—Como excusa, no me vale —le dijo Yunho en tono seco.
—Y eludir la pregunta no te hará ganar ningún punto conmigo
tampoco
—se defendió Jaejoong, que se puso derecho para enfrentarse a él en igualdad de
condiciones— Sabes muy
bien que no me dijiste que estabas casado, y eso es inexcusable…
—No estoy casado —lo interrumpió Yunho.
— ¿Estás divorciado…? —Jaejoong vaciló involuntariamente mientras
llegaba a esa conclusión; parte de su rabia se disipó, muerto de pronto de
curiosidad, de modo que le costó trabajo disparar la frase siguiente— ¡Pero debías de estar aún
casado cuando viniste a Japón!
—No.
Jaejoong esperó que él
añadiera alguna clase de explicación, pero esa palabra parecía lo único que iba
a salir de sus labios.
—No creo que pueda creerte… ― Yunho se encogió de hombros.
—Tengo el derecho a saber…
—No tienes derecho a saber nada de mi matrimonio —respondió Yunho, que
lo miraba con desdén. Jaejoong se puso muy pálido.
—No tienes ninguna razón plausible para dudar de mi palabra tampoco — añadió él. Jaejoong
consiguió hablar.
— ¡Pues claro que la tengo!
Yunho levantó una mano
delgada y morena para silenciarlo.
—No tengo tiempo para esto. Si no hubieras tenido esos niños,
ahora no estarías en esta casa.
— ¿Acaso imaginas qué pensaría lo contrario? —Jaejoong estaba rígido
de tensión— No puedo
decir que en el banco me dieras una bienvenida muy calurosa.
—Ya sabes lo que quiero decirle. Anoche escuchaste mi
advertencia y me juraste que no habías
hablado con la prensa. Me cuesta creer que tuvieras tanta frescura, pero me
mentiste…
— ¡No es cierto!
—Silencio —dijo Yunho con gélido énfasis— Anoche no confié del todo
en ti, pero quería concederte el beneficio de la duda. No volveré a cometer el
mismo error. ¿Cómo has podido ser tan estúpido cómo para traicionarme cuando en
realidad dependes de mí?
Aturdido por el ataque,
y con el orgullo pisoteado hasta un punto
insospechado. Jaejoong aspiró hondo.
— ¡Ni dependo de ti ni lo haré jamás! Soy mucho más independiente
que todo eso…
— ¿Venderle historias a un periodicucho te parece ser
independiente? —se burló Yunho.
Jaejoong se puso
colorado y apretó los puños de rabia.
—No se le ocurra echarme nada encima —le advirtió Yunho en
voz baja.
La vergüenza y la rabia
lo consumían, puesto que esa provocación le parecía un golpe muy bajo.
—No pensaba hacer nada de eso.
— ¿Ah, no? —Él arqueó una ceja— Me da la impresión de que cuando tienes las de
perder en una discusión empiezas a lanzar cualquier cosa.
—No estás discutiendo conmigo, sino burlándote de mí; y soy
capaz de estar por encima de todo ello y…
—Vas a necesitar una escalera muy larga para elevarte por encima
de la vulgaridad de tu estatus actual —añadió en tono frío y ofensivo.
Jaejoong alzó una mano
con gesto de furia.
—Por supuesto, no se te ha ocurrido que tal vez no haya sido yo
quien haya vendido esa historia al Globe.
Yunho soltó una risa
sardónica.
— ¿Oye… eso que se ve por la ventana es un unicornio?
—En este momento me estás recordando todas las cosas que odiaba
de ti
—lo atacó Jaejoong.
Yunho le echó una
mirada de ardiente desprecio, y la rabia surgió en él con facilidad explosiva.
Su profunda arrogancia, la convicción de que era de una naturaleza superior, y
esa insolencia que literalmente parecía exudar le provocaba una rabia tan
intensa que lo aturdía. Pero luchó para controlar su contrariedad porque sabía
lo mucho que él valoraba su intimidad; una intimidad que había sido violada por
el Globe. Y lo que era más, aunque él
no se hubiera beneficiado de ello, se sentía responsable por lo que había hecho
su amigo.
—Anoche te dije la verdad cuando negué haber hablado con ningún
periodista. Entiendo que estés enfadado…
— ¿Por qué iba a estar enfadado? —pronunció Yunho en
tono dulzón.
—Y siento lo que ha pasado…
—Decir que lo sientes es gastar saliva. Pasará mucho tiempo
antes de que me olvide de este episodio.
—No fui yo quien vendió esa historia… Fue mi amigo, Junsu —confesó
Jaejoong con pesar.
—En el césped veo una manada de unicornios —murmuró Yunho con
claridad— ¿Por qué me
estás contando todas esas tonterías?
Jaejoong apretó los
dientes.
—Lo diré sólo una vez más. No fui yo.
—Me tomaste unas fotos en Japón sin que yo me diera cuenta —lo condenó Yunho— El que hoy hayan salido en el Globe confirman tu culpabilidad.
—Fue con la cámara de un teléfono… una tontería por mi parte…
Sintió angustia sólo de
pensar en lo desesperado que había estado en su día por tener una foto de él.
