El
timbre de la puerta se puso a sonar justo en el momento en que Jaejoong,
agarrado con las dos manos a la taza del sanitario del cuarto de baño,
inclinaba la cabeza hacia adentro. Había sentido de repente unas náuseas
terribles. Nunca había sentido antes una sensación igual. Era como estar
haciendo el peor viaje en barco de su vida. Su pequeño apartamento alquilado
parecía dar vueltas a su alrededor. Pero no era sólo el apartamento, también el
olor de algunas cosas le producían una sensación de vómito. Había abierto una
lata de comida para Vick y había tenido que subir corriendo las escaleras para
llegar a tiempo al cuarto de baño.
El
timbre de la puerta volvió a sonar de nuevo. Ahora con el acompañamiento de los
ladridos de Vick.
Jaejoong
se lamentó de lo inoportuno de la llamada y se limpió la cara con una toalla.
Estaba muy pálido y tenía ojeras.
Bajó
la escalera agarrándose con fuerza a la barandilla, temiendo que pudieran
flaquearle las piernas en cualquier momento. Medio aturdido y con la mirada
perdida, consiguió al fin llegar a la puerta principal, donde estaba ya Vick
moviendo el rabo muy alegre. Abrió.
― ¡Dios!
¿Qué demonios te ha pasado? ― dijo Yunho nada más
verlo, sujetándolo entre sus brazos y dando una orden tajante a Vick para que se
marchara de allí ― ¿Estás
enfermo, Jaejoong? ― preguntó él con gesto de preocupación.
― Siento
unas náuseas espantosas ― respondió con un hilo
de voz ― Llevo así casi una
hora. Cuando abrí la lata para ponerle la comida a Vick…
― Bueno,
eso lo explica todo ― dijo él ― Enviaré a alguien para que recoja tus
cosas. Necesitas reposo. Yo daré de comer a Vick a partir de ahora. Tú lo que tienes
que hacer es descansar y cuidar de que no le pase nada al bebé. Lo primero que
vamos a hacer es pedir cita ahora mismo para el ginecólogo.
― No,
no quiero que me diga las probabilidades que tengo de perder a mi bebé ― dijo, apartándose el mechón de pelo que le
caía por la cara. Yunho sintió como si una garra le retorciera las entrañas.
― No
vas a perder esta vez a nuestro bebé, Boo, yo voy a estar tu lado para
impedirlo.
― Tú
no puedes hacer nada, Yunho ― dijo mirándolo con
expresión apenada.
― Tenemos
que luchar y tener confianza, Jaejoong. Sé que es aún muy pronto, pero esas
náuseas que tienes son una buena señal. He leído en algún sitio que, cuando una
mujer tiene muchas náuseas en las primeras semanas del embarazo, significa que está
desarrollando una actividad hormonal muy importante y beneficiosa para el
futuro del feto. Hay que mantener la esperanza y confiar en que esta vez todo
saldrá bien.
― Me
da miedo tener esperanza ― dijo Jae con voz
apagada dándose la vuelta ― Me
siento como si me hubieran dado un regalo que no pudiera tener en las manos y
tuviera el presentimiento de que fueran a quitármelo en el último momento.
― No
puedes pensar así, Jaejoong. Tienes que ver las cosas de forma más positiva.
jae
se volvió de nuevo para mirarlo con expresión seria.
― Sé
que no te gusta hablar de ello, pero tú perdiste a tu hermana cuando tenía solo
tres meses. Era una niña con vida, que respiraba y se reía cuando la miraban.
Nuestro bebé es sólo un pequeño embrión, incapaz de vivir fuera de mi cuerpo. ¿Qué
garantía podemos tener de que no siga el mismo camino que sus hermanos o que no
podamos perderlo en el futuro como tu perdiste a tu hermana?
El
rostro de Yunho pareció cubrirse con una máscara, como el escenario de un
teatro cuando cae el telón. Jaejoong comprendió que se había excedido, que se
había pasado de la raya. Había osado hablar del tabú de la familia, del asunto
prohibido que nadie se atrevía a mencionar. Pero él quería buscar en Yunho la
seguridad que a él le faltaba. Deseaba que su embarazo fuera el aglutinante que
los uniera a los dos para sacar adelante su
matrimonio.
