— Aquí está la leche del niño, y he traído una
taza de té para usted.
Junsu
asintió para darle las gracias al sobrecargo. El despegue había sido muy suave,
pero Heechul estaba inquieto y se revolvió cuando Junsu lo sacó de la cuna para
darle de comer. Comprobó la temperatura del biberón y luego se sentó con él. Al
principio succionó con avidez, pero luego, para disgusto de Junsu, de pronto
rechazó la tetina, llorando de dolor y levantando las piernas. Estaba sufriendo
un cólico, reconoció Junsu nervioso mientras trataba de consolarlo masajeándole
el torso como le había enseñado el médico.
Para
su alivio, el bebé comenzó a relajarse casi al instante. Aquélla interrupción
de su rutina implicaba que estaba comiendo tarde. Debía de tener mucha hambre,
el pobre, y por eso había tratado de alimentarse deprisa. También estaba
cansado.
Diez
minutos más tarde, cuando sólo llevaba un tercio del biberón, Junsu admitió la
derrota y dejó el biberón a un lado, colocándose al bebé al hombro para que
echara el aire. Heechul vomitó casi al instante, ensuciando la sudadera de Junsu
y a sí mismo.
Ahora
lloraba otra vez, y Junsu también sintió deseos de hacerlo. Era muy importante
que consiguiera el alimento que necesitaba, pero los cólicos que sufría significaban
que las comidas se habían convertido en una pesadilla para él, aunque el médico
le aseguró que lo estaba haciendo todo correctamente.
Heechul
parecía pesar menos que el día anterior. ¿Estaría perdiendo peso en lugar de
ganándolo?
Tendría
que cambiarlo antes de volver a intentarlo, pensó dejando el biberón antes de
llevar a Heechul al cuarto de baño. Las paredes de espejo le devolvieron la
imagen no deseada de su propio cuerpo, también demasiado delgado, y de su
rostro pálido. Los dos parecían medio famélicos, admitió mientras le quitaba al
bebé la ropa sucia y lo colocaba sobre el cambiador.
Para
su asombro, el sobrecargo le había dicho que había ropa limpia de bebé y
pañales en los cajones del vestidor, junto con ropa para él. Junsu no sabía
cómo se las había arreglado Jung Yoochun para conseguirlo, pero tal vez todo
fuera posible cuando uno era un Jung.
Tendría
que pasar mucho tiempo para que él pudiera olvidar la sensación de aquéllas
manos duras en su cuerpo, y más todavía para olvidar la sensación de su boca en
la suya. Junsu era un joven adulto que se ganaba la vida con su trabajo, y la
idea de ponerse ropa que le habían comprado le resultaba desagradable, pero
aunque él pudiera permitirse el lujo de ser orgulloso, no podía hacerlo por Heechul.
Cuando
encontró la ropa de bebé cuidadosamente doblada, la miró con una mezcla de
rabia y dolor. Era ropa de marca para bebés. Qué absurdo gasto de dinero. Lo
único que Heechul y cualquier bebé necesitaba eran ropas sencillas, cálidas y
limpias.
Y sin embargo, a Junsu le resultó difícil contener un
suspiro de satisfacción al sacar el trajecito completo. Incluso los calcetines
iban a juego.
Heechul
empezó a llorar. Junsu se quitó rápidamente la sudadera por la cabeza.
Necesitaba darse un ducha tanto como el bebé necesitaba un baño, así que más le
valía quitarse también los pantalones y las medias.
Si
había algo que de lo que Heechul disfrutara, era del baño. Y con toda el agua
que salpicaba, lo mejor que podía hacer Junsu era bañarlo en ropa interior.
Resultaba
increíble lo que podía hacer el dinero: no faltaba nada de lo que Heechul
podría necesitar. Había incluso un lote de productos de baño de lujo para bebé
que olían deliciosamente a vainilla.
Junsu
sacó a Heechul del baño, lo envolvió en un toalla y lo llevó al dormitorio,
donde finalmente consiguió que tomara un poco más de biberón. Se estaba
quedando dormido cuando le puso un pañal limpio y después un pijama nuevo y
deliciosamente suave con dibujos de conejitos.
Le
dio un beso tierno y lo colocó en la cuna, asegurándose de que estuviera seguro
antes de volver al baño, donde se lavó la sudadera, limpió el desastre del baño
y, finalmente, se metió en la ducha.
>>> ♥ <<<
En
el salón principal, Yoochun terminó el correo electrónico que le estaba
escribiendo a su hermano mayor y luego le dio al botón de enviar, revisando
mentalmente los acontecimientos que le habían llevado a buscar al hijo de Yuhwan.