—Son fotos robadas…
— ¡Oh, cállale! —El dolor y la rabia se mezclaron en su
interior, acumulándose cómo el vapor de una olla a presión que empezara a
soltar vapor sin aviso alguno— Es cierto, estaba enamorado de ti, obsesionado, y te perseguía
a escondidas cómo un chiquillo, para poder sacarte un par de fotos ridículas
con mi teléfono… ¡Olvídalo ya!
Él se sonrojó
suavemente.
—Y esas fotos aparecieron en ese asqueroso artículo…
— ¿No crees que eres afortunado de que no tomara ninguna más
reveladora? Tu problema es que en realidad no sabes lo que es un verdadero
problema, así que pones el grito en el cielo por tonterías…
— ¿Tonterías? —Yunho le echó una mirada de pura incredulidad— Según ese periodicucho,
rocío a mis amantes con champán francés y después me los tiro en bañeras de
espuma… Eso cuando no los estoy obligando a vestirse de criadas francesas para
excitarme.
—Estás de broma…
Jaejoong lo miró
horrorizado porque, aparte del titular relacionado con su estado civil, no
había leído el artículo del Globe.
— ¿De qué te quejas? —le preguntó con rabia— Todos los hombres pensarán
que eres un machote, pero yo quedo de fácil.
Aunque estaba
totalmente desconcertado con su actitud, Yunho no cedió ni un milímetro.
— ¿Y quién tiene la culpa de eso? Tú mentiste para vender esa
bazofia.
Jaejoong sintió que
algo se rompía dentro de él. Su angustia y desesperación provocadas por su
negativa a creerla alcanzaron un nivel tan alto de emoción, que se dio cuenta
de que no podía hablar. Así que en lugar de eso, sólo pudo levantar manos con
gesto angustiado.
—Jaejoong…
Se dijo que debía
ignorarlo, y por ello se dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta.
— ¿Qué haces?
—Me largo.
— ¿Adónde crees que vas? —le preguntó Yunho con creciente incredulidad.
Jaejoong abrió la
puerta.
— ¡Al sitio de donde he venido!
Con un movimiento que lo
tomó por sorpresa, Yunho lo alcanzó con facilidad y cerró la puerta de nuevo.
— ¿A qué crees que estás jugando? —Jaejoong se volvió
hacia él con rabia— ¡Yo aquí no me quedo!
—En este momento, no tienes una opción mejor. ― El desafío iluminaba
sus ojos verde esmeralda.
—No me puedes obligar a quedarme… ¿Y quieres saber algo? ¡Ojalá
hubiera vendido yo esa historia! Es lo que merecías. Pero me educaron demasiado
bien cómo para hacer algo así. No tuve el valor de hacerlo.
—Si eso fuera cierto, entonces te debería una disculpa. ¿Pero de
dónde sacó tu amigo las fotos?
—Junsu todavía tiene muchas cosas mías en su apartamento. Entre
esas cosas estaban las fotos.
—Pero había ciertas cosas que sólo tú sabías…
—Era mi amigo… Así que hablé con él… le conté cosas —respondió Jaejoong a
la defensiva.
Él arqueó la ceja.
—Caramba… ¿Qué hay de la discreción?
— ¡No soy tan inhibido cómo tú!
— ¿A quién llamas tú inhibido? —Yunho se plantó tan cerca de él, que no
habría podido ni darse la vuelta para abrir la puerta— ¡Tú sólo haces el amor a oscuras, con las luces apagadas, las
cortinas cerradas y tapado hasta la cabeza!
Rojo de vergüenza, Jaejoong
retrocedió y se topó con la puerta.
— ¡Apártate de mi camino, Yunho!
—No. En este momento estoy pensando en los dos. ― La rabia se reflejaba
en su rostro sofocado.
—Dime que no le he oído decir eso que has dicho…
Yunho apoyó sus manos
delgadas y morenas a ambos lados de su cabeza, de modo que él no pudiera
escapar.
—Lo recuerdo todo cómo si hubiera sido ayer —susurró en voz baja y
ronca—
Te enfadas tanto, que no piensas en lo que haces…
—Y tú eres la voz de la sensatez, la voz llena de desprecio que
todo lo sabe, ¿verdad? —susurró Jaejoong con furia mientras se ponía de puntillas
para poder lanzarle mejor esas palabras
de desdén.
Su mirada ardiente
estaba llena de apreciación masculina. A él se le encogió el estómago, y un
calor empezó a extenderse por su vientre.
—Sé lo que quieres ahora…
A él se le quedó la
garganta seca, mientras el corazón le latía alocadamente en el pecho.
—Es sólo lo que crees tú. Siempre te crees que vas un paso por
delante de los demás.
—Si no fuera un paso por delante de los demás, tú estarías al
otro lado de la puerta en este momento.
Yunho le acarició los
hombros. Él se estremeció, con sus ojos verdes esmeralda fijos en los suyos con
una anticipación que no podía ocultar. Tan sólo con él había experimentado esa clase de comunicación no verbal; y sólo él le hacía sentir unos impulsos
tan intensos.
—Por favor… no… —susurró Jaejoong con voz temblorosa,
aspirando rápidamente mientras con
desesperada urgencia trataba de dominar sus sentimientos.
Sabía que debía
empujarlo, pero no se fiaba de sí mismo si tenía que tocarlo. Incluso mientras
él sujetaba su cuerpo delgado, él seguía siendo extraordinariamente consciente
de la turgencia de su pecho y del anhelo casi insoportable que crecía en sus
entrañas.
