Ningún
joven, con bebé o sin él, había sido visto saliendo del edificio. Ésa fue la
información que recibió Yunho mientras caminaba por Finsbury Circus por la
mañana, prefiriendo gastar algo de energía andando en vez de sentarse tras el
volante.
Cuando
divisó la residencia actual de Kim Jaejoong, colgó el teléfono y vio cómo el
coche discretamente aparcado frente al edificio se alejaba. Se metió el móvil
en el bolsillo de la chaqueta, desechando la información innecesaria que había
obtenido de que un hombre alto y rubio había recibido un cochecito negro
aquella mañana antes de salir corriendo del edificio.
El
hecho de que el último amante de Jaejoong hubiera salido del edificio
corriendo, probablemente porque llegara tarde, no le importaba en absoluto. Y
el nudo que sentía en su interior no tenía nada que ver con los celos. Por
supuesto que no. Se trataba más bien de la rabia de saber que, el niño que
probablemente fuese su hijo, iba a tener una niñez bajo el dudoso cuidado de
innumerables «tíos» y una eomma
sin moral alguna.
Si el
niño era suyo.
Y, de
pronto, el deseo de que el niño fuera suyo lo golpeó con fuerza, dejándolo
pegado al suelo durante unos segundos, hasta recuperar finalmente la compostura
y encarar los escalones con la cabeza bien alta. De un modo u otro, lo
descubriría.
>>>♥<<<
― Duerme bien, cariño ― dijo
Jaejoong mientras colocaba a su hijo dormido en la cuna, arropándolo con
cuidado.
Cuando
salió de la habitación, se quedó quieto durante un momento y tomó aliento,
sorprendido de poder mantenerse en pie.
Los sollozos
de Changmin exigiendo su desayuno lo habían despertado poco antes de las cinco
y media de la mañana. Así que mientras le daba de desayunar, lo bañaba y jugaba
con él, había conseguido mantener sus temores a distancia.
Pero
ya habían regresado, dispuestos a atacarlo.
Se
daba cuenta de que iba a tener que decirle a Jung Yunho que Changmin era su
hijo. Aparte de hacer las maletas y salir corriendo, sin saber a dónde, no se
le ocurría otra solución.
Él ya
sospechaba tremendamente y, si él trataba de mentir al respecto, Yunho insistiría
en hacer la prueba del ADN para obtener la verdad. Y eso le proporcionaría más
pruebas en su convencimiento de que él era un mentiroso y de que él merecía la
custodia.
Así
que tendría que decírselo y esperar que le encontrara sentido y que viera que,
el reconocer a un hijo suyo, no haría ningún bien en su relación con su esposa.
Por lo que recordaba de su, por aquel entonces, prometida de ojos negros, no
tenía ni un ápice de compasión.
Se
sentía físicamente enfermo. Recordando. No quería recordar, así que apretó los
dedos contra sus sienes para intentar bloquear todas esas imágenes de nuevo.
Pero no funcionó, y las escenas que condujeron a aquella última noche se
repitieron en su cabeza como una pesadilla interminable.
Él y
los gemelos de cuatro años del señor Valenti, Matteo y Yijool, habían regresado
de la isla el día anterior. Yunho se había marchado el día antes para asistir a
lo que él había llamado una urgente reunión de negocios. Una vez en tierra, el
señor Valenti los había recibido, para deleite de los niños, que no habían
visto a sus padres en cuatro semanas.
Cuando
el helicóptero de la compañía despegó camino de Seúl, el señor Valenti había
suspirado y había dicho:
― ¡Menudo verano! Este año mi mujer y yo no
podremos escapar del calor de la ciudad. Demasiadas reuniones de negocios. La
pobre Jihye se queja de que se está marchitando, y está deseando ver a sus
hijos de nuevo. Le hubiera gustado estar aquí ahora, pero está ocupada
preparando su fiesta de cumpleaños.
Jaejoong
hizo todo lo posible por sentirse compasivo, pero sabía que no podía. Si los
Valenti no se hubieran visto obligados a quedarse sin vacaciones, Yunho, el
hermano de Jihye, no habría tenido que pasarse por la isla para comprobar que el
nuevo niñero se estuviera haciendo cargo correctamente.
Y
entonces no se habrían encontrado el uno al otro, ni se hubieran enamorado
apasionadamente, haciéndose feliz mutuamente. Pero el idilio de la isla había
acabado, y en un par de días iba a regresar a Inglaterra porque la niñera
permanente de los niños ya se había recuperado y los esperaba en el distrito de
Oltrano, al otro lado del Amo, donde residían las familias adineradas de Seúl.
