“Ahora van a ver lo que la verdadera magia
puede hacer, lo que significa llorar. Porque no necesito al Rey nunca más, y
tomaré de él como él tomó de mí. Durante el tiempo que haya aliento en mí,
nunca será feliz.”
>>>♥<<<
Oí los gritos todo el camino por el
pasillo y me puse pálido. No podía soportar cualquier otra cosa sucediéndole a Jae,
y tanto dolor no era normal.
«Por favor, mi Príncipe, que estés bien.»
Irrumpí en la habitación como una bola
de furia, pero la vista momentáneamente me detuvo en seco. Jae estaba en la
cama boca arriba, las mantas alrededor de él empapadas en sangre. Tenía las
rodillas ligeramente flexionadas, sus manos alrededor de su vientre y su cara
roja por el dolor.
― Yunho... ― jadeó antes de gritar de nuevo.
Eso fue suficiente para sacarme de mi
conmoción y en el momento siguiente estaba gritando.
― ¡Todo el mundo fuera excepto Changmin! ¡Tú, detalles!
― Ni siquiera lo miré, con mis ojos
completamente centrados en Jae. Los demás se escabulleron casi sin hacer ruido,
pero para ese momento yo estaba en la cama de rodillas junto a Jae, cortando su
ropa con mi cuchillo.
― Él iba a la biblioteca mientras me ocupaba
de la comida y alguien lo empujó por las escaleras. Lo encontré inconsciente y
sangrando y lo traje aquí. Llamé a los sanadores, pero no lo pueden tocar. Lo
siento, mi Rey.
― Por favor, Yunho, es demasiado pronto... ― Jae gritó, su dedos blancos bajo la
presión que colocaba contra su vientre.
― Todo estará bien, mi amor. Sólo respira y
nosotros los cuidaremos a todos ustedes ― le dije con calma, presionando un beso contra su mejilla sudorosa y
manchada de sangre.
Pero en verdad, no tenía ni idea de lo
que iba a suceder. Había tanta sangre y Jae estaba tan pálido. Podía ver la
sangre fluyendo libremente del centro de sus alargadas cicatrices. Usé mi magia
para ver el interior y casi rompí a llorar ahí mismo.
Los niños estaban apenas aguantando, mi
hijito era más fuerte que la niña, que estaba al final de sus fuerzas.
― Jae, cúrate a ti mismo. Estás sangrando muy
gravemente, y yo ayudaré a los bebés. ― Lo miré para asegurarme de que entendía, y mi amor logró asentir a
pesar de apenas mantener su cabeza erguida.
―Esto va a doler ― le dije, sabiendo que la cicatriz central,
donde estaban los niños, debería haber estado ya abierta y estaban lentamente
sofocándose.
Mis dedos se deslizaron en el corte
fácilmente y con ambas manos tiré de los dos extremos apartando la del medio. Jae
volvió a gritar, y toda la sangre aún en su vientre se precipitó fuera. No
había tiempo que perder y rápidamente empujé mis dos manos en la abertura,
desplazándome a través de la carne y la sangre en un esfuerzo por salvar a mis
hijos.
Justo cuando mis dedos tocaron a mi niña
sentí que su vida se extinguía y si pensaba que los gritos de Jae antes eran
dolorosos, este cortó directo a través de mi corazón. La saqué, todo su cuerpo
apenas superaba el tamaño de mi palma, pero ella todavía estaba tibia y rosa,
engañosamente como si estuviera viva, pero también completamente sin responder.
Sin darme tiempo para lamentarme, la puse en los brazos de Changmin y me
concentré de nuevo en Jae.
Estaba sollozando a través de sus gritos
de dolor y tanto como quería ayudarlo, consolarlo, tuve que pensar en mi hijo.
Empujé una sola mano esta vez, sosteniendo el vientre de Jae con la otra y
cuando lo toqué sentí la magia de Jae pasando a través del niño. Jae estaba
tratando de salvar al niño mientras aún se desangraba.
No estaba seguro de si este hecho me
enfureció más que entristecerme. Pero aún así, incluso a través del pánico,
reaccioné. En lugar de curar al niño tuve que detener la hemorragia de Jae.
Dos cortes en su interior, donde los
niños habían estado unidos, estaban apenas sanados, ciertamente no lo
suficiente para detener la sangre saliendo del cuerpo de Jae. Obviamente, sólo
había comenzado a trabajar en sí mismo cuando se dio cuenta de que nuestra niña
estaba muriendo.
Sostuve a mi hijo contra mi pecho
mientras lo sacaba, sin siquiera tomarme el tiempo para mirarlo mientras me
concentraba en sellar los cortes. Mi otra mano estaba aún presionada contra el
cuerpo de Jae y a través del contacto sentí el momento exacto en que Jae perdió
el conocimiento. Fue como un choque de electricidad a través de mi pecho, así
que trabajé más duro, sin incluso percatarme de mi entorno. Arreglé sus
entrañas, presionando fuerte contra su cuerpo para expulsar el resto de los
fluidos y la capa protectora que guardaba a los bebés.
