martes, 7 de junio de 2016

Herencia Siliciana. Cap 2



 — Aquí está la leche del niño, y he traído una taza de té para usted.
Junsu asintió para darle las gracias al sobrecargo. El despegue había sido muy suave, pero Heechul estaba inquieto y se revolvió cuando Junsu lo sacó de la cuna para darle de comer. Comprobó la temperatura del biberón y luego se sentó con él. Al principio succionó con avidez, pero luego, para disgusto de Junsu, de pronto rechazó la tetina, llorando de dolor y levantando las piernas. Estaba sufriendo un cólico, reconoció Junsu nervioso mientras trataba de consolarlo masajeándole el torso como le había enseñado el médico.
Para su alivio, el bebé comenzó a relajarse casi al instante. Aquélla interrupción de su rutina implicaba que estaba comiendo tarde. Debía de tener mucha hambre, el pobre, y por eso había tratado de alimentarse deprisa. También estaba cansado.

Diez minutos más tarde, cuando sólo llevaba un tercio del biberón, Junsu admitió la derrota y dejó el biberón a un lado, colocándose al bebé al hombro para que echara el aire. Heechul vomitó casi al instante, ensuciando la sudadera de Junsu y a sí mismo.
Ahora lloraba otra vez, y Junsu también sintió deseos de hacerlo. Era muy importante que consiguiera el alimento que necesitaba, pero los cólicos que sufría significaban que las comidas se habían convertido en una pesadilla para él, aunque el médico le aseguró que lo estaba haciendo todo correctamente.
Heechul parecía pesar menos que el día anterior. ¿Estaría perdiendo peso en lugar de ganándolo?
Tendría que cambiarlo antes de volver a intentarlo, pensó dejando el biberón antes de llevar a Heechul al cuarto de baño. Las paredes de espejo le devolvieron la imagen no deseada de su propio cuerpo, también demasiado delgado, y de su rostro pálido. Los dos parecían medio famélicos, admitió mientras le quitaba al bebé la ropa sucia y lo colocaba sobre el cambiador.
Para su asombro, el sobrecargo le había dicho que había ropa limpia de bebé y pañales en los cajones del vestidor, junto con ropa para él. Junsu no sabía cómo se las había arreglado Jung Yoochun para conseguirlo, pero tal vez todo fuera posible cuando uno era un  Jung.
Tendría que pasar mucho tiempo para que él pudiera olvidar la sensación de aquéllas manos duras en su cuerpo, y más todavía para olvidar la sensación de su boca en la suya. Junsu era un joven adulto que se ganaba la vida con su trabajo, y la idea de ponerse ropa que le habían comprado le resultaba desagradable, pero aunque él pudiera permitirse el lujo de ser orgulloso, no podía hacerlo por Heechul.
Cuando encontró la ropa de bebé cuidadosamente doblada, la miró con una mezcla de rabia y dolor. Era ropa de marca para bebés. Qué absurdo gasto de dinero. Lo único que Heechul y cualquier bebé necesitaba eran ropas sencillas, cálidas y limpias.
Y sin embargo, a Junsu le resultó difícil contener un suspiro de satisfacción al sacar el trajecito completo. Incluso los calcetines iban a juego.
Heechul empezó a llorar. Junsu se quitó rápidamente la sudadera por la cabeza. Necesitaba darse un ducha tanto como el bebé necesitaba un baño, así que más le valía quitarse también los pantalones y las medias.
Si había algo que de lo que Heechul disfrutara, era del baño. Y con toda el agua que salpicaba, lo mejor que podía hacer Junsu era bañarlo en ropa interior.
Resultaba increíble lo que podía hacer el dinero: no faltaba nada de lo que Heechul podría necesitar. Había incluso un lote de productos de baño de lujo para bebé que olían deliciosamente a vainilla.
Junsu sacó a Heechul del baño, lo envolvió en un toalla y lo llevó al dormitorio, donde finalmente consiguió que tomara un poco más de biberón. Se estaba quedando dormido cuando le puso un pañal limpio y después un pijama nuevo y deliciosamente suave con dibujos de conejitos.
Le dio un beso tierno y lo colocó en la cuna, asegurándose de que estuviera seguro antes de volver al baño, donde se lavó la sudadera, limpió el desastre del baño y, finalmente, se metió en la ducha.

