Si
no hubiera sido por la enfermedad de YongHwa y su precario estado de salud, Jaejoong
se habría ido de allí inmediatamente, sólo para demostrarle lo equivocado que
estaba.
― No
sabes lo que estás diciendo, Yunho ―
dijo con cierta acritud mientras se ponía los dos anillos en el dedo ― Sabes muy bien que estoy aquí sólo por
tu abuelo y por el bebé, pero que tanto uno como otro pueden dejar de estar con
nosotros en cuestión de semanas.
― No
hables así ― replicó él frunciendo el ceño ― Parece como si estuvieras deseando
perder a tu hijo. Ya oíste lo que dijo el médico. No hay razón para ser
pesimistas. Tanto el niño como tú estáis bien y gozáis de buena salud.
Jae
se cruzó de brazos con gesto desafiante.
― No
me digas lo que puedo o no puedo decir, ni lo que puedo o no puedo sentir.
Yunho
se pasó la mano por el pelo para echarse hacia atrás un mechón que le caía por
la frente. Jaejoong lo vio y sintió la tentación de atusarle él mismo el pelo
con las manos, como acostumbraba a hacer en el pasado. Necesitaba hacer algo
así para recobrar la confianza y la seguridad en sí mismo. Se sentía algo
nervioso y desplazado en aquella villa que había cambiado tanto desde la última
vez que había estado allí. Al fondo del pasillo estaba el cuarto de los niños,
que él había preparado con tanta ilusión casi cinco años atrás. ¿Lo habría él
desmantelado también hasta hacerlo irreconocible? Tuvo miedo de preguntárselo.
― Jaejoong ―
dijo Yunho, acercándose a él y poniéndole suavemente las manos sobre los
hombros ― Perdóname. Se me
olvida a veces que estás en medio de un período de desarreglo hormonal y que
estarás además preocupado por las malas experiencias que has tenido hasta
ahora. Yo también estoy preocupado. Me preocupa mucho volver a cometer los
mismos errores del pasado y no saber estar a la altura de las circunstancias.
Quiero que sepas que me esfuerzo por aprender, pero todo esto es nuevo para mí.
Esta vez, deseo que todo salga perfecto tanto para el bebé como para ti.
Créeme, Boo, no quiero disgustarte, no quiero discutir contigo, sólo deseo
cuidarte.
Jaejoong
suspiró profundamente mientras lo miraba con aire de desconfianza. ― ¿Qué hiciste con el cuarto de los
niños? ― le preguntó finalmente.
Sintió
sus manos apretándole los hombros durante una décima de segundo. Luego las
retiró y las dejó caer como muertas a lo largo de los costados. Vio la
expresión de su rostro amenazando cubrirse con la máscara con la que ocultaba
habitualmente sus emociones, pero en seguida creyó ver un temblor en la comisura
de sus labios como si estuviera haciendo un gran esfuerzo por intentar
exteriorizar sus sentimientos. Sin duda estaba librando una gran batalla
interior consigo mismo.
― Está
muy cambiado ― dijo al fin ― Ahora es un cuarto de huéspedes.
― Jaejoong tragó saliva, tratando de disimular su contrariedad.
― ¿Puedo
verlo?
― Claro
― dijo él, abriendo la puerta del cuarto y echándose a un lado para que él
pasara.
Jaejoong
entró casi con los ojos cerrados incapaz de enfrentarse de nuevo a aquel cuarto
que despertaba en él tantos sentimientos del pasado. Había estado tan ilusionado
en aquella época, durante los meses de su primer embarazo… Se pasaba el día
comprando de forma compulsiva todo tipo de juguetes y objetos infantiles,
llenando la casa de ositos de peluche, chupetes, sonajeros, patucos, vestidos,
pañales y baberos. Aprendió a hacer punto y se dedicaba por las tardes a
practicar, haciendo unos patucos muy artísticos llenos de filigranas, hasta
llegar a convertirse en un verdadero virtuoso. Él mismo eligió el papel para
decorar la habitación y se encargó también de empapelarlo. Trabajó, en suma,
con mucho entusiasmo a fin de tenerlo todo listo para cuando su deseado hijo
viniera al mundo.
