Mientras
pensaba en las palabras que podrían decidir el futuro de Changmin, Jaejoong
sabía que debía de estar dando la imagen de un pez fuera del agua. Sentía que
sus piernas iban a ceder y cómo el color que tenía desaparecía de su cara bajo
la atenta mirada de Yunho.
― Arriba ― dijo Yunho ― No podemos hablar aquí.
― Claro que podemos hablar aquí ― contestó
Jae sintiendo el pánico inminente ― No nos
llevará más de un par de minutos.
No
quería que se acercara al bebé. Puede que quisiera ver de cerca al fruto de su
semilla, y nadie que viese a aquel niño tan encantador podría no enamorarse al
instante de él, ni siquiera alguien tan despiadado como Jung Yunho.
Sin
darle opción a discutir, Jaejoong se armó de valor y comenzó a hablar.
― Changmin es tu hijo. Pero, escucha, te
prometo que no te pediré nada. Nadie más que yo, y ahora tú, sabe que tú eres
el padre, y siempre será así. Tu mujer no tiene por qué saberlo. No hay razón
para que ella se disguste. Puedes olvidarte de los dos.
― ¿Dónde está? ¿En el piso?
Al ver
sus ojos oscuros, Jaejoong supo que no había escuchado una palabra de lo que
había dicho, salvo que él era el padre. ¿Y dónde si no pensaría que estaba el
niño? ¿Junto a la basura? ¿Qué tipo de eomma se creía que era?
Sintió
cómo su ansiedad se incrementaba al ver cómo Yunho pasaba por delante de él y
comenzaba a subir las escaleras a toda velocidad. Él lo siguió apresuradamente
sin apartar la vista de su espalda. Su actitud no era la de un hombre que se
encogería de hombros y se marcharía, despreciando la existencia de un hijo
ilegítimo, aunque la oportunidad de hacerlo le había sido puesta en bandeja de
plata.
Pero,
por otra parte, tampoco había escuchado que él no iba a pedirle nada a cambio y
que quería que la identidad del padre de Changmin quedase en secreto.
Yunho
abrió la puerta del apartamento y entró, haciendo que Jaejoong corriera más y
se pusiera a su lado justo cuando llegaba al centro del salón. Lo agarró del
brazo y él lo miró amenazadoramente. Trató de no estremecerse y de volver a
recuperar el aliento mientras él le quitaba la mano de encima. Era un hombre
razonable. Tenía que serlo.
― ¿Dónde está? ― preguntó
Yunho y, negándole la oportunidad de decir nada, se dirigió hacia las
habitaciones.
¡Era
un hombre imposible! Quizá lo escuchara cuando hubiese saciado su curiosidad.
Al menos eso pensó él cuando, finalmente, se rindió y dejó que entrara en la
habitación donde estaba el niño.
Abrió
la puerta con cuidado porque sabía que las bisagras chirriaban y se echó a un
lado para dejar entrar a Yunho, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza.
¿Quedaría
satisfecho tras ver de cerca a su hijo? Tenía la impresión de que no. No era un
hombre que quedara satisfecho con facilidad. Se puso rojo al recordar lo
insaciable que había sido en la isla, insaciable de sexo, no insaciable de él
como un ser al que amar. Sólo era el sexo lo que le interesaba.
Un
vistazo a su hijo jamás sería suficiente; su instinto se lo decía. Y la mirada
que le dirigió al niño fue larga, como si estuviera absorbiendo cada pequeño
detalle de sus rasgos, de su piel suave y ligeramente sonrojada y de su pelo
negro y sedoso.
Finalmente
se giró y la ternura y el orgullo que reflejaban sus ojos fue sustituida por
una mirada agresiva cuando dijo:
― Tenemos que hablar.
― Por supuesto ― dijo
Jae poniéndose muy rígido mientras caminaba hacia el salón― Y
quizá esta vez me escuches.
Se
negaba a que su ira lo intimidara, y se negó a sentarse cuando él señaló el
sofá de cuero.
― Como ya he dicho...
