Estaba
lloviendo. Y mucho. La lluvia agitaba el paraguas que el sobrecargo estaba
intentando mantener sobre él contra la fuerza del viento mientras lo acompañaba
al coche que estaba esperando. Se aseguró de que entraba sano y salvo en la
parte de atrás con el bebé antes de regresar al avión a por Yoochun.
Las
brillantes luces de la pista de aterrizaje iluminaban el paisaje, que podría
haber sido el de cualquier sitio: vegetación de arbustos y vallas.
La
tapicería crema del coche resultaba tan lujosa que Junsu casi tenía miedo de
tocarla. Miró a Heechul y rezó para que no vomitara.
Enseguida
salieron de la pista de aterrizaje y dejaron sus luces atrás para verse
envueltos en la oscuridad provocada por la lluvia. A pesar del calor que hacía
en el interior del coche, Junsu se estremeció. La oscuridad era tan intensa,
que sentía como si aprisionara el coche con la misma intensidad con la que la
lluvia caía sobre él.
Él
no sabía mucho sobre Sicilia, pero nunca imaginó que pudiera ser presa de un
clima tan violento. De pronto, unos pensamientos tan frenéticos como la noche
que los rodeaba se apoderaron de la mente de Junsu. ¿Y si las intenciones de
Jung Yoochun hacia Heechul no eran buenas? ¿Y si Heechul era un obstáculo para
él en algún sentido? ¿Por qué no se le había ocurrido pensar en eso antes?
¿Quién sabría, y a quién le importaría si aquél noche Heechul y él eran
conducidos a la oscuridad para nunca regresar?
Junsu
estaba reaccionando no sólo ante los extraordinarios sucesos de las últimas
horas, sino también ante todo lo demás que le había sucedido en los últimos
meses y a lo que no se había permitido reaccionar, primero por el bien de Leeteuk
y, más tarde, por el de Heechul.
>>>
♥ <<<
Yoochun
conocía cada centímetro de la carretera de un único sentido que llevaba desde
su pista de aterrizaje privada a Villa Rosa, un de las casas de campo de los Jung, pero como siempre, cuando dobló la curva
final que dejaba al descubierto la villa, sintió la familiar oleada de orgullo
y de felicidad al verla alzándose sobre la tierra plana y fértil. La visión de
la villa materializándose virtualmente en la oscuridad, con sus muros en tono
miel iluminados por faroles que proyectaban una tenue luz no sólo sobre el
edificio, sino también sobre los alrededores, proporcionó a Junsu un alivio de
su ansiedad que agradeció.
¿Cómo
no iba a mirar algo tan impresionante y tan bello y no sentirse emocionado?
— Es casi demasiado perfecto para
ser real — Junsu no pudo evitar el tono
maravillado en su voz cuando alzó la vista hacia el alto portalón, sobre el que
la luz de los faroles iluminaba lo que parecía ser el escudo de armas de los Jung.
— Es real, te lo aseguro — se
mofó Yoochun —
Fue construida en el siglo XVIII. Originalmente fue un retiro de verano para
huir del calor de la ciudad. Jung Caspar la diseñó él mismo y trajo a los
mejores artesanos del momento para trabajar en él. Quería combinar en la
arquitectura todo lo que eran los Jung.
Verás que la parte delantera de la villa está construida con las líneas
clásicas del siglo XVIII, con referencias a la arquitectura griega y romana y
la influencia que esas culturas tuvieron en Sicilia. Sin embargo, el patio
interior alrededor del cual está construida la villa tiene reminiscencias de la
influencia árabe que hubo en la isla y en la familia Jung. Los faroles que ves en los muros se
encargaron especialmente para la casa. Cada uno de ellos alberga un parte de
nuestra historia a través de sus dibujos heráldicos, y los jardines son de
estilo italiano, que tan populares fueron entre los ingleses que viajaron a
Italia en el siglo XVIII.
Mientras
hablaba, Yoochun los iba guiando a través del portón hacia un patio formal
dominado por una impresionante escalinata de mármol.
