¡Nunca
me verán llegar! El Estúpido Príncipe y su ayudante, actuando como si un niño
pudiera cambiar al mundo. Fue tan fácil hacerles creer que se deshicieron de
mí, como si fuera a usar mi propia magia para atacar a un Príncipe.
>>>♥<<<
Cuando me di cuenta del sacrificio que
tendría que hacer para moldear a Kari y a Rising Sun en un solo reino estaba
renuente, pero nada hacía que mi corazón latiera, así como el bienestar de mi
pueblo. Cuando todos estaban tan felices como podían serlo, dormía en la noche.
Cuando sufrían me mantenía despierto, luchando por encontrar soluciones a
nuestros problemas.
Pero tal cosa como la guerra podía haber
sido resuelta de una sola manera, alejando a un príncipe de su reino y haciendo
de él una figura próxima a mi trono, una voz obediente ante lo desconocido.
Ahora, me doy cuenta de que tal plan nunca hubiera funcionado. El consejo de
Kari estaba hecho de Karis establecidos en sus costumbres y siempre ávidos de
poder. Tomar órdenes de una figura tan lejana no habría hecho una diferencia,
sin importar que nuestros reinos se convirtieran en uno o no.
Aún, incluso cuando dije que sí a una
unión con Jae y encontramos la solución en nuestros herederos, sentí el temor
de estar atado a un hombre que despreciaba y que me despreciaba.
Pero Jae me sorprendió. Con cada palabra
que decía, cada reverencia que daba, Jae apretaba las cadenas invisibles entre
nosotros y me hizo suyo. Ahora, después de meses de despertar en su tierno
abrazo, no había un lugar en nuestros dos reinos donde preferiría estar.
Su mano estaba envuelta alrededor de su
protuberante vientre cuando se acurrucaba contra mí, dormido. Me encantaba
quitar las sábanas de su cuerpo cada vez que me despertaba antes que él y
miraba cómo se movía con tanta naturalidad en su sueño.
En estos días su mano estaba siempre
alrededor de su vientre, protegiendo a nuestros niños no nacidos, y cuando
apretaba su cara contra mi pecho sabía que encontraba consuelo en mi cercanía. Jae
odiaba despertar sin mí, y se dormía con más facilidad cuando al menos una
parte de mi cuerpo estaba tocando el suyo. Pero sostenerlo cerca, tocar su piel
suave y pálida, no era una dificultad. Sólo verlo junto a mí, mientras abría
mis ojos, hacía que valiera la pena toda la tortura que mi reinado traería ese
día.
La idea del riesgo que nuestros
herederos presentaban aún era escalofriante. Me encantaba el aspecto de sus
tres líneas de cicatrices, amaba lo sensibles que eran y no podía estar más
sorprendido por el hecho de que esas tres líneas marcaban a Jae como portador
de un niño.
Sin importar lo mucho que fueran una
parte de la cultura Kari, para mí todavía era un milagro que Jae se hubiera
determinado lo suficiente como para arriesgarse a desangrarse durante el parto.
Como estos pequeños seres, nuestros preciosos herederos, presentaban tal
peligro en el mejor de los casos. Amaba a mi príncipe más de lo que las
palabras podían decir.
Moví los hilos juguetones de cabello
fuera de su cara y vi como los dedos de Jae se apretaban sobre su vientre. Sus
suaves murmullos fueron suficientes para hacerme sonreír y finalmente no me
pude resistir a besarlo.
Fue sólo un suave beso contra su pelo,
pero mi Príncipe se movió, inclinando la cabeza hacia arriba y mirándome con
una sonrisa. Ni siquiera podía ver con claridad, sin embargo, mientras estaba
parpadeando el sueño de sus ojos plateados, Jae todavía exigía un beso, y yo no
tenía ninguna intención de negarme.
Jae era suave bajo mis dedos,
presionando su mejilla contra mi palma, ofreciendo sus labios en una exhibición
descarada del deseo. Siempre tan fácil de complacer. Pero esa conexión entre
nosotros, incluso si era tan simple como el toque de nuestros labios, nunca se
podría describir con meras palabras. Respirábamos mutuamente, ambos tomábamos y
dábamos, e incluso con todo el mundo rodeándonos, sólo el amor que teníamos el
uno por el otro importaba.
Lo que creía antes de tener el
privilegio de ver esa mirada suave, probar esos labios demasiado dulces, no era
importante en absoluto. Lo que importaba ahora era la vida que yo daría por él
y las vidas que tomaría por su seguridad. Jae era mío, y no había un Rising Sun
o Kari que resplandeciera más brillante ante mis ojos.