― Sé lo que has dicho ― dijo
Yunho interrumpiéndolo― No me pides nada. Es un secreto. ¿Realmente
se te ha pasado por la cabeza la idea de que yo no reconozca a mi propio hijo?
¿Sangre de mi sangre? ¿Crees que me lavaría las manos en el asunto y dejaría
que creciera sin padre, confiando en que los diferentes amantes de su eomma le
proporcionaran un techo bajo el que dormir y algo de comida que llevarse a la boca?
¿Que creciera sin sentirse realmente seguro y sin principios morales?
― ¿Cómo te atreves a decir eso? ― exclamó
Jaejoong mirándolo escandalizado ― ¡Hipócrita! ¿Qué principios morales tuviste
tú cuando me sedujiste, cuando dijiste que me amabas mientras estabas prometido
a otra?
Inmediatamente
vio que se quedaba descolocado y sin saber qué decir. Apretó la mandíbula y, de
pronto, Jaejoong sintió compasión por él. No sabía por qué, pero no le gustaba
verlo en situación de desventaja, incluso sabiendo que se merecía todo lo que
le sucediese. ¿Le habría bastado con sus palabras para darse cuenta? La
posibilidad debería llenarlo de satisfacción, pero lo único que sentía era un
extraño vacío.
Jung
Yunho no era un hombre que se rindiera tan fácilmente, y su voz fue fría y
calculadora cuando dijo:
― No sirve de nada recordar los pecados
pasados cuando lo que tenemos que hacer es concentrarnos en el futuro de
nuestro hijo.
Yunho
vio su boca temblorosa que, al instante, se endureció, y recordó aquella misma
boca bajo sus labios. En aquella época se había dejado llevar por él
completamente.
Y todo
por acceder a la petición de su hermana de dejarse caer por la isla donde tenían
la casa.
― Sólo durante cuarenta y ocho horas para
comprobar que Jaejoong se las arregla bien. Estoy segura de que sí. Durante las
semanas que ha estado con nosotros, lo ha hecho todo perfectamente. Llámame
pesada sí quieres, pero así me quedaría más tranquila ― había
dicho Jihye.
Y, al
final, esas cuarenta y ocho horas se habían convertido en tres semanas.
Al
llegar a la isla aquella primera noche, se había sentido totalmente confuso. El
futuro de su vida personal le había parecido de pronto completamente vacío.
El
acuerdo que tenía desde hacía tiempo con Jun JiHyun, hija única de un amigo y socio de
su padre, siempre le había parecido aceptable y totalmente normal.
En los
círculos en los que él se movía, el matrimonio era considerado como una fusión
entre dos familias, algo que proporcionaba riqueza y estatus social. Casarse
por ese sentimiento efímero llamado amor era para seres inferiores, gente que
no cargaba sobre sus hombros con la responsabilidad de grandes estados,
negocios e imperios bancarios.
Consolidar
la riqueza y el estatus era una tarea muy dura que había que llevar a cabo. Ése
era el principio que le habían enseñado desde pequeño. Y él lo había aceptado.
Pero
recientemente algo en su interior había empezado a rebelarse, a cuestionarse
las cosas. ¿Podría haber algo más aparte de una unión vacía de sentimientos en
su futuro?
JiHyun
siempre había sido sincera, una amiga en la que confiar.
― No estamos locamente enamorados el uno del
otro, pero ese tipo de milongas es para los cabezas huecas. Nos respetamos el
uno al otro y eso, para los adultos inteligentes, es una base mucho más
duradera sobre la que fundamentar una relación. Nos casaremos cuando decidas
que quieres un heredero. Y yo te daré herederos ― le
había dicho ella en la época en que la muerte del padre de Yunho había hecho
que la familia de JiHyun la presionara con el matrimonio ― Al contrario que mi padre, yo entiendo que
tu pérdida supone más trabajo para ti. Podemos esperar un poco más. No tengo
ninguna prisa por sentar la cabeza y, como tu futura esposa, me mantendré
casta, huelga decirlo. Si, mientras tanto, tienes necesidades, el modo en que
las satisfagas a mí no me importa.