Pero
no había acabado realmente. Yunho no se había declarado con esas palabras, pero
el instinto de Jaejoong le decía que él sabía que estaban hechos el uno para el
otro.
¿Acaso
no le había dicho en su última noche en la isla que lo acompañaría hasta
Londres porque tenían mucho de qué hablar?
De
vuelta en Seúl, en el último día de Jaejoong, Jihye lo invitó a unirse a su
fiesta de cumpleaños, planeada para aquella misma noche. Los invitados que iban
a pasar la noche ya habían comenzado a llegar, entre ellos la espectacular y
glamorosa Jun JiHyun, que viajaba con su
criada.
― Ya no eres el niñero. Hasta que te marches
mañana por la mañana, serás un invitado muy preciado. Por favor, no me
decepciones.
Jaejoong
se vio obligado a aceptar ante semejante invitación, aunque, en condiciones
normales, se hubiera mantenido alejado de un grupo de extraños tan
sofisticados.
Y sólo
por el convencimiento de que Yunho asistiría a la fiesta de su hermana, Jaejoong
se encontró a sí mismo rebuscando entre su maleta algo apropiado que ponerse.
No lo
había visto desde que había abandonado la isla, pero no dejaría que eso lo
pusiera nervioso. Yunho era un hombre ocupado, pero un hombre de palabra.
Confiaba en él sin reservas. Estaría allí esa noche, si no antes, y estaría
encantado de acompañarlo a Londres para hacer planes sobre su futuro.
La
fiesta estaba en todo su apogeo cuando Jaejoong se unió a ella. Aún no había
rastro de Yunho. Él estaba haciendo todo lo posible por no ponerse ansioso ante
su ausencia.
El
gran salón parecía estar vivo con el murmullo de todos los ricos y poderosos
charlando entre ellos. Las mujeres y doceles, ataviados con trajes de diseño y
joyas exclusivas, lo hacían sentir completamente fuera de lugar.
Él
había imaginado que el sencillo traje de algodón color crema con corpiño
ajustado y pantalón sería apropiado. Pero no lo era en absoluto. Estaba
totalmente pasado de moda en aquel lugar, y él se habría retirado de vuelta a
su habitación si Jihye no lo hubiera agarrado del brazo he insistido en
presentárselo a sus amigos, colocándole una copa de champán en la mano.
Jaejoong
estaba a punto de preguntarle a su anfitriona si Yunho iba a asistir cuando lo
vio.
Estaba
bajo el arco de la puerta, hablando con la glamorosa Jun JiHyun. Suspiró aliviado y se odió a sí
mismo por haber dejado que la ansiedad lo embargara.
¿Cómo
se había podido plantear el hecho de si Yunho iba a aparecer antes de su vuelo
de por la mañana? Él lo amaba, y lo que habían compartido había sido especial
para ambos, no sólo una simple aventura de verano.
El
amor lo derretía por dentro. Yunho estaba indescriptiblemente guapo. Llevaba
puesta su chaqueta color crema y unos pantalones oscuros y estrechos, y la
perfección de sus rasgos la dejaba casi sin aliento. Y era de él. Increíble
pero cierto.
Jaejoong
se apartó del grupo con el que estaba para intentar que él lo mirara. Y, como
si hubiese expresado su deseo a todo volumen, Yunho apartó los ojos de la
hermosa mujer, que parecía tenerlo inmerso en una conversación muy seria, y lo miró
a él, manteniéndole la mirada durante un momento, haciendo que su corazón se
acelerase igual que se había acelerado cuando él había aparecido en la cala
desierta aquella noche cálida mientras él salía del agua medio desnudo.
Entonces,
desvió su atención hacia algo que acababa de decir JiHyun mientras le sonreía y
le tocaba el brazo con delicadeza.
Jaejoong
se bebió el champán sintiéndose feliz. Yunho se uniría a él cuando esa mujer
dejara de atosigarlo. Era demasiado educado como para dejarla con la palabra en
la boca.
Pero Jihye
hizo eso por él cuando se acercó, le colocó ambas manos sobre los hombros y le
dio dos besos a su hermano. Yunho sacó una pequeña caja de uno de los bolsillos
de su chaqueta y se la entregó a Jihye. Era su regalo de cumpleaños.
