martes, 4 de octubre de 2016

De Amante a Esposo. Cap 1




Mientras una mezcla de humor y pesar iluminaba su mirada, de ojos tan oscuros y profundos cómo un río subterráneo, Jung Yunho observó cómo su abuelo daba una vuelta alrededor del elegante Ascari KZ1 plateado que acababa  de llevar. Un coche de lujo, último modelo y pieza exclusiva, ya que sólo se fabricarían cincuenta cómo ése. La emoción del viejo al estar tan cerca de un vehículo tan raro y potente era palpable.

Un coche que ha costado casi un cuarto de millón.


SungKee, alto y fuerte, y todavía derecho a sus setenta y cinco años, sacudió su canosa cabeza y esbozó una sonrisa de aprobación cómo si fuera un chiquillo.

Es una locura —continuó—  pero me alegra ver que vuelves a tener interés en cosas como éstas.

Yunho no respondió al comentario de su abuelo, y continuó observando la escena con expresión remota, haciendo gala de su legendaria reserva. Los  columnistas de los ecos de sociedad a veces decían del millonario dueño del Banco CTK que era «bello». Yunho detestaba a la prensa y tenía poco tiempo para tales frivolidades. Sus facciones esculpidas y bronceadas pudieran tal vez poseer una simetría que llamara la atención entre las féminas y doceles, pero su mentón fuerte, sus pómulos altos y su boca grande y sensual sugerían una carácter fuerte que era más que una advertencia para los incautos.

Aún eres un hombre joven, sólo tienes treinta y un años —dijo Jung SungKee con cautela, puesto que había pasado mucho tiempo temeroso de enfrentarse con su nieto, y rara vez se atrevía a intentar traspasar su resistencia—  Naturalmente, entiendo que jamás olvidarás tu dolor, pero es hora de que vuelvas a tomar las riendas de tu vida.

Maravillado por la ingenuidad del viejo. Yunho se limitó a murmurar con rotundidad:

Hace mucho que retomé las riendas de mi vida.

Pero lo único que has hecho desde que murió Heechul ha sido trabajar, ganar más y más dinero y hacer negocios cada vez más importantes. ¿Cuánto dinero puede uno ganar en toda una vida? ¿Cuántas casas puede utilizar un hombre?

Jung SungKee alzó las manos con gesto extrovertido, abarcando la maravillosa casa de campo que tenía delante. Y Dove Hall era tan sólo una de las propiedades de las muchas que tenía su nieto.

Ya eres más rico de lo que cualquier hombre podría soñar —añadió SungKee.

Pensaba que el lema de los Jung era ascender y avanzar.

Yunho reflexionaba sobre la triste realidad de que las personas nunca estaban satisfechas con lo que tenían.

Lo habían preparado para ser un hombre centrado en los logros profesionales, con los crueles instintos de un tiburón asesino. Era competitivo, ambicioso y agresivo cuando se enfrentaba a un desafío. Cada aspecto de su crianza había sido cuidadosamente planeado para garantizar que se formara y educara siendo lo contrario a su fallecido padre, que había sido un vago toda su vida y consecuentemente una vergüenza para la familia.

Estoy orgulloso de ti, tremendamente orgulloso —se apresuró a asegurarle su abuelo en tono de disculpa—  Pero la vida puede ofrecerte tantas cosas aparte de una fusión o un negocio más… El compañerismo puede parecerte un concepto anticuado…

Pues claro que ha habido jóvenes —Yunho apretó sus preciosos labios, pensando que sólo el respeto hacia el viejo refrenó su deseo de darle una respuesta más mordaz—  ¿Es eso lo que quieres oír?

SungKee arqueó una ceja con pesar.

Me interesaría un poco más si me enterara de que has estado con el mismo joven más de una semana.

Exasperado por la censura. Yunho se adelantó a su abuelo, y la rabia pudo más que la tolerancia.

Pero no estoy disponible para mantener una relación seria. No tengo  intención de volverme a casar.

Su abuelo lo miró con sorpresa.

¿Acaso he hablado yo de matrimonio?

Nada impresionado por la expresión de virtuosa ingenuidad de su abuelo, Yunho optó por callar.

Tristemente, era bien consciente de que por el mero hecho de ser hijo único tenía una responsabilidad más. La cultura tradicional coreana valoraba enormemente la continuación del apellido familiar. Comprensiblemente, sus abuelos vivían de acuerdo con los valores de su generación. Pero Yunho se sentía con igual derecho a defender sus opiniones, y creía que la honradez era suficiente. Como no tenía el más mínimo deseo de ser padre, tampoco tenía planes para volverse a casar. Ser eomma había sido el sueño de su fallecido esposo, por no decir su obsesión. Toda vez que Heechul había muerto, no veía razón para fingir algo que no deseaba.

