Con lágrimas de orgullo
en los ojos. Kim Minjung miró a su hijo con una sonrisa de felicidad en los
labios. Minjung era una mujer de cabello corto y cobrizo, que parecía mucho más joven de sus cincuenta años.
—Pareces princesa de un cuento…
— ¿De verdad?
Jaejoong estudió el
reflejo de su elegante traje que ceñía primorosamente sus curvas y sacaba el
mayor provecho de su esbelta figura. Un velo cortó y coqueto prendido de la
exquisita diadema de diamantes que Seonmi había insistido en que llevara le
daba el toque final al conjunto.
—Sé que estás nervioso porque va a ser una boda por todo lo
alto, pero te digo que Yunho sólo tendrá ojos para ti — declaró Minjung con
convicción — Sé que Dermot
y yo sólo lo conocemos desde anoche, pero nos dejó muy impresionados. No
esperábamos que alguien tan rico e importante se mostrara tan simpático y
acogedor.
—Yunho tiene mucho carisma, y ayer tenía un día estupendo —concedió Jaejoong con
la misma sonrisa que se dibujaba en sus labios cada vez que mencionaba el
nombre de su futuro marido en presencia de su eomma.
No deseaba en absoluto
que se preocupara por él.
—Es una pena que haya vuelto ayer de viaje de negocios, y
encima, cuando estaríais deseando quedaros solos, tener que ocuparos de
nosotros y de sus parientes — Minjung suspiró — Pero debo decir que sus
abuelos me han parecido maravillosos.
—Sí —concedió Jaejoong con cariño.
Seonmi y SungKee le
habían ofrecido todo su apoyo, y el sincero deleite de la pareja con la boda
que estaba a punto de celebrarse había conmovido profundamente a Jaejoong.
Además, ante su insistencia, Jaejoong y sus padres se habían hospedado en su
espaciosa casa los días previos a la boda.
Sin embargo, hasta el
momento nada había conseguido aliviar el nudo de angustia e inseguridad que él
escondía muy dentro. El enorme retrato de Heechul, que todavía dominaba la
escalera principal de Dove Hall, era un recordatorio continuo de lo
impresionante que resultaba la verdadera belleza física. Le gustara o no, Yunho
sin duda pensaría ese día en su primera boda, y recordaría lo diferentes que
habían sido las cosas en esa ocasión.
Sin embargo, el suyo
sería tan sólo un matrimonio de conveniencia; y cómo él ya había rechazado su amor una vez, no
volvería a ofrecérselo.
—Lo que no entiendo es por qué has decidido invitar a tu amigo Junsu
después de lo que le hizo — le confió Minjung con una mueca de asco — ¿Se lo has dicho ya a Yunho?
—No, todavía no. Pero Junsu era mi amigo, y si quiero perdonarlo
por lo que hizo, es asunto mío, no de Yunho.
—Bueno, siempre has sido muy leal a tus amigos y me parece
estupendo pero… —Minjung vaciló, algo incómoda — Junsu puede crear un problema
entre Yunho y tú.
—Le voy a dar una segunda oportunidad porque siempre estuvo ahí
cuando lo necesité.
Jaejoong no vio razón
para decirle a su eomma que no tenía pensado advertir a Yunho de la presencia
de Junsu entre los varios cientos de invitados. Si no se enteraba, no podría
molestarse.
Jaejoong había ido a
visitar a Junsu impulsivamente. En realidad, había sentido la necesidad de
hablar con Junsu del episodio que había echado a perder su amistad. Junsu se
había alegrado mucho de verlo, y se había disculpado de corazón por lo que
había hecho. Cuando el otro chico había reconocido que sólo se había acercado
al periodista por miedo a que lo echaran, ya que no había pagado el alquiler de
los últimos meses, Jaejoong se había mostrado todavía más comprensivo.
En ese momento de la
conversación había llegado Dermot Sullivan, el segundo marido de su eomma, a
decirles que ya tenían que marcharse a la iglesia.
Con cierta turbación, Jaejoong
se dijo que en menos de dos horas se convertiría en el segundo esposo de Yunho.
Pero de una cosa estaba seguro: no pensaba perdonar a Yunho por lo que le había
hecho. Mientras que en público se comportaría cómo debía comportarse un novio,
no tenía intención alguna de hacer lo
mismo en privado. Él le había hecho chantaje para que accediera a casarse con
él, y eso era algo que nunca debería haber hecho, así que no pensaba compartir
la cama con un hombre que había utilizado la amenaza de llevarlo a juicio para llevarlo
al matrimonio.