Jaejoong
estaba contemplando la imagen con una sonrisa cuando Jun JiHyun se deslizó hacia él con el sigilo de
una serpiente. Y la analogía se hacía más evidente con aquel vestido negro que
se ajustaba a todo su cuerpo y aquellos ojos negros que brillaban envenenados.
― ¿Puedo hacerte una sugerencia? ― preguntó
JiHyun sin más preámbulos ― Será mejor
que te vayas. Ver a un empleado babeando por mi prometido hace que todo el
mundo se sienta avergonzado. Te pone como una moto, y eso no está nada bien. Sé
que ha pasado tres semanas contigo y con los gemelos en la isla, pero sólo
porque Jihye no se fiaba de tu capacidad como niñero. Y, conociéndolo, seguro
que Yunho flirteó un poco para acabar con el aburrimiento. Va en su naturaleza.
No significa absolutamente nada. Así que haznos un favor a todos, sobre todo a Yunho,
y olvídate de ello, sea lo que sea lo que es «ello». Ya me ha dicho que ha
estado a punto de no venir a la fiesta porque sabía que estarías aquí babeando
detrás de él, como hiciste en la isla, aburriéndolo como una ostra. Pero él y
yo teníamos cosas que ultimar sobre nuestra inminente boda.
Cuando
la mujer se había marchado, Jaejoong se había sentido físicamente enfermo. Aún
podía recordar el sentimiento, cómo él se había quedado con náuseas y sudores
fríos mientras JiHyun volvía a reunirse con Jihye, que había estado admirando
el brazalete de esmeraldas que su hermano le había regalado. JiHyun había
agarrado a Yunho del brazo y le había dicho algo, algo urgente a juzgar por su
cara, algo que había hecho que Yunho frunciera el ceño inmediatamente.
Entonces
los dos habían abandonado la sala y Jaejoong se había sentado en una silla, a
punto de derrumbarse. Así que ni siquiera iba a hablar con él. Estaría
demasiado ocupado con su futura esposa, discutiendo sobre los planes de boda.
Apenas podía comprenderlo.
¿Acaso
toda la pasión había sido mentira? ¿Todo lo que había dicho? ¿Su seducción no
había sido más que un juego para no aburrirse? En aquel momento le había
parecido casi imposible de creer. Aunque, por otra parte, JiHyun no habría
dicho que era su prometida si no hubiera sido verdad. ¿Qué ganaría diciendo
cosas que podrían desmentirse con facilidad?
La
gente había comenzado a mirarlo. Una criatura desgraciada con un traje barato
en un silla y dando la impresión de que su mundo se había hecho pedazos.
Y así
había sido.
Reuniendo
toda su fuerza de voluntad, se había puesto en pie y se había acercado a Jihye
con la necesidad de asegurarse. Puede que JiHyun hubiese mentido. En aquel
momento no se le ocurría razón alguna, pero a veces ocurrían cosas extrañas.
― Es precioso ― dijo
Jaejoong refiriéndose al brazalete.
― Sí. Yunho siempre me ha malcriado ― contestó
Jihye.
― Entonces, también ira a malcriar a JiHyun.
He oído que están prometidos. Ella es preciosa.
― La belleza sólo está a flor de piel ― dijo
Jihye ― Sin embargo, esta unión, que fue el último deseo de nuestro difunto
padre, traerá consigo muchas ventajas ― entonces, con una
sonrisa, cambió de tema― Ven, vamos
a mezclarnos por ahí. Te presentaré a...
― Lo siento ― dijo Jaejoong con un
susurro. Se sentía estúpido por haber albergado la esperanza de que Jihye
negase lo que JiHyun había dicho ― Tendrás
que perdonarme. Me duele la cabeza.
― ¡Oh, querido! ― dijo
Jihye ― ¿Qué puedo hacer? ¿Llamo al ama
de llaves? Estás muy pálido. ¿Tienes algo que puedas tomar?
― Sólo
necesito tumbarme. Por favor, no te preocupes ― se sentía como un
mentiroso, pero la migraña era lo único que se le ocurría para ahorrarse la
angustia de tener que hablar con gente cuando por dentro se estaba muriendo ― Por la mañana estaré bien ― añadió,
sabiendo que, en realidad, pasaría mucho tiempo antes de poder sentirse
medianamente bien.
Con
una última sonrisa consiguió salir de la sala y vio cómo la criada personal de JiHyun
bajaba las escaleras del hall con una extraña expresión de triunfo.