No quiero otro esposo… y menos hijos —reconoció Yunho en tono de disculpa реro gesto indiferente—  Entiendo que esto te disguste; pero así son las  cosas y no pienso cambiar.

Jung SungKee estaba pálido. Despojado de la exuberancia natural de  su cálida personalidad, de pronto parecía viejo, turbado y sin saber por dónde tirar. Yunho se sintió muy mal, pero ahogó el repentino deseo de suavizar el golpe y darle falsas esperanzas a su abuelo. Uno debía decir lo que sentía.

>>>♥<<<

Un veterano ya de los mercadillos de segunda mano, Jaejoong se unió inmediatamente al competitivo ajetreo mientras revolvía en un montón de ropa de bebé. Con gesto victorioso sacó un conjunto de chaqueta y pantalón y preguntó el precio a la señora del puesto.

Costaba mucho más de lo que podía permitirse, y lo devolvió al montón sólo con cierto pesar, puesto que hacía tiempo que había aprendido que sus verdaderas prioridades eran tener un lugar donde vivir, comida y calor. La ropa era lo cuarto en su lista de necesidades para la supervivencia, de modo que el tener algo nuevo y elegante apenas estaba a su alcance. Encontró un suéter y un pantalón cuyo precio podía permitirse. Y aunque las dos prendas eran usadas, todavía estaban en buen estado. Los mellizos crecían tan deprisa, que vestirlos a los dos era un desafío continuo. Al pagar, la vendedora le ofreció rebajarle el precio del conjunto de pantalón, pero Jaejoong se puso colorado y lo rechazó, dándole las gracias, puesto que  ya se había gastado el dinero que tenía previsto. La lástima que vio en los ojos de la mujer lo avergonzó.

Son unos niños preciosos —dijo la vendedora del puesto con renuencia.

Había notado que Jaejoong no llevaba anillo, y aunque quería ser una mujer caritativa no aceptaba que un joven fuera eomma soltero.

Jaejoong miró a sus hijos, sentados el uno al lado del otro en la gastada silla doble, y una sonrisa de orgullo maternal iluminó brevemente el adusto gesto de sus labios. Yoochun y Changmin eran unos bebés preciosos, y muy espabilados para sus nueve meses. La combinación de cabello negro y rizado, tez de un dorado claro y grandes ojos marrones les otorgaba un aire angelical que resultaba engañoso. A los mellizos les encantaba llamar la atención y no parar quietos, armaban mucho escándalo cuando se enfadaban y lloraban mucho cuando estaban aburridos; y para colmo, apenas dormían. Pero Jaejoong los adoraba, y a menudo los estudiaba con la aturdida sensación de que era imposible que hubiera tenido dos hijos tan listos y preciosos. No sólo no  se parecían a él, sino que tampoco tenían su carácter. Sólo en los momentos de depresión, cuando se enfrentaba a un agotamiento extremo, reconocía que era una lucha durísima atender sus constantes exigencias.

De regreso a casa, se fijó sin querer en los doceles jóvenes. Le molestaba cuando le daba por pensar que los que no tenían hijos parecían más jóvenes, más alegres y atractivos. Al pasar delante del escaparate de una tienda vio su reflejo y tuvo ganas de llorar. Tiempo atrás, con arreglarse un poco habría podido decirse que era bonito. En el presente, sólo quedaba un recuerdo de aquello, y no era más que un joven menudo, delgado y pelirrojo que apenas se arreglaba. Su aspecto era anodino, era  un joven del montón. Suspiró con angustia, pensando que el padre de Changmin y de Yoochun jamás volvería a mirarlo si lo viera así.

De nuevo se maravilló que se hubiera dignado a fijarse en él. A él le  había parecido tan romántico que un hombre tan espectacular y atractivo que literalmente podría tener a cualquier joven lo hubiera elegido a él. Реro el paso del tiempo y los crueles avatares de la vida que habían destruido una a una sus quiméricas ilusiones y lo habían obligado a enfrentarse a una verdad más difícil de soportar. En ese momento. Jaejoong aceptaba que él sólo se había fijado en él porque había sido el único joven que había tenido a mano cuando le había apetecido tener una relación sexual. Él le había dado lo que había querido sin exigirle nada a cambio. En ningún momento él lo había visto más que cómo a una persona perteneciente a una clase social inferior, ya que por ejemplo, nunca habían tenido ninguna cita. Cuando  se le había pasado la adoración inicial, él lo había plantado con tanta rapidez que sólo de pensarlo le entraban escalofrías. Nada le había dolido tanto cómo aquel frío y cruel descenso en picado de la fantasía a la realidad.

