Cuatro semanas después,
Jaejoong asistió a la inauguración de una galería de arte en compañía de un
joven y apuesto empresario coreano y la hermana de éste.
Cuando había vuelto de
Italia, Yunho había estado en Nueva York, y él había pasado más de una semana cómo
huésped en la confortable casa londinense de SungKee y Seonmi. Allí había
conocido a mucha gente, puesto que la educada pareja había hecho un esfuerzo
especial para introducirlo en su círculo de amistades. Lim Taecyeon y Lim Yoona,
que originalmente habían visitado a los abuelos de Yunho en compañía de su
anciano padre, habían sido amistades bienvenidas puesto que tenían la misma
edad que Jaejoong.
Por primera vez en
mucho tiempo, Jaejoong podía disfrutar de una vida social, y estaba intentando
animarse y salir. También pensaba buscar un trabajo de oficina a tiempo
parcial, para poder introducirse de nuevo en el mundo laboral. La rapidez del
cambio que se había llevado a cabo en las últimas semanas, sin embargo,
había tenido más de desafío de lo que él
había esperado.
Finalmente, se había
armado de valor para llamar por teléfono a su eomma a Nueva Zelanda para
contarle lo de los gemelos. La noticia de que era abuela había sido un shock
para Minjung. Aunque le había dolido que su hijo no hubiera confiado en ella, Minjung había vuelto a llamar a Jaejoong
al día siguiente para preguntarle un montón de cosas de los niños y para que le
enviara algunas fotos de ellos.
A pesar de que Jaejoong
no tenía problemas ni de casa ni económicos, estaba muy desanimado; aunque
hacía lo posible para ocultarlo tras una alegre sonrisa. Sentía que un trabajo
le daría una perspectiva nueva. Si volvía al mercado de trabajo, recuperaría un
poco de independencia. ¿Acaso tenía la intención de vivir de la generosidad de
los Jung eternamente? Ni hablar. Además, si empezaba a trabajar, tal vez no
echara tanto de menos a Yunho. El paso de los días parecía aliviar la punzada
de dolor que le producía la separación. El llevaba mucho tiempo fuera en viaje
de negocios. También había conseguido visitar a los mellizos en tres ocasiones
en las que él había estado fuera; y el poco contacto que habían tenido se había
desarrollado en un ambiente frío.
Sólo había pasado una
semana desde que Jaejoong se había mudado al maravilloso apartamento amueblado
que Yunho le había buscado. Era mucho más grande y mucho más céntrico de lo que
él podría haberse imaginado. Yunho, sin embargo, había despreciado sus
protestas con la declaración de que sus hijos tenían derecho a beneficiarse de
todas las ventajas y las comodidades posibles.
—Supongo que los rumores que corren sobre Jung Yunho y tú deben
de ser ciertos.
Lim Taecyeon dejó que
la provocativa afirmación flotara en el ambiente mientras se paseaban por los
pasillos de la galería de arte.
Deseando que su hermana
no se hubiera apartado de ellos un momento antes, dejándolos por ende a solas, Jaejoong
se puso tenso.
—Nunca hablo de Yunho…
—Salió publicado en todos los periódicos —respondió el joven coreano
con indiscreción.
Jaejoong se puso cómo
un tomate.
— ¡Santo cielo, eso fueron todo mentiras! ¿De qué rumores estás
hablando?
—De los que dicen que no estás con él. Te he hecho el comentario
porque vi a tu niñera cuando llevó a los niños a visitar a SungKee y a Seonmi.
Jaejoong lo miró con
extrañeza.
—No lo entiendo…
—Tu niñera, Maribel, es una mujer muy guapa —le explicó Taecyeon— Sólo una persona que no
teme la competición emplearía en su casa a una niñera que parece una modelo.
Particularmente una que es exacta al perfil femenino preferido por Jung: rubia,
de piernas largas y curvas peligrosas…
Mientras asimilaba el
significado de sus palabras, Jaejoong se quedó pálido. Hasta ese momento Jaejoong
jamás se había parado a pensar en que Maribel fuera una belleza.