Mi magia estaba gastada y mis reservas
de energía agotadas, por lo que una vez que todo estuvo fuera, tuve que cortar
mis dedos sobre el cuchillo que aún estaba en la cama junto a Jae y usar mi
sangre para ayudar a sellar la cicatriz y curar la piel dividida en el costado.
El embarazo todavía nos tenía conectados lo suficiente como para que cada parte
de mí pudiera ser utilizado para ayudarlo.
Miré a través del cuerpo de Jae una vez
más, una insignificante certeza de lo incorrecto persistía en la parte
posterior de mi mente, y sólo entonces me di cuenta de los dos órganos
lesionados en su lado. Uno estaba dejando de funcionar, mientras que el otro
parecía gravemente lastimado.
― Changmin, rápido, llama a los sanadores. Jae
está lesionado. ― Tomé
a mi hija de él, y sólo entonces presté atención a mi hijo.
El niño tenía los ojos plateados, apenas
abiertos y mirándome débilmente. Inmediatamente noté el tajo abierto, medio
unido y todavía sangrando sobre su vientre, pero incluso sin eso, su cuerpo no
estaba desarrollado lo suficiente y yo sabía que no podía salvarlo. Jae había
perdido el conocimiento antes de poder ayudarlo y mi magia se había ido, pero
aún con la magia, nuestros niños habrían muerto.
Me incliné, besando la pequeña frente,
por medio del tacto sentí su vida dejándonos.
― Te quiero, pequeño. Cuida de tu hermana ― le susurré, oyendo a los sanadores
rodearnos y doliendo demasiado como para preocuparme.
Adormecido al mundo, estaba de pie junto
a la cama y observaba los pequeños cuerpos. Mi hija con su pelo todavía
oscilando entre el negro y el azul, las diminutas marcas Rising Sun y la
pequeña nariz de Jae. Mi hijo con los mechones suaves de negro pelo pegados al
cuero cabelludo, diminutos dedos, y tres líneas de cicatrices en su costado.
Hubiera sido un Kari puro, tocado por Dios.
― Va a estar bien, mi Rey. ― Changmin habló a mi derecha y miré a
mi Príncipe, limpio de sangre sobre las sábanas que eran blancas una vez más.
Aún estaba pálido, felizmente inconsciente, pero iba a estar bien. Estaba vivo
y eso era lo único que importaba.
Un toque en mi brazo me hizo mirar en
dirección a Changmin y note los paños húmedos que me estaba ofreciendo para
limpiarme.
Estaba roto por dentro, esperando a que
mi cuerpo se recuperara y mostrara una reacción física. Quería estar junto a mi
Príncipe cuando sucediera. Así que ofrecí mis bebés a Changmin, deseando que
los limpiara, mientras me ocupaba de mí mismo.
Una vez libre de sangre y con mi hijo e
hija en las manos, despedí a Changmin y me arrastré sobre la cama junto a mi Jae.
Apoyé la cabeza contra su pecho, escuchando los fuertes latidos del corazón, la
vida aún poderosa dentro de él y suspiré con alivio. Nos afligiríamos juntos y
lloraríamos en los brazos del otro.
>>>♥<<<
Estaba con él la primera vez que se
agitó, mirando en aquellos ojos plateados, esperando a que recordara. Estaba
enojado con él por casi morir sobre mí, incluso cuando habíamos acordado que él
era lo primero. Pero la ira podía surgir más adelante, cuando Jae estuviera
conmigo de nuevo, y cuando el dolor dejara de cortar a través de mi propia
alma.
Su cercanía era reconfortante. Mantuvo
mis lágrimas a raya cuando hubiera preferido romper a llorar. Su suave cuerpo
me recordó lo que aún me quedaba y no había ninguna duda en mi mente de si mi
elección de a quién salvar había sido la correcta.
Acaricié su cabello, alisándolo lejos de
su cara. Besé sus labios agrietados y contuve la respiración para el momento en
que el pasado chocara con el presente. La confusión revoloteando en sus ojos
duró apenas unos pocos segundos antes de que el terror lo reemplazara. Jae
buscaba una respuesta en mis ojos, casi esperanzado, pero temblando de miedo de
lo que diría. Sabía que mi propio rostro era cualquier cosa menos la máscara
que mostraba como gobernante. No podía disimular mi angustia aunque lo hubiera
intentado y mis lágrimas se mantuvieron a raya a fuerza de voluntad.
Me incliné hacia mi Príncipe, besando su
frente, abrazándolo más cerca cuando su grito de negación llenó mis oídos.
Agarré sus dedos con los míos haciendo nuestros nudillos blancos.
― Tenemos que decir adiós, Jae. Tenemos que
besar sus dolores para alejarlos, y enviarlos a su nueva vida sin ataduras con
el pasado.