Sólo unos minutos después de regresar a su pequeño apartamento, su casero apareció a su puerta.

Vas a tener que marcharte —le dijo sin rodeos— He recibido otra queja del ruido que tus niños hacen de noche.

Jaejoong lo miró horrorizado.

Pero todos los bebes lloran…

Y dos bebés hacen el doble de ruido.

Le doy mi palabra de que haré lo posible para tenerlos callados.

Eso me dijiste la última vez que hablé contigo, y nada ha cambiado desde entonces — lo interrumpió el hombre sin piedad—  Te doy dos semanas de aviso. Si no te vas voluntariamente, te echaré yo. Así que vamos a hacerlo del modo más sencillo posible. Ve a los servicios sociales y pronto te buscarán otro sitio.

Horrorizado por su beligerante actitud, Jaejoong trató en vano de razonar con él. Mucho después de que él se hubiera marchado, él seguía sentado abrazándose las rodillas mientras trataba de dominar la profunda desesperación que lo asaltaba. Se daba cuenta con horror de que no tenía modo de contravenir tal orden, teniendo en cuenta que varias personas se habían quejado de él y sus hijos. Además, no tenía fuerzas para culpar a los demás inquilinos de haber protestado. Las paredes eran muy finas y los mellizos lloraban a menudo por las noches.

El apartamento necesitaba una remodelación, los muebles estaban viejos y gastados y las instalaciones que tenía que compartir con los demás vecinos eran un tanto sórdidas. Pero de todos modos la habitación había llegado a ser su hogar. Y, lo que era más, el edificio estaba bien y la zona era bastante respetable y segura. No tenía miedo cuando iba por la calle; a diferencia de cuando había estado embarazado, que se había pasado un par de meses en un apartamento de un barrio del centro de la ciudad. El tráfico de drogas y las bandas armadas estaban a la orden del día en esa zona, y él había temido por su vida cada vez que había puesto un pie en la calle.

Aunque había estado a punto de acostar a los mellizos para que echaran una siesta, se dio cuenta de que tendría que volver a salir inmediatamente. En dos semanas, estaría sin casa, y necesitaba darle a los servicios sociales el tiempo suficiente para que les buscaran otra. ¿Desde cuándo había caído tan bajo que ya no tenía ni fuerzas para ser independiente? Pestañeó para tratar de dominar las ganas  de llorar. Tenía veintitrés años. Siempre había sido independiente, dinámico y trabajador. Pero no se había dado cuenta lo difícil que sería criar a dos niños solo. Desde luego, en los últimos meses de embarazo había trazado entusiastas planes para retomar su carrera profesional. Había esperado poder volver a trabajar a tiempo completo, no tener que depender de las ayudas sociales para sobrevivir. La mala salud, los problemas de vivienda, los costes de transporte y las noches en vela habían aniquilado sus esperanzas.

Transcurrió una semana lentamente, durante la cual Jaejoong hizo todo lo posible para encontrar un lugar donde vivir. Pero las pocas posibilidades que le surgieron terminaron todas en nada. A mediados de la segunda semana empezó a entrarle el pánico, y una trabajadora social le informó que tendría que trasladarse a un hostal con habitación y desayuno que ellos le pagarían.

Acabarás odiándolo —le advirtió su amigo Kim Junsu—  La habitación no será sólo para ti, con lo que no podrás hacer lo que te apetezca, y probablemente  ni habrá instalaciones donde cocinar.

Lo sé —murmuró Jaejoong con pesar.

Y los bebés tampoco serán bienvenidos allí —suspiró el bonito moreno a quien Jaejoong había conocido en el hospital —  Te trasladarán de allí enseguida. ¿Por qué te dejas pisotear, Jaejoong?

¿A qué te refieres?

Me dijiste que el padre de los mellizos tenía dinero. ¿Por qué no haces para que un poco de ese dinero te beneficie a ti? Si el canalla es lo suficientemente rico y conocido, incluso podrías vender la exclusiva a la prensa.

No seas bobo —Jaejoong se apretó las sienes con los dedos.

