― Está sangrando otra vez —dijo Jaejoong devolviendo a Yunho al presente— Vamos a tener que ir al
médico.
—No, no me apetece, ya me curo yo.
—No —lo contradijo Jaejoong
exasperado— Ya sé que le gusta tenerlo todo, absolutamente todo, bajo control,
pero hay cosas en la vida que uno no puede controlar y hay que saber admitir
que se necesita ayuda.
Yunho lo miró a los ojos muy serio.
— ¿Qué le hace suponer que me conoce de algo, joven Kim Jaejoong?
—No lo conozco a usted en concreto, señor Jung Yunho, pero conozco a
los hombres como usted —contestó Jaejoong.
— ¿A los hombres como yo? Por favor, cuénteme cómo soy.
Jaejoong se quedó mirándolo y tuvo la
impresión de que parecía un luchador después de la lucha, vulnerable y herido.
—Adelante —insistió
Yunho— Quiero
saber qué opina de mí.
—Muy bien —contestó
Jaejoong levantando el mentón— Es usted arrogante, controlador y tirano. ¿Quiere que continúe?
—No hace falta, me hago una idea. Es evidente que no le caigo muy
bien, ¿eh?
Jaejoong parpadeó y sintió que las
palabras se le quedaban atravesadas en la garganta. ¿Qué tenía que ver que le
cayera bien o no?
Tal y como le acababa de decir, no lo
conocía de nada, así que ¿qué derecho tenía a estar diciéndole todo aquello? De
repente, se arrepintió de lo que había dicho.
El pañuelo que Yunho tenía en el labio
estaba lleno de sangre, así que se apresuró a buscar otro por la mesa. Cuanto
más se tocaba la herida, peor se la estaba poniendo.
Jaejoong frunció el ceño.
—Debería sentarse mientras decidimos qué hacemos con su cara. ― Yunho lo miró divertido.
— ¿Tampoco le gusta mi cara? —bromeó en
tono lastimero.
Jaejoong se mordió el labio para no
sonreír.
—Siéntese.
—No necesito sentarme, lo que necesito es...
Jaejoong lo empujó levemente, obligándolo
a sentarse en el sofá de cuero que tenía detrás. Yunho lo dejó hacer sin
resistirse, sentándose y mirándolo con curiosidad, como si le interesara saber
qué iba a hacer con él.
—Descuelgue el teléfono y llame al médico —le ordenó Jaejoong.
—Hablemos en serio —contestó Yunho mirándolo con escepticismo.
—Yo estoy hablando muy en serio. Necesita ayuda. No pienso dejarlo
aquí sangrando para que se muera de una hemorragia durante la noche. Descuelgue
el teléfono.
—Al ritmo que estoy sangrando, necesitaría una semana entera para
desangrarme —objetó
Yunho— Mire, mi
hermana es médico. Si creo que es necesario llamarla, la llamaré y él se hará
cargo de todo.
—Llámela —insistió
Jaejoong señalando el teléfono.
—Son más de las diez de la noche. No la puedo llamar.
—Llámela. Seguro que no le importa.
— ¿La conoce? —se extrañó Yunho.
—No, pero sé cómo son las hermanas —sonrió Jaejoong. Yunho se quedó mirándolo.
—Está bien —accedió
por fin.
A continuación, Yunho agarró su teléfono
móvil y marcó el número de su hermana.
—Hola, JiHye —la saludó— Soy Yunho. Perdona por llamarte tan tarde. No, no me pasa nada.
Sólo quería saludarte y...
Yunho no vio el movimiento de Jaejoong,
que arrebató el teléfono en un abrir y cerrar de ojos. Obviamente, no se le
había ocurrido que nadie se atreviera a hacer algo parecido.
Era evidente que a Jaejoong no le había
parecido que la conversación con su hermana fuera a ningún sitio, así que había
decidido tomar cartas en el asunto.
—Hola, JiHye, soy Kim Jaejoong.
— ¿Pero qué hace? —gruñó Yunho.
Jaejoong hizo un ademán con la mano en el
aire para que se callara.
—No nos conocemos, pero trabajo... más bien, trabajaba para su
hermano. Sólo quería decirle que ha tenido un accidente...
Yunho maldijo, pero Jaejoong lo ignoró.
