Jaejoong
estaba poniendo una almohada y una colcha en el sofá cuando presintió, más que
oyó, la llegada de Yunho. Sintió sin saber por qué un escalofrío. Hasta el
mismo Vick se acurrucó en el suelo y emitió un pequeño gruñido como si
presintiese que se avecinaba una tormenta.
― Jaejoong.
Él
dejó la colcha que estaba alisando y se incorporó para mirarle. Tenía una
expresión que daba miedo. Sintió pánico cuando vio el objeto que tenía en la
mano derecha. Sintió un vuelco en el corazón y se pasó, muy nervioso, la lengua
por los labios.
― Yo…
No pensé… No pensé que pudieras encontrar… ―
dijo angustiado, sin saber qué decir.
Yunho
dejó el test de embarazo con mucho cuidado sobre la mesita que había junto al
sofá. Aquella varilla parecía un nuevo obstáculo que se abría entre ellos de
forma acusadora, amenazando con separarlos definitivamente. ¡Qué ironía!, se
dijo él, pensando que, en condiciones normales, debería haber servido
justamente para lo contrario.
― ¿Cuándo
pensabas decírmelo? ― preguntó él con una
mirada fría y dura como el hielo.
― Pensé
que no valía la pena decírtelo, porque…
― ¿Porque
no es mío? ― le cortó él de forma brusca.
Jaejoong
se quedó boquiabierto sin poder articular palabra, como si acabase de sufrir
una profunda conmoción. Creyó ver ante sus ojos una nube de miles de lucecitas
brillantes como pececillos de plata y tuvo que agarrarse a un borde del sofá
para guardar el equilibrio. Nunca se hubiera esperado una reacción así de él.
¿Cómo era capaz Yunho de pensar una cosa así de él? Sin embargo, cuando recordó
la forma en que la prensa había tratado su supuesta cita con Yamapi, comprendió
que Yunho pensase que no estaba embarazado de él. Después de todo, no habían
sido capaces de tener un hijo en todos esos años. Trató de ponerse en su lugar.
Él había sufrido mucho por no haberle podido dar un hijo, pero nunca le había
preguntado cómo se sentía él. Quizá se había sentido menos hombre por ello,
menos potente y viril por no conseguir uno de los principales objetivos por los
que se había casado con él.
Yunho
se puso a dar vueltas muy nervioso por aquel reducido espacio. Se detuvo luego
un instante y lo miró fijamente.
― Pretendías
hacerme creer que era mío, ¿verdad? Por eso estuviste tan cariñoso la noche de
la boda de mi hermano, comportándote de una manera poco habitual en ti. Estabas
muy interesado en conseguir el divorcio y de pronto apareciste lleno de pasión
tratando de rasgarme la camisa para hacer el
amor.
― Yo
no te rasgué la camisa ― dijo Jae sin saber qué decir ― Los dos estábamos casi con toda la ropa
puesta…
―
Sí, es verdad, ni siquiera
te molestaste como otras veces en los preliminares. Sólo querías llegar al
final cuanto antes para conseguir tu coartada, tu justificación para endosarme
al hijo que has concebido con ese hombre.
Jaejoong
juntó las manos y las apretó con fuerza para no dejarse llevar por su impulso y
hacer con ellas lo que estaba deseando.
― Te
equivocas, Yunho, no fue así…
―
¡Maldita sea! ¿Y cómo fue
entonces? ― preguntó él muy furioso.
«Fue maravilloso, fue como al principio, espontáneo, apasionado e
inolvidable», pensó Jae, sin
atreverse a decírselo.
― Nunca
pensé en acostarme contigo esa noche ―
replicó Jae.
«¡Embustero!», le dijo su consciencia.
Jae no había pensado en otra cosa desde que entró en la iglesia y lo vio allí
en el altar junto a su hermano Yoochun, esperando al novio. Le había recordado
el día de su boda, lo ilusionado que había estado, lo apuesto y elegante que
estaba Yunho aquel día y lo orgulloso que se había sentido de casarse con él a
pesar de que Yunho nunca le había dicho que lo amaba.