En
aquella época, él no había visto como un problema la falta de eso que la gente
llamaba amor. En el estrato social en que él se movía, ese tipo de acuerdos
eran más que aceptables. Los matrimonios dinásticos funcionaban con más
frecuencia de lo que se pensaba. Y nadie se escandalizaba cuando un hombre
tenía una amante. Además, su vida estaba llena y era plenamente satisfactoria.
El trabajo ocupaba casi todos sus días, y los doceles y mujeres que rellenaban
el resto del tiempo sabían cómo era eso.
Cuando
finalmente dijera adiós a su libertad de soltero, ganaría una esposa bella,
rica y muy sofisticada que le daría un heredero y sería la anfitriona perfecta
de sus fiestas.
Pero,
en las semanas anteriores antes de acceder ir a la isla, las dudas habían
empezado a atormentarlo, hasta decidir romper el compromiso. Tenía que haber
algo más en la vida que ese vacío tan absoluto.
Su
padre se revolvería en su tumba y su madre, que residía en un apartamento en Seúl,
no estaría de acuerdo. Pero él no podía vivir su vida como los demás querían,
con normas que consideraba medievales. Por primera vez en su vida quería
encontrar lo que los poetas llamaban amor, si es que existía. Y, como los
sentimientos de JiHyun no se basaban en el amor, la familia Jun no tendría
problema en buscarse a otro hombre más conveniente. Nadie sufriría con su
decisión.
Le
comunicaría su decisión de romper el compromiso cuando regresara a Seúl, en
persona. Así podría darle la opción de que, a ojos de los demás, fuera ella la
que se lo hubiese pensado mejor, salvando el orgullo, que tan importante era
para JiHyun.
Tras decidir
aquello, le había anunciado su llegada a la casa al ama de llaves, había ido a
comprobar que sus sobrinos estuvieran durmiendo, y había bajado hasta la cala,
iluminada por la luna. Allí, una lujuria como nunca había experimentado lo
había embargado por completo.
Había
podido contemplar al niñero salir lentamente del agua, con su cuerpo bañado por
la luz de la luna, llevando un diminuto bañador, echando la cabeza hacia atrás
para sacudirse la melena rubia.
Y en
los días que vinieron después, había llegado a conocerlo, o eso pensaba, y la
lujuria había florecido hasta convertirse en amor. Un amor que jamás había
creído posible imaginar.
Todo
en aquel joven lo había fascinado y encantado. No se parecía a ninguna mujer u
otro joven que hubiera conocido en los círculos donde él se movía. Era cálido y
divertido, generoso con los hijos de Jihye y completamente natural.
El
sexo entre ellos había sido algo natural. Jae no era virgen, y él lo había
aceptado. Al fin y al cabo, estaban en el siglo XXI. Aunque a él le hubiera
gustado ser el primero para aquel docel del que, había decidido, no podría
separarse jamás. Y le había creído, tras aquella primera vez, cuando él le
había dicho que jamás hubiera pensado que pudiera ser así, tan maravilloso y
alucinante.
Mirándolo
ahora, con su pelo sedoso, sus ojos oscuros, sus labios tan deseables y sus
curvas, sentía la ira en sus venas. Tomó aliento y trató de controlarse. No era
una ira que estuviera dirigida hacia Jae directamente, sino más bien hacia él
mismo, por actuar como un tonto enamorado, permitiéndole a Jaejoong echarle el
lazo, cegándolo por completo con respecto a lo que realmente él era.
Un ladrón
promiscuo.
Casi
sin mirarlo, no podía soportarlo, dijo:
― Albergaba la esperanza de no tener que
volver a verte nunca más pero, dicho eso, tenemos que dejar a un lado el pasado
y centrarnos en nuestro hijo. Por favor, siéntate.
Odiándose
a sí mismo por haber creído una vez que ese monstruo era el ser más maravilloso
sobre la tierra, por haber pensado inocentemente que un rico tan sofisticado podría
tener un interés a largo plazo en un chico corriente como él, Jaejoong se
rindió y se sentó en un extremo del sofá, observando cómo Yunho hacía lo mismo
en el otro extremo. Lo más lejos posible. Por él estaba bien.
