— Caterina te llevará a la
suite de invitados para que puedas refrescarte; te explicaré el papel que
quiero que representes mientras cenamos. Saldremos de Florencia a media mañana;
como no tendremos mucho tiempo, después de desayunar nos ocuparemos de
aprovisionarte con ropa adecuada para el fin de semana.
— Tengo ropa — dijo Changmin, mirando la pequeña
maleta que Pietro había dejado en el suelo de mármol del elegante vestíbulo del
apartamento de dos plantas, situado en un palacio del siglo XVIII.
Hayami siguió la dirección de su mirada
y, después de ver la maleta, recorrió su cuerpo y su rostro, con tanta atención
que a él se le erizó el vello de la nuca.
— ¿Y qué es? ¿Unos vaqueros
y una camisa?
— ¿Qué pasaría si lo fuera? — exigió Changmin.
— Los eventos a los que
quiero que me acompañes han sido organizados por mi hermano mayor para celebrar
y conmemorar la entrega de títulos nobiliarios a mi familia. No son actos en
los que los invitados luzcan vaqueros; por eso voy a contratar los servicios de
una persona que se asegure de que llevas la ropa correcta.
Empezó a numerar eventos con los dedos y
su esbeltez hipnotizó a Changmin. Pensó que tenía unas manos muy masculinas,
más delgadas y de dedos más largos que las de su padre y hermanos, morenas y
con las uñas bien cuidadas; sin embargo, aquí y allá podía ver pequeñas
cicatrices blancas, como si la vena artística que denotaban las largas manos se
hubiera manifestado otorgándole la creatividad de un escultor en vez de la de
un pintor.
— Mañana por la noche
asistiremos a un cóctel. El sábado habrá una comida oficial en el castillo, con
varios invitados de honor. Por la noche, habrá un gran baile de disfraces y las
celebraciones concluirán con una misa especial el domingo.
Cóctel, comida formal, baile de
disfraces y misa. El corazón de Changmin se encogía más con cada evento que Hayami
añadía a la lista. No tuvo que rebuscar mucho en su memoria para evocar la
infeliz y horrorosa escena de su primer y único intento de vestirse de forma
elegante, y de los aullidos de risa de sus hermanos cuando apareció luciendo un
traje de noche que un amiga de la universidad le había convencido para que se
comprara para el baile de fin de curso. Simplemente, no era chico de trajes
bonitos, y menos aún de trajes de cóctel. Cuando tenía que asistir a algún
evento formal, se ponía un esmoquin con una camisola de seda.
— Creo que sería mucho más
fácil que eligieras a otra persona para que te acompañara — se sintió obligado a decir. Enrojeció
cuando él lo miró de una manera que lo hizo sentirse como si estuviera
pilotando un avión que hubiera perdido diez mil pies de altura de repente.
— No dudo que lo creas — aceptó él, seco.
— Seguro que conoces a
docenas de jóvenes más adecuados para el papel.
— Eso depende de la
definición de adecuados — dijo él — Desde luego, conozco a muchos jóvenes que
cuentan con la sofisticación y belleza necesarias para el papel, pero, como ya
he dicho, cumplir con mis requisitos las llevaría a exigir determinadas
compensaciones que no estoy dispuesto a otorgar. Sin embargo, contigo, aunque
carezcas de lo que ellos poseen, tengo la ventaja de saber que cumplirás mis
deseos al pie de la letra, para que tu hermano no pierda su empleo.
— No veo qué importancia
puede tener acompañarte a unos cuantos eventos sociales ni por qué requiere un
voto de obediencia absoluta y que acepte tu control sobre mis actos — rezongó Changmin.
— Tengo mis razones para
querer que el joven que me acompañe a estos eventos se comporte de una manera
que no deje lugar a dudas, a los ojos de nadie, de su total y absoluta entrega
a mí y sólo a mí, y que al mismo tiempo actúe con dignidad y elegancia.
—
Así que un deslumbrante conejito de Playboy cuyo modus operandi incluya no
llevar ropa interior y beber cócteles como si fueran agua no encaja con lo que
debes llevar colgado del brazo este fin de semana, ¿es eso? — preguntó Changmin con descaro.
Él se irguió en toda su estatura y le
lanzó una mirada que habría hecho entrar en erupción al Etna, si hubieran
estado cerca. Changmin admitió para sí que resultaba impresionante. Sin duda su
comentario le había irritado.