Ignorando
el saludo de la mujer, porque no podía arriesgarse a hablar y echarse a llorar,
Jaejoong se dirigió hacia una puerta que daba al jardín trasero, encontró allí
un banco de piedra y se sentó, dejando que la oscuridad lo envolviera.
¡Qué
ingenuo había sido al creerse las promesas de Yunho! Él era un hombre altamente
sofisticado, provenía de una familia de banqueros muy respetados, era
increíblemente rico, carismático y muy guapo. ¿Cómo iba a plantearse la
posibilidad de atarse con un don nadie que no tenía nada a su favor salvo una
fogosidad ardiente en la cama?
Aquella
certeza lo hizo pedazos por dentro, pero tenía que aceptarlo. No era la primera
persona que se dejaba llevar por un hombre encantador y tampoco sería el último.
No
tenía ni idea del tiempo que se quedó allí sentado. Lo único que sabía mientras
subía por las escaleras del servicio para llegar a su habitación, era que había
perdido su corazón, pero le quedaba la dignidad.
Y, si Yunho
lo buscaba antes de que se marchara por la mañana, se mantendría sereno. Nada
de lágrimas ni recriminaciones. Sólo le ofrecería enviarle una bonita tostadora
como regalo de boda, si es que se dignaba a decirle la fecha del enlace.
Pero
no iba a ir a buscarlo, pensaba Jaejoong mientras se preparaba para irse a
dormir. Era tarde y suponía que la fiesta ya habría acabado. Y Yunho se habría
marchado tras haber ultimado los planes de su inminente matrimonio, sin espacio
en su cabeza para pensar en aquel empleado con el que se había entretenido para
pasar los días en la isla privada de su familia.
Tenía
que aceptarlo, reconocer que había sido utilizado por un maestro de la
seducción, tratar de olvidarse del dolor y seguir con su vida.
Tragándose
los sollozos, abrió la maleta y metió dentro el traje de cualquier manera.
Nunca
volvería a ver a Yunho. Amarlo se había convertido en todo su mundo y, a pesar
de lo que le habían dicho esa noche, no podía acabar con eso. Se giró hacia la
cama, odiando la perspectiva de pasarse la noche llorando, y entonces se
sobresaltó al notar cómo la puerta se abría de golpe.
Jun JiHyun estaba en el marco de la puerta
mirándolo con desprecio. De detrás de ella surgió Yunho, que entró en la
habitación. Se había quitado la chaqueta y llevaba la camisa de seda abierta a
la altura del cuello, revelando su piel bronceada, esa piel que había sido su
perdición.
Pero
tenía la cara pálida y los ojos tristes. Su boca sensual era una línea recta y
severa en el momento en que su prometida estiró el brazo, señalando la maleta
de Jaejoong.
― ¡Ábrela!
Estará allí. Si no, registra cada centímetro de la habitación.
― ¿Qué crees
que estás haciendo? ― preguntó Jaejoong en
total desventaja, llevando una de las camisetas viejas que usaba para dormir y
con el pelo suelto, y sabiendo que su pregunta había sonado más como la de un
niño asustado que como la de un adulto enojado.
JiHyun
lo ignoró, avanzando hacia la maleta y golpeándola con un zapato.
― Se han
hecho algunas acusaciones ― dijo Yunho.
Entonces
se giró y apareció en la puerta la criada de JiHyun. Jaejoong no tenía ni idea
de lo que estaba sucediendo pero, fuera lo que fuera, no le gustaba.
― ¿Qué acusaciones, Yunho?
― ¡Que me has robado! ― exclamó
JiHyun con odio ― Filomena,
repite lo que viste para que no haya lugar a dudas.
El
discurso en coreano que siguió fue imposible de seguir. Jaejoong sólo era capaz
de entenderlo si se hablaba lenta y claramente. Además, ¿cómo podía
concentrarse cuando la cabeza le daba vueltas ante semejante acusación?
― Filomena dice ― comenzó
a traducir Yunho ― que te ha
visto salir de la habitación de JiHyun hace un par de horas. Cuando te
preguntó, pensando que estarías buscando a JiHyun, te negaste a contestar.
― Yo no me he acercado a su habitación ― dijo
Jaejoong acaloradamente ― Si ni siquiera
sé cuál es. ¡Yo no he robado nada!
Yunho
prosiguió como si él no hubiese hablado.