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En el salón principal, Yoochun terminó el correo electrónico que le estaba escribiendo a su hermano mayor y luego le dio al botón de enviar, revisando mentalmente los acontecimientos que le habían llevado a buscar al hijo de Yuhwan.
Yoochun no tenía pensado pasar las Navidades con su padre y con sus hermanos. Su intención era ir a Colorado con unos amigos a esquiar, pero entonces su hermano mayor le telefoneó para decirle que su padre estaba gravemente enfermo, así que fue a casa.
A casa. Yoochun estiró los brazos y los colocó detrás de la cabeza mientras exhalaba el aire. Era de constitución fuerte, pero el duro trabajo físico que había llevado a cabo durante sus años adolescentes, cuando prefería trabajar en la construcción en lugar de que su padre lo mantuviera, le había hecho desarrollar unos músculos que los sastres de Yoochun deploraban y sus amantes adoraban. Por suerte, uno de los beneficios de ser multimillonario era que podía permitirse que le hicieran las camisas a medida para que se acomodaran a los poderosos músculos del pecho y los antebrazos.
Yunho, que era un esteta, solía bajar su larga y orgullosa nariz hacia lo que él calificaba con cierto desprecio como «torso de boxeador». Hayami, su otro hermano, era menos crítico.
 — ¿Quién dice que padre se está muriendo? — Le preguntó Yoochun a Yunho con cinismo — Porque si es él…
 — No, yo mismo he hablado con el especialista. Le da a padre un año como máximo. No veo razón para que ninguno de nosotros finja que está afectado — había continuado Yunho con frialdad — Al menos entre nosotros podemos ser abiertos y sinceros.
Desde los altos ventanales de la antigua fortaleza que había sido su hogar durante la infancia se podía ver la cima del Monte Etna. El Etna, como su padre, respiraba violencia, fuego y peligro. Y como su padre, era un símbolo de poder. El tipo de poder que podía resultar cruel y destructivo.
Sin embargo, el poder de su padre se estaba extinguiendo, a juzgar por lo que contaba Yunho.
Era un momento solemne. Su padre, el patriarca de un de las dinastías sicilianas más ricas, poderosas y aristocráticas, se moría.
A la edad de treinta y cuatro años, multimillonario gracias a sus propios méritos y el menos querido de los tres hijos vivos de su padre, Yoochun era consciente de que él debería ser la última persona a la que le afectara la súplica en el lecho de muerte de un hombre que se había pasado la vida manipulando a los demás, y que era responsable de la muerte de su madre.
No más hijos, le habían dicho a su padre tras el nacimiento de Yunho y de Hayami, pero él ignoró la advertencia, y su delicada esposa murió a las pocas horas de dar a luz a su tercer hijo.
Su muerte provocó una amarga brecha en el seno de la familia, dividiendo a padre e hijos, y esa amargura se vio profundizada cuando su padre se casó con su amante de mucho tiempo a menos de un año de la muerte de su madre.
Sin embargo, la tradición estaba muy arraigada en los corazones de la familia  Jung. Se había transmitido de generación en generación desde los tiempos en los que los sarracenos fueron expulsados de aquél tierra por los normandos y el primer Jung tomó como esposo a la hija del señor sarraceno que había poseído aquél tierra vasta y rica, que pasó entonces a su esposo. Aquéllas tradiciones implicaban anteponer los intereses de la familia a los de cualquier miembro.
Como había dicho Yunho, a pesar de no sentir ningún amor por su padre moribundo, no podían darle la espalda y no cumplir el deber que les habían impuesto.
Todos se reunieron en el dormitorio de su padre, en su lecho de muerte. Todos ellos habían sido concebidos en aquél cama, incluido Yuhwan, su hermanastro, quien, según su padre, le había confesado antes de morir que tenía un hijo.
 — Hay un niño nacido de un joven Coreano, y ese niño es un  Jung.
Los largos y delgados dedos de su padre agarraron la cabeza plateada de su bastón y dio un golpe áspero en el suelo.
 — Es un Jung y es siciliano por la sangre de su padre. Tiene que estar aquí, en el castillo de la familia, con los suyos.
 — ¿Y la madre del niño? — había preguntado Hayami.
 — Yuhwan no tuvo tiempo para decirme su nombre.
Yoochun recordó haber pensado en aquel momento que Yuhwan probablemente no lo recordaba.
La respuesta del viejo príncipe había sido típica de su modo de pensar y de vivir.
 — Ese joven, al tener el hijo de Yuhwan y ocultárselo a su familia, es culpable de robo. Ese niño debe criarse aquí. Es su derecho y el nuestro. Yuhwan era mi hijo.
Y el más querido. Eso lo sabían todos.
 — Ese niño pertenece a este lugar. Ése fue el deseo de Yuhwan antes de morir.
 — Pero seguro que no tuvo ningún problema en no asumir ninguna responsabilidad sobre ese niño mientras vivió, conociendo como conocimos a nuestro hermanastro — murmuró Hayami a Yoochun sin que su padre lo oyera.
 — Todo eso está muy bien, padre, pero no conocemos la identidad de la madre del hijo de Yuhwan — le había recordado Yunho al anciano.
Su padre no quiso escucharle.
 — Hay que encontrar a ese niño.
Aquel era el deseo del príncipe antes de morir, y sus hijos no tenían opción.
Dos semanas más tarde, todos volvieron al dormitorio de su padre para escuchar los resultados de las investigaciones que Yunho había llevado a cabo.