Por supuesto, tendrías que darle un toque picante a la historia. Decir por ejemplo que en una noche hicisteis el amor diez veces, o lo insaciables u  obscenas que eran sus exigencias en la cama…

Jaejoong se puso cómo un tomate.

No, yo no…

Los detalles sórdidos son los que hacen interesantes esa clase de cotilleos, y los que le proporcionarán montones de dinero. ¡No seas tan modoso! Ese tipo es un canalla. ¡Merece que lo pongas en ridículo!

Tal vez, pero yo no sería capaz de hacerlo. No es mi estilo. Agradezco tu ayuda, pero…

Jamás saldrás del arroyo con esa actitud —Junsu volteó los ojos maquillados y máscara de pestañas—  ¿Te vas a quedar ahí cruzado de brazos? ¿Y dejar que el tipo se salga con la suya? Si de verdad quieres a esos niños, tendrás que hacer lo que sea necesario para darles una vida mejor, Jaejoong.

Jaejoong se estremeció cómo si le hubieran dado una bofetada. Junsu lo miraba con expresión de desafío.

Es cierto, y tú lo sabes. Estás dejando que el padre de los niños… ese Yunho cómo se llame… Estás permitiéndole que eluda sus responsabilidades cómo padre.

Llamé a la Agencia de Ayuda a la Infancia…

Sí, cómo que ellos tienen tiempo y recursos para ponerse a localizar a un magnate de los negocios extranjero. Él es rico. Se negaría a hacerse una prueba de paternidad, o se marcharía del país, o diría que se había arruinado. Si te empeñas en llevar esto por la vía legal jamás verás ni un centavo que de él —pronosticó el otro con cínica convicción —  Si quieres saber mi opinión, sólo te librarás de tus problemas actuales si les cuentas algo a la prensa del corazón.

>>>♥<<<

Jaejoong no pudo dormir esa noche. Pensó en los sacrificios que había tenido que hacer su propia eomma para criarlo. Viuda cuando él sólo tenía seis años, Minjung había tenido que trabajar limpiando, de ama de llaves o de cocinera para poder sobrevivir. En la oscuridad de la habitación, Jaejoong seguía disgustado y nervioso. Yunho lo había dejado plantado, había ignorado su petición de ayuda y le había roto su necio corazón. Él había tomado la decisión de morir de hambre antes que pedirle de nuevo ayuda. ¿Pero dejaría que su orgullo le impidiera cumplir con su deber hacia sus hijos? ¿Tendría Junsu razón? ¿Podría haber hecho más para presionar a Yunho?

Dos días después, Jaejoong se trasladó de su apartamento con la ayuda de Junsu. Afortunadamente su amigo pudo guardarle algunas cosas. El resto tendría que  tirarlo o venderlo en un puesto del mercado, porque Jaejoong no podía permitirse lo que le costaría pagar un almacenaje. La casa de acogida estaba llena, y su habitación era pequeña, triste y deprimente.

Después de pasar allí su primera noche, Jaejoong se levantó con los ojos hinchados, pero también con una fiera determinación. Había decidido que estaba dispuesto a hacer lo que fuera para darle a Yoochun y a Changmin un techo seguro. La mera idea de que lo avergonzaran, lo humillaran y lo rechazaran en público no tendría que detenerlo. En ese momento, estaba decepcionando a sus hijos con su actitud. Junsu había hecho bien en decirle lo que pensaba.

Con eso en mente, Jaejoong fue a la biblioteca a meterse en internet para ver si podía descubrir alguna información nueva sobre Yunho. Lo había intentado y fracasado hacía algunos meses, pero ya habían transcurrido varios desde el último intento. Sin embargo esa vez la búsqueda le dio la opción de intentarlo con un nombre alternativo, y cuando probó ese vínculo, se sorprendió cuando la pantalla se llenó de posibles páginas. En la primera que visitó apareció una foto de Yunho.

Sólo entonces se dio cuenta Jaejoong de que sus intentos anteriores habían resultado fallidos porque había escrito mal su apellido, deletreando «Jong» en lugar de «Jung». El sencillo pero crucial error le había impedido enterarse de que Yunho era el presidente del Banco CTK, que tenía una sucursal en Londres. Durante todo ese tiempo de penuria económica, Yunho había estado haciendo viajes a menudo al Reino Unido.

