La
zona de ducha del baño no tenía mampara. El agua estaba deliciosamente caliente
y había de sobra. Todo un lujo, ya que en su casa salía templada.
Tenía
que reconocer que se había quedado más tiempo bajo el agua del que quizá
debería, pero de todas formas se llevó un susto cuando la puerta del baño, que
no se le había ocurrido cerrar, se abrió de golpe y vio a Jung Yoochun allí de
pie, completamente vestido y deslizando la mirada por toda la longitud de su
desnudo cuerpo. Fue tal la impresión, que Junsu ni siquiera pensó en cubrirse
el pubis hasta que fue ya demasiado tarde y los ojos de Yoochun lo habían
mirado ya de arriba abajo hasta posarse en su rostro sonrojado.
— Vaya, vaya… un rubio
natural. Eso sí que es una sorpresa — se
mofó Yoochun.
Lo
que también fue una sorpresa, aunque no tenía intención de alimentar su vanidad
diciéndoselo, fue lo erótico que le resultó que no estuviera depilado. Los
rizos húmedos cubría la intimidad de su sexo.
En
contra de sus deseos, Yoochun sintió cómo su cuerpo respondía a lo que estaba
viendo.
Tal
vez fuera rubio natural, pero estaba tan delgado como sospechaba, se dijo con
la esperanza de llevar sus pensamientos hacia el rechazo en lugar de hacia el
deseo. Sí, pero tenía el pecho mucho más grande de lo que había imaginado,
también natural y con una forma perfecta. Era el pecho de un jovencito, no los
de una madre que estuviera amamantando a su bebé. Al centrarse en su
sexualidad, estaba descuidando a su hijo. Pero eso era lo que hacían
los jóvenes como él,
¿verdad?
Lo
que Yoochun había visto en cada línea de su cuerpo fue un total abandono al
placer sensual. Algo en ese abandono le hizo desear a él entrar en la ducha y
compartirla con él. Quería tomarlo rápida y apasionadamente, en una orgía
primitiva de placer físico y hedonista, como una copa de vino tras un día de
dura actividad física. Era la clase de satisfacción física que necesitaría una fiera.
Yoochun se dijo a sí mismo que no debería sentirse así. Aquél joven era un trozo
de carne que sin duda habrían tenido muchos hombres antes que su hermano. Eso
era elección de él, pero a él no le gustaban los jóvenes así.
En
aquel instante, el único apetito que quería reconocer era el que le surgía del
estómago, y no de la entrepierna, se dijo.
Yoochun agarró una toalla y se la lanzó, diciéndole
con frialdad:
— Russell está esperando para servir la cena. Tienes cinco minutos. Y
deja que te diga que mi humor no mejora cuando tengo hambre.
Cinco
minutos. Junsu ni siquiera se molestó en mirar la ropa que el sobrecargo había
dicho que colgaría del armario. Sencillamente, se secó el cuerpo, se secó el
cabello húmedo y luego se puso uno de los albornoces blancos que encontró
colgado en la puerta del baño.
Estaba
sin aliento y el corazón le latía con fuerza cuando se dejó caer en la silla
que Jung Yoochun apartó para él.
— Cuatro minutos y cincuenta y
cinco segundos — comentó él, colocándose al otro lado de
la mesa, que estaba muy elegante puesta.
Si
a Yoochun le pareció extraño el hecho de que él hubiera escogido cenar en
albornoz, parecía que no iba a decirlo. Y era mejor así, pensó Junsu con
orgullo, porque si lo hacía, él le diría que no había sido elección suya estar
a bordo de aquel jet privado sin un sudadera que ponerse para reemplazar la que
Heechul le había manchado.
De
hecho, resultaba casi imposible creer que estuvieran volando en un avión,
reconoció Junsu mientras miraba hacia la puerta del dormitorio, que había
dejado abierta para escuchar a Heechul si se despertaba y empezaba a llorar.
Russell
llegó con la sopa y le colocó una servilleta de lino en el regazo antes de que él
pudiera hacerlo.
La
sopa, que era de langosta, olía de maravilla. Junsu no podía recordar la última
vez que se había sentado a comer cualquier tipo de comida, y mucho menos aun así,
con servilletas de hilo, porcelana, cubertería de plata y comida de restaurante
de guía Michelin.
Russell
les sirvió a ambos una copa de vino. Junsu miró la suya con incertidumbre. No
solía beber, y teniendo en cuenta que no había comido nada en todo el día, no
era una buena idea introducir alcohol en su estómago vacío.
— ¿Tus gustos se inclinan más por
el champán francés? — preguntó Yoochun al ver su
expresión.