Pero
no llegó a nacer nuca. Se malogró en la séptima semana.
Después
de aquello, cada vez que entraba en aquel cuarto parecía como si las paredes y
los suelos, repletos de objetos infantiles, se burlaran de él. A los pocos
meses, se quedó de nuevo embarazado y volvió a renacer en él, con renovadas
esperanzas, el mismo entusiasmo de la primera vez.
Pero
al cuarto aborto, decidió cerrar aquel cuarto y no volver abrirlo nunca más.
Abrirlo
ahora era como abrir una vieja herida que aún no había cicatrizado. El sonido
del picaporte le produjo el mismo efecto que si alguien le estuviera arrancando
la costra de aquella herida. Un profundo dolor se adueñó de él. Era el dolor de
la pérdida, del desengaño, del fracaso y de la desesperanza.
El
cuarto estaba decorado con colores turquesa y crema. No había nada en él que
recordase a un cuarto de niños. Era simple y llanamente un cuarto de huéspedes,
con unos muebles muy elegantes de estilo parisino.
― Ha
quedado muy… bonito ― dijo al fin con una sonrisa tan
forzada que casi le dolieron los músculos de la cara ― Has hecho un gran trabajo. Nadie
pensaría que esto fue una vez un… cuarto de niños.
Yunho
se acercó a él y lo estrechó entre sus brazos, mientras él apoyaba la cabeza
sobre su pecho. Luego le acarició el pelo en silencio, sabiendo que ninguna
palabra podría curar las heridas del pasado.
Después
de un rato, Jae se apartó de él suavemente y se secó las lágrimas con el dorso
de la mano.
― Perdona.
Deben de ser las hormonas, hoy estoy algo llorón.
― Es
comprensible ― dijo él, apartándole el pelo de la cara
― Me resultó muy difícil
tomar la decisión de remodelar ese cuarto. Sentí como si estuviera renunciando
a todo lo que habíamos deseado los dos con tanto afán.
Jae
intentó sonreír, pero su sonrisa se convirtió en una mueca amarga.
―
Espero que Vick no ensucie
esos muebles tan elegantes ni ponga sus patas en ellos.
― Estoy
seguro de que se comportará bien en cuanto vuelva a su disciplina de antes
― dijo él ― Tiene
que estar a punto de llegar, junto con todas tus cosas. A propósito, he estado
hablando con la agencia a la que alquilaste el apartamento. He conseguido que
te rescindieran el contrato a cambio de pagarles el equivalente a dos
mensualidades. También he dejado cerrados todos los compromisos que tenías en Japón.
― Gracias ―
dijo Jae, desviando la mirada ― Ya
veo que piensas en todo.
― Forma
parte de mi trabajo estar pendiente de todos los detalles. Ahora, si no estás
demasiado cansado, creo que sería un buen momento para hacer una visita a mi
abuelo y darle la buena noticia. ¿No te parece?
― Claro
que si ― dijo con otra sonrisa de
circunstancias.
YongHwa
acababa de comunicar el pronóstico de su enfermedad a la familia. Yoona estaba
llorando, pero pareció recuperarse al ver llegar a Yunho con Jaejoong. Le dio un
beso a su hijo y luego lo saludó a él algo más afectuosamente que la noche
anterior.
― No
sabes lo que me alegra que hayas vuelto con mi hijo. Éste es un día muy triste
para todos, pero al menos vosotros habéis conseguido poner una nota alegre.
Jaejoong
se limitó a responder de forma ambigua para no decir nada comprometedor.
A
Yoochun se le veía realmente afectado pero resignado, mientras Changmin,
apoyado de manera indolente contra la librería, tenía aspecto de estar
aburrido, como si pensase que tenía cosas más interesantes que hacer que estar
allí. Pero Jaejoong sabía que eso era sólo una pose, una forma de ocultar lo
que verdaderamente sentía por dentro. En eso era como Yunho, no le gustaba
exteriorizar sus emociones.