—No, no le ha pasado nada grave, pero se ha herido en el labio y a mí
me parece que habría que darle puntos porque no para de sangrar y... sí,
perfecto... sí, estamos en su despacho. Gracias —se despidió Jaejoong colgando el
teléfono y devolviéndoselo a Yunho — Ya viene —añadió
sonriendo con autosuficiencia.
— ¿Cómo?
—Me ha dicho que estará aquí en unos minutos.
—Un momento —insistió
Yunho muy serio — No me entero de nada. ¿A quién han despedido hoy, a usted o a mí?
La sonrisa de superioridad estaba
funcionando, así que Jaejoong decidió mantenerla.
—Quiero que alguien se ocupe de usted. Ahora estamos en paz y me voy.
—No tan rápido. La llave, por favor —dijo Yunho extendiendo la mano.
— ¿Qué llave? —contestó Jaejoong con inocencia.
—La que, obviamente, tiene. De no ser así, no habría podido entrar.
«Ah, esa
llave», pensó Jaejoong.
Se trataba de una llave que le habían
dado unos meses atrás porque había tenido que abrir él la oficina durante un
proyecto y se la había encontrado en su mesa cuando había recogido sus cosas
aquella tarde.
Jaejoong se metió la mano en el bolsillo
y se la entregó.
—Un momento. Tenemos que hablar —dijo Yunho.
—Escríbame una carta —contestó Jaejoong yendo hacia la puerta. Yunho se puso en pie y
lo siguió.
—Se lo digo en serio. Hay algo de lo que quiero que hablemos. Tengo
una idea para que vuelva a trabajar en ACW. ¿Le gustaría recuperar su puesto de
trabajo?
Jaejoong lo miró satisfecho. Aquello era
casi como una disculpa, ¿no? Sí, evidentemente, estaba admitiendo que no
tendrían que haberlo despedido.
— ¿Podría hacer que recuperara mi trabajo? —le preguntó mirándolo a los ojos.
—Por supuesto —contestó Yunho— De haberlo sabido antes, no habría permitido que mi tío lo echara.
Llevo toda la semana fuera de la empresa, como ya sabe, y me he enterado cuando
he vuelto esta tarde de que habían despedido a todo el departamento de
investigación.
Jaejoong dudó.
— ¿Qué le hace pensar que iba a querer volver a una empresa que me ha
tratado tan mal?
—Por favor, no me venga con monsergas. ¿No me acaba de decir hace un
rato que necesitaba este trabajo desesperadamente?
Jaejoong abrió la boca para hablar, pero
decidió no hacerlo, así que se limitó a sacudir la cabeza. En ese momento, se
dio cuenta de que se dejaba la orquídea y avanzó hacia la mesa de Yunho.
Se negaba a dejarla atrás después de
todos los problemas que habían surgido para recuperarla.
—Así que, en realidad, no me estaba presionando para recuperar su trabajo,
¿verdad? —Recapacitó Yunho—
Lo que estaba
intentando era darme pena.
Jaejoong lo miró, pero no contestó. ¿Qué
podía decir? Al fin y al cabo, tenía razón en parte. Por alguna razón, Yunho
parecía furioso.
—Entre usted y yo, joven Kim, nunca me da pena nadie —le dijo agarrándolo de la muñeca y
mirándolo a los ojos con frialdad.
Jaejoong sintió que la sangre se le
helaba en las venas. Iba a tirar del brazo con fuerza para zafarse de sus
garras, pero no tuvo que hacerlo porque Yunho lo soltó de repente.
—Lo quiero ver aquí mañana a primera hora —gruñó consultando su agenda— Un momento. Tengo dos
reuniones importantes por la mañana. Mejor, después de comer. ¿Qué le parece a
las dos aquí?
Jaejoong se encogió de hombros con
superioridad.
—Me lo pensaré —contestó.
—Seguro que sí —contestó Yunho con sarcasmo— Por si acaso se le ocurre no venir, me quedo con esto —añadió apoderándose la orquídea.
— ¡No puede hacer eso! —Gritó Jaejoong yendo hacia él— ¡Esa planta es de mi propiedad! —protestó.
—Le recuerdo que está usted aquí porque ha entrado en mi propiedad — contestó Yunho— Estamos iguales de nuevo.
Jaejoong sintió ganas de gritar, así que
apretó los dientes.