Junsu
no se dignó a responder. Dudaba mucho que él la creyera si le decía que nunca
había probado el champán francés.
La
sopa estaba deliciosa, pero muy sabrosa, demasiado sabrosa para su aparato
digestivo, sospechó Junsu, que estaba acostumbrado a las alubias en salsa de
tomate y copos de avena; comida barata y que llenaba rápido.
Le
dio un sorbo rápido al vino y luego deseó no haberlo hecho, porque el alcohol
se le subió directamente a la cabeza.
Si
estaba tratando de impresionarle con aquel rostro libre de maquillaje y
llevando algo que la cubría del cuello a los tobillos, estaba perdiendo el
tiempo, pensó Yoochun con seriedad.
Para
empezar, la bata se le abría, así que cada vez que Junsu levantaba la cuchara
con sopa, podía ver un poco de la curvatura del cuello y la suave piel que
quedaba debajo, donde el pecho se le apretaba contra el albornoz, y además,
Yoochun ya tenía la imagen nítida de su cuerpo desnudo en la ducha grabada en
la memoria.
Junsu
se llevó otra cucharada a la boca y se detuvo a medio camino, escuchando cuando
giró la cabeza en dirección a la puerta abierta del dormitorio.
— Heechul se ha despertado — dijo,
dejando la cuchara — Será
mejor que vaya. Puede que tenga hambre.
— Acabas de darle de comer — señaló
Yoochun al oír él también los suaves sollozos provenientes del dormitorio.
— Tiene un problema digestivo, lo
que implica que necesita alimentarse varias veces en pequeñas cantidades — le
dijo Junsu.
Yoochun frunció el ceño mientras la escuchaba.
— Tal vez — señaló
— si estuvieras menos
preocupado en conservar tu pecho excepcionalmente bien formado y lo estuvieras
alimentando como dicta la naturaleza, estuviera más satisfecho.
Estaba claro que no había aceptado el argumento de que
tenía que trabajar.
Junsu
se moría por decirle que sus críticas no tenían fundamento, pero, ¿cómo iba a
hacerlo sin revelar el hecho de que él no era la madre de Heechul?
Una
sensación extraña se le formó en el interior como un bola tensa. Era un mezcla
de vergüenza, no estaba acostumbrado a que los hombres comentaran la forma de
su pecho, ansiedad, no podía contarle a Yoochun por qué no estaba amamantando
al niño, y algo que no tenía nada que ver con ninguno de aquellos dos
sentimientos, sino con la certeza de que Yoochun lo había visto desnudo. Corrió
hacia el dormitorio, contento de tener una excusa para escapar de la mesa y de
la no deseada proximidad de Jung Yoochun.
El
volumen del llanto de Heechul se incrementó en cuanto lo vio. Al menos ahora lo
reconocía y sabía que él era la fuente de su alimento, reconoció Junsu,
sacándolo de la cuna. Tendría que preguntarle a Russell si podía utilizar la
cocinilla para prepararle a Heechul un biberón. Le tocó el pañal. Lo tenía
limpio y seco. Sabía por experiencia que si lo volvía a dejar en la cuna empezaría
a gritar. ¿Sería porque Junho lo sacaba con frecuencia y volvía a dejarlo
cuando tenía hambre sin haberlo alimentado? Su hermano había sido el primero en
admitir que no era muy maternal, y que las responsabilidades de la maternidad
le suponían una carga pesada y no deseada.
Sujetándole
sobre el hombro, Junsu le puso un chupete en la boca y lo llevó a la cabina
principal, donde Russell estaba retirando sus cuencos de sopa.
— Necesito prepararle a Heechul un biberón — le
dijo Junsu.
— No hay problema — aseguró
el sobrecargo —
Todo está preparado en la cocinilla. Aunque no puedo retrasar mucho más las
chuletas de cordero.
— No quiero interrumpir tu cena — le
dijo rápidamente Junsu a Yoochun — Heechul
puede esperar a que las sirvan y luego iré a darle el biberón a la otra cabina.
Hizo
aquel comentario sobre el bebé con tanta naturalidad que resultaba imposible
acusarlo de tratar de ganar puntos, y sin embargo, al mismo tiempo era tan
opuesto al personaje egoísta y no maternal que Yoochun le había asignado, que
no pudo evitar fruncir el ceño. No le gustaba que se pusieran en duda sus
juicios… sobre todo si el que los ponía en duda era él mismo.
— Creo que Russell estaba pensando tanto en tu cena como en la mía — le
dijo a Junsu con sequedad, sacudiendo la cabeza mientras el sobrecargo iba en
busca de la botella para rellenarle la copa.