Se pasó un rato navegando por la red, y leyó varios artículos sobre él; entre otras cosas, lo describían cómo un hombre guapo, genial, frío o impasible. Ese era el hombre de quien él se había enamorado locamente. Cuando leyó un comunicado  en prensa de una fusión en la que CTK tomaría parte al día siguiente, Jaejoong se estremeció. Si algo importante estaba a punto de ocurrir, seguramente Yunho estaría allí. Si se levantaba temprano a la mañana siguiente, podría ir a la City, esperar a la puerta del banco y tratar de interceptarlo cuando llegara.

Por supuesto, también podría tomar el camino más habitual y concertar una entrevista con él, ¿o no? Hizo una mueca mientras rechazaba la idea. Estaba convencido de que él no accedería a verlo. Después de todo, la última vez que se habían visto le había dado un número de teléfono para contactar con él equivocado;  y también había ignorado la carta que él le había enviado pidiéndole ayuda. No, tal vez sería mejor idea no advertir a Yunho de antemano. El elemento sorpresa tal vez podría darle el empuje que tanto necesitaba; ya no era tan ingenuo cómo para creer que alguien tan listo y astuto fuera a escucharlo así cómo así.

Jaejoong dejó a los mellizos con Junsu a la mañana siguiente muy temprano.

No te dejes convencer por ninguna tontería que te diga ese tipo —le advirtió su amigo angustiado—  Tiene mucho más que perder que tú.

¿Y cómo le hago entender eso?

Jaejoong dejó a Yoochun y después a Changmin el en corralito donde ya estaba Mina, la hija de Junsu. Como siempre, miró a su alrededor y deseó estar en posición de permitirse un confort similar al de su amigo. Aunque la casa de Junsu era diminuta, los tonos pastel de las paredes le daban un aspecto acogedor incluso en un día gris. Ayudado por varios familiares de los que Jaejoong carecía, Junsu trabajaba de peluquero. Su eomma le cuidaba a la niña a veces por la noche, y su ex novio le daba  la ayuda correspondiente.

Te apuesto lo que quieras a que no querrá ningún escándalo —le dijo Junsu—  Por lo que he leído, los banqueros suelen ser muy conservadores.

>>>♥<<<

¿Conservadores? Jaejoong iba dándole vueltas a la idea en el autobús. Cuando había conocido a Yunho le había parecido conservador; y también frío, reservado y austero. No le había gustado, ni le había hecho gracia que lo tratara cómo a una sirvienta, y había detestado su costumbre innata de mandar, que formaba parte de la arrogancia y la seguridad en la que le habían educado. Pero ninguna de esas particularidades habían ahogado el inquietante deseo que Yunho había despertado en  él. La respuesta hacia él lo había sorprendido, y echado por tierra muchas cosas que él había asumido de sí mismo. Su ardiente pasión lo había sorprendido todavía  más. Él lo había agarrado y besado, y después se lo había llevado a la cama sin dudas ni discusiones. Se encogió por dentro sólo de pensarlo. Se había comportado cómo una prostituta y, cosa lógica, él lo había tratado como tal.

>>>♥<<<

El Banco CTK, situado en el corazón de la City londinense, estaba en un impresionante edificio de estilo contemporáneo. Levantó la vista hacia la luz brillante reflejada en las filas y filas de ventanales, maravillándose del tamaño y esplendor del edificio. La mezcla de rabia y nerviosismo provocaron en Jaejoong una nueva oleada de inquietud. Jung Yunho era, se daba cuenta finalmente, un hombre muy rico y poderoso. Se colocó en una esquina del edificio para poder observar tanto la entrada principal cómo la lateral. Los empleados empezaban a llegar; y la lluvia empezó a caer con más fuerza. Pasado un rato, le había calado la fina chaqueta hasta dejarlo  totalmente  empapado.  Como  tenía  la  cabeza  agachada  para  intentar    no mojarse tanto, estuvo a punto de perderse el impresionante coche negro que se detuvo con discreción en la tranquila calle lateral.

Se puso derecho y echó a andar con rapidez hacia la limusina; si el pasajero era Yunho, no quería que se le escapara. Otros dos coches más se detuvieron también: uno delante de la limusina y el segundo detrás. Varios hombres salieron y se desplegaron por la calle. Sin embargo, Jaejoong tenía la vista fija en el hombre alto y moreno que en ese momento bajaba del vehículo. La brisa revolvió su  brillante cabello negro. Sin aviso previo, un conocido sentimiento de intimidad aguijoneó a Jaejoong. Lo habría reconocido en cualquier sitio sólo por el ángulo de su imperiosa cabeza y la gracia y economía de sus movimientos. No podía apartar los ojos de su rostro bronceado y de aire enérgico, de la línea recta de sus cejas, de sus ojos profundos, brillantes y magnéticos. Se le encogió el estómago de la emoción.