Lo giré de costado y arrastré un camino
húmedo de besos por el cuello de Jae. Tan suave, tan cálido. Todavía tenía el
aroma del sueño en torno a él, esa frescura de las sábanas limpias y el cuerpo
aceitado. Se movió con pereza, presionándose contra mí, pero no lo
suficientemente despierto como para tocar. Amaba las mañanas. Me encantaba ver
su cara, sin pensamientos preocupantes estropeando aquellas líneas perfectas.
La forma en que su pelo estaba un poco desordenado y sus ojos medio cerrados.
Me llamaba. Jae me llamaba.
Así que lo besé a lo largo de su columna
vertebral, desviándome cuando llegué a su cintura para presionar un beso contra
la curva de su vientre, donde nuestros hijos descansaban. Entonces continué mi
camino, lamiendo la parte baja de su espalda, hundiendo mi lengua en su grieta,
apenas por encima de su entrada y pensando en cómo algo que deseaba tanto no
debería ser posible o real. Había suficientes tentaciones para un rey.
Pero lo besé a mi manera otra vez,
frotándome contra su pierna, su costado, y su omóplato y todo el camino hacia
abajo de su brazo hasta aquellos dedos largos y elegantes. Amaba tocarlo, mirarlo.
Sólo lo amaba.
Jae alcanzó el frasco de aceite junto a
su almohada y cubrió mi polla con él, masajeando de una manera que me hacía
sentir como si yo hubiese sido completamente inocente antes de ser tocado por
sus manos. Cuando iba a apartar su mano, tomé su muñeca y sumergí aquellos
dedos entre las mejillas de su culo, amando el rubor que se apoderó de su
cuerpo en el acto. Se deslizaron fácilmente sobre la piel suave, sólo rozando
ese hermoso lugar en el que quería entrar. Entrelacé nuestros dedos,
apoyándolos contra su vientre y deslicé mi polla sobre la piel resbaladiza
hasta que la cabeza se sumergió en su calor.
Nos amábamos todas las mañanas. Nuestros
cuerpos se movían a un ritmo que era completamente nuestro y la premura pasó
casi como una fiebre. Nuestros corazones gritaban sus latidos a través de
nuestros pechos a medida que gritábamos nuestro placer para que todos
escucharan y nos abrazamos como si no tuviéramos absolutamente nada que temer.
Nada, mientras nos tuviéramos el uno al otro.
>>>♥<<<
Dejar a mi Príncipe y a mis niños no
nacidos era una tarea que me agobiaba más cada día que pasaba. Parecía más
difícil besar a Jae y despedirme, y correr el riesgo de que tuviera a los niños
sin mí. Era un miedo que poco a poco fue convirtiéndose en terror puro.
Había encontrado la felicidad cuando mi
Príncipe me había sonreído por primera vez, perderlo ahora, perder a los
pequeños que eran una parte de mí a pesar de aún no haber nacido, enfriaba la
sangre en mis venas. Sabía que si lograba sobrevivir a la muerte de Jae, no
sería más que un muerto en mí mismo. Así que empujé esos pensamientos de mi
mente, sabiendo que Jae tenía que vivir e iluminar todos mis días por venir. Jae
tenía que seguir sonriendo para mí y nuestros hijos tenían que nacer saludables
y sobrevivir. Yo era el Rey, y como tal, lo exigía.
El salón del trono ya estaba lleno de
concejales cuando entré. Se inclinaron respetuosamente, nada como la honorable
reverencia que Jae me había concedido la primera vez que me vio. Esa reverencia
hacía aún aletear mi corazón y la elegancia que había tenido ese día permaneció
con él, incluso a través de su embarazo. Era hermoso y encantador, sin siquiera
saberlo.
En estos días siempre llegaba tarde. Mis
momentos robados con Jae duraban más tiempo y mis obligaciones con el reino de
alguna manera parecían menos importantes.
Kibum fue quien habló, rompiendo mis
agradables pensamientos con cuestiones dominantes.
― Mi Rey, ¿empezamos?
Suspiré cuando tomé mi lugar en el
trono.
― Proceda, concejal. ¿Qué nos preocupa hoy?
― Es simplemente la cuestión de la fusión, mi Rey. Kari, si bien coopera, parece tener
algunas reservas. No estamos seguros, pero parece que están considerando poner
a otro gobernante en el lugar del Príncipe Jaejoong.
Hablé con mi conocida calma glacial de
furia.
