¿Por
qué estar aquella noche en la cama de Yunho era tan distinto a la noche
anterior?, se preguntó Jaejoong con tristeza mientras permanecía tumbado solo.
Había pasado más de un hora desde que Yunho sugirió que debía estar cansado...
para después decirle que él tenía trabajo que terminar en cuanto él reconoció
que lo estaba. Jaejoong se había dado una ducha y después de secarse se había
acurrucado en la gigantesca cama, con el corazón latiéndole con fuerza por la
emoción y el amor y el cuerpo lleno de deseo, pero Yunho no había ido a
reunirse con él.
Ahora
él estaba en el cuarto de baño, donde llevaba lo que a Jaejoong le pareció una
eternidad. Fue creciendo en él el desagradable pensamiento de que Yunho podría
estar retrasando el momento de irse a la cama porque confiaba en que Jaejoong
estuviera dormido cuando lo hiciera. Después de todo, él era la que le había
pedido dormir con él, y no al revés. Pero la última vez que había estado en la
cama con él, lo había deseado.
¿Lo
había deseado? ¿O se había limitado a hacer lo que había prometido,
demostrándole lo que era sentirse deseado?
Iba
a casarse con él
Para
protegerlos a él y a Taemin, y porque consideraba que era su deber. No había
otra razón.
La
alegre emoción que lo había embargado comenzó a desaparecer. Se colocó de
costado para apartarse del centro de la cama. Si Yunho no lo deseaba, él no iba
a avergonzarlos a ambos dejando claro que él sí deseaba a Yunho.
Yunho
se pasó la mano por el cabello húmedo. Se había puesto una toalla alrededor de
la cintura. Acababa de pasar una hora tratando desesperadamente de fingir que
estaba trabajando, cuando tenía la cabeza en su dormitorio y en su cama... con
Jaejoong. Así que se había visto obligado a pasar por el ritual de la ducha
fría para asegurarse de que cuando se metiera en la cama con él no se viera
tentado a despertarlo para estrecharlo entre sus brazos.
Sin
duda, el cuerpo de Yunho no era consciente del motivo de darse una ducha fría,
porque todas las evidencias de su deseo físico hacia Jaejoong no habían
disminuido ni un ápice. En cuanto a su deseo emocional... su amor por él
parecía crecer cada segundo que pasaba a su lado.
Yunho
creía que su sistema emocional era capaz de lidiar con cualquier situación que
la vida le pusiera por delante. Pero no estaba preparado para algo así. Él
creía que el amor era algo que no podría sucederle a él. Algo que no permitiría
que le sucediera.
Todo
el mundo daba por hecho que en su momento se casaría y tendría un heredero,
como habían hecho todos los primogénitos Jung antes que él. Sin embargo, en lo
más profundo de su interior, Yunho se cuestionaba todo el concepto del hijo
mayor que debía casarse y dar un heredero. Después de todo, tenía dos hermanos.
Y luego estaba la contradicción entre el matrimonio tradicional de sus padres y
el matrimonio moderno del siglo XXI. Algo en lo que ambos conceptos coincidían,
sin embargo, era en que ninguno de los dos garantizaba el compromiso mutuo ni una
vida compartida de felicidad conyugal.
Yunho
había alcanzado la edad adulta detestando la idea de hacer a un docel o mujer
tan desgraciada como su padre había hecho a su madre, como resultado de su
matrimonio tradicional, pero tampoco se sentía capaz de confiar en la duración
de los matrimonios modernos. Y menos uno que debía soportar las presiones de su
posición como cabeza de la familia Jung, lo que suponía custodiar su buen
nombre, su presente y su futuro, así como la historia de su pasado. Yunho se
tomaba muy en serio esa responsabilidad.
Sin
un amor auténtico y verdadero, dudaba mucho que pudiera proporcionar a los
hijos nacidos de su matrimonio la seguridad emocional y la fuerza que su hijo
mayor necesitaría para no sentirse apesadumbrado con el peso que recaía sobre
él, como le había pasado a él de joven. Así que había decidido que era mejor y
más sencillo quedarse soltero.