― Son
dos casos completamente distintos. No tienen nada que ver el uno con el otro ―
respondió él muy sereno e impasible ― Ya hemos recorrido este camino antes. Es difícil y está lleno de
obstáculos, pero hay cosas que están esta vez a nuestro favor. Ha sido una
concepción natural y se ha producido más de dos años y medio después de tu
último aborto. Ahora es diferente. Lo hicimos nosotros mismos, sin inyecciones
de hormonas, ni gráficos de temperaturas. Nos pusimos a ello, hicimos lo que
había que hacer y ahora estamos esperando un bebé. Eso es lo que cuenta y
tenemos que tomar las cosas tal como vengan.
Jae
apretó los labios hasta que se pusieron tan blancos como su cara.
― ¿Y
si al final sale mal?
― Esta
vez todo saldrá bien, Jaejoong ―
replicó Yunho muy seguro de sí.
Jae
necesitaba apoyarse en su seguridad, pero presentía que Yunho estaba tan
preocupado como él, aunque no lo demostrase.
― Yunho…
¿Qué fue lo que sentiste cuando perdí a los otros bebés?
― Me
sentí desolado, por ti y por mí. Yo no acostumbro a mostrar mis sentimientos
cuando me tengo que enfrentar a un problema. Es lo que siempre he hecho, tanto
en los negocios como en los asuntos familiares ― Yunho hizo una pausa y respiró hondo ― Pensé que tenía que mostrarme fuerte
para darte confianza y servirte de apoyo. Ahora me doy cuenta de que quizá me
equivoqué.
― Me
habría gustado saber lo que sentías…
― ¿Y
en qué habría cambiado eso las cosas?
― No
lo sé…
― No
quería angustiarte más haciéndote ver mi propio sufrimiento ―
dijo él acariciándole las mejillas con las dos manos ― Pero ahora veo que debería haberte
abierto mi corazón para que comprendieras que yo también sentía lo mismo que
tú.
Jaejoong
se sintió más aliviado por aquellas explicaciones, pero aún había algo que le
preocupaba. ¿Por qué razón él había querido seguir con su matrimonio, a pesar
de los abortos que había tenido? Incluso, aunque finalmente consiguiera darle
el heredero que él tanto deseaba, ¿podría seguir viviendo a su lado, sabiendo
que lo hacía sólo como eomma del heredero de los Jung y no como el amor de su
vida, como él deseaba?
― ¿Le
has hablado a tu abuelo de este embarazo? ― preguntó Jae.
― No,
pero creo que debemos decírselo cuanto antes ― respondió él
bajando las manos ― Sería
para él una inyección de optimismo saber que va a volver a ser bisabuelo en
pocos meses. Sólo desearía que pudiera vivir lo suficiente para verlo.
Jaejoong
se hizo eco del dolor que conllevaban sus palabras. Él también sentía
profundamente la enfermedad de YongHwa. Aún no podía creer que el patriarca de
la familia, aquel hombre tan fuerte y lleno de vida, se estuviera enfrentando a
la muerte. Comprendía el dolor de Yunho. Se esperaba además de él que llevase
los destinos de la familia en aquella difícil época de crisis por la que estaba
pasando el imperio de los Jung.
― A
mí también me gustaría que pudiera vivir para ver a nuestro bebé si al final…
― Decidido.
Se lo diremos en cuanto volvamos de la consulta del médico
― dijo él ― Tengo
el coche afuera esperando. Vamos a irnos de aquí derechos a la clínica. ¿Necesitas
algo?
― Creo
que necesito darme una ducha.
― Está
bien, date un ducha mientras yo pido cita para el médico
― dijo él sacando el móvil del bolsillo ― Diré a alguien del servicio que venga a por Vick y se lleve tus cosas a
la villa.