—Devuélvame mi planta.
—Me la quedo para asegurarme de que vendrá usted mañana.
—Eso es... eso es chantaje. ― Yunho se quedó pensativo.
—Más bien, soborno —apuntó.
—Lo que sea, pero es ilegal. ― Yunho sonrió.
—Pues denúncieme.
—A lo mejor lo hago —contestó Jaejoong sin convicción— Quiero que sepa una cosa. Si hubiera estado en mi mano, yo sí lo
habría despedido a usted —se despidió furibundo.
Y, dicho aquello, bajó a toda velocidad
por las escaleras porque necesitaba dejar salir de alguna manera la rabia que
llevaba dentro.
Eran más de las doce de la noche y Yunho
seguía sentado en su despacho, admirando la oscuridad de la noche desde la
ventana. Su hermana había estado allí y ya se había ido, lo había curado y le
había dejado la mitad de la cara anestesiada, pero no era eso lo que lo tenía
pensativo. Su encuentro con Jaejoong no se le iba de la cabeza. Le había estado
dando muchas vueltas y había tomado una decisión.
Kim Jaejoong era la persona perfecta con
la cual quería tener un hijo.
Yunho recordó la ocasión en la que le
había mencionado el tema. Desde su punto de vista, la reacción de Jaejoong
había sido excesiva, sobre todo teniendo en cuenta que era un joven muy calmado
y lógico.
¿Por qué no había aplicado más calma y
lógica a aquel asunto? Tal y como se lo había planteado Yunho, toda la
situación sería beneficiosa para él. Sin embargo, sabía que, si le planteaba la
idea de igual manera, lo que obtendría sería la misma reacción irracional por
su parte.
Así que sólo podía hacerlo de una manera:
tenía que dilucidar cómo llegarle al corazón y hacer que viera las cosas como
las veía él.
¿Y qué había sido eso de obligarlo a que
se presentara al día siguiente a la cita de las dos? ¿Y si Jaejoong había
decidido que no le interesaba volver a trabajar para él y que su orquídea no
valía la pena volver a verlo?
Yunho no estaba dispuesto a esperar.
Tenía intención de salir a su encuentro antes de que a Jaejoong le diera tiempo
de desarrollar un programa de oposición. No tenía ni idea de dónde vivía, pero
seguro que su dirección estaría en algún registro de la oficina.
Sí, eso era lo que iba a hacer.
Yunho miró el sofá e hizo una mueca de
disgusto, pero sabía que no le quedaba más remedio que dormir allí unas cuantas
horas, ducharse en el vestuario y llevarle la orquídea a casa. Sería una buena
excusa. En cualquier caso, no tendría que habérsela quedado.
Había sido una tontería por su parte y se
arrepentía de ello. Sí, además de llevarle la orquídea, pararía en algún sitio
a comprar unos bollos para el desayuno. Iba a ser una visita a pacífica y
amistosa.
Así, vería dónde vivía Jaejoong y se
haría una idea de su situación. Incluso, a lo mejor, podría hacerse su amigo.
Yunho se encogió de hombros. Merecía la
pena intentarlo.
>>> ♥ <<<
— ¿Y es tan sexy como dicen?
Kim Junsu había puesto cara de póquer,
pero el brillo travieso de sus ojos lo delató. Estaba sentado en el desgastado
sofá, con las piernas cruzadas y una taza de café humeante en las manos.
Jaejoong se quedó mirando a su amigo, con
el que compartía piso. Estaban sentados en el salón, observando cómo la hija de
trece meses de Junsu jugaba frente a ellos y Jaejoong le acababa de contar a su
amigo lo que había ocurrido la noche anterior cuando había ido a buscar su
planta abandonada.
— ¿Sexy? ¿Cómo? ¿Quién? —contestó Jaejoong.
A pesar de sus palabras, era consciente
de que no iba a conseguir engañar a su amigo.
— ¿Quién va a ser? Jung Yunho, por supuesto —insistió su amigo— Ya sabemos que es increíblemente guapo.
Jaejoong lo miró atónito.
— ¿De verdad? ¿Y cómo lo sabemos? No recuerdo haber comentado nunca nada
sobre si es guapo o no.
—Supongo que eso será porque no te habrás percatado.
—Bueno...