Cuando
sus hermanos se casaron por amor, su felicidad reforzó la decisión que él había
tomado. Pero eso fue antes de que Jaejoong apareciera en su vida y se enamorara
de él.
Aunque
se hubieran conocido en circunstancias «normales» y se hubieran enamorado, Yunho
no hubiera querido cargarlo con una vida que debía ser la suya. Junto con el
pronunciado sentir del deber de Yunho, iba de la mano la certeza de que su vida
incluía hacer sacrificios. De ninguna manera quería que el docel que amaba
compartiera esos sacrificios. Creía profundamente en el derecho de Jaejoong a
su libertad personal, a su derecho a definir sus propias ataduras y a vivir su
propia vida.
Y
sin embargo, iba ser él quien le arrebatara todo eso ahora casándose con él.
¿Qué
opción tenía? Sin su protección, la sombra de su hermanastro se cerniría sobre
Jaejoong mientras Hyunjoong viviera. Lo única manera que tenía Yunho de
protegerlo era casándose con él.
Casarse
con él, llevárselo a la cama, dejarlo embarazado, incluso amarlo... sin duda
todas aquellas cosas eran un forma de encarcelamiento tan condenable como lo
que había criticado y condenado en su hermanastro, que también aseguraba que lo
quería. El amor podía ser una terrible prisión cuando no era recíproco.
Entonces,
¿qué podía hacer él? ¿No casarse con Jaejoong y dejarlo a merced de las
maquinaciones de un hombre que ya había dejado muy claro que haría todo lo que
pudiera por conservarlo en su vida y por sacar a su hijo de la vida de Jaejoong?
¿Casarse
con él pero asegurarse de que el matrimonio sólo lo fuera sobre el papel?
Cuando lo tuvo en sus brazos, Jaejoong había respondido a él con pasión y
placer.
Pero
eso era porque no había estado con nadie más. La sensualidad de la respuesta de
Jaejoong no era más que el comienzo de su viaje hacia su propia sensualidad, no
el final.
Y
él continuaría aquel en brazos de él.
Pero
sólo porque se vería forzado a ello por el matrimonio, no porque lo deseara.
Jaejoong sintió cómo la cama se hundía bajo el
peso de Yunho, y luego la fresca ráfaga de aire cuando levantó la ropa de cama.
Esperó desesperadamente que lo buscara, o al menos que le dijera algo, alguna
palabra de ternura que pudiera ofrecerle el consuelo de saber que no era él a
quien estaba rechazando, sino a la actual situación. Pero lo único que obtuvo
fue el frío dolor de un silencio vacío.
¿Cómo
iba a casarse con él sabiendo que sólo lo hacía por un equivocado sentido
del deber y del honor? ¿Dónde estaba su orgullo? ¿Y el respeto por sí mismo?
La
misma luz de luna que había teñido de plata el cuerpo de Yunho de forma tan
erótica unas cuantas noches atrás se filtraba aquella noche por la ventana,
pero ahora sólo reforzaba el dolor de Jaejoong.
Se
forzó a cerrar los ojos con la esperanza de poder escapar en sueños, pero en
aquel instante, Taemin empezó a llorar.
Había
estado muy incómodo durante el día, con la mejilla derecha sonrojada y un poco
hinchada, lo que daba a entender que le estaba saliendo un nuevo diente. Con
razón lloraba de dolor el pobre, pensó Jaejoong mientras se levantaba de la
cama sin hacer ruido, rezando para que el llanto de Taemin no despertara a Yunho.
Corrió
hacia el vestidor de Yunho sin detenerse a ponerse la bata. Llevaba uno de
aquellos camisones que venían incluidos con su nuevo vestuario, era largo y de
seda fina de color melocotón, con lazos de encaje un poco más oscuro que le
cubría los senos y se ataba por delante. Las costuras laterales le llegan casi
a la cadera, y se ataban con más lazos en la parte superior del muslo. No era
precisamente un atuendo práctico para visitas nocturnas al cuarto de un bebé,
pero lo cierto era, admitió Jaejoong, que no era en eso en lo que pensaba
cuando se lo puso, sino en la rapidez con la que Yunho podría quitarle los lazos.