Sí,
era cierto que habían bebido varias copas de champán durante la fiesta y que él
no había puesto ninguna objeción a subir con Yunho a su habitación para
discutir algunos detalles del divorcio, pero eso no justificaba nada. ¡Qué tonto
había sido! Yunho había sido el que lo había organizado todo. Y ahora pretendía
echarle a él la culpa de las consecuencias.
― Eres
un ambicioso cazafortunas ― dijo él apuntándolo
con el dedo ― Lo
tenías todo calculado, pero te equivocas si crees que soy estúpido. ¿Cómo iba a
ser mío este hijo cuando, en dos años y medio, no he conseguido dejarte embarazado?
Lo oyes bien, Jaejoong, dos años y medio. ¿Sabes cuántas veces hemos hecho el
amor en todo ese tiempo?
Jaejoong
estaba a punto de echarse a llorar, pero su orgullo le impidió darle esa
satisfacción.
― Tú
eres el padre, Yunho. Y te aconsejo que disfrutes de este momento mientras
dure, pues probablemente no sea mucho.
― ¿Qué
estás diciendo? ― exclamó él con un
nudo en la garganta como si tratara de tragarse un sapo.
― Estoy
embarazado de seis semanas. Nunca he conseguido pasar de las ocho primeras,
como tú bien sabes. La mayoría de los médicos dicen que hasta los tres primeros
meses siempre hay algún riesgo de aborto.
«Seis semanas», pensó Yunho, haciendo rápidamente
los cálculos. No en vano era el responsable financiero del negocio de los Jung.
Sintió un dolor agudo en la boca del estómago, como si alguien le estuviera
pellizcando por dentro con unas pinzas metálicas.
«Seis semanas, mil y ocho horas», se dijo para sí.
La
noche de la boda de su hermano Yoochun con Junsu, él había perdido el control y
había tratado a Jaejoong como a una prostituta, sin preocuparse siquiera de
saber si había vuelto bien a casa, después de haber hecho el amor con él. Se
había despedido de Jae sin una palabra. Su orgullo le había impedido decirle
que se quedase con él esa noche, y la noche siguiente y la noche después… Se
dijo que era lo que Jae había querido, lo que los dos habían querido. ¡Maldita
sea! Habían sido muy desgraciados en su matrimonio, siempre discutiendo por
cualquier cosa. Sí, Jaejoong había sido el que había pedido la separación pero,
si no lo hubiera hecho, habría sido sólo cuestión de tiempo que él mismo la
hubiera solicitado.
Pero
ahora las cosas habían cambiado. ¿Cómo podían divorciarse cuando iban a tener
un hijo?
Él
había tratado de prolongar el divorcio, poniendo todo tipo de trabas legales,
no sólo para defender sus intereses económicos y los de la empresa de su
familia, sino también porque odiaba la idea del fracaso. Había fracasado en su
intento de sacar a flote su matrimonio. Había fracasado en su objetivo de tener
un hijo con Jaejoong. Su matrimonio estaba muerto y no había forma de
resucitarlo. Tenía un buen montón de excusas para justificarse, todas ellas muy
válidas desde su punto de vista: la muerte de su padre, la responsabilidad que
su familia había depositado en él para llevar la dirección de la empresa y los
problemas de fertilidad a los que Jaejoong y él se habían enfrentado. Todo
aquello lo había llevado a la situación tan desesperada en que ahora se veía.
Por un lado estaba Jaejoong, tratando de conseguir lo máximo posible antes de
salir de su vida para siempre. Y por otro estaba él, preguntándose si no podría
haber hecho algo más para evitar haber llegado a esa situación.
Lo
primero que tenía que hacer era retractarse y pedirle perdón por sus terribles
acusaciones. ¿En qué estaría pensando para decirle unas palabras tan crueles
cuando jamás le había dado la menor muestra de infidelidad en todos esos años?
Él había sido su primer y único amante. Aún recordaba con emoción aquel momento
en que Jaejoong le había entregado su virginidad.
