Yunho lo llevó al barrio de Plaka después de haberse empapado de historia griega en la Acrópolis. Por eso, y porque se había acabado el horario de visitas. Podría haber arreglado un trato especial, pero prefirió que fueran al mercado antiguo. Era un paraíso turístico y Jaejoong, un turista encantador. También volvían al suelo firme en que él estaba cómodo. Encontraron una tienda que hacía reproducciones de joyería clásica y le compró una gargantilla que no habría parecido fuera de lugar en el cuello de la esposa de un senador. Jaejoong había protestado por el precio, pero él se había mantenido firme. Podía permitirse malcriarlo y se lo merecía. Sobre todo después de cómo lo había tratado el canalla de su ex marido. Él no podía permitirse darle amor, pero sí regalos. Y lo haría.
Esa noche, en la terraza de un exclusivo restaurante, Jaejoong
se descubrió disfrutando de la elegante decoración que conservaba el sabor de
Atenas. Como en la mayoría de los restaurantes griegos, casi todas las mesas
estaban fuera. Aunque ése no era ruidoso como los del Plaka.
– ¿Éste es uno de tus
lugares favoritos cuando vienes aquí?
– Lo es – frunció el ceño – ¿Cómo lo sabes?
– No creo que el personal
se sepa el nombre de los hombres de negocios americanos que vienen.
– Bien observado – dijo él con una sonrisa.
Le gustaba verlo sonreír. Se había mostrado tan retraído después
de haberse abierto en la Acrópolis, como si se arrepintiera de haber compartido
tanto de su pasado con él. Podía comprender que fuera un hombre que no se
entregara a las emociones, pero se había dado cuenta de una cosa mientras
compraban en el barrio de Plaka: sentía mucho por él. De hecho, pensaba que sólo
tenía un nombre: amor.
– Gracias por compartir
este sitio conmigo – pasó los dedos por la gargantilla – Gracias
por todo.
Las piedras estaban calientes por el calor de su cuerpo, pero su
corazón estaba aún más caliente. Él insistió en que un beso sería suficiente
como compensación. Así que se habían besado delante del propietario, que sonrió
y dijo algo en griego que hizo reír a Yunho.
Jaejoong no sólo se sentía malcriado, sino mimado, y eso era
peligroso, lo sabía.
– Es un placer.
– Dices eso muchas veces
– sonrió mirándolo.
– Y es la verdad. Eres un
acompañante muy ameno, Jaejoong.
– Me alegro de que
pienses así. Tampoco yo aborrezco tu compañía.
– Es un alivio. No me
gustaría pensar que me das sexo por lástima.
– Cierto – se echó a reír – Sexo por
lástima. No veo por qué – ninguna mujer o joven podría sentir lástima de ese hombre.
¿Desearlo? Sí. ¿Anhelar sus besos? Por supuesto. Pero lástima...
Imposible.
– Me alegro de oír eso.
– Deja de tomarme el pelo – se ruborizó – y cómete el aperitivo.
Sorprendentemente, le hizo caso y se lo comió.
– ¿Vas a ser el padrino
de Yoochun?
– Naturalmente.
– ¿Querías serlo? – bromeó segura de que diría que no.
– Sí – dijo con una sonrisa.
– ¿Sí? – no lo había esperado.
– Por supuesto. Me
preocupaba que Yoochun hubiera olvidado sus sueños de un hogar y una familia
por la presión de levantar un imperio. Cuando salimos de Grecia era de lo que
hablaba, de tener algo propio y después formar una familia. Dejó de hablar de
ello hace años, al llegar a Seattle.
– Pero tú no querías que
lo olvidase por completo – no se imaginaba a Yunho
animándole a ello.
– No. Se merece una
familia, un hogar que sea algo más que una casa en la que se vive.
– Son unos sentimientos
muy tradicionales para un reconocido playboy.
– ¿Qué puedo decir? Soy
un tipo tradicional.
– No me lo creo – dijo entre risas.
– ¿Qué? El que no me haya
casado no significa que nunca desee ese estado – no parecía bromear.