― Jaejoong
y yo tenemos que daros una noticia ―
dijo Yunho en cuanto su abuelo estuvo sentado cómodamente en su sillón y el
resto de la familia reunido ― Es
aún algo pronto y no queremos que echéis aún las campanas al vuelo, pero
acabamos de venir de la consulta del médico y nos ha confirmado que Jaejoong
está embarazado.
― ¿Tan
pronto? ― exclamó Yoona con la boca abierta ― ¡Pero si sólo habéis pasado una noche
juntos, desde vuestra separación! ¿Cómo puedes saber que…?
― ¡Mamma…! ―
exclamó Yunho muy serio.
― Fue
la noche de mi boda, ¿a que sí? ― dijo Yoochun con un
brillo especial en la mirada ― Sabía
que ibais a hacer un esfuerzo para comportaros de forma civilizada en ese día
tan especial para Junsu y para mí, pero me di cuenta de las miradas que os
cruzasteis cuando creíais que nadie os observaba. Parecía que el aire a vuestro
alrededor estuviera cargado de electricidad. Todo lo mundo se dio cuenta de
ello.
― No
sabes cómo lo siento ― dijo Jaejoong más
colorado que un tomate ― Espero
que no os ofendiésemos ni a Junsu ni a ti.
― En
absoluto, todo lo contrario ― replicó Yoochun muy sonriente ― Si éste es el resultado, no podría
estar más satisfecho.
― Nosotros
también estamos muy felices ― dijo Yunho, tomándole la mano a Jaejoong
― Este niño es muy especial,
representa mucho para nosotros. Se nos ha dado una segunda oportunidad y esta
vez no vamos a desperdiciarla. Pase lo que pase, estaremos juntos.
Yoona,
muy cordial, abrazó ahora a Jaejoong, expresándole su alegría en una mezcla de japonés
y coreano. Jaejoong recordó entonces los primeros días de su matrimonio, cuando
mantenía un estrecha relación con su suegra, antes de que la muerte de Hyunbi y
la pérdida de sus bebés viniera a ensombrecerlo todo.
Yoochun
felicitó muy efusivamente a Jaejoong y a su hermano y se marchó corriendo para
no hacer esperar a su esposo Junsu, que se había quedado en su villa con Hani.
Changmin
se paseó muy tranquilo por el salón con una sonrisa burlona en la cara, mirando
con sus ojos castaños, el vientre de Jaejoong.
― Buen
trabajo, Yunho ― dijo mirando a su
hermano ― Sabía que lo
conseguirías. Ahora todo lo que tienes que hacer es conservarlo a tu lado…
¡Ah!, y asegurarte de que de verdad es tuyo, como insinuó antes mamá.
Yunho
miró a Changmin muy enfadado y apretó los puños para no decir ni hacer nada
inconveniente.
― No
tengo la menor duda de que es hijo mío ― dijo muy serio.
― Jaejoong…
― exclamó YongHwa rompiendo la tensión del momento.
Jae
fue a donde estaba sentado y le estrechó las manos que tenía tendidas.
― ¿Le
ha hecho feliz nuestra noticia, abuelo? ―
Le preguntó él tratando de que no se le quebrara la voz por la emoción.
― Sí
muy feliz, creo que ya me puedo morir tranquilo. Sé que este bebé sobrevivirá.
He rezado mucho por él. Unos vienen y otros se van. Es ley de vida, es la
voluntad de Dios, ¿verdad?
Jaejoong
no veía tan lógica esa ley por la cual Dios se había llevado a sus cuatro
hijos, pero no tenía intención de hacer o decir nada que fuese en contra de la
fe de aquel anciano que tanto la quería.
― Yo
también estoy muy feliz ― dijo Jae ― Aún no me lo puedo creer. Parece un
milagro.
― Es
un milagro ― dijo YongHwa ― Ahora ya lo único que me queda por hacer en esta vida es ver nacer a mi
biznieto.
Changmin
murmuró algo entre dientes y Yunho le dirigió una mirada de reproche.