Su agarre sobre mis dedos aumentó y sus
lágrimas se deslizaron por mi brazo mientras apretaba su mejilla contra mi
hombro.
―Míralos, Jae. Dales nombre, ámalos, mi
Príncipe. ―Besé su pelo, deseando que
el dolor se fuera lejos pero sabiendo que estaba allí para quedarse.
Sus sollozos se convirtieron en pequeños
y calmados hipos antes de que pudiera levantar su hermosa cabeza y mirar entre
nuestros cuerpos. Nuestros niños estaban casi fríos ahora, sólo nuestro calor
mantenía una fracción de la temperatura que deberían haber tenido.
No parecía que hubieran sufrido, sus
caritas pacíficas y suaves. Se fueron sabiendo que eran amados.
Los dedos de Jae se sacudían al tocar el
suave cabello de nuestro hijo, su labio inferior temblaba.
― Yo... ― Su voz se quebró. ― Quiero llamarlo Ull ―me susurró Jae, empujando su cabeza
contra mi pecho. ― Él luchó, Yunho.― Me miró
entonces. ― Como un pequeño lobo. Un espíritu tan
fuerte.
Asentí con la cabeza hacia él, dejando
que las malditas lágrimas cayeran.
Jae se inclinó hacia abajo, doblando su
cuerpo de una manera incómoda y aunque sabía que su gemido era de dolor, no
dije nada. Sólo miraba mientras pasaba suavemente sobre la cara de Ull las
puntas de sus dedos, deteniéndose justo en el borde de su pequeña barbilla para
repasar la marca doble invisible con su pulgar.
― Te amo, pequeño Ull. Cuida de tu hermana.
Nosotros te encontraremos en tu próxima vida. ― el beso de Jae era tan suave, una pulsación de sus labios contra el
niño. Cerró sus ojos mientras frotaba su mejilla contra la cabecita y dejó que
unas cuantas lágrimas más resbalaran por él. Jae luego se volvió hacia nuestra
hijita, parpadeando las lágrimas.
― Es tan hermosa, incluso ahora. ― Le tocó sus tenues marcas,
compartiendo una mirada de anhelo conmigo.
― No pude ayudarla. ― Jae dejó escapar un sollozo. ― Pero
estaba bien. La sentí, a ella no le importaba. Quería que me ayudara a mí
mismo. Tan pequeña y ya como su Rey. ― Las palabras fueron apenas comprensibles, ya que los sonidos de la
pérdida sacudían su cuerpo. ― Ella es nuestro corazón. Tan pequeña, pero
ya tan fuerte... Ura. Ella es Ura ― susurró mi Príncipe, tocando su cara de la misma manera que hizo con
Ull y presionando un beso contra sus labios. ― Te encontraremos en tu próxima vida,
pequeña. Permanece igual de fuerte. Te amo.
Entonces cayó contra mí, agotado y sin
esperanza, las lágrimas deslizándose libremente por su rostro. Esperé hasta que
el sueño lo tomó antes de salir de su agarre de acero. Tomé a Ull y a Ura en
mis brazos, presionando dos besos contra una de sus mejillas, así como era la
forma Rising Sun, y les deseé un camino tranquilo en su próxima vida.
Mis ojos estaban secos cuando abrí la
puerta y encontré a Changmin allí. ― Sólo dos portadores de magia. Quiero que su
ascenso sea privado. Tallen los nombres de Ull y Ura en las más finas piedras Rising
Sun y Kari. Fueron nuestros futuros gobernantes, incluso por apenas un soplo de
tiempo. Quiero que sus vidas sean recordadas.
Coloqué los dos pequeños paquetes que ya
eran tan amados a los brazos de Changmin. Incluso derramó lágrimas mientras los
sostenía como la realeza que eran, pero me di la vuelta.
Mi dolor era demasiado en sí mismo y
tenía que mantener a Jae en pie hasta que estuviera lo suficientemente fuerte
para valerse por sí mismo, un orgulloso Príncipe, una vez más.
Regresé a mi hermoso hombre; y regresé
para ser su fuerza y voluntad para mirar hacia adelante.
awch eso si que fue muy triste y la perdida de sus bebes aun siendo muy pequeños muy queridos ni siquiera los tuvieron un solo día completo
ResponderEliminarGracias
Esto es tan triste, Cuan doloso es el perder un soplo de vida tuyo despedirlo con todo ese amor. En verdad que Yunho es un guerrero, fue hermosa la manera en que amo a sus hijos, es una escena realmente llena de emociones. Y me siento molesta porque todo por culpa de ese maldito asecino. Por un momento temí que fuera ChangMin pero en definitiva me equivoque, y por ese lado me siento muy aliviada.Aunque Jae va a estar tan fragil y triste...
ResponderEliminarQue triste y doloroso capítulo, la vida de dos seres inocentes por culpa de los celos de una loca (o), ya agarrenla (o), antes que haga más mal.
ResponderEliminarGracias!!!