Todo
sucedió en un abrir y cerrar de ojos, sin que Jaejoong apenas se diese cuenta. Yunho
puso en marcha sus habilidades organizativas y en poco tiempo todo estuvo
controlado y de acuerdo con sus planes. Jae había luchado toda su vida por
conseguir ser independiente pero ahora comenzaba a sentir el alivio y el
desahogo de tener a alguien que se hiciera cargo de las cosas, que lo hiciera
sentirse seguro y protegido, y lo descargara de las preocupaciones.
Se
sintió mucho mejor después de ducharse. Las náuseas parecían haber remitido. Se
puso unos vaqueros y un suéter de cachemira y se echó una gabardina por los
hombros por si luego hacía frío. Bajó las escaleras. Yunho estaba ya abajo
esperándolo. Sonrió al verlo.
― Tienes
mucho mejor aspecto. ¿Te encuentras mejor?
― Sí,
ya me encuentro bien.
Yunho
abrió la puerta y se echó a un lado para que él pasara. Luego, al ver que Vick
se ponía muy contento pensando que iba a salir de paseo, le ordenó con
autoridad que se fuese a su sitio en el cuarto de lavar la ropa.
― Lo
encuentro un poco indisciplinado ―
dijo Yunho mientras lo acompañaba al coche, aparcado en la puerta misma del
apartamento a pesar de estar prohibido, y activaba el mando a distancia para
desbloquear las cerraduras ― Se
nota que has sido demasiado blando con él.
Jae
lo miró con aire de resentimiento.
― Está
un poco trastornado por los traslados ― dijo ― Mirándolo, comprendo ahora lo que deben
sufrir los niños cuando sus padres se divorcian. Debe suponer para ellos un
verdadero desajuste tener que estar viviendo unas semanas en casa de su madre y
otras en la de su padre.
Yunho
le abrió la puerta del coche y lo sostuvo hasta que él entró.
― Yo
no fui el que inició el proceso de divorcio ―
dijo Yunho con una mirada que parecía decirlo todo.
― No,
pero habrías acabado haciéndolo antes o después ―
replicó Jae.
Yunho
no contestó a aquella especulación, se limitó a cerrar la puerta y a dirigirse
a su asiento con expresión sombría.
Jaejoong
se puso el cinturón de seguridad con un movimiento brusco y esperó a que él se
acomodara en el asiento del conductor.
― Estoy
haciéndolo lo mejor que puedo, Yunho. No ha sido mi intención maleducar y
consentir a Vick. El animal te echa de menos, eso es todo. No me di cuenta
hasta que nos separamos.
― Bien,
eso es algo de lo que ahora ya no tenemos que preocuparnos.
― No
estoy yo muy seguro. Aún no hemos llegado a un acuerdo sobre su propiedad
― dijo Jae ― Creo
que yo también tengo algo que decir, ¿no te parece?
Yunho
metió la marcha con un movimiento brusco de la mano y arrancó el coche con un
rugido de neumáticos.
― Jaejoong,
estoy cansado de tener que pasar por el malo de la película ―
suspiró Yunho resignado ― Sé
que no soy el mejor marido del mundo, pero tampoco creo que sea el peor. No
hemos tenido mucha suerte hasta ahora, pero mucha gente tiene problemas incluso
peores. Deberíamos comportarnos como personas maduras y hacer frente a las
dificultades.
Jaejoong
se mordió la lengua para no decir las cosas que pugnaban por salir de sus
labios. Yunho siempre trataba de exponer las cosas como si él fuera la persona
madura que veía todo con sensatez y Jae sólo un chiquillo que se echaba a
llorar en cuanto tenía el menor problema. Los nueve años de diferencia que
había entre ellos parecían a veces levantar un obstáculo en su relación.
― No
tenemos nada en común ― dijo Jae ― No comprendo cómo vamos a conseguir que
funcione nuestro matrimonio cuando ya ha fracasado una vez.
― Te
equivocas, tenemos más cosas en común de las que tú te crees. A los dos nos
gustan los perros, por ejemplo.
― Hay
mucha gente a la que le gustan los perros ― replicó Jae ―
pero eso no significa que
puedan vivir en pareja y ser felices juntos.
― Al
menos es un buen comienzo, Jaejoong. Y además, en nuestro caso, tenemos otra
ventaja. Congeniamos muy bien en la cama. Somos sexualmente compatibles. Eso no
me lo puedes negar, ¿eh?
