Jaejoong no había hecho más que poner un
pie en casa de Yunho, cuando su marido se lo había vuelto a llevar; lo había
metido en el coche y se lo había llevado al aeropuerto.
— ¿Adónde vamos? —le había preguntado.
Yunho estaba satisfecho porque lo había
sorprendido. Se veía feliz. Había demasiada tristeza en su vida en aquellos
momentos y Yunho quería darle un respiro.
—Es una sorpresa.
—Pero ¿nos vamos a quedar a dormir fuera o algo? Te lo digo porque no
llevo pijama ni nada.
Yunho sonrió misteriosamente y no
contestó.
—Lo malo de las sorpresas es que los doceles necesitamos tiempo para
preparar las cosas, sobre todo lo que nos vamos a poner —bromeó Jaejoong.
—Lo tendré en cuenta para la próxima vez —contestó Yunho.
Le podría haber dicho que había hablado
con la encargada de la tienda de la isla a la que se dirigían, que le había
dado las tallas y los colores y que todo estaría preparado en la habitación
para cuando él llegara, pero no le dijo nada.
Cuando aterrizaron en Santa Talia, una
isla poco conocida del Caribe, los recibió la brisa fresca y el aroma de las
flores. Allí, al igual que en Hawai, tenían la costumbre de dar la bienvenida
con collares florales.
El complejo en el que se iban a hospedar
consistía en varios bungalós diseminados por las laderas de césped y en un
edificio central en el que estaban la recepción, el comedor y las tiendas.
Jaejoong se quedó maravillado al ver la
preciosa habitación que tenían y no pudo evitar gritar entusiasmado al ver que
el armario estaba lleno de ropa de su talla.
—Me siento como si fuera la Cenicienta —le dijo a Yunho sacando la ropa del armario y dejándola sobre
la cama para admirarla.
—Entonces, supongo que yo soy el Príncipe Azul —bromeó Yunho— Mejor no utilices zapatos de cristal, ¿de acuerdo?
Aquello hizo reír a Jaejoong, pero cuando
miró a Yunho a los ojos se sonrojó porque sabía para qué habían ido hasta allí.
Sentía que Yunho estaba muy excitado y él, también.
Sin embargo, al mismo tiempo, todo
aquello le daba pánico.
Había pasado una semana terrible, llevado
por la tristeza y la desesperación de ver lo que le estaba sucediendo a su amigo
Junsu y con una necesidad incontrolable de ayudarlo.
Por eso, le había costado mucho separarse
de su lado y, cuando había visto que se subían a un avión, había intentado
revelarse, pero luego había pensado que Yunho también tenía derecho a su
compañía y no había dicho nada.
Ahora, se alegraba porque estaba
convencido de que aquel viaje les iba a ir de maravilla a los dos.
— ¿Damos un paseo por la playa? —sugirió
Yunho.
—Muy bien —contestó Jaejoong.
Estaba atardeciendo. No habían cenado,
pero ninguno de los dos tenía hambre, así que se sentaron en la arena y dejaron
que el agua les lamiera los pies.
Cuando decidieron subirse a unas rocas
que había cerca y Yunho lo ayudó, Jaejoong percibió lo mucho que lo deseaba y
sintió que el aire no le llegaba a los pulmones.
Les sirvieron una cena suntuosa en su
habitación, pero Jaejoong apenas pudo probar bocado. Les habían llevado una
botella de champán y brindaron.
—Por las lunas de miel —dijo Yunho elevando su copa.
—Por las lunas de miel —contestó Jaejoong
sonriendo.
Después de cenar, bajaron de nuevo a
pasear por la playa. Ya había oscurecido y la luz de la luna se reflejaba sobre
la superficie del agua. Al volver, a ambos les pareció que el refugio de su
habitación era de lo más apetecible y Yunho se aseguró de cerrar la puerta con
llave.
A continuación, le tomó a Jaejoong el
rostro entre las manos y lo besó con delicadeza.