¿Acaso los innegables
encantos de la niñera explicaban las recientes visitas de Yunho para ver a los
mellizos cuando él había salido a otro sitio y estaba fuera de casa? ¿Estaba Taecyeon
tratando de hacerle una advertencia? ¿Estaría Yunho detrás de la niñera, y él
era el último en enterarse?
—Sí, es encantadora, ¿verdad? —Consiguió decir Jaejoong,
castañeteándole los dientes del repentino nerviosismo que le había entrado — Supongo que podría
recordarle a su fallecido esposo.
—Sería difícil imitarlo, creo yo —dijo Taecyeon.
— ¿De quién habláis? —preguntó su hermana Yoona, una morena
charlatana, que se unió a ellos en ese momento.
—De Jung Heechul—le dijo Taecyeon.
—Mi eomma solía ponérmelo de ejemplo — confió Yoona con
expresión pesarosa — Por supuesto, Heechul era mucho mayor que yo. Era precioso, sin
embargo, y siempre hacía obras de caridad. Estaba totalmente entregado a Yunho…
—Él se casó con Heechul y se convirtió en un adicto al trabajo —comentó Taecyeon.
— ¡Todo el mundo sabe que su matrimonio era perfecto! —Yoona le echó a su
hermano una mirada de reproche.
Aturdido por los
elogios de Yoona, Jaejoong aspiró hondo.
—SungKee y Seonmi nunca hablan de Heechul.
—Se quedaron muy disgustados cuando él murió. Fue tan trágico
que nunca tuviera un hijo —de pronto Yoona pareció darse cuenta de la turbación de Jaejoong—
Lo siento, Jaejoong,
espero que no pienses que quería decir que…
—No, claro que no —la interrumpió Jaejoong. Pero por dentro se
sentía vacío.
Había preguntado y le
habían respondido, pensaba con desasosiego mientras paseaba por la exposición
con Taecyeon y Yoona, casi sin saber lo que decía cuando se le pidió su opinión
sobre distintas obras de arte.
Jaejoong sólo podía
pensar que Heechul había sido un esposo estupendo, y que Yunho había sido muy
feliz con él. Por primera vez, Jaejoong se vio obligado a enfrentarse al
demonio de los celos. Le avergonzaba sentirse así, pero no parecía poder
librarse de ellos. Estaba muy celoso de lo que Yunho había compartido con Heechul,
y el hecho de saber que no tenía derecho a sentirse así no le servía de nada.
Sin embargo, se disgustó al pensar que los amargos celos y el orgullo herido le
habían impedido considerar la proposición de matrimonio de Yunho con seriedad.
¿Por otra parte, tan desesperado estaba que debía considerar unirse en
matrimonio a un hombre que había dicho abiertamente que el sexo era lo único
que él tenía que ofrecerle?
Yunho había amado a su esposo.
Cuando ellos se habían conocido aún estaba llorándolo; y él lo había utilizado cómo
un remedio para curarse, que despreció fácilmente en cuanto empezó a sentirse
mejor. En comparación con Heechul, él había sido una aventura pasajera, una
desviación temporal de las normas que regían su vida; y sólo el nacimiento de Yoochun
y Changmin le había dado a él el pasaporte para entrar de nuevo en la vida de Yunho.
Veía que esa dolorosa verdad había pisoteado su autoestima y lo había empujado
a negar el hecho de que seguía desesperadamente enamorado del padre de sus
hijos. Pero también veía la necesidad de superar las desagradables emociones
hacia el fallecido esposo de Yunho y su matrimonio perfecto.
La inauguración de la
exposición tocaba a su fin, y Jaejoong exageró un bostezo para rechazar la
invitación a una fiesta. Taecyeon se ofreció a llevarlo a casa.
—Tengo un coche esperándome… ― Taecyeon arqueó una ceja.
—Te acompaño afuera. ¿Entonces no estás libre?
—No sé lo que quieres decir.
—Tus niños no están aquí, pero sigues yendo de un sitio a otro
en una limusina con chófer. Es una afirmación de propiedad. Jung está apostando
muy fuerte. Todo lo que te rodea dice que eres intocable —comentó el joven coreano.
—No necesariamente —murmuró Jaejoong con cierto fastidio mientras
salían a la calle, donde ya había oscurecido— Normalmente me llevo a los
niños a todas partes; y Yunho insiste en que utilice la limusina.
