Y sin duda le habían conmovido
los felices recuerdos que Jaejoong de una infancia que a él se le había
antojado marcada por la pobreza y la escasez.
—Pues claro que no…
Su formalidad lo
distanció de él. Mientras lo acompañaba arriba, él le preguntó si todo lo que
había mandado llevar para los mellizos resultaba adecuado.
—Más que adecuado.
Jaejoong arqueó una
ceja con gesto sorprendido, ya que la niñera tenía experiencia y el cuarto de
los niños estaba lleno de juguetes y todo lo necesario para los bebés.
—La niñera, por supuesto, es temporal nada más. El personal a mi
servicio ya está elaborando una lista de opciones más permanentes. Tú podrás
emitir la decisión final —le aconsejó él— También lo he
organizado todo para que a corto plazo tus necesidades económicas y las de los
mellizos queden cubiertas…
Jaejoong se puso tenso.
— ¿Mis necesidades? Pero tú sólo tienes que preocuparte por las
de Yoochun y Changmin.
—Si mis hijos han de vivir con comodidad, tú también. Para hacer
eso, necesitas los fondos adecuados —respondió Yunho— Tendrás que aceptar unos
ingresos personales de mi parte aparte de los gastos y necesidades económicas
de los pequeños.
—Pero yo no podría…
—No veo qué remedio te queda. Está claro que has pasado sin
muchas cosas hasta ahora, pero ya no hay necesidad de hacer ese sacrificio.
Para empezar, necesitas ropa.
Aquel brusco comentario
silenció a Jaejoong, que sentía vergüenza de que él se hubiera fijado en que
sólo tenía algunos vaqueros y camisetas.
—Me ocuparé de que mañana alguien te lleve de compras. Los niños
también necesitan ropa.
Cuando Yunho entró en
el cuarto de los niños, Yoochun y Changmin mostraron un interés inmediato por
él. Yoochun se tambaleó al ponerse de pie, valiéndose de los barrotes de la
cuna, con una alegre sonrisa en su carita mientras le echaba los brazos a Yunho
para que lo levantara en brazos. Cuando, sin el apoyo del travesaño de la cuna,
se cayó para atrás, la afrenta a sus expectaciones fue tan grande que
estalló en un rabioso llanto.
Jaejoong se quedó
desconcertado al ver que Yunho iba directamente a donde estaba el niño y lo tomaba
en brazos, diciéndole en coreano lo que sonó cómo palabras de consuelo. En el
espacio de unos momentos Yoochun pasó del llanto a un animado gorjeo.
Igualmente confundido por su comportamiento, Yunho miró a su hijo,
maravillándose de que algún instinto hasta el momento desconocido pudiera
haberlo empujado a consolar inmediatamente a un niño disgustado.
Buscando también un
poco de atención, Changmin soltó en ese momento un grito. Jaejoong lo levantó en
brazos, pero Changmin parecía mucho más interesado en Yunho. Los mellizos
estaban acostumbrados a los doceles y mujeres, y la presencia de un hombre
resultaba fascinante para ellos. De modo que Jaejoong apretó los labios y ahogó
una innoble punzada de dolor cuando Changmin le echó los brazos a su padre.
—Son unos bebés muy simpáticos —dijo Yunho divertido y totalmente ajeno a la
atención que le daban sus hijos— Pero tendré que sentarme para poder estar con los dos.
Cuando Yunho se sentó
con agilidad en la alfombra, Jaejoong le sentó a Changmin a su lado. El pequeño
se levantó agarrándose al fuerte muslo de su padre y gorjeó de satisfacción. Jaejoong
observó maravillado cómo los mellizos se subían encima de su padre y lo tocaban
con creciente confianza y placer. Le agarraban del pelo, le tocaban la cara, y
se quedaron encantados cuando él les respondió con movimientos más emocionantes
y que comportaban más desafío que los de su eomma.
Por primera vez desde
el nacimiento de los mellizos, sus hijos lo ignoraron. Mientras Yoochun y Changmin
gateaban por el suelo, se echaban encima de su padre, y los minutos trascurrían
repletos de las risas y los chillidos de emoción de sus hijos, Jaejoong
entendió lo que era ser invisible. Jamás se le había pasado por la cabeza que Yunho
pudiera o incluso fuera capaz de salir de su reserva hasta tal punto.