Se
aclaró la garganta antes de hablar, sintiéndose como un colegial en vez de como
el ejecutivo de treinta y seis años que llevaba las riendas de una corporación
internacional con un presupuesto de más mil millones de wons.
― Jaejoong…
No sé cómo decirte esto, pero me gustaría… ―
Se detuvo a mitad de frase al ver el brillo de sus ojos grises.
― No
voy a acceder a hacer un test de paternidad. No, hasta después de que nazca
nuestro hijo, si es que nace finalmente. Supondría para él demasiado riesgo.
Yunho
sintió una nueva punzada en el estómago.
― No
estaba pensando en una prueba de paternidad.
―
¿De veras? ―
dijo con una mirada llena de ironía.
― No ―
replicó él ― Me
basta con tu palabra. Si tú me dices que el niño es mío, te creo. En todo caso,
las fechas no mienten. Yo no usé ningún preservativo aquella noche, por lo que
tiene que ser hijo mío.
Jae le dio la espalda indignado.
― Así
que, si no te hubieran salido los cálculos de las fechas, me habrías pedido una
prueba de paternidad, ¿no es eso? ―
exclamó con una mirada de desprecio ― No podía esperar otra cosa de ti, Yunho. ¡Eres un malnacido!
Yunho
encajó aquellas palabras con resignación. Sabía que se las merecía. Durante
aquellos seis meses amargos de su separación, había descubierto un lado
desconocido de Jaejoong. Era mucho más independiente y seguro de sí mismo de lo
que se había imaginado. Siempre le había parecido muy recatado y sumiso, pero
durante aquel período de su separación había descubierto en él unas cualidades
que le habían sorprendido muy gratamente, hasta el punto de verlo más deseable.
― Ha
sido una gran sorpresa para mí encontrarme de repente este test en el cajón del
lavabo ― dijo él ― Ya sabes lo poco que me gustan las
sorpresas. No he tenido aún tiempo de asimilarlo.
Se
pasó la mano por la cabeza. Pensó que tenía ya el pelo demasiado largo y que
tendría que ir a cortárselo. Al principio de su matrimonio, se lo cortaba Jaejoong.
¿Cuándo
había dejado de hacerlo? No podía recordarlo. Lo que sí recordaba eran sus
delicados dedos hurgándole la cabeza mientras le cortaba el pelo muy despacio
con las tijeras y le hablaba de sus cosas, y se reía dulcemente, y él lo miraba
extasiado, unas veces por el lado derecho y otras por el izquierdo. Jae había
conseguido convertir aquellos momentos en algo mágico e inolvidable.
Pero
eso había quedado atrás hacía ya mucho tiempo…
Jaejoong
se giró para mirarlo, con actitud defensiva y los brazos sobre el pecho. Él,
por su parte, parecía no poder apartar la vista de su vientre aún liso. Sintió
una extraña sensación al pensar en aquella promesa de una nueva vida aún frágil
pero esperanzadora.
«Por favor, permite que sobreviva», imploró a
Dios, a ese mismo Dios al que él había ignorado desde hacía tantos años. Y
sintió deseos de tocar con la mano esa parte, ahora milagrosa, del cuerpo de Jaejoong,
para comprobar que su hijo vivía, que estaba a salvo, y poder decirle que lo
quería y que lo protegería toda su vida, no importaba lo corta o larga que fuese.
― No
quiero que la prensa sepa nada de esto ―
dijo Jaejoong ― No
quiero tener que soportar las especulaciones sobre si el embarazo va a seguir
adelante o no.
Yunho
comprendió lo que quería decirle. Él estaba ya acostumbrado a la prensa, en la
medida en que cualquier personaje famoso podía estarlo. Había crecido en medio
de aquel ambiente de rumores y cotilleos. Pero Jaejoong había vivido en un
mundo muy diferente. Se había acostumbrado desde pequeño a andar por su humilde
barrio sin que nadie le prestase la menor atención. Y lo mismo le había
ocurrido luego en Sidney, donde había estado estudiando en la universidad antes
de hacer aquel viaje por el extranjero en el que lo había conocido. Nunca le
había parado nadie por la calle para pedirle un autógrafo o sacarle una
fotografía. Casi desde el principio, se había recluido en sí mismo, como si
quisiese esconderse del mundo. Comprendía todo eso ahora, cuando ya era
demasiado tarde para cambiar las cosas.