 — Ahora sabemos que, entre la multitud de mujeres y jóvenes con los que al parecer se relacionó Yuhwan el pasado verano, sólo uno tuvo un hijo — les informó Yunho — Se trata de un turista Coreano que estaba de vacaciones en Cannes, en el festival de cine. No resulta sorprendente, ya que Yuhwan tenía predilección por las rubias de moral laxa. Sin embargo, no existe garantía de que ese sea el niño al que Yuhwan se refería. Es cierto que fue concebido en ese tiempo, pero la único manera de estar seguros de que se trata del hijo de Yuhwan es haciendo un prueba de ADN, y para eso necesitaremos la colaboración de la madre. En mi opinión, lo más sencillo sería contactar con él y…
 — Ese niño pertenece a este lugar — lo interrumpió su padre enfadado — Pero sólo el niño. La madre no es más que una zorra que sedujo a mi pobre hijo hasta que él, en su locura, perdió la vida y me fue arrebatado. Mi más amado hijo… vuestro hermano. Vuestro hermano pequeño. ¿Dónde estabais vosotros cuando necesitó que le protegierais de ese buscón? Tú, Yunho, estabas en Florencia con esos copistas y sus falsas obras de arte. Tú, Hayami, estabas comprando más aviones para tu aerolínea… y tú, Yoochun, estabas demasiado ocupado vigilando la construcción de esa Roma en medio del desierto para que vayan los turistas y se queden boquiabiertos. Un lugar al que sin duda volará la aerolínea de tu hermano y estará decorado por los copistas de Yunho.
Los tres eran muy conscientes del desprecio que su padre sentía por ellos. Después de todo, eran los hijos de la mujer con la que su padre se había visto obligado a casarse en contra de su voluntad.
Su padre había utilizado toda su energía, incluso la que ya no tenía, para arrancarles la promesa de que encontrarían al joven Coreano que esperaba un hijo de su hermano fallecido, y que llevarían a ese niño a Sicilia para que fuera criado como un Jung.
El primer paso para asegurarse de que el niño era hijo de Yuhwan pasaba por convencer a la madre para poder hacerle las pruebas de ADN sin que tuvieran acceso ni la prensa ni los abogados mientras esperaban los resultados.
Los tres hermanos estuvieron de acuerdo en que hasta que se confirmara o no la paternidad, la madre debería permanecer aislada de cualquier contacto con otras personas.
 — ¿Significa eso que debemos traer a ese joven a Sicilia y mantenerlo aquí hasta que estemos seguros de que Yuhwan es el padre de su hijo? — le había preguntado Hayami a Yunho, frunciendo el ceño con desaprobación.
Yunho se había limitado a encogerse de hombros.
 — ¿Se te ocurre otra idea mejor?
No se le ocurrió a ninguno, pero había otra cuestión con la que Yoochun no estaba contento.
 — Nuestro padre ha dicho que es al niño a quien quiere, pero no a la madre.
Aparte del daño que pueda hacerle al niño crecer sin tener contacto con él…
 — Te estás preocupando sin necesidad, Yoochun — le había dicho Yunho — La esperanza de vida de nuestro padre es muy limitada. Al final seremos nosotros quienes decidamos el futuro de ese niño, en caso de que sea hijo de Yuhwan. Te aseguro que pienso lo mismo que tú respecto a la madre del niño. Sea cual sea la decisión que se tome respecto al niño, incluirá a la madre. Tienes mi palabra. Ningún niño debería crecer sin madre.
Los tres se miraron. Yoochun sabía cuánto había afectado a sus dos hermanos la muerte de su madre. Y también a él. Ella lo había llevado cerca de su corazón durante nueve meses.
 — ¿Y si el niño no es de Yuhwan? — había preguntado Hayami.
 — Entonces lo compensaremos por su colaboración y por su futuro silencio en este asunto — aseguró Yunho — Pero si lo es, entonces tiene nuestros genes y es nuestra responsabilidad y nuestro deber cumplir con la promesa que le hemos hecho a nuestro padre.
¿Quién podía discutir eso? Desde luego él no, pensó Yoochun ahora, aunque se había enfrentado muy duramente a Yunho cuando anunció que él no podía ocuparse porque tenía compromisos al otro lado del Atlántico. Hayami estaba en medio de un difícil negociación sobre los nuevos contratos de su aerolínea, así que le tocaba a él ir a Corea para persuadir a esa tal Kim Junsu de que viajara a Sicilia con él acompañado de su hijo.
 — Y ahora, lo primero que tenemos que hacer es convencer a ese joven para que venga a Sicilia con su hijo y…
Yoochun sonrió ahora al recordar cómo Yunho se había detenido para mirarlo a él.
 — ¿Yo? ¿Por qué yo? — objetó indignado.
 — Te lo acabo de explicar — señaló Yunho, añadiendo con firmeza — este encargo es muy importante para todos nosotros, Yoochun.
Yunho era único para hacer que pareciera que había ganado un premio, pensó Yoochun torciendo el gesto. No le estaba gustando aquel «encargo» que, según Yunho, le imponían sus genes. Tal vez el impulso que le llevaba a rebelarse contra el código familiar de los Jung fuera algo que había heredado de su madre. Después de todo, ella era siciliana sólo a medias. Su familia provenía de Florencia, la ciudad que Yunho amaba tanto.
Yoochun consultó su reloj.
Llevaban en el aire más de un hora. Tenía hambre y estaba dispuesto a cenar. El sobrecargo le había asegurado que le había dicho a Kim Junsu cuándo iban a servir la cena. Si era un de aquéllos jóvenes que creían que no pasaba nada por hacer esperar a la gente, entonces necesitaba que le dijeran que estaba muy equivocado.
Yoochun se puso de pie y se dirigió a buen paso hacia el dormitorio.



