― No podemos vivir juntos en este
apartamento tan pequeño ― dijo Jaejoong mientras abría la puerta
de su casa una hora después.
Vick se puso a saltar y a dar brincos, moviendo la cola como si fuera un
metrónomo marcando un compás de tres por cuatro. Yunho despidió con un gesto a
la limusina y al coche que les había escoltado. Cerró después la puerta del
apartamento y se inclinó hacia el perro para acariciarle las orejas.
― ¿Por
qué no? ― preguntó él ― Supongo que habrá una cama, ¿no?
Jaejoong
sintió un vacío extraño en la boca del estómago.
― Sí,
pero… sólo hay una.
― En
ese caso, tendremos que compartirla ― replicó él, alzando
las cejas.
― De
ninguna manera ― dijo Jaejoong dando
unos pasos hacia atrás y levantando las manos como queriendo marcar las
distancias ― Si
quieres quedarte, tendrás que dormir en el sofá.
Yunho miró con cierto recelo el sofá que había en un lado del salón.
Jaejoong lo había comprado de segunda mano en unas rebajas, junto con otras
piezas del mobiliario, en un intento de tratar de olvidar la vida de opulencia
que había llevado esos cinco años y volver a acostumbrarse al estilo de vida
más humilde que había llevado antes.
― Yo
no dejaría que durmiera en ese sofá ni siquiera
Vick ―
dijo él ― Es muy pequeño.
― Tú
verás ― respondió Jae moviendo la cabeza
con gesto despectivo ― Ése
no es mi problema.
Jaejoong se encaminó hacia su habitación, pero una mano lo agarró por
sorpresa con la misma rapidez que una cobra se abalanza sobre su presa. En un
abrir y cerrar de ojos, se vio apresado entre la pared y el cuerpo duro y
musculoso de Yunho.
― Creo,
Jaejoong, que hay algo que no has entendido muy bien de lo que te dije antes ―
dijo él con voz suave pero con un deje irónico ― Nuestra reconciliación no es sólo una actuación de cara a la prensa.
― ¿Qué
quieres decir? ― exclamó Jae con los
ojos como platos y el corazón desbocado ― No querrás… no estarás pensando en… ― añadió con la
voz entrecortada y un nudo en la garganta.
¡Por
el amor de Dios! ¡Sí! Estaba pensando en eso. Lo podía ver en el brillo de sus
ojos.
Yunho
comenzó a acariciarle el brazo muy suavemente con las yemas de los dedos, con
unos movimientos llenos de sensualidad.
― Ya
que estamos aquí, podríamos aprovechar la ocasión ―
dijo él sin dejar de acariciarlo ― ¿Qué
me dices? Podríamos ver si aún somos capaces de repetir lo de la noche de la
boda de mi hermano.
Jaejoong
intentó, en vano, soltarse de él. Se sentía como si hubiese caído en un cepo
para zorros y tratase inútilmente de salir de él.
― Esto
no es… lo que acordamos ― dijo Jae, haciendo un
esfuerzo por mantener la calma ― Pensé
que se trataba de mantener las apariencias… frente a la prensa… en público,
pero no… cuando estuviésemos solos.
Jaejoong
sintió que toda su cordura y sensatez empezaban a flaquear. Comprendió que
estaba a punto de echar a perder en un minuto todo lo que había conseguido con
tesón y disciplina en los últimos seis meses: su independencia, su autoestima y
su fortaleza. No, no se sentía tan fuerte y seguro de sí mismo como había
creído. Había bastado una simple mirada suya y una leve caricia para despertar
en él su deseo dormido.
Yunho
se apretó más a él, hasta hacerle sentir la dureza y el calor de su excitación.
― Sabes
bien que no podría estar nunca contigo en un sitio, por grande o pequeño que
fuera, sin que llegásemos a esto…
Jaejoong
creyó ver, en la luz de sus ojos negros, una expresión que conocía. Era la
expresión que tenía cuando deseaba hacer el amor con él. La misma que tenía
aquella noche de la boda de Yoochun y Junsu.