No
había ventana en el vestidor, así que había dejado un lamparita para que
hubiera algo de luz pero que no molestara a Taemin, que ahora había dejado de
llorar. Tenía la mejilla muy roja e inflamada, y Jaejoong se estremeció cuando
lo sacó de la cuna de viaje y se sentó con él en la silla que había al lado.
Una
rápida inspección le confirmó que le estaba saliendo un diente nuevo.
—
Pobrecito —
lo consoló.
Tenía
un poco de gel reparador y algunas medicinas en la bolsa del bebé, pero tendría
que dejar a Taemin en la cuna para ir a buscarlos, y sabía por experiencia que
en cuanto lo hiciera, empezaría a llorar. Lo último que deseaba era despertar a
Yunho, así que cerró la puerta con el codo y luego dejó a Taemin en la cuna, susurrándole
con suavidad mientras buscaba frenéticamente en la bolsa los remedios para
aliviar el dolor de los dientes.
Cinco
minutos más tarde, se estaba felicitando por haber conseguido calmar a Taemin
sin despertar a Yunho... y entonces, cuando se incorporó tras darle un beso al
bebé ya dormido, golpeó ligeramente la esquina de un bandeja, y un vaso vacío
se estrelló contra el suelo de mármol, rompiéndose en un millón de trozos.
Fue
un milagro que Taemin no se despertara, pero la combinación del susto de
Jaejoong y su deseo de no perder el equilibrio, hicieron que al moverse
bruscamente hacia atrás con los pies descalzos, pisara directamente un trozo de
cristal roto.
Apenas
había empezado a gritar en automática reacción cuando la puerta del vestidor se
abrió de golpe y la estancia se iluminó con la luz procedente del dormitorio. Yunho
estaba en el umbral y se dio cuenta al instante de lo que había ocurrido. A
diferencia de él, llevaba puestas unas zapatillas de piel suave y un grueso
albornoz.
—
No te muevas —
le pidió a Jaejoong entrando en el vestidor. Entonces lo tomó en brazos y cruzó
con él el dormitorio en dirección al cuarto de baño, ignorando las protestas de
él respecto al daño que se produciría en la moqueta del dormitorio con la
sangre de su corte.
Cuando
estuvieron en el suelo de mármol del baño, lo dejó en el escalón de arriba de
la corta escalera de piedra que llevaba a la zona de ducha, advirtiéndole:
—
Mantén el pie apartado del
suelo por si todavía tienes algún cristal clavado.
—
No es nada, sólo un pequeño
corte — protestó Jaejoong. Se sentía muy culpable por
haberle despertado y haberle provocado aquella molestia, pero Yunho no lo
escuchaba. Estaba agachado sobre el duro suelo de piedra con el pie herido de
Jaejoong en la rodilla mientras lo observaba detenidamente bajo la brillante
luz.
—
No veo ningún cristal
clavado — le dijo.
—
Estoy seguro de que no hay
ninguno — Jaejoong trató de quitar el pie, pero la mano
izquierda de Yunho le estaba sujetando el talón, provocando con ello un
peligroso calor en todo su cuerpo.
—
Tal vez no, pero no estoy
dispuesto a correr ningún riesgo — Yunho recorrió con
los dedos la superficie que rodeaba el corte, y luego tocó la herida.
Cuando
hubo terminado y Jaejoong exhaló un profundo suspiro. Yunho malinterpretó el
motivo de su alivio.
—
Sí, parece que no hay
ningún cristal — dijo, alzando la
vista para mirarlo.
Gracias
a Dios, Yunho no se había dado cuenta de que no era el corte lo que le había
creado ansiedad, sino el temor a que resultara palpable lo que su contacto
estaba provocando en él.
—
Quédate así y no apoyes el
pie en el suelo. Voy a ir a buscar un cuenco a la cocina para que puedas bañar
la herida en antiséptico, y luego limpiaré los trozos de cristal.
Sólo
estuvo fuera unos segundos, y regresó con un cuenco de plástico que había
llenado hasta la mitad antes de añadir algo de antiséptico que sacó del
armarito del baño.