Un rato después, llegó Rain
para recordarle a Yunho que pronto tendría que salir para el aeropuerto. Sus
duras facciones traicionaron la sorpresa que debió de sentir al ver a su jefe jugando con sus
hijos, y su sonrisa al contemplar la escena fue igualmente obvia.
—Se te va a quedar el traje cómo si le hubieras acostado con él —le dijo Jaejoong a Yunho.
Él se pasó la mano por
la cabeza y le dedicó una sonrisa de esas sonrisas suyas tan carismáticas, sin
ocultar la diversión que sentía.
—No creo haberme divertido tanto desde que salí de la escuela de
preescolar… con todos los niños juntos, allí jugando y peleándonos todo el día.
Tratando de permanecer
impávido ante la sonrisa letalmente atractiva de Yunho. Jaejoong se cruzó de
brazos.
—Yoochun y Changmin pueden ser bastante difíciles a veces.
Yunho se levantó con
facilidad y se encogió de hombros, despreciando su comentario negativo.
—Les gusto. Es un buen comienzo.
Como se sintió pequeño,
mezquino y celoso, trató de insuflar un poco de ánimo a su voz.
—Eso parece.
Los mellizos empezaron
a llorar cuando su padre se puso de pie se marchó; y tranquilizarlos otra vez
le costó un triunfo.
Esa tarde, a Jaejoong lo
invitaron a estar presente en las entrevistas de las niñeras. Cuando después le
pidieron su opinión, Jaejoong votó por una chica francesa llamada Maribel, que
era la más joven de toda las aspirantes, pero la que le resultó menos severa.
Al día siguiente, Rain
y otro hombre de seguridad acompañaron a Jaejoong a Harrods. Con la ayuda de
una persona designada al efecto, compró ropa nueva para sus hijos. El no tener
que preocuparse del precio le resultó liberador. Entonces se probó varios conjuntos
para él, y escogió los accesorios necesarios para acompañarlos. Cuando llegó el
momento de elegir ropa interior y camisones, se
sintió cómo un niño emocionado al que hubieran dado vía libre en una
tienda de juguetes.
Esa tarde, Jaejoong
visitó un salón de belleza, donde le arreglaron el cabello y le hicieron la
manicura y la pedicura. Se llevó también algunos cosméticos, y a medianoche
seguía experimentando con el maquillaje de ojos. Se tumbó en la cama, con el
cabello desplegado sobre la almohada y las manos con las uñas pintadas de rosa claro,
extendidas sobre la colcha. No tenía nada de malo enorgullecerse de su
apariencia, se dijo mientras el Jaejoong atrevido se debatía con el Jaejoong
más puritano, que le sugería lo ridículo
de todo aquello. El que Yunho hubiera estado casado con un joven con la cara y
el cuerpo de una diosa no implicaba que él tuviera que darse por vencido del
todo. En cualquier caso, Yunho y él se relajarían en Italia. Sería un nuevo
capítulo en su relación, una fase más civilizada y madura, se recordó medio
dormido, preguntándose por qué tanta sensatez le provocaba también tanta tristeza…
>>>♥<<<
A medida que el coche
avanzaba por la carretera llena de curvas, primero atravesando un pintoresco
pueblo medieval y después descendiendo por un valle donde corría un río de
aguas cantarinas que resplandecían bajo la luz del sol cómo un lazo de plata, Jaejoong estaba encantado
con su primera impresión de Italia. Hacía sol y buen tiempo, y el paisaje de
Umbría era impresionante.
A su lado, Yoochun y Changmin
estaban maravillosamente tranquilos. Los mellizos estaban echando los dientes,
y después de pasar una noche inquieta no habían estado de humor para un viaje
tan largo, de modo que se habían quejado bastante durante el vuelo. Jaejoong
esperaba que una buena siesta al llegar a su destino les sirviera para
recuperar el sueño que habían perdido.
