La oficina estaba vacía y a oscuras. Daba un poco de miedo. Kim Jaejoong subió las escaleras. No quería utilizar el ascensor. Hacía demasiado ruido y lo último que quería era que el guardia de seguridad se fijara en él.
Cuando llegó a la quinta planta de ACW
Properties, ya no estaba tan seguro de no necesitar el ascensor. Tenía que tener cuidado. Jung WooSung, el presidente
de la empresa, lo había despedido, así que se suponía que no tenía que andar
por allí. Al llegar a la sexta planta, se paró para tomar aire y se quedó
escuchando por si acaso. Los apliques de los pasillos estaban encendidos, la
luz era tenue y no se oía a nadie.
Jaejoong suspiró aliviado y siguió
adelante, hacia la zona en la que estaba su pequeño cubículo. La luz procedente
del pasillo confería a la estancia un halo un tanto lúgubre, con sombras y
rincones oscuros. Jaejoong se paró para reorientarse y sintió una gran pena.
Aquel trabajo le gustaba. Lo iba a echar de menos. Por supuesto, también iba a
echar de menos el sueldo.
Tras mirar a su alrededor, vio el
precioso objeto que había ido a buscar: su orquídea. En los apenas diez minutos
que había tenido para recoger sus cosas, no le había dado tiempo de llevársela
y temía que alguien la hubiera tirado a la basura.
Por suerte, no había sido así.
La habían dejado sobre una cajonera de
metal. Jaejoong miró a su alrededor rápidamente, en busca de algo a lo que
subirse. No había escaleras, así que arrimó una silla y se subió.
Casi llegaba.
Estaba tocando la maceta con las yemas de
los dedos cuando se encendieron las luces de la habitación y una grave voz
masculina le pegó un susto de muerte.
— ¿Busca usted algo, joven Kim? ― Aquello lo hizo gritar.
No fue un grito muy agudo ni muy alto,
pero sí suficiente como para perder el equilibrio. Jaejoong intentó agarrarse a
la estantería, pero no pudo y cayó junto a la orquídea que había ido a
rescatar. Se dio contra el suelo con gran estruendo, pero no se hizo demasiado
daño. Tardó un par de segundos en darse cuenta de que el hombre que lo había
asustado había acudido en su ayuda al verlo caer y ahora estaba en el suelo con
él, en un abrazo fatal y embarazoso.
Aquello no iba bien.
— ¡Oh!
Jaejoong se puso en pie a toda velocidad
y miró al hombre.
Se trataba de Jung Yunho, el que había
sido su supervisor, sobrino del presidente de la empresa que lo había despedido
y una de las últimas personas a las que le apetecía ver. El hombre parecía
aturdido y Jaejoong pensó que, si salía corriendo a toda velocidad, podría
huir. Tomó aire, miró a su alrededor... En aquel instante, vio que el hombre
tenía sangre en la comisura del labio y no pudo evitar asustarse, lo que lo
llevó a arrodillarse a su lado suponiendo que lo había golpeado en la cara al
caer.
—Vaya, ¿está bien? Madre mía, está herido. ― Yunho levantó los ojos y lo miró con frialdad.
— ¿De verdad? —murmuró.
Con una mueca de dolor, se llevó la mano
al labio y, al retirarla, vio que tenía sangre.
—Oh, cuánto lo siento —se lamentó Jaejoong— ¿Qué puedo hacer?
—Muy fácil —contestó
Yunho— Vaya a esa
mesa —le indicó señalando la mesa del
supervisor.
Jaejoong se puso en pie y obedeció.
— ¿A ésta?
—Sí —contestó
Yunho mordiéndose el labio— Descuelgue el teléfono. ― Jaejoong
así lo hizo y esperó sus instrucciones. —Marque el 9, seguridad interna, y dígales que llamen a la policía
porque hay un intruso en el edificio al que hay que arrestar.
— ¡Oh! —exclamó
Jaejoong colgando el auricular.
Tendría que haberlo supuesto. Al
instante, se evaporó de él todo rastro de compasión hacia aquel hombre.