No podía dejar de sentir que le estaba tomando el pelo. Yunho
era la personificación del tipo que no se comprometía. Lo había dejado claro
desde el mismo instante en que habían empezado a acostarse. También él había
pensado esa primera vez que sería algo excepcional. Y se había sorprendido
cuando él había querido más cuando trabajaban juntos en un proyecto y después
se habían seguido viendo en Seattle. Pero él había sido lo bastante inteligente
para dejarle a Jae tiempo para aceptar el cambio en su relación, así que estaba
preparada para aceptar la nueva «amistad con derecho a roce» o lo que fuera.
– Pareces desconcertado.
– Estoy un poco
desconcertado – admitió Jae.
– No sé por qué. Es el sueño americano, no sólo el griego, ¿verdad?
Algún día encontraré a la mujer o joven adecuado – le dedicó una sonrisa
que despertó las mariposas de su estómago –
Diablos, puede que hasta me enamore como
ha hecho Yoochun.
Esas palabras fueron como una flecha en su corazón, porque de
ellas se infería que no había encontrado a la mujer o joven, así que él no
podía ser. Después de haber llegado a un acuerdo con sus propios sentimientos,
era un doble impacto en su corazón. Se llevó la mano a la gargantilla esa vez
en busca de confort. Había que querer a alguien para mimarlo. ¿Por qué le hacía
entonces esos regalos? Por desgracia, por lo que había oído antes, lo sabía:
era el modo de Yunho de llevar una relación. Regalos y dinero. No amor. No para
la madre que lo había abandonado y tampoco para él.
– No pareces del tipo hogareño, Yunho – no pudo evitar decir – Vives
como un soltero empedernido y has salido todo lo que has podido y más.
– Así era Yoochun antes de conocer a Junsu. Y yo estoy tan
deseoso de dejar mi huella
en el mundo como todos los demás hombres.
– ¿En serio?
– ¿Por qué no iba a
serlo? A pesar de lo que acabo de decir, no anticipo que vaya a enamorarme como
Yoochun, pero algún día me casaré y procrearé. ¿Para qué levantar un imperio si
no se lo voy a dejar a nadie?
Jaejoong no mencionó a sus sobrinos, era evidente que no venía
al caso. Yunho quería su familia.
– Pero no crees que vayas
a enamorarte nunca.
– No.
Eso tenía más sentido, aunque dolía hasta quitar el aliento.
– Pero...
– ¿Pero qué? Tú amabas a
tu ex marido, ¿verdad?
– Sí – sonrió con amargura.
– ¿Y eso te dio la
felicidad?
– No, pero eso no
significa que no pueda darse el amor, o hacer feliz a quien lo encuentra.
– Quizá a ti vuelva a
sucederte algún día.
– Quizá sí – ya había sucedido y sus confidencias en la Acrópolis sólo lo
habían corroborado.
Sin embargo se daba cuenta de que era una verdad que no podía
decirle. No importaba lo mucho que esa situación le doliera, no podía
cambiarla. Se dio cuenta de que era muy posible que él pagase el precio por los
actos de otra mujer.
– El amor es un
sentimiento conflictivo – dijo Yunho con una mueca
de disgusto.
– No lo dudo, pero también
es bueno – seguro que él lo veía en Yoochun.
– ¿No te arrepientes de
haber amado a Hyunjoong? – preguntó con calculada
frialdad.
– No. Me arrepiento de
que fuera un infiel y un mentiroso y de que su amor fuera sólo palabrería.
– ¿Qué tiene eso de distinto
de arrepentirse de haberlo amado?
– Mi amor era algo bueno.
– Que terminó causándote
dolor.
No podía negarlo. Querer a Hyunjoong casi lo había destruido. Y
amar a Yunho no parecía ser una perspectiva mejor. Al menos esa vez sabía en
qué posición estaba. Eso ya era algo.
– Mira – dijo con una de esas sonrisas que hacía que se le cerrase
el estómago – No trato de ser cruel, pero
ambos sabemos que el amor de alguien no es garantía de que no te traicionará.
– Eso no significa que no
debas abrirte al amor – trató de ocultar la desesperación en su
voz.
– A mí me funciona.
Y no podía reprocharle su actitud con lo que sabía de su madre.