— Oh — Junsu
le sonrió al sobrecargo. Fue un sonrisa natural que iluminó su pálido y delgado
rostro con un brillo que le confirió cierta belleza — Es muy amable por su parte, pero en realidad no tengo mucha hambre.
Russell
asintió y se dirigió hacia la cocinilla. Acababa de desaparecer cuando Heechul
escupió el chupete y comenzó a llorar.
— Será mejor que le prepares el
biberón — aseguró Yoochun. Tuvo que alzar
ligeramente la voz para hacerse oír por encima del llanto del bebé, y no
parecía muy complacido.
Seguramente
Heechul estaba acabando con la paciencia de Jung Yoochun, pensó Junsu abrazando
al bebé con gesto aún más protector. Era la clase de hombre, rico, poderoso y
sin duda mimado, que no estaba acostumbrado a que ni él ni sus deseos ocuparan
un segundo lugar ante nada ni ante nadie. Seguro que, cuando tuviera hijos,
aparecerían en presencia de su padre sólo cuando él así lo deseara. Sería otra
persona la que estaría allí para las noches sin dormir, los cólicos y todos los
demás aspectos duros de la paternidad.
Y
sin embargo, seguro que era la clase de hombre que disfrutaba haciendo a los
niños.
Aquélla
idea se coló en su mente. Entonces, como una serpiente, se fue deslizando y
soltando su veneno. Un instante atrás, estaba dibujando a Jung Yoochun como un
padre egoísta, y al siguiente lo imaginaba como un amante sensual y arrogante
que deseaba dejar embarazada a su mujer para transmitir sus genes.
Dentro
de su cabeza, Junsu podía ver el rostro de la mujer u docel y su intenso
placer… era su cara.
El impacto le provocó un violento temblor.
— Iré a la cocinilla a preparar
el biberón de Heechul — dijo Junsu, que estaba
desesperado por librarse de Yoochun y de los pensamientos que le provocaba.
Girándose
sobre los talones, se dirigió hacia la cocinilla con el corazón saltándole
dentro del pecho.
— Lo siento mucho — se
disculpó ante el sobrecargo cuando él alzó la vista para mirarlo — Pero creo que Heechul está poniendo a
Yoochun muy nervioso. Creo que será mejor que pase y le prepare el biberón.
Mientras
hablaba, estaba calculando la medida de la leche en polvo con el niño en
brazos.
— No pasa nada — lo
tranquilizó Russell.
Acababa
de colocar las chuletas de cordero en una bandeja decorada con hojas de menta y
achicoria. Tenía un aspecto delicioso, pero la ansiedad que Junsu sentía por Heechul
había terminado con su apetito. Sólo
quería que esta vez comiera bien y no tuviera otro cólico.
Heechul
seguía llorando cuando lo llevó de regreso a su dormitorio, donde él se sentó
en una silla y le ofreció el biberón.
Junsu
pensó que no había sonido más satisfactorio que la hambrienta succión de un
bebé alimentándose. Sonrió cuando Heechul le agarró con fuerza con un dedito
mientras tomaba el biberón. Él contuvo un bostezo, y luego otro mucho más
largo. Heechul soltó la tetina del biberón y alzó la vista para mirarlo, pero
cuando Junsu hizo amago de retirarlo, él lo buscó. Cinco minutos más tarde, Junsu
se dio cuenta de que Heechul tenía los párpados tan pesados por el deseo de
dormir como él mismo. Ahora apenas mamaba y había cerrado los ojos. Junsu le
retiró con cuidado el biberón y lo llevó con cuidado a la cuna.
Como
era de esperar, en cuanto lo puso en la cuna, el niño abrió los ojos de par en
par y arrugó la carita.
— No pasa nada, no voy a irme a ninguna parte
— le dijo con dulzura.
Como
si hubiera entendido lo que le había dicho, Heechul comenzó a relajarse y luego
sonrió, haciendo que el corazón de Junsu se estremeciera de amor.
Tuvo
que quedarse con él hasta que se durmió. Se llevó la mano a la boca para
contener otro bostezo. Tal vez pudiera echarse unos minutos. Después de todo, él
podría verlo desde la cama, y el niño podría verlo a él…
>>> ♥ <<<
Yoochun
había terminado las chuletas de cordero, se había bebido el vino y había
rechazado el pudin, y Kim Junsu no había vuelto a salir del dormitorio.
Irritado,
supuso que lo mejor sería ir y averiguar qué estaba ocurriendo. Le hizo una seña
a Russell para que recogiera la mesa y se acercó a la puerta del dormitorio,
abriéndola y entrando antes de cerrar tras él.
