—Qué maravilla estar contigo, Cariño—saboreó Yunho antes de introducir su lengua en la boca de Jaejoong
con una sensualidad que provocó estremecimientos en su cuerpo menudo.
Sin aliento y debilitado
por la maravillosa habilidad de sus manos y sus labios, Jaejoong trató de
recuperarse.
—Deberíamos hablar primero…
Convencido de que esa
conversación le impediría saciar ese deseo cuya fuerza hacía de ello algo
ingobernable, Yunho lo empujó sobre los cojines y lo inmovilizó con su cuerpo.
Todo él estaba centrado en proporcionarle tanto placer que la sería discusión
quedaba eliminada en ese momento, y sometió sus labios rosados y sensuales a la
pausada exploración de sus labios, de sus dientes y su lengua.
Una oleada de puro
erotismo invadió a Jaejoong, cómo un lanzallamas dirigido hacia una hoja de
papel. Acariciaba incesantemente los hombros y la espalda de Yunho, mientras el
calor en sus entrañas se hacía cada vez más intenso. Frustrado por la molestia
de la camisa, empezó a tirar de la tela. Yunho se separó un poco de él y se
desabrochó los botones, dejando al descubierto parte de su pecho bronceado y
musculoso, cubierto de vello.
Jaejoong aspiró hondo.
Era precioso, absolutamente precioso; incluso más perfecto de lo que él
recordaba. Sin pensarlo, conducido por un deseo que jamás había imaginado que
volvería a sentir, se puso de rodillas y deslizó las manos sobre aquel pecho
fuerte y recio, descendiendo después sobre su estómago plano. Mientras su
cuerpo grande y fuerte se estremecía de placer, él se sorprendió de su desinhibición. Él se terminó de quitar la
camisa y la tiró a un lado.
— ¿Por qué íbamos a querer hablar cuando podemos hacer esto? —rugió Yunho con voz
trémula.
De nuevo le llevó las
manos a su cuerpo para que él siguiera acariciándolo, y lo hizo con la
desinhibida sensualidad que era la otra cara de la moneda de su naturaleza fría
y controlada.
—Yunho…
Sólo de tocar su piel
cálida, él sintió el calor del deseo. Pegado a él. Yunho se movió de tal modo
que los dedos de Jaejoong se deslizaron sobre el fino vello que se estrechaba y
desaparecía por debajo de la cinturilla del pantalón.
— Tócame — le urgió él mientras le agarraba las caderas suavemente
redondeadas para apretarlo contra él y que sintiera la dureza de su erección
bajo la tela de su pantalón.
— No deberíamos… no podemos… —empezó a decir Jaejoong, presa de una
turbación imposible de controlar.
Pero incluso mientras
hablaba, su cuerpo menudo y esbelto traicionaba ya esas palabras con sus
eróticos movimientos. Se deleitó con su calor viril, regocijándose con su fuerza y su masculinidad. Cuando él
aplastó sus labios ya hinchados y sensibles sobre los suyos, gimió sin poderlo
remediar y dejó caer la cabeza hacia atrás, muy consciente de las sensuales
palpitaciones entre sus muslos.
Al notar que le abría
la camisa y su pantalón caía hasta las rodillas, salió de la febril
inconsciencia en la que estaba sumido con un gemido de sorpresa.
— Debemos…
Yunho se quedó
completamente anonadado mientras contemplaba con deleite sus preciosas curvas
adornadas con un hermoso y diminuto bóxer de seda y encaje.
Jaejoong quedó asombrado
con la clara apreciación que vio en su resplandeciente mirada. Aunque un rubor
de timidez tiñó sus mejillas, no pudo ahogar la emoción que sintió al ver la
admiración en sus ojos.
Con un dedo fue acariciando sus delicados y rosados pezones.
— No sé lo que tiene tu cuerpo — le confesó Yunho en tono ronco y sensual,
mientras lo abrazaba con más pasión que ceremonia — pero me vuelve loco, cariño.
La erótica caricia de
sus labios sobre su sensible pecho derribó cualquier barrera que aún pudiera
quedar. Cuando Yunho se puso de pie y lo levantó en brazos, él temblaba
intensamente.
Cruzó el vano rematado
con un arco más allá del entramado cubierto de rosas y subió las cortas
escaleras de caracol. Jaejoong se sorprendió al ver la sencilla belleza de la habitación de la torreta. La cama con
dosel estaba cubierta con una fina gasa, y su apariencia de habitación de
cuento de hadas resaltaba aún más con las ventanas góticas de cristal emplomado.