Comprendió
que tenía que sobreponerse y recuperar el terreno perdido. Había bajado la
guardia y pasaba por un momento de debilidad. Quizá su inesperado embarazo
fuera la explicación de todo. Después de cada aborto, habían seguido los
consejos de los médicos: nada de sexo hasta el tercer mes. Yunho había sido el
primero en cumplirlos a rajatabla, tanto que él se había preguntado en más de
una ocasión si no habría estado con otras parejas durante esos períodos de
prohibición. Sabía de buena tinta que su padre había tenido más de una aventura
en los primeros años de su matrimonio con Yoona. Por supuesto, tras su muerte
prematura, todos habían alabado su fidelidad y sus virtudes como si hubiera
sido un santo. Quizá su hijo hubiera salido a él. De tal palo tal astilla. Yunho
seguía siendo, a pesar de los años, un gran desconocido para él. Su hermano Changmin
era un playboy consumado, igual que lo había sido Yunho antes de casarse con él.
― No
quiero dormir contigo esta noche, Yunho ―
dijo armándose de todo el valor que pudo reunir, que no era más que el de un
chihuahua tratando de reagrupar a una manada de bisontes tras una estampida.
― ¿Sabes
lo que eso significa? ― exclamó él a su oído
acariciándole ahora la muñeca con el pulgar.
― Sí…,
no…, bueno… ― balbuceó sintiendo la
cálida fragancia de su aliento en el cuello.
― ¿Desaprobaría
Yuzuru que hicieras el amor con tu marido? ―
preguntó él muy serio como si le hubieran inyectado una dosis de cinismo en las venas.
― Yamapi
― dijo de mala gana ― Se
llama Yamapi y nunca he dormido con él.
― ¡Oh,
pobre Yamapi! ― replicó Yunho con una
sonrisa sin dejar de acariciarle la muñeca ― Le comprendo perfectamente. No podría dormir mucho, teniéndote a ti en
la cama.
Jaejoong
lo miró fijamente, dispuesto a contraatacar.
― ¿Y
qué me dices de tu modelo de lencería? ¿Pudiste tú dormir con ella?
― Sin
el menor problema No sabes lo aburrida que es, tiene menos cerebro que un
mosquito ― respondió Yunho, inclinándose hacia él para darle
un mordisquito en el lóbulo de la oreja.
Jaejoong
trató de echarse hacia atrás, arqueando la espalda hasta sentir un pequeño
dolor.
― ¡Ay! ―
exclamó sin poder evitarlo.
― Boo,
¿qué te pasa? ― dijo Yunho ayudándolo
a ponerse derecho ― ¿Te
he hecho daño? ― Jae negó con la cabeza.
― No,
no es nada ― respondió frotándose la espalda, sin atreverse a
mirarlo a los ojos ― Creo
que me he debido de hacer una contractura en la clase de yoga.
― Déjame
entonces que te dé un masaje ― dijo él muy
cordialmente.
«¡Oh, no, eso es lo último que necesito ahora!», pensó
Jae.
― No
te preocupes, ya me siento mejor. Creo se me acabará pasando con un baño de
agua caliente.
―
¿Dónde está el cuarto de
baño? ― preguntó él ― Yo te lo prepararé.
― No
hace falta que interpretes el papel de marido ideal, Yunho ―
dijo Jae, mirándolo con aire de recelo ― Aquí no nos ve nadie. No hay paparazis grabándonos a través de las
ventanas.
― ¿Por
qué malinterpretas siempre todo lo que hago? Lo que voy a hacer lo haría por
cualquiera.
― Ya,
claro ― dijo Jae con una mirada de
despecho ― Por cualquiera al
que quisieses seducir para irte a la cama con él, ¿verdad?
Yunho
dijo algo desagradable entre dientes, pero no lo suficientemente alto para que él
lo oyese.
Jaejoong
se dirigió entonces a la cocina, sacó un vaso de la alacena, abrió el grifo del
agua fría y lo llenó. Yunho lo siguió hasta allí y, cuando entró, Jaejoong
creyó hallarse en la cocina de una casa de muñecas. Su presencia llenaba el
cuarto, haciéndolo tan pequeño que, se pusiese donde se pusiese, él podría
tocarlo sin necesidad de moverse del sitio.