En el año y medio que había trabajado en
aquella empresa, había trabajado varias veces con Jung Yunho y todavía no había
conseguido conocerlo. Aunque era frío e irónico superficialmente, Jaejoong
había tenido la sensación varias veces de que tras la fachada había mucho más. Muchas
de sus compañeras babeaban cuando lo veían pasar, pero Jaejoong nunca se había
dejado impactar por su espalda ancha y sus ojos marrones.
Sabía por experiencia que la belleza
masculina podía esconder un alma marchita. En cualquier caso, ¿qué más daba?
Aunque quisiera, no tenía motivos suficientes para que la policía lo arrestara,
así que no le podía hacer nada.
—Lo siento mucho, pero, obviamente, no voy a seguir sus instrucciones —le dijo acercándose lentamente a él, que
se había sentado en el suelo.
Yunho se estaba masajeando la nuca, como
si se hubiera hecho un chichón. Iba ataviado con un traje gris y camisa blanca
aunque la tenía abierta y no llevaba ni corbata ni chaqueta. Por supuesto, a Jaejoong
no se le pasó por alto que era un hombre muy guapo, pero ese dato le había dado
exactamente igual cuando trabajaba para él, así que ¿por qué no le iba a seguir
dando igual ahora?
—No creo que pudiera usted hacer que me arrestaran —le dijo muy serio, observando cómo Yunho
se sacaba un pañuelo del bolsillo y se lo apretaba contra el labio.
— ¿Ah, no?
—No —contestó Jaejoong.
—Yo creo que tengo motivos más que suficientes —insistió Yunho comenzando a contar— Allanamiento de morada,
probablemente con alevosía y nocturnidad y, por supuesto, agresión con... ¿qué
es eso?
Jaejoong recogió del suelo lo que quedaba
de la maceta morada, que se había roto en varios pedazos. Por suerte, el
contenedor de plástico estaba intacto y la orquídea estaba bien.
—Una maceta —contestó.
—Muy bien. Agresión con una maceta —declaró Yunho— La verdad es que, ahora que lo pienso mejor, creo que no voy a
llamar a policía —añadió
sacudiendo la cabeza y poniéndose en pie— Sé exactamente cuál va a ser tu
castigo.
Jaejoong se estremeció de pies a cabeza,
pero consiguió mantener la compostura. Antes muerto que dejar que aquel hombre
se diera cuenta de que le tenía miedo. Lo tenía al lado. Intentó decirse que no
era tan alto, que era porque llevaba botas de vaquero, pero sabía que aquel
hombre era enorme.
—No creo que eso vaya a ser necesario —le dijo mirándolo a los ojos.
—No creo que sea usted la persona adecuada para tomar esa decisión —le espetó Yunho.
—Mire, la única razón por la que me he caído has sido porque usted me
ha asustado —se
defendió Jaejoong— ¿Y qué hace aquí, por cierto?
— ¿Cómo que qué hago aquí? Le recuerdo que esta empresa es de mi
familia. ― Jaejoong
se encogió de hombros.
— ¿No iba a estar toda la semana en Texas?
—He vuelto antes de lo previsto. ― Eso parecía. Qué mala suerte.
—Se supone que el edificio tiene que estar cerrado a estas horas. ― Yunho se quedó mirándolo como si se
hubiera vuelto loco.
—Así que ahora resulta que soy yo el que se está saltando las normas.
Ridículo. Jaejoong era perfectamente
consciente de ello, pero no tenía nada que perder. ¿No decían que la mejor
defensa era un buen ataque? Desde luego, no tenía ninguna intención de pedir
clemencia, así que debía intentarlo todo.
—Exacto —contestó
sin dejar de mirarlo a los ojos— Obviamente, ha sido usted el que ha originado todo esto.
Yunho se quedó mirándolo fijamente y
sonrió. De repente, estalló en carcajadas.
Jaejoong dio un paso atrás, asustado.