— Ese tipo de vulgaridad es
exactamente lo que no quiero — corroboró él con frialdad — Y
eso incluye la vulgaridad mental que da lugar a ese tipo de comentarios — añadió, amenazador. Lo miró con fijeza
— Por suerte, tienes la suficiente educación para poder conversar
inteligentemente con los invitados de mi hermano; si te preguntan por nuestra
relación, te limitarás a decir que nos conocimos a través de tu hermano, que es
uno de mis pilotos. Yunho, en concreto, querrá interrogarte. Mi hermano menor y
yo tenemos razones para agradecerle a nuestro hermano mayor que cuidara de
nosotros mientras crecíamos, y debo advertirte que intentará probarte para ver
si eres digno de mí.
Los ojos de Changmin destellaron con
resentimiento y Hayami movió la cabeza.
— No saltes a conclusiones
erróneas. La preocupación de mi hermano por tu valía no tiene nada que ver con
tu estatus social. Querrá comprobar que no me harás daño, e intentará probarte
en ese sentido, sugiriendo que puede ofrecerte mucho más que yo — arrugó la frente al oír el zumbido de
su teléfono móvil — Hablaremos de esto en detalle durante la
cena — le dijo a Changmin antes
de contestar al teléfono.
Se alejó y dejó a Changmin mirando hacia
la magnífica escalera de hierro forjado que subía desde el vestíbulo a la
planta superior. A su pesar, no pudo evitar escuchar la conversación.
— Sí, llevaré a alguien
conmigo, Don Yunho. ¿Su nombre? — Hizo un pausa y miró Changmin — Se
llama Shim Changmin.
El corazón de Changmin se aceleró y
tronó durante seis latidos. Se dijo, pragmático, que era por culpa del hambre.
Nada más.
Se concentró en los peldaños de mármol
de la escalera. Tendrían que haber parecido fríos pero, en ese entorno
florentino, parecían tan bellos y sensuales que deseó acariciar la piedra. No
tenía nada de malo querer acariciar la piedra, pero se advirtió que no podía
permitir que ese anhelo se trasladara a su dueño; lo sorprendió mucho sentir la
necesidad de hacerse esa advertencia.
No tenía sentido que quisiera acariciar
a Jung Hayami cuando apenas podía soportar estar en la mismo habitación que él.
El único mueble del vestíbulo era una
gran mesa tallada y dorada, con la parte superior de ónice oscuro, sobre la que
había un gran jarrón de alabastro con lirios blancos, que perfumaban suavemente
el ambiente. Todo en el vestíbulo hacía que Changmin se sintiera incómodo y
fuera de lugar; parecía subrayar su falta de sensualidad y al tiempo acentuar
sutilmente la del entorno. Se preguntó si era el vestíbulo lo que lo hacía
sentirse carente de sensualidad o Hayami en sí mismo.
Aunque fuera él, daba igual. Podía
pensar lo que quisiera de él, se dijo Changmin, recurriendo a los mecanismos de
defensa que había aprendido de niño. Había recobrado por completo la compostura
cuando él concluyó su llamada y se volvió de nuevo hacia él.
Una joven, Changmin supuso que sería
Caterina, apareció por una puerta situada al extremo del vestíbulo. Lanzó a Changmin
una mirada aguda que si bien no era de bienvenida, tampoco era hostil.
Hayami le habló en italiano, pidiéndole
que llevara a Changmin a la suite de invitados. Changmin, cuyo italiano era
excelente, estaba pensando que tal vez sería buena idea no revelar su destreza,
cuando Hayami se volvió hacia él.
— Creo recordar, por tus
múltiples solicitudes de empleo, que hablas varios idiomas, incluyendo el
italiano — le dijo en esa
lengua.
Así que había leído las solicitudes él
mismo y aun así la había rechazado, a pesar de sus excelentes cualificaciones.
Y debía de haberlo hecho por lo mismo que lo habían hecho sus hermanos a
menudo, por razón de su sexo. Instintiva e inmediatamente, Changmin revirtió a
otro de sus hábitos de infancia: el deseo de venganza. Sin detenerse a
pensarlo, contestó en mandarín. Su destello de triunfo duró un instante; él le
contestó en la mismo lengua.