—Caramba…
Jaejoong sintió cómo si
flotara en un sueño del cual no quería despertar.
— Sé lo que te gusta — afirmó Yunho en tono ronco mientras lo
tumbaba en la cama con tal delicadeza que él se echó a temblar de anticipación —
Sé exactamente lo que te gusta.
— Sí…
En una décima de
segundo su memoria, ajeno a toda disciplina, retrocedió dieciocho meses para
recordar algunas de las cosas tan románticas que había hecho Yunho por él. Una
bañera rodeada de velas y con el agua cubierta de pétalos de rosas. Pequeños
regalos, cómo un frasco de perfume, o bien tarjetas y flores. Le había regalado
un ejemplar de su libro favorito encuadernado en piel, y la grabación de una
película que no había visto desde la infancia que había buscado para él. Le había parecido cómo si él poseyera una
sorprendente facilidad para saber lo que
le hacía feliz. Sus recuerdos empezaron a avanzar
hacia la brusca conclusión de su
romance, que había sido para él una desagradable sorpresa de la que nunca se
había recuperado; pero cerró ese recuerdo y lo guardó de nuevo en el pasado.
— Jaejoong…
Yunho bajó la orgullosa
cabeza para besarlo apasionadamente, y los recuerdos del pasado se quedaron
reducidos a una terrible sombra.
— Te deseo…
Cuando él se fijó en su
rostro moreno y joven, lo inundó por completo un fiero anhelo, una sensación
que no dio cabida a ningún pensamiento racional. Todo él estaba inquieto, tenso.
Él deslizó las manos rozando con hábiles caricias las puntas de los rosados
pezones, y él arqueó la espalda mientras el placer lo recorría cómo una
marejada imparable. Allí agachó la cabeza, y utilizó su boca para juguetear con los tiernos pezones
mientras le retiraba la última prenda de ropa.
Cuando él le separó los
muslos él sintió que se derretía por dentro, y su deseo resurgió de nuevo con
más fuerza. Bajó la mano para acariciar su sexo mojado y caliente, y el primer
estremecimiento de deleite recorrió su cuerpo hambriento de pasión. Y así Jaejoong
se abandonó a las sensaciones, todo él caliente y mojado, cómo una flor
abriendo sus pétalos al sol. Con habilidad él fue recorriendo todo su cuerpo
inquieto de deseo, y antes incluso de que él pudiera adivinar lo que pretendía,
él lo sometió a una intimidad que sorprendió a Jaejoong.
Sus atenciones fueron
una tortura exquisita. Perdió el control cómo jamás lo había perdido antes, con
jadeantes chillidos y gemidos temblorosos que partían de sus labios
entreabiertos. El febril nudo de deseo que le tensaba las entrañas se fue
haciendo cada vez más intenso, hasta que alcanzó una intensidad tan grande que
al poco se desató en él una oleada de liberación.
— ¿Te sientes bien…?
Jadeando, Jaejoong
regresó flotando a la realidad, aturdido por la intensidad de lo que acababa de
experimentar.
— Más que bien…
Una pícara sonrisa de
satisfacción embelleció su boca grande y sensual.
— Bien. No te he dado oportunidad de ceder a tus inhibiciones…
Con un movimiento ágil
se colocó entre sus muslos delgados, con las manos firmemente apoyadas en sus
caderas mientras le apartaba los muslos y se colocaba sobre él. Jae se sentía
lánguido y débil, y muy sensible. Yunho se hundió en él con una fuerza profunda
y pausada que le arrancó gemidos de placer, despertando de nuevo su deseo. Su
letargo desapareció cuando él lo llenó por completo con su miembro caliente y
erecto, y la primera sacudida de renovada excitación lo zarandeó.
— Por favor… — susurró él con tensión, mientras el deseo se concentraba y
aumentaba con cada embestida.
Yunho le agarró las
manos, dominándolo con su nueva energía y su pasión.
— Qué gusto estar dentro de ti — le confesó con un jadeante susurro de
satisfacción, y cierto desconcierto en la mirada — Me siento tan bien…
El cuerpo de Jaejoong
parecía haber cobrado vida propia, y se arqueaba respondiendo a los movimientos
de Yunho, mientras que el salvaje deseo se elevaba inexorablemente hasta que él
alcanzó el clímax de nuevo y se perdió en los intensos espasmos del placer.