— El mármol se trajo desde
Carrara — le explicó Yoochun a Junsu — y las escaleras llevan a un piano
nobile, es decir, el piso principal, en el que están las habitaciones de
recepción de la villa.
El
rostro de Junsu se sonrojó por el orgullo.
— Ya sé lo que es un piano nobile
— le informó con sequedad. Pero aunque Yoochun se
hubiera dado cuenta de que lo había ofendido, estaba claro que no iba a
disculparse.
El
cambio emocional que había estado sufriendo desde que él lo interceptó en la
calle y que había culminado con una oleada de terror seguida de un poderoso
alivio de aquél tensión estaba empezando a hacer efecto en su cuerpo, reconoció
Junsu. Había pasado por demasiadas cosas demasiado rápidamente como para
conseguir mantener el equilibrio. Se sentía extraño, débil, sin aliento, y
tembloroso por dentro, mientras que su corazón latía a toda prisa.
Yoochun
había detenido el coche delante de un escalera doble de piedra. Su arrogante «yo
me encargo del niño» mientras salía del
asiento del conductor hizo que Junsu se diera prisa en sacar al bebé del
asiento, decidido a que no se ocupara él. Agarró con fuerza a su sobrino.
En
lugar de calmarlo, la sensación del aire de la noche en su rostro hizo que se
sintiera algo mareado. Agarrándose a Heechul, miró hacia los escalones. Había muchos,
y él se sentía extraño y débil, no parecía él mismo. Por encima de la entrada
porticada, en lo alto de la villa, las gárgolas y los animales míticos
excavados en la piedra la miraban fijamente. Las dudas se hicieron más
intensas.
¿Cómo
había permitido que lo convenciera para ir a aquel lugar? En cuanto pudiera, le
exigiría una explicación tranquilizadora y conveniente, y también buscaría un
abogado para que estuviera delante, se dijo con firmeza mientras comenzaba a
subir los escalones de piedra.
Estaba
a mitad de camino cuando ocurrió… perdió pie sin saber cómo sobre un escalón
mojado y se tambaleó hacia delante con Heechul en brazos.
Antes
de que tuviera tiempo de gritar, unos brazos fuertes los estaban agarrando a
ambos, manteniéndolos a salvo. Junsu pudo aspirar el olor a macho, extraño y al
mismo tiempo familiar. Sintió el calor masculino y tuvo que hacer un esfuerzo
por no dejarse llevar y relajarse, por no caer en la debilidad que lo invadió.
Quería quedarse allí apoyado contra él, protegido por él, no quería dejar nunca
aquél protección. Quería que los brazos de Yoochun lo estrecharan y se quedaran
allí. Se moría por que un hombre como aquél, un hombre viril y fuerte, lo
liberara de las cargas que le aprisionaban el corazón y sanaran el dolor que
llevaba dentro.
¿En
qué estaba pensando? El único hombre al que había querido jamás, el único al
que querría, estaba muerto.
¿Cuánto
tiempo había transcurrido? ¿Cuántos minutos habían pasado desde que se apoyó
contra él con el corazón latiéndole con fuerza, sintiéndose demasiado débil
para moverse mientras las lágrimas de remordimiento le nublaban la visión?
Si
Yoochun no hubiera estado tan cerca, si Heechul se hubiera caído, si se hubiera
hecho daño por su culpa…
— Dame al niño. A menos, por supuesto,
que quieras arriesgarte a que se haga daño.
Sabía
cómo hacerle daño, pensó Junsu. Captaba su debilidad y la utilizaba en su
contra.
Junsu
le pasó al bebé, todavía dormido. Era a Heechul a quien quería, y por eso lo
había socorrido, no lo había hecho por él. Y ahora que tenía al niño en brazos,
se dirigía a las escaleras con él, dejando a Junsu para que los siguiera.