—Bueno, no te preocupes por la atracción fatal de la niñera — le dijo Taecyeon con
petulancia — Si está
disponible, tengo la intención de mantenerla bien ocupada.
Mientras asimilaba esa
expresión de interés por Maribel, el destello del flash de una cámara estuvo a
punto de cegar a Jaejoong, que pestañeó sorprendido, cómo un búho miope. El
fotógrafo se marchó corriendo, y Taecyeon lo urgió para que se subiera al coche.
—Me sorprende que Jung no te pusiera también un guardaespaldas.
—Lo hizo… Le dije que esta noche no lo necesitaba —suspiró Jaejoong.
Después de pasar la
noche dando vueltas en la cama, a la mañana siguiente Jaejoong se levantó para
darle el desayuno y vestir a sus hijos, y volvió a acostarse cuando llegó
Maribel. A los cinco minutos, o al menos eso le pareció a él, lo despertaron
unos golpes rápidos a la puerta.
—El señor Jung está aquí, preguntando por usted…
Jaejoong salió de la
cama y se miró al espejo horrorizado. Tenía el pelo revuelto.
¿Por qué tenía que
llegar inesperadamente a esas horas? Miró el reloj y vio que era mediodía, y
que había dormido más de lo que había pensado. Con frenética rapidez se cepilló
los dientes, se lavó un poco y se vistió; salió de su dormitorio sin aliento y
corrió al salón.
Pero Yunho no estaba
allí. Estaba en el cuarto de los niños, con sus hijos y Maribel. Jaejoong
permaneció un momento a la puerta, sin que notaran su presencia, mientras con
los dedos se peinaba distraídamente la melena cobriza. Yunho estaba haciéndole
preguntas y Maribel contestaba; y sus tímidas sonrisas y miradas cohibidas eran
claras respuestas de una mujer susceptible en presencia de un hombre muy guapo y
sensual.
—Yunho…
Él se dio la vuelta y
fijó en él sus incisivos ojos dorados. No sonreía. De camino al salón, él se
preguntó si su interrupción lo habría fastidiado.
— ¿Te resulta atractiva Maribel? —preguntó Jaejoong sin
poderse controlar.
Siguió un gélido
silencio, que pareció envolverlo, como si estuviera atrapado en el centro de un
remolino.
—A ver si lo entiendo… — espetó Yunho, furioso por la pregunta — ¿Me estás preguntando si
quiero acostarme con la niñera?
Jae se puso colorado.
—No es lo que quise decir…
—Pues claro que sí. Y la respuesta es no. No me lío con mis
empleados, y los despido si intentan algo conmigo. Tú fuiste la única
excepción, el único empleado que ha
acabado en mi cama…
Yunho lo miró con
intensidad. Con la atracción que ejercía sobre él, sabía que, aunque no le
hiciera gracia, dada la misma situación, volvería a comportarse del mismo modo.
Con el traje que llevaba, con los pies descalzos, tan delicados, hundiéndose en
la alfombra, su aspecto era absurdamente ingenuo y joven… hasta que él lo miró
con aquellos ojos verdes que ejercían un potente y pecaminoso efecto en su
libido.
—Estuviste con Lim Taecyeon anoche… explícate — lo invitó Yunho con
serenidad mientras el deseo que sentía se extendía a zonas más sensibles de su
cuerpo.
— ¿Cómo dices?
—No es buena compañía para ti.
—Soy adulto. No puedo creer lo que me estás diciendo…
—No quiero que tengas relación con él.
—Nadie me va a decir con quién me relaciono… ― Él lo miró
fijamente.
—Yo sí. Y si no me haces caso, Lim desde luego lo hará. Porque
tengo demasiadas influencias cómo para que él ignore mis recomendaciones.
—No te atreverías —le dijo Jaejoong con rabia ante la clara
amenaza.
—Ah, yo creo que los dos sabemos que sí; y lo haría con sumo
placer, Cariño —respondió Yunho con
provocativa suavidad.
Se había sentido
amenazado al ver esa foto en el periódico de la mañana. ¡El maldito Lim Taecyeon!