¿Aquel hombre tenía sentido del humor? Aquello lo pilló completamente por
sorpresa. Sabía defenderse de un hombre alto y fuerte, pero no sabía qué hacer
con un hombre que se reía a mandíbula batiente.
—Me parece que la culpa de todo esto la ha tenido la orquídea —comentó Yunho en tono divertido.
Jaejoong se miró las manos, en la que
tenía los restos de la maceta. Yunho lo miró y chasqueó con la lengua. Por lo
visto, aquel joven se tomaba muy en serio lo que le estaba diciendo. Aquello le
recordó por qué siempre le había caído bien.
Kim Jaejoong nunca había intentado ligar
con él.
Yunho ya estaba harto de que las mujeres
y hombres intentaran siempre ligar con él. A veces, respondían ante él como
flores abiertas bajo el sol. Había habido un tiempo en el que aquella reacción
lo había llenado de júbilo, pero aquello había quedado atrás hacía mucho.
Ahora, le molestaba terriblemente.
Por supuesto, sentía cierta atracción
física por Kim Jaejoong porque aquel joven de pelo rubio y ojos enormes y
oscuros era una belleza ante la que era imposible no quedar prendado.
Aun así, Yunho tenía la suficiente
experiencia como para saber que la belleza de un joven no significaba nada para
él, la belleza no era importante, no conseguía llegarle al corazón.
La vida era mucho más fácil así.
—Las orquídeas son plantas —estaba diciendo Jaejoong mirándolo con el ceño fruncido, señal
inequívoca de que se había dado cuenta de que le había tomado el pelo.
Por lo visto, quería desafiarlo de todas
maneras.
—En eso, estamos acuerdo. ¿Y? ― Jaejoong lo miró triunfante.
—Si son plantas, no tienen voluntad propia. Por lo tanto, no le
podemos echar la culpa a ella de lo que ha sucedido. Ella no quería salir
volando por los aires.
—Admito que tiene cierta razón —contestó Yunho siguiéndole la corriente. Jaejoong dudó un segundo.
Si Yunho estaba admitiendo que tenía razón, definitivamente había llegado el
momento de hacer la gran salida.
—Por supuesto que tengo razón, toda la razón —insistió— Ahora, si me perdona, me tengo que ir... —declaró girándose para hacerlo.
Pero Yunho lo agarró de la muñeca. Jaejoong
lo miró, deseando poder leer sus intenciones en aquellos ojos marrones claros.
—Un momento, todavía no hemos terminado —dijo Yunho.
Por primera vez, Jaejoong se encontró
incómodo de verdad. Estaba a solas en un edificio a oscuras con un hombre al
que no conocía realmente de nada. Había pertenecido al grupo de siete personas
del equipo de investigación que supervisaba Jung Yunho, pero, aparte del suyo,
supervisaba otros cuatro grupos. Había trabajado de cerca con él en un par de
proyectos, pero siempre había habido entre ellos una reserva natural y no había
sido solamente por su parte.
Unos meses atrás había tenido un
encuentro muy raro con él en el que Yunho le había hecho una propuesta tan
increíble que, a veces, Jaejoong se preguntaba si no lo habría soñado todo. En aquella ocasión, se había dicho
que no debía tenérselo en cuenta, pero el episodio había hecho que Jaejoong se
hiciera ciertas preguntas. Sabía que a Yunho le habían pasado ciertas cosas. Si
no lo hubiera sabido por los rumores que corrían por la empresa, lo habría
visto en las profundidades de sus ojos.
Yunho no era un hombre extrovertido al
que le gustara hablar de sí mismo. De hecho, se estaba mostrando más natural
aquella noche que en el año largo que había trabajado para él. Por alguna
razón, Jaejoong deslizó la mirada hasta su cuello, allí donde la camisa
dibujaba un triángulo. No veía nada del otro mundo ya que apenas había luz,
pero, de alguna manera, el hecho de que la llevara abierta y sin corbata,
dejando expuesto un trozo de su piel, le parecía íntimo y excitante.
Al instante, Jaejoong percibió que se le
había acelerado el pulso. No debía permitir que Yunho se diera cuenta.