—Venga, Jaejoong —se rió Junsu— Deberías ver la cara que pones cuando hablas de él.
— ¡Qué tontería! —Exclamó Jaejoong ruborizándose de pies a cabeza— Nunca me ha parecido nada del
otro mundo.
— ¿Ah, no? Bueno, debe de ser que me he equivocado yo.
—Será eso...
—Ya... ¿Vas a ir a la reunión?
—Por supuesto que no.
— ¿Por qué no?
Jaejoong dudó. No quería admitir en voz
alta que no quería ir precisamente porque Jung Yunho era un hombre realmente
guapo y sexy. Aquel hombre tenía algo muy atractivo que la hacía sentirse
incómodo en su presencia.
Jaejoong se había construido una isla en
la que vivía completamente al margen de los hombres, pero Jung Yunho tenía
pinta de ser de los que eran capaces de caminar por encima de las aguas cuando
querían algo, y lo que más miedo le daba a Jaejoong era que, tal vez, él bajara
el puente levadizo para dejarlo entrar en la fortaleza.
—Porque tengo otras cosas que hacer —se excusó— Tengo que ir a la residencia a ver a mi suegra. Quiero que me la
cuiden un mes más hasta que tenga dinero suficiente para ponerle una enfermera
las veinticuatro horas del día.
—No creo que te vaya a resultar fácil ahorrar dinero ahora que has
perdido los dos trabajos que tenías —apuntó su amigo.
Jaejoong suspiró.
—Está bien, iré a verlo, pero no a las dos en punto sino cuando a mí
me venga bien —cedió
sabiendo que era una chiquillada hacerlo esperar.
Era cierto que necesitaba el trabajo, así
que tenía que ir.
Junsu dudó, pero, al final, alargó el
brazo y tomó a su amigo de la mano.
—Jaejoong, anoche hablé con la agencia de limpieza y les dije que me
asignaran más casas. Si gano más...
Su amigo era profesor, pero había tenido
cáncer y había dejado el estrés del trabajo para dedicarse a limpiar casas.
Así, trabajaba menos horas, ganaba lo justo para vivir y podía estar más tiempo
con su hija.
—No, Junsu. Tú tienes que estar en casa con tu hija.
—Me la voy a llevar conmigo.
—Sabes que no puedes hacerlo, no está permitido. ― Junsu se encogió de hombros.
—A nadie le importa. A todo el mundo le encanta que me lleve a Hani.
Jaejoong miró a la niña. Era comprensible
que a todo el mundo le encantara tener a aquel bebé cerca. Aquel angelito de
rizos de chocolate y enormes ojos llenos de curiosidad era tan puro y fresco
como un copo de nieve.
Aquella criaturita había cambiado la vida
de Jaejoong. Ella y su umma se habían mudado a su casa antes de Navidad y desde
entonces todo había cambiado. Desde entonces, había alegría en su vida. Alegría
y un precioso bebé.
No era su bebé y sólo la iba a tener a su
lado de manera temporal, pero aquello era lo de menos. Su vida, fría y
solitaria durante años, había cambiado.
Durante aquellos años, Jaejoong había
buscado una razón para seguir viviendo. Incluso se le había pasado por la mente
tener un hijo porque realmente lo deseaba, pero, por mucho que lo había
pensado, no encontraba la manera de hacerlo.
De momento, aunque fuera temporal, tenía
una familia y era feliz.
Jaejoong se puso en pie y fue a la
cocina. En aquel momento, llamaron al timbre.
—Ya abro yo —dijo Junsu dirigiéndose
a la puerta.
Jaejoong frunció el ceño, preguntándose
quién sería y pasándose los dedos por el pelo. Cuando se había levantado, se
había puesto una sudadera morada y unos vaqueros viejos. Creía recordar
vagamente haberse cepillado el pelo, pero, al tocárselo, dudó porque se lo notó
bastante revuelto. Lo cierto era que no estaba preparado para tener compañía y,
menos, si se trataba de...
Jung Yunho.
—Espero no molestar —le estaba
diciendo a Junsu, que le había indicado que pasara.
Y allí estaba, tan guapo y sexy como Junsu
había dicho. Tenía el labio hinchado, lo que hizo que Jaejoong lo mirara con
una mueca de pena. Sin embargo, también era cierto que la herida lo hacía mucho
más atractivo. ¿Sería que tenía una atracción natural hacia los hombres
heridos?
