Mientras Hayami iba hacia la suite de la
torre oeste, pensaba en la conversación que acababa de tener con Yunho. Había
ido a ver a su hermano para advertirle sobre lo que su padre había hecho; Yunho,
tal y como Hayami esperaba, se había enfadado al saber que su padre había
invitado a Sofia al baile subrepticiamente.
— No quiero verla aquí esta
noche — le había dicho Hayami
a Yunho — De hecho, iría a decirle a nuestro padre que, de haber
sabido que estaba invitada, me habría negado a asistir al baile, si no fuera
porque él pensaría que no puedo soportar estar en la misma habitación con una mujer
a la que amé y perdí. Lo único que siento por Sofia es incredulidad por haberme
dejado engañar y cierto disgusto por tener que admitir que me rescataste de ella.
— Sé que eso siempre te ha
irritado, Haya —
había dicho Yunho, sorprendiéndolo. Y sus palabras siguientes lo habían
sorprendido aún más — A menudo me he arrepentido de mi
interferencia y de no haber controlado mi deseo de hacer el papel de hermano
mayor que sabía lo que te convenía. Siempre fuiste el que tenía mejor instinto
de los tres, y creo que en el fondo ya sabías lo que era Sofia en realidad.
Pero en aquellos días mi ego me empujaba a intervenir incluso cuando mi
interferencia era innecesaria. Sin duda era una forma de reafirmar mi posición y
consolarme con la idea de que, aunque ya fueras adulto, seguías necesitándome.
Durante mucho tiempo, Yoochun y tú fuisteis, en cierto modo, la razón de mi
existencia, lo que me impedía doblegarme ante nuestro padre. Me acostumbré a
decirme que hacía las cosas por vosotros, no por mí mismo, y cuando os
hicisteis adultos, empecé a preguntarme, temeroso, qué propósito tenía mi vida
aparte de ser el chivo expiatorio como hijo mayor y heredero. Con cada paso que
dabais hacia la independencia de nuestro padre, yo sentía que mi estatus se
tambaleaba un poco más.
Yunho había puesto una mano sobre el
brazo de Hayami, con cariño fraternal.
— Nunca lo he dicho antes, y
me he culpado muchas veces por no hacerlo, pero te necesitaba, Haya. Necesitaba
tu fuerza y tu apoyo, y tenía mucho miedo de perder ambas cosas. Una tontería
por mi parte, porque las cosas que compartimos de niños siguen uniéndonos en la
actualidad, aunque rara vez hablemos de ellas, y sigo considerándote mi brazo
derecho, mi auténtica fuerza, en realidad.
Hayami se detuvo en esos momentos, tan
abrumado por la emoción como cuando había oído a Yunho decir esas palabras:
palabras milagrosas, benéficas y humildes, que lo habían llenado de amor y que
había aceptado como un regalo maravilloso.
En respuesta al emotivo discurso de Yunho,
había colocado la mano libre en el brazo de Yunho apretando con firmeza.
Después se habían soltado y se habían dado un fuerte abrazo.
— Te he admirado toda mi
vida, Yunho, y sí también te he envidiado. No porque fueras el primogénito y,
desde luego, no por lo que vas a heredar, sino por tu valor y por lo que eres.
Eres mi héroe, la persona que siempre he deseado ser.
— Dudo que a tu Changmin le
hiciera feliz ver cambio alguno en el hombre al que, obviamente, ama tanto.
Envidio eso de ti, Haya: un joven que te ama por lo que eres, no por lo que
tienes, y además un joven con el que tienes tanto en común y con el que puedes
compartir tu vida. Sé feliz, hermano mío, porque la felicidad es el mayor don
que puede darnos la vida, y tú te lo mereces más que la mayoría de la gente.
Ninguno de nosotros debe repetir los errores de nuestro padre. Su amargura y
resentimiento lo han marcado como un hierro al rojo vivo.
— ¿Ha aceptado ya que Yoohwan
no tuvo ningún hijo?