Una
única lámpara iluminaba la habitación. Kim Junsu se había dormido encima de la
cama con el albornoz todavía puesto. Parecía todavía más frágil dormido que
despierto. Tenía un brazo estirado, de modo que pudiera tocar la cuna de viaje,
como si incluso dormido su primera preocupación fuera su hijo. El albornoz se
le había resbalado por un hombro, dejando al descubierto la fragilidad de su
omóplato y su contraste con la suavidad de su pecho, que quedaba prácticamente
expuesto.
Una
sensación extraña se apoderó de los pensamientos de Yoochun. Él había nacido en
uno de las familias más aristocráticas y ricas de Sicilia, pero no había
conocido nunca esa clase de amor maternal que estaba recibiendo aquel niño.
¿De
una madre que no era más que un zorra y que estaba más preocupado en preservar
sus atributos sexuales para el futuro que en alimentar a su hijo?
¿De
verdad quería convencerse de que eso le producía envidia? Su madre había muerto
a las pocas horas de darle a luz a él. Pero al menos lo habían criado con todos
los lujos y comodidades materiales posibles, y su pérdida le había enseñado el
valor de la independencia emocional. Yoochun estaba a punto de darse la vuelta
cuando un movimiento en la cuna captó su atención. El bebé estaba despierto,
pero tranquilo, y Yoochun se dio cuenta de que lo estaba mirando a él.
Resultaba imposible distinguir sus facciones claramente en la habitación en
penumbra, pero Yoochun sabía que el niño tenía el cabello oscuro y rizado y los
ojos azules. No le dio la sensación de estar mirando a un niño de su propia
sangre. ¿Cómo iba a ser así, si todavía no se sabía si era un Jung? Y sin embargo, había algo, un
sentimiento dentro de él, una profunda conciencia de la necesidad que tenía
aquel niño de contar con un protector masculino y fuerte. Y un hombre tenía que
honrar su deber como guardián de la vulnerabilidad de un niño. Eso lo tenía muy
claro. Generación tras generación, aquél responsabilidad había pasado de padres
a hijos varones, y cuando aquél cadena de responsabilidad por la vida de otro
se rompía, un pequeño corazón quedaba expuesto al dolor.
Alguien había engendrado a aquel hijo; alguien tenía
que responsabilizarse de él.
Alguien… pero no él, no a menos que se descubriera que
era el hijo de Yuhwan, y entonces compartiría la responsabilidad con sus
hermanos.
El
bebé se movió y sonrió. Yoochun se acercó a la cuna y luego dio un paso atrás,
sacudido por aquellos primitivos sentimientos que no tenían cabida en su mente
lógica y en su ocupada vida de trabajo.
>>> ♥ <<<
— Aterrizaremos dentro de media
hora. Yoochun me pidió que le advirtiera que seguramente haga frío y llueva.
— ¿En Sicilia? — Junsu
había dado por hecho que en aquél isla hacía buen tiempo todo el año.
— La isla está rodeada por tres
mares diferentes, y los inviernos pueden ser duros. A finales de este mes, sin
embargo, las temperaturas subirán y el clima será mucho más cálido.
La entrada del sobrecargo había despertado a Junsu de
su sueño.
Le
había llevado una bandeja de té cuando vino a despertarlo y a avisarle que pronto
aterrizarían, pero cuando se marchó, Junsu estaba demasiado ocupado para
servirse el té y bebérselo.
Por
un lado, tenía que cambiar a Heechul, ponerle ropa limpia antes de pensar
siquiera en arreglarse él. Tenía la impresión de que Yoochun no mostraría mucha
paciencia si se retrasaban. Para su desmayo, no había ni rastro de su sudadera
mojada en el baño, y en realidad de ninguna de sus prendas de ropa, y no había
tiempo para ir en busca de Russell y preguntarle qué había sido de ellas.
Tratando de no sucumbir al pánico, Junsu abrió la puerta del armario del
vestidor, recordando que el sobrecargo le había dicho que había colgado allí su
ropa. Por suerte, Heechul estaba tranquilo mientras él miraba las cosas que
había dentro del vestidor. Se le cayó el alma a los pies.
Había
vaqueros de diseño, reconoció un de las etiquetas porque era de la marca que a Junho
le encantaba, un camisa de seda, un jersey de cachemira y un precioso abrigo
tipo trenca. Eran prendas elegantes y que no pasaban de moda, y cada una de ellas
estaba fuera de su presupuesto, por no hablar de todas juntas. Y las había
pagado un hombre que ya había demostrado el desprecio que sentía por él.