—
Te va a escocer —
le advirtió mientras colocaba el cuenco en el suelo, al lado del pie de
Jaejoong— Pero mantenlo en el
cuenco hasta que yo vuelva.
Yunho
tenía razón. Escocía, reconoció Jaejoong cuando él se marchó para recoger los
cristales rotos. Pero aquello no era nada comparado con el dolor de amarle. La
sensación de escozor había desaparecido cuando él regresó. Yunho le examinó el
pie después de que él lo levantara obedientemente del cuenco, y luego aseguró
frunciendo el ceño que el corte estaba limpio y libre de cristales.
—
Eso puedo hacerlo yo —
objetó Jaejoong cuando Yunho retiró el cuenco y colocó un toalla en el suelo
para que él pusiera el pie.
—
Podrías, pero será más
fácil si lo hago yo.
¿Fácil
que Yunho le secara firme pero suavemente el pie? Una de sus manos le cubrió el
talón como había hecho con anterioridad, y al sentir su contacto, una sucesión
de imágenes salvajes e inapropiadas cruzó por su cabeza. No podía ser, se dijo
Jaejoong. Estar allí sentado, agarrando el borde del escalón con fuerza por
temor a alzar las manos hacia él, era un de las cosas más duras que había
tenido que hacer jamás.
Tenía
que decir algo. No podía seguir soportando el pesado y tenso silencio que había
entre ellos.
—
Siento haberte molestado.
Yunho
alzó la vista para mirarlo. En sus ojos había una expresión que no supo
definir, una mezcla de orgullo y ferocidad.
—
Yo también lo siento
— aseguró él con rotundidad.
La
respuesta de Yunho a su disculpa lo hizo recular. ¿Qué esperaba? ¿Un comentario
galante dando a entender que no le importaba?
Él
seguía sujetándole el pie. Tras una inspección final, le puso un gasa y después
un tirita. Y entonces, cuando Jaejoong creyó que todo había terminado y se puso
de pie, dispuesto a utilizar la excusa de que quería ver cómo estaba Taemin,
Yunho le dijo con brusquedad:
—
No creo que sea buena idea
que apoyes el pie todavía.
Iba
a llevarlo en brazos a la cama. Jaejoong pensó que no podría soportar ningún
contacto íntimo con él, aunque no se trataba de la clase de contacto íntimo que
él deseaba desesperadamente. El corazón le latía como si hubiera estado
corriendo. Todos sus sentidos estaban imbuidos de Yunho, del deseo que sentía
por él. Jaejoong había conseguido mantener el control durante todo aquel tiempo...
seguramente podría aguantar unos segundos más. Pero, ¿con él sosteniéndolo en
brazos? ¿Tan cerca de su cuerpo? No había ninguna posibilidad.
El
pánico se apoderó de él.
Se
apartó de Yunho, y exclamó con voz entrecortada:
— ¡No!
Él
frunció el ceño, Y Jaejoong se apresuró a explicarse atropelladamente:
—
Quiero decir... que no hay
necesidad de que me cargues. En cualquier caso, tengo que ir a ver cómo está Taemin.
—
Ya he ido yo. Está
completamente dormido.
No
había escapatoria. Yunho se estaba inclinando hacia él. Jaejoong cerró los
ojos.
Si
no le veía, tal vez todo sería más fácil para él.
Pero
fue un gran error. Con los ojos cerrados, sus otros sentidos surgieron con
fuerza, acompañados con la certeza de lo mucho que lo amaba.
Lo
amaba y lo deseaba, en aquel momento y para siempre, quería tenerlo en su vida
como ya lo tenía dentro de su corazón, quería que lo abrazara, que lo amara,
que compartiera con él la maravillosa magia de aquella sensualidad que el
propio Yunho le había mostrado.
Jaejoong abrió los ojos.
Habían
llegado a la cama, y Yunho se estaba inclinando para colocarlo encima. Unos
segundos más, y el contacto entre ellos quedaría roto. Unos segundos más, y la
oportunidad que ahora tenía habría desaparecido. ¿Sería lo suficientemente
valeroso como para aprovecharla y arriesgarse a las consecuencias? ¿A unas
consecuencias que fácilmente podrían incluir el rechazo?