— A su pesar. Como sabes, he
estudiado todas las relaciones que tuvo Yoohwan en esa época, y que habrían
podido dar lugar a la concepción de un niño, incluso aquellas que no duraron
más de unas horas. Los hechos demuestran, sin lugar a duda, que ese hijo no existe.
Se abrazaron de nuevo, pero Hayami no
había dejado de dar vueltas al comentario de Yunho sobre Changmin. Él no lo
amaba. Yunho estaba equivocado en eso. Pero era cierto que tenían mucho en
común, él lo deseaba y estaba seguro de que Changmin lo deseaba a él.
Se preguntó qué ocurriría si le sugería
empezar de nuevo desde cero, como dos personas que compartían intereses y un
deseo mutuo y podían, si querían, pasar a la intimidad de dos amantes con
capacidad de compromiso futuro. En su cabeza se formó la imagen de ellos dos
juntos, desnudos en la cama. Él le sonreía, con expresión de amor y felicidad,
y su cabello se desparramaba sobre el cuerpo de él. Sintió que lo invadía una
extraordinaria sensación de libertad y júbilo que suavizaba todas las duras y
dolorosas aristas de la duda y la sospecha.
Podían ser amantes. Amantes que se
encontrarían como iguales en el territorio neutral de la honestidad compartida,
un territorio en el que podrían dejar de lado las diferencias que los
distanciaban.
Pero para hacer eso, tendría que
revelarle sus sentimientos y su deseo, y se arriesgaría a parecer vulnerable.
Tendría que ser él quien diera el primer paso y mostrara su necesidad y su
debilidad. Se preguntó si la deseaba lo suficiente para asumir ese riesgo.
Mientras volvía a caminar por el
pasillo, Hayami estuvo seguro de la respuesta a su pregunta.
En cuanto a Sofia, Yunho y él habían
tomado la decisión de enviar un mensaje al hotel en el que se alojaba,
expresando claramente que su invitación había sido rescindida y advirtiéndole
que se le negaría la entrada si intentaba asistir al baile.
Sus disfraces estaban listos, colgando
en el vestidor. El de Hayami era de guerrero normando y el de él de princesa
sarracena. Changmin se preguntó si podría superar la velada sin humillarse por
culpa de su amor por Hayami. Se había sentido muy celoso esa tarde al tener que
ver y oír cómo Sofia flirteaba con él, sabiendo que habían sido amantes y que
era muy posible que Hayami siguiera amándola.
Aunque no tuviera libertad para
marcharse de allí, sí había una decisión que estaba en su mano y que había
tomado: olvidaría su sueño de trabajar para la aerolínea de Hayami. Le
resultaría imposible hacerlo, sabiendo lo que sentía por él. No podría
concentrarse en su trabajo y, si alguna vez tenía que pilotar para él, estaría
tan atenazado por su deseo que no actuaría de forma profesional. Su sueño había
terminado. La cruda realidad de su inesperado y no correspondido amor lo había
destruido para siempre.
Cuando Hayami abrió la puerta de la
suite, Changmin estaba junto a la ventana, mirando hacia fuera.
— ¿Estás comprobando si tu
amiga la araña ha decidido volver? — preguntó él.
El tono cariñosamente burlón de su voz
hizo que a Changmin se le llenaran los ojos de lágrimas. Parpadeó con fuerza y
se dio media vuelta, negando con la cabeza.
— Hay algo que quiero
comentar contigo —
le dijo Hayami — Se refiere a tu deseo de trabajar para mí — estuvo a punto de añadir «y a mi deseo por ti», pero se contuvo. No quería suscitar su
antagonismo apresurando las cosas.
— He cambiado de opinión
respecto a eso —
le dijo Changmin — Ya no quiero trabajar para ti — «Porque te quiero demasiado para soportar el dolor de verte y no estar
contigo»,
pensó para sí.