Llevaba un sombrero Stetson e iba vestido
de traje, muy elegante y muy fino, lo que hizo que Jaejoong se sintiera como un
refugiado.
¿Molestar? Sí, definitivamente, su
presencia le molestaba.
—No, claro que no nos molesta —le estaba diciendo Junsu al ver que Jaejoong no contestaba— Soy Junsu, el compañero de
piso de Jaejoong. No se preocupe, llevamos ya varias horas despiertos, hablando
de...—añadió mordiéndose la lengua.
— ¿Hablando de qué? —le
preguntó Yunho.
—De cosas —contestó Junsu mirando a Jaejoong
y pidiéndole disculpas con los ojos.
Obviamente, todos sabían, incluido Yunho,
de qué habían estado hablando.
—He traído bollos —anunció Yunho
entregándole una bolsa a Junsu.
—Oh, gracias —contestó el amigo de Jaejoong—
¿Cómo toma el
café?
—Solo, gracias.
—No tardo nada.
—Tómese todo el tiempo que necesite
—contestó Yunho mirando a su alrededor y preguntándose qué demonios hacía allí.
Bueno, para empezar, había ido a
devolverle su orquídea a Jaejoong. Ése era el objetivo oficial. Además, quería hacerse
su amigo. Sin embargo, ahora que se encontraba en su casa, se le pasó por la
cabeza que, a lo mejor, se estaba metiendo en la guarida del lobo él sólito.
Miró a Jaejoong y decidió que,
efectivamente, aquello era una locura. Sí, estaba loco. No había podido dejar
de pensar en aquel joven. Se había dicho que era porque representaba muchas
posibilidades. Sin embargo, al mirarlo ahora, supo que era mucho más.
Aquel joven, eficiente y trabajador, lo
fascinaba y lo intrigaba. Ahora que lo veía con ojos soñolientos, el pelo
revuelto, sin maquillaje y descalzo... y con los pezones marcados en la
sudadera. Al instante, Yunho sintió algo que hacía mucho tiempo que no sentía.
Deseo carnal.
Por supuesto, se apresuró a desviar la
mirada. Aquello no iba bien. No quería sentirse atraído sexualmente por Jaejoong.
Necesitaba mantener la distancia para mantener el control.
—Hola —lo
saludó— Me ha
costado mucho encontrarlo.
— ¿De verdad? —Contestó Jaejoong
encogiéndose de hombros— Y yo sin enterarme de que estaba perdido.
—Para mí, lo estaba. La dirección que teníamos en la oficina era su
dirección antigua.
Jaejoong lo miró con incredulidad.
— ¿Ha ido a buscarme a Buckaroo Court?
—Sí —contestó Yunho— Desde luego, no es el sitio
más bonito de Dallas.
—Desde luego que no —suspiró Jaejoong—
Por eso, me fui
en cuanto pude. ― Yunho asintió y Jaejoong
frunció el ceño.
—Supongo que alguien de por allí le daría esta dirección.
—Sí, todo un caballero llamado Butch —contestó Yunho— Estaba lavando la moto, pero no le ha importado hacer un descanso
para hablarme de usted.
—Sí, conozco muy bien a Butch —apuntó Jaejoong—
Es el amo del
calabozo. ¿Cuánto le ha soplado por hablar?
—Veinte dólares —contestó Yunho— No me ha parecido caro.
—Vaya, será que últimamente no cotizo muy alto —bromeó Jaejoong. Yunho se encogió de hombros.
—Me ha hecho un descuento después de sacudirlo un poco. ― Jaejoong no sabía si le estaba hablando en serio.
—No me lo puedo creer.
—Bueno, ya basta de hablar de Butch —sonrió Yunho— Le he traído su orquídea.
—Ya lo veo —contestó Jaejoong mirándolo
con cautela— ¿Qué quiere a cambio?
—Nada. Se la he traído porque tenía razón. No era justo que me la
quedara como reclamo para hacerlo volver. Tendría que haber supuesto que haría
lo correcto sin necesidad de sentirse obligado.
—Gracias —contestó Jaejoong tomando
la planta contra su pecho y abrazándola— Le agradezco mucho que confíe en mí, pero le advierto que se ha
equivocado por completo. Ahora que tengo mi planta...