Después estaba tan
relajado, tan alejado de la realidad, que sentía cómo si flotara en otro mundo. La turbadora dicha
de la liberación se había vertido en una intensa oleada de fiera emoción. Lo
abrazó y medio adormilado le fue dando besos
en el hombro.
Una risa ronca de
apreciación hizo vibrar su cuerpo musculoso y esbelto, y Yunho le respondió
abrazando con ganas su cuerpo menudo.
— Te he echado de menos; eres tan cariñoso, Yobo.
— Tengo tanto sueño — murmuró él.
Yunho lo apoyó de nuevo
sobre él y le retiró el pelo de la cabeza con movimientos suaves y
arrulladores.
— Entonces duerme.
— Mmm…
Momentos después,
cuando su cuerpo estaba lánguido por el sueño, despertó ante la erótica
insistencia del suyo. Sus cinco sentidos cobraron vida de nuevo en respuesta a
sus caricias, y susurró su nombre en señal de instantánea aceptación.
Fue la experiencia más
intensa y dulce de su vida. Una lenta y profunda unión de placer sin fin que
culminó en otro alucinante torbellino de erótico gozo. Una dicha profunda y
satisfactoria lo empapó por completo. En ese momento, con la guardia muy baja,
las palabras de amor se formaron de pronto en sus labios; y tal vez las habría
pronunciado de no haber sido porque un sexto sentido lo apartó de ese peligroso
límite y lo silenció. Fue el recordatorio más cruel de la realidad que podría
haber sufrido.
— Has estado sublime, Yobo… — le dijo Yunho con
pereza.
Con los ojos abiertos y
la mirada perdida de asombro y miedo, una fatídica sensación de déjà vu comenzó a atormentarlo. Se había
acostado con él otra vez, se había quedado dormido entre sus brazos cómo un bobo
confiado, y había estado a punto de decirle por segunda vez que lo amaba. Allí,
en el fondo de su ser, además de toda la
rabia y la desconfianza que lo obligaba a estar a la defensiva, estaba el amor que pensaba que había superado. El
pánico y la confusión y los sentimientos que se había ocultado incluso a sí
mismo dieron paso rápidamente a la rabia y la vergüenza. Aquél era el hombre
que lo había abandonado sin remordimientos. ¿Lo habría echado de verdad de menos? Sí… tanto, que jamás había vuelto a llamarlo.
¿Qué había pasado con ese
nuevo comienzo y la amistad que él había sugerido?
¿Acaso habría intentado
proporcionarle una falsa sensación de seguridad? Esos pensamientos sueltos
parecieron tomar fuerza al tiempo que iban relacionándose.
Jaejoong paseó la
mirada por la habitación con curiosidad. El decorado era muy delicado, muy a
tono con sus preferencias personales, pensaba con creciente suspicacia. No sólo
eran los tonos pastel sus favoritos, sino que también adoraba las flores
frescas. Jaejoong reconoció que jamás había visto tantas rosas y lirios frescos
colocados de una manera tan preciosa en una habitación cómo aquélla. ¿Qué era
lo que hacía falta para provocar sus sospechas y que se pusiera en guardia?
¿Una alarma contra incendios? ¿El ataque
frontal de un tanque militar?
La escena del picnic
había sido igualmente preparada para que el momento tuviera un atractivo
especial, reflexionó con cierta angustia. Estudió los lazos de seda que
embellecían el poste de la cama que tenía más cerca y estuvo a punto de
atragantarse con la convicción de que seguramente todo aquello era nuevo, y de
que en realidad había sido pescado con un cebo muy interesante a manos de un
experto pescador. ¿Y, peor aún, cuántas horas habían pasado desde que había
visto o pensado en sus hijos? Ese
pensamiento le provocó un sentimiento de culpabilidad tremendo.
— Estás muy callado — dijo de pronto Yunho — Detesto poner fin a nuestro
idílico interludio, pero no he comido nada desde que desayuné, y casi es la
hora de la cena.
Jae se apartó de él con
movimiento brusco para ponerse de pie.
— Me has hecho hacer el ridículo…
Levemente aturdido
mientras admiraba sus bonitas facciones, delicadas cómo las de un duendecillo,
incluso con el cabello revuelto y el rostro desmaquillado, Yunho se puso tenso
y apoyó un codo sobre la cama.
— Creo que no te entiendo.