Yunho…

Trató de hablar, pero le falló la voz. Porque aunque él no lo había oído, puesto que todavía no estaba lo suficientemente cerca de él, sí que parecía estar mirando hacia él.

>>>♥<<<

Yunho había percibido los gestos de alerta de su equipo de seguridad y se había fijado en la razón. Nada más ver al joven menudo que se dirigía hacia él lo reconoció, y se quedó inmóvil. La visión del brillo mojado de su cabello caoba y el rostro pálido en forma de corazón lo transportó al pasado. Recordó cómo la luz del sol que entraba por la ventana mojada por la lluvia había hecho resplandecer aquel precioso cabello, e iluminado unos ojos que de tan verdes parecían  iridiscentes. Había sido un momento de realidad desnuda en un interludio que le costaba recordar. Uno de sus guardaespaldas le impidió el paso con experimentada facilidad, justo en el mismo momento en el que unos paparazzi entraban corriendo en la calle, cámaras en mano.

Dentro, jefe —le urgió Rain, su jefe de seguridad, al ver que Yunho vacilaba—  Son unos paparazzi y un chiquillo sin hogar… ¡Podría ser un montaje!

Con paso seguro, Yunho subió las escaleras y desapareció en el interior del edificio. ¿Un montaje? ¿Un chiquillo sin hogar? Rain sólo podría haberse referido a Jaejoong. ¿Por qué seguía vestido cómo un estudiante desarrapado? ¿Y por qué habría ido a verlo? No podía creer que su repentina aparición después de tanto tiempo pudiera tratarse de una coincidencia. ¿Qué querría de él? ¿Y por qué había intentado acercarse a él en un lugar público? ¿Habrían estado esperando los fotógrafos a ver si él se dirigía a él, listo para poner en marcha alguna trampa donde el objetivo fuera él? Con la sospecha reflejada en su astuta mirada, le pidió a Rain que vigilara todos y cada uno de los movimientos de Jaejoong.

Era difícil sorprender a su jefe de seguridad, pero esa orden lo consiguió.

¿Sabe el joven que creía que era un chiquillo sin hogar? Se llama Kim Jaejoong. ¡No lo pierdan de vista! —Le ordenó Yunho en coreano—  Síganlo. Quiero saber dónde vive.

Mientras su eficiente jefe de seguridad se apresuraba de vuelta a la calle para llevar a cabo las órdenes recibidas, Yunho adoptó de nuevo una expresión formal.

Accedió al ascensor para los ejecutivos que lo esperaba, e inmediatamente fue informado de los últimos precios en las acciones y de las modificaciones finales para el comunicado de prensa que se haría sobre la fusión. Cuando otro recuento intentó aflorar de su habitualmente disciplinado subconsciente, él lo ahogó con implacable rigor. No era una persona introspectiva; ni le gustaba darle vueltas a los errores pasados. En realidad hacía tiempo que había aceptado que en el plano emocional era tan frío cómo la reputación que lo precedía.

Al final de su primera reunión descubrió que había escrito una J rodeada con un círculo; y esa breve falta de concentración, esa debilidad subliminal que cuestionaba su autodominio, lo enfureció.

>>>♥<<<

Asombrado por la técnica de bloqueo del tipo de seguridad, que se había puesto delante de él y que después había echado a los periodistas que gritaban y protestaban y que habían pasado junto a él a empujones con el fin de acercarse a Yunho, Jaejoong se quedó de momento aturdido y sin saber qué hacer. Yunho lo había visto; pero no sabía si lo habría reconocido. ¿Habría enviado a aquel fortachón para echarlo de allí? ¿Habría hablado con él de no haber estado allí los periodistas?

Le daba la impresión de que no habría sido así; de que no le había sonreído, ni  lo habría recibido afectuosamente. Era tan canalla, pensaba con tristeza mientras se ahogaba en un profundo sentimiento de fracaso. Pero incluso en ese momento, su espíritu rebelde y desafiante lo levantó de nuevo. Dio la vuelta a la esquina y entró por la puerta principal del banco, donde se dirigió directamente al mostrador de recepción.

Me gustaría hablar con el señor Jung —anunció.

La recepcionista que fue a atenderlo lo estudió fijamente, cómo si tratara de decidir si Jaejoong le estaba tomando el pelo. En ese momento de intensa observación de su persona, Jaejoong se sintió muy incómodo cuando se acordó de que tenía el pelo empapado y de que la chaqueta y los vaqueros que llevaba eran muy viejos.