—Te prometí que no haríamos nada hasta que tú quisieras. ¿Estás
preparado?
Jaejoong asintió con un nudo en la
garganta. Sentía que el corazón le latía aceleradamente. Nunca había estado
tan asustado y emocionado a la vez. No
tenía ni idea de cómo iba a sentirse después de haber hecho aquello, pero se
moría por probar.
Yunho murmuró algo y le separó los labios
con la lengua. Jaejoong lo dejó entrar en su boca. Tímidamente al principio;
apasionadamente, al cabo de unos segundos.
Jaejoong le pasó los brazos por el cuello
y se arqueó contra su cuerpo. Quería sentir su pecho contra su torso fuerte y
musculado. Se oía una música lejana y aquella música, mezclada con el sonido de
las olas del mar, componía una preciosa sinfonía.
Jaejoong sentía las manos de Yunho,
grandes y sensibles y, allá por donde pasaban, dejaban una estela de fuego que
estaba comenzando a quemarlo en lugares íntimos.
Yunho deslizó las manos por sus brazos y, en un abrir y cerrar de ojos, la ropa de Jaejoong cayó al suelo.
Por primera vez en su vida, le iban a
hacer el amor e iba a hacer el amor a otra persona.
Aquello era maravilloso.
Un día para recordar siempre.
No tenía ni idea de si se iba a
arrepentir cuando hubiera pasado, pero tenía que hacerlo. Su cuerpo estaba
preparado, se estaba derritiendo y flotando al mismo tiempo. No se sentía
normal en absoluto y le encantaba.
Cuando besó a Yunho en el cuello, pensó
que no le costaría nada hacerse adicto a aquella sensación. Y, de repente,
sintió una urgencia dentro de sí, una necesidad tan intensa que lo hizo gritar.
—Espera, Jaejoong —murmuró Yunho con voz grave— No te preocupes, cada cosa a su tiempo.
A continuación, lo tomó en brazos y lo
llevó a la cama y Jaejoong se dio cuenta de que estaba invadido por la pasión y
de que era un estado que no quería abandonar
jamás.
Un rato después, estaban los dos
tumbados, uno al lado del otro, ambos intentando recuperar la respiración.
Jaejoong había descubierto un nuevo mundo
lleno de sensaciones, pero también había un nuevo mundo de cercanía y de
afecto.
Ahora sabía lo que era hacer el amor con
un hombre. ¿También sabía lo que era el amor? Unos momentos antes, habría
contestado que sí a aquella pregunta sin dudar. Ahora, desde la distancia, su
frialdad, ya no estaba tan seguro.
—Me siento... de maravilla —contestó
acariciándole el pecho a Yunho.
—Me alegro —contestó él mirándolo con
cariño.
Sin embargo, de repente su mirada se
distanció y se volvió más fría.
—Espero que haya servido de algo
—comentó— Tendremos
que seguir intentándolo hasta que...
Jaejoong cerró los ojos, triste, y retiró
la mano. Él pensando en el amor y Yunho siempre tan calculador. Por unos
instantes, Jaejoong entendió aquello que decían muchas personas de que del amor
al odio había un paso.
«Por
favor, Yunho, no estropees este momento».
Yunho se inclinó sobre él y comenzó a
besarlo alrededor del ombligo. Para su sorpresa, Jaejoong se encontró
deseándolo de nuevo como si no acabara de haberle satisfecho unos momentos
antes.
«Así que
así van a ser las cosas entre nosotros», pensó Jaejoong.
Parecía que su relación iba a alternar
alegría y pena. Bueno, si aquello era lo que el destino le había deparado, lo
aceptaba. Admitía que, más o menos, le gustaba.
Para cuando terminó su luna de miel,
habían pasado dos días gloriosos. Jaejoong no había sido jamás tan feliz.
Después de aquellas horas con Yunho, era todo un experto en hacer el amor.
Aquello lo hacía reír, pero era verdad.