¿Por
qué no lo había protegido más? ¿Por qué no había estado más pendiente de él?
¿Por qué no se había dado cuenta a tiempo de que Jae había nacido en un mundo
muy diferente al suyo? Un mundo donde el pez grande se comía al chico, donde
las personas competían sin ninguna ética ni moral por conseguir los máximos
beneficios para ellos o para sus empresas, y donde todo valía para ascender en
la escala social. Jaejoong había tratado de adaptarse a ese mundo, pero había
supuesto un gran desgaste para él.
Desde
que le había dejado, Yunho había visto su vida pasar ante sus ojos como en una
retrospectiva: la repentina muerte de su padre, la trágica pérdida de su
pequeña hermana de tres meses… Sabía que la presión que habían ejercido para
que se casara y tuviera un hijo era debida a esa pérdida. Su familia quería
reemplazar a la niña que habían perdido de forma inesperada. Ninguno de ellos
había vuelto a la villa de Jeju desde entonces. Como Jaejoong había dicho, se
pasaba vacía la mayor parte del año. Nadie hablaba de ello. Les traía a todos
recuerdos muy dolorosos, especialmente a su madre desde la muerte de su marido
tras aquel horrible accidente de tráfico. Yunho comprendió que debía haberle
hablado a Jaejoong de todo aquello, pero había preferido encerrarse en sí
mismo. La única vez que había llevado a Jaejoong a esa villa, había sido tras Jaejoong
insistirle mucho. A él le resultaba muy difícil abrir su corazón en aquel lugar
en el que había dejado su infancia y su inocencia.
― Haré
todo lo que pueda por mantener a la prensa al margen de este asunto, de
momento. Pero es algo que se escapa de mi control ―
dijo él ― ¿Has ido ya a ver al
médico?
― No,
todavía no ― respondió Jae, mirándolo como un niño perdido en
busca de amparo ― No
estaba seguro de si creerme o no el resultado del test. Pensé que sería más
sensato esperar una semana o dos… para estar más… seguro.
Yunho
se imaginó lo que estaría pasando y se sintió de nuevo culpable por la forma en
que se había comportado con Jae en el pasado. Le había dado pie a que pensase
que él se limitaba a ver aquellos primeros abortos como algo accidental, propio
del curso de la naturaleza, esperando con aquella postura filosófica ayudarlo a
sobrellevar su dolor, en vez de hacerle partícipe de su propio sufrimiento.
Sabía bien lo que Jae se había involucrado emocionalmente en cada uno de
aquellos embarazos. Él también. ¿Por qué no le había dicho entonces lo que
sentía? Quizá eso lo hubiera ayudado más a sobreponerse que el pretender hacerle
ver que no le preocupaba lo más mínimo y que era algo más normal de lo que
pensaba. ¿Cómo podía haberle dicho una cosa así cuando cada uno de aquellos
embarazos podía haber acabado siendo un hijo
suyo?
Después
del dolor tan grande que había visto en sus padres tras la muerte de su pequeña
hermana, había cerrado la puerta a esa clase de sentimientos. Había sido la
única forma que había encontrado de enfrentarse a ellos.
Jaejoong
había estado imaginándose, desde el primer instante de cada uno de sus embarazos,
cómo sería la graduación de ese hijo, cómo sería el día de su boda… Y él se
había mantenido al margen como si la cosa no fuese con él. No era de extrañar que
Jae pensase que era un canalla despiadado y sin sentimientos.
― Necesitamos
que nos lo confirme un médico ―
dijo él ― Tendremos que confiar
en su discreción y profesionalidad, pero creo que eso no será ningún problema.
Necesitarás descansar lo más posible. ¿Te encuentras bien?