– Pero Yoochun quiere a Junsu
y viceversa. O eso dices tú.
– Junsu es un joven entre
un millón.
El dolor que le provocaron esas palabras hizo que notara una
punzada en el corazón. Eso suponía que él no era un joven así. ¿A quién quería
engañar? Desde luego a sí mismo no. Esa conversación había dejado patente la
actitud de Yunho hacia ella. No la amaba. Ni siquiera un poco. Tampoco consideraba
la posibilidad de amarlo. Nunca. Y eso no era lo que e quería escuchar. El
dolor que sentía tiraba por tierra todas las promesas que se había hecho al
dejar a Hyunjoong. No perdería su medio de vida cuando su relación sexual con Yunho
terminase, pero no estaba segura de que su corazón sobreviviera, aunque lo
hiciera su negocio.
Estaba perdidamente enamorado de un hombre que no creía en ese
concepto para sí mismo y aun así pensaba casarse algún día. Pero había dejado
claro que no pensaba que ese joven fuese él.
Recordó la última vez que había sentido esa imposibilidad de
respirar. Había sido cuando se había dado cuenta de que Hyunjoong no lo quería
y nunca lo había hecho. Y una vez más, por su orgullo y quizá por el de Yunho,
tenía que ocultar la devastación que sentía por dentro.
– Quizá tengas razón – dijo intentarlo no darle importancia a las palabras.
– ¿En qué?
– Lo he hecho fatal a la
hora decidir de quién me enamoro.
– No puedo estar más de
acuerdo.
– Gracias – dijo entre risas, pero sin ningún sentido del humor.
– No me interesa hablar
de Kim Hyunjoong.
– A mí tampoco.
Esbozó una sonrisa forzada.
– Bueno, dime qué quieres
hacer mañana.
Tenía que esforzarse más por ocultar sus sentimientos y tenía que
empezar ya.
– Soy un obseso de los
museos. Me gustaría ver el arqueológico, el de la Acrópolis y el Benaki.
– Una buena lista si se
considera que no pensabas hacer turismo.
– Mientras te duchabas he
echado un vistazo a la guía que había en el hotel.
– Así que mañana festín
de museos.
– Si tienes otra cosa que
hacer, puedo ir yo solo.
– No hay nada mejor que
pueda hacer que estar contigo. He crecido en esta ciudad, lo he visto todo.
No se lo imaginaba visitando la Acrópolis cuando vivía en la
calle, pero no dijo nada.
– Y dado que estamos
planeando la agenda... ¿qué quieres hacer pasado mañana?
– Pensaba que volaríamos
a la isla.
– Tengo un helicóptero
reservado para el final de la tarde. Quería alargar el tiempo aquí.
– Me malcrías – y así era, podía no amarlo, pero era su amigo y se preocupaba
de que estuviera descansado y feliz – Esto
no iban a ser unas vacaciones.
– Sí, pero estos días es exactamente lo que son. Por mucho que
te sorprenda.
– Pero pasado mañana se
suponía que empezábamos a trabajar – no sabía qué
sería peor, pasar más tiempo haciendo turismo o estar con él en una paradisíaca
isla privada.
– He alterado un poco la
agenda.
– Lo que tú quieras.
– Quiero que lo pases
bien – frunció el ceño.
– Estoy en Grecia, ¿cómo
no voy a pasarlo bien?
– ¿Entonces aprobarías
visitar las ruinas del templo de Poseidón en Sounion?
– Claro, sería estupendo.
– ¿Prefieres hacer otra
cosa?
– No – realmente no le importaba.
– Entonces el Templo de
Poseidón.
– Gracias – asintió.
– Creo que no hay de qué.
Sé que tenía que preocuparte venir a Grecia y sólo ver una islita en todo el
tiempo que estuvieras. Eres demasiado curioso y aventurero como para
contentarte con eso.
– Me conoces bien – al menos en la superficie.
Esa noche hicieron el amor lenta e intensamente. Yunho lo
desenvolvió como un regalo frágil de incalculable valor y él trató de creerlo a
pies juntillas, incapaz de manejar el dolor que provocaban unos sentimientos
que no podía cambiar.