La limusina avanzó por
una avenida hacia una villa que parecía suspendida en un tiempo lejano, y Jaejoong
no pudo esconder una sonrisa de pesar. Yunho nunca había parecido a gusto en la
ultra moderna mansión de Japón. La grandiosidad clásica, sin embargo, le
proporcionaba el marco perfecto. Nada más llegar a la villa le pasaron un
teléfono.
— ¿Quieres almorzar conmigo? —le preguntó Yunho.
Una sonrisa curvó sus
labios generosos, puesto que en un primer momento se había quedado decepcionado
al ver que él no había salido a recibirlos.
—Me encantaría… Pero primero quiero acostar a los niños…
Al oír parte de la
conversación, la nueva niñera. Maribel, le hizo señas para indicarle que no
había ninguna necesidad de que Jaejoong se uniera a ella en esa empresa.
—Ah… bueno, de acuerdo… Sí, puedo ir ahora —le dijo Jaejoong a Yunho—
¿Dónde estás?
—El coche te traerá hasta donde estoy.
La limusina arrancó de
nuevo y giró despacio por un camino empedrado con árboles a ambos lados. Jaejoong
se alisó la ropa con las palmas de las manos sudorosas; era una ropa sencilla
pero moderna y discreta con algunas flores de gasa. Unos minutos después, el
coche se detuvo y él salió del vehículo.
Yunho apareció por una
arcada cubierta de hiedra. Llevaba un traje de diseño en gris marengo de corte
informal y una camisa negra de rayas. Exudaba un estilo elegante y moderno. Jaejoong
trató de no quedarse sorprendido y de refrenar su respuesta habitual a aquella
belleza morena y atlética que poseía. Para sus adentros se dijo de nuevo que
eran amigos. Sin embargo eso no le valió de
mucho.
—El día de hoy marca un nuevo principio para nosotros… ― Jaejoong se mordió el
labio inferior con nerviosismo.
—Sí…
Las tupidas pestañas,
negras cómo el carbón, se cerraron un segundo sobre sus sorprendentes ojos
color ámbar, y al abrirlos Yunho estudió sus labios rosados con ardiente
intensidad. No podía entender cómo era posible que Jaejoong estuviera tan sexy con aquella ropa que escondía
sus curvas esbeltas y que tan sólo dejaba al descubierto un modesto trozo de
pierna. No entendía tampoco cómo unos días antes había podido negar la
atracción que sentía hacia él, y en ese momento arder en deseos por llevárselo
de nuevo a la cama fuera cual fuera la estratagema necesaria. Tal vez, se
decía, su fuerte reacción quedaba magnificada por el simple hecho de no haber estado
nunca tan centrado en un joven cómo lo estaba en él.
Desde el instante en
que Yunho se había dado cuenta de que seguir soltero significaría que Jaejoong
también seguiría soltero, con toda la libertad que ese estatus comportaba,
había visto la necesidad de actuar de un modo más autoritario. A diferencia de
la mayoría de los jóvenes que conocía Yunho, el pescar un marido rico no era en
absoluto la ambición de Jaejoong. Jae no quería casarse con él. Esa revelación
era para él un desafío mayor que ninguno, despertando en él un instinto de
cazador que llevaba mucho tiempo aletargado porque nunca había tenido que
perseguir a nadie. De modo que había planeado la caída de Jaejoong con la misma
implacabilidad y con la misma y precisión con la que llevaba a cabo los
más delicados tratos financieros. ¿Y el
romance? El éxito le llegaba fácilmente a Yunho en cada campo en el que probaba
suerte, y no veía por qué no iba a ser capaz de destacar en el amor tanto cómo
en otras cosas. Además, había preparado la trampa con mucho cuidado.
Jaejoong quedó cautivado
al ver la primera torreta a través de los árboles. El sendero boscoso daba a
una pradera de hierba. Una maravillosa galería cubierta de rosas trepadoras
rodeaba el tejadillo inferior de la tórrela. Se detuvo a la sombra de un
castaño para apreciar mejor la esencia del paisaje que tenía delante. En la terraza
había varias sillas de hierro forjado, festoneadas con colorida tapicería y
adornadas con cojines de seda, y también una mesa de mármol blanco que era una
obra de arte. En la mesa había vasos de reluciente y fino cristal y delicados
platos de cristal y plata repletos de exquisitos bocados.