― JiHyun había dejado su joyero abierto sobre
el tocador. Al irse a dormir se ha dado cuenta de que le faltaba una pieza muy
valiosa. ¿Una gargantilla de diamantes? ― le preguntó a JiHyun.
Ésta asintió apretando los labios y Yunho volvió a dirigirse a Jaejoong ― Llamó a Filomena para preguntarle si ella lo
había cambiado de sitio y le dijo que te había visto salir de su habitación
mientras todos estaban en la fiesta.
― ¡Yo no me he llevado nada! ― exclamó
Jaejoong al borde de su paciencia ― ¿Cómo
puedes creer que sí?
¿Cómo
podía? Incluso tras haberle mentido, utilizado, después de aquellas largas
noches de pasión, cuando le había hecho creer que era feliz, después de esas cenas
íntimas para dos, ¿al menos no lo conocía lo suficiente como para saber que era
sincero?
Su
ceño fruncido se incrementó cuando Filomena se inclinó para abrir la maleta. Jaejoong
se acercó para detener aquella invasión a su privacidad, pero la mano de Yunho
lo detuvo.
― Siento mucho todo esto ― dijo
él ― No hay nada que temer. Te lo
prometo.
Pero
sí que lo había. Jaejoong lo sabía en su interior. Lo habían engañado. ¿La
criada? ¿JiHyun? Parecía totalmente ridículo, pero supo que era una realidad
cuando Filomena comenzó su discurso triunfante y se puso en pie mostrando la
joya en su mano.
Después
de eso, Jaejoong se quedó demasiado sorprendido como para decir nada más en su
defensa, ni siquiera cuando Yunho le preguntó:
― ¿Y bien?
Jaejoong
sabía que Yunho se creía lo que veían sus ojos, y eso, sabiendo que además iba
a casarse, había conseguido tirar su amor a la basura como un billete de
autobús utilizado. Era lo último que necesitaba para que su cerebro dejase de
funcionar.
― ¿Nada que decir? ― insistió
Yunho mirándolo fijamente. Entonces se dio la vuelta y se marchó.
Su
futura esposa había quitado la llave de dentro de la puerta.
― Me aseguraré de que salgas cuando el
conductor venga a buscarte por la mañana para llevarte al aeropuerto. Puedes
estar agradecido de que no esté de humor para presentar cargos. Sería un placer
saber que estás entre rejas, pero tengo que pensar en mi boda, y ése es todo el
placer que necesito en este momento.
Jaejoong
se tragó el nudo que sentía en la garganta, preguntándose si, después de todo, él
y Changmin deberían intentarlo. Encontrar algún lugar donde esconderse hasta
que Yunho se rindiera y regresara a Corea, con su mujer.
Recordar
todo aquello le había hecho perder el sentido de la proporción, y se obligó a
sí mismo a reunir lo que le quedaba de sentido común. Salir corriendo sin lugar
a donde ir sería lo peor que podría hacer por su bebé.
Se
acercó a la ventana y miró a la calle con la esperanza de que Yunho se cansara
y no regresara. ¿Para qué querría un banquero aristocrático y su mujer un hijo
ilegítimo? ¿O de qué les serviría la mala publicidad que les daría la lucha por
la custodia?
Changmin
era su hijo. Seguramente él se daría cuenta de que sería un crimen separarlo de
su eomma.
Pero,
por otra parte, diría que él no estaba preparado para criar a un niño. Entonces
cambió de opinión y deseó que apareciese pronto para poder zanjar el asunto
cuanto antes. Sólo entonces podría empezar a buscar una solución a su situación
actual.
Y
entonces lo vio, aproximándose a la puerta de la calle con paso decisivo e
intimidante. El corazón le dio un vuelco y, en un impulso desesperado, Jaejoong
abrió la puerta del piso y corrió escaleras abajo para encontrarse con él.
Sabía que estaba siendo irracional, tratando de mantenerlo lo más alejado
posible del niño, y, en su carrera para evitar que abriese la puerta, tropezó
con algo y cayó al suelo.
Yunho
subió los escalones y abrió la puerta de la calle. Tuvo que morderse la lengua
para no hacer ningún comentario cáustico al ver al eomma de su posible hijo
tirado en el suelo, despeinado y mirando asombrado el viejo cochecito de bebé.
Él
estiró la mano pero, ignorando ese gesto, Jaejoong se puso en pie sin ayuda.
― ¿Me has traído de vuelta el carrito?