Jae
desvió la mirada avergonzado, cruzó las piernas y se abrazó las rodillas con
las manos, en un intento de sobreponerse al rubor que había empezado a subirle
por las mejillas.
Yunho
apartó una mano del volante y la puso sobre las suyas.
― Deberías
poner una cara más alegre por si acaso hay paparazis rondando por aquí. Es muy
importante para mí que mi abuelo crea que esto es una reconciliación de verdad.
Jaejoong
le miró atentamente mientras él retiraba la mano para cambiar de marcha.
― ¿No
te sientes mal engañando a tu abuelo? ―
preguntó Jaejoong ― Siempre
has estado muy unido a él. ¿No crees que acabará dándose cuenta de que esto es
sólo una farsa?
― Yo
no lo veo así ― dijo él encogiéndose de hombros ― Y no creo que le esté mintiendo en
absoluto. Por mi parte, la reconciliación es lo único que deseo. El divorcio es
algo que no entra en mis planes.
Jae
frunció el ceño, observándolo atentamente, mientras él seguía muy atento con la
mirada el tráfico de la carretera.
― Tú
no me pediste que volviese contigo cuando decidí iniciar nuestro proceso de
divorcio.
Él
le dirigió por un instante una de sus miradas impenetrables, antes de volver a
concentrar su atención en la carretera.
― Sabía
que no te estaba haciendo feliz. Pensé que no tenía sentido, en esas
circunstancias, seguir haciéndote desgraciado sólo para guardar las
apariencias. En todo caso, después de cinco años, creo que deberías ya saber
que no soy un hombre muy dado a pedir cosas.
«No, claro que no», pensó Jaejoong. El
maldito orgullo de los Jung siempre tenía que salir a relucir.
― Así
que la única forma de conseguir que volviera contigo fue haciéndome chantaje
emocional ― dijo Jaejoong ― Sabías que no le negaría nada a YongHwa y te aprovechaste de su
enfermedad.
― Tal
como lo dices, parece como si yo hubiera proyectado su enfermedad para obtener
un beneficio ― replicó Yunho ― Daría cualquier cosa porque mi abuelo
pudiera seguir vivo diez años más, pero desgraciadamente parece que eso no es
lo que el destino ha decidido para él.
― De
cualquier modo, esta situación te favorece. Así consigues aplazar el pago del
dinero del divorcio unas semanas más, si no unos meses.
Yunho
lo miró un instante como si fuera un niño desobediente al que había que
reprender por su conducta.
― Y
podrían ser también años. Jaejoong, tienes que meterte esto en la cabeza: los Jung
no nos tomamos el divorcio a la ligera.
― ¿Crees
acaso que me preocupa tu maldito dinero? Con el dinero se pueden comprar muchas
cosas, pero no se puede comprar lo más importante de la vida.
― No
parece que tú le hicieras muchos ascos al dinero cuando te casaste conmigo
― replicó él con una mueca de desprecio ― No te oí nunca quejarte de los viajes de lujo, ni de las joyas y trajes
de marca que te compré.
― Quizá
no te dieras cuenta, pero me dejé al marcharme la mayor parte de las cosas que
me regalaste, incluyendo los anillos.
― Los
tengo guardados en la villa y quiero que te los pongas a partir de ahora.
Jaejoong
estuvo tentado de decirle dónde podía meterse los anillos, pero se abstuvo de
decírselo pensando en hacer feliz a YongHwa en las semanas que le quedasen de
vida. No era el momento para ponerse a discutir con Yunho, estaban en medio de
una tregua y él debía respetarla por el bien del abuelo que tanto había luchado
por la felicidad de su familia.
La
sala de espera de la clínica estaba llena de gente pero, nada más llegar, una
enfermera les pasó directamente a la consulta del ginecólogo que había tratado
a Jaejoong en el pasado.
Tras
un breve reconocimiento, el doctor Cho se mostró muy optimista sobre la marcha
del embarazo.