Jaejoong se quitó los
zapatos para sentir en los pies el frescor de la hierba mullida mientras
continuaba observándolo todo. Era la primera vez que estaba apreciando de
verdad lo inmensamente rico que era Yunho. Iban a disfrutar de un almuerzo al
fresco en un jardín digno de las más prestigiosas revistas del corazón.
—Es maravilloso… —susurró Jaejoong— Pero a ti no te gusta comer fuera…
—Y a ti sí.
— ¿Y desde cuándo antepones lo que me gusta a mí a lo que te gusta
a ti?
—le preguntó Jaejoong, sin mala intención, sino queriendo averiguar el porqué
de aquel cambio.
— ¿Yo trato de hacer algo sensato y amable y tú quieres discutir
sobre ello? —se burló Yunho con su fuerte acento.
Jaejoong se puso
colorado.
—Naturalmente, sabía que disfrutarías de un sitio cómo éste —con un gesto de la
mano abarcó el maravilloso enlomo donde almorzarían al aire libre— Mi único objetivo era
complacerle.
—Es precioso, sencillamente precioso…
Avergonzado por la
falta de tacto que había hecho que sus palabras sonaran más a crítica que a
alabanza, Jaejoong se entretuvo extendiendo un par de colchas sobre la hierba y
distribuyendo los cojines al azar. Mientras, Yunho se quitó la americana y
sirvió el vino. Jaejoong bebió con más sed que delicadeza, porque incluso a la
sombra de los castaños tenía calor. Se sentó sobre la colcha y contempló la
torre antigua.
— ¿La construyeron sólo para embellecer los bosques? ¿O es que
alguien vivió aquí?
—El Palazzo fue construido por un noble en el siglo XVI; en la
torre tenía a su amante.
Relajado sobre la
colcha, Jaejoong ignoró la invitación de Yunho para que se sentara a comer a la
mesa.
— ¿Y estaba casado?
Yunho dejó la silla a
un lado, pensando que la informalidad de la colcha sería una ventaja para él, y
lo miró con humor. A veces su inocencia le hacía gracia, pero no quería herir
sus sentimientos. Le ofreció un plato de canapés para que se sirviera y le
rellenó la copa de vino.
—Nunca lo había pensado, pero supongo que sí.
—Un esposo o esposa y un amante a tiro de piedra…
Jaejoong bajó la vista,
sintiendo que su imagen viril había quedado impresa en sus sentidos cómo la
marca del hierro candente. Sintió la tentación de comentar que estaba seguro de
que él no se comportaría mejor si fuera a casarse por puro deber. Tenía tantas
ganas de preguntarle por Heechul… Pero se resistió a la tentación, ya que él le
había dejado claro que eso era algo sobre lo que no deseaba conversar. Le
dolía, recordándole que no tenía el estatus adecuado en su mundo.
Yunho se sentó a su
lado con aquella elegancia de depredador que siempre le había llamado la
atención. Jae bajó la vista para evitar su mirada, mientras él le preguntaba
por los mellizos y el vuelo. Tras pasar unos minutos charlando, su tensión
cedió y empezó a relajarse, deleitándose con el sol que se colaba entre las
hojas de los árboles. El calor le había quitado el apetito, y se sentía un poco
aturdido por el vino.
—Esto es tan precioso… pero supongo que tú no le darás tanto
valor, habiéndote criado en este ambiente.
—Pero yo no nací entre algodones — murmuró Yunho con
rotundidad— Mis abuelos
me acogieron cuando yo tenía seis años, y me adoptaron dos años después.
Asombrado por esa
confesión. Jaejoong lo miró con el asombro reflejado en sus ojos.
—Mis padres no se casaron. Yo fui el resultado de una noche loca — añadió Yunho con
pesar — Mi madre era
azafata del jet familiar entonces. Empezó a tomar drogas cuando yo tenía dos
años y murió cuando yo tenía cinco. Yo estaba en una casa de acogida cuando mi
abuelo, SungKee, se enteró de mi existencia.
