Había sido un buen vuelo, pero Hayami no
había esperado otra cosa. Al fin y al cabo, él mismo había pilotado el nuevo
jet, poco después de que se lo entregaran, hacía seis meses, y le había
impresionado lo bien que se manejaba.
Hayami no tenía piloto propio. Prefería
utilizar a uno de los pilotos que llevaban sus jets ejecutivos del servicio de
primera clase, porque así comprobaba que se mantenía el alto nivel que exigía a
cuantos trabajaban para él. Shim Chansung era su piloto más joven y el vuelo de
ese día había demostrado lo bien que trabajaba. A él le había gustado
especialmente cómo había suavizado las turbulencias con las que se habían
encontrado a mitad de vuelo, haciendo que el avión volara un poco más alto. Shim
había demostrado buen juicio al tomar esa decisión.
Aceptó el abrigo y el ordenador portátil
que le ofrecía un auxiliar de vuelo y salió del aparato. Su coche lo esperaba en
la pista; ni siquiera echó un vistazo al avión cuando su chófer le abrió la
puerta.
>>>♥<<<
¡Lo había conseguido! Jung Hayami ya no
podría decir que no era lo bastante bueno para pilotar sus aviones. Changmin se
sentía a punto de estallar de triunfo y excitación, pero no había nadie allí
con quien compartir su éxito. Paul y el resto de la tripulación se habían
marchado en cuanto Jung Hayami subió a su coche.
Él había reservado un pequeño hotel en
Florencia y un vuelo comercial de vuelta a Seúl para dos días después. Ya que
había completado la fase uno de su plan, tenía que pasar a la fase dos:
enfrentarse a Jung Hayami en su oficina y persuadirlo para que lo empleara. No
debería ser difícil. Estaba perfectamente cualificado y había demostrado tener
la destreza necesaria. Además, existía una ley de igualdad de oportunidades, y
estaba dispuesta a recordársela si hacía falta.
>>>♥<<<
Estaban llegando a la barrera de acceso
al aparcamiento privado, cuando Hayami se dio cuenta de que había dejado su
teléfono móvil en el avión. Se inclinó hacia delante y pidió al conductor que regresara.
Absorto en sus sueños, Changmin no había
visto el coche volver, ni la puerta abrirse ni a Jung Hayami bajar, cuando él abandonaba
el avión, quitándose la gorra y dejando su pelo libre y a la vista.
Lo vio cuando llegaba al final de la
escalerilla. Porque él estaba allí parado, esperándolo y bloqueándole la
salida.
Se miraron un momento en silencio. Él era
alto, pero aun subido en los escalones sus ojos no estaban al mismo nivel; tuvo
que echar la cabeza hacia atrás para mirarlo de forma adecuada.
— ¿Qué significa esto?
¿Dónde está el piloto? — las preguntas sonaron tan gélidas que, por un vez, Changmin tuvo que
esforzarse para mantener su tono de voz sereno y seguro.
— Lo estás mirando — le dijo él.
Él supo quién era de inmediato. Al fin y
al cabo, había examinado muchas solicitudes de trabajo suyas, acompañadas por
fotografías. En carne y hueso, con el cabello suelto, era mucho más sensual y
atractivo. Comprobó con incredulidad, dada la situación y el férreo control
sobre sí mismo y su sexualidad, que su cuerpo reaccionaba a su proximidad y
sensualidad. Se preguntó si, inconscientemente, había intuido que él le
afectaría de esa manera y por eso se había opuesto rotundamente a contratarlo.
Pero no podía ser; él no contrataba a jóvenes doceles piloto por principio,
hubiera o no leyes de igualdad. Además, era siciliano, y todo el mundo sabía
que los hombres sicilianos seguían su propio
código.
Los ojos de él estaban tan oscuros, que
era imposible ver su color, y eran inescrutables. Pero la leve apertura de las
aletas de su nariz era señal de su ira. Changmin intentó controlar la súbita
sensación de que tal vez había volado más alto de lo que había pretendido.
Desde luego, a sus pulmones parecía faltarles el oxígeno, aunque podía deberse
a su nerviosismo.
— Si eso es verdad, vas a
tener problemas serios, y también Shim Chansung.
Las ásperas palabras de Jung Hayami le
confirmaron que no iba a tratar su comportamiento con ligereza.
— No puedes culpar a Chansung — defendió a su hermano de inmediato— Lo
obligué a hacerlo. Quería demostrarte que puedo volar tan bien como cualquier
hombre, y que me merezco un empleo.
— Lo que tu hermano y tú os
merecéis es un temporada en la cárcel — afirmó él, despiadado— Y lo que sin duda haréis,
será buscar trabajo juntos.