Deme su nombre —dijo la elegante joven que estaba detrás del mostrador—  Pero debo advertirle que el señor Jung está particularmente ocupado y que sus citas se conciertan con meses de antelación. ¿Querría tal vez ver a otra persona?

Quiero ver a Yunho. No me vale otra persona. Por favor, ocúpese de que reciba el aviso con mi nombre. Él me conoce.

Consciente de la silenciosa incredulidad con que fue recibido su comentario, Jaejoong se retiró con toda la dignidad posible hasta un asiento. Observó a la recepcionista hablar con sus dos compañeras; y alguien ahogó una risilla. Jaejoong notó que se sonrojaba mientras trataba de fingir un interés que no sentía en un grueso periódico de economía que había en la mesa de centro. Se reprendió para sus  adentros  mientras  se  decía  que  se  estaba  agobiando.  Seguramente  nadie   estaría hablando sobre él; del mismo modo que la explicación más plausible para lo que había ocurrido en la calle fuese que Yunho ni siquiera lo hubiera reconocido.

Se llevó la mano al pelo mojado con desazón y se quitó la cola de caballo. Sacó un peine que llevaba en el bolso y se lo pasó por los mojados rizos oscuros, rezando para que el pelo se le rizara en lugar de ponérsele fosco. Mientras lo hacía se preguntaba por qué se molestaba, seguro de que él no lo recibiría.

Allí sentado se dio cuenta de pronto de algo que debería habérsele ocurrido antes. Hasta entonces se había equivocado completamente con su apellido. ¿Habría recibido entonces Yunho la carta que le había enviado diciéndole que estaba embarazado? Había enviado una a su residencia de Japón, y cuando no había recibido respuesta le había enviado otra a nombre de la empresa inmobiliaria que le había alquilado la casa. ¿Pero le habrían entregado ellos una carta en la que figuraba un nombre equivocado? ¿Y si Yunho no hubiera recibido tampoco ésa?

¿Joven Kim? — dijo la recepcionista. Jaejoong se levantó apresuradamente.

¿Sí?

Tengo una llamada para usted.

Con la sorpresa reflejada en sus delicadas facciones, Jaejoong aceptó el teléfono inalámbrico que la joven le tendía.

¿Jaejoong?

Era Yunho; y él se quedó tan sorprendido al oír el modulado sonido de aquella voz suya, que estuvo a punto de dejar caer el aparato.

¿Yunho?

Estoy esperando una llamada fija vía satélite y me temo que sólo dispongo de unos minutos. Has escogido un mal día para llamar…

Es por la fusión —respondió mientras se daba la vuelta con el teléfono  pegado a la oreja; su voz poseía un timbre tan familiar que hizo que se le encogiera el corazón—  Pero por eso mismo he venido. Sabía que estarías aquí, y he venido a verte.

¿Por qué? —Le preguntó Yunho con naturalidad estudiada—  ¿Necesitas acaso algún tipo de ayuda? ¿Por eso has solicitado verme?

Sí… pero no es algo que pueda hablarse por teléfono —le dijo Jaejoong con tirantez— Por cierto… ¿Recibiste una carta mía?

No.

Ah…

Jaejoong se quedó de piedra con aquel no tan rotundo, porque si él no sabía que se había quedado embarazado le esperaba una buena sorpresa.

¿Por qué no puedes decirme brevemente de qué se trata? —le preguntó Yunho en tono seco.

Porque tengo que verte para hablarle de ello —le recordó.

Eso no es posible…

Jaejoong bajó la voz y adoptó un tono casi suplicante.

No habría venido aquí de no haber estado desesperado…

Entonces ve al grano — le dijo con fría claridad —  No me van los misterios. ― Le ardían los ojos de las ganas de llorar.

De acuerdo, no quieres verme —exclamó—  Pero no digas que no te he dado la oportunidad.

Con esa declaración. Jaejoong cortó la conversación y volvió al mostrador para devolver el teléfono. Antes de dejarlo, empezó a sonar de nuevo; y cuando estaba dándose la vuelta y echando a andar hacia la salida, la recepcionista lo llamó por su nombre por segunda vez. Se dio la vuelta. La joven le tendió el teléfono de nuevo. Él negó con la cabeza. De pronto se dio cuenta de que algunas personas se estaban fijando en él, particularmente un hombre delgado y rubio con mirada inquisitiva que le sacó los colores. Sin más se dio media vuelta y salió corriendo del banco.