Jaejoong
no había tenido hermanos y le había costado acostumbrarse a la forma que tenían
los Jung de relacionarse. Había una cierta jerarquía entre ellos. Yoochun,
aunque era el más fuerte, no aspiraba a ser el jefe de la familia y Changmin,
por su parte, tenía un carácter demasiado parecido al de Yunho como para estar
dispuesto a ponerse a sus órdenes sólo porque fuera el más joven de los tres. A
veces libraban luchas de poder entre ellos que duraban días y hasta semanas. Yunho
pensaba de Changmin que necesitaba madurar y asumir mayores responsabilidades
en la vida. Changmin pensaba de Yunho que era un fanático del orden y que lo
que necesitaba era vivir su vida en vez de tratar de controlar la de los demás.
― Esto
hay que celebrarlo con champán ―
dijo YongHwa ― Yunho,
dile a alguien del servicio que suba una botella.
Poco
después estaban todos chocando sus copas y brindando alegremente por el futuro
bebé. Jaejoong, en lugar de con champán, brindó con una copa de zumo de naranja.
Entre aquellas risas y muestras de felicidad, nadie hubiera pensando que sólo
unos minutos antes YongHwa les había comunicado a todos su delicado estado de
salud. Había un auténtico ambiente de fiesta y YongHwa se encontraba en su
elemento, disfrutando a sus anchas de lo que aquello representaba: la
continuación de la dinastía de los Jung.
Pero
aquella fiesta, como todas las fiestas, tenía que tener un fin. YongHwa comenzó
a sentirse cansado y a ponerse pálido. Yunho llamó en seguida a la enfermera que
habían contratado, llevó a su abuelo al dormitorio, y estuvo con él un buen
rato hasta que se quedó más tranquilo.
― Yunho ―
le llamó YongHwa desde la cama cuando él estaba a punto de salir de la
habitación ― Quiero
que hagas algo por mí.
― Lo
que tú quieras, Nonno ― respondió Yunho.
YongHwa
tomó aire antes de hablar, produciendo un ronquido muy fuerte en los pulmones.
― Quiero
que traigas aquí a mi ahijada Meisa Kuroki de Japón. Quiero despedirme de ella
antes de que sea demasiado tarde.
Yunho
frunció el ceño. Sabía que Meisa, hija de Tatsuya Kuroki, el socio de su abuelo
en los negocios, era una chica rebelde e indisciplinada que había deshonrado a
la familia teniendo una aventura amorosa con un hombre casado. Pero YongHwa
siempre había sentido debilidad por ella, y la disculpaba diciendo que todo era
producto del trauma emocional que sufrió de niña cuando su madre la abandonó. Yunho,
sin embargo, era de la opinión de que Meisa había salido a su madre, que era
tan frívola como ella, y que acabaría arruinando su vida como lo había hecho Maiko
Kuroki hacía veintitantos años.
― Si
es eso lo que quieres…
A
YongHwa le costaba cada vez más trabajo respirar y la enfermera decidió ponerle
la mascarilla de oxígeno para ayudarle. Yunho trató de ayudarle, pero el
anciano levantó ligeramente la mano y murmuró de forma casi ininteligible a
través de la mascarilla.
― Déjame
ahora, Yunho. Estaré bien en unos minutos. Tú encárgate de ponerte en contacto
con Meisa.
― ¿Cómo
está? ― le preguntó Jaejoong cuando bajó
a reunirse en el salón con el resto de la familia.
― No
muy bien ― respondió Yunho con gesto serio ― No creo que viva tanto como los médicos
han dicho. Quizá sólo trataban de darle esperanzas para ayudarle a mantener el ánimo.
― Si
al menos no sufriese… ― dijo Jaejoong con angustia ― No podría soportar que…
― No
te preocupes por eso, Boo ― dijo Yunho acariciándole la cara
con la mano ― La
enfermera está con él las veinticuatro horas del día y está autorizada a
administrarle morfina si lo necesita. Es todo lo que podemos hacer por él en
esta situación.