La primera noche habían hecho el amor
tres veces y, desde entonces, había perdido la cuenta. Y en cada ocasión había
tenido la sensación de aprender un poco más sobre el hombre con el que se había
casado.
Durante el corto periodo de tiempo que
pasaron juntos en la isla, se desarrolló entre ellos una cercanía que lo
asombró. Yunho se había mostrado amable y afectuoso y Jaejoong tenía la
sensación de que podía contarle o pedirle cualquier cosa.
Bueno, casi cualquier cosa porque no se
atrevía a hablarle ni de su primera mujer ni de su hija.
Estaban recogiendo las cosas para irse y Jaejoong
ya echaba de menos aquel lugar.
— ¿Te lo has pasado bien? —le preguntó
Yunho con una gran sonrisa.
—Oh, esto ha sido un paraíso —contestó Jaejoong.
—Es un lugar precioso, ¿verdad? Bueno, lo tenemos todo, ¿no?
—Creo que sí.
—Tenemos doce minutos hasta que llegue el coche para llevarnos al
aeropuerto —comentó Yunho consultando el reloj— Doce minutos.
Jaejoong sonrió con un brillo especial en
los ojos.
— ¿Doce minutos, dices?
Yunho sonrió y enarcó una ceja.
— ¿Qué me dices?
Jaejoong se encogió de hombros.
— ¿Por qué no?
Riendo ambos, se desnudaron a toda
velocidad y se volvieron a meter en la cama, donde dieron rienda suelta a la
pasión.
Jaejoong estaba maravillado ante lo poco
que hacía falta para que se excitara en compañía de Yunho, y no sabía si era
porque lo amaba o porque amaba la forma en la que le hacía el amor.
Volver fue como salir de una maravillosa
fantasía y entrar en la dura y fría realidad.
Llegaron tarde del aeropuerto y Jaejoong
se fue directamente a la cocina para comenzar a familiarizarse con aquella casa
a la que había ido un par de veces antes de la boda para preparar su
habitación.
Yunho se preguntaba por qué necesitaba Jaejoong
un espacio para él solo, pero no había dicho nada.
Jaejoong preparó chocolate caliente y se
sentaron los dos en la cocina a tomárselo mientras recordaban el fin de semana.
Los dos estaban cansados y Yunho iba a proponer que se fueran a la cama cuando Jaejoong
sonrió, se puso en pie y se perdió por el pasillo tras darle las buenas noches.
Y Yunho se quedó allí, sentado a la mesa
de la cocina, con la boca abierta. Por supuesto, comprendía que Jaejoong
estuviera cansado, pero no entendía por qué no quería dormir con él cuando él
se moría de ganas por dormir a su lado, abrazándolo...
Hacía tanto tiempo que no dormía con
nadie... Desde Jan, por supuesto, desde Jan.
Lo primero que se le pasó por la cabeza
fue acercarse a la puerta del dormitorio de Jaejoong y preguntarle qué demonios
estaba haciendo, pero consiguió controlarse porque quería permitirle que
tuviera su propio espacio y que las cosas se desarrollaran de manera natural.
De momento, iba a tener que aguantarse y
confiar en que Jaejoong se diera cuenta de que el hecho de haber pasado un fin
de semana juntos en el Caribe no era suficiente como para asegurar la
descendencia.
Jaejoong estaba apoyado contra la puerta
de su dormitorio con los ojos cerrados, escuchando atentamente. Había avanzado
en silencio por el pasillo, esperando oír su voz y perdiendo la esperanza con
cada paso.
¿Por qué no lo había llamado? ¿Por qué no
le había dicho: «Eh, ¿adónde vas? Te quiero en mi cama inmediatamente» ?
Jaejoong supuso que era porque Yunho no
quería que ocupara el lugar de Jan en su cama, así que decidió no presionarlo.
Era consciente de que, para Yunho, Jan seguía siendo su verdadera mujer.
Él era su socio en aquella historia de
tener un hijo.