—He venido a buscar mi orquídea y ya la tengo, así que me voy —anunció.
—Seguro que había otra manera más fácil de recuperarla —comentó Yunho.
—Seguro, pero por lo visto yo no hago las cosas de manera fácil. ― Yunho asintió.
—Por lo que he visto, hace las cosas muy bien. Si mal no recuerdo, el
año pasado trabajó en el proyecto del rancho Ames, ¿no es así?
Trabajo. Sí, si mantenían la conversación
a nivel profesional, podría soportarlo. Y, si no lo estuviera tocando, sería
todavía más fácil. Yunho lo había agarrado de la muñeca y no lo había soltado
todavía. Jaejoong había intentado zafarse en un par de ocasiones, pero él no se
lo había permitido.
A todos los efectos, lo tenía atrapado.
—Sí, así es —contestó.
—Por lo que recuerdo, fue usted la única persona del equipo que se
dio cuenta de qué demonios estaba pasando allí —declaró Yunho.
« ¿Te
diste cuenta?», se
preguntó Jaejoong. « ¿Y por qué diablos no dijiste nada?».
—Estoy convencido de que usted y yo podríamos hacer grandes cosas juntos.
Tengo un proyecto...
Jaejoong lo miró con los ojos muy
abiertos.
—Demasiado tarde. Su tío me ha despedido hoy. ¿No lo sabía?
Se lo había dicho buscando sorprenderlo.
¿No acababa de decirle que era uno de sus mejores empleados? A lo mejor, cuando
se enterara de lo que había pasado, hacía algo por él. Por ejemplo, echarle una
buena reprimenda a la persona que había puesto su nombre en la lista de los
despedidos, sugerirle que volviera o incluso ofrecerle una buena suma de dinero
para convencerlo...
—Sí, claro que lo sé —contestó Yunho sin embargo.
— ¿Lo sabía? —repitió
Jaejoong en tono estúpido. Así que lo sabía.
¿Y si incluso hubiera sido él la persona
que hubiera puesto su nombre en la lista? Como si lo estuviera oyendo.
«Despedid
al rubio. Me gustan los jóvenes inteligentes, pero éste es un listillo».
Jaejoong se enfureció. La rabia que se
había apoderado de él aquella misma tarde, cuando se había enterado de que lo
habían puesto de patitas en la calle, volvió a hacer acto de presencia, lo que
la llevó a soltarse de él con fuerza.
—Se cree que lo sabe todo, ¿eh? —Le espetó— ¿Y qué le parece que haya perdido el trabajo que me ayudaba a pagar
la montaña de deudas que amenaza con comerme vivo? ¿También sabía que están a
punto de echarme de mi casa porque no puedo pagar el alquiler? ¿Se paran a
pensar en esas cosas cuando echan a la gente a la calle o somos simples peones
en un tablero de ajedrez que les importa muy
poco?
— ¿Ha terminado? —le espetó Yunho muy serio.
— ¡No! Hay otras personas en mi situación. En realidad, todos los del
departamento de investigación. Apenas llegamos a fin de mes porque, dicho sea
de paso, esta empresa no paga muy bien, ¿sabe? Y ahora estamos todos en la
cuerda floja, preguntándonos de dónde vamos sacar dinero para comer...
—Muy bien, ya basta —lo interrumpió Yunho— Alto ahí, Norma Rae. Por aquí, no nos gustan las revoluciones
campesinas —añadió
limpiándose la sangre con un pañuelo— No me quiero ni imaginar el peligro que tendría usted con una horca
en la mano... —murmuró.
Jaejoong estaba a punto de contestarle
con vehemencia cuando se dio cuenta de que la hemorragia era peor de lo que
parecía. De hecho, tuvo que morderse el labio para no gritar. Sus instintos lo
llevaban a dar un paso al frente para ayudarlo. Tenía que curarlo. Incluso
consolarlo. Al fin y al cabo, todo aquello había sido culpa suya.