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Continuara \\(^_^)//...
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Gracias…

11 comentarios :

  1. OMG se lo encontrara desnudo y le hara cositas ewe xD
    Otra cosa es que me encanta la narracion de esta historia es tan limpia...
    Y bueno gracias por este capi x3
    Nos leemos x3

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  2. Kyaaa ... lo verá desnudo (?) >.<
    Espero que YooChun deje de ser tan frío con Su... me gusta la forma en que JunSu cuida al bebé es tan lindo ^^ ya quiero saber que pasará cuando Chunnie sepa toda la verdad respecto a Su y también quiero la aparición del YJ❤ gracias por el capítulo \^^/

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  3. Esta bello por favor continua asi no nos abandones....sobre esta cap ya deseo yo a chunnie enamorarse de su susu gracias

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  4. Yoochun es guapisimo..... Jajajajaja pero me cuesta imaginarmelo todo musculoso jajajajaja, aunq por lo demas normal....y pues riquisimo. Me conmueve Junsu y su amor por Hechul, sin embargo esta quedando como un mal tipo, ambicioso y todo...cuando es tan solo un angel. Y por otro lado ese vejete, que mala leche, q cara y palo......pffff, me cae re mal! Asi como el estupido de Yonhwan........... Grrrrr GRACIAS!

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  5. aaaahhh mil gracias por la actualización ..pero el leer el segundo capitulo solo me dejo con ganas de leer aun más, esperare con ansias la próximo capitulo

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  6. Omg se encontrara con junsu desnudo,y gracias por el capitulo

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  7. Hiijooleee haber si no lo ve desnudito y y uuyy haber que pasa!!!!

    Y por lo que leo, me da que el pobre de Junsu pasará muchas cosas malas de parte de los hermanos Jung solo por creerlo la umma del bebe y de ser un arribista.

    Gracias!!

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  8. Amo el Yoosu y estoy segura que Yoochun nunca dejará solo a Junsu. Voy al siguiente cap

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  9. juju las cosas se van a poner buenas cuando entre a buscar a Junsu.

    Me gusta la aptitud de los hermanos al no querer separa al niño de su madre. Se nota que ellos la pasaron mal de niños.

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  10. Lo bueno de todo es que no van a separar al bebé de Junsu,no seria justo,ahora que pasara????

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  11. Palmo de narices se va a dar Mi Chunnie las cosas se dieron tan rapido que no tuvo tiempo de afmirar el encanto de Junsu pero justo ahora vera cosas vastante agradables a la vista jajaja. Qué terrible para los hermanos Jung tener que cargar con tantos tristes y dolorosos momentos con sus padres. Espero que sean unidos y cambien esa visión de menospresiar a los hijos. Adoro a Mi Ratón por ese aplomo, bieno a todos pero mucho más a él.

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