Yoochun
no tenía pensado pasar las Navidades con su padre y con sus hermanos. Su
intención era ir a Colorado con unos amigos a esquiar, pero entonces su hermano
mayor le telefoneó para decirle que su padre estaba gravemente enfermo, así que
fue a casa.
A
casa. Yoochun estiró los brazos y los colocó detrás de la cabeza mientras
exhalaba el aire. Era de constitución fuerte, pero el duro trabajo físico que
había llevado a cabo durante sus años adolescentes, cuando prefería trabajar en
la construcción en lugar de que su padre lo mantuviera, le había hecho
desarrollar unos músculos que los sastres de Yoochun deploraban y sus amantes
adoraban. Por suerte, uno de los beneficios de ser multimillonario era que
podía permitirse que le hicieran las camisas a medida para que se acomodaran a
los poderosos músculos del pecho y los antebrazos.
Yunho,
que era un esteta, solía bajar su larga y orgullosa nariz hacia lo que él
calificaba con cierto desprecio como «torso de boxeador». Hayami, su otro
hermano, era menos crítico.
— ¿Quién dice
que padre se está muriendo? — Le preguntó Yoochun a
Yunho con cinismo — Porque si es él…
— No, yo mismo
he hablado con el especialista. Le da a padre un año como máximo. No veo razón
para que ninguno de nosotros finja que está afectado — había
continuado Yunho con frialdad — Al menos
entre nosotros podemos ser abiertos y sinceros.
Desde
los altos ventanales de la antigua fortaleza que había sido su hogar durante la
infancia se podía ver la cima del Monte Etna. El Etna, como su padre, respiraba
violencia, fuego y peligro. Y como su padre, era un símbolo de poder. El tipo
de poder que podía resultar cruel y destructivo.
Sin
embargo, el poder de su padre se estaba extinguiendo, a juzgar por lo que
contaba Yunho.
Era
un momento solemne. Su padre, el patriarca de un de las dinastías sicilianas
más ricas, poderosas y aristocráticas, se moría.
A
la edad de treinta y cuatro años, multimillonario gracias a sus propios méritos
y el menos querido de los tres hijos vivos de su padre, Yoochun era consciente
de que él debería ser la última persona a la que le afectara la súplica en el
lecho de muerte de un hombre que se había pasado la vida manipulando a los
demás, y que era responsable de la muerte de su madre.
No
más hijos, le habían dicho a su padre tras el nacimiento de Yunho y de Hayami,
pero él ignoró la advertencia, y su delicada esposa murió a las pocas horas de
dar a luz a su tercer hijo.
Su
muerte provocó una amarga brecha en el seno de la familia, dividiendo a padre e
hijos, y esa amargura se vio profundizada cuando su padre se casó con su amante
de mucho tiempo a menos de un año de la muerte de su madre.
Sin
embargo, la tradición estaba muy arraigada en los corazones de la familia Jung. Se había transmitido de generación en
generación desde los tiempos en los que los sarracenos fueron expulsados de aquél
tierra por los normandos y el primer Jung tomó como esposo a la hija del señor
sarraceno que había poseído aquél tierra vasta y rica, que pasó entonces a su
esposo. Aquéllas tradiciones implicaban anteponer los intereses de la familia a
los de cualquier miembro.
Como
había dicho Yunho, a pesar de no sentir ningún amor por su padre moribundo, no
podían darle la espalda y no cumplir el deber que les habían impuesto.
Todos
se reunieron en el dormitorio de su padre, en su lecho de muerte. Todos ellos
habían sido concebidos en aquél cama, incluido Yuhwan, su hermanastro, quien,
según su padre, le había confesado antes de morir que tenía un hijo.
— Hay un niño nacido de un joven Coreano, y ese
niño es un Jung.
Los
largos y delgados dedos de su padre agarraron la cabeza plateada de su bastón y
dio un golpe áspero en el suelo.
— Es un Jung y
es siciliano por la sangre de su padre. Tiene que estar aquí, en el castillo de
la familia, con los suyos.
— ¿Y la madre del niño? — había
preguntado Hayami.
— Yuhwan no tuvo tiempo para decirme su
nombre.
Yoochun
recordó haber pensado en aquel momento que Yuhwan probablemente no lo
recordaba.
La
respuesta del viejo príncipe había sido típica de su modo de pensar y de vivir.
— Ese joven, al
tener el hijo de Yuhwan y ocultárselo a su familia, es culpable de robo. Ese
niño debe criarse aquí. Es su derecho y el nuestro. Yuhwan era mi hijo.
Y el más querido. Eso lo sabían todos.
— Ese niño pertenece a este lugar. Ése fue el
deseo de Yuhwan antes de morir.