Lo más raro de todo aquello era que Yunho
jamás le había parecido tan atractivo como en aquellos momentos. Tenía el pelo
revuelto y le caía un mechón sobre la frente y todo aquello del corte en el
labio y la sangre le confería un halo de vulnerabilidad de lo más atractivo.
Él, que siempre parecía invencible...
Claro que, en cuanto centró en Jaejoong
su mirada irónica de siempre, lo estropeó todo.
—Venga aquí, pequeño asesino en potencia —dijo girándose hacia el pasillo— Va a tener que arreglar lo
que ha roto.
Jaejoong lo siguió hasta su despacho. Se
sentía culpable y, de momento, eso lo estaba haciendo dócil.
Lo cierto era que no había estado muy a
menudo en su despacho. Sabía que muchos empleados buscaban cualquier excusa
para pasarse por allí, pero él no era así.
Jung Yunho era guapo, soltero y el
sobrino del presidente de la empresa, así que todo el mundo lo consideraba un
buen partido. Sin embargo, Jaejoong nunca lo había encontrado especialmente
atractivo y sí demasiado arrogante. Aquella actitud no hacía sino alejarlo de
él porque le recordaba a su breve, pero miserable matrimonio.
No porque Yunho se pareciera a Ralph, la
verdad. Por lo menos la arrogancia de Yunho estaba basada en un cierto nivel de
competencia. La de Ralph había sido un gran farol.
Aun así, Jaejoong se había prometido
muchas veces que jamás dejaría que un hombre volviera a gobernar su vida como
su marido lo había hecho años atrás. Por eso, estaba más que decidido a
mantener las distancias con los hombres como Yunho.
El despacho de Yunho resultó ser muy
parecido a él mismo, es decir, atractivo y bien mantenido. Había una alfombra
mullida, sillones de cuero y espejos, todo lo que confería a la estancia un
ambiente de lo más rico. Al instante, Jaejoong se fijó en una fotografía que
había en su mesa. En él se veía a una mujer de pelo oscuro, muy guapa, que
sostenía en brazos a una niña pequeña también muy guapa.
Jaejoong sabía que se trataba de la
esposa y de la hija de Yunho, ambas muertas en un terrible accidente de coche
hacía unos años. Jaejoong apenas podía imaginarse lo que debía de ser la
tragedia de perder a un hijo. Según decía la gente, Yunho había cambiado
después del accidente. Por lo visto, se había convertido en una persona
completamente diferente.
Jaejoong no tenía ni idea de cómo había
sido antes, pero le costaba imaginárselo siendo alegre y risueño. El hombre al
que conocía como Jung Yunho era un hombre completamente concentrado en la
empresa, el trabajo y el éxito.
Así que... ambos eran viudos.
Nunca antes se le había ocurrido la idea
y, en cuanto se le pasó por la cabeza, Jaejoong dio un respingo.
No, no quería pensar en ello.
— ¿Dónde tiene el botiquín de primeros auxilios? —le preguntó dejando la orquídea sobre la mesa, fijándose en una
puerta que había a la derecha y suponiendo que sería el baño.
—De la herida ya me ocupo yo —contestó Yunho quitándose la camisa— Usted ocúpese de quitarme la
sangre de aquí —añadió
entregándosela.
Jaejoong se quedó anonadado por la
increíble vista de su impresionante torso. Se suponía que los hombres de su
edad no estaban tan bien. Yunho debía de andar por los treinta y tantos. Con
esa edad, la mayoría de los hombres que Jaejoong conocía habían cambiado el
gimnasio por las patatas fritas y la cerveza.
Por lo visto, Jung Yunho no había caído
en aquel esquema. Aquel hombre parecía la estatua de un dios griego.
«Sí,
igual de frío también», se recordó Jaejoong intentando mantener la compostura.
Se sentía atontado, pero consiguió tomar
la camisa y se dirigió al lavabo del baño. ¿Se habría quedado mirando durante
demasiado tiempo? ¿Se habría dado cuenta Yunho?
« ¡Por
favor, que no se haya dado cuenta!», rezó abriendo el grifo y frotando la mancha.