A
pesar del desafío que había en sus ojos, Jaejoong palideció y comenzó a sentir
náuseas. ¿Iban a hacerse realidad sus temores más profundos? ¿Qué habría
querido decir Yunho al exclamar que no iba a dejar a su hijo con alguien como él?
Estaba
a punto de ponerse a hacer acusaciones él mismo. A punto de decir que él no era
ningún ladrón. Lo habían engañado. Pero acusar a su mujer y a su criada no le
serviría de nada. Además, seguramente él no le creería ni en un millón de años.
Tratando
de ir al grano y de sonar lo más frío posible, aunque sin conseguirlo, Jaejoong
dijo:
― Supongo que puedo entender que no quieras
lavarte las manos con respecto a Changmin. Puedo comprenderlo si me esfuerzo
mucho. Y te prometo que podrás verlo siempre que quieras para asegurarte de que
crece como es debido. Piensa en ello. Reconocerlo públicamente sólo le haría
daño a tu mujer.
¿O
acaso tampoco le importaría eso? Jaejoong sintió un escalofrío en la espalda y
se quedó con la boca abierta al escucharlo decir:
― No hay problema. No tengo mujer.
Al ver
la sorpresa de Jaejoong, Yunho se preguntó cómo se tomaría JiHyun la noticia de
su recién descubierto hijo. ¿Seguiría adelante con el compromiso que él había
vuelto a adquirir a la mañana siguiente de que Jaejoong se revelara como un
pérfido ladrón? ¿O lo cancelaría todo? Se dijo a sí mismo que no importaba
cualquiera de los dos resultados, puesto que ninguno de los dos tenía
verdaderos sentimientos de amor.
Lo
único que importaba, que siempre importaría, era su hijo. Su hijo, que ya tenía
rasgos de la familia Jung, como había comprobado con orgullo.
― No pienso aceptar unos simples derechos de
visitas ― dijo él con énfasis ― ¿Quién
sabe cuándo se te ocurrirá liarte con otro y marcharte sin dejar dirección
alguna?
Al
escuchar aquella acusación sobre su supuesta falta de moral, Jaejoong abrió la
boca para protestar, pero Yunho levantó una mano haciéndolo callar.
― Por desgracia no puedo hacer lo que quiero
hacer, lo que podría hacer sin ninguna duda, y que es conseguir la plena
custodia de mi hijo. Un niño necesita a su eomma.
Al
escuchar aquello, Jaejoong volvió a sentir la esperanza. Esperanza que
desapareció al instante.
― Pero un niño también necesita un padre ― añadió
Yunho ― Sobre todo cuando su eoma no
parece tener medios para mantenerlo y que, a juzgar por el pasado, podría
volver a robar si sus favores sexuales no obtienen los resultados financieros
apropiados.
Que
era lo que probablemente hubiera ocurrido en Jeju.
Cuántas
veces en la isla había fantaseado con poder darle a Jae todo lo que su corazón
pudiera desear. Había hecho planes, había decidido romper su compromiso
oficialmente con JiHyun para luego acompañar a su dulce Jaejoong a Inglaterra y
pedirle que se casara con él, y cubrirlo de besos y regalos y hacerlo suyo para
siempre.
Por
razones prácticas, había decidido mantener sus planes en secreto hasta romper
con JiHyun. Así que, al no ver compensación económica a la vista, ese hechicero
con cuerpo de ángel, había aprovechado la oportunidad de robar una preciada
joya. Era su idea de pago por los servicios realizados.
Tras
quedarse de piedra ante la baja opinión que tenía de él, Jaejoong sintió la furia
crecer en su interior como un fuego descontrolado. Apretó las manos y habló apretando
los dientes.
― ¡No he robado nada en toda mi vida! ¡Así que
no te atrevas a decir algo así! Y, viendo que no estás casado con esa horrible
mujer, te diré que fue ella la que debió de poner eso en mi maleta. O ella o su
criada.