Jaejoong
no apartó esa vez la cara y recibió con agrado su caricia, sintiendo el calor
de su cuerpo y deseando poder apoyar la cabeza sobre su pecho y sentir sus
brazos alrededor de él, como un par de horas antes en la villa.
― Eres
un nieto maravilloso, Yunho ― dijo Jae ― La verdad es que toda tu familia te
adora. Aunque, a veces, creo que esperan demasiado de ti, que descargan
demasiadas responsabilidades sobre tus espaldas ―
se mordió el labio inferior y bajó la mirada ― Quizá yo también esperaba demasiado de ti.
Yunho
le puso un dedo en la barbilla obligándolo a levantar la cabeza y a mirarlo a
los ojos.
― Yo
soy el que debería haberte dado más. Pero esta vez todo va a ser diferente. No
sé tú, pero yo tengo la sensación de que todo va a cambiar.
― ¿Te
refieres al bebé? ― preguntó mirándolo a los ojos.
― Me
refiero a todo ― dijo él, dándole un beso en la
frente.
― ¿Señor
Jung? ― dijo un empleado del servicio desde la puerta, con
un teléfono inalámbrico en la mano ― Tiene
usted una llamada de Roma. Es un miembro de su familia, interesándose por la
salud de su abuelo.
Jaejoong
trató de ocultar su contrariedad por ver interrumpida, de forma tan inoportuna,
su conversación con Yunho, cuando parecía estar a punto de abrirle su corazón.
Todo era tan confuso... Le encontraba cambiado, más ilusionado que nunca con la
llegada del hijo que tanto deseaba, especialmente ahora que la vida de su
abuelo estaba a punto de extinguirse.
«Todo va a ser diferente», se
dijo Jae, recordando lo que él le acababa de decir.
Se
despidieron poco después de la familia, dando un beso a Yoona, que era sin duda
la que estaba más afectada. Era lógico, pues llevaba viviendo con YongHwa desde
la muerte de Hyunbi.
Nada
más llegar a la villa, Jaejoong se sintió algo cansado y Yunho insistió en que
subiera al dormitorio y se echara un rato en la cama a descansar.
― ¿Dónde
vas a dormir tú? ― dijo Jae con gesto
receloso.
― ¿Dónde
crees? ― preguntó él a su vez muy seguro de sí ― En mi cama, naturalmente.
― Pero
se supone que… no debemos acostarnos ―
dijo Jae con voz temblorosa.
― El
médico no me dijo nada sobre ese aspecto. Se lo pregunté mientras tú te estabas
vistiendo después de la prueba. Sólo me dijo que tuviéramos cuidado.
Jaejoong
se sintió algo indignado de que él hubiera estado hablando de esas cosas
íntimas con el médico sin estar él presente. Aunque, pensándolo bien, quizá
hubiera sido mejor así, tal vez le hubiera resultado a él demasiado embarazoso.
― No
fue ése el acuerdo al que llegamos ―
dijo Jae ― No me parece bien
reanudar nuestras relaciones matrimoniales como si nada hubiera pasado. Llevamos
meses separados. No esperarás que me eche en tus brazos a la primera
oportunidad.
― Tú
fuiste el que me dejaste, no yo ―
replicó él en un tono que daba a entender que estaba a punto de perder la
paciencia ― Además,
no pretendas engañarte a ti mismo. Aquella noche, bastó que te rozase para que
te lanzases sobre mí como una gata en celo y me rasgases la camisa.
Jaejoong
no había dado una bofetada a nadie en su vida. Odiaba la violencia de cualquier
clase, pero aun así, no se dio cuenta de lo que estaba haciendo hasta que ya
fue demasiado tarde. Su mano se desplazó por el aire a gran velocidad hasta ir
a estrellarse en la mejilla de Yunho en una sonora bofetada que le hizo girar
la cabeza a un lado.
Contempló
horrorizado el color rojo oscuro que había apareciendo en su mejilla y se llevó
las manos a la boca, tratando de apagar el grito que pugnaba por salir de sus
labios al ver lo que acababa de hacer.