—No sé qué ponerme —comentó Yunho yendo hacia él y colocándose a su espalda— ¿Usted qué cree? ¿Yodo o
mercurocromo?
Jaejoong se giró para estudiar la herida,
pero, al hacerlo, se encontró con que Yunho estaba demasiado cerca. Ante sí
tenía su piel bronceada y sus espectaculares músculos. ¿Aquello que estaba
sintiendo era el calor que emanaba de su cuerpo?
Además y para colmo, olía de maravilla, a
hierba recién cortada y a jabón. Durante un segundo, Jaejoong sintió la potente
necesidad de tocarlo.
¡Cuánto tiempo hacía que no abrazaba a un
hombre!
—Fuera —le
ordenó señalando la puerta.
— ¿Qué pasa? —se
extrañó Yunho.
—Está... ¡desnudo!
—No estoy desnudo. Simplemente, no llevo camisa. ― Jaejoong cerró los ojos y tomó aire.
—Está desnudo, así que o se va usted o me voy yo.
Yunho abrió la boca para decir algo. Jaejoong
era consciente de que había dos posibilidades: le iba a espetar que no fuera
ridículo o le iba a tomar el pelo por ser un
cursi.
Jaejoong apretó los dientes para la que
se le venía encima, pero, para su alivio, Yunho se resistió a la tentación y
salió del baño.
Una vez a solas, Jaejoong suspiró.
Menos mal que Yunho se había ido porque
era tan atractivo que... bueno, Jaejoong no sabía lo que habría sucedido... al
final y al cabo, era un joven y Yunho era el hombre más guapo que había tenido
cerca en mucho tiempo. Aun así, le hubiera gustado no haberse mostrado tan
evidente ante él.
Jaejoong terminó de lavar la camisa y,
cuando volvió al despacho, se encontró con Yunho poniéndose una camiseta que
había sacado de algún sitio. La camiseta le marcaba los bíceps y enfatizaba sus
músculos, pero era mejor que verlo desnudo de cintura para arriba.
—He dejado la camisa colgada en el baño para que se seque —anunció Jaejoong sin mirarlo a los ojos.
Yunho se giró hacia él y recordó al
instante lo que tanto le gustaba de aquel hombre. Kim Jaejoong era eficiente y
conciso. Tenía una sonrisa sincera y no batía las pestañas como una mariposa
seductora cuando hablaba con él.
Le había sorprendido su reacción de hacía
unos minutos. Normalmente, era un joven cuidadoso y controlado. Aquello
precisamente había llevado a Yunho a hacerle una propuesta muy interesante unos
meses atrás.
En aquel entonces, Jaejoong había
respondido como si le hubiera pedido que vendiera su alma al diablo, lo que a Yunho
le había parecido toda una exageración.
Aun así, no había podido quitarse la idea
de la cabeza.
— ¿Le parece bien esta distancia? —bromeó.
—Siempre y cuando esté vestido, no hay problema —contestó Jaejoong con calma— Los hombres desnudos me
ponen nervioso.
—A mí también —contestó Yunho— Sin embargo, los jóvenes desnudos...
—No deberían acercarse a usted ni en broma. ― Aquello lo hizo reír.
—Pero si soy un hombre de familia —contestó.
De repente, recordó la cruda realidad y
la sonrisa se borró de su rostro. Ya no tenía
familia.
—Bueno, era un hombre de familia —murmuró mirando el horizonte.
Hacía ya casi dos años que Jan había muerto. Ya era capaz de
pasar unos cuantos días seguidos sin ganas de vomitar, sin sentir que se le
rompía el corazón de dolor al pensar en ella y en lo que había perdido. Sin
embargo, de repente, todas aquellas sensaciones volvían a aparecer cuando menos
se lo esperaba.
Como ahora.
Jan había sido la única mujer a la que
había amado y a la que jamás amaría. Por eso, casi le gustaba el dolor.
Cualquier cosa que lo acercara por un momento era bien recibida. Yunho no quería sobreponerse a su pérdida, jamás lo
haría. Jan seguía siendo su esposa, para siempre.
