Al
salir del coche y darse cuenta de que el chófer había aparcado en Bond Street, Jaejoong
se ruborizó todavía más. Por un momento, se quedó helado, consciente de que
casi no le había dado tiempo a abrocharse la
blusa.
Y
estaban delante de una de las joyerías más famosas de Tokio. Miró el
escaparate, pero no vio ninguna de las joyas exhibidas en él porque estaba
mirando su propio reflejo.
Volvía
a parecer un loco, despeinado, con los labios hinchados y la mirada perdida.
Miró a Yunho y vio que estaba muy contento con lo que veía, ya que le sonrió.
Su aspecto era el mismo que cuando había aparecido delante de él en el parque.
Su ropa estaba impecable, seguía peinado. No obstante, lo había visto ajustar
ciertas partes de su anatomía antes de abrir la puerta del coche.
Y
aquello no aplacó el calor que sentía en las mejillas, ni entre las piernas.
— De
verdad, te odio — susurró mientras esperaban a que el
guardia de seguridad les abriese la puerta de la tienda.
— Lo
sé… — contestó él, dándole un beso en
la oreja — y me encanta,
amante mío. Estoy deseando seguir disimulando.
Con
aquella promesa en mente, entraron en la tienda. Enseguida los condujeron a una
habitación donde les enseñaron diamantes, rubíes y zafiros. Él rechazó los
diamantes negros con un gesto.
— No
pueden competir con tus ojos, bello mio — le dijo, levantándole
el rostro para que lo mirase, sonriendo.
Era
un hombre diferente, despreocupado, más expresivo, comunicativo. Lo envolvió en
diamantes, collares, pulseras y lo hizo sonrojarse cuando le colocó un enorme
diamante blanco entre el pecho.
— ¿Quieres
parar? — Murmuró Jaejoong — No voy a permitir que me compres nada.
¡Y me siento como un imbécil!
— Voy
a comprarte éste — dijo él — Y voy a comérmelo en nuestra noche de
bodas, mientras te como a ti.
— Estás
loco.
— Loco —
no fue necesario añadir «por ti».
Jaejoong
supo que había empezado a enamorarse profundamente de él otra vez, ya que era
el otro Yunho. El U-Know al que había conocido seis años antes: relajado,
alegre, bromista, encantador. El U-Know del que se había ido enamorando en dos
semanas. Aquél era el U-Know feliz. Jaejoong se dio cuenta de lo infeliz que
había sido desde que se habían vuelto a encontrar. ¿Cuál era el motivo de aquel
cambio?
Dejó
de luchar contra él. Había accedido a convertirse en su esposo. Y no por los
gemelos. Tal vez no se acordase de él, pero lo conocía. Y en esos momentos
estaba cortejándolo.
Aquello
tenía que significar algo. Tenía que significar que, si recuperaba la memoria,
no iba a ser para revelar algo horrible.
Eligieron
un anillo con un diamante y unas alianzas a juego.
Después
de aquello, Yunho volvió a cambiar de idea y se lo llevó a comer a una tasca,
donde tuvieron que quedarse de pie, rodeados de gente, aunque ni se enteraron
porque estaba hablando, hablando de verdad, como en el pasado, de todo y de nada.
Absortos.
Tocándose
todo el tiempo sin darse cuenta, jugando los dedos de Jae con los de él,
acariciándole la mejilla, el pelo. Él dándole trozos de manzana del postre en
la boca, asegurándose de que le mordisqueaba en cada ocasión las puntas de los
dedos. Y el magnetismo sexual que había entre ambos los envolvió.
Era
como si estuviesen recreando la primera tarde que habían pasado juntos sin ser
conscientes de ello. Y Jaejoong cayó bajo su hechizo. Luego volvieron paseando
a Bond Street, agarrados, y Jaejoong esperó que empezasen las compras, pero él
le dijo que ya lo harían al día siguiente.
Y
eso le gustó, porque significaba que también pasarían el día juntos.
Todo
fue bien hasta que Yunho lo acompañó a su apartamento y vio por primera vez
cómo vivían.
No
dijo ni una palabra al mirar el viejo sofá, la televisión, los muebles. Su
mirada lo decía todo.
— No
seas tan esnob, U-Know — le dijo él — Hemos sido muy felices aquí. — Atravesó la habitación y el pequeño pasillo hasta llegar
a su dormitorio.