Las cosas no iban en absoluto como él había
pretendido.
— No puedes despedir a Chansung.
No es culpa suya.
— Entonces, ¿de quién es la
culpa?
— Tuya, por no darme la
oportunidad de demostrar mi valía — contestó él de inmediato.
Hayami nunca había conocido a nadie tan
irritante a la hora de ignorar la realidad de la situación. Él debería estar
apaciguándolo, no retándolo y discutiendo con él. Cambió el peso de un pie al
otro con irritabilidad, recordando la invitación que llevaba en el bolsillo
cuando se le clavó en la carne.
La invitación. Miró a Changmin y en su cabeza empezó
a formarse un plan. Era atractivo, si a uno le atraía ese tipo de joven, que no
era su caso. A él le gustaban los jóvenes y mujeres acicaladas, no los chicos
con demasiado carácter y poca sensualidad.
— Por supuesto que puedo
despedirle, y tengo toda la intención de hacerlo — le aseguró a Changmin con severidad.
Changmin comprendió que lo decía en
serio. Por primera vez, se dio cuenta de que no estaba participando en un
juego. Las consecuencias de lo que había hecho iban a ser destructivas, no sólo
para él, sino también para Chansung. Aún peor era la mortificación que suponía
darse cuenta de que, en vez de demostrarle que podía ser el mejor, sólo había
demostrado que era un fracaso.
La humillación tiñó sus esculpidos
pómulos de rojo, destacando la pureza de su estructura ósea. No podía permitir
que despidiera a Chansung. Aparte de que su hermano adoraba su trabajo,
imaginaba los comentarios que Shingdon y él, sobre todo Shingdon, le harían
durante el resto de su vida, usándolos en su contra como tanto les gustaba
hacer, porque era un docel y estaba condenado a un segundo puesto.
Se preguntó qué sería peor. Tragarse su
orgullo y suplicar a ese hombre, al que no volvería a ver, que perdonara a Chansung,
o enfrentarse a sus hermanos como un fracasado.
Inspiró profundamente.
— Lo siento. No tendría que
haberlo hecho. Por favor, no despidas a Chansung. —Hayami se dio cuenta de que parecía
estar atragantándose con cada palabra.
Su hermano debía de ser muy importante
para él. Bien.
— Lo pensaré. Siempre y
cuando tú…
Changmin alzó la cabeza de inmediato y
sus ojos se ensombrecieron de aprensión. Haría lo que fuera para que Chansung
no perdiera su trabajo, incluso si Jung Hayami le exigía que no volviera a
solicitarle un empleo. Incluso eso, pensó con amargura.
— Haré lo que sea para que
no despidas a Chansung — le interrumpió — ¡Cualquier cosa! Sea lo que sea que quieras
que haga, lo haré.
En cuanto soltó la impetuosa retahíla,
la boca de Changmin formó un «O» y su rostro se encendió aún más al
comprender cómo podía ser interpretado su ofrecimiento. Pero, antes de que
pudiera corregir cualquier equívoco, Jung Hayami volvió a hablar.
— No despediré a tu hermano,
por poco que se merezca el contrato, vista su estupidez y su debilidad por
acceder o permitirte que lo forzaras a aceptar esta charada ilegal, siempre y
cuando me acompañes a un evento familiar al que estoy obligado a asistir.
Changmin lo miró con obvia incredulidad
y disgusto.
— Hay agencias de
acompañantes que proporcionan jóvenes para ese tipo de cosas. ¿Por qué no
utilizas uno de ellos? Al fin y al cabo, no es como si no pudieras
permitírtelo.
Supo de inmediato que había cometido un
error al hablar con tanto descaro. Vio el rubor de la ira teñir su rostro,
subiendo por sus pómulos y destellando como una advertencia en la oscuridad de
sus ojos.
— Te recuerdo que, mientras
que yo puedo permitirme pagar a un joven que me acompañe, tú no puedes
permitirte rechazar mi oferta. A no ser, claro, que estés dispuesto a ver cómo tú
hermano pierde su trabajo.
Para su vergüenza, esa actitud llevó a Changmin
a hacer algo que no había hecho desde la adolescencia. Lo taladró con la mirada
y sacó hacia fuera el labio inferior, con toda la ira desafiante de un
adolescente rebelde que se enfrentara a un obstáculo humano inamovible que se
opusiera a sus deseos. Después, empeoró aún más la regresión, convirtiéndola en
resentimiento impotente con sus siguientes palabras.