― Tiene
una salud excelente, señor de Jung ―
dijo el doctor ― Ha
perdido quizá algo de peso, pero es algo que recuperará pronto con una dieta
adecuada y descanso. Le haremos una analítica completa. El test de embarazo que
se hizo en casa es bastante fiable, así que, si le parece bien, teniendo en
cuenta su historial, haremos una ecografía intra-anal en la salita de al lado
para confirmar que esta vez todo marcha bien.
― ¿Quieres
que te espere fuera? ― preguntó Yunho a Jaejoong.
Aunque
la exploración era más invasiva que una simple ecografía abdominal, él negó con
la cabeza. No quería privarle de que viera las primeras señales de vida de su
hijo, y además, necesitaba su apoyo.
― No,
por favor, quédate.
― Pasen
adentro ― dijo el doctor Cho acompañándoles a la salita
contigua.
El
doctor les dejó unos segundos mientras Jaejoong se desnudaba, se ponía una bata
blanca encima y se tumbaba en la mesa de reconocimiento.
Miró
a Yunho con gesto preocupado y él le devolvió una sonrisa de confianza.
― No
te preocupes por nada, Boo. El doctor parece muy seguro de que tanto el bebé
como tú estáis perfectamente bien.
El
doctor Cho regresó a la salita, se puso unos guantes y les fue explicando lo
que iba haciendo con todo detalle. Les dijo dónde estaba el embrión, que tenía sólo
cuatro centímetros.
― Eso
que se ve ahí es el latido del corazón ―
dijo señalando un punto de la pantalla del monitor ― Esa pequeña masa en forma de C está
ahora en pleno desarrollo y esa especie de pequeños muñones que se ven ahí se
convertirán dentro de pocas semanas en los brazos y las piernas. No tienen esta
vez de qué preocuparse. El bebé parece gozar de una salud envidiable.
¡Enhorabuena!
Jaejoong
no pudo evitar romper a llorar mientras el doctor recogía todo el equipo. Yunho,
sin decir nada pero con los ojos sospechosamente húmedos, le dio un pañuelo
para que se secara. Era aún demasiado pronto para hacerse ilusiones, se dijo Jae.
También había pasado antes por aquellas mismas pruebas y había acabado
perdiendo al bebé. Pero un rayo de esperanza le decía que esa vez las cosas
iban a ser diferentes, que el pequeño ser que había visto en el monitor parecía
mucho más robusto que los otros cuatro que se habían malogrado en sus primeros
dos años de matrimonio.
Ya
en el coche y de camino a la villa, ambos permanecieron en silencio. Era un
silencio tenso pero apacible. Jaejoong se preguntó en qué estaría él pensando,
si estaría nervioso, entusiasmado, preocupado, o las tres cosas a la vez. Lo
miró una y otra vez, tratando de encontrar una pista, pero él seguía muy
concentrado sin apartar la vista de la carretera, con el ceño ligeramente
fruncido como era habitual en él en esos casos.
Cuando
llegaron a la villa, Jaejoong se quedó sorprendido, sin dar crédito a lo que
veían sus ojos. Estaba muy cambiada. Hasta el color de la fachada era
diferente. Los jardines también parecían distintos. Había construido una gran
piscina en una de las terrazas, justo a la que le daba más el sol en primavera
y en verano.
El
interior había sufrido igualmente una gran transformación. Había cortinas
nuevas en todas las ventanas, los suelos de mármol estaban pulidos y brillaban
como espejos, y la nueva alfombra de la escalera ofrecía un aspecto suave y
mullido que invitaba a hundir los pies en ella. Olía a pintura fresca y todo el
conjunto de la villa parecía respirar una vida renovada llena de esperanza en
el futuro.
― ¿En
qué piensas? ― le preguntó Yunho
mientras se dirigían a las habitaciones de la planta baja.
― Ha
quedado preciosa ― respondió Jaejoong fascinado, sin
dejar de mirar a su alrededor ― Los
colores son preciosos. Yo no lo habría hecho mejor. ¿Contrataste a un
decorador?
― No,
a un decorador no, a todo un equipo ― dijo él con una
sonrisa ― Quería remodelar la
villa, que todo tuviera un nuevo aspecto.