Por otra parte, echaba de menos tener un
hijo. La pequeña Lisa había sido una niña deseada y querida y Yunho la echaba de menos
casi tanto como a su madre. Llevaba un año deseando tener otro hijo, un bebé
que llenara el vacío que había en su corazón y le diera ganas de seguir
viviendo, de mirar al futuro.
— ¿Dices eso por el abuelo? —le había preguntado su hermana JiHye hacía pocos días cuando Yunho
le había comentado algo del asunto— Soy consciente de que te insiste a menudo para que te vuelvas a
casar y tengas un heredero que continúe con el apellido.
—Jung, el apellido de los héroes de Texas, a pesar de ser originarios
de Corea —había
contestado Yunho imitando a su abuelo y haciéndolos reír a ambos— No, esto no tiene nada que
ver con volverme a casar.
—Normalmente, uno tiene hijos con la mujer o joven con el que está
casado —le había
dicho su hermana.
—Bueno, ya me las arreglaré para no tener que casarme —había contestado Yunho.
—No puedes tener hijos sin estar casado —había insistido JiHye.
— ¿Ah, no? Ya verás.
Aunque lo había dicho con mucha
convicción, Yunho no se sentía tan seguro. Tras haber estudiado todas las
opciones que tenía, se había dado cuenta de que no era tan fácil. Los hijos no
se podían comprar ni reservar ni encargar como si se tratara de un coche nuevo. Eso se podía hacer con un hijo adoptivo, por supuesto,
pero no si uno quería que su descendencia llevara sus genes.
Y eso era exactamente lo que Yunho
deseaba en lo más profundo de su corazón... aunque lo cierto era que no tenía
ni idea de cómo lo iba a conseguir.
— ¿Tiene familia? —le preguntó a Jaejoong con curiosidad. Sabía que era viudo,
pero no tenía más detalles.
— ¿Familia? —Repitió Jaejoong
mirando hacia la puerta— Eh... no, la verdad es que no. Estoy, más bien, solo.
Yunho se apoyó en la mesa y se tocó el
labio.
—Todo el mundo necesita tener familia —recapacitó— Acabo de pasar unos días en una reunión familiar de un amigo en San
Junsu y ver a toda esa gente reunida y pasándoselo fenomenal... en fin, esa
gente se quiere y se preocupan los unos por los otros... eso me ha hecho darme
cuenta de que yo quiero formar una familia. Todos necesitamos a los demás.
«Y yo
necesito un hijo», añadió Yunho para sí mismo.
Por supuesto, no lo dijo en voz alta,
pero, de alguna manera, le pareció que Jaejoong le leía el pensamiento. Al ver
cómo lo miraba, se dio cuenta de que ambos estaban pensando en lo mismo, en
aquella tarde lluviosa de hacía seis meses en la que se había pasado por la
consulta médica de su primo y se había encontrado con Kim Jaejoong.
Su primo era médico y estaba
especializado en técnicas de fertilidad, concretamente en fertilización in
vitro.
Aquel día, Yunho, desesperado y torturado
por su ansia de tener un hijo al que amar, había decidido pasarse por la
consulta de su primo a hablar con él para ver si sabía indicarle la manera de
encontrar a una madre de alquiler.
Y, al entrar, se había encontrado con Jaejoong,
que leía nervioso una revista. Al saludarlo, Jaejoong se había puesto como la
grana y había fingido que las recetas de tofu la fascinaban.
Yunho se había ido sin hablar con su
primo y sin obtener la información que buscaba, pero con la curiosidad de saber
qué hacía un joven como Jaejoong en la sala de espera de la consulta de su
primo.
¿Sería que, al igual que él, al ser viudo,
quería tener hijos pero sin las complicaciones de otra relación? Había muchas
posibilidades y, cuanto más lo había pensado, más se había convencido Yunho de
que así tenía que ser, así que había terminado entusiasmándose.