Yunho tenía que
aprender a respetarlo, y no iba a conseguirlo acostándose con él. Aunque no
tenía muchas ganas de que llegara el momento, se dijo que seguramente Yunho iba
a escuchar un «no» por primera vez en su
vida.
Cuando llegó a la
iglesia ortodoxa, Jaejoong se sorprendió al ver que Yunho lo esperaba a la
puerta. Sus ojos de aquel intenso caramelo oscuro lo miraron con aprecio
mientras le ofrecía un ramo de flores.
—Es una tradición coreana. Estás precioso, Yobo.
— ¿Te vas a quedar…? ¿No vas a tomar ningún vuelo? —dijo Jaejoong con dulzura, maravillándose de lo a gusto que se
le veía a pesar del chantaje que había utilizado para llevarlo hasta allí— ¿Ningún asunto urgente en el banco?
Yunho le dirigió una
sonrisa de apreciación que demostraba la dureza de su carácter, pero que aun
así consiguió acelerarle el pulso.
—A partir de hoy, soy todo tuyo; y disfrutaremos de una luna de
miel larga y muy íntima.
El interior de la
iglesia había sido bellamente decorado con flores. Después de que les
entregaran una vela adornada con lazos dio comienzo el servicio. Jaejoong sabía
exactamente lo que estaba pasando porque se había reunido un par de veces con
el cura, y había estado en un ensayo de la ceremonia en el que SungKee había
ocupado el lugar de su nieto. Yunho y él intercambiaron los anillos. En la
cabeza les colocaron unas coronas de plata y perlas unidas por una lazada.
Bebieron vino de la misma copa y dieron tres vueltas a la mesa ceremonial,
donde había una biblia. Los invitados los rociaron con pétalos. Después de la
bendición, les retiraron las coronas y
el cura les unió las manos. Fue una ceremonia solemne y conmovedora, y Jaejoong
descubrió que incluso su enfado con Yunho no le impedía darse cuenta con cierta
emoción de que ya eran esposos.
Salieron de la iglesia
por la entrada lateral, y su llegada y marcha pasaron desapercibidas para nadie
que no fuera el fotógrafo que habían contratado, el equipo de seguridad y un
equipo de grabación. Se habían tomado todo tipo de medidas para preservar la
intimidad de aquel día.
En el coche nupcial, Yunho
le colocó una elaborada caja sobre las piernas.
—Mi regalo de bodas.
Jae abrió los ojos con
sorpresa.
— ¿Qué son? ¿Unas esposas de platino?
Yunho le tomó la mano,
haciendo caso omiso de su comentario, y le dio un beso en la palma. En sus ojos
vio Jaejoong un ardor y una sensualidad que lo sorprendieron.
— ¿Te gustaría, Yobo? Pero eres muy menudo, y te saldrían
marcas enseguida —murmuró
en tono ronco.
Jae se puso colorado
desde la raíz del pelo, y retiró la mano enseguida.
—Era una broma… ¿de acuerdo? —dijo él.
—Ya veremos… En las ocho semanas siguientes tendremos tiempo de
adentrarnos en territorio inexplorado.
— ¿Ocho semanas? —Gimió Jaejoong en voz baja— ¿Vas a faltar dos meses del
banco?
—Es una ocasión especial —Yunho le acarició el pelo con suavidad.
De pronto se sentía cómo
un juguete a pilas examinado por su nuevo dueño, y se puso nervioso. Cuando él
se enterara de que el sexo no estaba en el menú de casados, ocho semanas se le
harían un tanto largas. Sin embargo no era el momento de decir nada, allí
rodeados de invitados.
— ¿Cuánto tiempo te fuiste de luna de miel con Heechul? ― Siguió un silencio
tenso en el que él aguantó la respiración.
—Una semana. No hubo elección. Estaba a punto de pasar los
exámenes finales en la universidad.
Lo dijo con tirantez, cómo
si hablar de su primer matrimonio le resultara doloroso.
O al menos así parecía
ser para aquel hombre tan reservado que ocultaba todos sus sentimientos,
pensaba Jaejoong con tristeza. Deseando no haberle preguntado, se dispuso a
abrir la caja.
—Ay… Dios mío… —susurró, cegado por el brillo de las
esmeraldas y los diamantes del anillo.
—Como no hicimos fiesta de compromiso… quiero compensarte por
ello
—dijo Yunho en tono ronco.
Jaejoong estudió el
anillo con lágrimas en los ojos, y sintió que se le partía en dos el corazón.
De un golpe cerró la caja y se la plantó de nuevo en la mano.
— ¡No necesito un anillo para que me recuerde cómo me plantaste
en Japón!