— ¿No qué? —murmuró Yunho en tono suave cómo el de un tigre
ronroneando, con los cinco sentidos puestos en él— Si quieres que
me aparte, me lo dices.
Sus ojos de aquel tono
dorado oscuro poseían un brillo tan ardiente y luminoso cómo la luz del sol al
atardecer. Sabía que él no iba a decirle que se apartara. La rabia surgió en él
cómo la erupción de un volcán, pero también él lo sabía. Le picaban las palmas
de las manos de las ganas que tenía de abofetearlo por su audacia. Pero cuando se fijó en sus facciones
delgadas y morenas, en aquel rostro apuesto, una respuesta primitiva echó a perder
cualquier pensamiento lógico.
Yunho sonrió, y el
corazón empezó a latirle más deprisa. Sus dedos largos y ágiles le agarraron del mentón, y de un
modo casi imperceptible Yunho se acercó más a él. Le rozó la comisura de los
labios con su boca grande y sensual. Entonces inclinó la cabeza, dejó caer las
manos a su cintura y lo elevó con una osadía que desplegó un río de ardiente
deseo por todo su cuerpo.
—Hananim… Te deseo.
—No podemos… no debemos… —susurró Jaejoong mientras él lo tumbaba con
delicadeza sobre un sofá y se inclinaba encima de él.
Pero un apetito intenso
cómo una luz cegadora nació en sus entrañas, y sin poderse contener, Jaejoong
extendió los dedos entre sus sedosos cabellos negros. Tiró de Yunho hacia él,
dominado por una avidez incontrolable que no prestaba atención alguna a
advertencias más sensatas de su debilitado razonamiento.
El saboreó su generosa
boca de labios rosados y carnosos con la provocativa sensualidad inherente a su
persona.
—Detesto los vaqueros, cariño — le recordó Yunho en
tono ronco, mientras paseaba una mano sobre su muslo esbelto bajo la recia tela
de los pantalones.
Su segundo beso fue
lento y profundo, y él se estremeció violentamente, respirando entre jadeos y
gemidos. Yunho se retiró de él con la gracia y la seguridad de un cazador que
disfrutaba de la caza y le sacó la camiseta por la cabeza, dejando su delgado
cuerpo al descubierto.
—Yunho —susurró él con un hilo de voz, al borde de una emoción tan
intensa que le daba miedo.
—Tu piel es tan blanca…
Con esos ardientes ojos
dorados fijos en él, Yunho terminó de quitarle la prenda que lo ocultaba de él.
Cuando por fin terminó de descubrir su pecho un tanto turgente y redondo y sus
hermosas piernas, un gemido de apreciación masculina brotó de su garganta.
Al otro lado de la
habitación, sonó el móvil.
—Ignóralo —le dijo él en tono ronco.
Pero el teléfono no
dejaba de sonar, y cuando por fin se quedó en silencio, se oyeron unos suaves
golpes a la puerta. Yunho maldijo entre dientes en coreano, se levantó del sofá
y se pasó la mano por la cabeza con evidente
frustración.
—Hagas lo que hagas, no te muevas… Y no empieces a pensar, Yobo.
Durante varios segundos
él permaneció obedientemente tumbado, todavía dando vueltas en el torbellino de
emociones que él había desatado en su interior.
Pero entonces, el murmullo de voces al otro lado de la puerta del otro
extremo del salón lo sacó de su sueño de sensualidad. Jaejoong se incorporó y
se puso derecho. Temblaba cómo una hoja por dentro y por fuera. ¿Cómo era
posible que se hubiera olvidado de sí mismo hasta tal punto? Su cara se fue
sonrojando poco a poco. ¿Cómo podía haberse tumbado allí deleitándose con lo
que él la hacía sentir, cómo si el pasado no
importara?
Con su esbelto y
apuesto rostro marcado por la tensión, Yunho cerró de nuevo la puerta.
—Aparentemente, la niñera que contraté tiene problemas con Yoochun
y Changmin. No puedo creer que los niños no puedan pasar sin ti cinco minutos.
O tal vez sea que mi personal haya contratado a una niñera demasiado
quisquillosa…
Jaejoong se sintió
todavía más culpable.
— ¿Dónde están?
—El ama de llaves te llevará adonde están ellos.
Cuando Jaejoong pasó
junto a él para abrir la puerta de nuevo, Yunho le tomó la mano inesperadamente
y le volvió hacia él con la facilidad con la que habría agarrado un juguete.
—No me hagas esperar mucho…
Jaejoong se puso tenso,
negándose a mirar sus ojos ardientes.
—No quiero que ocurra nada entre nosotros… ¿de acuerdo? Es algo
por lo que ya he pasado.
—Y algo que estás deseando volver a hacer —añadió Yunho.
—No, lo digo en serio. No me gusta estar en tu casa —reconoció Jaejoong
con tirantez— Me siento mal. Me sentiría mucho mejor estando solo…
— ¿Solo? —repitió Yunho en tono seco.
—No pertenezco a este lugar. No me gusta estar contigo…
—Debo corregirte… te gusta demasiado.
Jaejoong se estremeció cómo
si lo hubieran abofeteado, y medio volvió la cabeza.
—Los mellizos y yo necesitamos tu ayuda para conseguir un
sitio decente donde vivir…
Yunho maldijo entre
dientes.