Jaejoong saltó de la
cama cómo si hubiera sentido un intenso dolor en su cuerpo. El sol se escondía
por el oeste, pero todavía entraba bastante luz por los ventanales de arco apuntado,
demasiada cómo para que no sintiera vergüenza. La desnudez nunca le había
resultado tan incómoda o humillante cómo en ese momento. Al ver sus boxer en la
alfombrilla a los pies de la cama, los recogió con manos temblorosas y se los
puso rápidamente.
Yunho retiró la sábana
y se incorporó.
— ¿Qué ocurre?
— No me puedo creer que me hagas esa pregunta — soltó Jaejoong con
rabia — Te lo puse
tan fácil también, ¿verdad? Dame un poco de sol, unas rosas y un entorno bello cómo
éste, y caeré en las mieles de la seducción…
— ¿Qué seducción? — Yunho se puso la ropa interior y después fue a
hacer lo mismo con los pantalones — Jamás he tenido que seducir
a un joven en mi vida.
— No creas ni por un momento que voy a olvidarme de lo que me
estás haciendo — le espetó Jaejoong mientras tiraba de la sábana para
enroscársela al cuerpo con una serie de movimientos precipitados.
Su ropa aún estaba fuera,
en la hierba. La vergüenza que sentía le pareció un castigo justo a su
libertino comportamiento.
Con lágrimas de dolor y
de rabia en los ojos, Jaejoong bajó corriendo la escalera de caracol. El
increíble encanto de la colcha arrugada, de los cojines desperdigados sobre la colcha y de las copas de vino
olvidadas en el claro de césped rodeado de árboles lo impresionó de nuevo. Se
puso a buscar su camisilla, Pero no la encontró.
— ¿Es que te has vuelto loco? — Le preguntó Yunho desde la terraza, donde en
ese momento se estaba poniendo la camisa — ¿Estamos
haciendo el amor, y al momento empiezas a gritarme?
— ¿Qué pasó con la amistad? — le chilló él.
Yunho se quedó quieto,
con la camisa a medio abotonar. La pelusilla morena que cubría su rostro
dibujaba una sombra alrededor de su preciosa boca. Sus bellos ojos
entrecerrados lo miraban con vehemencia.
— La opción estaba ahí… pero tú la ignoraste.
Temblando de
incredulidad, Jaejoong lo miró también a los ojos. Yunho le tendió una mano
larga y morena.
— Vuelve a la cama, mi joven señor. Pediré que nos traigan algo
de comer.
Jae retiró la ropa del
suelo, dejó caer la sábana y se la puso a toda velocidad.
— ¡Debes de estar de broma! Vine a Italia porque confié en ti,
porque quería ser justo contigo y con los niños.
Yunho levantó los
brazos extendidos con un gesto muy coreano y los dejó caer de nuevo.
— Y lo has sido… y eso te honra. Hoy hemos avanzado y dejado
atrás el pasado… Es un paso importante…
— El único lugar al que he avanzado ha sido a tu cama, y más que
un paso adelante me parece un retroceso.
— Pero te lo has pasado bien en mi cama — respondió él sin
vacilar — No te he oído
quejarte.
— No se trata de eso…
Yunho le dedicó una
sonrisa encantadora que consiguió que se le
encogiera el estómago con una mezcla de tensión y de resentimiento.
— Tal vez tu explicación sea demasiado ilógica para que yo esté
de acuerdo. Me deseabas, Jaejoong.
Con lágrimas de rabia
en los ojos, Jaejoong se agachó para levantar y sacudir la colcha con el fin de
localizar sus zapatos.
— Y te ha parecido bien volver a tenderme una trampa, ¿no? Como
sabes que todavía me atraes, te pareció bien traerme hasta aquí con engaños,
prometiéndome una falsa amistad.
Yunho observó cómo
introducía sus pequeños y delicados pies en los zapatos, y se dijo cuánto le
gustaba esa parte de su cuerpo también.
— Te aseguro que esta ridícula escena no me resulta en absoluto
divertida
— gimió con impaciencia — Todavía no entiendo qué es lo que te pasa.
— ¿De verdad? — Jaejoong le echó una mirada llena de amargura —
¿No te parece
mal lo que has hecho?
Con expresión
implacable, Yunho se encogió de hombros; era un veterano endurecido por la
batalla cuando se trataba de esquivar preguntas directas.
— ¿Qué es lo que he hecho?
— Debería haber sospechado que planeabas algo nada más ver este
precioso escenario. Era demasiado maravilloso para ser cierto.