— Dado que Caterina no habla
mandarín, supongo que tu decisión de hacerlo es un alarde exhibicionista más apropiado
de un niño que de un joven adulto; eso refuerza mi creencia de que no eres un
candidato adecuada para trabajar para mí — le dijo con voz fría.
— ¿En serio? Y yo que creía
que eran mi sexo y mis hormonas lo que me impedía acceder al puesto — comentó Changmin con dulzura.
— Acabas de encontrar la
razón tú mismo, es tu inmadurez — le dijo Hayami, demoledor.
Él se preguntó con amargura, por qué
diablos se había dejado llevar por el estúpido e infantil deseo de demostrar
que no sólo era tan bueno como cualquier hombre, sino mejor. Se giró hacia
Caterina y le habló en excelente italiano, ganándose una sonrisa encantada de
la joven, que le explicó que era el ama de llaves de Hayami.
Cinco minutos después, Changmin se
ganaba otra sonrisa aprobadora de Caterina mientras admiraba, con asombro y
deleite, la suite de invitados a la que la había llevado.
Era obvio que el palazzo había pasado por un proceso de
rehabilitación recientemente. Changmin admiró las fuertes y limpias líneas de
las enormes habitaciones de techos altos, conectadas por una magnífica puerta
de doble hoja. Aunque habían conservado las elegantes molduras de techo y las
bellas puertas de madera tallada originales, habían enlucido las paredes,
pintándolas de un tono marfil que parecía cambiar de color con la luz que
entraba por las puertas de cristal que daban a un balcón con barandilla de
hierro, situado sobre un jardín interior. El suelo de madera gris plateada
reflejaba la luz y la combinación de una cama antigua con muebles más modernos,
daba a la suite un aspecto acogedor, no de pieza de museo.
Caterina pulsó un control remoto con
orgullo, revelando no sólo un televisión de pantalla plana, sino también un
ordenador, un escritorio y un equipo de audio, discretamente ocultos tras un
pared corredera.
— ¿Está bien? — preguntó a Changmin en coreano,
invitándolo a alabar algo de lo que estaba claramente orgullosa.
— Es maravillosa — corroboró Changmin en italiano — Una
combinación perfecta de pasado y presente, un restauración respetuosa.
Caterina sonrió de oreja a oreja.
— Este edificio y muchos
otros pertenecían a la familia de la mamma del señor Hayami, y su hermano y
ellos los heredaron. Han trabajado juntos para mantener viva la historia
familiar, pero también para que sean habitables y cómodos hoy en día. Don Yunho
tiene un puesto en el consejo que se ocupa de los edificios pertenecientes a
las viejas familias florentinas, y hace que el señor Hayami done mucho dinero
de su aerolínea para colaborar con las rehabilitaciones. El señor Hayami sabe
que no puede negarle nada a su hermano. Don Yunho es quien tiene más poder, por
ser el mayor.
— ¿Cuántos hermanos y
hermanas son? —
preguntó Changmin, curioso.
— No hay hermana. Son los
tres hombres. El señor Hayami es el segundo hermano.
El segundo, igual que él. Changmin arrugó
la frente. No quería encontrar nada que los vinculara pero, como segundo hijo,
él también debía de haber experimentado lo que era estar en medio, entre el
poderoso mayor y el pequeño de la familia; teniendo que luchar siempre por mantener
su posición y por el amor y atención de los adultos, y sin salirse con la suya
tan a menudo como el consentido pequeño. Habría preferido seguir sintiendo
aversión y resentimiento hacia él. Además, la situación de él había sido aún
peor, al ser un docel entre dos chicos era casi como ser una chica. Al ser los
tres del mismo sexo, Hayami y sus hermanos habrían creado vínculos más fuertes.
O tal vez habría tenido que competir aún
más que él mismo. En cualquier caso, daba igual. Se negaba a sentir ninguna
simpatía por él. Sólo tenía que pensar en cómo lo estaba tratando: con amenazas
y chantajes.
Caterina se marchó, dándole tiempo para
refrescarse antes de que tuviera que volver a bajar a cenar con Hayami y
recibir sus instrucciones.
Además de la sala y el dormitorio, la
suite contaba con un vestidor y un enorme baño, con una bañera rectangular
empotrada en el suelo, en la que habría cabido una familia entera, y una zona
de ducha de última tecnología.
