martes, 8 de agosto de 2017

Dueño de mi Corazón. Cap 1





 ¡Nunca me verán llegar! El Estúpido Príncipe y su ayudante, actuando como si un niño pudiera cambiar al mundo. Fue tan fácil hacerles creer que se deshicieron de mí, como si fuera a usar mi propia magia para atacar a un Príncipe.


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Cuando me di cuenta del sacrificio que tendría que hacer para moldear a Kari y a Rising Sun en un solo reino estaba renuente, pero nada hacía que mi corazón latiera, así como el bienestar de mi pueblo. Cuando todos estaban tan felices como podían serlo, dormía en la noche. Cuando sufrían me mantenía despierto, luchando por encontrar soluciones a nuestros problemas.


Pero tal cosa como la guerra podía haber sido resuelta de una sola manera, alejando a un príncipe de su reino y haciendo de él una figura próxima a mi trono, una voz obediente ante lo desconocido. Ahora, me doy cuenta de que tal plan nunca hubiera funcionado. El consejo de Kari estaba hecho de Karis establecidos en sus costumbres y siempre ávidos de poder. Tomar órdenes de una figura tan lejana no habría hecho una diferencia, sin importar que nuestros reinos se convirtieran en uno o no.

Aún, incluso cuando dije que sí a una unión con Jae y encontramos la solución en nuestros herederos, sentí el temor de estar atado a un hombre que despreciaba y que me despreciaba.

Pero Jae me sorprendió. Con cada palabra que decía, cada reverencia que daba, Jae apretaba las cadenas invisibles entre nosotros y me hizo suyo. Ahora, después de meses de despertar en su tierno abrazo, no había un lugar en nuestros dos reinos donde preferiría estar.

Su mano estaba envuelta alrededor de su protuberante vientre cuando se acurrucaba contra mí, dormido. Me encantaba quitar las sábanas de su cuerpo cada vez que me despertaba antes que él y miraba cómo se movía con tanta naturalidad en su sueño.

En estos días su mano estaba siempre alrededor de su vientre, protegiendo a nuestros niños no nacidos, y cuando apretaba su cara contra mi pecho sabía que encontraba consuelo en mi cercanía. Jae odiaba despertar sin mí, y se dormía con más facilidad cuando al menos una parte de mi cuerpo estaba tocando el suyo. Pero sostenerlo cerca, tocar su piel suave y pálida, no era una dificultad. Sólo verlo junto a mí, mientras abría mis ojos, hacía que valiera la pena toda la tortura que mi reinado traería ese día.

La idea del riesgo que nuestros herederos presentaban aún era escalofriante. Me encantaba el aspecto de sus tres líneas de cicatrices, amaba lo sensibles que eran y no podía estar más sorprendido por el hecho de que esas tres líneas marcaban a Jae como portador de un niño.

Sin importar lo mucho que fueran una parte de la cultura Kari, para mí todavía era un milagro que Jae se hubiera determinado lo suficiente como para arriesgarse a desangrarse durante el parto. Como estos pequeños seres, nuestros preciosos herederos, presentaban tal peligro en el mejor de los casos. Amaba a mi príncipe más de lo que las palabras podían decir.

Moví los hilos juguetones de cabello fuera de su cara y vi como los dedos de Jae se apretaban sobre su vientre. Sus suaves murmullos fueron suficientes para hacerme sonreír y finalmente no me pude resistir a besarlo.

Fue sólo un suave beso contra su pelo, pero mi Príncipe se movió, inclinando la cabeza hacia arriba y mirándome con una sonrisa. Ni siquiera podía ver con claridad, sin embargo, mientras estaba parpadeando el sueño de sus ojos plateados, Jae todavía exigía un beso, y yo no tenía ninguna intención de negarme.

Jae era suave bajo mis dedos, presionando su mejilla contra mi palma, ofreciendo sus labios en una exhibición descarada del deseo. Siempre tan fácil de complacer. Pero esa conexión entre nosotros, incluso si era tan simple como el toque de nuestros labios, nunca se podría describir con meras palabras. Respirábamos mutuamente, ambos tomábamos y dábamos, e incluso con todo el mundo rodeándonos, sólo el amor que teníamos el uno por el otro importaba.

Lo que creía antes de tener el privilegio de ver esa mirada suave, probar esos labios demasiado dulces, no era importante en absoluto. Lo que importaba ahora era la vida que yo daría por él y las vidas que tomaría por su seguridad. Jae era mío, y no había un Rising Sun o Kari que resplandeciera más brillante ante mis ojos.