Yunho se sentía cada
vez más frustrado. Él era un hombre muy práctico. A Jae le gustaban los cuentos
de hadas, las camas con dosel y las flores. Él se había asegurado de que se
viera rodeado de todas esas cosas y de que se sintiera verdaderamente encantado.
En cuanto a él, todo había ido de maravilla; Jae había sido feliz, y por lo
tanto él también. ¿Qué problema tenía Jaejoong? Era el único joven que le había
gritado en su vida.
— ¿Desde cuándo es una ofensa darte lo que quieres para que lo
disfrutes?
— Todo ha sido un engaño… un asqueroso y cruel montaje.
— ¡Dios!… ¡Quiero casarme contigo! — Gimió Yunho con
incredulidad — ¿De qué manera ha sido para ti un engaño?
Jaejoong estaba tan
disgustado, que sintió un alivio enorme al ver la camisilla que no encontraba,
pues le daba la excusa de poder agacharse para recogerla. Le dolía tanto todo
aquello que quería gritar; porque sabía que había deseado que fuera real, lo
había deseado tanto que aún tenía el sabor de ese deseo en la boca.
— Te pedí que te casaras conmigo y me dijiste que no. Cuando
quiero algo, no ceso hasta conseguirlo — Yunho lo miró con desafío — Yo soy así. Así hago las
cosas. No engaño a nadie.
Enrabietado por su
negativa a reconocer su error; Jaejoong se puso derecho.
— ¿Ah, no? ¡Fuiste romántico conmigo y no significó nada! Me
animaste a encariñarme contigo y después me abandonaste — condenó, lleno de
dolor y vergüenza; temeroso de romper a llorar, echó a andar por el camino del
bosque — Bueno, no pienso dejarme engañar de nuevo con
la misma charada. No me puedes manipular cómo si fuera parte de un trato de
negocios.
— ¿Qué entiendes tú por romántico?
— Los pétalos de rosa en la bañera… las flores… las tarjetas… mi
película favorita… el libro… — recitó angustiado, más enrabietado aún por su
incomprensión.
Yunho parecía
disgustado.
— No entiendo por qué hay que darle tanta importancia a unos
pequeños regalos y algunos detalles que tuve contigo — dijo de manera
concisa — No
tuve intención ni de animarte ni de engañarte. Jamás había tenido una relación
de ese tipo en mi vida…
— Sí… lo sé. ¿Por eso te referiste a mí cómo «sólo el criado»
cuando se presentó tu amigo a hacerte una visita? — Jaejoong soltó una
risotada amarga mientras cruzaba el arco de piedra.
Yunho se encogió por
dentro. No sabía que él hubiera oído ese comentario.
— Ese amigo era un cotilla. Sólo intentaba proteger nuestra
intimidad. ― Jaejoong hizo una mueca, a punto de echarse a llorar.
— No, estabas diciendo la verdad. Sólo fui eso para ti, lo único
que querías que fuera… el criada}o que te calentara la cama.
— ¡Tal y cómo lo dices, haces que parezca algo sórdido y vulgar!
¡Pero no fue así! — Tronó Yunho — El primer día que te permití que me gritaras dejaste de ser el criado para pasar a ser mi igual.
Sorprendido por su
explosión de genio, Jaejoong le echó una mirada sorprendido y echó a andar más
deprisa.
— Bueno, lo de hoy ha sido rastrero… ¿Qué hiciste? ¿Trajiste a un
decorador para que preparara el escenario de mi seducción?
— Dios… — pronunció Yunho con incredulidad — No volveré a tratar de
complacerte mientras viva… ¡Eres una persona imposible de complacer!
— No confío en ti. ¿Y te extraña?
Jaejoong se dio la
vuelta para dirigirse de nuevo a él.
— ¿Dónde estaban tus guardias de seguridad esta tarde? — Le preguntó — Su ausencia es prueba de
que querías llevarme a la cama.
Yunho extendió sus
manos morenas con gesto elegante.
— Sin comentario…
Su evidente falta de
vergüenza enfureció tanto a Jaejoong que le entraron ganas de gritar.
— ¡Ojalá te pudras en el infierno por esto, Jung Yunho!
— No es un crimen que quiera casarme contigo…
— Mira, cuando esté tan desesperado por tener un marido que tenga
que aceptar a uno que se siente culpable
por haberme dejado embarazado, te avisaré.
Bajo el porche, Yunho
le agarró de la mano y tiró de él con suavidad, obligándolo así a que se diera
la vuelta para mirarlo.