Ruborizado
y con la dignidad alborotada, abrió el armario para colgar la chaqueta.
Un
ruido detrás de él lo hizo girarse y cerrar el armario. Yunho estaba en la
puerta, mirando la habitación con la misma expresión que el salón.
— Si
buscas una colcha rosa, ve a la otra habitación —
comentó Jaejoong, intentando aliviar la tensión reinante.
Él
ni siquiera esbozó una sonrisa. Dio un paso al frente, abrió el armario y
observó lo que había en él.
Luego
lo cerró, se dio la vuelta y salió de allí. Jaejoong intentó luchar contra la
ira que había provocado aquello antes de seguirlo. Había ido a la habitación de
los gemelos, donde parecía haberse quedado petrificado. Un lado de la
habitación era todo rosa y el otro, estaba lleno de lunas, cohetes y
astronautas.
— ¿Qué
esperabas? — Espetó Jaejoong, dolido por su
actitud — ¿Un maldito palacio?
Yunho
se giró a mirarlo. Volvía a estar pálido, pero en esa ocasión, de desdén.
— ¡Es
nuestra casa! — Exclamó él enfadado —
¡No se te ocurra meter tus
ricas narices en ella!
— No…
— Sí,
lo estabas haciendo, pero no te preocupes, Yunho. Jiyool está deseando que
llegue el día en que su maravilloso padre nos saque a todos de aquí para
llevarnos a su castillo. Así que, si no tienes un castillo, te aconsejo que lo
vayas comprando. ¡Te adorará por hacer realidad su sueño! Changmin tal vez no,
lo que más le preocupa es que no habla coreano. Y no creo que sueñe con que
tengas un cohete para ir a las estrellas.
Dicho
aquello, se dio la vuelta con los ojos llenos de lágrimas.
— Ya
tengo un castillo.
Jaejoong
se quedó parado en la puerta.
— Y
mi propio avión. Tengo varias residencias en lugares exóticos, un par de
helicópteros, un yate y una isla en el Caribe —
añadió, casi como si quisiera disculparse por ello — Lo que no tengo es lo que tú tienes
aquí, un hogar. Calidez y desorden —
suspiró con impaciencia, haciendo que él lo mirase — Voy a tener que pensar mejor lo que
quería hacer para impresionaros a ti y a los gemelos cuando lleguéis a Seúl… —
apretó los labios — Supongo
que no te gustó nada mi piso de Tokio.
— Me
recordó a un enorme mausoleo —
admitió Jaejoong en un murmullo, todavía a punto de llorar — Siento… haber malinterpretado tu
reacción, pero…
— Ahora
tienes un problema.
Jaejoong
lo miró a los ojos y él se acercó y lo abrazó.
— Ya
te advertí que no debías sentir lástima por mí —
comentó Yunho acariciándolo.
Él
sacó la lengua para humedecerse los labios, y Yunho la capturó con los suyos. Lo
hizo retroceder para salir de la habitación y Jaejoong tuvo que agarrarse a sus
brazos para mantener el equilibrio, porque lo estaba besando de verdad.
Sintió
la rapidez con la que a él también le latía el corazón, su calor, el control de
sus atributos masculinos para hacerlo derretirse. Oyó que se cerraba una puerta
y se dio cuenta de que era la de su dormitorio.
Hizo
acopio de fuerzas para apartarse de él.
— No
podemos.
— Sí
podemos — insistió él — Debemos —
añadió, besándolo en el cuello.
— Pero
el colegio… ¡Los gemelos!
— ¿Cuánto
tiempo tenemos? — le preguntó Yunho.
Jaejoong
intentó pensar sin apartar la mirada de sus ojos. No se fiaba de él. Todavía
sentía su erección contra el abdomen, y su propio cuerpo estaba descontrolado.
Intentó
respirar. Yunho estaba esperando una respuesta.
— Media
hora — contestó — Yoona, mi vecina, los recoge, así que
tal vez cuarenta y cinco minutos…
— Puedo
trabajar con esos parámetros —
dijo él con arrogancia.
Y
luego empezó a quitarse la corbata, sin dejar de mirarlo. Se desnudó con gracia
y rapidez, y él se quedó sin habla, sin respiración.
— A decir
verdad, no iba a hacerlo — admitió mientras se
quitaba los pantalones.
— ¿El
qué? — preguntó Jaejoong sin dejar de
mirarlo.