Como no iba a tardar mucho en cambiarse,
Changmin se permitió salir al balcón. Florencia… En ese momento, tendría que
haber estado disfrutando de la magia de la ciudad, haciendo planes para visitar
sus tesoros, en vez de estar allí, cautivo de un hombre que iba a utilizarlo
para sus propios fines sin ningún resquemor.
Había oscurecido y lo único que veía del
patio ajardinado eran varias zonas estratégicamente iluminadas por focos, que
revelaban un largo y estrecho canal de agua, senderos de gravilla y plantas
diversas. Una escalera descendía desde el balcón al jardín. Desde allí, se captaban
los aromas del aire nocturno y, se dijo a sí mismo, también de la propia
Florencia.
Media hora después, tras ducharse y
ponerse unos vaqueros y una camisa, contestó al ansioso mensaje de texto de Chansung,
inquiriendo si todo había ido bien. Le dio una airosa e incierta respuesta,
asegurándole que no tenía por qué preocuparse y que él estaba deseando
disfrutar de sus días de vacaciones en Florencia.
Caterina llamó a la puerta de la sala,
entró y le anunció que había ido para escoltarlo de vuelta abajo.
En el vestíbulo, había varias puertas.
Caterina lo llevó a una que se abría a un ancho corredor decorado con pinturas
modernas y pergaminos medievales enmarcados. El conjunto funcionaba tan bien,
que Changmin volvió a ser consciente de la armonía de la composición imperante
en el entorno.
Al final del corredor, una amplia puerta
se abría a una especie de terraza semicubierta, que daba al jardín interior.
Allí lo esperaba Hayami.
Al igual que él, se había cambiado de
ropa. Changmin, con un escalofrío, se preguntó qué tendría él que le permitía
parecer elegante y al mismo tiempo arrogante y masculino. De perfil, sus rasgos
le recordaron a los de los antiguos héroes romanos. Era fácil imaginar esa
cabeza de pelo corto luciendo una corona de laurel. El corazón le dio un
vuelco, como si esa magnética aura lo hubiera atraído y atrapado. Se dijo que
no podía permitir que lo afectara así. Por más que poseyera un extraordinario
atractivo viril y poder masculino. No se inmutaría por eso, no podía.
Tenía que impedir que esa fría mirada
gris penetrara sus defensas y captara sus pensamientos más privados.
— Grazie, Caterina — agradeció Hayami, con una sonrisa tan
cálida, que los ojos de Changmin se agrandaron con sorpresa.
Era la primera vez que lo veía mostrar
calidez humana, pero no entendía que eso le hubiera provocado un agudo pinchazo
de melancolía. No tenía razón para sentirse molesto porque no le sonriera así a
él.
— Como lo que voy a decirte
es confidencial y requiere privacidad, me pareció mejor que cenáramos aquí y
nos sirviéramos nosotros mismos — le dijo en cuanto Caterina se marchó.
Fue hacia un bufé que había en una mesa,
junto a la pared, compuesto por ensaladas y entremeses.
— Hay distintos platos
calientes. ¿Conoces la comida florentina? Si quieres que te explique alguno de
los platos, sólo tienes que pedirlo.
— ¿Ha preparado Caterina
todo esto? — se maravilló Changmin,
uniéndose a él. Hayami negó con la cabeza.
— No. Normalmente cuando
estoy en Florencia como con amigos o cocino yo mismo, pero en esta ocasión encargué
la comida a un restaurante cercano.
— ¿Sabes cocinar? — se le escapó la pregunta sin poder
evitarlo, y él arqueó un ceja y le lanzó un mirada que lo avergonzó aún más.
— Mi hermano mayor insistió
en que aprendiéramos.
Hayami hablaba de su hermano mayor como
si hubiera actuado como progenitor, sin embargo, Changmin sabía que el padre de
Hayami aún vivía.
Diez minutos después, sentados ante un
plato de bistecca alla florentina, una ensalada de tomates desecados, aceitunas
y lechuga, y una copa de Sassicaia tinto, que Hayami le había explicado se
hacía con uva Cabernet Sauvignon, Changmin sintió que se le hacía la boca agua.
Sin embargo, su apetito empeoró un poco cuando Hayami empezó a explicarle lo
que esperaba que hiciera a cambio de no despedir a Chansung.