No debía presionarlo, no debía intentar
que Yunho le diera más de lo que habían acordado, pero se le iba a hacer muy
difícil después de lo que habían compartido en Santa Talia.
>>> ♥ <<<
Junsu estaba peor.
Los médicos habían decidido que no podían
operarlo y las posibilidades no eran muchas. Jaejoong volvió a cuidarlo y
corría a su lado en cuanto salía del trabajo porque quería ayudar a que la
transición fuera lo menos traumática posible para su amigo y para su hija.
Así que los maravillosos días que había
pasado en el Caribe con su marido fueron quedando atrás hasta que le parecieron
un sueño. Aquella noche, Yunho no estaba de humor y él tampoco estaba muy
tranquilo.
Los dos sabían que se acercaba un momento
de sinceridad.
Yunho había estado trabajando hasta muy
tarde en el despacho y Jaejoong se había pasado por casa de Junsu y había
estado allí un par de horas.
Prepararon la cena entre los dos y
cenaron tranquilamente, hablando sobre un proyecto de la empresa, evitando
hablar de Junsu.
—Trabajas demasiado —dijo Yunho
al verlo bostezar— Y, además, no duermes bien.
—Tienes razón, pero tengo muchas cosas que hacer.
—Podrías dejar de trabajar y así tendrías más tiempo para estar con Junsu — le propuso Yunho.
—Lo he pensado, pero no me parece justo para mis compañeros de
trabajo.
—Jaejoong, esta situación es especial y es sólo temporal, así que
tómate todo el tiempo que necesites. Tu amigo te necesita.
Jaejoong sonrió, agradecido por su
consideración, aunque sabía que, en el fondo, lo que había movido a Yunho a
decirle algo así era que quería que le hiciera más caso.
—Lo cierto es que la que más me necesita es Hani —comentó.
Al instante, a Yunho se le ensombrecieron
los ojos y desvió la mirada, como siempre que hablaban de la niña. Aquella
reacción molestaba mucho a Jaejoong, pero no tuvo ocasión de preguntarle nada
porque Yunho ya estaba hablando de un par de viajes de negocios que tenía que
hacer.
Tras recoger la mesa, se sentaron a tomar
un café y a hablar durante media hora.
—Jaejoong, ¿no te parece que deberíamos volver a ponernos manos a la
obra? —le preguntó Yunho de repente.
Jaejoong lo miró asombrado.
— ¿Te refieres a...?
—Sí, a eso me refiero.
— ¿Estás seguro? —le preguntó Jaejoong
mirándolo a los ojos.
— ¿De qué? ― Jaejoong tomó aire.
—No sabía si me deseabas.
—Jaejoong, mírame. Te deseo. No lo dudes. Me tendría que haber puesto
un cartel en la frente que dijera: «Deseo
a Jaejoong».
Jaejoong sonrió.
— ¿Estás seguro?
—Estoy seguro.
Jaejoong se encogió de hombros y dejó la
taza de café en el fregadero.
—Muy bien, entonces. ¿En tu habitación o en la mía?
Yunho se puso en pie, lo tomó en brazos y
lo condujo a su dormitorio.
—Te voy a enseñar cuál es tu sitio en esta casa —contestó.
Jaejoong se rió a carcajadas mientras Yunho
lo depositaba en el centro de su cama y siguió riéndose mientras se quitaba la camisa,
pero, cuando sintió los labios de Yunho en uno de sus pezones, dejó de reírse y
se convirtió en el joven apasionado que había aprendido a ser en el Caribe.
Una hora después, con las luces apagadas
y la casa cerrada, Yunho se dio cuenta de que se sentía bien por primera vez en
todo el día. Le gustaba cómo olía el pelo de Jaejoong y lo suave que era su
piel, le encantaba sentir sus piernas entrelazadas alrededor de sus caderas y
sus dedos en sus hombros. Y los gritos que daba al llegar al orgasmo lo volvían
loco.