― Parece,
Jaejoong, como si estuvieras celoso ―
dijo él apoyándose en la encimera y cruzando los pies de forma indolente.
Jae
se bebió el vaso de agua y lo dejó en el fregadero.
― ¿Y
por qué razón iba a estarlo? Estamos separados desde hace seis meses. Los dos
somos libres de hacer lo que queramos. Tú puedes acostarte con quien te plazca.
Igual que yo.
Aquella
respuesta, lejos de encontrarla sensata y razonable, pareció molestarle.
― ¿Cuántas
veces te has visto exactamente con ese tal Yachiro?
― preguntó él
― Yamapi ―
volvió a corregirle, de mala gana ― Se
llama Ya-ma-pi ― insistió deletreando
el nombre.
― No
has respondido a mi pregunta.
― Ni
pienso hacerlo. Primero, porque no es asunto de tu incumbencia, y segundo,
porque yo tampoco te pido a ti que me des detalles de las personas con las que
sales, si es que eres capaz de llevar la cuenta.
― Parece
mentira, Jaejoong. Tú, mejor que nadie, deberías saber que lo que cuentan las
revistas del corazón son patrañas.
― ¡Vaya!
― exclamó Jae, alzando una ceja con gesto irónico ― Veo que tienes dos varas de medir muy
diferentes. Cuando se habla de ti, todo son patrañas, pero cuando se habla de
los demás, parece que das mucho más crédito a los rumores.
― Esta
discusión no nos lleva a ninguna parte ― dijo Yunho,
descruzando los tobillos y poniéndose derecho ― Pareces cansado ― añadió pasándose la mano por la cabeza
― ¿Por qué no te vas a la
cama? Yo me echaré en el sofá.
Jaejoong
pareció dudarlo un instante. En aquel sofá le sería imposible pegar ojo, y los
dos lo sabían. ¿Por qué estaba siendo tan caballeroso y cortés con él? En otro
tiempo no se habría andado con tantos miramientos, se lo habría llevado a la
cama y lo habría transportado al paraíso dos o tres veces. Pensando en ello, no
pudo evitar que un intenso rubor tiñera sus mejillas. Sintiéndole allí tan
cerca, tuvo la sensación de que, en cualquier momento, caería en sus brazos y
le pediría que hiciese el amor con él, aunque no pudiera darle un heredero.
― Pero…
― No
te preocupes, será sólo por esta noche ― dijo Yunho ― No creo que pueda soportar más en este
cuchitril ¿En qué estabas pensando cuando alquilaste un apartamento tan
pequeño?
Jaejoong
se cruzó de brazos y lo miró con una sonrisa misteriosa.
― No
me extraña que todo te parezca poco, acostumbrado, como has estado tu vida, a
la opulencia.
Yunho
se echó a reír, pero no era la misma risa jocosa de unos minutos antes. Era una
sonrisa extraña que apenas le había visto en aquellos cinco años. Era un tipo
de sonrisa que tuvo la virtud de hacerle sentir un escalofrío, como si un
duendecillo trepara de puntillas por su espalda, apoyando sus diminutos pies en
cada una de sus vértebras.
― Jaejoong ―
dijo él con una expresión ahora más seria ― Sé que hemos crecido en ambientes muy diferentes y que eso ha supuesto
una gran traba para ti desde el principio. Por desgracia, eso es algo que yo no
puedo cambiar. Creo, por el contrario, que deberías sentirte feliz de cómo te
han ido las cosas. Hay muchos doceles y mujeres que se quedan en una situación
económica muy difícil tras un divorcio. Tú, en cambio, serás un docel más rico
de lo que nunca habrías soñado si te hubieses puesto a trabajar de profesor.
Jaejoong
sintió una cierta desazón al ver la forma en que él hablaba de su divorcio,
como dándolo por hecho. Sabía que, si alguien tenía la culpa, era él mismo. Él
había iniciado el proceso de separación. Sin embargo…
Yunho
se acercó a él y le puso una mano en el hombro, de forma que no le quedó ningún
recoveco por el que escabullirse.
― Mañana
regresaremos a la villa ― dijo él pasándole ahora la mano
por la nuca ― No
me importa si las cortinas no están terminadas o si la pintura no se ha secado
aún del todo. Al menos allí, tendremos más espacio e intimidad.