Los rumores vinculaban a Lim con algunas fiestas muy locas; pero Yunho no tenía
intención de decirle eso a Jaejoong, por si acaso la imagen de chico malo
aumentaba el obsceno atractivo de Taecyeon. Ya era bien consciente de que a sus
apenas veinticinco años de edad el joven estaba por esa misma razón más cerca
de Jaejoong que él.
Por supuesto, lo más
sensato sería decirle a Yunho que Taecyeon estaba interesado en su bella niñera
francesa, pensaba Jaejoong de mala gana. ¿Y si Yunho pensara que otro hombre
estaba interesado en él, no le parecería más deseable a sus ojos? Yunho era muy
competitivo en los negocios. ¿No resultaría ser igualmente competitivo cuando
se trataba de un joven o una mujer? No era el momento de decirle que Taecyeon era demasiado
presumido y que estaba demasiado seguro de sus encantos cómo para atraerlo.
—Pareces olvidar que conocí a Taecyeon en casa de tus abuelos —le recordó él.
—Su casa está abierta a todo el mundo. Tú no estás en posición
de no cuidar las apariencias —comentó Yunho.
Jaejoong aspiró hondo
con tanta fuerza, que temió que le estallaran los pulmones.
— ¿Y por qué iba a ser eso?
—Un magnate coreano, bien está… —arqueó una ceja— Pero que te dejes ver por la ciudad con otro rico magnate coreano
podría sugerir que quieres llevar un estilo de vida muy lucrativo.
Jaejoong se puso
completamente colorado de la rabia que le produjo el insulto.
— ¿Cómo… te… atreves?
—Me atrevo porque tu reputación me importa, y por nuestros
hijos.
Jae apretó los puños,
pero la mera referencia a los mellizos cómo algo que compartían no se le pasó
por alto.
— ¡Yo escojo a mis amigos cómo quiero!
—No —murmuró Yunho con finalidad mientras se acercaba a él y le
tomaba las manos despacio, abriéndole los dedos para entrelazarlos con los
suyos— Ya no estás
solo.
— ¡Quítame las manos de encima! ¡Eres tú quien me advertiste
para que no te tocara! —le recordó Jaejoong sin aliento.
Yunho sintió la pasión
que vibraba en su cuerpo menudo, y eso lo atrajo cómo el alimento a un hombre
hambriento.
—Me gusta un elemento de riesgo. Le da emoción —murmuró en tono
ronco.
El silencio estaba
cargado de electricidad. Jaejoong aspiró hondo, pues se sentía muy tenso. Pero
el cosquilleo de sus pezones, que de pronto sentía cargados, y el pequeño golpe
de calor en las entrañas eran demasiado insistentes cómo para poder ignorarlos.
Se sentía confuso.
—Pero, estamos discutiendo…
—No quiero discutir contigo —le dijo Yunho en voz muy suave,
decidiendo en ese momento que si la frialdad le había sentenciado al celibato,
se había mostrado frío demasiado tiempo.
—Tengo que salir con Yoochun y Changmin a dar un paseo — le dijo apresuradamente, tratando de vencer e ignorar
el efecto físico que amenazaba con descontrolarlo.
Yunho le soltó las
manos y lo sorprendió al salir al vestíbulo. Reapareció un momento después.
— ¿Qué estás haciendo? —le susurró él.
—Le estaba diciendo a la niñera que los niños necesitan tomar un
poco el aire. ― Jaejoong pestañeó.
— ¿Pero… por qué has hecho eso? Por amor de Dios, parece como si…
—No es asunto suyo pensar lo que parezca nada. Tienes unas
preocupaciones de lo más ingenuas, Yobo — sus sorprendente ojos
dorados se fijaron en él con una fuerza que parecía iluminar su piel — Ven aquí…
— ¡Ni hablar… ni hablar, en absoluto! — exclamó Jaejoong con
febril intensidad.
Yunho se aflojó la
corbata, se desabotonó la americana, se la quitó y la echó sobre una butaca.
Jaejoong lo miró con
los ojos como platos.
— ¿Pero qué estás haciendo?
— ¿A ti qué te parece?
En ese momento el
intenso zumbido del móvil interrumpió la conversación. Yunho lo sacó de su
americana, le echó una mirada pesarosa y lo apagó sin ceremonia.
