― Este ha sido el tercer atentado contra la
vida del Príncipe Jaejoong ―
dije con calma mientras estaba sentado en mi trono, mi barbilla apoyada en mis
nudillos mientras inclinaba mi codo sobre el reposabrazos. ― Ha sido apuñalado,
atacado con magia, y ahora empujado por las escaleras, todo bajo la atenta
mirada de mi guardia.
Había sostenido a Jae en mis brazos
durante cinco días. Llorando con él, diciéndole lo mucho que lo amaba y de que
no era su culpa. Agradecí a los Dioses por dejarlo a mi lado, dándole otra
oportunidad de vivir, otra oportunidad para que yo lo amara. Pero los Dioses
estaban sin paciencia. Era sólo cuestión de tiempo hasta que lo perdiera si
permitía que los atentados contra su vida continuaran. La persona más preciada
en mi vida, no debería haber casi muerto tantas veces, y la muerte de mis hijos
era imperdonable.
Mis consejeros parecían sombríos y
asustados. Había sido su tarea eliminar todas las amenazas hacia su Príncipe.
Tenía demasiado en mi plato para tomar la organización de las guardias también.
Estaba también en mí poder castigarlos por sus errores. Matar a los herederos...
― Me gustaría saber ¿cómo es que se permitió
que tal cosa ocurriera? ¿Por qué tantos de mi raza nos desean mal? ¿Cuántos
tengo que matar para vivir con seguridad frente a las amenazas de mi propia
gente? ― enmascaré mis emociones
fácilmente. No podía pensar en los pequeños sin acercarme al borde de la
tristeza incontrolable. Las heridas estaban todavía demasiado frescas.
― Mi Rey ― KangIn dio un paso hacia adelante. ― Era mi deber velar por la seguridad del
Príncipe. ― Parecía enfadado y casi
derrotado. ― Comprendo que mi vida nunca podría
reemplazar a los que ha perdido, pero la ofrezco libremente para que usted
pueda hacer lo que quiera. ― Se
arrodilló e inclinó su cabeza, dejando al descubierto la parte posterior de su
cuello para el filo de mi espada.
― No quiero tu vida. Tú y el resto de los
concejales son los pocos hombres en este mundo en los que confío. No creo que
permitieras que estuviera en peligro intencionalmente. Levántate, Kangin. ― El hombre se levantó, con una pizca de
alivio visible en su rostro. ― Pero esto no puede continuar. La próxima vez
bien puede también ser la última. Y si mi Príncipe muere, no les gustará el
gobernante que les quede. Ahora explíquenme cómo sucedió esto.
― No es sino una corta distancia entre la
posición de los guardias en el nivel superior y los que están en la parte
inferior de las escaleras. No se me ocurrió cubrir cada ángulo del castillo en
el que el príncipe podría aventurarse. Especialmente cuando consideré que el
peligro había pasado con la muerte del uralain.
―
¿Alguna pista sobre quién podría haber sido? ― Pregunté, sabiendo ya la respuesta.
― No, mi Rey. Intentamos ver con
magia,
pero quienquiera que esté detrás se esconde bien. No había huellas, nada
que seguir.
Cerré los ojos por un momento, sin
querer pensar en enfrentar a Jae sin ni siquiera un indicio de que se haría
justicia. Yo había sido un esposo terrible desde el momento en que había puesto
un pie en mi reino. Era el que debería haber sido ejecutado.
― Muy bien, entonces. Estoy emitiendo una
orden de reclusión real. ― Algunos
de los concejales jadearon. ― Quiero
guardias acompañando tanto al Príncipe como a mí mismo. No importa si sólo
queremos caminar a la cocina o a la biblioteca. Dos guardias deben estar
siempre presentes. Quiero uno entrenado en magia y el otro en combate. Incluso
tienen permiso para pedir voluntarios de mi propio ejército. Las reuniones con
nosotros se limitaran sólo a las personas que aprueben la inspección de
antecedentes y demuestren no ser un peligro. El resto será manejado por el
consejo y se llevará a cabo en la sala de recepción más cercana a la entrada
este. Me gustaría escuchar sobre dichas reuniones y dejaré espacio para
negociar una reunión con personas de riesgo, si su información resulta ser
valiosa. Además de la reclusión del Príncipe y la mía, cerraré el palacio.
Quiero guardias extras apostados en todas las entradas, así como en la entrada
de los jardines. Sólo los miembros de esta casa y sus familiares más cercanos podrán
entrar, pero requiero que sean comprobados también. Si un Rising Sun viviendo
aquí desea encontrarse con amigos, tienen permiso para salir y hacerlo en
terrenos públicos. No están permitidos desconocidos en el palacio bajo ninguna
circunstancia, y quiero que los guardias que seleccionen sepan esto. Si necesitamos
un fuerte ejército para mantener a mi Príncipe seguro, lo tendremos.
Los concejales parecían sorprendidos,
sólo aquellos que sirvieron bajo mis órdenes durante la guerra controlaban su comportamiento
y entendían las razones detrás de mi decisión. Estaba tratando la situación
como lo haría en caso de un conflicto armado amenazando con poner en peligro a
mi familia. No importaba lo que fue hecho la última vez dos generaciones atrás,
cuando los Kari estaban en nuestra puerta amenazando con destruir toda la
nación. Lo que importaba era la seguridad del Príncipe, y era obvio que
nuestras acciones actuales no eran suficientes para proteger su vida.