Yunho
lo miró fijamente con sus ojos negros y dijo con sarcasmo:
― ¿Y por qué iba a hacer eso?
― Porque está loca ― dijo
él con frialdad.
― Tú no negaste el supuesto robo ― dijo
Yunho. Recordaba que su corazón casi había dejado de latir mientras esperaba
una explicación por su parte a la presencia de la joya en su maleta ― Tu silencio final fue la admisión de tu
culpa.
Jaejoong
imaginaba que podía haber dado esa impresión y se sintió desvanecer.
― Estaba dolido ― murmuró
― No tenía palabras. Era como una
pesadilla ― no quería volver a sacar el tema. No quería volver a pensar en aquel
periodo tan traumático de su vida, pero tenía que defender su posición ― Yo creía que eras el amor de mi vida. Y
durante todo el tiempo estuviste mintiendo. Estuviste prometido desde el
principio. Yo me enteré aquella última noche. Ya me estaba costando un triunfo
asimilar aquello. Así que, cuando entraste en mi habitación y me acusaste de
ser un ladrón, estaba sin palabras, y reconozco que puede que mis negativas no
sonaran reales.
En ese
momento, los llantos desde el dormitorio captaron su atención. Changmin. Una
leve sonrisa suavizó su rostro mientras se levantaba para ir hasta él,
caminando con piernas temblorosas.
Mientras
veía cómo se alejaba, y molesto consigo mismo por fijarse tanto en el
movimiento de sus caderas, Yunho frunció el ceño. Así que ése era el modo en
que debía de haber ocurrido todo. Su hermana o su cuñado debían de haber
mencionado en un descuido su compromiso. Desde luego no habría sido JiHyun,
porque en ese momento ya le había comunicado su cambio de planes y le había
confesado que se había enamorado completamente de Jaejoong.
La
verdad era que no había resultado tan fácil como había imaginado.
JiHyun
le había pedido más tiempo para hablar las cosas, y había parecido razonable al
decir que su futura boda sería la mejor opción, asegurándole que, casarse con Jaejoong,
sería el peor error de su vida. Si lo que le pasaba era que estaba encaprichado
con Jae, tenía que sacárselo de la cabeza por todos los medios, pero jamás
debía romper aquella unión que tantos beneficios traería para ambas familias.
Al día
siguiente a aquello, Yunho se había dado cuenta de que JiHyun tenía razón. El
sentido común siempre desaparecía cuando un hombre se dejaba llevar por la
pasión equivocada. Así que, ese día, habían vuelto a comprometerse.
Al
enterarse de su compromiso, Jaejoong debía de haber pensado que su aventura con
él no tenía futuro. Y, sin esperar una confirmación por su parte, había hecho
caso a sus instintos más primarios y egoístas y había robado una de las joyas
de JiHyun. Y ahora tenía la poca vergüenza de acusar a JiHyun de haberlo hecho.
En ese
momento lo escuchó en la cocina hablando suavemente con el bebé. Con su hijo.
Yunho
se puso en pie en un segundo y se apresuró a la cocina, que era diminuta.
Cuando
llegó, lo encontró con el niño en brazos, un biberón y una cacerola.
Él se
acercó a Jaejoong y tomó a su hijo en brazos.
― ¡Eh! ¿Qué crees que estás haciendo? ― preguntó
Jae, y vio cómo el niño se fijaba en los ojos de su padre.
Yunho
sonrió. Changmin sonrió también, mostrando su único diente, y levantó las manos
para agarrarle el pelo a su padre. Yunho sonreía sin parar. Se sentía casi
mareado de la emoción.
― ¿Por qué no me lo dijiste cuando te
enteraste de que estabas embarazado? ― preguntó inmediatamente.
Tratando
de controlar el instinto protector de quitarle de nuevo a su hijo, Jaejoong se
concentró en lo que estaba haciendo y dijo:
― Cuando finalmente me di cuenta, por lo que
yo sabía, tú ya estabas casado. No habrías querido saberlo. Esa bomba
informativa no le habría sentado muy bien a tu nueva y maravillosa mujer. Yo
era perfectamente capaz de apañarme solo.