— Tal vez agradezca la existencia de esos dos niños más de lo que
crees tú — susurró en tono
cortante — Heechul se
sometió a todos los tratamientos de fertilidad existentes y aun así nunca pudo
concebir.
Sorprendido por esa
revelación, Jaejoong lo miró sin pestañear con los ojos como platos. Y sólo
sintió más dolor. Su primer pensamiento fue que su fertilidad debió de
parecerle un golpe irónico, ya que su fallecido esposo había tenido que
soportar repetidamente la continua decepción con su deseo de concebir un hijo.
— Y tal vez también sea consciente de cuánto les debo a mis
abuelos por aceptarme en su hogar y educarme cómo a un hijo — añadió Yunho.
— Si alguna vez me caso, querría tener una relación más personal
con mi esposo y mis hijos — le dijo Jae en tono seco.
Cuando Jaejoong se dio
la vuelta y entró corriendo en la villa, Yunho sintió cómo si un detonador se
disparara en su interior, y cruzó las puertas interiores que accedían al
vestíbulo de mármol cómo si hubiera entrado un tornado.
— ¿Qué podría ser más personal que lo que tenemos ahora? — rugió tras de él.
Sorprendido por su
furia y abrasado por el calor de su fiera mirada, Jaejoong se quedó inmóvil.
— Sólo es algo físico — murmuró en tono despreciativo.
— ¿Y qué tiene eso de malo? — Dijo Yunho en tono agresivo— ¡Si estuviera en el
otro extremo del mundo, tomaría un avión sólo para pasar una hora contigo en la
cama! Es la mejor relación sexual que he experimentado en mi vida. Me hace
feliz; más que feliz. ¿Por qué no puedes sentirle tú igual?
La vergüenza tiñó sus
mejillas. No podía dar crédito a lo que él acababa de decirle.
—Yunho…
De algún lugar a sus
espaldas se oyó una tos, cómo la que emite una persona cuando quiere advertir a
alguien de su presencia. Ante sus ojos, Yunho se quedó helado.
— Yunho… — repitió Jaejoong.
Despacio, de mala gana,
muerto de vergüenza sólo de pensar que alguien hubiera podido escuchar los
últimos minutos de su conversación, Jaejoong se dio la vuelta. Un hombre mayor
de pelo blanco que tenía a su hijo Yoochun tranquilamente en brazos les sonreía
con felicidad desde el otro extremo del largo vestíbulo.
— Jung SungKee — dijo el hombre en el tono más alegre y
amigable del mundo — Y tú debes de ser…
— Jaejoong — dijo Yunho con rotundidad, mientras le daba la mano y le
quitaba disimuladamente la camisilla para guardarla Dios sabía dónde, puesto
que tenía la mano vacía cuando volvió a mirársela — Deja que te presente a mi
abuelo.
Yunho le rodeó la
cintura a Jaejoong, y SungKee lo urgió para que lo precediera al salón.
— Jaejoong… esta es mi esposa, Seonmi.
Una mujer mayor entrada
en carnes con brillante cabello canoso y con Changmin en su regazo lo saludó en
un inglés con un fuerte acento coreano.
Yunho despidió a la
niñera que esperaba órdenes, mientras Jaejoong se decía que al menos no estaba
sucumbiendo a un ataque de histeria. Tenía la cara tan colorada que podría
haberse frito un huevo en sus mofletes. ¿Cuánto tiempo llevaban los abuelos de Yunho esperando a que
ellos aparecieran? ¿Acaso sospechaban de la causa de su ausencia? Era imposible
que no hubieran notado que tenía el pelo revuelto, o que Yunho, cuyo aspecto
distaba mucho de su elegancia habitual, no llevaba ni americana ni calcetines.
Ni a SungKee ni a Seonmi podría habérsele pasado por alto el detalle de que su
nieto y la eomma de sus bisnietos acababan de tener una terrible discusión.
Pero ninguno de los encantadores abuelos de Yunho dio muestras de desaprobación alguna.
SungKee sonrió cuando Yoochun
extendió los brazos para reunirse con Jaejoong, y se lo pasó a su eomma.
— Por supuesto, quieres irte con tu eomma. Seonmi y yo nos
alegramos mucho cuando nos enteramos de la existencia de estos niños. Espero
que entendáis que no podíamos esperar ni un día más para venir a conocerlos. El
tiempo es muy valioso a nuestra edad.