No se unieron hasta que él había recorrido cada centímetro de su
piel. Pero su comportamiento resultaba tan extraño tras las implicaciones de la
cena, que Jae no era un joven especial en su vida, que por maravilloso que
fuera, en esa intimidad había una curiosa sensación de disonancia.
Después, silenciosas lágrimas de sentimientos confusos
recorrieron sus mejillas en la oscuridad. Se quedó dormido deseando seguir
ignorando lo que Yunho sentía, ya que lo que sentía él era imposible.
Se despertó a la mañana siguiente lleno de sentimientos
contradictorios. Como siempre, cuando se despertaba entre los brazos de Yunho,
se sintió seguro, cuidado, incluso querido. Sólo que esa mañana todos esos
sentimientos luchaban con lo que sabía. La absoluta certeza de que Yunho no lo
amaba, la posibilidad de que nunca lo hiciera y la probabilidad de que casi
seguro lo dejaría. Él no había querido enamorarse, pero lo había hecho. Y al
mirar atrás no veía cómo podía haberlo evitado. Yunho era todo lo que podía
desear como amante y como amigo.
Compartían intereses. Así había empezado su amistad. Había
descubierto que él compartía su amor por el fútbol europeo. Veían juntos los
partidos con la misma pasión. Después, se había enterado de que le fascinaban
los museos y las galerías de arte como a él, lo mismo que le apasionaba la
política mundial. Era algo más que un buen amigo, era el mejor. No sólo
compartían aficiones, cuidaba de él. Lo había ayudado a poner en marcha su
negocio recomendándola a otros promotores, incluso la había cuidado cuando
había tenido la gripe. Había sido algo especial. Lo había tratado como un rey
sin ser nunca condescendiente con él. Y le hacía el amor como el más experto
gigoló. No podía olvidar ese importante pequeño hecho.
Al imaginarse lo que pensaría él al ser comparado con un mercenario
del sexo, no pudo evitar sonreír. Más que tomarlo como una ofensa, el arrogante
magnate seguramente se sentiría orgulloso. Su pericia sexual era un motivo de
orgullo para él. Si estuviera igual de abierto al amor como al sexo, Jae no se
encontraría en ese dilema.
Se quedó tumbado en silencio contemplando sus bonitas facciones.
Al contrario que la mayoría de los hombres, Yunho no parecía más
vulnerable dormido. Parecía dispuesto a levantarse de un salto a la menor
señal.
Después de lo que le había contado en la Acrópolis, algunos
aspectos de su vida tenían sentido. Cuando lo había conocido había pensado más
que era un encantador de serpientes que otra cosa. Al verlo trabajar se había
dado cuenta de que no. Nunca se relajaba, siempre pendiente de todo. Y bajo su
fachada de cooperación, había algo despiadado que sólo aparecía en algún rápido
comentario o alguna instrucción, pero siempre sin perder la cara de póquer.
Cuando Yunho hablaba, todo el mundo escuchaba, todo el mundo.
Era brillante. Era rico. Era alguien que había que tener en consideración. Si
era sincera tenía que admitir que no sabía qué hacía con él, un joven que
luchaba para levantar una empresa de diseño de interiores en Seattle después de
que su ex marido hubiera arruinado su reputación en Nueva York.
Él no estaba a su altura, lo que sólo hacía su amistad más
preciosa y su relación de amantes más difícil de comprender.
Enamorarse de Yunho podía haber sido inevitable, pero tener una
aventura sexual no. Había podido elegir y lo había hecho creyendo que podría
manejar los límites que Yunho planteaba. Se había equivocado. ¿Cómo podía haber
sido tan estúpida? Elegía mal cuando se trataba de hombres a los que amar.
Primero había sido Hyunjoong, que había parecido un hombre en quien confiar,
pero que había acabado con su seguridad en sí mismo. Después, Yunho, que
parecía tan encantador y abierto en la superficie, pero que en realidad era el
hombre más cerrado que había conocido.
