Era difícil creer que sólo había sido un
día desde que Jae regresó, su sonrisa apareciendo con más frecuencia, y su
mente presente y activa. La tristeza no era algo que sólo pudiera desaparecer,
pero no esperaba que lo hiciera. Sólo necesitaba a mi esposo y nuestro reino
necesitaba un Rey cuya mente estuviera presente.
Pero al igual que él, yo también era un Rising
Sun completamente nuevo. Mi cabeza estaba centrada en problemas actuales, y a
pesar del temor de que otra cosa sucediera estaba lo suficientemente seguro
para dejarlo a un lado.
― Las especulaciones están empeorando, mi Rey.
Parece que la fecha de la coronación se ha fijado. ― dijo Kibum, la ira visible incluso en
su rostro.
― ¡Malditos Kari! ¿No tienen ningún sentido? ― grité, golpeando el reposabrazos con
mi puño.
― Yo hubiera dicho que sí sólo unos pocos
meses atrás. Ahora me temo que tengo que estar de acuerdo contigo. ― Una voz desde la entrada a la sala
del trono, dijo.
― ¿Mi
Príncipe, estás bien? ― Salté
del trono, y corrí a su lado.
― Estoy bien, mi Rey, simplemente enfurecido
más allá de la razón.
Fue entonces cuando noté la frialdad en
su postura y la falta de resistencia en su voz.
― ¿Qué pasó?
― Mi primo me informó sólo hace unos momentos,
como el Consejo ha decidido que él será el nuevo Rey. Junsu estaba desesperado
por la preocupación, rogándome para que hiciera algo y cambiara su destino. ― miró de mí hacia el consejo. ― Me
preguntó por qué no fui informado acerca de este problema, pero supongo que la
razón detrás de eso es la misma que está detrás de la preocupación de Junsu.
Me sentí castigado a pesar de no ser culpable.
Debería haber informado a Jae acerca de los asuntos de la corte, sobre todo de
algo tan importante como la pérdida de su trono. Pero también era probable que
no me habría ni siquiera escuchado si lo hubiera hecho. Los Dioses sabían que
él no respondía, incluso a los llamados de Junsu.
― Mi Príncipe ― Kibum dijo ― hemos estado enviando mensajes de ida y
vuelta, tratando de encontrar una solución pacífica, pero Kari se reúso a
escuchar razones. Creen que los Kari están bajo el dominio de un Rey Rising Sun
y su consejo no permitirá que ocupe el lugar de un soberano Kari. Creen que
todo el reino se quedó sin liderazgo una vez que entregaron a su Príncipe. Esa
no era la condición de la rendición de Kari.
Intervine.
― Asumieron que les daría carta blanca una vez
que te tomé para mí. Pero de lo que no se dieron cuenta es que yo siempre había
planeado tenerte a mi lado como una voz para tu gente. Incluso cuando pensaba
que eras alguien muy diferente. Me niego a dejar que el consejo se inmiscuya en
los asuntos de una nación con la que no están familiarizados, y para llevar
adelante decisiones que puedan afectar la unión pacífica de Rising Sun y Kari.
El soberano se suponía siempre sería mi aliado o al menos un asesor y me
ayudaría a conducirnos como uno solo. Sólo que nunca me di cuenta de que mi
confianza en ti se volvería incondicional y absoluta.
Había conmoción en el rostro de Jae,
algo que esperaba y estaba secretamente complacido. Me satisfacía saber que
todavía podía elevarme ante los ojos de mi esposo y por un momento olvidé
incluso dónde estábamos. Por un momento casi pedí un beso.
― Pues bien. Soy el soberano que tienen y el
gobernante que el Reino de Kari decidió enviar a Rising Sun. Si fui lo
suficientemente bueno para ser regalado soy lo suficientemente bueno para
sentarme en ese trono y les digo a ellos que dejen de jugar idiotas y hagan lo
que se les dice.
Escuché la confusión detrás de mí,
sabiendo que los concejales habían pedido a los ayudantes que trajeran el trono
de Jae y lo pusieran junto al mío. Había sido preparado meses atrás, pero no
fue colocado ya que quería esperar hasta que el Príncipe decidiera que estaba
listo para usarlo.
Tomando su mano en la mía, nos conduje a
nuestro legítimo lugar, sonriendo mientras lo hacía, y una vez que nos
sentamos, la totalidad del consejo se inclinó respetuosamente, no muy diferente
de la forma en que el mismo Jae lo había hecho la primera vez que me enfrentó.