Yunho se dio cuenta
inmediatamente de que se había equivocado al
asumir que sus abuelos quedarían muy disgustados por el escándalo
provocado por la existencia de sus dos hijos ilegítimos. Sus abuelos parecían
felices y contentos con la situación, se decía mientras se inclinaba un poco
para besar la suave y empolvada mejilla de su
abuela.
— Tu abuelo quería avisarte de nuestra visita, pero ya sabes lo
mucho que me gustan las sorpresas — le informó Seonmi en tono cantarín.
— Es una sorpresa maravillosa — respondió Yunho sin vacilar.
Explicándole que la
artritis le tenía un poco anquilosada, Seonmi invitó a Jaejoong a que se
sentara junto a ella.
— Son dos niños preciosos; fuertes, saludables y llenos de vida.
Debes de estar muy orgulloso de ellos — comentó Seonmi mientras acariciaba a Changmin,
que se recostaba sobre el pecho de su bisabuela, feliz con aquel momento de
atención.
Igualmente emocionado, SungKee
acarició la rizada mata de cabello de Yoochun antes de que Jaejoong dejara a su
hijo en la alfombra para que pudiera gatear un rato.
— Quiero que sepas que pase lo que pase entre Yunho y tú, siempre
os consideraremos a ti y a los niños cómo parte de la familia y seréis muy
bienvenidos a nuestra casa — dijo SungKee.
Aquella generosa
declaración conmovió profundamente a Jaejoong. Vio que Yoochun iba directamente
hacia su padre.
— Os quedaréis unos días, por supuesto… — le decía Yunho en
voz baja a sus abuelos — Desgraciadamente, mañana tengo una reunión a primera hora en
Bruselas, y tendré que salir a última hora de la tarde. Pero a Jaejoong le
encantará que le hagáis compañía.
Jaejoong se sintió
culpable. ¿Estaría inventándose una excusa por la discusión que habían tenido?
Vio que tomaba a Yoochun en brazos con una alegría y una confianza que sorprendió a
la pareja mayor.
Los mellizos ya
empezaban a querer
a su padre.
¿Habría tomado él la
decisión correcta?
Media hora después, Yunho
insistió en ayudar a Jaejoong a llevar a los mellizos a su cuarto. Cuando los
acostaron, pues los niños ya se habían bañado y cenado, avanzó con él por el
pasillo hasta el dormitorio que le había sido asignado para la duración de su
estancia.
— Tengo una pregunta que quería hacerte… es de cuando estabas embarazado
de los mellizos…
Jaejoong lo miró con
sorpresa.
— ¿Cuándo hiciste exactamente esas llamadas al número de teléfono
que te di?
― Jaejoong apretó los labios con gesto pensativo.
— Fue en verano… a finales de junio, principios de julio… ― Yunho lo miró con
interés.
— ¿Y la carta que dijiste? ¿Cuándo la enviaste?
— Más o menos en la misma época.
— Pero entonces eso debió de ser unos seis o siete meses después
de romper. Para entonces, hacía tiempo que sabrías que estabas embarazado ¿Por
qué esperaste tanto tiempo antes de intentar contactar conmigo? — preguntó con
incredulidad.
— Esperé a ver si me llamabas tú primero. ― Él frunció el ceño.
— No lo entiendo.
Jaejoong alzó la
barbilla, rechazando la intensa sensación de rechazo que aún sentía en su
interior.
— Quería saber si saldría de ti ponerte otra vez en contacto
conmigo. Pero no lo hiciste, lo cual me dejó muy claro lo que necesitaba saber.
— ¡Te habría llamado de haber sabido que estabas embarazado! — Le respondió Yunho
con incredulidad y frustración — Cuando quisiste llamarme, tu nombre había sido borrado de la
lista… Y por eso no pudiste hablar conmigo.
— Algunos de nosotros no funcionamos de ese modo cuando se trata
de nuestra vida amorosa — murmuró Jaejoong con amargura.
Yunho aspiró hondo para
contenerse. Con sorpresa, se dio cuenta de que estaba a punto de perder los
estribos de nuevo con Jaejoong. Pero aspiró y trató de serenarse. No perdería
los estribos con sus abuelos bajo el mismo techo. Desgraciadamente, SungKee
pensaba que todas las mujeres y doceles eran cómo su esposa, flores frágiles de
eternas sonrisas, naturalezas adorables y nada de carácter.
El único lugar donde Jaejoong
cedía era en la cama, pensaba Yunho con pesar, pensando que era una auténtica
pena haberle permitido salir de la torre. Jamás antepondría la comida al sexo.