—Dios!… — gimió Yunho — eso no tiene nada que ver
con este anillo. ¿Es que me lo vas a
echar en cara eternamente?
Jaejoong miró por la
ventanilla con rigidez.
—Pensé que sería la solución más lógica… y puse en primer lugar
lo que pensé que sería lo mejor para ti.
Jaejoong se volvió y le
echó una mirada de reproche.
— ¡No te engañes!
—Después de Heechul… no estaba listo para comprometerme. Te
conocí demasiado pronto. Me sentí culpable. Eras joven e inexperto…
— ¿Y desde cuándo te fijabas en eso?
— ¡Eres el único virgen con el que me he acostado en mi vida! — Gimió furiosamente — ¿Si te hubiera llevado
conmigo, qué habría hecho entonces contigo?
Jaejoong arqueó una
ceja sin sentir vergüenza alguna.
—Ah, estoy seguro de que se te habría ocurrido algo.
—El único futuro que podría haberte ofrecido habría sido de
amante… Por eso corté contigo.
— ¿Por qué no reconoces la verdad? — Dijo Jaejoong con
sarcasmo — Te dije que
te amaba, y la verdad te repugnaba tanto que te marchaste del país.
A Yunho le inquietaba
que pudiera tener tanta perspicacia; sobre todo porque ni él mismo había
comprendido su reacción en ese momento.
Mientras él decía eso, Jaejoong
se sorprendió por su nivel de amargura y de pronto se sintió avergonzado por lo
que acababa de decir. ¿A qué estaba jugando? El pasado, pasado estaba. Algunas
cosas era mejor no removerlas. Yunho había tenido una aventura con él mientras
aún lloraba la muerte de Heechul, y él debería haberlo aceptado ya.
Arrepentido, le quitó
el estuche y un momento después tenía el anillo puesto.
—Gracias… es precioso —dijo en tono algo seco.
Yunho pensó en comentar
algo sobre su repentino cambio de actitud, pero finalmente decidió que aquel
era un día muy importante para él, y que seguramente Jaejoong estaría un poco nervioso.
Le ofreció una copa y
después se limitó a conversar sobre otras cosas, de tal modo que llegaron a
Dove Hall, donde se celebraría el convite, sin darle oportunidad de que él
pronunciara ninguna palabra controvertida.
Los novios y los
padrinos pasaron al vestíbulo para saludar a sus invitados, que iban entrando
al salón. Jaejoong vio a Junsu y se puso tenso, esperando que su amigo evitara
llamar la atención del novio. Tristemente, no iba a ser así. Junsu, que nunca
había sido nada discreto, parecía empeñado en conocer a Yunho. Se paró delante
de él, y no le dejó a Jaejoong otra elección más que presentárselo.
—Kim Junsu… —murmuró Yunho, sin expresión alguna en el rostro.
—Hice de Cupido entre vosotros dos — dijo el moreno de
ojos avellana con desvergüenza — De no haber sido por mí, tal vez Jaejoong y tú no os habríais
vuelto a juntar.
Cuando Junsu continuó, Jaejoong
no se atrevió mirar a Yunho. El inclinó la cabeza con orgullo e intercambió
unas palabras en voz baja con Rain.
—No puedes pedirle a Junsu que se marche — le susurró Jaejoong
enfadado, temiendo que ésa fuera su intención— Iba a decirte
que lo había invitado…
—No es cierto —le respondió él con frialdad— Esperabas que no lo viera
entre tanta gente, pero un joven tan vulgar es difícil de obviar.
— ¿Qué le has dicho a Rain?
—Que lo vigile… y la cubertería de plata.
— ¡Muchas gracias!
Cuando habían entrado
todos los invitados y Jaejoong estaba a punto de entrar en el salón, se dio
cuenta de que el enorme retrato de Heechul había sido retirado de las escaleras
y un par de preciosos paisajes ocupaban su lugar.
— ¿Qué hiciste con el retrato de Heechul? — preguntó muy
desconcertado. Yunho lo miró sorprendido.
—Mandé quitarlo.
Jaejoong estuvo a punto
de darle las gracias, pero prefirió callarse para que él no se diera cuenta de
lo mucho que le había molestado ver el retrato hasta ese día.
Se reunió con sus hijos
y jugó un rato con ellos, hasta que llegó el momento de sentarse a la mesa
nupcial con los padrinos y el novio.
Disfrutó de un par de
copas de champán antes de que Yunho lo sacara a bailar. Cuando él lo estrechó
contra su cuerpo fuerte y esbelto, él se estremeció un poco. De pronto se
sentía muy consciente de su potente masculinidad y del tiempo que hacía que no
estaba tan cerca de él. El suave aroma de su piel lo envolvió, y se puso un
poco nervioso al sentir un chispazo de calor sensual enroscándose en sus
entrañas.