― ¿Hay un
portador de magia con la suficiente habilidad para lanzar una nube de pantalla
entre nosotros y el consejo? Quizás el que hizo posible su anuncio
solicitándome como su uralain? ― Mi Príncipe dijo, casi haciéndome sonrojar. La visión de él en su
trono, siendo respetado y sabiendo su valor era excitante.
Kibum se adelantó. ― ¿Mi Príncipe desea que la nube sea grande?
― Sí, por favor. Quiero vernos juntos que ser
cortado en su memoria.
Kibum tiró de su magia y lanzó la más
grande nube que jamás había visto. El otro lado mostró la sala del consejo, un
lugar que había sólo mirado en pocas ocasiones, y el único Kari allí presente
era un ayudante que no me había sido presentado con anterioridad. Se sobresaltó
y palideció cuando se dio cuenta de quién estaba llamando.
― Saludos, ayudante. ― Ambos Jae y yo inclinamos nuestra
cabeza hacia un lado respetuosamente. ― ¿Serías
tan amable de informar al consejo que su Rey y el Príncipe desean tener unas
palabras?
El ayudante asintió frenéticamente y
salió corriendo de la habitación.
―
¿Cuánto tiempo puedes mantener la nube? ―Jae preguntó.
― En la medida que sea necesario, mi Príncipe.
Los consejeros entraron uno por uno,
cada uno de ellos mostrando sorpresa cuando nos veían, pero cada uno de ellos
también hizo una reverencia tan pronto como reunían su sentido común. Tomó
tiempo, así como paciencia y podía ver a Jae apenas conteniéndose, para que se
reunieran. Una vez que todos ellos estuvieron finalmente presentes, fue Shindong
quien habló.
― Mi Rey, mi Príncipe. Lamentablemente, el
concejal HanGeng no está en el palacio y no se unirá a nosotros. Tal vez si
hubiéramos sido previamente informad...
Jae le interrumpió. ― Tal vez si
no hubiera estado de luto y mis hijos todavía estuvieran con vida, me
importaría lo suficiente como para informarles con antelación.
Shindong retrocedió como si lo hubieran
golpeado, pero se recuperó rápidamente. ― Por supuesto, mi Príncipe.
― Sí, eso es lo que soy. Un Príncipe, sólo una
corona de distancia de ser un Rey. ― Aferré su mano y luego, silenciosamente diciéndole que sus palabras
eran ciertas. Sólo la corona de Kari le impedía compartir mi título, algo que
los concejales habían fallado en hacer que sucediera una vez que dispusieron
convenientemente del Rey anterior.
―
¿Por qué entonces ― continuó
Jae ― tengo que escuchar de mi primo como se ve obligado a casarse y tomar mi
lugar?
―Mi Príncipe, no éramos conscientes… ― Shindong empezó sólo para ser
interrumpido por Jae, una vez más.
― Sí, no eran conscientes de que
desobedecieron mis instrucciones cada vez que escupían sobre la decisión de su
Rey. ¿Suena mejor para ti? ―
Esperó por ellos, pero sólo obtuvo silencio como respuesta. ― Me
arrastraron de mi tiempo de duelo bajo la amenaza de coronar a alguien en mi
lugar. Podrían haber puesto en peligro a mis hijos no nacidos mientras que yo
todavía los llevaba sólo para verme en este trono. Bien, Kari, ahora me ven
aquí. Estoy en el trono, al lado de mi Rey, y lo que fallaron en escuchar de él
será mejor que lo escuchen, ya que viene de mis labios. Ustedes no son la
fuerza gobernante de los Kari. Están sentados en su lugar como hombres que
deberían ser mi mano derecha, Karis quienes recibieron el honor de hacer mi
vida más fácil y hacer las cosas mejores para nuestra gente. Lo que están
haciendo en lugar de eso es tratar de provocar otra guerra.
» ¿Honestamente creen que se les permitirá? Todos ustedes están al borde
de ser acusados de desobediencia y desmantelados como parte disfuncional de la
corona.
Algunos de ellos jadearon, pero todos
inclinaron la cabeza avergonzados. Estaba rebosante de orgullo al lado de mi
Príncipe, nunca lo había visto dirigido a alguien aparte de mí. Era un
verdadero placer de ver.
Entonces Jae apretó mi mano y comprendí
que estaba a punto de decir algo que no me gustaría.