Antes de acercarse a la consulta de su
primo, había estado en otras dos clínicas e incluso había llegado a entrevistar
a un par de madres de alquiler. Ninguna de las dos lo había impresionado, pero
si Kim Jaejoong estuviera dispuesto a... En cuanto la idea se le había
ocurrido, Yunho se había dado cuenta de que Jaejoong jamás tendría un hijo por
dinero, lo que lo había llevado a plantearse qué podía ofrecerle para
incentivarlo.
Había pensado en ello durante días y, al
final, se le había ocurrido algo que le había parecido beneficioso para ambos. Era
obvio que Jaejoong quería tener un hijo y él podría mantenerlo si él estaba
dispuesto a tenerlo con él y a quedarse a su lado cuidándolo en calidad de
niñera. De aquella manera, ambos obtendrían lo que buscaba. A él le había
parecido bien.
Al día siguiente, lo había llamado a su
despacho y se lo había contado. Jaejoong se había comportado como si Yunho
formara parte de una red de contrabando de niños y le había faltado tiempo para
salir corriendo de su despacho.
Su reacción había sido tan trágica que Yunho
había temido que dejara el trabajo o que lo denunciara. Por suerte, Jaejoong no
había hecho ninguna de las dos cosas pero, a partir de entonces, se había
comportado con mucha prudencia ante él.
Por supuesto, Yunho jamás había vuelto a
decirle nada de aquello, pero ahora...
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Se lee muy interesante ✌ espero la continuación
ResponderEliminarOjala que Yunho le ofresca matrimonio y así estén los dos juntos se ve interesante espero con ansias el siguiente capítulo
ResponderEliminarAme la manera en que Jae defiende su orquídea (-Si son plantas, no tienen voluntad propia. Por lo tanto, no le podemos echar la culpa a ella de lo que ha sucedido. Ella no quería salir volando por los aires.) Esta definitivamente fue mi parte favorita (?)xD woo Yunho le pidió tener un hijo con Jae y este solo se escandalizó xD espero que acepte y se enamoren *w* ....
ResponderEliminarFue muy triste lo que le paso a Yunho..perder a su esposa y a su hija la paso muy mal.
Espero que pueda darse una oportunidad con Jae y ser feliz ^^/
Gracias por el capítulo me encantó!
me encanto el capitulo se pone bueno Yunho sigue interesado en Jae para que sea la madre de su hijo y a Jae lo pone nervioso por que se le hace muy guapo Yunho pero demasiado arrogante para su gusto pero no se todo puede cambiar para bien de los dos y terminen casados y felices con su familia deseada y no como Yunho lo pensó al inicio de que Jae le diera el hijo y lo tenga como su niñero eso nunca lo aria Jae por que no dejaría a un hijo así no mas por que si espero y que todo valla bien y terminen juntos y formando una gran familia feliz
ResponderEliminarGracias
Omg esta demasiado interesante!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir ❤
Actualiza pronto :)
Yunho vive agobiado por la perdida de su esposa pero ser pesado con los demas no es la salida. Espero que pronto Jae pueda darle felicidad.
ResponderEliminarYunho vivió una triste perdida, sus dos seres amadas juntas, pero por algo pasan las cosas y seguro le va a compensar al lado de Jae, nada ni nadie sustituirá a quién perdió pero tendrá a quien amar y cuidar y amar aun más.
ResponderEliminarGracias!
Yunho a sufrido una gran perdida u.u en Jaejoong encontrará nuevamente la felicidad
ResponderEliminarAy Jae tan adorable, si de defender su punto se trataba he ahí que la bendita Orquidea era el escudo perfecto jajaj fue linda toda su argumentación jaja. Vaya Yunho si que se pasó de torpe... ganas de darle dos o tres zapes que falta de tacto pues... Aquí londivertido es que mi flaquito está ala atura. ¿QUE A YUNHO NO LE LLEGA LA BELLESA?? Ay porfavoooor si está que babea por Jae... elegantemente claro, pero babea al fin y al cabo jajaj.
ResponderEliminarHola yo por acá leyendo de nuevo tus historias,me encanta y está es una de mis preferidas.....gracias
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