De repente, se encontró pensando que Jan
nunca había sido tan apasionada, hacer el amor nunca había sido nada importante
para ella. Jaejoong, sin embargo, se entregaba por completo. Al instante, se
dijo que debía apartar aquel pensamiento de su mente. No debía hacer
comparaciones. No estaba bien y no era justo.
Lo importante era que se sentía saciado y
satisfecho, como un gato panza arriba al sol. Hacer el amor con él era algo tan
maravilloso que no había pensado en que Jaejoong pudiera querer irse.
Sin embargo, sintió que se escapaba de la
cama y se ponía la bata. Yunho se quedó muy quieto, con los ojos cerrados,
sintiendo cómo salía de la habitación y se iba por el pasillo, cómo se alejaba
de él.
¿Por qué no querría quedarse a su lado?
Su ausencia era insoportable y Yunho
decidió que iba a tener que hacer algo al respecto.
>>> ♥ <<<
Jaejoong debía admitir que las últimas
noches estaban resultando maravillosas. Los días, sin embargo, estaban
resultando terribles.
Mostrarse alegre con Junsu se le estaba
haciendo cada vez más difícil. Su amigo estaba constantemente medicado y,
normalmente, dormido. Una enfermera del hospital acudía dos veces al día y, por
supuesto, estaban las enfermeras que Yunho había contratado.
Hani disponía de una niñera para ella
sola durante todo el día, pero no entendía por qué su umma estaba todo el rato
en la cama. Jaejoong intentaba estar todo el tiempo que podía con ella con la
idea de mantener las cosas dentro de una relativa normalidad.
Lo más importante era la niña.
Era imposible que una criatura tan
pequeña entendiera lo que estaba sucediendo exactamente, pero obviamente
presentía que no era nada bueno.
Jaejoong se sentía muy mal porque sabía
que Hani lo estaba pasando mal y debía de estar asustada. Él sabía por
experiencia lo que era sentirse asustado en la infancia porque había tenido que
soportar las borracheras de muchos novios de su mamá.
No quería que Hani tuviera aquellos
recuerdos. Debía protegerla fuera como fuese.
Había una cosa que no le encajaba en todo
aquello. Yunho se había portado de maravilla, pagando las enfermeras y la
niñera y pasando a ver Junsu siempre que podía, pero ¿por qué se comportaba de
manera tan extraña siempre que estaba con Hani?
Solía intentar evitar a la niña y lo más
triste de todo era que la pequeña estaba fascinada con él y se iluminaba como
un arbolito de Navidad siempre que lo veía.
Un día, Jaejoong reunió valor y le
preguntó a su cuñada:
—JiHye, ¿qué le pasa a Yunho con Hani? ¿Por qué no le cae bien? ― JiHye lo miró apenada.
— ¿La evita?
—Sí, como si tuviera la peste. ― JiHye
asintió y apretó los labios.
—Supongo que debería decírtelo él, pero, ya que no lo ha hecho, te lo
voy a decir yo —contestó— Hani le recuerda a Lisa.
Jaejoong frunció el ceño.
—Es cierto que las dos tienen el pelo oscuro y rizado, pero...
—Yo opino lo mismo que tú. No se parecen en nada, pero Yunho les
encuentra un parecido insoportable y se le hace imposible estar cerca de la
pequeña.
—Pero va a tener que aceptarla porque... bueno, porque Hani se va a
quedar conmigo.
JiHye lo miró con los ojos muy abiertos.
— ¿La vas a adoptar si Junsu se muere? ― Jaejoong asintió.
—Se lo he prometido.
—Te entiendo perfectamente —suspiró JiHye
abrazándolo— Madre mía, me parece que se avecinan tiempos duros en tu matrimonio.
—Si pudiera hacer que Yunho viera a la niña con otros ojos...
—No tiene nada que ver con Hani —le
aseguró JiHye— Mi hermano se siente culpable porque cree que no pasó suficiente
tiempo con su hija y por eso reacciona tan mal cuando está Hani cerca.