― Será como desee, mi Rey ― dijo Kangin, inclinándose
ligeramente. Era uno de los que acordaban con mis acciones, lo podía ver en el
brillo de sus ojos. Solía ser un soldado y sabía que las órdenes directas era
lo que funcionaba mejor.
― Además, quiero que informen a los guardias
que cualquier ataque prevenible contra el Príncipe dará lugar a su ejecución.
No quiero que ni un corte de papel estropee su piel a partir de este momento. ― Miré profundamente a cada uno a los ojos, queriendo que supieran cuán
serio era. ― Ahora díganme lo que ha estado ocurriendo en
nuestros reinos.
Kibum habló primero esta vez.
― La noticia de la muerte de nuestros
herederos se ha diseminado. Tanto Rising Sun como Kari mostraron respeto con el
uso de los colores de duelo por los habituales cuatro días. Conforme a su
solicitud de una ascensión privada, las antorchas fueron encendidas en las
propiedades privadas de todo el reino. ― Sentí que las lágrimas no derramadas amenazaban con caer, pero Kibum
continuó, fingiendo no darse cuenta. ― No hemos escuchado del consejo Kari hasta el
momento, pero están obligados a hablar muy pronto. Me doy cuenta que el momento
no podría ser peor, pero quieren que el Príncipe gobierne con el Rey.
― Sí, me doy cuenta de eso. Pero no haré estos
días aún peores para el Príncipe Jaejoong. Esperaremos hasta que los Kari
decidan que serán despiadados, sólo entonces abordaré el tema con el Príncipe. ― Pensé en eso durante un momento. ― También,
por favor escriban un mensaje personal de mi parte para el jefe del consejo, Shindong.
Hágale saber que me preocupo profundamente por el Príncipe y si sus payasadas
resultan en el deterioro de la salud del Príncipe mi buena voluntad se
desvanecerá. Dile que renuncie a sus ideas de que alguien tomé el lugar de Jaejoong
en el trono, porque eso sólo ocurrirá si ambos, el Príncipe y yo estamos
muertos. ― Dije la última parte con
los dientes apretados y la ira pulsando a través de mis venas. Estaba enfermo y
cansado de que la política apresurara nuestras vidas y de idiotas pensando que
sabían lo que es mejor.
Leeteuk fue el siguiente.
― Ha habido rumores circulando. Nada concluyente,
pero las naciones más allá de las fronteras de Kari están agitadas. Sería el
momento perfecto para que actúen contra nosotros. La nación de Kari es débil y
todavía no hemos establecido nuestra presencia militar en su reino. Si alguien
ataca ellos caerán.
Juré en voz alta, saltando a mis pies.
El ritmo vino naturalmente mientras me devanaba los sesos para encontrar una
solución. No podíamos imponernos sobre Kari más rápidamente. Habría sido visto
como una interferencia hostil, pero no podía simplemente dejar que se quedaran
sin protección.
― Tenemos que empezar a ver a Rising Sun y a
Kari como una sola nación. Pero eso también requiere tiempo. Soy un gobernante
extranjero y siempre lo seré. El Príncipe Jaejoong necesita tomar su lugar en
el trono y hacer que esos malditos idiotas nos escuchen.
― Trataré de averiguar más, mi Rey. ― Leeteuk se trasladó a un segundo
plano, con sus palabras de despedida. Era por lo general el mensajero, un
sabe-lo- todo, pero no sobrevivió gracias a su amor por ser notado.
Sabía que no podía sacar a Jae de la
cama y sentarlo en el trono. Tenía que estar dispuesto y listo. Era casi
divertido cómo las buenas ideas se convertían en necesidades en todos los
momentos equivocados.
― ¿Qué más está presionando?
― Los agricultores finalmente se han establecido.
Las carreteras están abiertas y nuestros envíos de provisiones están llegando a
tiempo. Incluso me atrevería a aumentar las entregas, si nuestro Rey lo aprueba. ―dijo Kibum.
― Sí, aprobado de inmediato. Mientras más
pronto nos hagamos amigos, mejor. Además, trata de ponerte en contacto con los
portadores de magia. Habla con el consejo de Kari y tal vez arrojen una idea
sobre la formación de algún tipo de escuela. Necesitamos una mejor defensa y
las generaciones más jóvenes lo son.
― Sí, mi Rey.
― Continuaremos con esto después de la hora de
la comida. Necesito algunas soluciones ― dije, mirándolos, luego salí por la puerta, necesitando asegurarme de
que Jae estaba bien.
no se si tenga la razón pero creo que es el padre de Jae el que los esta lastimando pues creo que el es el que se a echo pasar por muerto para lograr sus propósitos y quedarse con los dos reinos
ResponderEliminarGracias
Mmm no creo ya que se supone que quien ataca a Jae es uno de los Uralaín que fue reubicado en el palacio... aunque ciertamente es una posobilidad lo de fingir su muerte...
EliminarVayq situación tan tensa, la politica siempre me pone de malas, pero cuando el amor esta de por medio se vuelve interesante. Yo insisto en que el modus operando es muy del tipo Rella cuando le hieren el amor propio. Solo espero que el dolor de la perdida pase pronto para el YunJae.
ResponderEliminarToda precaución es poca para poner,a salvo a Jae. Ahora haber que pasa entre los dos reinos.
ResponderEliminarGracias!!!