Yunho
no tenía ni idea de qué era lo que tendría Jaejoong contra JiHyun, pero tampoco
le importaba. La única vez en la que se habían relacionado mínimamente había
sido cuando se había descubierto que Jaejoong era un ladrón. Probablemente
sería el resentimiento por haber sido descubierto.
― Pero no te las apañas, ¿verdad? ― preguntó
él mientras Jaejoong preparaba el biberón.
― Sí me apaño ― contestó
él con voz calmada, temiendo que Changmin pudiera notar la tensión. Colocó el
biberón sobre una encimera y se sentó en un taburete, estirando los brazos para
recibir a su hijo, que parecía llevarse muy bien con Yunho.
Yunho
se vio obligado a devolverle el niño a su eomma, así que se lo colocó en el
regazo a Jaejoong. Se habría estrangulado a sí mismo por sentir aquel deseo tan
brutal al rozar su pecho casi sin darse cuenta.
Furioso
consigo mismo, caminó hacia atrás hasta chocarse con una antigua cocina de gas.
Se metió las manos en los bolsillos y preguntó:
― ¿Entonces cómo te planteas criar a mi hijo?
Y te advierto que, confiar en las manos que te puedan echar tus amantes, no me
sirve.
Furioso
y, a la vez, sonrojado, Jaejoong pasó por alto aquella advertencia. Alguien
debía de haberle advertido de que el roce de su mano seguía teniendo el mismo efecto
letal en él, haciéndole sentir escalofríos por todo el cuerpo y acelerando su
corazón al máximo. Se había acercado tanto a él para entregarle al niño, que su
fragancia masculina había causado un efecto absolutamente afrodisíaco. Tragó
saliva con esfuerzo, con la esperanza de que Yunho no notara sus pezones
erectos bajo el jersey, mientras que Changmin se terminaba la leche del biberón.
¿Qué
pasaba con aquel hombre? Era, como habría dicho Kim HeeSun, un canalla. Y, sin
embargo, sólo con mirarlo, su cuerpo se volvía loco.
En sus
últimos años de adolescencia, él había creído ciegamente que estaba enamorado
de Jake. Lo había conocido en la fiesta de un amigo y, en ese momento, lo había
creído perfecto. Pero la decepción había llegado el día en que había
descubierto que, su única idea de compromiso era decidir qué calcetines llevar.
La única vez que habían hecho el amor, no había sentido nada. Sólo le había
hecho preguntarse si aquello era eso de lo que todo el mundo hablaba sin parar.
¿Entonces
qué era lo que convertía a Jung Yunho en alguien diferente? Sabía que era un
mentiroso y, sin embargo...
― Estoy buscando trabajo, para que lo sepas ― dijo
él, y volvió a sentir la ira ― Aunque,
gracias a ti, me veré obligado a aceptar cualquier cosa mal pagada. Pero me las
apañaré, ya lo verás.
― ¡Basta! ― exclamó Yunho ― Ya son suficientes tonterías. ¿Realmente
esperas que me crea que eres capaz de conseguir dinero suficiente para pagar un
apartamento, una guardería para el niño y todo lo necesario para vivir en una
ciudad tan cara como ésta? Sé realista. Si tu idea de apañártelas es
aprovecharte de cualquier tío a cambio de favores sexuales, me temo que has
fracasado. No permitiré que mi hijo tenga nada que ver con una situación tan
sórdida.
Jaejoong
se quedó de piedra y unas lágrimas de puro miedo se acumularon en sus ojos. Iba
a quitarle a su bebé. Todo lo que había dicho indicaba que iba a hacer eso.
Apretó a Changmin con fuerza contra su pecho. Tras la muerte de Kim HeeSun y la
pérdida de la pequeña casa que ambos compartían, no había imaginado que las
cosas pudieran ir a peor.
Se
equivocaba.