Su afirmación, tan inesperada y rotunda,
hizo que él se detuviera y escrutara su rostro. Estaba pálido y parecía tenso.
— ¿Por qué no?
— Preferiría no decirlo.
— Llevas dos años
bombardeándome con solicitudes y currículos; ahora, de repente, decides que ya
no quieres trabajar para mí, ¿y no vas a explicarme el porqué? — movió la cabeza — Si
esto es un cambio de táctica, con el fin de hacerme…
— No lo es.
Notó algo en su voz que lo obligó a
contenerse. Algo iba muy mal. No se trataba de ninguna nueva estrategia, estaba claro.
— ¿Qué es lo que va mal? — Preguntó — No
tienes buena cara.
— Nada va mal.
— Mentiroso — dijo él, acercándose y poniendo las
manos en sus hombros.
Había pretendido girarlo hacia la luz
para examinarlo con más detalle, pero él se apartó con un gritito,
retrocediendo hacia las sombras.
— Nuestros disfraces están
en el vestidor. Según las etiquetas, tú eres un caballero normando y yo un
princesa sarracena.
— Sí — corroboró él — Uno
de mis antepasados normandos tomó como amante a la hija del señor sarraceno que
había regido esta tierra antes de ser derrotado.
Changmin lo miró y luego desvió la
mirada, demasiado tarde. Hayami había visto el deseo en sus ojos.
Se acercó a él, seguro de sí mismo y lo
arrinconó contra la pared.
— Quiero que empecemos desde
cero, Changmin, quiero que seamos amantes.
El corazón de él se transformó en una
fuente de dolor insoportable dentro de su pecho. Que le ofreciera lo que tanto
deseaba y saber que tenía que rechazarlo le provocó un sufrimiento único en su
clase.
— No.
— Me deseas — insistió Hayami.
— Tiene que haberte
impactado mucho ver a Sofia durante el almuerzo.
— A mi padre le gustaría que
fuera así.
— Es la joven de la que me
hablaste, ¿no? ¿La joven a la que amabas?
Hayami frunció el ceño. Se preguntó por
qué estaban hablando de Sofia cuando él sólo deseaba tomar a Changmin en sus
brazos.
— Puede que una vez pensara
que la amaba, pero me equivocaba. Y no quiero perder tiempo hablando de Sofia
cuando podría estar abrazándote a ti.
Él no podía soportar la situación. No
podía.
— No — protestó. Pero Hayami tomó su rostro
entre las manos y lo besó lenta e intensamente. Cuando sintió el dulce y
sensual estremecimiento de su cuerpo, profundizó el beso, buscando su lengua y
atrayéndolo hacia su cuerpo.
«Por favor, permíteme tener esto», suplicó Changmin al destino. Sólo esos
pocos besos y el poderoso y erótico peso de su cuerpo apoyándolo contra la
pared, mientras sus manos abandonaban su rostro y bajaban a rodear su cuerpo.
De alguna manera, sus muslos supieron como abrirse para recibir el contacto de
los de él, y sus brazos lo rodearon instintivamente. Las manos de él pasaron de
su espalda a sus pechos y empezaron a acariciarlos lenta y rítmicamente, hasta
que él perdió la cabeza de placer y exigió más, deseando la intimidad del
contacto en la piel desnuda.
No tenía palabras para expresar su
necesidad, sólo la frenética súplica de sus labios en su mandíbula y después en
su cuello, mientras probaba con la punta de la lengua el sabor salado de su
piel y trazaba la curva de su nuez. Le sacó la camisa de la cinturilla de los
pantalones y, con manos temblorosas, exploró la forma de su espalda, apoyando
la palma de la mano en su carne, deseando absorber la sensación de cada uno de
sus células, para atesorarla para siempre en su memoria.