— Pues no entiendo por qué
ibas a elegirme a mí para acompañarte. No soy ningún modelo, ni… ni… una actriz
o actor secundario de serie B.
El rostro volvió a arderle, pero él no
tenía la culpa de que la inclinación de Jung Hayami por ese tipo de jóvenes
superficiales apareciera reflejada con regularidad en las revistas del corazón,
que él, por cierto, no leía. Era Chansung quien insistía en enseñarle fotos de
su jefe con bellezas de piernas largas y labios carnosos colgadas del brazo.
— La razón de que te haya
elegido a ti, como tú dices, no tiene nada que ver con tu belleza, o carencia
de ella — afirmó Hayami con
crueldad.
Changmin se dijo que esa vez no iba a
perder los nervios. Era un joven maduro. Un piloto cualificado y profesional.
Alguien que no iba a permitir que le hicieran comportarse como un adolescente
inmaduro por no ser capaz de controlar sus emociones.
« ¡Eres un nena!», había sido la burla favorita de sus
hermanos cuando crecían. Él seguía odiando que lo pusieran en una situación en
la que sus sentimientos podían traicionarlo y hacer que pareciese vulnerable.
— Pero, obviamente, deseas
que te acompañe hasta el punto de hacerme chantaje ¿no? — no pudo resistirse a comentar.
— Correcto — corroboró Hayami con un sonrisa tan
cálida que, durante unos segundos, sorprendió a Changmin.
Descubrió que, por razones
inexplicables, estaba curvando los dedos de los pies dentro de los zapatos. Él
exudaba un aire de virilidad masculina que provocó en él una oleada de
emociones desconocidas y complejas que lo minaron y debilitaron. Había algo en
su forma de mover la cabeza, en la mirada de los ojos gris pizarra y en la
forma de su viril boca que entorpecía su capacidad de pensar con lógica y le
impedía dejar de mirarlo.
— Verás, así tendré control
completo sobre la situación y sobre ti, sin tener que enfrentarme a encuentros
futuros o, de hecho, a las poco agradables exigencias típicas de tu sexo.
— Si no te gustan las
exigencias que te hacen tus novias, te diría que la culpa reside en ti y en tu
juicio, no en mi sexo de forma genérica. Hay muchas y muchos jóvenes que no
piden, esperan ni quieren nada de un hombre.
— En eso te equivocas. Todos
los jóvenes quieren algo, ya sea material, emocional o físico, y a menudo las
tres cosas. Yo sólo quiero tu presencia a mi lado en público, como acompañante,
que aceptes que en el futuro no habrá ningún tipo de relación entre nosotros y
tu silencio absoluto sobre el tema, tanto en público como en privado.
— O sea, casi nada — masculló Changmin entre dientes.
Pero él debió de oírlo, porque le lanzó un
fría y arrogante mirada.
— A cambio del futuro
profesional de tu hermano, yo diría que no es mucho. Sólo obediencia absoluta a
mi voluntad y a las instrucciones que te daré para un par de veladas.
— Como ya he dicho, eso es
chantaje — objetó Changmin,
sin poder contenerse.
— Puedes elegir verlo como
chantaje. Yo, por mi parte, lo considero una compensación justificada de una
persona que me ha privado de algo que es mío por derecho, en este caso, la
destreza de mi empleado, tu hermano.
— Estoy tan cualificado como
Chansung, de hecho, lo estoy más.
— Puede, pero no eres el
piloto que yo elegí. Como decía, si no quieres que despida a tu hermano,
exigiré tu completa obediencia a mi voluntad.
Changmin abrió la boca con un furioso
siseo de desacuerdo, pero volvió a cerrarla cuando pensó en Chansung. Sin
embargo, había algo que tenía que decir, una postura que tenía que dejar clara.
— Si esa obediencia completa
a tus instrucciones implica cualquier tipo de actividad sexual, me temo que Chansung
tendrá que quedarse sin empleo — le lanzó, mirándolo a los ojos.
Hayami lo miró con incredulidad.
— ¿Estás sugiriendo en serio
que podría estar insinuándome sexualmente? — preguntó con gesto altivo.
Changmin no se amilanó.
— No necesariamente. Sólo te
hago saber lo que no estoy dispuesto a hacer.
Hayami tuvo que admitir que lo había
sorprendido. Estaba tan acostumbrado a que los jóvenes se lanzaran sobre él,
casi suplicándole que aceptara lo que le ofrecían, que nunca se le había
ocurrido que un joven como ése, tan desesperado por conseguir un empleo en su
aerolínea como para arriesgarse a hacer algo ilegal y peligroso, no estuviera
dispuesto a ofrecerle sexo. Pero, sin duda, era lo que había dicho y, por la
tensión que atenazaba su cuerpo, estaba claro que hablaba muy en serio.