—Se siente tan agradecido hacia mí que va a llegar a la reunión mucho
antes de las dos de la tarde y me estará esperando en la puerta —bromeó Yunho.
Jaejoong tuvo que hacer un gran esfuerzo
para no sonreír.
—Sigue soñando —contestó Jaejoong
colocando la planta junto a sus dos compañeras en la ventana.
A continuación, se giró hacia Yunho y se
fijó en que tenía puntos en el labio.
Por lo visto, había dejado que su hermana
lo curara.
— ¿Y las reuniones que tenía?
—No hay problema, llego de sobra. Solo he parado en su casa un
momento.
En aquel momento, llegó Junsu con el café
y los bollos y los dejó sobre la mesa. Yunho y Jaejoong se sentaron en el sofá,
mirándose de reojo con cautela como si fueran dos gallos de pelea esperando a
que el otro diera el primer paso para atacar.
Junsu los observó y sonrió. A
continuación, se agachó, tomó a su hija en brazos y se giró para despedirse.
—Nos vamos al parque —anunció.
— ¡No, no os vayáis! —exclamó Jaejoong.
—No tardaremos en volver —insistió
su amigo.
Jaejoong apenas se fijó en que Junsu le
guiñaba el ojo porque estaba demasiado ocupado observando la reacción de Yunho
ante Hani. Era obvio que tener al bebé tan cerca lo perturbaba. Junsu no
parecía darse cuenta y Hani, menos. De hecho, la niña lo miraba intensamente.
—Papá —dijo echándole los bracitos.
—No, mi vida, éste no es tu papá —le
explicó Junsu entre risas mientras se iban hacia la puerta.
Yunho alargó el brazo, tomó un bollo y lo
mordió.
—Así que vive con Junsu —comentó.
—Sí, y con Hani, nuestro angelito
—contestó Jaejoong.
Yunho hizo una mueca y evitó su mirada. A
primera vista, el bebé le había recordado a Lisa y pensar en su hija lo llenaba
de desazón. No quería que Jaejoong le hablara de la niña, no quería oír nada
que le recordara a su hija.
— ¿A qué se dedica Junsu?
— ¿Por qué lo quiere saber? —le
preguntó Jaejoong.
—Porque me interesa su vida. En realidad, me interesan las vidas de los
dos.
— ¿Por qué? —le preguntó Jaejoong
anonadado. Yunho se encogió de brazos, exasperado.
— ¿No fue usted el que me dijo anoche que usted y sus compañeros eran
seres humanos y no peones en un tablero de ajedrez? Estoy intentando aprender a
ser un jefe mejor. Estoy intentando sentir empatía.
Dicho aquello, Yunho tuvo la sensación de
que Jaejoong le iba a soltar una carcajada en la cara.
—Ya —se limitó a contestar con
escepticismo— Muy bien, señor Empatía. Para que lo sepa, Junsu es una persona
maravillosa y es mi mejor amigo. Ha tenido mala suerte en la vida y ha sufrido
mucho. Actualmente, acaba de terminar el tratamiento del cáncer que tiene y
está intentando criar a su hija él solo.
—Dios mío, ¿cómo se le ocurre a una persona en su estado tener un
hijo? Jaejoong lo miró con los ojos muy
abiertos.
—A veces, hay cosas que escapan a nuestro control.
—Nada debe escapar a nuestro control.
—Madre mía —se lamentó Jaejoong
poniéndose en pie con la taza de café en la mano— Se equivoca por completo. Yo, por ejemplo, llevo años subido en una
montaña rusa de la que todavía no he conseguido bajar porque no encuentro los
frenos.
—A lo mejor lo puedo ayudar —apuntó Yunho.
Jaejoong se quedó mirándolo y Yunho bajó
la mirada. Jaejoong estaba intentando mantener una máscara de tranquilidad,
pero Yunho se estaba empezando a dar cuenta de que estaba nervioso.
Jaejoong se dirigió a la cocina a
servirse otro café y Yunho lo siguió.
— ¿Quiere más café? —le preguntó Jaejoong
sorprendido.
—No, gracias. Me tengo que ir.
Jaejoong lo miró y se dio cuenta de que
los ojos de Yunho se deslizaban hacia su boca. Por supuesto, su dueño se
apresuró a desviar la mirada.