Un
extraño letargo se apoderó de él, acompañado de un extraño deseo de tumbarse y
cerrar los ojos. Alzó la mirada hacia el portalón, con el corazón latiéndole
todavía con fuerza. No podía subir las escaleras. No podía subir siquiera un
escalón. Pero debía hacerlo. Apoyándose en la barandilla, consiguió subir a
duras penas un escalón y luego otro, cerrando la mente al dolor que sentía en
las piernas. Yoochun subía los escalones de dos en dos, conducido por la rabia.
Por todas las cosas estúpidas e irresponsables que había hecho.
Era
un joven orgulloso.
¿Y
si no lo hubiera agarrado a tiempo? Lo había desafiado.
Se
había apoyado contra él como un cervatillo atrapado, demasiado exhausto para
escapar de su cazador.
Había
puesto en peligro la seguridad del bebé.
Junsu
había mirado al bebé con tanta angustia en los ojos que parecía que se le fuera
a romper el corazón.
Era
un joven para pasar el rato, un chico fácil que no tenía ningún atractivo para
él.
Era
una madre devota que tocaba una fibra dentro de él que sobrepasaba los
criterios morales por los que él juzgaba deseable a una mujer o joven.
Algo
terrible se estaba apoderando de él. Todo parecía suceder a cámara lenta. El
dolor de las piernas que se había vuelto tan familiar para él durante las
últimas semanas se había intensificado tanto que sentía deseos de gritar. El
corazón le latía con tanta fuerza que se asustó. Deseaba desesperadamente
sentarse… no, tumbarse, se corrigió con cansancio mientras cerraba los dedos
alrededor del pasamanos de metal para poder subir los últimos escalones y
seguir a Yoochun al interior de la villa.
Normalmente
se habría entretenido en la entrada, con los frescos y la magnífica escalera
que subía a las plantas superiores, las paredes llenas de cuadros que Junsu sospechaba
que valían cada uno una fortuna. Normalmente se habría mostrado encantado de
tener la oportunidad de disfrutar de semejante festín de obras de arte. Pero en
aquel momento tenía tantas ganas de tumbarse que no podía pensar en nada más.
Agradecía que Yoochun tuviera a Heechul en brazos.
Yoochun
estaba hablando con una mujer regordeta que tenía el cabello negro moteado de
gris. Junsu dio por hecho por su actitud que se trataba del ama de llaves.
Yoochun le estaba entregando al niño, y él sonrió.
Yoochun
se giró hacia Junsu.
— Te han preparado un habitación
— le dijo —
María te la mostrará. — Junsu asintió y siguió
a la señora, que ya estaba subiendo las escaleras.
Yoochun
frunció el ceño al mirar a Junsu. Tenía el rostro pálido como la cera y miraba
las escaleras como si les tuviera pavor. Dio un paso hacia él y luego se
detuvo, derrumbándose de pronto en el suelo.
Yoochun
cubrió la distancia que los separaba con tres zancadas, agarrando a Junsu cuando
cayó. Al principio pensó que estaba inconsciente, pero no era así. Tenía los
ojos abiertos y con expresión confusa.
— Estoy bien. Sólo un poco cansado,
eso es todo.
Tenía
el rostro del color de las escaleras de mármol, y Yoochun podía sentir el
frenético ritmo de su corazón golpeándole con fuerza bajo la blusa de seda. Era
tan ligero que parecía que tuviera en brazos a un niño… solo que ningún niño
tenía un trasero tan magnífico. La sensación de sus gluteos apretados contra su
cuerpo cuando lo subía por las escaleras despertó su cuerpo y también sus
sentidos.
Yoochun
se dirigió a las escaleras con él en brazos, ignorando sus protestas para que lo
dejara en el suelo. Se limitó a decirle con sequedad:
— Estate quieto.
En
medio de la vergüenza y la confusión, Junsu tuvo una visión borrosa de las
escaleras de mármol blanco, los retratos ancestrales, un largo corredor de
paredes blancas y puertas labradas de madera oscura. Una de ellas estaba abierta.