— ¡Seguramente será del banco, algo muy importante! —protestó Jaejoong,
cada vez más agobiado y angustiado
mientras él se quitaba la corbata y la tiraba sobre la americana.
—Dios!… ¿Crees que siempre hago lo que los demás esperan que
haga? A veces el obedecer el instinto natural de uno es más lógico que seguir
las reglas. Esta es una de esas veces — añadió mientras empezaba a desabotonarse la camisa.
— ¡Para! — exclamó Jaejoong con la cara roja.
—Si paro, me marcho… y empiezo a buscar a otra persona. ― Lo observó mientras él
se quedaba pálido.
La mera idea de que Yunho
se fuera con otra persona le hizo pedazos por dentro. Sólo de mencionarlo
sintió que vivía la peor pesadilla de su vida. Con la garganta seca y el
corazón en la boca, Jaejoong se fijó en su pecho musculoso y moreno cuando él
empezó a quitarse la camisa.
—Me estás amenazando…
—No, estoy siendo sincero, cariño. ¿Acaso pensabas que esperaría
eternamente. O bien me deseas o no…?
—Casarse es…
—No — lo interrumpió Yunho — Esto es mucho más básico.
No estoy hablando de matrimonio. Deja eso fuera. No sabes lo que quieres, y es
hora de que lo sepas de una vez. Quiero irme a la cama contigo, pero no quiero
una tragedia en cuatro actos después.
Jae levantó la cabeza.
Tenía las mejillas sonrosadas y los ojos muy verdes, echando chispas.
— ¡No me gusta la idea de que te vayas con otra persona! —le espetó en tono
ahogado, mezcla de rabia y dolor.
Yunho se acercó a él.
En su mirada había tanta arrogancia, tanto ardor, que se sintió tentado a darle
una bofetada para aliviar su tensión.
—A veces te odio tanto que podría gritar —susurró
temblorosamente con lágrimas de rabia en los ojos.
Yunho tiró de él con
sus manos fuertes y firmes.
—Lo sé… y es verdaderamente refrescante poder estar con una
persona que de vez en cuando me ve algún fallo — concedió sin ironía.
Al apoyar la frente
sobre su pecho, el intenso aroma su cuerpo asaltó sus sentidos, haciéndolo
temblar cómo una hoja. Lo amaba, y por ello se odiaba a sí mismo. Él lo había
arrinconado y había salido triunfal con una verdad que jamás le habría revelado
de buena gana. Y todo su orgullo quedó destruido por la mera idea de que él
pudiera desplegar aquella poderosa sexualidad en brazos de otra persona.
Él le pasó la mano por
el cabello casi con torpeza, y soltó el aire con un susurro controlado.
—Un mes es mucho tiempo para mí… demasiadas duchas frías,
demasiadas noches solitarias e interminables.
Sentía su miembro viril
empujándole el estómago, y se encogió por
dentro cómo respuesta. Entonces hundió los dedos entre su
cabello y reclamó sus labios rosados y carnosos con una avidez voraz que
consiguió que a Jaejoong le temblaran las piernas. Lo levantó en brazos con
facilidad y lo tumbó en el sofá mientras le deslizaba la lengua en la boca con
erótica precisión, separándole sin detenerse los muslos delgados para explorar
tras el pedazo de tela que escondía su lugar más secreto.
Sin dejar de acariciarlo
entre las piernas, le subió la camiseta y luego mordió suavemente un pezón
rosado; y mientras él continuaba jugueteando con su pezón, él arqueó las
caderas, sollozando gemidos entrecortados, tremendamente consciente de todos sus movimientos y de su
apasionada respuesta. Las sensaciones se concentraban en el centro húmedo y
caliente de su miembro. Él le subió las rodillas, le bajó los boxer y le dijo
con evidente placer que las prendas íntimas de encaje y algodón blancos le
resultaban muy excitantes. La tirantez en la parte baja de su pelvis le impedía
quedarse quieto. Se agarró de sus hombros y tiró de Jae hacia él, guiado por
una necesidad tan potente que era un instinto que lo consumía.
—No pares… —rogaba él frenéticamente cuando él levantó su arrogante cabeza
morena.
—Tenemos que dejar claras un par de cosas…
— ¡Ahora no!
