“Mi Rey nunca me llevó a sus habitaciones.
¿No era mejor que un sucio secreto? pero no. Mi Rey me ama. Me ha disfrutado
tanto durante muchos años. Es ese príncipe sucio. Tan pronto como me deshaga de
él, mi Rey será mío de nuevo.
Sólo mío.”
>>>♥<<<
Yo esperaba un guerrero, un bruto de
hombre, alguien quien me tirará en la cama y me hiciera cosas despreciables.
Esperaba un rey que no se preocupará por mí en ninguna forma y sólo me tratará
como a una posesión capturada.
Pero todo lo que había visto hasta este
momento me mostró algo diferente. Pedía, preguntaba. Preguntaba y explicaba.
¿Podría ser un tan insensible gobernante como mi padre siempre lo había descrito?
Mis pensamientos tiraban en la dirección
de lo que sabía, arraigados y taladrados en mí a lo largo de los años pero mi
instinto se rebeló contra ello. El pasado era pasado. Mi padre se había ido, mi
reino no era mío nunca más, y todo lo que había conocido antes estaba muy lejos
de lo que mi futuro estaba destinado a ser. No podía permitirme el lujo de
permanecer en lo que una vez fue, y ciertamente no podía permitirme el lujo de
tener a mi marido como un enemigo.
Así que vacilante, con las rodillas casi
cediendo bajo mi peso, crucé la distancia entre nosotros. Erguí mi espalda y,
aunque apenas le llegaba al pecho, yo estaba allí y era lo que había
conquistado.
Alargó la mano hacia mí, sus dedos
vacilantes frente a mi pecho, pero cuando no pude decir nada, tomó la tela a
buen recaudo por encima de mi corazón y me desenvolvía como a un regalo. La
camiseta era apenas un obstáculo y antes de saberlo, mi torso estaba desnudo
frente a él.
― Realmente eres tan hermoso como dicen. ― Arrastró sus dedos sobre mi
clavícula, haciéndome temblar. Apartó el pelo de mi hombro y presionó un beso
contra mi cuello. ― Dime, Jae, ¿por qué insististe en un
contrato? ― preguntó el rey, mientras sus dedos buscaban
mis pezones.
No era justo hacer una pregunta, mientras
tocaba un cuerpo que nunca había sido tocado de tal manera, y mi respuesta
reflejaba la injusticia de su investigación. ― No quería de ser una puta ― Di un grito ahogado. ― No quería
ser vendido.
Se congeló en su lugar, sus dedos
todavía rodeando mi pezón pero inmóviles, tan inmóviles. ― Nunca te
habría vendido. Uralain no quiere decir puta. ― Parecía enojado lo suficiente como
para sacarme de mi estupor y para dar un paso fuera de su cuerpo.
― Tienes muchos que te satisfacen. Muchos que
están celosos y que desearían lastimarme. Sin embargo, me habrías colocado con
ellos, llamándome sólo cuando desearás un servicio. No podría haber obtenido el
pago por ese servicio, pero sería provisto de una habitación y sustento. ¿Dime
cómo eso no es lo mismo? Podría haber dicho que sí, si no fuera por mi
posición. No puedo ser ciego e ignorar mi estatus en este mundo. Era un
príncipe, y aunque era sólo de nombre,
mi pueblo, así como el tuyo, me ven, como la fuerza detrás de todo lo que han
ganado o que ha caído sobre ellos. Fue protegido del contacto, el conocimiento y
de la gente. Dime ¿cómo podría haber aceptado ser utilizado como a alguien que se crió en esa
vida, a quien se le permitió todo lo que se me ha negado? ― Me agaché rápidamente y recogí la
tela que una vez estuvo a mí alrededor, presionándola contra mi pecho
descubierto.