Estaba furioso consigo mismo por haber sido tan impulsivo y tan ingenuo. ¡Qué estupidez por su parte haber tratado de hablar con Yunho! Él no quería ni  hablar con él ni saber nada de él; además la noticia de que era el padre de unos mellizos no sería bien recibida por su parte. Se dio cuenta de que el único modo de recibir ayuda económica de Yunho sería contratando a un abogado para que le exigiera una prueba de paternidad. Pero también sabía que los asuntos legales iban despacio, y que no le darían una solución a corto plazo. Así que tenía que pensar en el modo de vencer sus escrúpulos para ponerse en contacto con un periódico.

Yunho se enfadaría mucho con él. Un vivido recuerdo lo asaltó en ese momento. Recordó que él le había tirado encima una bandeja de desayuno y que le había gritado. Su expresión sobrecogida lo acompañaría hasta la muerte. Entonces se había percatado de que nadie le había hablado a Yunho así en su vida, ni tampoco le había dicho nadie que era horrible trabajar con él y que era un hombre imposible de complacer. Su falta de respeto había resultado insultante para él. Tan sólo cuando lo había podido convencer para que entendiera su postura él se había mostrado dispuesto a perdonar la ofensa, y al final él había terminado saliéndose con la suya.

Jaejoong tardó una hora en regresar a casa de Junsu, pero no había nadie cuando llegó. Recordó con pesar que su amigo le había dicho que tal vez saliera de compras con su eomma. Mientras caminaba por la calle, una limusina se detuvo junto a la acera delante de él; entonces salió del vehículo un hombre de mediana edad y abrió la puerta del pasajero.

El señor Jung quiere llevarlo —le anunció.

Sorprendido, se quedó inmóvil mientras estudiaba los cristales tintados  del largo vehículo plateado con intensidad antes de aceptar la invitación con un movimiento brusco. Le gustara o no, sabía que era la mejor oferta que conseguiría. Jaejoong, mareado de los nervios, se metió en la limusina.




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Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…

9 comentarios :

  1. Hola, fue un capítulo muy largo e interesante, esperó los que vengan después sean iguales.
    Me encanta la trama de esta historia, me siento muy ansiosa de saber que pasa con Jae y Yunho.
    No se cuál sea la reacción de Yunho, por más que lo pienso, pero por el carácter descrito, creó que será muy interesante.
    Gracias por la actualización.
    Que estés bien. Saludos 💜
    Actualiza pronto por favor.

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  2. auuuuu esto se pone bueno no que no quería ver a Jae si hasta lo fue a buscar para llevarlo a su casa sorpresa que se llevara el Yunho cuando se entere de que ya es padre de unos lindos mellizos y el que no quería hijos pues ya los tiene y no mido
    Gracias por compartirlo me encanta

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  3. Pobre Joongie, debe ser humillante. Yunho me llega, enserio pfff. Gracias

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  4. Los dos estan muy equivocados :(
    Yunhooo mereces un puñetazooo
    Jaejoong todo es por algo :(
    Espero que Yunho y Jae encuentren la felicidad juntitos owwww
    Continuaré leyendo
    Gracias por el capi .😘❤😁

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  5. Al parecer el jamás recibió tu carta así que será una gran sorpresa que es padre ahora que serán las cosas Jaejoong de trago su orgullo por su hijos pero que mas podria hacer

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  6. cuanto ha sufrido Jae, pero ni modo Junsu tiene razón, el y sus hijos sufriendo penurias, mientras Yunho es un hombre rico, es hora de que le ayude para que sus hijos tengan una mejor calidad de vida.

    Gracias!!!

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  7. Pobre Jae por todo lo que ha tenido que pasar para salir adelante con sus bebés,ahora que se ha puesto en contado con Yunho que pasara???

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  8. OMG !! Me muero muerta !! Que buen capitulo ! Me sorprende que Yunho haya estado casado !
    Me gusta la idea de que Jae sea mucho mas joven que Yunho X3
    Ojalá Yunho reconozca su paternidad ...

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  9. Que actitud la de Yunho tan más vacia e infeliz, inclyso creo que aunque se haya casado con Heechul no lo amaba como él supone lo amaba, va por la vida con bandera de frio, insufrible. Y Jae menospreciandose como si sacar a sus hermosos bebes no fuera un merito de llevarse la admiración de todos. Espero que Yunho no se comporte más patan de lo que ya lo pinta este cap, algo me dice que Jae no va a tener las cosas sencillas con ese Yunho desconfiado😢😢

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