Una canción dio paso a
la siguiente, y Yunho le echó la cabeza para atrás y lo miró con los ojos
entrecerrados y cargados de deseo.
—Estoy deseando estar a solas contigo. Mi abuelo no me dejó ir a
verte anoche para charlar — concedió con voz ronca — Claro que yo no estaba
pensando mucho en hablar…
Jae se puso colorado de
inmediato. No sabía qué decir, y se quedó totalmente desconcertado cuando él
agachó la cabeza y saboreó sus generosos labios rosados con una sensualidad
embriagadora que lo dejó turbado y tembloroso.
Yunho se echó a reír al
oír los aplausos de los presentes. Lo miró y le deslizó un dedo por la mejilla.
—Más tarde… viviremos
una noche de
bodas que no
olvidaremos jamás, mi joven
señor.
Jaejoong bajó la vista.
¿Por qué se sentía culpable? Yunho era su marido, y naturalmente deseaba tener
un futuro junto a él. Pero tenía que ser un futuro en el que él fuera más que
la eomma de los mellizos y el hombre en su lecho nupcial. Tal vez jamás lo
amara, pero él estaba empeñado en que aprendiera a tratarlo de igual a igual,
en que lo respetara.
Jaejoong se sorprendió.
A medida que iba
transcurriendo la tarde, sin embargo, se dio cuenta de que al menos en público Yunho
lo trataba con respeto. Jamás se había mostrado tan atento con él, y en ningún
momento lo dejó solo mientras pasaban de un grupo a otro para charlar con los
invitados.
SungKee fue con él un
rato después mientras él ayudaba a la niñera nueva, una responsable mujer de
unos treinta y tantos años, a acostar a los niños.
—Seonmi está tan emocionada de que Yoochun y Changmin se vengan
con la niñera a pasar una semana a
nuestra casa. Tenemos tantas cosas planeadas para hacer con ellos. Cuando se
despierten, nos los llevaremos.
—Voy a echarlos de menos — le confió Jaejoong con pesar — Pero la verdad es que sólo
es una semana.
La pareja pasaría la
noche de bodas en Dove Hall, y se marcharían al día siguiente a pasar la luna
de miel a Corea.
— Una semana para que los mayores disfruten de estar recién
casados y solos —
Jung SungKee lo miró con cariño y aprobación — Casi me había
dado por vencido, pero le has cambiado la vida a mi nieto.
—Se la he vuelto del revés —comentó Jaejoong con pesar.
—Yunho merece un matrimonio normal y una vida en familia. Nos
sentimos verdaderamente felices por los dos —le dijo SungKee emocionado.
Cuando bajaba, pensó en
las palabras de SungKee. ¿Habrían sido una crítica velada al primer matrimonio de su nieto? Sin
duda, una referencia a la esterilidad de Heechul. Los niños, después de todo,
eran algo muy valorado en la cultura coreana. Pero seguía un tanto sorprendido,
puesto que a pesar de todo había sido un comentario un tanto desagradable; y Jung SungKee era una
de las personas más amables y con más tacto que había conocido en su vida.
Rain se acercó a él.
—Kim Junsu está sacando fotos con el móvil.
— ¿Estás seguro? ― El otro asintió.
— ¿Lo… sabe mi marido?
—El señor Jung dijo que usted querría ocuparse de ello.
Sintió que se le
formaba un nudo en el estómago, pero acompañó a Rain al salón, donde se
enfrentó a su amigo. Junsu se echó a reír cuando él le recontó que había una
prohibición de sacar fotografías expresa en la invitación. El teléfono de Junsu
era un modelo muy moderno, y Jaejoong sospechó que Junsu lo había llevado
adrede para invadir su intimidad y la de los demás invitados. ¿Estaría ya
esperándolo algún periódico para que les llevara las fotos?
Junsu no necesitó mucho
para empezar a presumir de las fotos que había tomado ya, y Jaejoong se quedó horrorizado
al ver que había fotos de los mellizos y de varios invitados famosos. Junsu
sólo perdió los estribos cuando Jaejoong le pasó el móvil a Rain para que
borrara las fotos. Un coche ya estaba esperando para llevarse al furioso moreno
a la estación de tren. Sus vengativos comentarios finales le hicieron a Jaejoong
más daño que cualquier otra cosa, y le preocupó que al día siguiente apareciera
algún artículo en el periódico. ¿Habría conseguido enviar Junsu alguna foto
antes de que Rain las borrara?
Yunho no dijo nada.