Ya era hora de idear algo creativo y poner en
práctica un acercamiento nuevo. Pero de momento sentía que lo mejor era
retroceder un poco.
— Quédate en la villa un tiempo — le aconsejó Yunho a Jaejoong en tono sereno,
ignorando con elegancia su último comentario — Así tendré más tiempo para
buscarte un apartamento adecuado para ti y los niños en Londres.
Jaejoong se quedó
desconcertado con el cambio de tema, además de la serenidad que mostraba Yunho
con la perspectiva de que él y los niños tuvieran su propia casa.
— Yunho… — lo miró con incertidumbre — Entiendo que sigas enfadado
conmigo, pero de verdad creo que hemos tomado el camino equivocado y…
— Hace un par de horas estabas en mi cama… por favor, no me pidas
que seamos amigos — insistió Yunho en tono cortante y burlón — Es demasiado tarde para eso.
— Tal vez jamás fuera una posibilidad — concedió Jaejoong.
— No esperes que me quede tan tranquilo si te acuestas con otro
hombre
— Yunho quiso ponerle los límites antes de marcharse.
Consternado de que Yunho
pensara que él pudiera lanzarse a los brazos de otro hombre, Jaejoong le tomó
la mano con un gesto íntimo que fue totalmente involuntario.
— No soy así. ¿Acaso no lo sabes todavía? No planeo…
— Estás arriesgándote demasiado — con un brillo de advertencia en sus
ojos dorados, Yunho lo empujó suavemente contra la pared y apoyó las manos a
ambos lados de su cabeza — No toques si no quieres que se te toque, Yobo…
El fuego de su mirada
despertó un cosquilleo vergonzoso que lo recorrió de arriba abajo. Estaba tan
cerca de él, que se estremeció, y sintió vergüenza al darse cuenta de que no
era aprensión lo que lo dominaba. Una inconsolable anticipación le aceleraba el
pulso.
— Necesitas trabajar tu nivel de resistencia, porque yo no me he
dado por vencido —
dijo Yunho en voz baja, cómo un tigre ronroneando — Cuando quiero algo, voy a
por todas. Al siguiente round, es muy posible que juegue sucio, Cariño mio.
Con una sonrisa
sardónica, dejó caer las manos, se puso derecho y se retiró con exagerada
cortesía para dejarle vía libre.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
No todo es sexo yunho. Ojalá lo entienda yunnie y empiece a mejorar sus tácticas de conquista para jae XD jaejoong lo quiere asi q yunho solo tiene q cambiar a una actitud mas amorosa...
ResponderEliminarGracias por actualizar amiga ^^
por que no puede ser mas dulce y romántico Yunho con Jae así lo ganaría mas rápido si el de verdad se quiere casar con el y no le haga creer a Jae que lo único que quiere de Jae es seco y los hijos que le demuestre que el también le interesa como persona y como su pareja de vida
ResponderEliminarGracias
Yunho no es que lo llenes de todo lo que le guste las mejores cosas los mejores lugares no así Jaejoong no te siente sincero por eso tiene miedo Yunho cambia un poco no utilices lo que sabes que Jae siente por ti eso es caer bajo no solo te cases solo porque tubo a tus hijos u.u
ResponderEliminarYunho debe entender que no solo es sexo con Jae el quiere que lo quiera de verdad y no solo haga montajes para que convenza a Jae de casarse con el debe buscar la manera de acercarse.
ResponderEliminarLos abuelos están mas que felices con sus nietos
por fin hubo acción !! jajajaj pero duro poco el momento feliz u.u
ResponderEliminarque bella escena ver a los abuelitos con sus bisnietos se nota que los quieren aww... que tiernos.... jaejoong sigue poniendo resistencia vamos a ver cuanto tiempo mas aguanta jajajaj
Nada de los que hace Yunho resulta justo para Jae, cuando nada le cuesta ganar siendo más considerado y romantico de manera sincera. Ay esos bebés son la cosita más linda que hay¡¡¡ de entrada son mimositos y traviesos, no hay modo de que los abuelos no los adoraran a primera vista y si Jae lo piensa tiene a los abuelos de sus lado😉 no tiene la voluntad de resistirse a Yunho pero tal vez, si de ponerlo en una situación que lo ate mde manos y lo haga reconocer que lo ama. Ese instinto posesivo de no soportar ver a Jae en brazos de otro es algo que Jae puede usar en su favor😉.
ResponderEliminarMe encanta esta historia, es la 3ra vez que la leo. Me encanta el blog en general.
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