Algo, tal vez curiosidad, orgullo
masculino o la arrogancia heredada de los Jung, afloró dentro de Hayami,
haciendo notar su presencia. Desechó la reacción. El reto de él había
despertado algún ancestral instinto de macho, pero daba igual. Era lo bastante
maduro y sofisticado, y estaba tan bien provisto de compañía sexual cuando la
necesitaba, que no tenía por qué prestarle atención.
— Bien. Te hago saber que
nunca te lo pediré. Mis requerimientos en ese sentido, como en todo el resto de
mi vida, son muy altos. No te acercas ni por asomo a ellos — esbozó un sonrisa cruel y burlona — Puede
que sea un segundón, pero nunca acepto material de segunda, y menos aún de
tercera. Ahora que ambos hemos dejado claras nuestras posturas, ¿podríamos
hablar de lo que requeriré de ti, en vez de lo que no requeriré en ningún caso?
Lo había insultado, pero Changmin,
mirándolo con fijeza, se dijo que no podía herirlo. Le daba igual que lo
considerara material sexual de tercera clase. De hecho, le alegraba que no
estuviera interesado en él.
Hayami se subió el puño de la camisa y
miró su reloj. Se preguntó por qué le había comentado que era un segundón. No
tenía que justificarse ni explicarse ante nadie, y menos ante esa irritante y
retador joven, que habría sido el última que habría elegido para acompañarlo al
castillo si hubiera tenido opción.
Podía, por supuesto, ir solo, pero el
indomable orgullo que había regido toda su vida lo obligaba a demostrarle a su
hermano mayor que podía llegar con un joven que no miraría a ningún otro
hombre, incluido Yunho. En ese sentido Shim Changmin era perfecto, porque tenía
el poder para asegurarse de que no lo haría.
Le dedicó una despiadada mirada
analítica y apretó los labios. El material básico estaba allí, en el pelo
revuelto y el rostro bien formado de piel fina. Pero ese material necesitaba
ser pulido, o su hermano mayor lo miraría, enarcaría una ceja con desdén y se
echaría a reír.
— Vamos — anunció — La esposa de mi chófer estará
preguntándose dónde está, y Pietro tendrá ganas de cenar. Mi coche está por aquí.
Changmin, indignado, y obligado a correr
tras él para seguirle el paso, se preguntó si realmente pretendía que creyera
que se preocupaba por su chófer o la esposa de éste. Pronto vio la enorme
limusina que esperaba entre las sombras.
El chófer había abierto las puertas al
verlos llegar. A Changmin se le encogió el corazón al comprender que iba a
tener que compartir el, sin duda amplio, asiento trasero con Hayami.
— Tendrás que darle a Pietro
tu pasaporte para que lo muestre en la oficina de aduanas, al salir — instruyó Hayami en cuanto estuvo
sentado a su lado en el asiento de cuero color crema.
Changmin entregó su pasaporte, que fue
debidamente mostrado al oficial de aduanas. Pero cuando cruzaron la verja de
salida, el chófer dejó el pasaporte en la mano extendida de Hayami, no en la
suya. Hayami no se lo devolvió, a pesar de que le lanzó un mirada exigente.
Optó por guardárselo en el bolsillo de la chaqueta sin dignarse a alzar la
vista de su ordenador portátil y enfrentarse a la mirada colérica de él.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Oooh esta demaciado bueno este fic gracias por el capitulo
ResponderEliminarPamela mil gracias a tí por el comentario, me alegra saber que a alguien le llamo la atención el fic, ya que al parecer a muchas (Casi todas U.U) no les gusto.
EliminarEspero que sigas siguiendo la historia. Un abrazo ^_^
Para cual más de los dos obstinados, me va a encantar leer como se retan el uno al otro xD
ResponderEliminarMe alegro mucho que te este gustando la historia, será bastante interesante, debido a lo ostinado que son ambos.
EliminarMe encanta la aptitud de ellos dos muy ciertos son tan obstinados será muy interesante seguir leyendo para saber que les deparará el destino XD
ResponderEliminarAy por Dios¡¡¡ ese par de tercos, mira Hayami no digas porque te vas a tragar tus palabras😊😊😊 no van a pasar más de dos caps cuando Minie te haya hecho saltar la venita de la sien y estes conteniendo las ganas de robarle un beso lleno de pasión jajajaj. Maravlosa primera impresión se ha llevado Hayami aunque no lo quiers aseptar y yo pues que te digo??? Excelente Cap¡¡¡¡
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