Él
asintió con la cabeza. Recordaba aquella mirada perfectamente, aquellos ojos
grandes e inocentes, claros y directos. Había sido todo parte de su
interpretación. Sólo tenía que recordar eso para volver a despreciarlo.
― No personalmente ― dijo
él con frialdad― Yo no me
dejaría ver ni muerto con una cosa así por la calle, pero tú pareces tenerle
cariño, así que he hecho que te lo devuelvan.
Jaejoong
lo miró con los ojos muy abiertos. Le había hecho un gran favor. Era un gesto
que le pegaba mucho al hombre del que una vez se había enamorado, pero no tenía
nada que ver con el hombre que había resultado ser. Había engañado a su
prometida, había seducido y engañado también a un empleado, prometiéndole un
futuro juntos y todas esas cosas y creyendo la palabra de cualquiera antes que
la suya. Y no podía olvidarse de cómo había contactado con la agencia y se
había asegurado de que no volviese a trabajar de lo suyo.
Pero,
sin embargo, le había hecho un favor, y no pudo menos que decir:
― Gracias.
― Tienes algo que decirme.
Por que?? esta tan bueno el capitulo que lo siento tan cortito
ResponderEliminarmuchas gracias por un capitulo más esperare con ancias el siguiente.
En la mejor parte terminó 😭💔la espera sera larga pero se que valdra la pena.... Gracias por el cap.😘
ResponderEliminarEntonces había sido JiHyun y su empleada quienes le tendieron la trampa a Jae. y JiHyun de alguna manera hizo q Yunho se decepcionará de JaeJoong antes de la trampa del robo.
ResponderEliminarMe da cólera esa harpía.
Gracias por el cap amiga ^.^ estaré atenta al próximo capitulo 👏😘
Malditas Jihyun y su sirvienta,arruinaron la vida de Jaejoong; Yunho tendrás que hacer muchos méritos para volver a recuperar a Jae.
ResponderEliminarGracias estuvo genial el capítulo, tanto así que lo sentí tan corto, espero la continuación con ansias
Que hará Yunho ahora que sepa que Changmin es su hijo, ojala Yunho no sea cruel con Jae y que crea o por lo menos investigue a fondo lo del robo.
ResponderEliminarQue emocionante está, gracias!!!
Me gusta mucho esta historia, esperaré el proximo capítulo con ansias 😉
ResponderEliminarBueno ya sabemos que la maldita de Jihyun le tendio una trampa a Jae ...pero que Yunho le creyera es otra cosa è.é espero que Jae no se lo deje tan facil!! Ya quiero leer el siguiente cap xd este se quedo en lo mejor(?)
ResponderEliminarNo se por que pero algo me dise que Yunho le contó a esa lo de Jae y que se enamoró de el y pop e eso armó todo esto para desacreditar a Mar ante los ojos de Yunho y así esa quedarse con el espero que Yunho ahora que esta de nuevo con Jae se de cuenta de la verdad por que Jae es inocente y merese ser amado
ResponderEliminarGracias
Por no creerle a jj , yh merece sufrir
ResponderEliminarOjala que haiga un galán para jj y así a yh le de cólera por los celos
Pobre de jj , interesante cap
Gracias
Nooo!! Pobre Jae, ya odio a esa tipa.
ResponderEliminarEstúpido Yunho, cómo dudo de Jae (estaba la supuesta evidencia) pero si lo amaba, mínimo dudar y escuchar la versión de JJ.
Muy buen capítulo, gracias por la actualización :D
POBRE JAE SIEMPRE LE TOCA LIDIAR CON ESTAS MALVADAS,ESPERO QUE YUNHO NO LE SAQUE A SU BEBE...GRACIAS
ResponderEliminarPobre Jae,JiHyun le puso una trampa y Yunho lo creyo y dejo sin trabajo a Jae,le dira la verdad???
ResponderEliminarUn Banquero super audas e inteligente dejó que una vibora lo engañara... Increible. Jae tiene toda la razón en dudar de su buena boluntad ya que habiendole bajado las estrellas para llevarlo a la cama. Lo desdeño crellendolo un ladrón y farsante. Pero tiene razón en que no puede reclamar a ChangMin ni su derecho de ya que en primera de cambiós lo miró como poca cosa junto con su omma Jae tiene que sacar el coraje u decirle sus verdades.
ResponderEliminarSolo diré, eso un cliché porque siempre lo creen.... XD
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