Jaejoong
se preguntó de nuevo si lo que de verdad había pretendido era borrar cualquier
vestigio de su presencia en aquella casa. Pero cambió de opinión cuando él le
enseñó el dormitorio de arriba. Había tirado un tabique para darle mayor amplitud
y había construido dentro un vestidor y un cuarto de baño que era el doble del
grande que el que había antes y que estaba equipado con los sanitarios más
modernos y lujosos. Tenía una enorme bañera redonda en el centro y una cabina
con una ducha doble en una esquina. Había dos lavabos gemelos con sus
respectivos espejos de bordes dorados, encastrados en la pared, y un mueble muy
funcional lleno de baldas y cajones.
Sólo
el vestidor era casi tan grande como toda la cocina de su apartamento. Pero lo
que le resultó más sorprendente de todo fue ver que todos la ropa que no había
querido llevarse el día que abandonó aquella casa estaban perfectamente
colgados en sus perchas o cuidadosamente doblados y colocados en las diferentes
estanterías, como si él nunca se hubiera marchado de allí.
Cuando
terminó de verlo todo se dirigió a él y le miró fijamente, ― ¿Por qué no lo tiraste todo o se lo
diste a una institución benéfica?
Él,
en vez de encogerse de hombros, prefirió esbozar una mueca de indiferencia. Sin
embargo, Jae vio en seguida un brillo de triunfo en su mirada cuando le puso en
la mano el anillo de compromiso y el de boda que él le había dejado seis meses
atrás en el escritorio junto a su nota de despedida.
― A
eso se llama ser previsor ― dijo él ― Me arriesgué, pero acerté. Tenía el
presentimiento de que cambiarías de opinión en cuanto te dieses cuenta de todo
lo que estabas tirando por la borda.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Jae sigue esperando las palabras de Yunho que le digan que quiere estar a su lado por que lo ama y no por cubrir apariencias solo falta eso para que saque de su error a Jae y estén mas tranquilos y seguro de que Yunho le ama y no lo dejara nunca mas
ResponderEliminarGracias
Ahi si se equivoco Yunho como se atreve a decir eso es como si Jae se hubiera unido a el por su dinero y no se da cuenta que fue por el chantaje que.le hizo por lo de su abuelo por eso Jaejoong paratele fuerte para que el se de cuenta que contigo no va poder de nuevo que le cuesta decirle que le ama para que puedan ser felices gracias por este capitulo esperare el siguiente
ResponderEliminarYunho entonces guardaba esperanzas de regresar con Jaejoong. Confio en q este bebito si nazca sano y fuerte. El orgullo a veces limita un poco pero es inevitable en algunas personas XD
ResponderEliminarGracias por el cap amiga <3
Yunho tiene el problema de guardar sus sentimientos y no decir las cosas, espero le diga a Jae que lo ama y necesita, de esa forma Jae le dirá que también lo ama.
ResponderEliminarGracias!!!
JUNG YUNHOOOO¡¡¡¡😠😠 me dan ganas de pelliscarte por insencible y horgulloso. Si se supone que deben tener esperanza en la llegada del bebé y su furturo como pretende que Jae seda con palabras que solo atacan su horgullo. Jae sigue en espera de ese "Yo quería que volvieras a mí" y en cambió tú soló le das pinchasos resentidos. Me encataría que Jae le soltara, un "MI bebé y Yo estaremos aquí solo hasta que tu abuelo falte ese fue el trato en tu chantaje. Te repito que No te necesito" a ver si así Yunho despierta. Aaiii me come la curiosidad. Aunque mi Kokorito sufre, sufre porque mi Chunnie se va a casar(¡0¡) nOOOOO DIO NOOOOO.
ResponderEliminarLa relacion de Yunho y Jae esta yendo bien aunque por ratos sd peleen y el bebe tambien esta desarrollandose bien y eso los a unido,Jae sigue esperando que Yunho le diga que lo ama el deberia ser lo mismo decirle que lo ama
ResponderEliminarEspero que los dos a lo largo de el embarazo aprendan a sincerarse y a revelar sus verdaderos sentimientos ❤
ResponderEliminarMuchas gracias por el capitulo😍