—Si las pruebas de ADN confirman lo que ya sospecho, ¿crees que
buscarte un apartamento será suficiente para satisfacerme?
—Si quieres ver a los niños, por supuesto puedes visitarlos… lo
que sea…
— murmuró Jaejoong, desesperado por concluir la conversación— Pero es el único contacto
que necesitamos tener.
Él le soltó la mano
inmediatamente.
— ¿Y eso es lo que tú quieres?
—Sí.
Sabía que estaba
mintiendo. Lo deseaba, se temía que jamás dejaría de desearlo, que no llegaría
el día en que miraría su rostro apuesto y moreno sin sentir casi más de lo que podía soportar en silencio.
Más enfadado de lo que
se había sentido en muchísimo tiempo, Yunho lo observó marchar. Siempre había
apreciado el hecho de que no jugara con él al gato y al ratón. Jaejoong siempre
había dicho lo que sentía; y siempre había cumplido sus promesas. Detestaba que
la gente fingiera. Que negara su deseo por él cuando él lo había sentido en
cada poro de su piel era algo que lo enfurecía. Con pesar reconocía que él
debía tener otro motivo que explicara su comportamiento.
>>>♥<<<
El ama de llaves, una
mujer esbelta de mediana edad, esperaba a Jaejoong al pie de la magnífica
escalera. Jaejoong se sentía agotado anímicamente. Sabía lo poco que le había
faltado para caer en el salón. Yunho no habría dudado en tomarlo en el sofá, y él
jamás se habría recuperado por fallarse a sí mismo de ese modo, pensaba con la
agonía del reproche.
Cuando subía las
escaleras se fijó en un enorme retrato al óleo de un joven en la pared frente a
él. El retrato suscitó el recuerdo de una foto que había visto en Japón, y Jaejoong
se quedó helado.
— ¿Quién es ése? —preguntó bruscamente.
—El fallecido señor de Jung, Señor.
El hombre era un impresionante
rubio platino vestido con un magnífico traje de noche azul. ¿El señor de Jung? ¿El fallecido señor de
Jung? ¿Quería decir… muerto? ¿Yunho era viudo? Habiendo negado que no estaba ni
casado ni divorciado, ¿qué más podría ser? Con el rostro tenso y pálido, Jaejoong
se quedó mirando el retrato.
— ¿Cuándo falleció?
—En octubre de hace dos años… en un accidente de automóvil en el
sur de Francia. Fue una terrible tragedia —añadió su acompañante.
Jaejoong tuvo que
apartar la mirada de la pintura y obligarse a mover las piernas, que parecían
habérsele quedado paralizadas, para continuar subiendo las escaleras. Las
palabras del ama de llaves consiguieron que se le fuera el alma a los pies y
que sintiera una náusea en el estómago. Estaba sudoroso, cómo en estado de
shock. Tal vez su reacción no fuera tan sorprendente toda vez que sabía que
había tenido una aventura con el tipo que había enterrado a su esposo tan sólo
unas semanas antes de conocerlo a él. Y él no se lo había dicho. De hecho, le
había ocultado esa dolorosa verdad.
Flash back
— ¿Quién es éste? —le había preguntado él cuando había recogido
la pequeña foto del suelo de su despacho.
—Nadie importante —le había respondido él.
End flash back
No, nadie importante;
sólo su esposo. El hombre con el que se había casado antes de cumplir los
veinte años, según el Globe. Él no
había querido hablar de él, claro estaba, y cuando él había vuelto a mirar
después no había vuelto a ver la fotografía. Increíblemente, feliz cómo se
había sentido con Yunho ese invierno, no había sospechado de nada que él
hubiera dicho o hecho.
Pero en retrospectiva
era como si de pronto le hubieran entregado la ficha que faltaba de un
rompecabezas que anteriormente le había parecido que estaba completo, cuando en
realidad no había sido así. Yunho había ido a Japón para encerrarse en esa
remota y preciosa casa porque le dolía el corazón. ¿Acaso no había sentido
aquella tristeza y aquella rabia que le salía de dentro? Sencillamente había
asumido que era un ejecutivo que sufría de estrés por trabajar muchas horas.
Los chillidos de Yoochun
y Changmin le dieron tan sólo un breve respiro de sus tristes pensamientos. La
nerviosa niñera pareció muy aliviada cuando los mellizos se calmaron en cuanto
apareció su joven eomma. Jaejoong se sentó en la alfombra con un niño en
cada muslo y los abrazó
con fuerza. Mientras
aspiraba el olor
cálido y familiar de sus hijos, y besaba primero la cabeza de uno y
luego la del otro, trató de ocultar su rostro lleno de lágrimas.
Su aventura con Yunho y
su brusco y cruel final tenía de pronto mucho más sentido para él. Había sido
para él un consuelo de lo más básico. Él era un hombre muy apasionado. No había
querido hablarle ni de su esposo ni de su
pérdida; y eso decía mucho de él. Esa pérdida debía de haberle afectado
muy profundamente
¿Se habría sentido
culpable por haberse acostado con él a las pocas semanas de la tragedia? Sin duda por eso era por lo
que Yunho se había mostrado tan deseoso de echarlo de su vida otra vez. Jae
había sido el equivalente de un osito de peluche o de un chupete, pero en adulto;
tan sólo una fuente de alivio físico. Sólo de pensarlo Jaejoong sintió dolor, y
se dijo que el mero hecho de estar cerca de Jung Yunho era fatal para su autoestima.