Jaejoong no daba
crédito a sus oídos.
— ¿Y es que tu padre no hizo nada? ― Yunho se encogió de
hombros.
—Jamás me reconoció ni ayudó a mi madre. Era un inútil. Mis
abuelos se pasaron la vida limpiando la suciedad que iba dejando a su paso.
Murió en un accidente de esquí cuando yo tenía diez años.
—Vaya, cuánto lo siento…
Sintió que tenía ganas
de llorar. Se sentía tan culpable de haber asumido tantas cosas sobre su origen
privilegiado. Se le encogió el corazón al pensar que en sus primeros años le
habían negado el amor y la seguridad que todo niño pequeño merecía.
Yunho vio el esfuerzo
que hacía para no echarse a llorar, y se maravilló de la profundidad de sus
sentimientos hacia el niño que hacía tanto que había dejado atrás. En una
ocasión, lo había encontrado llorando con un cuento de hadas, y la ternura de
su corazón lo había fascinado. Fascinado, y luego horrorizado, reconoció
mientras rápidamente ahogaba de nuevo aquel recuerdo.
—Sobreviví —respondió él en tono ligero— Estás delicioso con esa ropa,
Yobo.
Ese cambio de tema y de
humor dejó a Jaejoong totalmente confundido.
Pestañeó. Consciente
algo tardíamente de la apreciación en el rostro de Yunho, sintió que se ponía
colorado y que el pulso se le aceleraba. Agarró el vaso con más fuerza, como si fuera un
salvavidas y él corriera el peligro de ahogarse.
—Creo que me tomaré otra copa… ― Yunho le retiró el vaso de la mano.
—Lo siento… cuando no has comido mucho, dos copas es tu límite.
— ¿Cómo dices?
—Con tres estás muerto de risa y contando chistes malos —le recordó Yunho sin
vacilar— Con cuatro
empiezas a menear el trasero y a sentarte en mi regazo. Y tanto ánimo podría
resultar peligroso.
Ese recuerdo burlón de
su comportamiento durante cierta ocasión en Japón consiguió que Jaejoong se
sonrojara hasta la raíz del cabello.
— ¡De verdad que hice el idiota!
Yunho se echó a reír y
deslizó la punta de un dedo con suavidad por su clavícula.
—Siempre picas. Sólo estaba de broma.
Aunque su caricia había
sido informal y breve, a Jaejoong lo dejó sin aliento.
—No estaba acostumbrado a beber vino.
—A mí me pareciste muy natural y sexy. Pero supongo que ahora no
debería estar diciéndote esto.
Sediento de tales
lisonjas, Jaejoong se agarraba a cada palabra suya, deleitándose con lo que
decía aunque no creyera ni una palabra. Todo el diálogo adoptó de pronto el
tono provocativo de lo prohibido, y trató con empeño de no sucumbir.
—No, no deberías… ¿Hay alguien en tu vida en este momento?
—Habría habido otra persona, pero te deseaba más a ti —reconoció Yunho sin
dudarlo.
Al admirar la
impresionante belleza de sus facciones bronceadas, su mirada de ojos verdes
colisionó con la suya de aquel dorado oscuro tan extraño. Enmarcada por sus
lustrosas pestañas negras, su mirada era un arma potente: y a Jaejoong le latía
el corazón tan deprisa que temió estar al borde de un ataque de pánico. Su
sinceridad lo conmovió profundamente.
Yunho había dejado de
respirar también, y ese descubrimiento lo sorprendió y conmovió. Con la misma
celeridad, sin embargo, la fiera excitación sexual fue más fuerte que cualquier
cosa. Y sin prisas entrelazó sus dedos entre los bucles pelirrojos que le caían
sobre su hombro delicado.
—Quiero besarte, cariño —le dijo en tono ronco.
«Di que no», le urgía una voz en su interior. Estaba rígido de
tensión, y sin embargo totalmente consciente del cosquilleo que sensibilizaba
su pecho, de la cálida sensación cómo miel caliente que tenía en el vientre. Se
sentía vivo, locamente vivo, y temerario al mismo tiempo.
—Un beso —murmuró Yunho con voz suave y ronca, y su sencillo elogio
estaba cargado de fuerza masculina.