Jae
trató de mostrarse indiferente a sus caricias, pero era casi imposible no darse
cuenta de cómo inclinaba el cuerpo hacia él, de forma instintiva, igual que la
aguja de una brújula apunta siempre hacia el norte, independientemente de la
posición en que esté. ¿Cuánto tiempo podría aguantar sin traicionarse a sí mismo
otra vez? Si lo besaba en aquel instante, le resultaría muy difícil resistirse.
Sentía ya un ardiente deseo de percibir sus labios junto a los suyos. Tenía que
morderse la lengua para no mojarse los labios y que él notase lo mucho que le deseaba.
― ¿Qué
hay del personal de servicio? ―
preguntó pensando en la auténtica legión de personas que trabajaban en la
villa, dispuestos siempre a hacer cualquier recado o satisfacer cualquier
capricho de un Jung.
También
eso había contribuido a acelerar su separación. Aquellas continúas miradas
indiscretas a su vientre, aquellas cejas arqueadas de sorpresa cuando Yunho y
él se decían alguna palabra cariñosa como se dicen de vez en cuando una pareja
de esposos… El problema era que ellos nunca habían llevado una vida como
cualquier matrimonio normal. Ellos habían vivido en una pecera dorada, colmados
de atenciones, pero con el tiempo se habían dado cuenta de que no tenían
intimidad, de que aquella pecera se había convertido en un aquarium abarrotado
de peces de todas las especies.
Yunho
retiró su mano de la nuca de Jaejoong.
― He
reducido su número. Tenías razón cuando me dijiste que la villa se parecía cada
vez más a un hotel de la cadena Jung que al hogar de un matrimonio. Yo he crecido
rodeado siempre de sirvientes y eso me parecía normal, pero ahora me doy cuenta
de lo extraño que has debido de sentirte. Después de todo, debido a mi trabajo,
has tenido que pasar más tiempo con ellos que conmigo.
Jaejoong
apenas podía dar crédito a sus oídos. Lo miró fijamente durante un buen rato.
Frunció el ceño al pensar que pronto volvería a su antigua vida de millonario
en la que tendría a todo el mundo a sus pies dispuesto a servirle y a
satisfacer sus deseos.
― No
me crees, ¿verdad, Boo? ― dijo él con una sonrisa ― ¿Cuál es el problema? ¿No me ves capaz
de hacerme una tortilla?
― Sé
que eres capaz de hacer las recetas más sofisticadas, pero siento decirte que
no te veo pasando la aspiradora o la mopa, por no hablar de lavar la ropa.
― No
tengo tiempo de dedicarme a las labores del hogar, pero hago lo que puedo ―
dijo él con una sonrisa ― HyeSun,
mi nueva ama de llaves, viene sólo dos veces por semana y sólo a media jornada.
― ¿Es
joven y guapa? ― preguntó Jaejoong,
imaginándose a la tal HyeSun como otra modelo más de lencería, paseando desnuda
por la villa, con unas sandalias de tacón alto y un plumero rosa en la mano.
Yunho
le acarició las mejillas, mientras clavaba sus ojos en él.
― Veo
que estás celoso.
Jaejoong
alzó la barbilla desafiante, pero sin rechazar sus caricias.
― Puede
ser. Pero tú también lo estás. No haces más que pincharme con Yamapi, como si
fuera a casarme con él cuando tengamos el divorcio.
Se
hizo un silencio largo y tenso. Yunho lo miró muy serio y con el ceño fruncido.
― ¿Piensas
volver a casarte? ― preguntó Yunho, apartándose unos
pasos de él.
― No
lo he pensado todavía ― respondió suspirando
― ¿Y tú?
Él
lo miró fijamente durante unos segundos y luego desvió la mirada.
― Desde
que Yoochun y Junsu se vinieron a vivir aquí con su hija Hani y comunicaron a
la familia que estaban esperando otro hijo, ya no siento la presión de antes.
Cuando concluya lo de nuestro divorcio, tendré tiempo de reconsiderar mi
situación y replantearme con más tranquilidad el futuro.