Ajenos a lo que había pasado, SungKee y Seonmi se marcharon un rato después con la niñera y los mellizos. Luego
se marcharon Minjung y Dermot. Su eomma
y su padrastro pensaban pasar una semana en Londres visitando a algunos amigos
y familiares antes de regresar a Nueva Zelanda.
Muy pronto el zumbido
de los motores de los coches y helicópteros señaló la marcha de los invitados,
y la tensión del novio comenzó a aumentar. Jaejoong sentía cómo poco a poco le
iban abandonando las fuerzas.
En el descansillo del
piso de arriba, Yunho se volvió hacia él y lo levantó en brazos.
— ¿Pero qué estás haciendo? —gimió Jaejoong.
—Me encanta pensar que eres mío, sólo mío, todo mío… —dijo Yunho mientras
avanzaba por el pasillo hacia el dormitorio nupcial, donde había tantas flores
que Jaejoong se quedó boquiabierto cuando Yunho lo depositó en el suelo— Seonmi hizo traer floristas
de Corea. Se empeña en hacerlo todo según la
tradición. Es una prueba de su afecto por ti. Pero le dije que no se
molestara en echar a un bebé sobre la cama…
— ¿Cómo dices? —dijo Jaejoong en tono desfallecido.
—Es otra tradición. Pero la fertilidad no es un problema para
nosotros
— se echó a reír con sensualidad
mientras lo envolvía de nuevo con su cuerpo musculoso — Me encantan nuestros hijos,
pero antes de aumentar la familia quiero a mi precioso esposo para mí solo una
buena temporada — le susurró en tono ronco.
Entre sus brazos
fuertes, Jaejoong se sintió en peligro. Tuvo que apartar la mirada de la cama,
que había sido transformada en una especie de romántico cenador cargado de
flores. Todo era tan precioso… Pero había llegado el momento de decirle lo que
tenía que decirle, aunque sabía que él acabaría odiándolo.
Jaejoong se apartó de
él y retrocedió unos pasos.
—Yunho, tengo algo que decirte… No voy a acostarme contigo esta
noche… pero por favor no te enfades.
Yunho se quedó muy
quieto y lo miró con seriedad.
—Es nuestra noche de bodas… ¿Por qué has decidido que no quieres
acostarte conmigo?
Jaejoong se agarró las
manos con fuerza.
—Porque me hiciste chantaje para que me casara contigo, y eso
estuvo mal.
—Quería casarme contigo, y decidí abrirme camino entre tanta…
tontería
— Yunho seleccionó esa palabra con cuidado — Y aquí estamos, casados y con toda la vida por delante. Por favor, no me
digas que planeas destruir todo eso.
Jaejoong hizo un leve
gesto con la mano, percibiendo la tensión que había entre ellos.
—No planeo destruir nada…
— ¿Entonces por qué
darme motivos para
que nos divorciemos
en nuestra noche de bodas? — Le preguntó Yunho
lleno de rabia — ¿Qué es todo esto, Jaejoong?
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
es un castigo que se tiene bien merecido Yunho por ser tan poco romántico y ser muy mandón y no pedirle matrimonio como debería de ser con todas las de la ley si no que le dio la orden por que si no se casaba con el le quitaría a sus hijos y por ello Jae lo esta castigando con no darle lo que Yunho tanto quiere su tesorito mas preciado XD no te molestes Yunho tu te lo buscaste por ser cruel con Jae
ResponderEliminarGracias
Por una parte tiene razón Yunho lo chabtajeaste para que se case y lo peor y mas cruel que lo amenazes quitandole a los niños >< y por otra creo que Yunho esta enamorado pero su ego no lo deja ver aish
ResponderEliminargracias por el capítulo
No, si bien lo tienes merecido por querer chantajear a Jae y mas con los niños....ademas por que no le decis que lo amas en vez de ser tan cruel. Gracias Poleht me encanta la historia.
ResponderEliminarBien merecido lo tiene Yunho por chantajear a Jae para que se casaran,ahora pagara las consecuencias.
ResponderEliminarComo dije antes asi yunho no iba a lograr nada, el debe ser cariñoso y abrirle su corazon a Jae, decirle q lo ama y se caso por amor y no obligación.
ResponderEliminarAy Yunho que más motivo quieres??? Un matrimonio sin amor mutuo declarado no es tener una vida por delante...sino un infierno, Jae sacalo de sus casillas, sabes que puedes llevarlo a limite niegale que te toque se fuerte y te dirá lo que quieres oir con tanta ilusión. Increible, Junsu no iba a perder los beneficios que pudiera sacar a costa de Jae pero tomala jajaja no lo dejaron ajjaja
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