Fue
una maravilla poder tumbarse, aunque el corazón le latía con tanta fuerza que
se sentía enfermo y ansioso. La cama en el que fue depositado era grande y con dosel,
y la habitación parecía como recién sacada del decorado de una película
ambientada en el siglo XVIII. En la chimenea de mármol que había más allá de la
cama el fuego estaba encendido, y María estaba colocando a Heechul en lo que
parecía una cuna nueva situada a los pies de la cama. Junsu quería ir con el
niño, pero se sentía demasiado débil.
Yoochun
frunció el ceño mientras lo observaba. Se cruzó de brazos y se apoyó contra la
pared. Algo no iba bien. Y teniendo en cuenta el estilo de vida del joven,
podría tratarse de drogas. Yoochun conocía las señales; después de todo, eran
fáciles de reconocer en los tiempos actuales. Pero no… aquello era distinto, se
trataba de otro problema. Estaba muy delgado. ¿Estaría haciendo dieta? No había
comido durante todo el vuelo, y se llevaban los cuerpos esqueléticos…
esqueléticos pero con unos pechos operados tan gigantescos que las mujeres se
convertían en algo parecido a un monstruo.
María
le dijo que el bebé estaba dormido. Yoochun asintió con la cabeza, se giró
hacia la cama y le preguntó a Junsu con sequedad:
— ¿Cuándo fue la última vez que
comiste en condiciones? —Junsu trató de pensar, pero incluso
aquello le costaba trabajo. No podía recordarlo. Y además, no le importaba.
Aquéllas
últimas semanas habían sido un pesadilla. Tenía que cuidar de Heechul y al
mismo tiempo ocuparse del pago de las deudas de Junho. Lo último que se le
había pasado por la cabeza era prepararse una comida para él, aunque hubiera
tenido el dinero para comprar alimentos en condiciones. Y no tenía ganas de
comer. Había perdido a Leeteuk. No una vez, sino dos. Perderle por Junho le
había hecho un daño terrible, pero perderle por la muerte le había provocado
otro tipo de dolor, esta vez no sólo por él mismo, sino también por Heechul. Y
el hecho de tener que hacer el esfuerzo físico de comer hacía que se sintiera
peor. Sencillamente, no tenía fuerzas para ello.
Su
verdugo seguía mirándolo. Esperando a que respondiera. No se marcharía para
dejarlo dormir, como él tanto deseaba, hasta que le hubiera dado una respuesta.
Junsu hizo un esfuerzo por incorporarse.
— Habría cenado esta noche en mi
apartamento si no me hubiera secuestrado — le
dijo tratando de poner un nota de desprecio en su tono de voz, y preguntándose
si a él le sonaría tan frágil como a él.
— Y antes de eso, ¿un almuerzo,
por ejemplo? ¿Comiste entonces? ¿Y qué comiste?
Le
estaba haciendo demasiadas preguntas, y demasiado deprisa.
— Tomé café y una tostada.
Era
mentira. Había preparado café y una tostada, pero sólo tuvo tiempo para darle
unos sorbos al café antes de tener que llevar a Heechul a la guardería.
— ¿Y es así todos los días? ¿Te
matas deliberadamente de hambre porque crees que estar delgado te hace más
deseable a ojos de hombres como mi hermano?
— ¡No!
En
su voz había rabia.
— Dices que no, pero está claro
que no comes.
La
furia se dibujó en los ojos de Junsu cuando le dijo con fiereza:
— No todos somos tan ricos como
para tener un jet privado y personal que cocine para nosotros, ¿sabes?
Yoochun
ignoró su ataque y se limitó a decir:
— Si no estás pasando hambre por
un autodestructivo deseo de llamar la atención de hombres que sólo pueden
sentirse atraídos por jóvenes que parecen niños y se comportan como zorras,
entonces, ¿por qué no eres más responsable con tu hijo? Depende completamente
de ti. No tiene a nadie más.