Presionó los labios, abiertos y
hambrientos, en la uve de carne que exponía el cuello de su camisa, enterrando
su rostro contra él y temblando con una necesidad que era tan emocional como
física. Podía sentir la presión de su sexo duro e hinchado. La intensidad de su
propio deseo lo traspasó, casi sentía ganas de llorar. En su mente, lo veía y sentía penetrándolo primero despacio y luego con fuerza,
calmando y satisfaciendo su cuerpo, llenándolo de un placer tan perfecto que
los trasladaba a ambos a otra dimensión.
Era su alma gemela. Ya no un amante
creado por su fantasía, sino un hombre real; mucho más perfecto, en todos los
sentidos, que la sombra sin rastro que había imaginado en otros tiempos.
Sentir la boca y las manos de Changmin en
la piel estaba llevando a Hayami más allá del límite de su control, a un lugar
que prometía un placer que no había sabido ni imaginado podía existir.
Hayami alzó el borde de la camiseta que Changmin
se había puesto tras ducharse, sacándosela por la cabeza y exponiendo sus
pechos desnudos. Inclinó la cabeza y capturó un pezón duro e hinchado con los
labios, acariciándolo con la lengua mientras tomaba el otro en sus manos. Lamió
y chupó hasta que él emitió un frenético gritito de placer. Sus dedos
provocaron el mismo deleite en el otro pecho, haciendo que se rindiera por
completo, pero cuando él desabrochó el botón de sus vaqueros, bajó la
cremallera y deslizó la mano hacia su sexo, Changmin supo que tenía que
detenerlo o enfrentarse a la humillación de que descubriera que era virgen y lo rechazara.
Tenía que detenerlo, sí. Pero aún no, no
cuando lo estaba tocando de forma tan erótica e íntima, buscando la sensible
cabeza de su miembro.
Él era terciopelo y rosas, el aroma de
la noche y el imán eterno de la marea que movía los océanos. Era un joven, su joven,
y Hayami lo amaba más de lo que había creído
posible.
Estaban llegando demasiado lejos. Changmin
tenía que detenerlo mientras aún pudiera. Frenéticoooo, empujó contra su pecho,
mientras su corazón latía con un mezcla de dolor y esfuerzo, henchido de amor y
anhelo, y odiando lo que tenía que hacer.
Quería que parase. No lo deseaba. No lo
amaba. Hayami creía conocer la sensación de desesperación y pérdida, pero
comprendió de repente que no era así. Le temblaron las manos cuando lo soltó.
Con voz desgarrada, emitió la súplica que se había prometido no hacer.
— ¿Por qué? ¡Me deseas! Lo
sé. Si esto es algún tipo de juego…
Changmin negó con la cabeza. No quería
decírselo, pero la intimidad que acababan de compartir lo exigía… además, era incurablemente
sincero.
— No es un juego. Sí, te
deseo. Pero tú no me desearías si supieras la verdad sobre mí. Estoy avergonzado.
Es humillante. Ningún hombre me desearía si lo supiera, y menos un hombre como
tú — las lágrimas
enronquecieron su voz.
Él se preguntó qué habría hecho. Qué
secretos podía haber en su pasado que lo avergonzaran hasta tal punto.
— Si ha habido otros hombres, me parece lo más
natural. Pero… - Changmin empezó a reírse, casi de
forma histérica. No pudo evitarlo.
— Claro que sería natural.
De eso se trata. No ha habido otros. No soy natural, sino todo lo contrario.
¿Qué otra cosa podía ser cuando sigo siendo virgen?
El aire de la habitación pareció
espesarse y detenerse. Hayami lo miró y su corazón se aceleró aún más, al pasar
de la excitación a la incredulidad.
— ¿Eres virgen?
— Sí — admitió Changmin con voz ronca,
alzando la barbilla. El chicazo defensivo volvía a hacer su aparición — Ridículo,
¿no? Tal vez debería ponerme un cartel que dijera «Precaución, hombres. Virgen peligroso». No te preocupes, no hace
falta que digas nada. Sé cómo te sientes. Ningún hombre con tu experiencia
desea acostarse con un virgen. Quieres a un joven con el que puedas disfrutar
del sexo, alguien que te proporcione tanto placer como tú a él. No un… un joven
como yo, que ni siquiera lo es de verdad…
Virgen. Era virgen. Y sufría por ello, temiendo
sus burlas y su rechazo.