Cuando había empezado a
trabajar con él en Japón le había parecido muy difícil de complacer. Desde el
primer día le había hecho sentirse cómo si su presencia bajo el mismo techo le
resultara sumamente fastidiosa. Al principio él apenas había hablado, pero su
impaciencia y su exasperación pronto habían variado todo ello. Todo lo que él
había hecho había parecido molestarle. Le había pedido platos que no sabía preparar, y había rechazado
sus esfuerzos. Al final de la primera semana allí lo había tachado de charlatán,
de tardón, de ruidoso y de desorganizado; y para colmo se había atrevido a
implicar que él había tratado de ligar con los repartidores. Había pasado de
desear hasta los calcetines que usaba Yunho, a odiarlo con tanta virulencia que
le había hervido la sangre.
—Qué logro… Eso sabe peor de lo que parece —había comentado el
sexto día mientras apañaba a un lado el plato de comida que él le había puesto
delante.
Y mientras Jaejoong
colocaba el plato intacto en la bandeja y se daba la vuelta para llevarlo a la
cocina, perdió repentinamente los estribos y se volvió de nuevo hacia él para
tirarle la bandeja a los pies.
— ¡Es el hombre más desagradable que he conocido en mi vida! —Le había dicho él— Nada de lo que hago es lo bastante bueno para usted.
— ¿Y por eso tratas de agredirme?
—Si lo agrediera, no sería así.
Yunho lo había mirado
de arriba abajo con fría censura, y le había dicho que estaba despedido.
Él había salido de la
casa hecha una furia, y mientras pedaleaba por el interminable camino,
desmontando de la bicicleta para cruzar las sucesivas verjas, su rabia pronto
había cedido y dado pie a la consternación y al pesar. Después de todo, el
empleo que había sacrificado no había sido el suyo sino el de su eomma, y era
la reputación y las referencias de su eomma las que sufrirían, no las suyas.
Horrorizado de que su rabia hubiera superado su buen juicio, Jaejoong había
regresado a la casa.
—No… —le había respondido Yunho cuando trataba de disculparse— No tiene disciplina, y no
sabe cómo llevar a cabo las tareas necesarias para dirigir la casa con
efectividad.
—Podría aprender…
—Su actitud no es la adecuada.
—Estoy dispuesto a rogarle. ― Él había arqueado una ceja.
—No toleraré ni impertinencias ni incompetencia por su parte.
—Por favor no presente ninguna queja a la agencia.
Como vio que no tenía
sentido seguir fingiendo, Jaejoong le confesó lo que pasaba y que su única experiencia previa había sido
en el ambiente administrativo.
—Me sorprende… ¿Confiesa haber mentido descaradamente, y aún
espera que vuelva a emplearlo?
—Cambiaré de actitud y le prepararé las cosas que le gusten…
cuando quiera —había dicho Jaejoong con desesperación, con la mirada fija en
aquellos ojos dorados y el corazón acelerado— Deme otra oportunidad y
haré lo que me pida.
— ¿Traerme el desayuno a la cama, por ejemplo? ¿O ponerse falda
en lugar de pantalones?
Él lo había mirado con
sorpresa.
—Retiro lo dicho —añadió él, interpretando su gesto, con ojos
entrecerrados— Pero ciertas ofertas están
abiertas al malentendido.
Y había sido entonces
cuando finalmente se había dado cuenta de que la tensión en el ambiente entre él
y el frío coreano podría nacer de una atracción que a lo mejor los dos estaban
empeñados en ocultar.
—No debería haber dicho eso.
—Pero lo hizo…
De pronto consciente de
que lo miraba fijamente. Jaejoong se había echado a reír, turbado por un
libertino sentido de triunfo nuevo para él.
—No coquetee conmigo —le había dicho Yunho.
Apretando los labios, él
había asentido y lo había mirado con recato.
—Incluso su modo de mirarme es provocativo.
Con la cara roja, Jaejoong
había cerrado los ojos con fuerza.
—Intente comportarse con normalidad —le había urgido Yunho
con suavidad.
Él había abierto los
ojos y asentido vigorosamente.
El helicóptero, que iba
regularmente a llevarles provisiones, había llegado al día siguiente y, solemne
cómo un juez, Yunho le había entregado un libro de cocina coreana. Él le había tenido que
traducir las recetas que le interesaban. Se había quedado a ver cómo cocinaba,
y lo había invitado a comer con él. Enseguida todas las barreras habían caído
una tras otra, derribadas a la velocidad de la luz. Ya no lo ignoraba. Había
empezado a sonreírle, y respondía cuando él iniciaba una conversación. A las
cuarenta y ocho horas Jaejoong flotaba en una nube y se había olvidado de toda
cautela. Había sido la misma semana en la que un amigo de la infancia de su eomma
había viajado desde Nueva Zelanda para pasar unas largas vacaciones. Cada vez
más contenta por las visitas diarias que pronto habían dado paso a un cortejo, Kim
Minjung había estado demasiado ocupada cómo para fijarse en la irregularidad de
las horas de trabajo de su hijo.