— Hacerte
el amor antes de casarnos. Iba a esperar, a hacerte desearme tanto que no
pudieses cambiar de opinión.
— Eres
un arrogante — le dijo Jae mientras
se quitaba la blusa y se desabrochaba el pantalón.
Yunho
atrapó sus pezones con las manos y se los llevó a la boca. Él gimió de placer.
Y Yunho absorbió aquel gemido con los labios. Sus manos siguieron las suaves
curvas de su cuerpo hasta llegar al trasero, que le agarró para apretarlo
contra su cuerpo. Luego, con cuidado, lo tumbó debajo de él en la estrecha
cama.
No
volvieron a hablar, no tenían aliento para hacerlo. Le acarició los muslos y
metió la mano en su interior. Entonces descubrió que estaba preparado para
recibirlo.
Débil,
inquieto, aferrándose a él, rogándole con la mirada fija en la suya. Yunho lo
acarició para darle placer observando cómo se deshacía por él. A Jaejoong no se
le ocurrió que el hecho de darle placer a él aumentase el suyo hasta que vio
que él también se desmoronaba. Lo vio tomar aire y recorrerlo con la vista en
un acto de fiera posesión que rayaba en lo salvaje. Él protestó cuando Yunho
dejó de hacer lo que estaba haciendo, pero cuando lo penetró, había perdido
toda la cordura que le quedaba.
— Jaejoong…
— murmuró contra su boca cuando la intensidad del acto lo absorbió a él
también.
Jae
le clavó las uñas en los hombros y sus pulmones lucharon por respirar. Era
consciente de que estaba perdiendo el contacto con la realidad, y de que él lo
estaba perdiendo con él, consciente de que ambos habían llegado juntos al
culmen de la excitación y se estaban dejando llevar.
La
última vez que habían hecho aquello había sido salvaje e incontrolable. En esa
ocasión habían cruzado esas barreras y habían llegado a un nivel completamente
diferente. Jaejoong no podía moverse, no podía hablar, no le funcionaban las
piernas, así que se quedó abrazado a su cuerpo caliente y sudoroso.
Yunho
le dio un beso en la mejilla y él sintió que le temblaban los labios. También
le temblaron los dedos cuando se los pasó por el pelo para apartárselo de la
cara. Él consiguió abrir los ojos y vio que los suyos eran de un hermoso tono
avellana para ser reales, que estaban ebrios de lo que acababan de compartir.
No hablaron; sus ojos lo hacían por ellos. No sonrieron, no bromearon, no
intentaron decir nada que los hiciese llegar antes a la realidad, a la tierra,
a la separación.
Las
piernas de Jaejoong se relajaron por fin. Yunho pesaba mucho, pero le gustaba,
le gustaba el modo en que su pecho estaba aplastado bajo el de él y el modo en
que su estómago le apretaba la pelvis. Yunho lo besó en los párpados, en la
nariz, luego en la boca otra vez, y la tensión de los brazos de Jaejoong se fue
relajando poco a poco, le acarició los musculosos hombros, la línea de la
mandíbula y los pómulos.
Así
había sido su primera vez juntos, cada vez que habían hecho el amor durante
aquella larga y fructífera noche, en su cama rosa y estrecha.
¿Cómo
podía haberlo olvidado? ¿Cómo podía haberlo borrado de su memoria como si fuese
algo que no mereciese la pena recordar?
Llamaron
al timbre y Jaejoong volvió al presente con brusquedad.
— Oh,
Dios mío, los gemelos — gimió, apartándolo de él con la
fuerza de diez hombres y poniéndose en pie.
Todavía
tenía las piernas adormecidas, así que le costó ponerlas en movimiento. Tomó su
bata, que era lo que más cerca tenía, y se la puso. Cuarenta y cinco minutos…
¡Se habían perdido juntos durante cuarenta y cinco minutos! Se mareó sólo de pensarlo.
— ¡Por
favor, muévete. U-Know! — le gritó al ver que
seguía tumbado y desnudo en su cama.
Jaejoong
apartó la vista de él y salió de la habitación mientras intentaba peinarse con
mano temblorosa. Abrió la puerta y se encontró a sus dos hijos y a su vecina.
— ¡Papá
está aquí! — gritó Jiyool emocionada.
— ¡Hemos
visto su coche fuera! — añadió Changmin. Yoona
no dijo nada, aunque sus ojos lo decían todo.