Hayami no podía creer lo que oía.
— Tienes razón — le dijo con voz suave — Quiero
a un joven en mi cama con el que pueda disfrutar del sexo, un joven que puede
darme tanto placer como yo pretendo darle a él, un joven que me quiera y me
desee tanto como yo lo deseo.
Agarró su mano y él le dejó hacer,
incapaz de reaccionar, sumido en oleadas de dolor que lo aplastaban y resurgían
para aplastarlo de nuevo.
— Tú eres ese joven, Changmin,
mi joven.
— No — protestó él, sin atreverse a creerlo,
seguro de que se trataba de una cruel broma.
— Sí.
— Pero yo no soy sensual,
atractivo o experimentado como Sofia. - Hayami chasqueó la lengua con desdén.
— Sofia es dura como el
metal, y más o menos igual de sensual. La sensualidad verdadera no proviene de
la experiencia sexual, sino del interior, surge al estar con una pareja que la
despierta y comparte. Hace un rato, Yunho me decía cuánto me envidia porque tú
y yo tenemos mucho en común. Yo no soy virgen pero, debido a mi infancia,
siento el deseo, la necesidad de hecho, de saber que lo que es mío me pertenece
sólo a mí. Si hubieras tenido diez o cien amantes, mi amor por ti no habría
cambiado. Pero saber que no los has tenido y que serás exclusivamente mío, es
un regalo que nunca habría esperado tener. Es como un bálsamo contra una herida
abierta en mi psique, cuya existencia no he sido capaz de admitir ante mí mismo
hasta ahora. Saber que no tendré que competir con ningún hombre de tu pasado… — Hayami movió la cabeza — Me
avergüenza admitir estas cosas, por lo que dicen de mí.
— No debes avergonzarte — le aseguró Changmin.
Él lo entendía muy bien. Sabía que lo
que le estaba revelando no surgía de la vanidad o del ego masculino, sino de
algo mucho más profundo: un vulnerabilidad que existía en su interior, algunos
la considerarían un lacra, que, a juicio de Changmin, lo hacía más humano y
digno de ser amado.
— No quiero decepcionarte — dijo, a pesar de que su corazón
cantaba de júbilo tras oírle decir que lo amaba.
— Nunca
me decepcionarás.
La desnudó lentamente, con ternura,
animándolo a desnudarlo a él y a acariciarlo, convirtiendo el placer de él en
el suyo, y tomándose el tiempo necesario para infundirle seguridad. Al final
fue él quien lo urgió a poseerlo, gritando mientras se arqueaba hacia él y lo
rodeaba con sus largas y delgadas piernas, sabiendo instintivamente lo que
quería de él y cómo conseguirlo.
Lo penetró con cuidado y acarició su miembro
con el pulgar mientras incrementaba el ritmo de sus movimientos. Changmin se
aferró a él, jadeante, ruboroso de deseo sexual, concentrado plenamente en el
placer que estaban compartiendo.
Los espasmos empezaron cuando él lo
penetró más profundamente.
— Más dentro, Hayami — le imploró con urgencia — Más
profundo y más fuerte, sí, así. Justo así.
Su placer se intensificó y finalmente
cruzó el umbral que lo convertía en un joven pleno, cuando la increíble y
milagrosa espiral ascendente de su orgasmo hizo que Hayami también se rindiera
y llegara a la cima.
Jadeante, saciado y desbordante de
júbilo y triunfo, Changmin se aferró al cuerpo desnudo y sudoroso de Hayami,
apoyando la cabeza en su hombro, con el corazón desbocado y henchido por la fuerza
y el poder del amor que sentía por él.