— Pero seguro
que no tuvo ningún problema en no asumir ninguna responsabilidad sobre ese niño
mientras vivió, conociendo como conocimos a nuestro hermanastro —
murmuró Hayami a Yoochun sin que su padre lo oyera.
— Todo eso está
muy bien, padre, pero no conocemos la identidad de la madre del hijo de Yuhwan —
le había recordado Yunho al anciano.
Su padre no quiso escucharle.
— Hay que encontrar a ese niño.
Aquel era el deseo del príncipe antes de morir, y sus
hijos no tenían opción.
Dos
semanas más tarde, todos volvieron al dormitorio de su padre para escuchar los
resultados de las investigaciones que Yunho había llevado a cabo.
— Ahora sabemos
que, entre la multitud de mujeres y jóvenes con los que al parecer se relacionó
Yuhwan el pasado verano, sólo uno tuvo un hijo —
les informó Yunho — Se trata de un turista
Coreano que estaba de vacaciones en Cannes, en el festival de cine. No resulta
sorprendente, ya que Yuhwan tenía predilección por las rubias de moral laxa.
Sin embargo, no existe garantía de que ese sea el niño al que Yuhwan se
refería. Es cierto que fue concebido en ese tiempo, pero la único manera de
estar seguros de que se trata del hijo de Yuhwan es haciendo un prueba de ADN,
y para eso necesitaremos la colaboración de la madre. En mi opinión, lo más
sencillo sería contactar con él y…
— Ese niño
pertenece a este lugar — lo interrumpió su padre enfadado — Pero sólo el niño. La madre no es más que una
zorra que sedujo a mi pobre hijo hasta que él, en su locura, perdió la vida y
me fue arrebatado. Mi más amado hijo… vuestro hermano. Vuestro hermano pequeño.
¿Dónde estabais vosotros cuando necesitó que le protegierais de ese buscón? Tú,
Yunho, estabas en Florencia con esos copistas y sus falsas obras de arte. Tú, Hayami,
estabas comprando más aviones para tu aerolínea… y tú, Yoochun, estabas
demasiado ocupado vigilando la construcción de esa Roma en medio del desierto
para que vayan los turistas y se queden boquiabiertos. Un lugar al que sin duda
volará la aerolínea de tu hermano y estará decorado por los copistas de Yunho.
Los
tres eran muy conscientes del desprecio que su padre sentía por ellos. Después
de todo, eran los hijos de la mujer con la que su padre se había visto obligado
a casarse en contra de su voluntad.
Su
padre había utilizado toda su energía, incluso la que ya no tenía, para
arrancarles la promesa de que encontrarían al joven Coreano que esperaba un
hijo de su hermano fallecido, y que llevarían a ese niño a Sicilia para que
fuera criado como un Jung.
El
primer paso para asegurarse de que el niño era hijo de Yuhwan pasaba por
convencer a la madre para poder hacerle las pruebas de ADN sin que tuvieran
acceso ni la prensa ni los abogados mientras esperaban los resultados.
Los
tres hermanos estuvieron de acuerdo en que hasta que se confirmara o no la
paternidad, la madre debería permanecer aislada de cualquier contacto con otras
personas.
— ¿Significa
eso que debemos traer a ese joven a Sicilia y mantenerlo aquí hasta que estemos
seguros de que Yuhwan es el padre de su hijo? —
le había preguntado Hayami a Yunho, frunciendo el ceño con desaprobación.
Yunho se había limitado a encogerse de hombros.
— ¿Se te ocurre otra idea mejor?
No
se le ocurrió a ninguno, pero había otra cuestión con la que Yoochun no estaba
contento.
— Nuestro padre ha dicho que es al niño a quien
quiere, pero no a la madre.
Aparte
del daño que pueda hacerle al niño crecer sin tener contacto con él…
— Te estás
preocupando sin necesidad, Yoochun — le había dicho Yunho — La esperanza de vida de nuestro padre es
muy limitada. Al final seremos nosotros quienes decidamos el futuro de ese
niño, en caso de que sea hijo de Yuhwan. Te aseguro que pienso lo mismo que tú
respecto a la madre del niño. Sea cual sea la decisión que se tome respecto al
niño, incluirá a la madre. Tienes mi palabra. Ningún niño debería crecer sin
madre.
Los
tres se miraron. Yoochun sabía cuánto había afectado a sus dos hermanos la
muerte de su madre. Y también a él. Ella lo había llevado cerca de su corazón
durante nueve meses.
— ¿Y si el niño no es de Yuhwan? —
había preguntado Hayami.
— Entonces lo
compensaremos por su colaboración y por su futuro silencio en este asunto —
aseguró Yunho — Pero si lo es, entonces
tiene nuestros genes y es nuestra responsabilidad y nuestro deber cumplir con
la promesa que le hemos hecho a nuestro padre.