― Sí,
ya no te verás obligado a hacer un matrimonio de conveniencia como conmigo,
¿verdad? ― dijo Jae, arqueando las cejas con intención.
― Fue
un matrimonio conveniente para los dos. Yo te ofrecí todo lo que estaba en mi
mano, pero tú no quisiste nada. Nuestra relación siguió su curso natural sin
que ninguno de los dos pudiera hacer nada por cambiarlo.
«Podrías haberme amado», pensó
Jae. «Quizá entonces nuestra
relación podría haber tenido un futuro».
Yunho
respiró profundamente como resignado.
― Creo
que los dos estamos muy cansados. Ve a acostarte, yo dormiré ahí en el sofá.
Voy un momento al baño. ¿No tendrás por casualidad un cepillo de dientes para
dejarme? Me he venido sin nada.
― Creo
que hay uno en el cajón de debajo del lavabo. Tienes también toallas limpias.
Yunho
subió las escaleras y se detuvo en el rellano al ver una puerta que se imaginó
sería el cuarto de baño. Pasó dentro. Era tan pequeño, que tuvo la sensación de
ser un gigante. Tuvo que agacharse e inclinarse un poco hacia delante para
poder verse la cara en el espejo. Parecía tan cansado como Jaejoong. Y estaba
tan celoso como él, si no más. La verdad era que no se había acostado con la
modelo de lencería a pesar de las facilidades que ella le había dado. Le había
pedido un taxi para que se volviera a su casa y se había tomado luego media
botella de whisky.
Trató
de olvidarse de todo y abrió el cajón del lavabo. Estaba lleno de toda esa
parafernalia de objetos que suelen tener los chicos en el cuarto de baño: bastoncillos
de algodón, pinzas de depilar, toallitas de papel perfumado y un cepillo de
dientes nuevo en su estuche, aún sin abrir.
Pero
había también otra cosa que le dejó perplejo.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Ambos están celosos de con quien supuestamente salen, deberían hablar con la verdad sobre sus sentimientos, pero ahora que pasará? creo que Yunho encontró la prueba de embarazo de Jae.
ResponderEliminarGracias!!!
Creo que ya se dio cuenta de la prueba de embarazo que ora a pasar estuvo wap este capitulo esperare con ansias el siguiente
ResponderEliminarOh parece que Yunho encontró la prueba de embarazo. Pero conociendo como va la historia y de los celos que posee quizás lo culpe del que el hijo es de Yamapi y lo obligará hacerse una prueba de ADN.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminaroooooooo si el tes de Jae que muestra que esta esperando chamaco y el Yunho lo sabrá ya quiero ver su reacción y que le dirá Jae a eso solo espero que no crea Yunho que el bebe que Jae espera sea de Yamapi pues con lo celoso que esta todo puede pasar y complicarlo
ResponderEliminarGracias
Demonioooos Jaeee se te fueron las ideas al traste. Son un par de necios😢😢😢 ambos mordiendose la lengua por no soltar ese "Te estraño" jajaj tambien se me salió un "Se llama Yamapi" jajaj simplón y todo pero tiene a Yunho que se le dispara la glandulita celoripara jajaja. Yunho ha cambiado su estilo de vida por influencia de Jae que lindo. Fue un "es gracias a Tí que ahora soy capaz" y Jae ni la pescó😢😢😢. Ese secreo descubierto va a traer una confrontación tremenda. omg¡¡¡¡¡ Gracias por el Cap.😉
ResponderEliminarFacil ahora Yunho creerá q Yamapi es el padre. Ambos estan enamorados mutuamente y por eso se celan *.* gracias por el cap amiga ^^
EliminarMuchas gracias por el capítulo ❤
ResponderEliminarYunho debería sincerarse con jae :)
Estare esperando los demas capitulos ❤❤❤❤❤
Kyaaaa Yunho habra visto el test de embarazo????
ResponderEliminarYunho y Jae estan celosos pero ninguno de los 2 dice sus verdaderos sentimientos
Waaaaaaaaaa ahora Sabrá que
ResponderEliminarJaejoong esta embarazado pero de seguro no creerá que es suyo... Gracias por el cap ami este fic