Nunca había imaginado llegar a sentirse
tan feliz y completo. No existía pasado ni futuro, ni duda ni miedo, sólo la
maravillosa perfección del presente que estaba compartiendo, el aquí y ahora.
Alzó la mano y tocó el rostro de Hayami,
mientras el suyo se iluminaba por todo lo que estaba sintiendo. Él lo estaba
contemplando.
Le dio las gracias con voz cantarina y
llena de júbilo.
— Tendríamos que empezar a
prepararnos para el baile, o llegaremos tarde — le advirtió Hayami, apartándose de él, porque si no
lo hacía, no llegarían al baile ni pronto, ni tarde, ni nunca — No
quiero fallarle a Yunho.
—
No, claro que no —
aceptó Changmin con valentía.
No iba a permitirse sentir decepción ni
arrepentimiento de ningún tipo sólo porque él no hubiera dicho nada de un
futuro compartido. Sería un ingenuo si pensara que sus palabras de amor habían
conllevado la idea de compromiso. Tenía que ser feliz con lo que tenía con él
en ese momento, con su amor presente, sin pensar más allá.
Dos horas después, con Hayami a un lado
de su padre y Yunho al otro, y él junto a Hayami,
recibiendo a los invitados a su llegada,
Changmin se debatía entre el
orgullo y el dolor. Orgullo porque era de Hayami, dolor porque sabía que su
tiempo juntos podría ser muy breve.
Por fin, dieron la bienvenida al último
invitado. El cuarteto que había estado tocando música de fondo fue a reunirse
con el resto de los músicos en un recámara adjunta al salón de baile. El salón
de baile relucía a la luz de docenas de velas colocadas en elegantes
candelabros plateados, colocados en las paredes, entre espejos también
plateados. El aire estaba perfumado por los lirios blancos que, mezclados con
ramas de helecho, componían los bellísimos arreglos florales.
Los músicos tocaron las primeras notas
de un vals y los invitados, que se habían retirado hacia las paredes, para
dejar la pista de baile vacía, se volvieron, expectantes, hacia sus
anfitriones. Para sorpresa de Changmin, Hayami le hizo una pequeña reverencia
formal.
Estaba deslumbrante, con un túnica
medieval color carmesí, bordada con el escudo de armas de los Jung, que lucía
sobre un camisola gris, y un corta capa escarlata con forro dorado sobre los
hombros. En un hombre menos viril y atlético, el conjunto habría resultado
ridículo, pero en Hayami era magnífico. Era el primer Jung, el poderoso y viril
conquistador que había capturado su corazón y exigido sus derechos con respecto
a su cuerpo.
Changmin se quedó sin aliento cuando él
buscó su mano. Su vestido, compuesto por varias capas de seda transparente de
distintos tonos oro y bronce, parecía moverse con cada latido de su corazón.
Con la mirada baja, permitió que Hayami lo condujera a la pista, titubeando
sólo cuando él lo tomó entre sus brazos. Lo miró a los ojos y sintió que su
cuerpo temblaba como si realmente fuera la princesa sarracena cuya virginidad
él había reclamado, como si al aceptar su abrazo en público, se convirtiera en
esa princesa, permitiéndole mostrar a su gente que era suyo y sólo suyo.
Bailaron solos y Changmin fue más
consciente de la intimidad de su abrazo y de cuánto lo anhelaba, que de los
comentarios y susurros de su audiencia. En ningún momento apartó la mirada de
su rostro, demostrando su completa y orgullosa entrega y la plenitud de su
confianza en él.
Hayami lo atrajo hacia sí. Era suyo. Lo
había reclamado en la intimidad del dormitorio y en ese momento lo estaba
reclamando públicamente.
Cuando acabaron de bailar y los
invitados aplaudieron su actuación con entusiasmo, los músicos iniciaron otra
pieza y la pista se llenó de parejas. Hayami charló breve y educadamente con
algunos invitados, sin separarse de Changmin ni un momento.
