La Conquista del Rey. Epílogo

― Junsu, me tengo que ir. Mis tutores están aquí, y tengo un buen presentimiento sobre mis hechizos ― le dije a través de la nube mágica.

― Trata de no quemar el palacio esta vez. ― Junsu me sonrió y se comenzó a agitar frenéticamente, haciéndome reír.

La nube se vació de su imagen una vez más y Changmin con un chasqueo de dedos la hizo desaparecer. Todavía envidiaba a todos y cada uno de ellos por ser capaces de hacer eso. Mis nubes todavía se hacían de fuego, solo que ahora goteaban lava en el piso una vez que las hacía. No había progresado en lo absoluto.

― Hoy vamos a tratar con la flor de nuevo. Es el más simple hechizo del lote y tal vez si usted lo maneja, por fin entenderá en funcionamiento de su magia. ― El tutor me miro muy serio y me señalo la  flor.

― Ahora en centro de su magia, siéntalo arder por dentro y luego conténgalo. No deje que ninguna llama salga de su burbuja sin su permiso.

Me concentre haciendo lo que me pedía, sintiendo las llamas, que se estaban volviendo cada día más difíciles de contener. Exactamente lo contrario de lo que tendría que estar aprendiendo. Pero lo conseguí. Lo contuve en un muro de piedra y hielo y le ordene que se comporte.

― Bien. Ahora bien, para hacer que la flor se seque, lo que tiene que susurrar solo el calor en su camino, pero al mismo tiempo, usted debe centrarse en destruir el líquido dentro de ella. Usted ya conoce el hechizo doble, pero cuando está hablando, se concentra en permitir solo un susurro de su fuego. Menos que un susurro, solo un soplo diminuto de calor.

El hombre era nuevo y, de alguna manera, entendí su explicación. No deje  salir todo mi fuego. Lo mantuve oculto detrás de las paredes, pero con el calor, yo podía jugar a mi antojo. Así que hice precisamente eso, solo me acordaba de él diciéndome que todo lo que necesitaba era un poco de calor. Las palabras eran automáticas en mí después de tantas repeticiones y visualice una nube de calor que me dejaba con el hechizo.

Ante mis ojos, la flor se secó. Era en su mayor parte de la misma forma,  incluso aún conservaba algo de su color original, pero el agua se había retirado y no se incendió.

Me volví, con una sonrisa brillante hacia mi tutor, para encontrarlo sonriendo también. Era positivo, seguro los otros le habían contado que era un caso difícil. En ese momento, estaba muy contento. Necesitaba compartir  mi noticia con Yunho.

Me volví para correr hacia la sala, cuando mi vientre comenzó a arder. Me detuve en ese lugar, apretando mi cintura y cuando se puso peor me derrumbe en el suelo.

El tutor estaba a mi lado en un instante, reviso mi magia, pero para mi sorpresa en vez de susurrar los hechizos de sanación el hombre dijo “Felicidades”

Completamente confundido, levante mi ropa un poco, con la intención de enviar mi propia magia hacia mi cuerpo, cuando vi que mis cicatrices se habían vuelto rojas. Estaba embarazado.

― Llame al Rey, por favor ― le dije al tutor que envió una nube delante de él de inmediato.

No paso mucho tiempo para que llegara Yunho y aproveche uno de mis privilegios para ordenarle a todo el mundo que se fuera mientras me acomodaba en mi sillón favorito.

― ¿Qué es lo que ha pasado? ― dijo mientras se arrodillado frente a mi silla.

No conteste, sino que subí mis ropas y le mostré las cicatrices rojas de mi costado.

Yunho me miro con asombro ― Estas  embarazado.

― Si ― le dije y aunque me daba miedo, le sonríe. Estaba  feliz.

Yunho se arrastró encima de mí, pese a no existir ningún espacio en la silla para él. El tomo mis mejillas y me beso. ― Te amo, Jae, mi Príncipe.

― Te amo, mi Rey ― le dije mientras le apretaba el trasero.

Pero luego Yunho se puso serio ― Promete ahora, tú estarás primero luego los niños.

― Yo…

― Prométemelo ― alzando la voz

― Te lo prometo, mi amor. Primero yo, y luego los niños.

Luego me perdí en su abrazo y todas mis preocupaciones se quedaron para otro día.

>>> FIN <<<
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Libro 2: Dueño de mi Corazón