— ¿Acaso crees que no lo sé? — Inquirió
Junsu herido —
¿Crees que no pienso en ello a todas horas? — le
ardían los ojos por la emoción —
¿Crees que no deseo más que nada en este mundo que su padre estuviera todavía
vivo, que estuviera aquí para cuidar y proteger a su hijo como sé que haría?
— ¿Yuhwan? —
Yoochun apartó el hombro de la pared en la que estaba apoyado. No quería
admitir que la defensa que había hecho de su hermano le había tocado una fibra
más sensible de lo que él pensaba, y le había provocado una punzada de dolor.
Su hermanastro no se merecía aquél lealtad, y Junsu era un estúpido por
entregársela a un hombre que no valía la pena.
— La único persona a la que mi hermanastro
protegería es a sí mismo… si no sabías eso, entonces no lo conocías muy bien — su
voz era dura y fría, y su desprecio hizo estremecerse a Junsu — Después de todo, ¿cuánto tiempo se
tarda en llevar a cabo el acto de engendrar un hijo? ¿Cinco minutos? Él ni
siquiera recordaba tú…
Yoochun
se calló justo a tiempo. Iba contra su propio orgullo decirle que Yuhwan ni siquiera
recordaba su nombre.
Gracias
a Dios, Yoochun la había interrumpido en aquel momento, pensó Junsu. En caso
contrario, habría pronunciado el nombre de Leeteuk, tan sumido estaba en el
dolor, pero no podía hacer eso, al menos hasta que tuviera la seguridad por
parte de Yoochun de que iban a volver a Corea sanos y salvos.
— El doctor Vittorio, el médico
de la familia, va a venir mañana para llevarse unas muestras del bebé para la
prueba de ADN. Le pediré que te eche también un vistazo a ti aprovechando que
está aquí.
— A mí no me pasa nada.
Yoochun
alzó las cejas en gesto irónico.
— No puedes subir una docena de
escalones sin caerte, ¿y dices que no te pasa nada? Lamento no estar de
acuerdo. ¿Mantuviste contacto con Yuhwan cuando regresaste a Inglaterra?
Fue
una pregunta sin importancia, pero hizo que Junsu sintiera pánico.
¿Qué
le había contado Junho sobre Yuhwan?, se preguntó Junsu angustiado tratando de
recordar. Su hermano le había dado a entender que le contó a Yuhwan que estaba
embarazado de Heechul y él no quiso saber nada. Ahí fue cuando decidió decirle
a Leeteuk que el hijo que esperaba era suyo.
— Le dije que estaba embarazado
de Heechul, sí — mintió Junsu — Pero él no quiso saber nada — al
menos aquello era verdad.
— Y sin embargo, acabas de
decirme que habría querido y protegido a su hijo.
— Como padre, quiero pensar que
hubiera querido hacerlo — se vio obligado a
decir, aunque la realidad era que había estado hablando de Leeteuk, que tanto
había querido a Heechul, y no de Yuhwan.
— Como ya te he dicho, si al
final resulta que tu hijo no es de mi hermano, entonces serás recompensado por
tu tiempo y por las molestias que te hemos causado. Te pediremos que firmes un
acuerdo de confidencialidad y que nunca hables de este asunto con nadie… y te
pagaremos por ello.
Junsu
asintió con la cabeza, luchando contra su instinto natural, que le decía que no
quería ningún dinero. El momento adecuado para anunciarlo sería cuando se
conociera el resultado de las pruebas de ADN.
— ¿Y eso es todo? — Lo presionó Junsu
— ¿Ninguna condición más?
Yoochun
se acercó a la cama y lo miró.
— Si estás tratando de insinuar
que yo o alguno de mis hermanos podríamos querer algún tipo de pago sexual por
tu parte, déjame decirte que…
Un
repentino sollozo procedente de la cuna hizo que ambos se giraran hacia el bebé. Heechul.
— Mira lo que has hecho — protestó
Junsu con cansancio —
Has despertado a
— Quédate donde estás. María lo
atenderá.
— No. Es mi hijo.
Junsu
estaba poniendo los pies en el suelo, pero Yoochun se puso delante.