Para Changmin, la velada transcurrió
envuelta en una dorada neblina de júbilo, con destacados y preciosos momentos
que archivó en su memoria para el futuro.
Seguramente había hablado, comido y
bebido el champán que le habían servido, pero no tenía recuerdo de haberlo
hecho. Lo único que importaba de verdad era Hayami.
— Pronto será medianoche — le dijo él— y
Yunho piensa hacer un anuncio importante. Hace demasiado tiempo que no te beso.
¿Tendrás frío si salimos a la terraza?
Changmin negó con la cabeza. El frío no
importaba si Hayami quería besarlo.
La puerta de salida a la terraza estaba
cerrada con llave, pero Hayami la tenía; Changmin se dio cuenta que volvía a
cerrar con llave tras salir, impidiendo cualquier posible interrupción.
— Estás precioso. Eres
precioso, Changmin, en todos los sentidos. Me he sentido muy orgulloso
teniéndote a mi lado esta noche.
— No. Soy yo quien se ha
sentido orgulloso de estar contigo — replicó Changmin. Vio su sonrisa cuando lo atrajo
hacia él y lo besó lenta y tiernamente.
— Ojalá pudiéramos volver a
nuestra habitación —
susurró Changmin.
— Eres como una vampiresa,
lo sabes, ¿no? —
dijo Hayami, con voz ronca de pasión. Apretó su mano — ¿Recuerdas
que te dije que mi antepasado tomó como amante a la hija del sarraceno al que
había derrotado?
Changmin asintió con la cabeza.
— No llegué a decirte que
también la convirtió en su esposa — lo movió en sus brazos para poder mirar su rostro — Se
enamoró de ella, igual que yo me he enamorado de ti. Cásate conmigo, Changmin.
— ¿Quieres casarte conmigo?
— Sí. Y tienes exactamente
cinco minutos para decidirte, porque si la respuesta es un no, tendré que ir a
buscar a Yunho e impedirle que anuncie nuestro compromiso. Le dije antes que te
amo y que quiero hacerte mi esposo, y no se me ocurre mejor manera de anunciárselo
al mundo que hacerlo aquí, esta noche. ¿Aceptas?
Él simuló expresión de seriedad.
— Con una condición — le advirtió.
A Hayami le dio igual. Podía poner las
condiciones que quisiera, incluso la de ser él quien pilotara cuando viajaran
en avión. Lo único que le importaba era que fuera suyo. Lo completaba, hacía
que se sintiera entero, y había sido un tonto al no darse cuenta la primera vez
que leyó un de sus solicitudes de empleo y vio su foto.
— Humm — murmuró, llevándose su mano a los
labios y besando cada uno de los dedos — ¿Qué condición?
— Tienes que prometerme que
nunca, nunca jamás, contarás a mis hermanos lo de la araña.
— ¿Qué araña?
— Y quiero que tengamos un
número par de hijos, para que no haya ninguno del medio.
— ¿Quieres
decir dos?
— O cuatro, o puede que
incluso seis.
Faltaban dos minutos para la medianoche.
Tiempo suficiente para que Hayami lo besara con exaltación y entrega, y luego
sacase una cajita de cuero desvaído del bolsillo.
— Si no te gusta, podrás
elegir lo que tú quieras — le dijo, abriendo la caja — Pero este anillo
perteneció a mi tatarabuela por parte de madre. Se dice que se casó con el
hombre al que amaba y que su matrimonio fue largo y feliz.
El perfecto diamante montado en una
sencilla banda de oro, atrapó la luz en su interior.
— Es precioso y me encanta — dijo Changmin con toda sinceridad.
Cuando Hayami lo deslizó en su dedo, el
oro le pareció cálido, como una caricia, y sintió que era un símbolo auténtico
de su amor.
Tuvieron tiempo para otro beso,
demasiado breve, y Hayami lo guió de vuelta al salón de baile. Los camareros
circulaban con bandejas de copas de champán, y Yunho los esperaba para
conducirlos al centro de la habitación.