Jae
se mordió el labio inferior por dentro, y él, al mirarlo, creyó ver de nuevo la
imagen de un niño perdido en la calle en busca de amparo.
― Siento
náuseas, pero tampoco excesivas. Me siento cansado a ratos y noto a veces un
pequeño dolor en la espalda, pero eso creo que tiene más que ver con alguna
mala postura en mi clase de yoga que con el embarazo.
― Creo
que sería más sensato que dejaras de hacer cualquier tipo de ejercicio físico
hasta que no te vea el médico ― dijo él ― Tienes que tomártelo con calma, Jaejoong.
Esto es ahora lo más importante de tu vida. No debes hacer nada que pueda poner
en riesgo a nuestro hijo.
― No
te preocupes tanto por mí, Yunho. Con eso no vas a cambiar nada. Si pierdo a
este bebé… Bueno, no quiero hacerme ilusiones tan pronto…
Yunho
se acercó a él y lo envolvió con sus brazos. Jaejoong se acurrucó en ellos,
sintiéndose tan a gusto encajado en su cuerpo, como una llave en su cerradura.
Él enterró su cabeza entre su pelo rubio y sedoso, deleitándose con el suave
perfume a fresas de su delicada fragancia.
Era
un aroma que no había podido olvidar durante todos aquellos meses de su separación.
Seis
largos meses.
― Trata
de no preocuparte por nada, Boo ― dijo él ― Lo que tenga que ser será. Nosotros no
podemos hacer otra cosa que tomar todas las precauciones necesarias para que el
embarazo llegue esta vez hasta el final con las máximas garantías posibles.
― ¿Y
si no es así? ― preguntó con una expresión de dolor
en la mirada.
¿Qué
respuesta podía darle? Él quería lo mismo que Jae. Quería un hijo, un heredero,
un hijo que llevara su misma sangre, la sangre de los Jung. Nunca había pensado
que las cosas fueran a resultar tan difíciles, pero había aprendido que la vida
daba muchas vueltas y que no había que dar nada por sentado. Había que vivir el
momento, disfrutando de las cosas que uno tenía a su alcance. Su trabajo
llenaba gran parte de su vida, pero había llegado a la conclusión de que no era
suficiente. Había un vacío que el trabajo no era capaz de llenar. Deseaba tener
lo que su hermano Yoochun tenía. Tampoco a él le había resultado fácil. Había
tenido que sufrir mucho, pero al final lo había conseguido. Tenía un esposo
encantador y una hija adorable. Y otro hijo en camino. ¿Qué más podía desear un
hombre?
Eso
era lo que él deseaba. Si no lo lograba, sería voluntad de los dioses. Pero el
azar era algo que no entraba en su carácter. A él le gustaba tenerlo todo bajo
control. Él hacía números y supervisaba cifras. Sabía lo que había que hacer y
lo hacía.
Pero
había veces en que eso no era suficiente.
― Jaejoong ―
dijo él, dándose tiempo para encontrar las palabras adecuadas ― Si esto no funciona, si al final aún
sigues queriendo el divorcio, lo discutiremos. Pero sólo entonces. Ahora
estamos juntos sólo por mi abuelo. Lo del embarazo ha venido a ser como un
extra, un regalo que nos ha caído por sorpresa y del que debemos esperar… ―
dudó de nuevo buscando terminar la frase con las palabras más apropiadas ― un hijo sano y fuerte.
― Necesito
descansar ― dijo Jae sin poder ocultar un
gesto de dolor en la mirada, con un tono como si diese por terminada la
conversación.
Él
observó una mirada de determinación en sus bellos ojos grises y comprendió que
no quería continuar la conversación esa noche.
Se
agachó para ponerle a Vick la correa.
― Lo
sacaré a dar una vuelta. Tú vete a la cama y llámame si necesitas algo durante
la noche.
― No te
necesito, Yunho ― dijo secamente con una mirada inexpresiva
― Puedo hacer esto yo solo si
es preciso.