Jaejoong sintió el colchón debajo de él. Yunho
lo estaba soltando. Ya era demasiado tarde. Otra décima de segundo y perdería
su oportunidad. Yunho lo deseaba, iba a casarse con él, sería el protector y el
guardián de Taemin. ¿Por qué no podía ser su amante también, aunque no lo
amara? Él tenía amor suficiente para los dos.
Aspiró
con fuerza el aire, pidiendo por dentro para que el tiempo fuera indulgente con
él mientras colocaba las manos en la nuca de Yunho y lo atraía hacia él.
— ¡No!
La
exclamación de Yunho resonó por la habitación como un tiro. Jaejoong sintió
cómo se ponía tenso, y pudo distinguir la oscuridad de su mirada. Un rechazo
semejante habría hecho que lo soltara de inmediato y se acurrucara sintiéndose
humillado y dolido. Pero el propio Yunho le había enseñado a sentirse orgulloso
de su sexualidad. Incluso le había aconsejado que utilizara la sensualidad para
encontrar un compañero. Aunque por supuesto, no estaba pensando en él mismo
cuando le dijo aquellas palabras.
Yunho
había retirado las manos del cuerpo de Jaejoong y había dejado caer los brazos
a ambos costados. Estaba a los pies de la cama, sujeto allí por los brazos de
Jaejoong, mientras él permanecía de rodillas sobre la cama, mirándole. Jaejoong
sintió un oleada salvaje atravesándolo, arrasando con todo en su camino,
inundándolo con una poderosa determinación.
Mantuvo
las manos donde las tenía, alrededor del cuello de Yunho, y las apretó con más
fuerza. Su corazón, su mente y su cuerpo tenían un objetivo común.
— Sí —
rechazó su negativa con decisión.
Y
entonces se incorporó un poco y colocó los labios sobre los suyos. Durante un
segundo, se permitió el lujo de saborear aquel instante mientras su propia boca
se suavizaba y se amoldaba a la suya.
Podía
sentir cómo Yunho se resistía, mental y emocionalmente. Pero, increíblemente,
su silenciosa tensión muscular sólo sirvió para aumentar la determinación de
Jaejoong de conseguir su objetivo.
Lo
besó en una de las comisuras de la boca, y luego en la otra, y entonces,
amorosamente, con gran placer sensual, trazó lentamente la línea de su labio superior
con la punta de la lengua, y luego la forma carnosa del de abajo.
En
la plateada oscuridad, el pulso de Jaejoong se aceleró mientras su corazón
adquiría un ritmo apasionado. Lo que estaba haciendo le fascinaba y le
sorprendía en igual medida.
La
punta de su lengua acarició la firme línea de la boca de Yunho.
Él
gimió y entonces lo agarró, besándolo con una pasión que lo devolvió a la cama.
El cuerpo de Yunho lo siguió y sujetó el de Jaejoong allí, enredándole las
manos en el cabello mientras le mantenía la boca bajo la suya. Los besos de Yunho
eran lo que él siempre había deseado y más todavía, y él respondió a su dominio
con eufórico deleite.
La
rendición de Yunho había sido muy rápida, como el hielo rompiéndose y
astillándose, arrastrándolos a ambos a la oscuridad más profunda de la pasión
que ahora compartían.
Se
quitaron la ropa el uno al otro con manos urgentes, Jae el albornoz de Yunho y Yunho
su camisón.
El
mero hecho de aspirar el aroma de su piel bastó para que Jaejoong llegara casi al
éxtasis y se volviera ciego de deseo y de excitación sensual.
Yunho
se dijo que aquello no debería estar pasando. Pero no podía detenerlo. Estaba
indefenso ante su propio deseo, y era incapaz de arrebatarle a Jaejoong el
control que había tomado.
El
rostro de Jaejoong brillaba de felicidad mientras le acariciaba.
—
Te deseo mucho.