La tercera semana, Jaejoong
había empezado a usar falda, y Yunho lo había acusado de coquetear con el
jardinero, que podría haber sido su padre. Durante la discusión que había
seguido, en la cual Jaejoong había amenazado con renunciar al puesto, Yunho lo
había acusado de ir provocando a los hombres, y seguidamente lo había abrazado
y besado. Había continuado besándolo hasta llegar al dormitorio que estaba en
el piso superior. Aquella temeraria pasión los había lanzado a una aventura sin
límites. Nada de lo que habían compartido había sido decidido o discutido en
las semanas que habían seguido.
Tumbado en su precioso
dormitorio de la fabulosa casa de campo de Yunho. Jaejoong volvió al presente
aún más convencido de que tenía que
protegerse de que lo hiriera una segunda vez. Había almorzado con los
mellizos, había salido a dar un largo paseo después, y había cenado solo. No
podía olvidar cómo en una ocasión se había dejado llevar por la intensidad de
sus sentimientos por Yunho. Sin reprimirse en absoluto, había cerrado los ojos
a cualquier señal de alarma y se había deleitado en adorarlo. Jamás había amado
así en su vida, ni había entendido lo que era la tentación hasta que no había
sucumbido a ella sin oponer la menor resistencia. Aunque un buen número de hombres
habían mostrado interés por él en la universidad, físicamente le habían dejado
frío. El único que no le había dejado frío había herido su orgullo y su corazón
acostándose rápidamente con otra persona cuando él había resultado ser un
desafío demasiado grande. En ese momento se preguntaba con temor si él sería de
esos jóvenes que se enamoraban sólo de los hombres que no le hacían caso…
A la mañana siguiente, Yunho
paseó la mirada por la hoja que tenía delante. No le sorprendía el resultado de
las pruebas de ADN. El noventa y nueve coma nueve por ciento confirmaba sus sospechas.
Era el padre de los dos niños pequeños que en ese momento ocupaban el cuarto de
juegos del último piso.
Su línea privada sonó
en ese momento. Descolgó el aparato, con el rostro en tensión nada más
reconocer la voz curiosamente grave de su abuelo.
—Los niños son míos —le confirmó tras aspirar hondo.
— ¿Cómo te sientes? —le preguntó Jung SungKee con un tono alegre y
resuelto que desconcertó a Yunho; hasta que dedujo que tenía que estar
fingiéndolo por cariño hacia él.
—Lo que yo sienta no importa —respondió Yunho rotundamente.
—Debe de ser el destino —le informó el abuelo sin vacilación— Dijiste que nunca tendrías
hijos, pero… Aquí los tienes.
Yunho apretó los
dientes y le dijo a su abuelo que tomaría un vuelo para darle la noticia
personalmente a su abuela. El anciano dijo que preferiría hacerlo él mismo.
Entonces Yunho alivió su conciencia culpable asegurándole a su abuelo que se
casaría con la eomma de los mellizos en cuanto pudiera arreglarlo.
SungKee le respondió
con un sentido suspiro.
Jaejoong acababa de
terminar de bañar a Yoochun y a Changmin cuando recibió el mensaje de que Yunho
lo esperaba en la biblioteca. De regreso a su dormitorio para asearse un poco
aminoró el paso. Tenía la cara colorada, el pelo revuelto e iba con vaqueros y
una camiseta… ¿Pero qué importaba? Necesitaba aprender a ver a Yunho tan sólo cómo
el padre de los mellizos, y dominar la sensación más personal de vínculo entre
los dos. En cualquier caso, podría pasarse el resto de la mañana intentando
arreglarse y no serviría de nada, ya que no tenía ni maquillaje, ni ropa
bonita, y que hacía semanas que le hacía falta arreglarse el cabello.
Mientras bajaba las
escaleras, y con sus hijos al cuidado de la niñera, Jaejoong se preguntó por
qué Yunho no dejaba de ponerlo en situaciones comprometidas.
¿Acaso sería un obseso
sexual? Se fijó en el retrato del exquisito Heechul y desvió rápidamente la
mirada, ahogando una punzada de envidia que inmediatamente lo hizo sentir
vergüenza, Heechul había sido coreano, rico y poseedor de una belleza clásica;
y sobre todo, del amor de su marido. Jaejoong descubrió que ni siquiera quería
mirar en dirección a la pintura, que parecía representar todo lo que él no era
y le hacía sentirse despreciable.
Yunho, que estaba de
cara a la ventana, se dio la vuelta cuando él entró. Elegantísimo con un traje
gris marengo y una corbata gris y roja de rayas, el impacto de su atlética
belleza morena desarmó sus defensas.
—Debes de ser el huésped más invisible que he tenido nunca — murmuró sin apartar
la vista de su cara triangular, mientras se preguntaba cómo era posible que
estuviera tan guapo sin maquillaje— No te he visto desde ayer.
Jaejoong le echó una
mirada evasiva y rápidamente bajó la vista. Pero su imagen quedó fijada en su
retina, y esa imagen le dejó sin aliento. La indiferencia que deseaba seguía estando aún muy lejos.
—Tienes una casa muy grande.
—Antes de que se me olvide, quiero que me des permiso para
trasladar el resto de tus cosas del sitio donde estabais hospedados. También
debería enviar a alguien a recoger las cosas que tenías guardadas en el
apartamento de tu ex amigo
—Por supuesto —respondió él, dolido al recordar la traición
de Junsu.
— ¿Te gustaría tomar café? —le preguntó Yunho, formalmente cortés toda
vez que se habían concretado los detalles de aquella operación.