A
pesar de los saltos de alegría de Vick ante la perspectiva de aquel inesperado
paseo nocturno, Yunho se quedó mirando a Jaejoong, absorto en su mirada fría e
impasible.
«No te necesito». Aquellas palabras
resonaron en su corazón, llegando a lo más profundo de su alma. Pero tenía una
cosa clara: no estaba dispuesto a dejar que se fuera por segunda vez de su lado
sin luchar con todas sus fuerzas por él. Con bebé o sin él.
― Me
dijiste, Jaejoong, que el niño es mío. Pues bien, quiero que sepas que nunca
dejaré a un hijo que es carne de mi carne y sangre de mi sangre. Ya no soy el
de antes, he cambiado, y haré todo lo posible para que nuestro matrimonio sea
para toda la vida.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Wooo como sufren ambos por no hablar claramente de sus sentimientos... GRACIAS por capítulo me encantó... Quiero más vuele pronto 💕💕💕
ResponderEliminarYunho se ha enterado de que Jae esta embarazado y ahora el se ha dado cuenta de todo lo que hizo mal y como se sintio Jae por sus acciones,espero que logre que Jae confie en el sinceramente y que nazca ese bebe
ResponderEliminarSooooopaaasss ese "No te necesito" hasta a mí me tomo como balde de hielos mas que de agua fria(@.@) Bien Jae estas en buen camino, Yunho esta a punto de reconocer que te ama¡¡ ok un capitulo increiblemete lleno de emociones. Caray si el divorció llegara a darse Yunho viviría undido en un monton de reproches a sí mismo. Todas esperamos que la espera y llegada de ese Bebé traiga la felicidad del YunJae y que el abuelo Jung se vaya con la buena noticia.😢😢😢
ResponderEliminarYunho :/ su primera reaccion fue desconfiar e insultar a Jaejoong. Espero el bebé llegue a nacer y que Yunho haga muuuuchos méritos para ganarse el perdón de Jae. Muchas gracias amiga por el cap ^^
ResponderEliminarOwwww que bueno que todo ya se sabe yunho y jae estan mas cerca de revelar sus verdaderos sentimientos ❤
ResponderEliminarEsperemos que ese bebe pase los 3 meses y nazca muy sano owwwww
Muchas gracias por el capítulo ❤
Ojala que el embarazo de Jaejoong llege a termino ya Yunho se dio cuenta de que lo ama y que con hijos o sin hijo no lo va ha dejar ir que lindo capitulo Poleth esperare el siguiente con ansias
ResponderEliminarPOR QUE SIEMPRE SU RELACIÓN ES TAN DIFÍCIL AMÁNDOSE COMO SE AMAN ,ESPERO QUE EL EMBARAZO LLEGUE A TERMINO Y PUEDAN SER FELICES......GRACIAS POLETH
ResponderEliminaromg!! ya queri saber como seria la reaccion de yunho, pero en serio, creer que ese niño no es tuo yunho es si es de despresiable, comp puedes pensar algo asi de jae, tequiero dar una golpe en la cabeza a ver si asi se acomodasn bien tus pensamientos, es increible, y otro error tuyo es decirle a jaejoong que ahora solo estan juntos por tu abuelo y que el niño es extra, en tus palabras siempre estas excluyendo a jae, como si no te importara, si lo amas dicelo, tus miedos, dudas, todo, solo si jae realmente te creerá, por favor que jae no pierda al niño, ya sufrio muchos con todos esos abortos, pero que haga sufrir a yunho por abandonarlo y no protejerlo del medio en que yunho crecio y del cual esta tan acostumbrado
ResponderEliminareso es lo que Jae necesita escuchar de la boca de Yunho que el lo quiere y luchara por su amor con bebe o sin el lo quiere igual pero se queda callado y deja muchas dudas en Jae
ResponderEliminarGracias
Yunho lo que piensa lo debería decir en voz alta a Jae, para que le de la seguridad de que lo ama, al igual que él a Yunho, esa falta de comunicación es lo que los tiene llenos de dudas, espero hablen.
ResponderEliminarGracias!!!