Aquellas
palabras salieron de su boca mientras se abría para que lo poseyera, deseándolo
con una dulce urgencia que no admitía negación ni retraso. Todo su cuerpo se
estremeció de placer cuando sintió cómo Yunho respondía a sus necesidades, y
luego se incendió en llamas cuando entró en él lentamente primero, y luego más
rápida y profundamente, llevándolo a un lugar donde sólo estaba Yunho y el
deseo que compartían. Lo único que Jaejoong pudo hacer fue agarrarse a él y
gritar de placer mientras cada poderosa embestida de su cuerpo elevaba su placer
más y más alto.
Todo
terminó rápida y ferozmente, dejándolos a ambos respirando agitadamente.
—
Esto no tendría que haber
pasado — aseguró Yunho con voz tensa.
—
Yo me alegro de que
pasara... porque quería que así fuera — le dijo Jaejoong
desafiante.
Yunho
se revolvió algo incómodo, apartándose de él.
—
Eso es porque el sexo es un
placer que acabas de descubrir. Eso es todo.
La
forma en que despreciaba lo que acababan de compartir hizo que Jaejoong
contestara con firmeza:
—
No, no es eso. Esto no ha
ocurrido porque yo sea una especie de repentino adolescente loco por el sexo.
Ha ocurrido porque te amo y porque quería demostrarte ese amor. Porque quería
hacerme con otro recuerdo para el futuro de la intimidad que comparto contigo
cuando hacemos el amor. Sé que tú no quieres mi amor, Yunho, y...
Jaejoong aspiró con fuerza el aire. Había
tomado una decisión muy importante.
—
Y no tienes que casarte
conmigo. Porque... porque lo que tú me has enseñado me ha dado la fuerza del docel
que tú me dijiste que podía llegar a ser. Ya no tengo miedo de Hyunjoong, y no
voy a cargarte con la responsabilidad de Taemin ni con la mía. Querer a alguien
significa desear lo mejor para esa persona, y buscar su felicidad por encima de
la propia. Tú me has liberado de mi pasado. Yo quiero darte la libertad de
conocer a alguien, enamorarte...
—
Ya me he enamorado.
El
dolor fue tan intenso, que Jaejoong pensó que iba a desmayarse.
—
¿Has conocido a alguien de
quien te has enamorado? — sentía los labios ligeramente
adormecidos, y le costaba pronunciar las palabras.
Porque
no quería hacerlo. Porque no quería enfrentarse a lo que significaban aquellas
palabras.
—
Sí. Y lo amo profunda y
apasionadamente, como nunca imaginé que fuera posible amar a nadie.
—
Eso te hace más admirable
todavía por ofrecerte a casarte conmigo. — Después de
todo era cierto... aunque decirlo le partía el corazón.
—
Ofrecerme a casarme contigo
no me convierte en absoluto en admirable, Jaejoong. Me convierte en alguien
egoísta y débil, y sujeto a todos los defectos que tanto critiqué en tu
hermanastro. ¿Qué fue mi oferta de matrimonio sino un intento de controlar tu
vida y arrebatarte la libertad?
—
Querías protegerme.
—
Quería tenerte para mí.
Quería atarte a mí y mantenerte a mi lado. — Jaejoong
sintió cómo el corazón volvía a latirle. Yunho se acercó a él.
—
Quería tener contigo todas
las cosas que desea hacer un hombre con el docel al que ama. Pero las iba a
conseguir de forma deshonesta. Me creía muy noble y muy cumplidor, pero en
realidad no lo era.
—
Fuiste maravilloso
— le dijo Jaejoong con pasión— Eres
maravilloso. Oh, Yunho, ¿estás hablando en serio? ¿De verdad me amas?
—
Me estás robando la
pregunta — respondió él con dulzura, y Jaejoong pudo ver en
sus ojos la luz y el amor que brillaban allí— Pero soy tu primer hombre. No quiero que confundas...
—
¿Deseo con amor?
— dijo Jaejoong por él, sacudiendo la cabeza— Tengo veinticuatro años, Yunho, no dieciséis. De haber querido, podría
haber salido de la jaula de terror en la que Hyunjoong me había metido tanto
tiempo atrás. Pero no quise. Hasta que te conocí a ti. La primera vez que nos
vimos, en el vestíbulo del hotel, en cuanto me rozaste, supe que algo dentro de
mí había cambiado.