—No, gracias.
—Siéntate. Lo que tengo que decirle me llevará un rato.
Jaejoong se sentó
obedientemente en el borde de una butaca antigua y estudió la mesa para no
mirarlo a él.
—Los resultados de las pruebas de ADN confirman que los mellizos
son hijos míos.
Jae se puso colorado.
— ¿No dices nada?
— ¿Qué quieres que diga? Las pruebas fueron algo ofensivo para
mí, pero era lo que esperaba de ti. ― Yunho se puso tenso.
— ¿Cómo de ofensivas?
—Tú sabes cuándo nacieron Yoochun y Changmin, y que tú eras el
primer hombre con quien me había acostado. Me quedé embarazado la primera
semana que estuvimos juntos —le recordó Jaejoong con la mirada en blanco— Nadie más podría haber sido
el padre.
Un rubor apenas
perceptible tiñó sus soberbios pómulos.
—Tenía que estar seguro. No me tomo nada según me viene.
—Sobre todo las malas noticias.
—Jaejoong… ese tipo
de comentario es
contraproducente en este
momento. Naturalmente esto ha sido una sorpresa para mí, pero me
adaptaré a ello.
Yunho contempló la
turgencia de sus pequeños pezones bajo la camisilla de algodón, y se preguntó
si era el color carne de la camisilla o la piel lo que se transparentaba.
—Pero no necesitas adaptarte a nada.
Consciente de su
masculinidad, Jaejoong se pasó una mano por los rizos despeinados y se encogió
de hombros con énfasis.
—Nada tiene por qué cambiar en tu vida —añadió él— No estoy buscando a un
padre para los mellizos.
Era la camisilla, no su
piel, pensaba Yunho con decepción cuando él se movió.
—Muy gracioso…
—No ha sido mi intención ser gracioso. Sólo justo y honrado…
—Qué considerado por tu parte —susurró Yunho con impaciencia,
obligándose a mirarle la cabeza mientras se cuestionaba la fascinación que
tenía con su delgado y menudo cuerpo— Pero no creo que tenga que decirte que tengo toda la intención
de ser un padre para mis hijos. Es un deber que no me tomaré a la ligera.
La fría elección de
palabras lo hirió en su orgullo y provocó la ira de Jaejoong, que sintió la
tentación de decirle que mientras Yoochun y Changmin tuvieran el amor de su eomma
se las apañarían muy bien sin su intervención.
—No estoy seguro de que quiera que seas un modelo para los
mellizos.
Yunho le echó una
mirada gélida.
— ¿Qué razón tienes para insultarme?
Con una expresión
rebelde en su rostro. Jaejoong apartó la mirada de la suya desafiante y bajó la
cabeza. Se mordió la lengua para no pronunciar más palabras insensatas. Sería
una locura convertir su relación en una hostil, se recordó con pesar.
—Lo siento… no ha sido mi intención ofenderte.
—Evidentemente aún no se te ha ocurrido que me estoy preparado
para casarme contigo y ser un padre para mis hijos —dijo Yunho con un
énfasis y una dureza que dejaban clara
su actitud hacia esa perspectiva mucho mejor de lo que lo habría hecho
cualquier palabra.
Temblando de la
impresión, Jaejoong lo miró fijamente.
— ¿Estás dispuesto a casarte conmigo? ¿Acaso me estás pidiendo
que me case contigo en este momento?
Yunho soltó el aire con
exasperación.
— ¿Qué otra cosa esperabas de mí?
De pronto a Jaejoong le
quedó muy clara la razón de su triste e irónico humor. Y aunque la ira que lo
sofocaba había cedido un poco, se sentía más furioso con él que nunca. Una
sensación de vacío y dolor se asentó cómo una piedra en su estómago.
Seguramente cuando él le propuso matrimonio a Heechul, el ambiente y las
emociones implicadas habrían sido muy distintas.
—Bueno, no esperaba tu renuente proposición, y tampoco me
resulta muy halagadora —respondió mientras subía el tono con desafío— Gracias a Dios, no hay
necesidad alguna de que ninguno de los dos haga un sacrificio tan horrible.
—Es absolutamente necesario. Los mellizos deben tener padre y eomma.
― Jae
quería sollozar de rabia y de dolor.
—Ni siquiera me gustas… y desde luego no me
casaría contigo sólo por el bien de mis hijos.
Yunho lo miró con
mirada ardiente y con los dientes apretados de rabia. Allí estaba él, que
apenas medía un metro sesenta, desafiándolo. ¡Por supuesto que se casaría con
él!
—No sientes lo que dices.
—No me digas lo que siento…
—Seguramente entiendo mejor lo que sientes que tú mismo. ¿Por
qué estás tan enfadado conmigo? Yo estoy listo para hacer de ti un joven
decente, para convertirte en mi esposo.
¿Un joven decente? Jaejoong
sacudió la cabeza con vehemencia.
—Afortunadamente para los dos, no estoy tan desesperado, ni soy
tan estúpido ni tan ambicioso. No tenemos nada en común salvo a los mellizos…
—El sexo —añadió Yunho, sin rastro de inquietud.
Si estaba condenado a
vivir con aquella obsesión adolescente por su cuerpo, el matrimonio al menos le
daría la posibilidad de poseerlo.