— Lo
siento — le dijo Jaejoong — Debí llamarte para…
Los
gemelos entraron corriendo, ajenos al modo en que iba vestido su umma, con el
único objetivo de encontrar a Yunho, que había salido del dormitorio, aunque Jaejoong
habría preferido que se hubiese quedado escondido en él. Saludó a los niños
sonriendo, acariciándoles la cabeza.
Jaejoong
no sabía cómo lo había hecho en tan poco tiempo, pero se había puesto la
camisa, los pantalones y los zapatos. Se fijó en que no llevaba calcetines, lo
que casi la hizo reír con histerismo. Estaba despeinado y llevaba los puños de
la camisa sin abrochar. Él se dio cuenta de que lo estaba mirando y arqueó una
ceja antes de abrazarlo por la cintura.
Los
gemelos no dejaban de hablar. Jiyool le había agarrado la otra mano y Changmin
estaba enredado entre sus piernas. Él miró a Yoona por encima de la cabeza de Jaejoong
y comentó:
— Ah,
la única persona del mundo al que mi futuro esposo le confiaría el cuidado de
nuestros hijos. Es todo un placer conocerla, señora Im…
Desplegó
todo su encanto en cada sílaba y Yoona no fue inmune a él. Cuando cerraron la
puerta, la mujer, que llevaba cuarenta y cinco años felizmente casada, había
sido seducida por un hombre capaz de hacer volver la cabeza a cualquier mujer o
joven si se lo proponía.
— Ha
sido horrible — murmuró Jaejoong,
apoyándose en la pared, todavía ruborizado.
— Por
tu reacción, doy por hecho que tu vecina no está acostumbrada a sorprenderle en
este tipo de situación — dijo Yunho.
Si
lo había dicho en tono de broma, a Jaejoong no le había hecho ninguna gracia.
De repente, pasó de estar ardiendo a estar helado. ¿Había sugerido Yunho que
llevaba a casa a otros hombres… o se lo estaba preguntando?
Fuese
lo que fuese, consciente de la presencia de los gemelos, intentó controlarse.
— Perdona —
susurró, zafándose de él y desapareciendo por la puerta de su habitación.
¿Cómo
se había atrevido Yunho a insultarlo de semejante manera? ¿Cómo se atrevía a
hacer comentarios acerca de su vida amorosa?
Enfadado,
se acercó a la cama y estiró la colcha con más violencia de la necesaria. El
suelo seguía lleno de ropa. Mientras la recogía, pensó en el dormitorio del
apartamento de Yunho. Tal vez sólo estuviesen hechos para compartir aquellas
pérdidas de control.
¿Había
hecho Yunho aquel comentario porque él sí estaba acostumbrado a que lo
sorprendiesen con los pantalones bajados? Se quitó la bata. Detrás de la puerta
cerrada de su habitación, podía oír a los gemelos hablando animadamente con él.
¿Cómo
iba a haber tenido una vida sexual con dos niños rondando por allí? No había
estado con nadie desde hacía seis años.
Y
él todavía no había respondido a su pregunta acerca de Jung Krystal. Era
posible que se hubiese estado acostando con él esa misma semana, en Seúl.
Sacó
unos vaqueros y una camiseta de manga larga y pasó un par de minutos recogiendo
su ropa. Luego tomó la que quedaba de Yunho y salió con ella al salón, donde lo
que vio lo dejó muerto.
Yunho
estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá y las largas
piernas estiradas debajo de la mesita de café. Jiyool estaba en su regazo,
embelesada con él. Changmin estaba de pie, al lado del hombro derecho de Yunho,
enseñándole muy serio a hacer un avión con una hoja de papel. En la habitación
había pruebas de que no era el primer intento, aunque Jaejoong dudaba que
alguien con la capacidad de Yunho necesitase tantas oportunidades.
Yunho
tenía un brazo alrededor de su hija y la mirada fija en su hijo. A Jaejoong se
le llenaron los ojos de lágrimas porque parecía maravillado con lo que Changmin
le estaba contando. Los tres se estaban uniendo a su manera. Jiyool, con su
innata naturaleza táctil, acurrucándose contra él, Changmin
con su sentido práctico y sus
habilidades técnicas, Yunho intentando satisfacer las necesidades de ambos para
formar con ellos un trío.
Por
primera vez en los cinco años de existencia de los gemelos, Jaejoong aprendió
lo que era sentirse separado de ellos, y le dolió. Se dio cuenta de que los
niños habían echado de menos tener contacto con su padre. Y que Yunho se había
perdido muchas cosas al no conocerlos.