― ¿Están dispuestos a escuchar y obedecer, o
debo seguir adelante y proceder con la ejecución de mi amenaza?
Otro concejal, uno con el que no estaba
familiarizado, dio un paso adelante.
― No, mi Príncipe. Somos su mano derecha;
haremos lo que nuestro Rey y Príncipe manden.
― El consejo de Kari será incluido en las
decisiones del consejo Rising Sun. Empezaremos poco a poco, trabajando en hacer
las vidas de nuestras naciones mejores. Los temas delicados no serán
divulgados, ya que no tengo ninguna razón para confiar en ustedes todavía.
Deben ser conscientes de que cualquier información que salga de su sala de
consejo es una información por la que están arriesgando su vida. Yo no soy mi
padre y su destino no se convertirá en el mío.
La conmoción era ahora evidente en cada
rostro y en cada postura del consejo de Kari. No se dieron cuenta de que el
hijo sabía lo que había sucedido al padre y esa era la carta que debería haber
jugado hace mucho tiempo.
Jae continuó.
― Se entiende que renunciarán a todos los
planes que tenían respecto a Junsu. Él no quiere gobernar y mientras el Rey y
el Príncipe estén vivos no tiene sitio en que hacerlo. Además, sus temores de
quedarse sin una línea gobernante no se extinguirá a través de él. Forzar una
unión sólo les dará un Kari miserable y niños criados en el resentimiento. Él
se casará con quien desee.
―Sí, mi príncipe.
― No era mi intención sentarme aquí tan
pronto. Por desgracia, el tiempo es algo que desesperadamente nos falta. Me
tendrán como su gobernante y alguien con quien hablar, pero también se les
anima ― hizo hincapié en la
palabra ― a escuchar a su nuevo Rey y contar las noticias de las que aún no esté
al tanto desde su lado del país. No estamos solos en este mundo, y cualquier
debilidad será vista desde afuera. No deseo otra guerra. ― Les dio una mirada intencionada,
haciendo una pausa para el efecto, antes de continuar. ― Ahora
pueden hablar.
Era casi como si vieran a un Dios
sentado en ese trono. La cooperación que conseguimos de un solo discurso
pronunciado por Jae superó con creces las esperanzas de cualquiera de nosotros
en la sala del trono Rising Sun. Hablaron y ofrecieron tanta información y
apoyo, y para el término de la reunión, Jae estaba sonriendo casi afectuosamente
hacia ellos.
Pero debajo de su evidente satisfacción,
vi lo que los demás fallaron en notar, Jae estaba exhausto. Su espalda estaba
lentamente aflojándose, poco a poco con cada hora, y sus ojos mostraban signos
de agotamiento. Era hora de que la realeza se retirara y tal vez bendecir sus
habitaciones con otro ataque de afecto.
Sonreí para mis adentros y levanté mi
mano. Todas las charlas cesaron y cada uno me miró expectante.
― Ahora que por fin estamos haciendo progresos
en el frente de la paz, su Rey y Príncipe los dejarán para su discusión
adicional.
Los Kari en el otro lado se inclinaron,
con ligeros murmullos de ― Por supuesto, mi Rey ― mientras Kibum hábilmente giró la nube
orientándola para el lado del consejo Rising Sun.
Tomé la preciosa mano de Jae, besando
sus nudillos y resintonizando su sonrisa, lo conduje fuera de la sala del
trono.
Me agrada este Jae, después de todo lo que ha tenido que sufrir, lo bueno es que tiene a Yunho Tinto de su lado.
ResponderEliminareso es todo mi Jae mano dura contra todo aquel que se quiera pasar de listillo con tigo y tu rey ahora entenderán de una bes y por todas quien manda ahí
ResponderEliminarGracias me fascino el capitulo
Jae se ha enterado del problema que habia y lo ha manejado dignamente como lo que es,ahora las 2 naciones estaran en paz
ResponderEliminarJae me dejó sorprendida definitivamente nadie se esperaba tal firmeza en sus desiciones. Incluso Yunho está que no cabe en su maravilla. Se me ocurre que en parte esa fortaleza en Jae proviene del caracter que habrian tenido sus bebés, como si el pequeño Ull le diera valor y fuerza y Ura la voz de mango gentil. Ay no se pero este Principe Jar me encantoooo¡¡¡
ResponderEliminarAunque Jae nunca fue preparado para mandar, hacer asumo de su linaje, él ahorita demostró ser todo un príncipe, todo un rey.
ResponderEliminarGracias!!!