—No te entiendo —contestó Jaejoong
confuso.
—Yunho era el típico adicto al trabajo. Mi hermano vivía para el
trabajo y Jan hacía más o menos lo mismo, pero con sus actividades y sus
amigas. Tenían una niñera contratada. Había días en los que quedaban después
del trabajo para cenar por ahí y, cuando volvían a casa, era tarde y Lisa ya
estaba acostada. Lo cierto es que solían hacerlo a menudo. Eran una pareja de
lo más moderna que trataba a su hija como si fuera la mascota.
Aquello sorprendió sobremanera a Jaejoong.
No se podía imaginar a Yunho haciendo algo así.
— ¿Me estás diciendo que Yunho se siente culpable por haber descuidado
a Lisa y por eso descuida a Hani?
—Decir tanto es exagerado. Lo que estoy diciendo es que Yunho se
siente culpable, se imagina a su hija mirándolo, llorando, demandando más
atención y se ve a sí mismo yéndose a trabajar en lugar de atenderla.
Jaejoong asintió imaginándose la
situación y decidió que, cuando encontrara el momento apropiado, iba a hablar
con Yunho para que cambiara su manera de actuar.
Yunho tenía una manera muy extraña de
lidiar con el dolor. Además de cómo se comportaba con Hani, en su casa no tenía
ni una sola fotografía de su primera familia. Jaejoong había registrado todas
las habitaciones. Nada. En aquella casa no había absolutamente ninguna señal
que indicara que el hombre que la habitada hubiera estado casado y hubiera
tenido una hija.
Y, sin embargo, de alguna manera, la
presencia de Jan se dejaba sentir en toda la casa hasta el punto de que Jaejoong
se preguntaba si iba a ser capaz de deshacerse de ella algún día.
Aun así, en general, su relación con Yunho
era cada día mejor. Además, estaba encantado con su trabajo y, aunque se le
hacía un poco raro estar casado con el jefe y sabía que los demás rumoreaban a
sus espaldas, no le importaba.
A él lo único que le importaba era hacer
bien su trabajo, ocuparse de Junsu y de Hani y, por supuesto, quedarse
embarazado.
A ver si se quedaba de una vez porque hacía ya más de un mes que lo estaban intentando y nada. Se estaba empezando a preocupar.
—No te preocupes —le dijo su cuñada— Relájate y deja que la Madre Naturaleza siga su curso. Ya no eres un
adolescente y tu cuerpo se ha acostumbrado a cierta manera de vivir. Ahora, le
pides un gran cambio. Debes darle tiempo. Ya verás, cuando menos te lo esperes
te quedarás embarazado.
Las palabras de JiHye resultaron
proféticas porque, efectivamente, Jaejoong se quedó embarazado. Probablemente,
ya lo estaba la noche en la que habló con su cuñada.
Estaba completamente seguro de que estaba
embarazado porque se había hecho una prueba en casa, pero no quería decírselo a
Yunho porque tenía miedo de que dejara de hacerle caso, de que se concentrara
en el trabajo y ya no quisiera hacerle el amor.
Aunque al admitírselo a sí mismo se
sonrojara, lo cierto era que le encantaba cómo le hacía el amor y no quería que
dejara de hacerlo. Le encantaba la intensidad de las sensaciones que se
apoderaban de ambos en aquellos momentos y el poder abrazarlo y apoyar la
cabeza en su pecho y soñar con que él también lo amaba.
Jaejoong estaba seguro de que sentía
cierto aprecio por él, pero tenía miedo de que lo apartara de su lado. Si se sentía
culpable por Lisa, ¿no le estaría sucediendo
lo mismo con Jan? ¿Y si decidía que no podía justificarse a sí mismo seguir
haciendo el amor con un joven que no era su mujer ahora que ya no había
necesidad?
Aquella noche, tumbado a su lado,
escuchando su respiración, se dijo que no estaba haciendo lo correcto. Yunho
era un buen hombre y merecía saber la verdad, así que Jaejoong decidió
contársela la noche siguiente.