— Damas y caballeros — empezó — Honorables amigos e
invitados. Es mi deleite y privilegio anunciar el compromiso de mi hermano, Jung
Hayami, con el joven Shim Changmin. Por favor, brindad conmigo por Hayami y su
futura esposo, Changmin.
Cuando Hayami le ofreció su propia copa,
en un gesto simbólico de intimidad y promesa, para que bebiera de ella, Changmin
se estremeció de felicidad.
— Tu padre nos está mirando — susurró Changmin. Hayami se volvió
para mirarlo.
— Parece muy viejo y
solitario — añadió él.
— Sí, pero es una situación
que ha creado él mismo. No quiero hablar del pasado. Quiero vivir el presente y
el futuro, contigo, Changmin. Te quiero muchísimo.
— Y yo a ti.
La respiración de Changmin
se aceleró. De repente, lo único
que deseaba era poder volver a la intimidad de su
suite para confirmar sus votos de amor en privado.
Yunho los observaba. Era obvio que
estaban locamente enamorados el uno del otro. Hayami sólo tenía ojos para Changmin,
y él para Hayami. Sus dos hermanos habían encontrado el amor y se morían
de ganas de casarse con los jóvenes
que habían cautivado sus corazones. A Yunho le resultaba difícil, si no
imposible, imaginar que él pudiera llegar a enamorarse alguna vez, aunque
aceptaba que su deber era casarse y concebir un heredero…
Fin
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Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Wow me encanto tu adaptacion, gracias por compartirla, supongo que sigue la historia de Yunho, esperare con ansias por ella =)
ResponderEliminarAaaaaah que emoción que final tan bello ahora falta la historia de Yunho con mi bello Jaejoong osea mi Yunjae lo voy a esperar con muchas ansias
ResponderEliminarTa lindo gracias x el final taba muy lindo ahora falta el yunjae kyaaa lo esperare con ansias gracias
ResponderEliminarJajajaj Si chicas, ahora sigue el tan esperado YunJae...
ResponderEliminarSe que las historia les gustara mucho y se indignaran al saber que fue lo que paso con Jae.
omo...hermoso....wiii espero el YunJae :D
ResponderEliminarAl fiiinnn!!! pensé que llegaría al fina y moriría de frustracion, pero nooo, me equivoque y al fin esos dos se entregaron e hicieron oficial su compromiso yeeiii!!!
ResponderEliminarAhora solo falta la historia de Yunho.
Gracias linda!!!
Tsuki querida, mil gracias por los comentarios y me alegra de que te haya gustado la historia ^_^
EliminarUn abrazo
Me encanto mucho esta historia gracias yoleth
ResponderEliminarMe encanto esta historia gracias yoleth
ResponderEliminaru.u que pena llegó a su fin me gustl la historia con sus carácter tan obstinados jajaja pero al final se enamoraron el uno del otro kyyaa resultó ser tan romántico Hayami ^^ me hubiera gustado saber mas de ellos con sus babys
ResponderEliminarGracias por la adaptación :)
Hermoso, hermoso y hermoso¡¡¡ Yunho hizo de hada madriana al hacer que Hayami se diera cuenta del amor qué ChangMin siente por él y ser conciente de cuan profundo era su amor por ChangMin, fue un final bellisimo por wsa charla entre los hermanos y la entrega del Hayamin justo pensaba que Hayami se gana el gran premio siendo el primero y único en la vida de ChangmIn. Jajaja la araña oh dios jajaj ala tumba con el secreto. Ame tu adaptación Hayamin tanto que no me he puesto al corroente con "Divorcio para dos" y Out of the dark" pero voy a ello antes de iniciar "Poder Siluciano"😊😊😊
ResponderEliminarMe encanta esta colección, de mis favoritas y de la que cada vez me conmueve más, ahora fue el discurso de Yunho hacia Hayami lo que me conmovió tremendamente.
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