Sólo perdía el control en un aspecto que él supiera, y lo
conocía tan bien como nadie. Perdía el control cuando hacían el amor. Había
sido así desde el principio, por eso había estado seguro de que su relación
íntima acabaría siendo extraordinaria. Había parecido descompuesto la primera
vez, con el cabello revuelto y empapado en sudor. Él se había excitado tanto al
ver su estado, que había iniciado un segundo asalto. Yunho se había mostrado
conforme, pero a la mañana siguiente, se había despertado solo y no habían
hablado de sexo la siguiente vez que se habían visto. Estaban terminando otro
trabajo juntos cuando la tensión sexual que había entre ellos había vuelto a
estallar en otra experiencia de sexo desenfrenado.
Y en ese momento se dio cuenta de que ahí había sido cuando se
había empezado a enamorar de él. Había podido ver un aspecto de Yunho que no
mostraba a nadie. Así lo había cautivado.
Más aún cuando Yunho había admitido lo que él había sospechado
desde la primera vez: que a Yunho no le pasaba lo mismo con otras mujeres o jóvenes.
Por desgracia, se había permitido a sí mismo establecer vínculos emocionales
con ese débil pretexto y se había mentido sobre lo que pasaba en su corazón.
Pero... ese pretexto era tan débil.
A pesar de lo que había dicho la noche antes, él era especial
para Yunho. Eran amigos y Yunho no tenía mucho de eso. Además, su relación
sexual había durado más que ninguna otra que había mantenido. Y conocía ya una
faceta de Yunho que normalmente no mostraba.
Así que, en esos tres aspectos, él no era un negocio como todo
lo demás en la vida del magnate. Si se añadía que estaba de vacaciones por
primera vez desde que lo conocía, con él y por él, todo eso suponía algo
especial, ¿no? ¿O estaba agarrándose a un clavo ardiendo como con Hyunjoong?
Una cosa sí tenía clara: no se iba a mentir más a sí mismo.
Amaba a Yunho. Irrevocablemente e inequívocamente. Más de lo que había amado a Hyunjoong
y sospechaba que más de lo que pudiera amar a nadie. Pero si él no podía amarlo,
entonces tenía que acabar con aquella relación entre los dos antes de que su
corazón fuera irrecuperable.
Sólo pensar en dejar a Yunho dolía y un gemido saltó la barrera
de sus labios. Él no se despertó, pero lo rodeó con los brazos con más fuerza,
aumentando así el dolor.
Si se separaba de él, no habría nadie para consolarlo.
Y eso llevaba a su última decisión: no iba a malgastar los que
podían ser sus últimos días con él doliéndose por una pérdida que aún no había
llegado. Exprimiría cada instante de felicidad del tiempo que iban a pasar
juntos en Grecia.
Yunho se despertó con la maravillosa sensación de Jaejoong
dándole un masaje. Estaba bocabajo, los brazos relajados por encima de la
cabeza y las piernas estiradas bajo las sábanas. Jae estaba sentado sobre sus
muslos y provocaba en él un efecto que dudaba que supiera. O quizá sí. Jaejoong
era el más abierto y aventurero de las amantes que había tenido.
Le fastidió no haberse despertado mientras él se movía. Su
capacidad para incorporar sus caricias a sus sueños mostraba lo profundamente
que confiaba en Jae. Lo mismo que los secretos que había compartido el día
anterior. Jamás se había sentido tentado de contarle esa historia a ninguna
otra persona, ni tampoco les había permitido quedarse a dormir en su cama,
mucho menos despertarlo con un masaje. Había pensado que había sido inteligente
mantener una relación sexual sin ataduras con el único joven al que había
considerado su amigo. Pero se daba cuenta de que eso llevaba a intimidades que
no buscaba.
Tenía que hacer que su relación con Jaejoong volviera a
recuperar el rumbo, o al menos poner fin a la parte sexual de la misma. Amistad
y sexo. Nada más, y desde luego nada tan profundo que llevara a las confesiones.
Había empezado en el Plaka, el día antes, comprándole regalos y cediendo a ese
peligroso impulso de hablar.
Le había despertado con un masaje, eso llevaría al sexo y eso
era algo que podía manejar. No abría la boca para decir cosas indebidas cuando
estaba ocupado dándole placer.