— Como ya he dicho, las
celebraciones y ceremonias del fin de semana serán formales y, como segundo
hijo de mi padre, se espera de mí que asuma mi papel como representante de los Jung.
La familia es importante para todos los italianos, pero para los sicilianos el
honor de la familia y el respeto que se le otorga son sagrados. Si Yunho se lo
permitiera, mi padre seguiría tratando a aquellos que viven en tierras de los Jung
como si le pertenecieran en cuerpo y alma.
Como notó el tono de odio y frustración
de su voz, Changmin se esforzó por no dar su opinión al respecto.
— Yunho, cuando llegue el
momento, guiará a nuestra gente a una forma de vida más moderna, como debería
haber hecho nuestro padre. Pero durante toda su vida nuestro padre ha controlado a los demás
a través del miedo y la opresión,
sin respetar siquiera a sus hijos. Ahora, en sus últimos meses de vida,
espera que le demos el amor y respeto que él negó, deleitándose en ello, a los
hijos de su primera esposa, mientras se entregaba por completo a la joven que
suplantó a nuestra madre y al hijo que nunca nos dejó olvidar que habría
deseado nos suplantara a nosotros. Algunos dirían que ha recibido su justo
castigo al tener que vivir la muerte de ambos.
Changmin quedó demasiado atónito por las
revelaciones de Hayami para esconder sus sentimientos. La deliciosa comida
perdió todo su sabor de repente.
— Debe haberos hecho mucho
daño — consiguió decir.
— No pueden hacerte daño
cuando no te importa —
dijo él. Pero Changmin percibió que a él sí le había importado.
— Es importante que conozcas
parte de la historia familiar más reciente para entender la importancia del
papel que quiero que representes. Durante su vida, nuestro hermanastro, Yoohwan,
fue el favorito y preferido de mi padre. De hecho, lo quería tanto que cuando,
en su lecho de muerte, Yoohwan le dijo a nuestro padre que creía tener un hijo
ilegítimo, éste insistió en que encontráramos al niño. No por él mismo, sino
para utilizarlo como un sustituto del hijo que había perdido. Yunho consiguió
encontrar a él joven que podría haber concebido un hijo de Yoohwan.
— ¿Y el bebé? — inquirió Changmin, arrepintiéndose de
inmediato por presionarlo.
— El bebé no era de Yoohwan.
Sin embargo, será educado como miembro de la familia Jung, dado que mi hermano
menor se ha casado con el tío del niño. Mi padre está tan obsesionado con Yoohwan
que al principio se negó a aceptar que el hijo no era suyo, pero, tal y como ha
dicho Yunho, es mejor que no lo fuera. En otro caso, nuestro padre habría
repetido los errores que cometió con Yoohwan y arruinado otra joven vida. Si Yoohwan
hubiera tenido un hijo, habría hecho cuanto estuviera en mi mano para que
siguiera con su madre y para que ambos estuvieran a salvo de la interferencia
de mi padre en sus vidas.
Hablaba muy en serio y Changmin se vio
obligado a admitir que admiraba su postura.
Él se movió levemente, recordándole a un
peligroso animal de presa, y dejó de pensar en el niño cuyo posible futuro
acababa de describir y en su propia vulnerabilidad, para centrarse en él. Pero
entonces vio la expresión de sus ojos, perdidos en el vacío, como si rememorara
su pasado, y comprendió que él también tenía vulnerabilidades. Una vez también
había sido un niño pequeño, solo y asustado, que necesitaba amor y protección.
Entonces vio que su boca y su expresión
se endurecían y que dejaba atrás esa debilidad del pasado por pura fuerza de
voluntad.
— Hoy en día me considero
afortunado por haber sido el hijo menos querido por mi padre. Fui al que más
disfrutaba humillando, recordándome que sólo había sido concebido para ser un
segundo hijo cuya utilidad llegaría a su fin el día que Yunho tuviera un heredero.
Changmin, que también había sido el
mediano, había pensado que no sabía lo que era ser el primero, pero la crueldad
que Hayami acababa de revelarle, sin emoción aparente, le pareció terrible.
Tanto que estiró el brazo hacia él, en un instintivo gesto de consuelo, antes
de darse cuenta de lo que estaba haciendo. De inmediato, curvó los dedos hacia
dentro y retiró la mano, sonrojándose al ver el gesto desdeñoso y la mirada
ceñuda que había seguido su traicionero movimiento.