Jaejoong tembló,
sabiendo que no se conformarían con un beso, sabiendo que querría continuar. Se
detestaba a sí mismo, pero su sensualidad lo esclavizaba con más fuerza que
cualquier cadena y lo atormentaba con su debilidad.
—Pero, nosotros…
—Ardemos en deseos de devorarnos el uno al otro.
Yunho agachó su apuesta
cabeza muy despacio, cómo si tuviera todo el tiempo del mundo.
Le echó la cabeza hacia
atrás, tirando con delicadeza de su melena cobriza, y dejó que su boca sensual
y firme trazara un delicado camino sobre su cuello, suave cómo la seda, hasta
llegar a la parte de atrás de la oreja…
Cuando avanzó hacia la
invitación de sus labios entreabiertos, él temblaba ya cómo una hoja y se
agarraba a sus hombros anchos que le servían de sujeción.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
por mas que Jae se quiera hacer el difícil con Yunho no puede pues nadie puede resistirse a Yunho con ese porte y esa belleza no se puede pobre Jae no podrá ser tan indiferente ante Yunho por mucho tiempo y terminara cediendo a sus encantos
ResponderEliminarGracias
Ahhhh me gusto mucho el capitulo, solo espero que Yunho no este jugando con Jaejoong solo para cons3guir que se case con él.
ResponderEliminarGracias por actualizar, estare esperando el siguiente.
Hoola.
ResponderEliminarQue capítulo más interesante, estuvo buenísimo. Me encanta la relación de Jae y Yunho es tal intensa.
Me has dejado con muchísima curiosidad, espero pronto actualices.
Gracias.
Cuidate mucho, saludos.
Que malo Yunho haciéndole una trampa a Jae para que acepte casarse con el estuvo emocionante el capítulo seguiré esperando el siguiente gracias
ResponderEliminarDios! Dios! ..... Yunho sabe jugar muy bien y aunq se sienta deseoso de Jaejoong, me da coleeeera. Y Jaejoong es un tontolin, no aprende, enserio. Gracias!!!
ResponderEliminarYunho le confeso sus orígenes o.o bueno, entiendo que yunho paso por cosas tristes y aparte perdio a su esposo por ello se volvio duro pero Jaejoong y sus hijos al parecer estan ablandando ese duro corazón** gracias por el cap amiga.
ResponderEliminarSi se desean tanto porque se separaron antes ?
ResponderEliminarAhora los bebes son un lazo irrompible
Owww una hermosa familia ❤❤❤❤❤
Muchas gracias por todos los capitulos
Esperare tus actus.
Yunho se conmueve tanto con sus reacciones cae rápido en sus encantos enserio no siente algo mas que no sea solo desea carnal no se enamoro y tenia miedo por eso se separó de él bueno bueno y Jaejoong que no le puede decir que no aun lo ama
ResponderEliminarAunque Jae no quiera caer en la tentación de Yunho le es muy dificil porque todavía lo quiere y Yunho le pasa lo mismo se siente atraído por Jae.
ResponderEliminarYunho esta jugando sucio con Jae lo unico que quiere es que Jae caiga en su trampa,espero que no siga con su plan porque terminara lastimando a Jae
Yunho presiento que vas a caer en tu propia trampa , tu juego sucio no solo va hacer sufrir a Jae......bueno veremos en que terminan....gracias Pholet me encanta tus historias.
ResponderEliminarAwww hay amor y mucho deseo ahí <3 <3
ResponderEliminarQue fea infancia tuvo Yunho.
Ya quiero que pasen a la segunda base XD
El que juega con fuego se quema y Yunho esta a nada de Chambuscarse... su trampa le juega en contra. Jae es tan transparente e ingenuo que esta llendo por el caminito... lo interensante es que se lleva a Yunho tras él se desean tanto que no ven el amor que se tienen jajaja y ese par de mellisos encantadores ya tienen el kokoro de su padre en la mano. AIGOOOOO TAN LINDO EL CUADRO DE MI CHUNNIE EN LA CUNA Y EL PAPÁ JUGANDO CON SUS BEBÉS.
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