—
A mí me pasó lo mismo
— admitió Yunho. Le había agarrado la mano, y ahora tenía los dedos
amorosamente entrelazados con los suyos— Aunque no identifiqué con el amor lo que sentí por ti al principio. De
haberlo sabido, nunca habría...
—
¿Sido mi profesor de sexo? —
sugirió Jaejoong.
—
Eso es lo que debería
decir... pero no puedo hacerlo, porque no sé si es cierto.En lo que a ti se
refiere, no tengo control sobre mis sentimientos.
—
Hace un rato parecías capaz
de controlarlos perfectamente — señaló Jaejoong.
—
Eso no era control, era
desesperación. Sabía que si te tocaba, no sería capaz de detenerme. Eres un
alumno demasiado aventajado... irresistible, de hecho.
Lo
estrechó entre sus brazos, y Jaejoong se abrazó feliz a él.
—
Mm —
lo animó— Exactamente, ¿cuánto
de irresistible?
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Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
hermoso capitulo por fin se han dicho lo mucho que se aman y dejaran de sufrir por creer que no eran correspondidos tanto sufrir para que al final se den cuenta que ellos estaban enamorados y que no existía ni existiría ningún otro
ResponderEliminarGracias por compartirlo me encanto
Lindoooo gracias x la actu kyaaa ya se confesaronnnn graciasss esperare con ansias la conti
ResponderEliminarHay Poleht escribes tan lindo ya estoy esperando con ansias el gran final que bueno que el Yunjae se dieron cuenta de que se aman y que el hermanastro de Jaejoong y el papa de Yunho sufran por 😈 malos
ResponderEliminarHOLA DE NUEVO!!!! TUVE PROBLEMAS CON MI CELULAR ETC... Y MIS OTROS BLOGS ASÍ QUE TUVE QUE HACER OTRO BLOG
ResponderEliminarhttp://hyunakimfanficsyaoi.blogspot.com/?m=1
Este es mi primer fanfic por si deseas leerme amiga^^
Y desde hoy me pondré al día con tus fascinantes fanfics que tanto me gustan leer!!!!! >.<
Jae bien listo, aprende rapido. Me encanta este amor, personalmente creo que el amor verdadero, es el sentimiento intenso y la pasion intensa, siempre van juntas. Me encanta. Muchisimas Gracias! Por fin se confesaron :)
ResponderEliminarOhhhh si súper irresistible jajaja.... ahhh q bonito xfin ...
ResponderEliminarAl fin se dijeron que se aman!!! Gracias por tan lindo capitulo
ResponderEliminarJaejoong dio el primer paso ** si no lo hubiera hecho el sonso de yunho no hubiese dicho nada y seguirian sufriendo en silencio creyendose no correspondidos mutuamente. Ame esta adp. Voy a leer el epilogo ahora mismo.
ResponderEliminarJaejoong dio el primer paso ** si no lo hubiera hecho el sonso de yunho no hubiese dicho nada y seguirian sufriendo en silencio creyendose no correspondidos mutuamente. Ame esta adp. Voy a leer el epilogo ahora mismo.
ResponderEliminarQue hermoso capitulo ,menos mal que Jae tomo la iniciativa así podrán disfrutar de su amor,gracias me encanto.
ResponderEliminarQue hermoso capitulo ,menos mal que Jae tomo la iniciativa así podrán disfrutar de su amor,gracias me encanto.
ResponderEliminarwoo si que al comienzo del capítulo me desesperaban ambos se amaban y desean y eran tan terco pensando en un sin fin de cosas que no eran uno del otro agradezco el momento del vaso roto era la oportunidad divina Jae tuviste un buen maestro así que no te acorbadaste sino jamás sabrían sobre sus sentimientos
ResponderEliminarOh, Jae jamás dejaría que Yunho ignorara el hombre maravilloso que es, y estoy toralmente se acuerdo con él. Fue lindo que se confesaran. Ahora serqn felices porque se saben correspondidos¡¡¡¡
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