¿Quién
podía discutir eso? Desde luego él no, pensó Yoochun ahora, aunque se había
enfrentado muy duramente a Yunho cuando anunció que él no podía ocuparse porque
tenía compromisos al otro lado del Atlántico. Hayami estaba en medio de un difícil
negociación sobre los nuevos contratos de su aerolínea, así que le tocaba a él
ir a Corea para persuadir a esa tal Kim Junsu de que viajara a Sicilia con él
acompañado de su hijo.
— Y ahora, lo
primero que tenemos que hacer es convencer a ese joven para que venga a Sicilia
con su hijo y…
Yoochun sonrió ahora al recordar cómo Yunho se había
detenido para mirarlo a él.
— ¿Yo? ¿Por qué yo? —
objetó indignado.
— Te lo acabo
de explicar — señaló Yunho, añadiendo con firmeza — este encargo es muy importante para todos
nosotros, Yoochun.
Yunho
era único para hacer que pareciera que había ganado un premio, pensó Yoochun
torciendo el gesto. No le estaba gustando aquel «encargo» que, según Yunho, le
imponían sus genes. Tal vez el impulso que le llevaba a rebelarse contra el
código familiar de los Jung fuera algo que había heredado de su madre. Después
de todo, ella era siciliana sólo a medias. Su familia provenía de Florencia, la
ciudad que Yunho amaba tanto.
Yoochun consultó su reloj.
Llevaban
en el aire más de un hora. Tenía hambre y estaba dispuesto a cenar. El
sobrecargo le había asegurado que le había dicho a Kim Junsu cuándo iban a
servir la cena. Si era un de aquéllos jóvenes que creían que no pasaba nada por
hacer esperar a la gente, entonces necesitaba que le dijeran que estaba muy
equivocado.
Yoochun se puso de pie y se dirigió a buen paso hacia
el dormitorio.
Continuara
\\(^_^)//...
Niñ@s un
comentario no les cuesta nada….
Gracias…
OMG se lo encontrara desnudo y le hara cositas ewe xD
ResponderEliminarOtra cosa es que me encanta la narracion de esta historia es tan limpia...
Y bueno gracias por este capi x3
Nos leemos x3
Kyaaa ... lo verá desnudo (?) >.<
ResponderEliminarEspero que YooChun deje de ser tan frío con Su... me gusta la forma en que JunSu cuida al bebé es tan lindo ^^ ya quiero saber que pasará cuando Chunnie sepa toda la verdad respecto a Su y también quiero la aparición del YJ❤ gracias por el capítulo \^^/
Esta bello por favor continua asi no nos abandones....sobre esta cap ya deseo yo a chunnie enamorarse de su susu gracias
ResponderEliminarYoochun es guapisimo..... Jajajajaja pero me cuesta imaginarmelo todo musculoso jajajajaja, aunq por lo demas normal....y pues riquisimo. Me conmueve Junsu y su amor por Hechul, sin embargo esta quedando como un mal tipo, ambicioso y todo...cuando es tan solo un angel. Y por otro lado ese vejete, que mala leche, q cara y palo......pffff, me cae re mal! Asi como el estupido de Yonhwan........... Grrrrr GRACIAS!
ResponderEliminaraaaahhh mil gracias por la actualización ..pero el leer el segundo capitulo solo me dejo con ganas de leer aun más, esperare con ansias la próximo capitulo
ResponderEliminarOmg se encontrara con junsu desnudo,y gracias por el capitulo
ResponderEliminarHiijooleee haber si no lo ve desnudito y y uuyy haber que pasa!!!!
ResponderEliminarY por lo que leo, me da que el pobre de Junsu pasará muchas cosas malas de parte de los hermanos Jung solo por creerlo la umma del bebe y de ser un arribista.
Gracias!!
Amo el Yoosu y estoy segura que Yoochun nunca dejará solo a Junsu. Voy al siguiente cap
ResponderEliminarjuju las cosas se van a poner buenas cuando entre a buscar a Junsu.
ResponderEliminarMe gusta la aptitud de los hermanos al no querer separa al niño de su madre. Se nota que ellos la pasaron mal de niños.
Lo bueno de todo es que no van a separar al bebé de Junsu,no seria justo,ahora que pasara????
ResponderEliminarPalmo de narices se va a dar Mi Chunnie las cosas se dieron tan rapido que no tuvo tiempo de afmirar el encanto de Junsu pero justo ahora vera cosas vastante agradables a la vista jajaja. Qué terrible para los hermanos Jung tener que cargar con tantos tristes y dolorosos momentos con sus padres. Espero que sean unidos y cambien esa visión de menospresiar a los hijos. Adoro a Mi Ratón por ese aplomo, bieno a todos pero mucho más a él.
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