Ponérselas sería una forma de aceptar su desprecio, de convertirse en una
posesión de los Jung. En un joven al que se podría comprar con la facilidad,
con que Jung Yuhwan había comprado a Junho. Pero, ¿qué opción tenía? Su ropa
había desaparecido. No podía salir del avión en albornoz, y en cualquier caso
esa prenda también la había comprado Jung Yoochun.
Junsu
se puso la ropa casi con rabia, pero sus furiosos movimientos se calmaron
cuando tocó la lujosa seda. Era un crimen tratar con tanta dureza prendas tan
bonitas. Se dijo a sí mismo que no se pondría las caras botas de cuero, pero al
final tuvo que hacerlo, cuando se dio cuenta de que sus zapatos tampoco estaban.
Estaba
doblando el albornoz cuando Russell llamó a la puerta con los nudillos y entró
llevando una bolsa de bebé como las que Junsu había visto llevar a las madres
famosas.
— He guardado las cosas del bebé
y he metido un biberón. Me aseguraré de que le envíen el resto de las cosas a
Villa Rosa — le dijo a Junsu con un sonrisa — Ah, y necesitará un impermeable.
Cuando llueve en Sicilia en invierno, llueve de verdad.
Él
tenía su propia bolsa de pañales. Las bolsas de marca eran un derroche, se dijo
Junsu. Pero la bolsa de marca ya estaba llena de cosas. ¿Qué era más
importante, su orgullo o la comodidad de Heechul?
Cuando
Junsu salió del dormitorio con Heechul, Yoochun tuvo que admitir que aquel
cambio de aspecto le había pillado con la guardia bajada.
Junsu
todavía tenía el cabello revuelto, y el rostro sin maquillaje, pero en cierto
modo, aquél sencillez servía para acentuar la exquisita elegancia de la ropa
que llevaba puesta. Incluso su modo de caminar había cambiado, pensó Yoochun.
Parecía más alto, con los hombros más rectos. El servicio de asistencia
personal había hecho un trabajo excelente, y debía recordar agradecérselo. Sólo
les había dicho que se aseguraran de llevar al avión ropa suficiente para un joven
madre y su bebé para una semana, junto con suministros suficientes para el bebé.
Si
Yoochun decía un sola palabra sobre la ropa que le había comprado y que él se
había visto obligada a ponerse, se la quitaría y se negaría a salir del avión
hasta que le devolvieran su propia ropa, pensó Junsu alzando la barbilla en
gesto desafiante. Desde luego, no pensaba darle las gracias. Y sin embargo, se
escuchó a sí misma decir con voz ronca:
— Gracias por… proporcionarnos a Heechul
y a mí todo lo que necesitábamos. No deberías haberte tomado tantas molestias.
Su
voz dejaba muy claro que estaba más resentido que agradecido, pensó Yoochun.
Entonces le dijo:
— Una llamada de teléfono a un
servicio de asistencia personal no es tomarse ninguna molestia.
Se
puso la chaqueta del traje y después un gabardina por encima. Una luz
parpadeante les avisó de que iba a comenzar el descenso. Junsu permitió que
Rusell lo ayudara a sentarse y ató a Heechul, contento de que el descenso le
evitara tener que seguir hablando.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Me encanta!!! Continuación por favor, ya quiero que se enamoren <3
ResponderEliminarPoco a poquito. Junsu es un angel, inocente ..... Y Yoochun quiera o no tendra que aceptar q se equivoca tremendamente, aunq claro, primero tendra que saber que Junsu no es junho. Mil gracias linda :-) <3
ResponderEliminarPoco a poco yoochun se enamorara de junsu .gracias por el capitulo esperare con ansias el siguiente
ResponderEliminarNoooo, porque tuvo que acabar el mágico momento ...necesito leer más... Yoochun no te resistas, date la oportunidad de conocer la historia y al verdadero Junsu ...solo espero que lo que sea que se de entre ambos sea sincero y que ninguno sufra.....gracias...espero con ansias la siguiente actualización
ResponderEliminarHola x3 conti porfa... x3
ResponderEliminarEse Yoochun se va a enloquecer de amor por Junsu jeje ya quiero llegar a esa parte.
ResponderEliminarajajajj que dije yo que Yoochun tendría su sorpresa cuando entrara al cuarto de Junsu....
ResponderEliminarUhyyy ahora si Junsu, estas en territorio hostil.
Yoochun poco a poco cayera en los encantos de Junsu,mmm que pasara cuando lleguen con los Jung????
ResponderEliminarChunnie se esuchó tan lamentable añorando los que no tuvo que tuve ganas de llorar. Poco a poco va a enamorarse de Junsu y se dara de topes por haberlo tratado de esa manera.
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