— Para honra suya, Yunho
hizo cuanto pudo para protegernos a nosotros y a él mismo. Siento mucho respeto
y admiración por mi hermano mayor, y los tres hermanos compartimos un vínculo
porque, a pesar de su juventud, asumió la obligación de que nos uniéramos y nos
apoyáramos unos a otros. Mi padre pensaba que continuaría controlándonos hasta
la madurez gracias a la lealtad que debemos a nuestro apellido y, por supuesto,
gracias a su dinero. Pero, aunque Yunho insiste en que el apellido Jung se
merece lealtad y respeto, los tres hemos conseguido, cada uno a su manera, la
independencia económica y el éxito como nosotros mismos, no como hijos de
nuestro padre. Incluso yo, el hijo que tildaba de segundón y de material de segunda.
Changmin tomó un largo trago de vino
para controlar la indeseada oleada de compasión que sentía por él.
— Por supuesto, para mi
padre ningún hombre puede considerarse un hombre auténtico si no supera a los
demás en todos los aspectos de su vida. Mi hermano menor está casado. Yunho, al
ser el heredero, podría tener como esposa a cualquier joven que se le antojara,
si así lo deseara. Si yo asistiese a las celebraciones del fin de semana sin un
acompañante apropiado, sin duda mi padre repetiría públicamente que, a pesar de
mi éxito en las finanzas, soy un fracaso como hombre. No puedo permitir y no
permitiré que eso suceda.
Changmin entendía muy bien la necesidad
de demostrar la propia valía.
— Dudo que tu padre vaya a
sentirse impresionado por mí — se sintió obligado a puntualizar.
— Te infravaloras.
Él miró a Hayami atónito, mientras una
sensación cálida y dulce se despertaba en su corazón, para desvanecerse cuando
él siguió hablando.
— No es tu aspecto lo que
importa. Cualquier tonto puede comprar la compañía de un joven que se considere
una belleza en los tiempos que corren, y la mayoría de los tontos lo hacen. Tú,
por otro lado, cuentas con una autenticidad que proviene de tu carencia de
belleza aparente; eso, unido a tu educación, hace mucho más factible el que
pudiéramos tener una relación. Mi padre ve y entiende sólo lo que quiere ver y
entender. Yunho, en cambio, no es tan fácil de engañar; por eso estarás a mi
lado todo el tiempo y no permitirás que mi hermano mayor te involucre en ninguna
conversación privada.
— Si quieres que actúe como un
novio que te adora y se pega a ti como un lapa, lo siento, pero…
— Lo que quiero es que te
comportes como lo haría cualquier joven inteligente, sofisticado y seguro de sí
mismo: con dignidad y gracia, unidas a una lealtad total y absoluta, que clame,
con más discreción que obviedad, tu devoción por mí.
Alcanzó la botella de vino y la extendió
hacia él. Changmin negó con la cabeza, temiendo que si bebía más vino sentiría
la tentación de decirle lo que pensaba sobre la idea de tener que simular
devoción por él, ya fuera de forma discreta u obvia. Aun así no pudo controlar
su lengua.
— Entonces, supongo que no
quieres que exhiba esa lealtad diciendo que preferiría abandonar la fiesta e
irme a practicar el sexo contigo, ¿no?
Él le lanzó una mirada dura, mezcla de
advertencia y desdén.
— Sólo los inmaduros opinan
que la vulgaridad sexual es atractiva. Además, ninguno de mis jóvenes ha
necesitado pedirme que lo llevara a la cama. No hablarás, flirtearás, bailarás
o desaparecerás con ninguna otra persona. Si te preguntan, dirás que nos
conocimos a través de tu hermano y serás encantador y discretamente vago sobre
cuánto tiempo ha pasado desde entonces, la naturaleza de nuestra relación, su
pasado y su futuro, remitiendo a cualquiera que te pregunte a mí. Me tratarás
como si estuvieras orgulloso de estar conmigo y como si me amaras. Por ejemplo,
pondrás la mano en mi brazo y me dirigirás miradas íntimas, dejando claro a todos
que no existe hombre sobre la tierra con quien preferirías estar, o que pueda
ocupar mi lugar en tu corazón o en tu vida.
— O sea que apenas tengo que
hacer nada — ironizó Changmin,
incapaz de resistirse.