—Lo espero a las dos —se
despidió Yunho poniéndose el sombrero.
— ¿Para qué?
—Para comentarle unas cuantas cosas. Ya le dije anoche que quería ver
la manera de devolverle su trabajo en ACW.
Jaejoong frunció el ceño. Era obvio que
tenía sus sospechas.
— ¿Qué más le da que mi trabajo lo haga yo o cualquier otra persona? ― Yunho se paró en seco y se quedó mirándolo.
—Jaejoong, ¿por qué no confía en mí?
—Confío en usted.
—No, de eso nada. Recela de todo lo que digo y de todo lo que hago.
—Eso no es verdad al cien por cien.
— ¿Qué he hecho para que no confíe en mí? Tal vez, no sea yo. ¿Acaso
otra persona le ha hecho daño?
Sí, Yunho vio en los ojos de Jaejoong
que, efectivamente, era aquello. Por supuesto, él no lo iba a admitir.
—No diga tonterías. Prefiero que sea mi jefe a que ejerza de
terapeuta conmigo. No necesito que me haga psicoanálisis.
—Muy bien —contestó Yunho yendo hacia
la puerta.
Jaejoong pasó a su lado para acompañarlo.
Pasó tan cerca que a Yunho le pareció que percibía el olor de su pelo. Aquel joven
era de verdad, de carne y hueso. Había levantado una barricada y se escondía
detrás, pero no había nada artificial en todo él.
A Yunho le gustaba.
Le gustaba físicamente, le gustaba cómo
caminaba, le gustaba cómo hablaba, cómo ladeaba la cabeza cuando lo escuchaba
muy serio. También le gustaba que no se fiara de él porque eso demostraba que Jaejoong
era un joven inteligente además de guapo.
Sí, tenía que conseguir que aquel joven fuera
la umma de su hijo. Era el joven perfecto. La persona elegida.
— ¿Va a venir? —le preguntó.
—Me lo pensaré —contestó Jaejoong.
—A las dos en punto —le recordó
Yunho.
—Ya lo sé.
—Si no viene...
— ¿Volverá por aquí y torturará a mi orquídea?
—No —sonrió Yunho— no torturaré a su orquídea,
pero volveré por aquí, sí — añadió saliendo por
la puerta silbando.
Era obvio que Jaejoong iba a ir. Aunque
solamente fuera por curiosidad.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Sería bueno que los dos se den cuenta de lo mucho que se atraen y se den una oportunidad y de Junsu quien será el padre del bebé que tiene ojala que sea Yoonchu ya que son la pareja perfecta
ResponderEliminarahora que Yunho a tratado mas de cerca a Jae se a enamorado de el o lo esta haciendo por que no deja de perseguirlo y eso es bueno por que así no solo querrá tener a los hijos de Jae con el sino también a Jae y no solo sera el niñero por que eso no creo que a Jae le guste mucho y mas vale que a Yunho ni se lo proponga de nuevo o saldrá corriendo de su vida
ResponderEliminarGracias
Yunho chantajeando con su orquidea a jae XD
ResponderEliminarME ATRAPASTE CON ESTA HISTORIA ME ENCANTA...MUCHAS GRACIAS POLEHT ESTARÉ AL PENDIENTE
ResponderEliminarque capitulo!!!!
ResponderEliminarYunho tiene intenciones muy serias con JJ owwwww
Me encantaaaaa
Muchas gracias por el capi , ya quiero leer mas :)
Yunho se esta enamorando de Jae y aunque racio Jae también le encanta Yunho, haber como conquista este a Jae.
ResponderEliminarGracias!!!
Se esta poniendo interesante que pasara en esa reunión aceptara o no aceptara ><
ResponderEliminarCuanta cosa se le ocurre a Jae "Escribame una carta"... "volvera por aquí y torturará a mi orquidea?" Jajaja sarcasmo cute¡¡ y lo mejor es que Yunho esta callendo lenta y divertidamente en sus encantos. Me encanta que Jae no registre que sin ser su intención tiene a Yunho en sus manos. Ojala que Junsu se recupere, está siendo un increible umma, merece ser feliz a lado de su bebita. Por cierto, quien es el padre de la nena??? Ella quiere un papá¡¡¡
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