Al día siguiente, se levantó muy nervioso,
salió antes del trabajo, se fue a casa y preparó una cena especial, encendió
velas y esperó.
Cuando Yunho llegó a casa, apenas lo
miró.
—Tengo un viaje de negocios —anunció— Siento mucho decírtelo con tan poca anticipación. Me tengo que ir a
Madrid. Las negociaciones que estábamos manteniendo allí van muy mal y puede
que esté fuera dos semanas.
— ¿Cómo? —se sorprendió Jaejoong.
—Lo siento mucho, ya sé que no es el mejor momento para que me vaya,
pero no tengo elección. Me tengo que ir —contestó Yunho
abrazándolo y besándolo.
Aquel gesto, tan espontáneo, dejó a Jaejoong
encantado para el resto de la noche porque no era normal que Yunho dejara fluir
su afecto así.
Lo malo era que no le había dicho nada
del embarazo y ahora iba a tener que esperar a que volviera de Europa.
Sí se lo decía ahora, tal vez le haría
más difícil tener que irse de viaje y era evidente que no podía aplazarlo, así
que Jaejoong decidió esperar, se guardó el secreto y se regocijó en la ilusión
que le iba a hacer a Yunho cuando se lo dijera.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Que lindo que ya está embarazado pero yo no quiero que Junsu se muera que aparezca Yoonchu para que sea su pareja y este con su hijita y ojala que Yunho no se ponga molesto con Jaejoong por no habérselo dicho esperare el siguiente capítulo
ResponderEliminarse pondrá muy feliz Yunho cuando se entere que sera padre y espero que no aleje a Jae de su lado y sea mucho mas cariñoso y que acepte a la niña y le quiera también que la niña lo adora a el ojala y que Junsu no muera que se ponga bien para que este con su hija que lo necesita a su lado
ResponderEliminarGracias
ME ATERRA PENSAR QUE JUNSU PUEDA MORIR, HANI LO NECESITA ,ESPERO QUE YUNHO NO CAMBIE CUANDO SE ENTERE DE EL EMBARAZO DE JAE ,EL LO VA A NECESITARA MAS CARIÑOSO QUE NUNCA ....BUENO VEREMOS ....MUCHAS GRACIAS
ResponderEliminarOjalá Yunho no se aleje de Jae ahora que esta embarazado, que este mas unido a él. Espero la recuperación de Junsu.
ResponderEliminarGracias!!!
Jae finalmente embarazado *.* yunho pues si cometio el error de no prestar atencion a su niña pero de los errores se aprende y no creo q haga lo mismo con su otro hijo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs cierto Yunho esta lidiando muy mal por su perdida tiene que afrontarlo y aceptarlo y en especial dejarla ir ni es bueno comparar >< ...felicitaciones Jaejoong ya esta embarazado ahora silo esperar a que llegue Yunho que pasara
ResponderEliminarYo sé que no todo puede ser dulce en las historias, pero sienro que nada de lo que está pasando a Junsu es justo, siento que la.manera en la que se hizo de Hanny es algo triste y el hecjo de que el cancer lo consuma sin darle.oportunidad de vivir viendo crecer a su hija o encontrando el amor en alguien que lo proteja es muy triste. Y lo peor es que él ya incluso esta haciendo conciencia de que su fin está cerca. NO ES JUSTO SIENTO HORRIBLE, porque aparte Yunho no esta listo para dejar ir el recuerdo de lo que fue su primera familia.
ResponderEliminarOk no es justo comparar... cierto pero aquí simplemente mi querido Yunho, no hay punto de comparación Jae es por mucho lo que necesitaste siempre y lo que Jan estaba muy lejos de ser. Ai gooooo el bebe ya esta en camino¡¡¡ él se volvera loco de alegría y no querra dejaf que Jae lo prive sus mimos paternales al dormir¡¡¡