— Eres tú quien ha puesto en
peligro la carrera profesional de tu hermano.
— Pero eres tú quien me está
chantajeando para que represente un papel que me resulta horrible — replicó Changmin — Si
quisiera a alguien, sería un amor surgido del respeto y el compromiso mutuo. No
algo… baboso y de adoración hacia mi «supuesto»
héroe. Y si, en público, mirara al hombre al que amo como si quisiera
llevármelo a la cama, sin duda, él estaría orgulloso y encantado de dejarlo
todo para hacer exactamente eso.
— Puede que ésa haya sido tu
experiencia con amantes anteriores.
— Mi experiencia no es
asunto tuyo —
Changmin dio gracias porque su falta de ella tampoco lo fuera, comprendiendo
que la conversación empezaba a tomar un giro peligroso.
Dudaba que un hombre como Jung Hayami
pudiera entender que un joven de su edad careciera de experiencia sexual,
excepto para decir que esa lacra reforzaba la pobre opinión que tenía de él. Se
dijo que no podía resultarle nada fácil tener que depender de él para que
cumpliera un papel que consideraba esencial, cuando lo desdeñaba y sentía tanto
desagrado por él.
— Si realmente quieres que
mi actuación como tu enamorado y discreto amante funcione, tú tendrás que
comportarte públicamente como si me quisieras en ese papel — apuntó Changmin.
— Bastará con que te haya
invitado a acompañarme.
Changmin pensó, incrédulo, que su
arrogancia se llevaba la palma. Oyó un pájaro cantar en el jardín interior y
volvió la vista hacia el sonido.
— Tu jardín está precioso.
— Tengo que advertirte que
no entres en él —
le informó Hayami — Ahora repasaré todo contigo, para asegurarme
de que lo has entendido. Mañana por la mañana, después del desayuno, te
llevarán a comprar un traje adecuado para el fin de semana. Te tomarán medidas
y las enviarán a una agencia de vestuario teatral de Milán, que te buscará un
disfraz acorde con el mío y lo enviará a Sicilia en avión. Después de comer
saldremos para Sicilia. En esta ocasión, pilotaré yo. Mi hermano nos recibirá
cuando lleguemos al castillo y serás bienvenido formalmente como mi amante
actual.
— ¿Cómo vas a explicar mi
súbita desaparición después del fin de semana? — le preguntó Changmin con curiosidad.
— Fácilmente. Durante el fin
de semana habré descubierto que empezabas a aburrirme.
— No me sorprende — se atrevió a decir Changmin — Yo
mismo estaría en peligro de muerte por aburrimiento si me pareciera en algo a
la insípida criatura que pareces considerar perfecta.
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Hermoso y muy divertido adoro la personalidad q le pones a minnie y espero la continuacion
ResponderEliminarADara mil gracias por el comentario. Espero que sigas al pendiente de la historia. ^_^
EliminarUn abrazo.
Me encanta que Min no se deje de todo lo que le dice Hayami, aunque... siento que Hayami quiere que actue así Min es porque quiere demostrarle a su padre que hay alguien que muere por el aun siendo un segundon como él le dijo.
ResponderEliminarHaber que pasa en esas benditas reuniones.
Es verdad, Hayami quiere mostrarle lo mejor a su padre, pero Min no se la pondra facíl... bueno es Min y sabemos como es
EliminarMe sigue gusta lo obstinados que son me encanta que Changmin tenga siempre con que responderme y su que Hayami pide bastante pero vernos que sucede mas adelante
ResponderEliminarDefinitivamente Hayami no va a descanzar hasta que su padre vea el horgullo de hijo que es. Creo que todo el teatro le resultaría más creible si en lugar de sacar a relucir los contras de ChangMin le diera un voto de confianza. Juro que me encanta su juego de "Si me pelliscas yo voy a pelliscarte tan fuerte que desearas jamás haberte topado conmigo" ChangMin tiene siempre algo para revertir sus puntos es realmente divertido leerlos jaja. Creo que Hayami no se ha dado cuenta de todo cuanto ha revelado a ChamgMin, no lo conoce y sin embargo le a confiado su vulnerabilidad sin siquiera pensar que puede usarlo en contra suya. Eso resulta tan intimo. No puedo esperar a que comiensen a sentír que se mueven el tapete jajaj
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