– Mmmm... – se estiró bajo sus dedos e inhaló el olor del sexo de la noche
anterior en las sábanas.
– ¿Te gusta? – preguntó Jae con voz ronca como si disfrutara tanto como él.
– Mucho. ¿De verdad que
nunca has ido a una escuela de masaje?
– Es uno de mis talentos
naturales.
– Lo admito, agradezco
este talento en particular.
– Así debe ser. Así que
¿soy la única persona en tu vida con este talento?
– Nunca le he preguntado
a Yoochun si le gusta dar masajes.
– Me cuesta imaginar esa
conversación – dijo entre risas.
– No, eres el único.
– ¿No hay ninguna otra
mujer o joven en tu vida que sepa relajarte los músculos así? Me cuesta
creerlo.
Nunca le había preguntado a Jae si se acostaba con otros
hombres, pero sabía que no lo hacía. Tampoco él tenía la costumbre de acostarse
con más de una persona a la vez. Llevaba a complicaciones y no quería líos.
Aunque era raro que estuviera con un joven el tiempo suficiente para que se
convirtiera en un problema, seguía sus propias reglas. Sus más largas aventuras
se contaban en meses, no en años.
– No hay ninguna otro
joven en mi vida, al menos no que tenga permiso para estar en mi cama.
Tenía muchas mujeres y jóvenes trabajando para él, tantas como
hombres, bueno, casi. No había muchas mujeres que trabajaran en la
construcción.
– Soy tu único...
La frase quedo inconclusa como si no supiera cómo terminarla y
él no pudo ayudarlo. No era un novio. Era un amigo con el que compartía cuerpo
y cama, pero era evidente que él quería saberlo. No le importó decirle la
verdad:
– No me he acostado con
ninguna otra mujer o joven desde la segunda vez que hicimos el amor.
La primera vez le había asustado y tenía miedo de admitirlo.
Admitírselo a sí mismo. Pero después se había dado cuenta de que se sentía más
atraído por Jae de lo que se había sentido por nadie. Añadir el sexo a su
amistad era algo increíble. Ya había decidido disfrutar de ello mientras
durase. Porque el sexo nunca lo hacía. La experiencia se lo había enseñado. Lo
mismo que le había enseñado que mientras el amor podía ser transitorio, y la
familia podía no ser necesaria, una verdadera amistad acompañaba a uno durante
años. Eso lo había aprendido de Yoochun.
Mucho después de que el aspecto sexual de su relación terminara,
esperaba que siguieran siendo amigos.
– Nunca he pedido
promesas de fidelidad – dijo sin dejar de darle
masaje.
– Y yo nunca te las he ofrecido – porque gracias a su ex, no le creería – Pero si es lo que estás pidiendo, ahora no me acuesto con otras mujeres
o jóvenes.
– ¿Por mí?
– Porque tengo por norma
no tener varias parejas al mismo tiempo – explicó.
– ¿Monogamias sucesivas?
– Sí. Nunca hago
promesas, lo sabes, pero mientras me acuesto con una persona no busco a otra.
– Así que no has estado
con ninguna otra desde que empezamos a acostarnos.
– No desde la segunda vez
que supe que seguiríamos haciéndolo – había tenido una
aventura de una noche después de la primera vez, pero había sido un sexo
mediocre.
– ¿Por qué no desde la
primera vez?
– No fue planeado, no
estaba seguro de que repitiéramos.
– Pero decidiste que
deberíamos... – preguntó indirectamente.
– Lo mismo que tú.
– Sí.
– Una vez que me di
cuenta de que íbamos a tener una asociación sexual que se prolongaría en el
tiempo, dejé de buscar nada más – lo miró serio.
– ¿Incluso cuando hemos
pasado semanas sin vernos?
– No quebranto mis
propias normas, Jaejoong – no era un adolescente con
las hormonas revolucionadas.
Un hombre de verdad sabía mantener la cremallera del pantalón
subida.
– De acuerdo – dijo Jae con una carcajada.
– Sí, de acuerdo – afirmó él con énfasis.
Pero le quedó la duda de que le hubiera creído, razón por la que
nunca hacía promesas de fidelidad en sus relaciones temporales. Kim Hyunjoong
se merecía mucho más que la pequeña lección que había ingeniado para él.