Se
hizo un silencio tenso. El ambiente parecía irrespirable.
Yunho
clavó sus ojos en los suyos, con una expresión de rabia y desprecio.
― Lo
siento… ― dijo Jae con una mezcla de miedo,
vergüenza y remordimiento ― No
sabía lo que estaba haciendo… Perdona… ¿Te he hecho daño?
Él
se acercó a Jae, le agarró la mano y se la llevó a la cara, dejándola allí como
si fuera una compresa fría que pudiera aliviarle el dolor. Siguió mirándolo
fijamente, pero ahora su expresión había perdido la dureza de antes. Esbozó una
de sus habituales sonrisas irónicas.
― No
te preocupes, tesoro mío. Supongo que habrán sido las dichosas hormonas esas
las que han tenido la culpa. No sabía que tuvieras tanta fuerza. En todo caso,
creo que me lo tenía merecido, ¿cierto?
― No,
nunca debí hacerlo ― dijo Jae retirando la
mano de su mejilla y poniéndose de puntillas para darle un beso en el lugar en
que le había dejado marcados los dedos.
Jaejoong
permaneció con los labios pegados a su mejilla respirando extasiado el perfume
de su loción de afeitar con aroma de limón mezclado con el propio olor
masculino de su cuerpo.
El
tiempo pareció detenerse, como si un duende hubiera bloqueado las agujas del
reloj, hasta que Jae creyó oír de nuevo un tictac, que no era sino el latido de
su corazón, al sentir en su boca los labios de Yunho besándolo dulcemente.
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les cuesta nada….
Gracias…
aww que lindo esta siendo dulce Yunho con Jae espero y que sea sincero esto por que Jae se merece ser feliz con Yunho y su bebe pero algo me dice que esa aijada vendrá a traer problemas espero que no sea así pues ya quiero que Jae tenga a su familia feliz
ResponderEliminarGracias
Yunho esta cuidando muy bien de Jae pero el aun no confia en Yunho el piensa que solo es por interes deberian hablar y ser sinceros con sus sentimientos.
ResponderEliminarYunho se merecia esa cachetada por lo que dijo.
Espero que esa ahijada no complique las cosas
Yo tambien pienso lo mismo que Yunho Kim que esa ahijada va a traer bastantes problemas y por que Yunho no le dice a Jaejoong lo wue siente ya que ellos dos se aman para poder ser felices el deberia de darse cuenta que Jae no tuvo familia y queria ser feliz con el y formar su propia familia
ResponderEliminarYo tambien pienso lo mismo que Yunho Kim que esa ahijada va a traer bastantes problemas y por que Yunho no le dice a Jaejoong lo wue siente ya que ellos dos se aman para poder ser felices el deberia de darse cuenta que Jae no tuvo familia y queria ser feliz con el y formar su propia familia
ResponderEliminarQ cosas que contradictorio es para Jae es normal su actuar se siente inseguro... Ojala q todo cambie y q y un se abra a el dándole confianza y q haya comunicación entre ellos q es lo mas importante.. Besos ...
ResponderEliminarOwwwww ellos al fin se estan compartando como una pareja 😍
ResponderEliminarEl bebe esta muy bien eso es una buena noticia , que bueno que yunho sepa comprender a jae ❤
Muchas gracias por el capitulo 😁
Oh Al fin Yunho se está dando cuenta se que son sus acciones y sus palabras las que van a dar una nueva dirección a su matrimonio¡¡ ChangMin es como un cubo de hielo y Jae sabe que es una pantalla para ocultar su bulnerabilidad siento pena por el abuelo su noricia pareció no importar demaciaso...😢
ResponderEliminarYo no puedo esperar por la continuación wa¡ quiero capitulo esta muy interesante
ResponderEliminarYubho se merecía esa bofetada por grosero. Esa dichosa ahijada tengo la impresión que traerá problemas y dolores de cabeza a Jae principalmente.
ResponderEliminarGracias!!!
Cuántas veces lo leí me encanta gracias Poleht, te extraño
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