Jaejoong estaba
avergonzado por aquel atrevido y claro recordatorio de su debilidad.
—Necesitaríamos algo más que eso para tener un buen matrimonio. ― Yunho lo miró con
expresión interrogativa.
— ¿Cómo qué?
Jaejoong se quedó
momentáneamente sorprendido por el obvio hecho de que Yunho parecía considerar
el sexo cómo el elemento más importante del matrimonio. Como se daba cuenta de
que estaba pisando terreno desconocido, decidió no insistir por aquel difícil
punto de vista.
—Mira, tal y cómo me siento ahora, nada me convencería para
casarme contigo. ― Yunho intentó adoptar una expresión neutral al escuchar sus
palabras.
—Podría persuadirte para que compartieras mi cama de nuevo en
menos de un minuto.
Jaejoong dio un
respingo y se puso rojo de vergüenza, puesto que de verdad podría haber pasado sin aquel doloroso recordatorio.
— ¿Y qué demuestras con eso? —le dijo con desafío— ¿Que hace mucho tiempo
que no ha habido ningún hombre en mi vida?
Yunho frunció el ceño.
—No hables así… Te rebaja. No me gusta
Jaejoong volvió la
cabeza, tratando de controlarse. Él había sido el único hombre, y eso le
fastidiaba. Mientras que él se había entretenido con una sucesión de modelos,
su vida se había ido al traste, destruida en primer lugar por el embarazo
y en segundo por la maternidad y la
falta de medios. De pronto no fue capaz de acallar la sensación de injusticia.
—No me importa lo que te guste. Sólo tengo veintitrés años. Te
importa tanto tu privacidad, tu reputación, tu vida… ¿Pero y la mía? —le preguntó con
rabia.
— ¿Qué quieres decir con eso? —le preguntó Yunho, con el recelo de un
hombre obligado a seguirle la corriente a una persona histérica.
— ¿Acaso crees que ésta es la vida que quería o habría elegido?
No quería ser eomma a mi edad. Y no me apetece casarme tampoco —confesó con voz
temblorosa— Quiero salir por ahí otra
vez; quiero salir con hombres. ¡Quiero recuperar mi vida de soltero!
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Yunho es un caso :/ como se le ocurre culpar a jaejoong sin investigar antes si fue el o no quoen hablo con el periódico. Me dio colera que lo culpe de algo que no hizo. Por otro lado yunho quiere casarse por los hijos pero no pone de su parte para que jaejoong acepte esta nueva vida, lo irrita lo agobia no lo comprende :( me alegra q jae le dijera como se sentia** asi yunho se da cuenta que no es el único que sufre.
ResponderEliminarJae usando falda o.o noooo no puedo imaginarlo asi 0.0 bueno... Si ...me recordo cuando el año pasado uso el disfraz de la mascota hembra y esta usaba falda 😂😂😂😂.
Gracias por actualizar amiga ^^
que poca la de Yunho a cusa Jae de algo que ni siquiera esta seguro de que el hizo y ni si quiera es amoroso con el como para que Jae quiera casarse con Yunho en malo y grosero y así cree que Jae correrá a sus brazos mejor que trate de conquistarlo con cariño y que demuestre que quiere a sus hijos muy mal Yunho trata lo bien
ResponderEliminarGracias
La ultima parte me gusto. Efectivamente Jae necesita volver a vivir, pero no dejando de lado a sus hijos ni sus responsabilidades. Sin embargo siento q el objetivo principal es el deseo y no los niños, los niños estan en segundo plano. Y eso molesta tanto de Yunho como de Jaejoong, en especial de Jaejoong, porq sigue derritiendose a pesar de lo humillante y despreciable q es Yunho con el. En fin. Muchas gracias por el cap :-)
ResponderEliminarYunho va a ser un buen padre owwww
ResponderEliminarMe da risa me imagino a yoochun y a changmin bebes 😂😂😂😂😂
Pobre jae tiene razon es muyyy joven para casarse y cuidar de sus bebes , pero el también es culpable de su destino que pensara yunho después de todo lo que le ha dicho jae ?
Gracias por todos los capitulos ❤❤❤❤❤
Bueno la actitud de Yunho es tan déspota por que lo tratas así a Jaejoong par Yunho casarse es como remediar su error lo ve como que lo tiene que hacer porque si tsk
ResponderEliminarJae se siente peor de lo que ya se sentía ahora que sabe que Heechul acababa de morir cuando conoció a Yunho y el piensa que solo lo utilizo.
ResponderEliminarObvio que los bebés eran de Yunho y ahora quiere casarse con Jae porque es lo correcto y no porque quiere.
Que dira Yunho despues de escuchar a Jae decir eso???
Bueno por lo menos heechul ya estaba muerto cuando Yunho estaba con Jaejoong XD . Si Jae hasta él difícil ! Para que Yunho este a tus pies jajaja
ResponderEliminarPobre Jae, sus sueños y libertad hechas al traste por fogoso... Nada Jae los bebé no pidieron que jugaras al romance para venir al mundo. Se maduro, berrinches y frustraciones ya no valen. Que triste que ambos padres sientan que sus bebes llegaron solo a estropear suas vidas. Yunhi si que se pasa, ahora resulta que es un heroe y va a sacar a Jae de la indeseable vida que lleva... Uno por mayorcito y otro por mocoso de los dos no se hace uno caramba.
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