Lo giré de costado y arrastré un camino húmedo de besos por el cuello de Jae. Tan suave, tan cálido. Todavía tenía el aroma del sueño en torno a él, esa frescura de las sábanas limpias y el cuerpo aceitado. Se movió con pereza, presionándose contra mí, pero no lo suficientemente despierto como para tocar. Amaba las mañanas. Me encantaba ver su cara, sin pensamientos preocupantes estropeando aquellas líneas perfectas. La forma en que su pelo estaba un poco desordenado y sus ojos medio cerrados. Me llamaba. Jae me llamaba.

Así que lo besé a lo largo de su columna vertebral, desviándome cuando llegué a su cintura para presionar un beso contra la curva de su vientre, donde nuestros hijos descansaban. Entonces continué mi camino, lamiendo la parte baja de su espalda, hundiendo mi lengua en su grieta, apenas por encima de su entrada y pensando en cómo algo que deseaba tanto no debería ser posible o real. Había suficientes tentaciones para un rey.

Pero lo besé a mi manera otra vez, frotándome contra su pierna, su costado, y su omóplato y todo el camino hacia abajo de su brazo hasta aquellos dedos largos y elegantes. Amaba tocarlo, mirarlo.

Sólo lo amaba.

Jae alcanzó el frasco de aceite junto a su almohada y cubrió mi polla con él, masajeando de una manera que me hacía sentir como si yo hubiese sido completamente inocente antes de ser tocado por sus manos. Cuando iba a apartar su mano, tomé su muñeca y sumergí aquellos dedos entre las mejillas de su culo, amando el rubor que se apoderó de su cuerpo en el acto. Se deslizaron fácilmente sobre la piel suave, sólo rozando ese hermoso lugar en el que quería entrar. Entrelacé nuestros dedos, apoyándolos contra su vientre y deslicé mi polla sobre la piel resbaladiza hasta que la cabeza se sumergió en su calor.

Nos amábamos todas las mañanas. Nuestros cuerpos se movían a un ritmo que era completamente nuestro y la premura pasó casi como una fiebre. Nuestros corazones gritaban sus latidos a través de nuestros pechos a medida que gritábamos nuestro placer para que todos escucharan y nos abrazamos como si no tuviéramos absolutamente nada que temer. Nada, mientras nos tuviéramos el uno al otro.


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Dejar a mi Príncipe y a mis niños no nacidos era una tarea que me agobiaba más cada día que pasaba. Parecía más difícil besar a Jae y despedirme, y correr el riesgo de que tuviera a los niños sin mí. Era un miedo que poco a poco fue convirtiéndose en terror puro.

Había encontrado la felicidad cuando mi Príncipe me había sonreído por primera vez, perderlo ahora, perder a los pequeños que eran una parte de mí a pesar de aún no haber nacido, enfriaba la sangre en mis venas. Sabía que si lograba sobrevivir a la muerte de Jae, no sería más que un muerto en mí mismo. Así que empujé esos pensamientos de mi mente, sabiendo que Jae tenía que vivir e iluminar todos mis días por venir. Jae tenía que seguir sonriendo para mí y nuestros hijos tenían que nacer saludables y sobrevivir. Yo era el Rey, y como tal, lo exigía.

El salón del trono ya estaba lleno de concejales cuando entré. Se inclinaron respetuosamente, nada como la honorable reverencia que Jae me había concedido la primera vez que me vio. Esa reverencia hacía aún aletear mi corazón y la elegancia que había tenido ese día permaneció con él, incluso a través de su embarazo. Era hermoso y encantador, sin siquiera saberlo.

En estos días siempre llegaba tarde. Mis momentos robados con Jae duraban más tiempo y mis obligaciones con el reino de alguna manera parecían menos importantes.

Kibum fue quien habló, rompiendo mis agradables pensamientos con cuestiones dominantes.

Mi Rey, ¿empezamos?

Suspiré cuando tomé mi lugar en el trono.

Proceda, concejal. ¿Qué nos preocupa hoy?

Es simplemente la cuestión de la fusión, mi  Rey. Kari, si bien coopera, parece tener algunas reservas. No estamos seguros, pero parece que están considerando poner a otro gobernante en el lugar del Príncipe Jaejoong.