—Se acabaron esas tonterías de que somos amigos y nada más — decretó Yunho con
voz ronca mientras tiraba de él hacia el borde del sofá — No quiero hablar más de deber ni de amor. Quiero que esto sea
puro disfrute para los dos.
Jaejoong no quiso
pensar en lo que él le decía. Su cuerpo ardía por él con un fuego que lo
consumía. Sabía que su conciencia le haría después pasar un mal rato, pero
estaba dispuesto a pagar por ello. Él se hundió en las sedosas y calientes
profundidades de su entrada, y él estuvo a punto de perder el conocimiento de
tanto placer. Lo que siguió fue la excitación más ardiente y salvaje que había
experimentado en su vida; un gozo que coronó en un intenso clímax.
—Ah, lo necesitaba — confesó Yunho un rato después, mientras los dos seguían
abrazados, buscando y exigiendo un beso apasionado que demostraba una avidez
inusitada; se echó a reír con sensualidad al ver que él lo miraba con incredulidad
— De verdad que
lo necesitaba, Yobo… Y necesito tanto más…
Lo levantó en brazos y
lo sacó de la habitación.
—No… Los niños…
—Nuestros niños han salido a la calle antes de que empezaras a
gritar de placer —Yunho empezó a besarlo en la oreja con erotismo, provocando en él
leves gemidos de gusto.
—No he gritado —murmuró cuando él lo dejaba sobre la cama.
—Esta vez gritarás — con suma eficacia, Yunho terminó de
desnudarlo— Deja que te
vea bien
—dijo al ver que trataba de taparse— Ya soy mayor. Puedo mirar
todo lo que quiera. Eres tan hermoso…
Él frunció el ceño.
—No lo soy.
—Para mí sí —le dijo él sin mentir mientras admiraba sus delicadas
curvas con apreciación, preguntándose vagamente por qué aquel era el momento de
mayor erotismo de su vida.
—De verdad que no lo soy.
—Tal vez seas menudo, pero estás muy proporcionado. El color de
tu pelo es sorprendente, y aunque tienes la nariz respingona, cómo la de un
duendecillo, le va bien a tu cara. Me gustan tus ojos, y tu boca, muchísimo — susurró Yunho
mientras terminaba de desnudarse con rapidez.
— ¿Qué más? — dijo él viendo su entusiasmo.
—Eres tan natural…
Su mirada sensual lo
devoraba con sencilla frescura. Volvió a acercarlo a su sexo caliente, mientras
empezaba a acariciarle los pezones.
—No tienes nada artificial, no te has hecho ninguna cirugía. La
mitad de las veces ni siquiera usas maquillaje.
—Todo es tan sensual contigo, tan físico —murmuró Jaejoong con voz temblorosa.
—Te acostumbrarás a ello, y aprenderás a disfrutarlo.
Él le succionó un pezón
y gimió cómo las cuerdas de un violín. Yunho sonrió con aprobación y dejó que su boca carnosa y
sensual mordisqueara la piel delicada de
su cuello, mientras continuaba acariciándole los muslos.
—Pero podría haber tanto…
—No…
Yunho se inclinó sobre él.
—Esta vez lo haremos a mi manera; primitivo, nada complicado…
Jae sintió ganas de
llorar. Se negaba a creer que la relación con Heechul se hubiera basado
sencillamente en el sexo. Él había amado a su esposo. Jamás lo amaría a él del
mismo modo. Cuando en Japón le había dicho que lo amaba, e1 lo había rechazado
a la velocidad de la luz, porque su confesión le había disgustado
tremendamente.
Yunho sintió que él se
ponía tenso, que trataba de poner distancia entre ellos, y eso no le gustaba. Lo
besó y abrazó con fuerza, utilizando cada recurso erótico de su repertorio para mantenerlo cerca.
Le hizo el amor de
nuevo, y luego otra vez, hasta que Jae quedó tan adormilado que apenas podía
mantener los ojos abiertos. Era como si no pudiera saciarse de él. A pesar del
dolor que sentía en el fondo de su corazón, no podía evitar sentir emoción por
la pura fuerza de su deseo.
Estaba también medio
dormido cuando se dio cuenta de que él no estaba a su lado. Con el pelo negro
aún húmedo de la ducha, Yunho se estaba ajustando la corbata de seda,
totalmente vestido ya.