— No estás en condiciones de
cuidar de él. ¿De verdad quieres arriesgarte a
que se te vuelva a caer?
Había
sido un golpe bajo, y le dolió, pero para su alivio, Heechul dejó de llorar y
parecía que se había vuelto a dormir.
Dormir.
Cómo deseaba él hacer lo mismo en aquel instante.
— Son las cuatro. Te sugiero que
intentes dormir un poco. El doctor Vittorio estará aquí a las diez para hacer
las pruebas de ADN. Y en respuesta a tu pregunta no, no hay más condiciones. Lo
único que mis hermanos y yo queremos hacer es cumplir la promesa que le hicimos
a nuestro padre de encontrar al hijo de Yuhwan… si es que ese hijo existe, y no
ha sido más que un producto de la imaginación de Yuhwan. Siempre se le dio muy
bien decirle a nuestro padre lo que quería oír.
Mucho
después de que Yoochun se hubiera marchado, Junsu permaneció despierto, mirando
hacia la seda que cubría el dosel de su inmensa cama. Le dolía la cabeza debido
a todos los pensamientos que la ocupaban.
Familia.
Qué concepto tan emotivo. Él siempre había sabido que sus padres preferían a Junho,
el primogénito, el listo, el guapo y el brillante. No es que hubieran sido
crueles con él, no eran así, pero nunca habían sido capaces de ocultar la felicidad
y el orgullo que sentían por Junho, y el hecho de que a Junsu sólo lo
toleraban.
Había
soñado con una familia amorosa y cercana durante toda su infancia y sus años
adolescentes. Creyó haberla encontrado en Leeteuk, a quien había conocido
durante su época universitaria. Se había enamorado de él, y también quiso mucho
a sus padres cuando lo llevó a Incheon para que los conociera. Pero entonces Leeteuk
conoció a Junho, y Junsu supo al instante lo que estaba ocurriendo. Aunque el
hombre que Junho le había robado con tanta facilidad no le interesaba demasiado,
ya que lo había traicionado nada más empezar la relación.
Junho
los había traicionado a ambos, pero al menos él tenía todavía a Heechul. Si
vivieran Junho, Leeteuk y sus padres, Heechul habría tenido una familia. Pero
ahora sólo la tenía a él.
Si
al final resultaba ser el hijo de Jung Yuhwan, entonces seguiría teniendo una gran
familia con tíos, primos y, por supuesto, abuelo.
Tumbado
en la oscuridad, Junsu se dio cuenta de que, por el bien de Heechul, debía
confiar en que sí fuera un Jung.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Pobre Su :c paso por tanto.. no entiendo por qué no dice la verdad de que el no es la omma de Heechul :/ se ahorraría tantos malos tratos por parte de Yoochun e.e bueno ya quiero la aparición del YJ 😍
ResponderEliminarDejooo un comentario por aqui y me ire a leer la siguiente parte *o*
ResponderEliminarGracias por tu esfuerzo
Es exquisitaaa la narracion
Pobre Junsu ha sufrido mucho y me da que le espera mucho mas.
ResponderEliminarPobre Su, el cuerpo ya le esta pasando factura por tanto esfuerzo que ha hecho para salir adelante el con su bebe. En verdad que Junho era de lo peorcito ¬.¬
ResponderEliminarYoochun es muy cruel con Junsu,con todo lo que le dice,no sabe cuanto a sufrido y ha tenido que hacer por el bien de Heechul
ResponderEliminarIncreible que las palabras de Yoochun hacia Junsu sean tan irientes y acusadoras, sin embargo sin embargo le es inevitable sentir preocupación por Junsu, que sin merecerlo ha vivido siendo la sombra de su hermano. En realidad creo que mi Chunnie sintió celos de Yohwan por temer el amor de Junsu y es que también Yoochun ha tenido que vivir bajo la predilección de su padre por el hijo que menos lo merecia. Pienso que cuando ambos descubran las heridad de sus corazones, de manera mutua, van a sentí más que empatía.
ResponderEliminar