El silencio fue largo y opresivo. El rey
se negó a mirarme y traté, sin éxito, de envolver de nuevo la maldita tela
alrededor de mi cuerpo. No era de extrañar que los Rising Sun necesitaran
ayudantes para bañarlos y vestirlos. Inventaron ropas imposibles de poner, sin
otras dos personas sosteniendo tu mano.
― Lo siento ― Sus palabras rompieron el silencio y me hicieron levantar la mirada
hacia el rey ― No sé de las formas de tu reino. En Rising
Sun, un príncipe se eleva a ser príncipe desde una edad temprana. Domina el uso
de armas, aprende política, ciencia, y los fundamentos de la curación. Si él
está dotado con magia, se le enseña cómo usarla por los mejores maestros en el
reino y tan pronto como esté listo, participa en las decisiones relacionadas a
su reino. No sabía de tu educación fue diferente.
Me sonrojé otra vez, queriendo
interrumpir la lista de mis muchos defectos, pero el rey la siguió casi
inmediatamente. ― Mi consejo y yo estábamos bajo la impresión
de que eras el responsable de las decisiones de tu padre, que dirigiste los
ejércitos a puerta cerrada y que él era sólo la mano aplicando tus órdenes.
Pero eso no fue así, ¿lo fue?
Miré hacia abajo de nuevo, tomando una
respiración profunda. ― Mi padre me encerró en una habitación,
dándome limitada salidas, y eligió mi vida por mí. Que iba a aprender, que
libros debía leer. Los ayudantes en mi palacio saben más acerca de la guerra y
la política que yo. ― Hice
una pausa, eligiendo mis palabras cuidadosamente. ― Lo siento por no ser lo que deseabas que yo
sea.
Su concentración se rompió regresando a
mí y apresuró sus palabras. ― No lo
sientas. Estoy mucho más satisfecho con lo que obtuve que lo que había estado
esperando.
Le sonreí, genuinamente feliz con su alabanza.
Pero desde que estaba tan dispuesto a
dar información, tenía algunas preguntas propias. ― ¿Por qué aceptaste el contrato?
Por una vez pude ver lo que estaba
pensando sobre su cara, y era un debate. Alguna lucha interna acerca de lo que
yo estaba dispuesto a escuchar y lo que no. ― Yunho. Llámame Yunho mientras estemos solos.
Deseo escuchar mi nombre en tus labios, ― sonrió.― Pero antes de que protestes, responderé tu
pregunta. Fue la posibilidad de un heredero.
Había asumido algo así. Estaba aislado,
pero sabía que aún las mujeres se resistían a concebir un hijo de nuestros dos
reinos. Cada niño tenía una buena oportunidad de matar a su madre o al padre, y
mientras la gente sin linaje noble aceptaba
el riesgo más libremente, aquellos con monedas y un título preferían vivir una
vida larga e infundida de riqueza. Aún así, era todo lo que sabía sobre el
tema.
― Bueno, lo puedes conseguir. Me dijeron que
el riesgo era mayor para el padre que para el niño. Así que si lo hago y
terminó muriendo, tendrás tu heredero. ― Era un escalofriante tema, porque no me quiero morir exactamente. Yunho
parecía tener el potencial para ser un marido cariñoso, y la vida con él no
parecía más un destino tan oscuro.
― Lo siento ― dijo.
Me tuve que reír. ― Deja de
disculparte. No es tu culpa. Estabas tratando de proteger tu reino, y eso era
lo correcto.
― Un niño de nosotros dos traería la unidad a
nuestros dos países que nunca han tenido. La paz ha sido siempre tan frágil,
dependiendo de la voluntad de los gobernantes. Pero si los gobernantes tienen
un heredero de ambos reinos, no habría ninguna razón para la guerra. ― Yunho sonaba emocionado mientras
hablaba, y podía compartir un poco de su entusiasmo. Entonces su mirada se
desvió hasta la tela que aún sostenía contra mi pecho. ― Debemos
seguir adelante con esto. Exigirán una actuación pública en los próximos días,
y no quiero que tu primera experiencia sea delante de los ojos de todo el consejo.