— ¿Te marchas? —le susurró con sorpresa.
—A una reunión que reemplazará a la que me he perdido antes.
Debo estar en Roma mañana, y de allí me voy a Hong Kong —dijo mientras
observaba cómo un halcón su reflejo en el espejo.
Una enorme
consternación lo invadió.
— ¿Cuándo volverás?
Yunho aspiró hondo,
preguntándose por qué su evidente inquietud por su marcha le provocaba una
subida de adrenalina. Jae no quería que él se marchara, y no podía ocultarlo.
Las personas dependientes le dejaban frío, le repelían. Pero cuando Jaejoong
demostró su disgusto ante la idea de tener que pasar sin él, Yunho sintió el
calor de la satisfacción en su interior.
En realidad, se sintió
feliz. Se preguntó por qué sería eso, Pero inmediatamente reconoció con alegría
que era muy bueno para la estabilidad de sus hijos que él se sintiera así.
—No estoy seguro. Llamaré… ― Jaejoong asintió cómo una marioneta.
— ¿No te gusta esto? —Yunho le dirigió una sonrisa, deseando
mentalmente que él le siguiera la corriente y se comportara con más ánimo — Nada de estrés, nada de
nerviosismo. Así es cómo yo quiero que sean las cosas siempre entre nosotros, mi
joven señor.
Cuando él se marchó el
apartamento quedó en silencio. Jaejoong sintió una tensión en la garganta al
pensar en cómo quería él que fueran las cosas siempre entre ellos: mucho sexo,
sin amor, sin compromisos, sin exigencias. A él se le veía mucho más feliz que
cuando le había propuesto matrimonio. ¿Y por qué? Él había accedido a sus
condiciones y, sin saber muy bien cómo había ocurrido, parecía como si él
hubiera accedido con ello a ser su amante. Se le llenaron los ojos de lágrimas.
Pero no quiso echarse a llorar, y trató de analizar cómo diablos había ocurrido
eso; y sobre todo, qué pensaba hacer al respecto…
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Yunho se niega admitirlo pero no es solo deseo lo q siente por jaejoong, al principio tal vez si pero ahora no, poco a poco se ira dando cuenta. Gracias por el cap amiga ^^
ResponderEliminarYunho se a enamorado de Jae y no se a dado cuenta de ello o que pasa por esa cabeza que le quiere hacer creer a Jae que solo sera sexo si a la menor noticia de que Jae este con alguien corre el Yunho celoso a reclamarlo como suyo y le prohíbe que tenga siquiera amistad con otro hombre si ve peligro en ello y si que Yunho esta sintiendo algo mas fuerte por Jae que solo atracción sexual por el
ResponderEliminarGracias
Hay Yunho Yunho porque seras así de terco con tus propios sentimientos no es solo sexo si no que es algo mas algo que ya nació pero te niegas a reconocer que es amor y te cierras a que es mejor sin eso aish con eso haces sufrir a Jaejoong y lo alejas
ResponderEliminarTengo ganas de golpear a JAEJOONG u.u lo siento. Para mi lo primero son los niños, pero en vez de ello Jaejoong primero piensa con lo q tiene en medio de las piernas, en lugar de pensar con la cabeza. :/ Mil gracias por la actu, el cap :)
ResponderEliminarYunho quiere a Jae aunque no lo admita,siente celos de que Jae este con otra persona.
ResponderEliminarJae volvió a caer en las redes de Yunho
Ahí hay mucho mas que deseo y sexo X3 hay mucho amor !! <3 <3
ResponderEliminarYa que se casen de una vez ... Mucha vuelta le da Jaejoong XD
Tache para Jae por dejar que la debilidad lo ponga a merced de Yunho. NO sé como oyende de propia boca que se muere por tenerlo en la cama Jae bo es capaz de hacerlo ver su suerte y hacer que ruegue por un beso... Increible por darse gusto deje de lado a sus bebés. Debería mostrarle a Yunho que para él el sexo no es su unica prioridad. PWEO BUENO YA ASEPTO JUGAR NI MODO QUE LO SUFRA...
ResponderEliminarWow, me encanta esta serie, no puedo para de leerla.
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