― ¿Están locos los Kari? Nadie puede
reemplazar a mi Príncipe, y si se atreven a cuestionar mi gobierno, voy a tomar
el control y desmantelar el consejo.
― Tal vez ellos necesitan que se les recuerde
ese hecho, y tal vez, mi Rey, si me permite la osadía, usted podría asegurar un
lugar al lado de su trono para nuestro Príncipe. ― Kibum se inclinó respetuosamente.
― ¿Crees que cambiaría las cosas? No quiero poner
en peligro su vida o la vida de mis herederos. De lo contrario, ya estaría
junto a mí. ― Miré
a todos y cada uno de mis consejeros en busca de una respuesta sincera.
Se retorcieron bajo mi mirada. Yo era un
gobernante y ellos tenían alguna influencia en mi reinado. Pero a diferencia de
mis predecesores, yo gobernaba con cerebro y fuerza. Dirigía a mis ejércitos y
ordenaba la política, y no tenía miedo de mezclar los dos cuando era necesario.
Al final, fue Leeteuk quien habló.
― Creemos, mi Rey, que su presencia haría una
diferencia. Los rumores viajan y los Kari saben que su Príncipe no está
involucrado en la toma de decisiones.
― Muy bien, haré lo que dice. Él tiene que aprender
acerca de esto de todos modos. ¿Qué más?
― Las telas de dos colores y las camisas están
siendo dispensadas a través de ambos reinos. Nos enfocamos en suministrar los
sastres y los aparadores con el diseño y materiales. El palacio estará equipado
por la noche.
― Eso es bueno. Ya era hora. ¿Algo nuevo
acerca de los caminos?
― Sí. La sección central está todavía
bloqueada y los soldados están teniendo problemas para remover a los granjeros
del lugar sin violencia. Hasta este momento, los Kari se han unido a nuestros
esfuerzos para asegurarse de que todo pase tranquilamente.
― ¿Les han explicado que el mercado será más grande
con el camino? Estarán conectados a Rising Sun y automáticamente tendrán un
rango más amplio de clientes. Por no hablar de que nuestros recursos son mucho
más ricos y serán capaces de aumentar su producción. ― Suspiré ante el asunto. Era sólo uno
de los muchos que se repetían desde que la tregua había sido firmada. La gente
estaba desconfiada y muchos de ellos resintieron la pérdida de un miembro de la
familia, incluso si habían muerto antes de que la mayoría de los soldados
hubieran nacido.
― Sí, mi Rey. Tratamos de explicarlo, pero los
granjeros insisten en que usted está robando sus tierras y que los masacrara
mientras duermen. ― Kangin
mencionó desde su posición al lado.
Me reí entre dientes de eso. Parecía que
la mitad del reino de Kari me consideraba un monstruo aterrador que solo
esperaba a que bajaran la guardia.
Como si no tuviera cosas mejores que hacer
que ir por ahí asustando a sus hijos.
― ¿Y el resto? ― Pregunté, tratando de no ser molesto.
― La reconexión de los reinos va bien, sin embargo...
― Kibum se detuvo cuando las puertas de
la sala del trono se abrieron de repente y Changmin se precipitó al interior en
pánico y con lágrimas.
― Mi Rey, mi Rey... ― Siguió haciendo reverencias y
retorciéndose los dedos en su ropa, pero yo ya estaba en pie dirigiéndome hacia
él. ― Mi Rey, el Príncipe cayó por las escaleras, ― dijo finalmente. Se me heló la sangre
y tropecé a medio paso.
Pero eso sólo duró un segundo o dos,
porque con mi siguiente aliento estaba corriendo hacia nuestras habitaciones,
rezando a todos los Dioses que conocía para que salvaran a mi Jae y a mis
niños.
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corre Yunho ve a el rescate de Jae y los pequeños
ResponderEliminarGracias
Cómo??? Santo cielo no, Debes salvarlos Yunho, los amas con todo tu ser no puedes perderlos. Mmmm tengo una sospecha... y espero con todo el corazón estar equivocada. Ese malvado sigue vivo y Jae sugue en peligro. SI Ponen a Junsu al trono que lo casen con Mi Chunnie de Rising Sun 😍😍😍😍
ResponderEliminarOtra vez lastimaron a Jae y a sus bebés también, ojala no los hayan lastimado.
ResponderEliminarGracias!!!
Dios quien es el desgraciado que quiere lastimar a mis reyes, que no le pase nada a Jae ni a los niños ......gracias
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPobrecito Jae 😭
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