Palidecí y me tambaleé, casi cayéndome
al suelo.
Yunho me atrapó, pero nada podría haber
detenido mis palabras.
― ¡No puedo! No es correcto ser desnudado
frente al consejo. ― Yunho
levantó mis piernas completamente cuando dejaron de funcionar.― Avergonzaré
a todo mi reino. ¡No puedo hacerlo! ― Agarré la tela aún en mis manos. ― Tengo que implorar a mi propio consejo,
pedir que intervengan. ¡Tu gente es bárbara! ― Casi grité cuando un terrible pánico me apretó el corazón.
― Shh... Todo está bien. Lo haremos hoy, por
si acaso, y voy a hablar con el consejo, a ver si podrían renunciar a esa
costumbre, o al menos aplazarla hasta que estés más cómodo con ello. ― El rey me sostuvo contra su pecho
desnudo y todo lo que podía pensar era en una habitación llena de extraños
mirándome en su cama.
― ¿Puedes hacerlo? ¿Te escucharán? ― Toqué su hombro y miré a sus
profundos ojos marrones. Tan cerca.
― Haré que escuchen. Si terminas con un niño,
tendrán su prueba.
Lo abracé entonces. No fue consciente, o
planeado, sólo algo que habría hecho con Junsu, y necesitaba ese consuelo.
― Ven, llevemos esto a la cama ― dijo, pero no espero a que estuviera
de acuerdo. Me levantó con seguridad en sus brazos mientras se levantaba.
Estaba tan alto que casi me sentía más cerca de las estrellas, y me llevó a las
sábanas de colores.
― ¿Puedo ver el resto de ti? ― preguntó, haciéndome sonrojar y
olvidarme del concilio.
― Sí ― susurré, ocultando mi rostro detrás de las palmas de mis manos.
― Tu cuerpo no es nada de qué avergonzarte.
Quiero verte, marcar las diferencias entre nosotros, ver lo que hay en tus
pantalones. Soy curioso y te quiero. ¿No te gusta saber eso?
Todavía estaba sonrojado y rehuía, pero
no pude mentirle. ― Sí.
― ¿No me miras entonces?
Podría haber rogado y hubiera tenido
menos impacto que la suave voz que había usado en mí. Por supuesto que miré, a
todo lo largo de su cuerpo, donde su polla colgaba tan increíblemente larga y
gruesa, donde sus músculos se flexionaban bajo su peso y donde sus piernas
enmarcaban la mía, tan cerca, pero aún lejos de tocarse.
― Eres exquisito ― murmuró mientras bajaba sobre mí,
presionando todos los músculos duros a lo largo de los planos más suaves de mi
cuerpo. Yunho tomó ese primer beso de mí, tomó mis labios con los suyos.
Conquistó mi lengua en una práctica, en un duelo desigual y me metió en mi
primer combate de pasión.
Yunhoooooo¡¡¡¡ Sabía que no eras el barbaro Rey que había que temerse. ÉL FUE TAN LINDO¡¡¡ Jae lo cautivo¡¡¡¡ ok todo iba bien... hasta eso de hacerlo en público??? pues si no es premier de peli porno señores...(>¤<). A que después de tener a Jae no querra que nadie más aprecie la belleza de su cuerpo. mmmm No sé... creo que tengo una idea de quien puede ser la personita que no esta co forme con Jae en brazos de Yunho....
ResponderEliminarParece que le va bien la cosa
ResponderEliminarYunho siendo dulce gentil y tierno con Jae tiene que ser esta sera su primera ves en todo lo relacionado en el amor y placer del matrimonio y no lo tiene que asustar si no hacerlo disfrutar a lo grande su momento
ResponderEliminarGracias
Que hermoso es Yunho ante la inocencia de Jae, su príncipe.
ResponderEliminarGracias !!!