Yunho
suspiró al verlo llorar. Suponía que, deshacerse en un mar de lágrimas, sería
una buena estratagema para hacer sentir culpable a un hombre. Ignorando el
hecho de que, por un momento, casi había funcionado con él, dijo con frialdad:
― Tienes dos opciones. O tú y tu hijo regresáis
conmigo a Corea, donde tendrás una villa llena de lujos y nuestro hijo podrá
crecer con todo lo necesario, incluyendo un padre permanente. O puedes negarte
y enfrentarte a una batalla legal. La cual, seguramente, ganaré. Haz lo que te
digo y tendrás una vida de lujo en la que podrás quedarte con tu hijo. Ve
contra mi voluntad, y te quedarás sin él. Ah, puede que el juez te conceda un
régimen de visitas ocasionales pero, con tu historial, yo no contaría con eso ― sonrió
― Tú decides.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Gua... De veras que Yunho no se la pondra facil a nuestro flaco, el problema es la bruja con la que aun esta comprometido Yunho ¬.¬
Yunho es muy cruel con todo lo que le dijo a Jae y ahora le amenaza con quitarle a sy hijo
ResponderEliminarAishhh!! Lo odio con toda mi alma... Yunho estúpido!!!
ResponderEliminarè.é No entiendo como es que Yunho le hace la vida tan dificil a Jaejoong.. supuestamente el lo queria y pensaba perdirle que se casara con el! Donde quedo todo eso? Lo desecho a la primera mentira que le dijo la bruja de su prometida y no creyo en el y si Jae esta economicamente mal es por su culpa!! Aish!! Lo odio..
ResponderEliminarAsuu todo lo q ocasiono con sus mentiras esa tipa. Yunho dará pelea por Changmin así q Jae seguro acepta la primera opción. Jaejoong debió decirle también q esa le dijo q se casarían y el solo era un juego :/ estoy segura q Yunho no se dejara manejar por ella, para el su hijo es primero.
ResponderEliminarEstare atenta al próximo cap *.* gracias por actualizar amiga ^.^
Yunho en invencible y cruel con el pobre de Jae se arrepentida cuando se de cuenta que Has siempre dijo la verdad y su disque prometida es una desgraciada mentirosa que lo alejó de Jae y su hijo y todo por creer en ella y no en Jae desde un principio pero ya se dará contra la pared
ResponderEliminarGracias
Esa Jihyun si que enredo todo con sus mentiras...Yunho esta siendo muy cruel con Jaejoong.
ResponderEliminarGracias por la actualización
Lo mas seguro es que Jse acepte la opción de irse con él a Corea, pero la bruja con la que esta comprometido es el problema, que si ya una vez convenció a Yunho y desprecio e hizo la vida difícil a Jae, de seguro lo volverá ha hacer.
ResponderEliminarGracias!!!
Ashhhhh todo por las mentiras de la bruja y yunnie le cree mas a ella que a joongie 😭 pero ya veras que gran error comete.... Gracias por el capítulo y a esperar por la respuesta de joongie.
ResponderEliminarNoooo Yunho!! Que cruel, de verdad metes las patas hasta el fondo. Cuando se de cuenta que la tipa es una víbora, rogara por el perdón de Jae.
ResponderEliminarAaaahhh ya quiero leer el siguiente capítulo.
Muchas gracias por la actualización :D
De cuanto va a tener que arrepentirte por haber tratado a Jae de esta manera,eres muy cruel .....gracias
ResponderEliminarHombre frío y cruel... ><
ResponderEliminarPor qué demonios no escuchas Yunho? estas ciego, sordo y empesinado en tus tontas congeturas. Siento mucha pena y coraje por la situación en la que se encuantra Jae. Tiene tanto temor de perder a ChangMin que no logra reunir valor para decirle a Yunho unas cuantas sobre la arpia que es la tal JiHyun. Incluso a sabiendas del mal consepto en el que lo tiene Yunho y sus amenazas su amor por él es más fuerte, no deberías dejar que lo insulte de esa manera, lo esta taratando como a una prostututa y solo por miedo a que su repudio sea mas grande. Aishhh que terrible.
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