Se
dio cuenta de que llevaba la ropa de Yunho en el brazo, y de que su intención
había sido tirársela a la cara, pero eso habría podido quebrar el frágil
vínculo que se estaba estableciendo allí.
Sin
que lo viesen, volvió a la habitación y dejó la ropa encima de la cama.
Después, fue a la cocina y se quedó allí, mirando por la ventana sin saber qué
estaba pensando, ni qué sentía, sabiendo sólo que algo dentro de él había
cambiado.
Se
dio cuenta de que sus hijos necesitaban un padre, necesitase él o no un marido.
Y que él necesitaba a Yunho aunque le costase reconocerlo.
— ¿Qué
te pasa?
Yunho
estaba en la puerta de la cocina. Jaejoong volvió la cabeza y lo vio con las
manos metidas en los bolsillos y la camisa todavía desabrochada. Parecía
triste, cauteloso, como si hubiese captado su humor desde la otra habitación y
se hubiese obligado a ir a verlo.
— ¿Dónde
están los gemelos? — le preguntó él en voz baja.
— Viendo
la televisión. Me he dado cuenta de que nos estabas observando. Parecías…
destrozado.
¿Destrozado?
— No —
contestó él, consiguiendo esbozar una sonrisa — Me he dado cuenta de las cosas — se giró del todo para
mirarlo, cruzó los brazos y se apoyó en el armario que tenía detrás — ¿Qué va a decir tu familia cuando
aparezcas en Seúl, casado conmigo y con dos gemelos de cinco años?
— ¿Mi
familia? — repitió él frunciendo el ceño.
— Donghae
comentó la otra noche, en el restaurante, que tenías una familia muy numerosa —
le explicó Jaejoong — Dijo
que, por ese motivo, se te daban bien las familias.
— Tengo
madre, dos hermanas mayores y mi hermano Yoochun, no entiendo qué quieres
decir.
Él
se encogió de hombros.
— Salvo
a tu hermano, al resto nunca me los has mencionado. Ni en el pasado, ni en el
presente. Me preguntaba cuál sería el motivo.
— Que
hemos estado centrados en nosotros. Ya me parecía lo suficientemente
complicado.
— ¿Vendrán
a la boda?
— No.
He pensado que es mejor que sea una ceremonia íntima por respeto a los niños.
No… sabía lo que iban a pensar de mí —
esbozó una sonrisa — No
pensé que iba a tener que llevarte a rastras al altar.
Jaejoong
apretó los labios y asintió, tenía razón. La agitación emocional que habían
sufrido durante las últimas dos semanas no era propicia para presentaciones
sociales.
— ¿Sabe
tu familia que tienes lagunas?
— ¿Te
importaría ir al grano, yobo? Porque
estoy perdido.
Jaejoong
deseó poder hacerlo, pero ni siquiera él sabía qué era lo que quería.
— Supongo
que lo que me molesta es que, en realidad, no sabemos nada el uno del otro —
dijo, intentando aclararse — Y
estamos planeando casarnos, como dos adolescentes insensatos…
— El
hecho de que tengamos unos gemelos de cinco años hace imposible que seamos unos
adolescentes — bromeó Yunho.
— Pero
eso es sólo aritmética — dijo él — Yo todavía no te conozco y tú no te
acuerdas de mí. Los gemelos se merecen un entorno familiar estable, no unos
padres que se casen por su bien, pero que se arrepientan más tarde de su
decisión.
— Yo
no voy a arrepentirme de haberme casado contigo —
declaró Yunho con firmeza.
Jaejoong
tomó aire.
— Bueno,
pues yo pienso que deberíamos esperar.
— No.
— Me
parece que sería mejor para los niños a largo plazo si…
— ¡No! —
Repitió él enfadado — Quiero
casarme y quiero hacerlo ya. Los gemelos esperan que nos casemos y no voy a
permitir que estropees lo que estoy consiguiendo con ellos. ¿Qué te ha pasado
desde que hemos hecho el amor?
«Buena
pregunta», pensó Jaejoong.
Entonces, se dio cuenta de qué era.
— Has
dado por hecho que traigo hombres a mi casa —
le dijo — Si me conocieses
mejor, sabrías que yo jamás haría eso delante de mis hijos…
— Nuestros
hijos…
— Y
no me ha gustado que hicieses ese comentario como si no te importase si les hubiera
presentado a los niños un montón de tíos. ¿Qué crees que me hace pensar tu
actitud superficial acerca del sexo?