Hablé con mi conocida calma glacial de furia.

¿Están locos los Kari? Nadie puede reemplazar a mi Príncipe, y si se atreven a cuestionar mi gobierno, voy a tomar el control y desmantelar el consejo.

Tal vez ellos necesitan que se les recuerde ese hecho, y tal vez, mi Rey, si me permite la osadía, usted podría asegurar un lugar al lado de su trono para nuestro Príncipe. ― Kibum se inclinó respetuosamente.

¿Crees que cambiaría las cosas? No quiero poner en peligro su vida o la vida de mis herederos. De lo contrario, ya estaría junto a mí. ― Miré a todos y cada uno de mis consejeros en busca de una respuesta sincera.

Se retorcieron bajo mi mirada. Yo era un gobernante y ellos tenían alguna influencia en mi reinado. Pero a diferencia de mis predecesores, yo gobernaba con cerebro y fuerza. Dirigía a mis ejércitos y ordenaba la política, y no tenía miedo de mezclar los dos cuando era necesario.

Al final, fue Leeteuk quien habló.

Creemos, mi Rey, que su presencia haría una diferencia. Los rumores viajan y los Kari saben que su Príncipe no está involucrado en la toma de decisiones.

Muy bien, haré lo que dice. Él tiene que aprender acerca de esto de todos modos. ¿Qué más?

Las telas de dos colores y las camisas están siendo dispensadas a través de ambos reinos. Nos enfocamos en suministrar los sastres y los aparadores con el diseño y materiales. El palacio estará equipado por la noche.

Eso es bueno. Ya era hora. ¿Algo nuevo acerca de los caminos?

Sí. La sección central está todavía bloqueada y los soldados están teniendo problemas para remover a los granjeros del lugar sin violencia. Hasta este momento, los Kari se han unido a nuestros esfuerzos para asegurarse de que todo pase tranquilamente.

¿Les han explicado que el mercado será más grande con el camino? Estarán conectados a Rising Sun y automáticamente tendrán un rango más amplio de clientes. Por no hablar de que nuestros recursos son mucho más ricos y serán capaces de aumentar su producción. ― Suspiré ante el asunto. Era sólo uno de los muchos que se repetían desde que la tregua había sido firmada. La gente estaba desconfiada y muchos de ellos resintieron la pérdida de un miembro de la familia, incluso si habían muerto antes de que la mayoría de los soldados hubieran nacido.

Sí, mi Rey. Tratamos de explicarlo, pero los granjeros insisten en que usted está robando sus tierras y que los masacrara mientras duermen. ― Kangin mencionó desde su posición al lado.

Me reí entre dientes de eso. Parecía que la mitad del reino de Kari me consideraba un monstruo aterrador que solo esperaba a que bajaran la guardia.

Como si no tuviera cosas mejores que hacer que ir por ahí asustando a sus hijos.

¿Y el resto? ― Pregunté, tratando de no ser molesto.

La reconexión de los reinos va bien, sin embargo... ― Kibum se detuvo cuando las puertas de la sala del trono se abrieron de repente y Changmin se precipitó al interior en pánico y con lágrimas.

Mi Rey, mi Rey... ― Siguió haciendo reverencias y retorciéndose los dedos en su ropa, pero yo ya estaba en pie dirigiéndome hacia él. ― Mi Rey, el Príncipe cayó por las escaleras, ― dijo finalmente. Se me heló la sangre y tropecé a medio paso.

Pero eso sólo duró un segundo o dos, porque con mi siguiente aliento estaba corriendo hacia nuestras habitaciones, rezando a todos los Dioses que conocía para que salvaran a mi Jae y a mis niños.


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6 comentarios :

  1. corre Yunho ve a el rescate de Jae y los pequeños
    Gracias

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  2. Cómo??? Santo cielo no, Debes salvarlos Yunho, los amas con todo tu ser no puedes perderlos. Mmmm tengo una sospecha... y espero con todo el corazón estar equivocada. Ese malvado sigue vivo y Jae sugue en peligro. SI Ponen a Junsu al trono que lo casen con Mi Chunnie de Rising Sun 😍😍😍😍

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  3. Otra vez lastimaron a Jae y a sus bebés también, ojala no los hayan lastimado.

    Gracias!!!

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  4. Dios quien es el desgraciado que quiere lastimar a mis reyes, que no le pase nada a Jae ni a los niños ......gracias

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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