Continuara
\\(^_^)//...
Niñ@s un
comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Noooo u.u Jae terminará la relación amigo/sexo que tiene con Yunho
ResponderEliminarNo entiendo porque Yunho no lo ama :/ Jae es tan lindo
Yunho tal vez lo haga sin querer, pero lastima a Jae con sus palabras. Pero es obvio q Yunho siente mucho mas por Jae. Muchas Gracias
ResponderEliminarJaeJoong y Yunho deberán pasar por mucho para valorar el amor
ResponderEliminarJaejoong ya se dio cuenta que esta enamorado pero Yunho le tiene miedo al amor o no cree en el creo que le tiene miedo a querer a alguien y que luego lo abandonen por eso no confia en nadie lo suficiente para darle poder sobre su corazón pero ya esta haciendo concesiones por Jaejoong es obvio que Jae es especial para el.
ResponderEliminarJaejoong ya se dio cuenta que esta enamorado pero Yunho le tiene miedo al amor o no cree en el creo que le tiene miedo a querer a alguien y que luego lo abandonen por eso no confia en nadie lo suficiente para darle poder sobre su corazón pero ya esta haciendo concesiones por Jaejoong es obvio que Jae es especial para el.
ResponderEliminarQue diificil situación para ambos, han vivido cosass que los ha hecho desconfiar del amor y de la gente, y el que los dos se amen los asusta y prefieren terminarlo.
ResponderEliminarGracias!!!!
Yunho no cree en el amor por lo que le hizo su mama y ahora con sus palabras esta dañando a Jae aunque no sea intencional.
ResponderEliminarJae ya se dio cuenta que esta enamorado de Yunho y también que el no podra amarlo como lo ama y ha decidido terminar su relacion con el antes de que salga mas lastimado
waaaaaaaaaaaa Jae ya lo admitió, las vio negras y quiere terminar u.u Tendrán que recorrer un muy largo camino para que ambos puedan creer en el amor otra vez... Yunho lastimas a Joongie con tus palabras!!! U_U aunque no sea tu intención...
ResponderEliminarMe da que Jaejoong sufrirá mucho en el futuro.
ResponderEliminarJaeeeee dile que lo amass!! y Yunhoooo aceptalo yaaa porfavorrr !! ayyy solo me lo hace sufrir T.T..
ResponderEliminaruhhh jae piensa terminar con yunho
ResponderEliminarT_T este yunho q no se da cuenta q perdera a jae como esq no se.enamoro d jae ? para mi q si se enamoro no mas q no lo quiere aceptar >_<
mi Jae enamorado a mas no poder de Yunho y como que este no lo ama pro claro que si nomas que aun el no se a dado cuenta de ello solo espero que no terminen con esta hermosa relación pues creo que Yunho ya se dará cuenta de lo mucho que quiere a su Jae
ResponderEliminarGracias
Jaejoong va a disfrutar al máximo ese viaje con yunho para después alejarse de él ... De hecho que va a sufrir él pobre solo espero que no sea por mucho tiempo u.u
ResponderEliminarPobre de Jaejoong no sabe mas que hacer no puede confesarse pero prefiere alejarse aish Yunho porque no te das cuenta u.u
ResponderEliminarTonto YUNHO siempre tan ciego,espero que no sea demasiado tarde cuando abra los ojos a la realidad ....el ama a Jae. Gracias
ResponderEliminarNo hay nada más lamentable en una relación que darse cuenta del desamor sobre la que esta basada y creo que a Jae le esta tomando por sorpresa el descubrir su amor por Yunho mientras él le rompe el corazón con tales cosas como un despreocuoado "Yo no te amo ahora y no te amare después" incluso senti un no sé qué en el pecho por mi pobre flaquito. Solo se me ocurre que ya que Jae a decidido poner fin a sus encuentros sexuales, puede usar ese "sin compromiso" ni consecuencias para darle celos a Yunho. Ay no sé tal ved mas adelante llegue alguien que ronde a Jae y haga que Yunho arda en celos. Que aprenda a la mala y reconosca que está enamorado de mi Jae.
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