— Yo
no practico el sexo de manera superficial —
anunció Yunho enfadado. Luego, tomó aire. Se acercó a él y levantó una mano
para tocarle la mejilla — Cualquier
joven con experiencia sabría que un hombre no se desmaya con un joven que lo
considera sólo un semental. Tú, nae salang,
no eres un joven con experiencia. Y por lo tanto me disculpo por mi comentario,
que ha sido grosero e injustificado.
Jaejoong
fue a hablar, pero él le puso la mano en la boca.
— No.
Cállale y no busques más excusas para deshacerte de mí. Estamos hechos el uno
para el otro. Recuerda ese acto de fe.
¿Era
eso lo que estaba haciendo? ¿Buscar excusas para librarse de él? Tal vez sí.
Le
asustaba lo que había entre ambos.
— Tú
me quieres. Y yo a ti. Ya trabajaremos en lo demás —
dijo él con firmeza —Confía
en mí. Confía en ti. Ambos queremos esto.
Y
«esto» fue la clase de beso
que ofuscaba por completo su cerebro. «Esto» fueron
sus manos acariciándole la cara. No era sexual, era tierno, tranquilizador y… Jaejoong
se dejó llevar por ello. Otra vez.
Continuara
\\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
EN UNA PALABRA HERMOSO.ME GUSTA LA PERSONALIDAD Q LE PONES A NUESTRA PAREJA FAVORITA.LOS AMO CADA DIA MAS GRACIAS POR COMPARTIR .AUNQ AVECES NO COMENTO Y ME DISCULPO POR ESO LEOCADA UNA DE TUS PUBLICACIONES. BENDICIONES
ResponderEliminarya no debería de pensar lo tanto Jae y dejarse de pretextos para alejar a Yunho de su lado
ResponderEliminarsi serán felices estando casados y de la familia no te preocupes con que Yunho te ame es mas que suficiente para ser feliz con Yunho y tus hijos
Gracias
OMAIGAAAAA, que emoción la historia esta en un punto tan dulce, me hace tan feliz, tengo curiosidad de muchas cosas que me parecen inconclusas, esperó actualices pronto.
ResponderEliminarSaludos, que estés bien 💜💕
Las cosas van majorando yo tambien pienso que es un poco apresurado y entiendo a Jaejoong pero las cosas ya estan encaminadas espero que puedan construir la confianza que todavia falta y su relacion mejore cada vez.
ResponderEliminarVan avanzando, deben hablar claro, decirse todo, contarse todo. Los niños estan ilusionados y ellos se aman, aunq a ratos Yunho me da colera, siento q ama a Yunho, solo necesita abrirse COMPLETAMENTE a Jae. Con esta ya van dos veces que han tenido relaciones sexuales, sin proteccion ni nada.........bien calentones, a ver si Jae ya debe estar otra vez enbarazado :) ..... Muchisimas gracias :)
ResponderEliminaray Yunho ten más cuidado como te expresas con JaeJoong <.<
ResponderEliminarMe gusta que los niños esten emocionados con su papá, ya tendrán tiempo para crear nuevos recuerdos. Vamos JaeJoong vive el ahora! ^^
Jaejoong !! Casate con él de una vez y no pongas tantas escusas !! Me desesperan ! XD quiero boda y luna de miel en especial la luna de miel ahora mismo ! Jajaja ;)
ResponderEliminarYa deja los miedos e inseguridades atras jae. YA CASENSEEEE *w*
ResponderEliminarJaejoong no busques escusas para no casarte
ResponderEliminarA Jae le falta mucha confianza, y Yunho lo tiene que lograr, hay amor, hay hijos y serán una familia unida y féliz, aunque eso si, Yunho tiene que aclararle lo de Kristal.
ResponderEliminarGracias!!!
Los Gemelos tan lindos¡¡¡ Bueno nop solo ChangMin auuuu cosito tan mono preocupado por no saber coreano y todo consentrado en el avioncito. YAAA Yunho dile a Jae que lo amas, que lo recuerdad todo y que los haras felices. NO 45min con Yunho??? En serio no que fuerza voluntad para dejar la cama jajaj. Cierto que piensa MI Chunnuie de su JAE ya le habra contado sobre él la noche que recuperó la memoría???
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